Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 27


Me incorporé rápidamente y me giré para mirarlo parado, cual héroe griego, en la orilla del lago listo para su empresa. Mi movimiento en el agua enviaba ondas por todo el lago haciendo que todo lo que era reflejado por él se distorsionara. Estrellas, luna, cielo, todo... todo estaba mal.

—¿Qué haces aquí? —inquirí.

Vino a montar elefantes ¿Tú qué crees Blyana?

—Quería verte —ronroneo ladeando la cabeza un poco y mostró una sonrisa de lado.

—Si no te vas, voy a gritar —dije tratando de sonar firme.

Porque de mucho servirá.

¿Se te ocurre una mejor idea?

Muchas que involucran un líquido rojo y espeso en el lago.

—Hazlo —incentivó y se llevó una mano a la barbilla fingiendo que pensaba—, pero eso hará que todos los soldados que están conmigo ataquen a tus amigos. —Y su sonrisa se volvió más cínica, mientras que yo lo fulminaba con la mirada.

—Entonces, Zwodder ¿Quieres que vuelva contigo a ese castillo?

—No, a menos que tú lo quieras. —Él estaba parado justo al lado de donde había dejado mi ropa, haciéndome dar cuenta que si lograba escapar de alguna manera terminaría corriendo desnuda por el bosque y ¿la verdad? Lo prefería a terminar en su casa de muñecas de nuevo.

—¿Tú qué crees? —pregunté analizando todas las opciones que tenía.

—Que tu respuesta es un «no», por ahora.

—Un no definitivo.

A pesar de que no podía ver sus ojos por el elegante antifaz, podía sentir su mirada sobre mí, como recorría la poca porción de piel expuesta. Creo que era eso lo que más me perturbaba de él, su forma de verme, esa tan penetrante, tan intensa que podía sentir como era expuesta completamente ante él.

Se quitó la capa violeta y vi las piedras brillar bajo la luz de luna que por fin salía de detrás de una nube. Me di cuenta de que solo llevaba unos pantalones y tenían el botón abierto, colgando obscenamente sobre sus caderas. Su cabello estaba suelto y hacía un gran contraste con su piel pálida bajo el brillo lechoso de la luna. Él comenzó a quitarse también el pantalón.

Bueno, vino intenso.

—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —casi chillé mientras me tapaba los ojos.

¿Quieres que te lo explique con manzanitas y todo?

¡Cállate! sé lo que está haciendo, pero...

—Quiero darme un baño —dijo con una voz suave, un toque sensual a mis sentidos y nadó hacia mí. Yo traté de moverme, pero no pude, era como si el agua a mi alrededor se hubiera transformado en un bloque de concreto que me aprisionaba en mi sitio.

—¿Qué diablos? —mascullé mirando el agua en mi entorno, tan dura como el granito.

—¿Queriendo escapar, Florecita? —murmuró mientras se acomodaba el cabello hacia atrás, tan negro que parecía obsidiana líquida, derramándose por sus anchos hombros y espalda; en sus ojos, que por fin eran visibles para mí, pude ver el reflejo de la luna.

¡Malditos ojos negros que incitaban mi curiosidad!

Si dejaras un segundo de estar hipnotizada por este sujeto, me ayudarías a pensar como escapar.

Lo siento, no lo puedo evitar. Creo que tengo una debilidad por los villanos.

—¿Por qué no me puedo mover? —mascullé mientras seguía forcejeando sin ningún resultado.

—Porque yo no quiero que lo hagas —dijo al tiempo que acunaba mi mejilla con su mano. Yo fruncí el ceño tratando de ignorar ese toque—. Te liberaré si me prometes que no te irás, solo quiero pasar un rato contigo y luego me iré.

Permíteme reírme.

—¿Solo quieres pasar un rato conmigo y luego te irás? —pregunté con incredulidad. Su toque enviaba una corriente a todo mi cuerpo, una que me incomodaba un poco en esos momentos. Cerca, estaba muy cerca.

¿Crees que debemos confiar?

¿Qué te he dicho siempre?

No confíes en nadie.

—Sí. Te lo prometo; si tú haces lo mismo. —Lo miré y me relajé, así que me liberó—. Su luna y las nuestras se parecen mucho —dijo y miró a la luna con nostalgia. Su cabello flotando como un manantial de oscuridad a su espalda.

Yo no dije nada, solo me quedé mirándolo con recelo. ¿Cómo podía el diablo ser tan jodidamente hermoso?

Era un ángel, ¿recuerdas? El más hermoso.

Me entraban deseos de solo quedarme contemplándolo infinitamente y eso no ayudaba en nada a mi plan.

—Me hubiera gustado que las vieras, tenemos dos: Mirhe y Destiny. Ambas salen de lados opuestos y se encuentran por unos minutos en el cenit cada treinta días; incluso en eso se parece a la tuya. —Desvió su mirada para posarla en mí de nuevo.

—¿Extrañas mucho tu planeta? —pregunté mientras poco a poco me alejaba, aunque en esos momentos él se veía calmado, y jodidamente guapo, no quería estar cerca. Todavía me molestaba lo que había intentado hacerme en su habitación y uno de mis defectos era que yo no sabía perdonar con facilidad.

—Claro, aunque la tierra es hermosa y me da ciertas vibras a Zowon, no es lo mismo, ustedes tienen un dicho que me parece muy cierto, «no hay lugar como el hogar» —dijo y una sonrisa triste bordeó sus labios, luego posó sus penetrantes ojos en los míos y comenzó a acortar la distancia entre nosotros.

—¿Y no hay alguna manera de salvar a su planeta? —inquirí, pero ya no podía sostener su mirada, así que miré a la roca que estaba detrás de él y me sorprendió ver que ahora en ella había un arbusto. Un arbusto de hojas brillantes y espinas amenazadoras.

—Pero, ¿cómo? —mascullé y él notó mi asombro, así que se volvió para mirar la roca.

—Nosotros tenemos dones, Blyana, no todos, pero sí muchos —comenzó a decir—. Hace millones de años un meteorito golpeó nuestro planeta y dentro de él había unos cristales que brindaron habilidades a mis antepasados cuando los tocaron... habilidades que aún persisten. —Levantó una mano y varias burbujas de agua comenzaron a flotar en el aire. Las pequeñas burbujas se movían suavemente y al reflejar la luz de la luna parecían diminutas lunas orbitando alrededor de su mano. Orbitando alrededor de él.

—¡Tú... tú puedes controlar el agua! —Me alejé aún más.

Esto no me está gustando, activa modo: «patitas para qué las tengo».

—No, más bien puedo controlar la materia inerte... puedo moldearla a mi gusto.

—Los saqueadores...

—¿Saqueadores? ¿Te refieres a los soldados? —inquirió ladeando un poco la cabeza—. Solo los más cercanos a la corona se les permite entrar a la cueva de cristal y recibir un don. Claro, si estos no provienen de una de las siete casas —agregó y en unos segundos cortó la distancia que había puesto sigilosamente entre nosotros. Me sujetó de la cintura y todo mi cuerpo se tensó.

—¿Por qué insistes en escapar de mí, Florecita? —Sus ojos indagaron los míos.

—¿T... tú qué crees? —dije titubeando, su toque, su cercanía, me ponía más nerviosa de lo que me gustaría admitir y lo odiaba, no me gustaba que él viera que me afectaba.

—Tienes miedo —dijo elevando una de las comisuras de su boca.

—¿Miedo?, ¿yo? ¿De ti? —bufé, aunque comenzaba a respirar entrecortadamente. Necesitaba alejarme y ya.

¡Claro que tienes miedo, Blyana!

¿Y tú de qué lado estás?

Del tuyo, claro.

Pues no se nota.

—No... miedo de ti. —Fruncí el ceño—. Tienes miedo de esto que sientes cuando estoy cerca —dijo y la mano que estaba en mi espalda me acercó aún más si eso era posible. Él miró mis labios y luego volvió a mis ojos.

—Estás... estás loco. —Nunca admitiría que me hacía sentir algo, algo que no podía comprender bien aún, él era el enemigo y nada más.

—Sí... sí, lo sé. —Sus labios dibujaron una sonrisa de triunfo.

—No te burles de mí y ya suéltame —me quejé y lo empujé sin resultado alguno.

—Sabes... —Colocó su mano libre en mi mejilla y con su pulgar tocó suavemente mi labio inferior—. No dejo de pensar en tus labios.

—Zwodder... —Él se inclinó y sus labios quedaron muy cerca, tanto que eran un fantasma sobre los míos—. Por favor... no. —Se alejó y depositó un tierno beso en mi mejilla.

—Me voy —anunció. Me soltó provocando que me hundiera. Cuando salí él ya iba a mitad de camino hacia la orilla—. Nos vemos, Florecita.

Dejé salir un respiro que había estado conteniendo sin darme cuenta cuando él se perdió entre los árboles. Salí del lago, me vestí lo más rápido que pude y corrí al campamento con el miedo de que Zwodder les hubiera hecho algo. Corrí hasta que me paré en seco al ver a dos personas en pleno manoseo en la sombra de un árbol.

¿Pero qué e' jeto?

Te estás juntando demasiado con Domingo.

—¡Blyana! —dijo sorprendida Zoe. La persona que estaba con ella no la logré distinguir porque estaba de espalda hacia mí, se echó a correr, pero sabía que era Azel.

Parece que se nos está haciendo costumbre encontrar a nuestra hermanita en estas situaciones.

—¿Qué sucede?, ¿por qué Azel se va así? —pregunté llegando hasta ella.

—Ah bueno... él... —comenzó nerviosa.

—Bueno, eso no importa. Zwodder estuvo aquí...

—¿Qué? ¿Cómo que Zwodder estuvo aquí? —La cara de Zoe cambió a una totalmente aterrada.

—Tranquila, creo que se fue, pero vamos al campamento.

Echamos a correr apartando la maleza y tratando de no irnos de bruces con las raíces de los árboles. Cuando llegamos al campamento no vimos a nadie, todo estaba muy callado, incluso los insectos guardaban silencio y eso no me daba buena espina. Zoe iba a echar a correr de nuevo, pero la detuve.

—Espera —le dije colocando mi mano frente a ella y escudriñando el perímetro—. Camina detrás de mí. —Saqué mi pequeña daga, la que Cless había guardado para mí después de que fuera secuestrada, y comenzamos a caminar hacia las tiendas de campaña.

Llegamos a la primera que era la de Cless, miré con cautela, pero no había nadie. Afiancé mi agarre en la daga. La fogata estaba casi apagada, por lo que, la luna, era la que proporcionaba la mayor cantidad de luz.

—¡Te dije que dejaras de moverte! —escuchamos una voz que no conocíamos provenientes desde más allá de las tiendas de campaña y acompañada con ella el sonido de un golpe contra la carne.

—Golpeas como una niñita —respondió la voz de Mike y lo escuchamos escupir.

—¡Shsss! —le hice una señal a Zoe—. No te muevas, voy a buscar un arma —agregué y entré en el lugar de Cless, pero no encontré nada.

Mierda.

—Señorita Blyana, es mejor que salga, ahí no va a encontrar nada. —Se escuchó la voz de un saqueador. Se me pusieron los pelos de punta.

Mierda, mierda, mierda. Debía investigar cuántos eran y si tenían conocimiento de que mi hermana estaba con nosotros. También, debía averiguar si los tenían capturados a todos o los demás estarían en el bosque esperando el mejor momento para atacar. En todo caso, yo era la única que podía ganar tiempo.

Salí y me paré al lado de Zoe.

—Ve a nuestra tienda y consigue la granada con la sustancia, le quitas el anillo de seguridad y la lanzas ¿De acuerdo?

—Pero...

—Puedes hacerlo —le susurré y comencé a caminar—. Ya me encontré con Zwodder... —dije levantando la voz mientras le hacía una señal a Zoe para que hiciera lo mismo. Cuando por fin los comencé a divisar, los vi a todos atados de pies y manos en el suelo, mientras unos diez saqueadores sostenían armas. Mierda, solo quedábamos Zoe y yo—. Y él dejó en mí la elección de ir o no con él —dije ya a la vista de todos.

—Tranquila, señorita Blyana, solo estamos aquí para cuidar al señor Zwodder, usted sabe, protocolo, además debíamos impedir que fueran interrumpidos. —Era el soldado de armadura verde que había llegado con Malen cuando me habían dado la paliza.

—Tú.

—Un placer volver a verla, señorita Blyana —dijo e hizo una pequeña reverencia.

—¡Blyana, corre! —me dijo Chris, quien era el que estaba más cerca.

—Pero ustedes no saben callarse —se quejó otro saqueador de armadura plateada y lo golpeó. Apreté tanto mis puños que sentí mis uñas enterrarse en las palmas de mis manos.

¡Maldito! ¿Cómo te atreves a golpear a nuestro bebé? Córtale las manos y has que se las coma, Blyana.

—Quiero que los suelten —dije con la mandíbula apretada. Debía hacer tiempo para Zoe.

—No creo que eso sea posible, señorita Blyana.

—Si no lo hacen, usaré esto —dije y mostré la daga en mi mano.

—Blyana, no —murmuró Lucas, quien se encontraba en la parte de atrás de todos ellos.

Llevé la daga a mi cuello y apliqué la suficiente fuerza para que una gota de sangre saliera y brillara como un rubí bajo la luz de la luna.

—¿Qué creen que hará Zwodder cuando sepa que me he cortado el cuello por su culpa? —pregunté con la cara más inocente que logré evocar—. Y no veo a Malen por aquí para curarme —agregué agriando mi semblante.

Pude ver a Cless con la mandíbula apretada, retorciéndose, tratando de soltarse. Él odiaba ver mi sangre derramarse, siempre lo había odiado y a mí nunca me había importado si con eso lograba salvarlo a él y a los demás.

—Deténgase, Señorita —pidió otro saqueador. Hasta ese momento me percaté de que él era uno de los que habían presenciado la ira de Zwodder.

—¡Aaaah! —se escuchó el grito de Zoe a través de todo el bosque y la granada cayó en medio del saqueador de armadura verde y de mí, ambos desviamos la atención a la esfera y luego volvimos a mirarnos.

Tan pronto como el humo violeta comenzó a apoderarse de todo el lugar, las toses y los golpes secos de varios de los saqueadores comenzaron a escucharse y a suplantar el grito de guerra de mi hermana. Yo corrí hacia Chris y lo desaté, luego a Domingo y a Azel.

—¡Aaaah! —Otro grito de mi hermana me hizo pararme de un brinco. No lo pensé, solo corrí hacia ella seguida por Chris. Era como si ese vínculo que teníamos se convirtiera en una cuerda que me halaba hacia ella, no sabía si otros hermanos eran así, pero para mí era natural sentir lo que ella sentía. Un miedo se implantó en mi pecho, un miedo que no era solo mío, sino también de ella, lo sentía en lo más profundo de mi alma y si le hacían daño, si la lastimaban...

Deja que yo me haga cargo.

—No se acerquen más. —El saqueador de armadura verde sostenía a mi hermana por el cuello.

Me paré en seco al verla.

—¡Suéltala! —ordenó Chris.

—Estás atrapado, todos tus amigos cayeron —gruñó Azel, quien había aparecido a mi lado y le apuntaba con un arma. Tenía todos los músculos de los brazos y el cuello tensos y si yo hubiera sido el objetivo de esa mirada me hubiera quitado de su camino sin pensarlo mucho.

El saqueador comenzó a dar pasos hacia el bosque con ella arrastro. Lágrimas rodando por sus mejillas. Entre los brazos del saqueador ella parecía una niña pequeña. Un fuego comenzó a arder dentro de mí, lo podía sentir, era algo que me incentivaba a tomarlo y a dejarlo salir para destruir, iba a tomarlo, iba a destruirlo a él y a todos los que le tocaran un solo pelo a mi hermana...

Un trueno sonó en la distancia como si se hiciera eco de la furia que crecía en mí.

—Qué pena que no me haya podido presentar bien aquella vez, soy Arthurger de la casa Ágata, para servirle —dijo e hizo una pequeña reverencia con la cabeza y le inyectó algo a mi hermana haciendo que perdiera la conciencia y se disipó cual humo en el aire. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro