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Capítulo 24

Seis meses después de la llegada.

—Muestra ciento veinticuatro —le dije a la grabadora que tenía en la mano donde habíamos estado guardando los registros de cada experimento, hasta ahora fallidos.

—Bien, comenzaré —dijo Nikolay, colocando una gota de la sustancia con la que estábamos trabajando a una muestra humana colocada en una placa de Petri.

Esperamos pacientes alguna reacción, como descomposición, cambio de color, que el aire se llenara del típico humo violeta, el mismo que nos obligaba a usar trajes de bioseguridad nivel 4, pero no sucedió nada ¡Nada!

Nikolay tomó la muestra y la colocó en un portaobjetos para luego llevarla al microscopio y observó.

—¿Nikolay? —pregunté al ver que no decía nada.

Volteó y me ofreció una amplia sonrisa. Una de las que había visto tan pocas veces.

—Dígame que sí —dije moviéndome rápido para mirar a través del microscopio, y lo vi, mejor dicho, no lo vi. La sustancia no afectaba la muestra—. ¡Lo logramos, Nikolay, lo logramos! —Casi daba saltos en el laboratorio de la emoción.

—Aún no, debemos comprobar que aún haga efecto a la otra muestra.

—Tiene razón, ¿Puedo hacerlo yo? —Él asintió.

Coloqué dos gotas con mucho cuidado sobre la muestra del saqueador y di dos pasos atrás, de inmediato esta cambió de color tornándose en negro carbón y liberando humo violeta. Después de que el humo se disipó, tomé la muestra y la llevé al microscopio, volteé para mirar a Nikolay y le di la sonrisa más amplia que podía.

¡Lo habíamos logrado!

¡Teníamos la sustancia!

🍂🍂🍂

—Entonces, ahora sí estamos listos para hacerles frente —declaró el señor River chocando sus manos, de modo que se escuchó un aplauso solitario en la sala de reuniones al escuchar la noticia de boca de Nikolay.

Habíamos hecho varias pruebas antes de convocar a una reunión para dar la buena noticia.

—No te emociones tanto, querido, recuerda que los científicos aún no han conseguido colocar la barrera, sin ella las naves podrían entrar en cualquier momento.

Y yo estaba totalmente de acuerdo con la madre de Azel. Este era solo un paso en el camino de kilómetros que teníamos delante.

—Pero, por lo menos tenemos un arma realmente poderosa para detenerlos —dijo Azel con una sonrisa en su rostro.

—Sí, y con las armas de Cless y Domingo podremos derribar los buscadores —agregó el señor River.

—Papá y no solo lo buscadore', también le vamo' a dar pa' bajo a la' ma' grande' —dijo Domingo—. Pana' enséñale la grasita que tenemo' —e instó a Cless a hablar.

¿Podemos quedarnos con este?, me agrada mucho.

—Domingo tiene razón. Usando la misma lógica crearemos armas más grandes capaces de derribarlas. —Él mostró unos apuntes en un cuaderno, estos estaban llenos de cálculos y de dibujos de armas que tenían pinta de ser algo así como cañones.

—¿Yo soy la única que está preocupada por las naves que pueden entrar? —expresó la señora River, dando una escaneada rápida con sus ojos astutos a todos los presentes.

—No, yo también pienso lo mismo —concordé—. Si atacamos ahora las naves entrarán y no podremos ganar. Sin la entrada de esas naves ya nos superan en número, no me quiero imaginar qué pasaría si entran —dije cruzándome de brazos y piernas en mi asiento al lado de Carol. Contuve cualquier escenario que se pudiera formar en mi cabeza si esas naves entraban, un escalofrío me recorrió sin poder contenerlo al pensar en más muertes y sangre derramada.

—¿Entonces dices que debemos seguir escondidos? —preguntó el señor River con una ceja arqueada. Sabía que el padre de Azel no se tomaba las cosas a la ligera, pero también era obvio que quería subir de rango por su insistencia en querer sobresalir en los operativos.

—No, estoy diciendo que, en lugar de mostrar todo nuestro poder, que no los asustaría, cabe destacar; debemos trabajar más... ¿Cómo lo digo? —mordí levemente mi labio tratando de buscar la manera de convencerlos de mi punto, lanzarnos de la manera que quería era volvernos carne de cañón—. Derrumbando desde abajo, bueno, hasta que se logre colocar la barrera.

Carol, a mi lado, movió la cabeza en aprobación haciendo que sus risos danzaran sobre sus hombros. Vi que desde el otro extremo Mary la miraba con detenimiento, Carol notó la mirada y le dedicó una pequeña sonrisa, pero Mary la ignoró girándose hacia Cless.

Yo también desvié la mirada del punto donde Mary había puesto la mano sobre la pierna de Cless en un aniñado acto de posesividad.

Un solo toque se escuchó desde la puerta y toda nuestra atención se desvió hacia ella.

—Adelante —dijo la señora River.

—Hola, el doctor Min me ha enviado para darles el informe. —Zoe entró y cuando me vio me dedicó una sonrisa. Su cabello sujeto en una cola alta y dos mechones delante de su rostro enmarcándolo; llevaba unos vaqueros negros y una blusa de tiros que marcaba la bella figura que tenía. Tan hermosa, una diosa atrapada en este lugar. Y de esa manera, como si ella fuera la diosa que colocaba las estrellas en el firmamento la miraba Azel, aunque no sabía si mi hermana se daba cuenta.

Mi hermana era tan hermosa y siempre me había preguntado a cuál de nuestros padres se parece ella, a cuál me parezco yo... serán mis ojos miel los de mi madre... serán sus ojos negros los de mi padre... ¿Por qué... por qué nos dejaron?

—Habla —dijo la señora River con tono frío.

—Bueno... —Comenzó a leer los papeles que tenía en sus manos, con su melodiosa voz—. Debido a la recién llegada de más refugiados y a sus estados, estamos a capacidad máxima, necesitamos más camas y medicamentos, entre ellos... —Y citó una lista tan larga que todos nos quedamos asombrados.

—Espera, ¿es que no queda nada? —dije asombrada reclinándome hacia delante en mi silla.

—No, la verdad es que lo usamos todo con los recién llegados y también creo que deberíamos trasladar algunos a otro lado porque ya no damos abasto —me dijo con una cara preocupada. Odiaba esa expresión en su rostro, sabía que ella se tomaba muy enserio la responsabilidad de los pacientes, tanto así que había llegado a ser la más cercana al doctor Min, quien era el encargado del área de medicina en la guarida.

—Bueno, podemos ir por más provisiones —dije mirando al señor River en busca de aprobación para que mi hermana se dejara de preocupar.

—Bien. Domingo, organiza un equipo y salgan mañana en la mañana —ordenó el señor River.

—Sí, señor —e hizo un saludo militar.

—Puedes retirarte. —le dijo a Zoe—. Continuando, el hecho de que ataquemos...

—Yo quiero ir —soltó sin más Zoe.

La miré con cara de sorpresa. Su espalda recta, su mentón levantado. Ella colaboraba dentro de la guarida, pero siempre había evitado salir, todavía recordaba cómo se había puesto cuando se le pidió que saliera por primera vez.

—El señor River quiere que vengas, es probable que haya varios heridos —le dije a Zoe sentándome a su lado en la cama; su habitación estaba un poco revuelta, eso era algo que compartíamos.

—No quiero, esa zona es muy peligrosa —respondió a la vez que movía la cabeza en una negativa, se levantó y pateó levemente una caja que había en el suelo.

—Lo sé, pero solo estás tú y de verdad necesitamos tu ayuda —dije y también me levanté, pero tropecé con algo, miré al suelo y era el diario de Zoe, ella se agachó y lo recogió para dejarlo dentro de la caja que había pateado. Miré el resto de la habitación y me imaginé las discusiones que había tenido con las otras dos personas con las que se estaba quedando ahí, ya que sus lados estaban impecables.

—Vamos, Zoe, necesitamos que vengas —pedí llegando hasta ella y tomándola de la mano, aunque no me miraba.

—No, no. —Ella giró con rapidez hacia mí y me sostuvo la mano entre las suyas—. Tú tienes poder aquí, tú... tú puedes hacer que manden al doctor Min, por favor, Blyana, me da mucho miedo salir —dijo con desesperación en su voz y el miedo en su mirada me hizo abrazarla.

Odiaba esa expresión, odiaba que estuviera asustada, lo odiaba desde pequeña, si ella lloraba, yo también quería llorar, si ella estaba triste, yo también me sentía triste, ¡Diosa sagrada!, hasta sus malestares menstruales los sufría con ella.

—Está bien, hablaré con el señor River —solté en un suspiro y la apreté más a mí.

—¿De qué estás hablando? —inquirí, despertando de ese recuerdo.

—Está bien, si así lo quieres. Domingo inclúyela en la lista —dijo el señor River con un gesto displicente de la mano.

—Espere, no —objeté—. Zoe ¿Por qué quieres ir?

—Blyana, hablen de eso después, ahora continuemos con nuestra reunión.

Zoe se fue sin decir nada más, su coleta dando bandazos mientras cerraba la puerta y nosotros continuamos con la reunión.

Cuando salí me disponía a encontrar a Zoe, tenía que explicarme ese cambio de decisión y en especial sin consultarme. Bajé las escaleras de dos en dos y vi a Chris y a Lucas hablando, lo que me hizo ralentizar mi paso. Cuando Chris me vio me dedicó una sonrisa de esas que hacían que el sol se sintiera como una cosita diminuta y sin importancia en el cielo, luego le dio una palmada a Lucas en la espalda y yo me acerqué a ellos.

Ah, ya se me estaba arreglando el día. En especial después de pasar más de dos horas metida en esa sala de reuniones viendo como Mary, que ni idea tenía por qué estaba allí, se le pegaba a Cless como si estuviera en un concurso de manoseos o tal vez su ADN había mutado y se estaba convirtiendo en una lapa.

—Hola, chicos —saludé con una sonrisa en el rostro.

—¡Hada! —Chris me dedicó otra de sus bellas sonrisas, y se me calentó el pecho—. Me tengo que ir. Lucas, recuerda lo que te dije —agregó, pero antes de irse me di cuenta de que apretó significativamente el hombro de Lucas y este agachó la mirada de manera casi imperceptible.

Aquí vamos de nuevo.

—¡Blyana! —dijo Lucas con mucho más ánimo después de que se fue Chris.

—Hola, Lucas. —Él llegó hasta mí y chocó con suavidad mi hombro y comenzamos a caminar hacia la entrada de las habitaciones—. ¿Dónde estabas? ¿Por qué no estuviste en la reunión? —pregunté enganchándome de su brazo, aunque sentí que se tensaba bajo mi toque.

—El señor River me pidió que hiciera algo —respondió después de aclararse la garganta.

—¡Ah!, y ¿De qué hablabas con Chris? —pregunté como quien no quiere la cosa, aunque sin decirme una palabra sentía que sabía todo lo que pasaba.

—¿Eh? De nada —dijo un poco nervioso, mientras miraba de reojo por donde se había marchado Chris al tiempo que pasaba su mano libre por su nuca cubierta por la capucha de su sudadera.

—Te estaba intimidando para que no te acercaras a mí, ¿verdad?

—¿Eh?... —Se detuvo un segundo y luego continúo caminando—. No, no, solo... me decía algo de la comida y ...

—Lucas, sabes que eres malísimo mintiendo, ¿verdad? —dije tratando de buscar su mirada, casi tenía que echar toda la cabeza hacia atrás de lo alto que era—, además conozco a Chris y sé las cosas que hace cuando intenta intimidar a alguien.

Había ganado experiencia con todos esos chicos del instituto y con algunos de mis trabajos como mesera.

—No, de verdad, él solo... —Él seguía intentando hablar torpemente.

—Lucas —le dije como advertencia con una ceja arqueada.

—Está bien —dijo soltando un suspiro de resignación—. Sí, me dijo que me alejara de ti, porque tú y él tenían... algo. —Él volvió a pasar su mano por su nuca desviando la mirada—. Pero lo que él no sabe es que yo sé que no es así. —Y soltó una risa forzada.

Claro que lo sabía, de alguna manera el pobre Lucas había terminado siendo mi confesionario particular. Sabía que me gustaba Chris desde que era una niña y que él nunca me había mirado de esa forma, aunque no siempre se comportaba como un hermano para mí.

—Voy a tener que hablar con él —dije, y solté su brazo colocándome delante de él.

—No, sabría que yo te dije —dijo sujetándome la mano.

—Lucas, tranquilo, no es la primera vez que lo hace, incluso aquí me he dado cuenta de que hay varios chicos que cambian de camino cuando me ven —dije girando los ojos—. Voy a poner las cosas claras de una vez por todas. Estoy harta de sus mensajes confusos.

—Pero eso implicaría...

—Sí, decirle lo que siento por él.

—Bueno, suerte con eso, entonces. —Él volvió a pasar su mano por la nuca y se quedó un momento pensativo—. ¿Vas a hacer algo esta noche? —me preguntó de repente.

—No, ¿por qué? —pregunté inclinando un poco la cabeza, curiosa.

—Pues, nos vemos en el huerto a las nueve. —Nos detuvimos en la entrada de las habitaciones—. Ahora debo hacer algo —añadió y dio un paso hacia mí, pero luego volvió a retroceder pensándolo mejor. Yo lo miré con mayor curiosidad.

—¿Qué estás planeando, Lucas? —Entorné un poco los ojos mirándolo detenidamente, pero las comisuras de mis labios se arqueaban con diversión.

Sí, ¿qué estás planeando peluchito?

—No es nada del otro mundo —dijo dándome una sonrisa y se fue.

Me quedé mirando hasta que desapareció por la puerta del garaje, yo di la vuelta con una sonrisa en los labios como la que se dibuja en el rostro de un niño a quien le ha salido a la perfección su travesura y caminé a la habitación de Zoe.

Zoe, necesitaba hablar con Zoe.

🍂🍂🍂

—Hola, Mike —saludé cuando me lo encontré en el pasillo de las habitaciones—. ¡Oye! ¿Has visto a mi hermana? —agregué deteniéndome frente a él y acomodé el tiro de mi vestido que se había deslizado.

Me dio una sonrisa de lado, inmediatamente estuve frente a él. Jugó con el piercing en su labio mientras me recorría con la mirada, era guapo, de hecho, demasiado para su propio bien y muy coqueto para mi gusto, no había chica a la que no le hubiera coqueteado en la guarida y por alguna razón me había colocado un apodo un poco extraño y que para nada me gustaba cuando lo decía.

—Sí, su majestad, la vi entrar en su habitación hace rato. —Él se inclinó haciendo una reverencia y yo giré los ojos.

—Deja de hacer eso.

—De acuerdo, su majestad. —Y llevó sus manos a su espalda e hizo otra pequeña reverencia en señal de rendición.

—Adiós, Mike —dije con detenimiento su nombre para ver si captaba el mensaje.

—Adiós... su majestad. —Me dio una sonrisa muy amplia dejando ver su dentadura perfecta.

—¿Cuántas veces te he dicho que dejes de llamarme así? —giré los ojos y comencé a caminar, creo que el hecho de que se notara que no me gustaba el apodo lo incentivaba más.

—No lo sé, ¿unas trescientas?, su majestad —dijo entre risitas cuando ya estaba lejos de él.

Arráncale el piercing de la nariz para que deje de molestar.

¿Crees que todo se resuelve con violencia?

Cuando llegué a la puerta de Zoe abrí sin tocar.

—Zoe ¿Por qué...? —Mis palabras se quedaron en mi boca cuando vi a Azel y a Zoe en una situación muuuy comprometedora—. ¡Oh! —fue lo único que salió de mis labios mientras mis pies y mis ojos se negaban a moverse.

No sé qué te sorprende, ya teníamos la sospecha desde hace mucho.

—Blyana, déjame explicarte... —comenzó a decir Azel mientras se intentaba cubrir, aunque de todos modos vi demasiada carne.

—Azel, creo que esto no necesita explicación. Terminen y hablamos en mi habitación, Zoe. —Me dispuse a irme, pero me devolví—. Espero que estén usando protección —dije seria mientras los señalaba con mi dedo índice y entornaba los ojos.

—Blyana, ¡ya vete! —me gritó Zoe mientras me lanzaba una almohada que esquivé y me fui entre risas.

Cuando entré en mi habitación solo estaba Mary. Genial. Seguí directo a mi cama curiosa por un paquete que se encontraba sobre la misma.

📎NOTA📎

Holis seres extraplanetarios!!!

Gracias por llegar hasta aquí, por sus comentarios y ⭐ ¡Me llenan de vida!

¿Ustedes ya sospechaban lo de Azel y Zoe o los tomó por sorpresa?

Bueno, nos vemos el próximo sábado, besos❤

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