
Capítulo Especial 1: Pet
Bueno, veamos, veamos. Para empezar... mi historia inicia en una lujosa y lejana isla. Maravillosa y muy superior a Magnalia en muchos sentidos. Primero que nada, no hay tecnología allí. Hay una vegetación abundante en todos lados, y muchos insectos.
Humlhati. Ese es su nombre. Bastante imponente, ¿no te parece?
De acuerdo, no es tan impresionante como pueda parecer, pero a mí me gustaba.
Allí vivía con mi madre y mi padre, éramos una familia pequeña, a diferencia de otros hurones que solían tener hasta trece crías... Al parecer mi madre tuvo problemas al momento de mi nacimiento, pero, tampoco es que valga la pena hablar de eso, ni me pone triste, ¡porque eso significa que tenía más comida para mí!
De hecho, no. Aunque me hubiese gustado, mis padres siempre compraban muy poca comida. Lo justo y necesario. Eran buena gente igual, nunca me quejé de ellos. Viví una linda infancia junto a ambos, jugábamos mucho, sobre todo al fútbol con mi padre.
Siempre me aconsejaban y me defendían cuando los otros niños se reían de mí por no tener hermanos.
En resumen, sí, me agradaba mi hogar, aún así, de vez en cuando solía escapar de ahí. Tenía un amigo humano que mis padres no me dejaban ver. Se llamaba Akda Ukho.
Akda siempre fue un gran amigo mío, él me enseñaba a combatir. De hecho, era un aventurero y un cazarecompensas. Era bastante mayor que yo, eso sí. Probablemente tenía unos 18 años cuando lo conocí, siendo una hurona de 13 años.
Su mayor aventura fue a esa misma edad, con 13 años, él se infiltró en un barco del gobierno para robar su botín. Sin embargo, le atraparon infraganti, y no te imaginas la cara que puso... La parte que no es tan divertida es que cuando intentaba huir se fracturó el brazo y pierna izquierda. Nunca más pudo moverlas. ¡Pero las reemplazó por implantes de madera que creó él mismo! ¡Y ahora es un hombre mitad árbol!
Siempre lo visitaba en su escondite secreto en el bosque. Allí solíamos charlar, pelear (y cabe mencionar que siempre le pateaba el culo), y jugar hasta bastante tarde.
Había algo que me gustaba mucho sobre él. Era muy, pero muy perceptivo, algo así como un super detective. Pero a la vez me molestaba. Solía hablar sobre cosas que no debía en momentos inapropiados, como "Deberías irte a casa, Pet. Si tardas te castigarán".
¡Pero no le hacía caso, me iba tarde, y me castigaban! ¡Era un maldito genio!
... ¡De acuerdo! ¡No se me ocurren buenos ejemplos ahora mismo! Pero te aseguro que era así, ¿vale? ¡No sabía cuándo callar!
Fuese como fuese, ese era mi día a día. Estaba satisfecha con él. Aunque mis padres no aprobaban que fuese amiga de alguien tan "bárbaro y peligroso", pero, ¿qué se le va a hacer? No todo es perfecto en la vida, y aún así, me encantaba.
Por supuesto, esto no duró para siempre. Un día una chica llegó a mi vida, mis padres llegaron a mi lado con una niña entre ellos. Era una especie de chica humana, o eso me pareció. Tenía cabellos rojizos que no sobre pasaban el nivel de sus hombros, y una mirada algo tímida, dirigida únicamente al piso.
— Ella es Thea, Pet. Hagamos todo lo posible porque esté bien en este lugar. — Dijo mi madre, mostrándome a la nueva chica... era mayor que yo, eso se notaba.
Yo no me mostré interesada ni desinteresada, era más bien un "¿Por qué?", un "¿Cómo?".
— Yo soy Pet. — Dije mirando a la chica, sin una expresión clara.
— Un... gusto. — Respondió la niña, sin despegar su mirada del suelo.
Mi padre entonces se acercó a mí, para hablarme con una voz dulce. — Tal vez podrías empezar a jugar con Thea y no con ese hombre loco de afuera... —
¡¿Por qué tienen que salir con ese tema cada vez que pasa cualquier cosa!? Bueno, me enojó, pero no iba a responderle mal en ese momento. No quería perder respeto ante mi posible nueva esclava. — No te prometo nada. — Le respondí, mirando a otro lado con los mofletes inflados, claramente haciéndole una broma.
Thea sonrió. Parecía que le había causado gracia... en ese pequeño instante sentí un poco más de interés en la nueva chica. En mi posible hermana.
El tiempo fue pasando, y adivina qué hice. ¡Sep! ¡Llevé a Thea a conocer a Akda!
— ¿Estás segura? No deberíamos ir por la selva tan como si nada, Pet... Se enfadarán con nosotras, y nos pueden castigar... — Thea lloriqueaba como una perdedora, pero, ja, claramente me estaba siguiendo, yo no la forzaba.
— ¡Somos exploradoras, es esto lo que hacemos después de todo! ¿Tu corazón no late de emoción? — Le respondí mientras seguíamos el camino entre árboles.
— N-No estoy segura... ¡Deberíamos volver! — Thea dió la media vuelta y tropezó.
— ¡Pffftch! ¡Vamos, Thea! ¡Jajaja! — La levanté de un tirón, apretando su muñeca.
Fue ese preciso instante donde todo empezaría a irse a la mierda.
Sí... me lo tomé a broma, como suelo hacer con las cosas. Pero Thea hablaba en serio. Jaló su brazo fuera de mi alcance, volviendo a caer. En ese entonces noté su rostro, por el cual corrían lágrimas. Pero, más allá de sentirme una mala hermana, me preocupé por algo mucho más grave. Su brazo estaba de un color negro intenso. Como si sus venas y su piel estuviesen infectadas por la más oscura de las sombras.
— ¡Thea! — Corrí hacia ella y miré el brazo. Pero a penas puse mis patas en él, sentí un ardor enorme. Quité rápidamente mis manos de ahí. Parecía una llama, una llama lóbrega.
Quería calmar su llanto, pero no podía... ¿en serio que la repriendan le afectaba tanto...? La verdad, no sé porqué me extrañaba. Thea era una chica débil y temerosa cuando llegó. Honestamente, nunca me preocupé de ello, nunca le pregunté a mis padres cómo ni dónde la encontraron... La emoción de tener una hermana para jugar me llenó tan de golpe que dejé pasar esas dudas tan necesarias.
Me apresuré en tomar a Thea en mi espalda (aunque pesaba un infierno) y correr para ver a Akda. Esta vez por motivos diferentes, "él podría ayudarla", pensé.
El peso era increíble considerando el pequeño tamaño de mi cuerpo a comparación del suyo, pero, tal vez por entrar en pánico, en una situación tan extrema, pude cargarla a duras penas.
— ¡Suéltame!— Me gritó. Empezó a patalear, a moverse desesperadamente para soltarse de mí, cosa que logró. La llama oscura en su brazo empezó a crecer, y crecer. Yo no entendía qué demonios ocurría. Pero tenía que hacer algo ya.
— ¡Argh! ¡Lo siento! ¿¡Bien!? ¡Lo siento! Nunca más te forzaré a algo que no quieras... — Dije, intimidada por la llama de Thea, que de a poco empezó a crecer. Absorbiendo su brazo de a poco... Ocultándolo de la vista, arrazado por completo por el plasma oscuro. Estaba horrorizada. Fue un cambio de sentimientos muy rápido... Fue, más bien, de las pocas cosas en mi vida que me han hecho ponerme seria. Antes de darme cuenta, el fuego era del doble del tamaño de Thea. El rostro de Thea también se había dejado consumir. Su mirada ya no existía. Sus pupilas ya no se hacían presentes.
De forma inesperada, una especie de figura se formó entre las flamas... parecía un animal extraño, con cabeza en forma de ave. Un punto de luz apareció como su ojo... empezó a mirarme. Sin dar un segundo a reacción, se abalanzó contra mí. Tirando del cuerpo de Thea como si fuese un pedazo de papel pegado a su cuerpo, o una llave en un llavero.
No pude esquivarlo, estaba paralizada del miedo... ¡¿Qué!? ¡Yo también puedo sentir miedo a veces! Como sea, tch. Me lanzó un arañazo. Por la velocidad de impacto, salí disparada unos pocos metros contra un árbol, mientras un poco de sangre empezó a salir de mi pecho.
¿Te imaginas lo traumático de la situación...? Pero yo no podía quedarme de brazos cruzados... Incluso a esa edad, yo... ¡Yo era una aventurera! Saqué del piso una pequeña raíz afilada y la empuñé como espada. ¡Corrí hacia la sombra, le di un tajo con la rama!
En vano.
La rama se quemó y consumió por las llamas. Tuve que retroceder otra vez, tropezando justo como hizo Thea cuando intentó huir. Mi corazón latía de prisa. Mis bigotes temblaban un poco... Entonces la inmensa bestia abrió la boca y se lanzó contra mí. Lo siguiente que pude ver fue esto: Nada.
Quedé inconsciente.
Quien sabe por cuanto tiempo.
— Pet... Ya deberías estar despertando para estos instantes. Levántate... — Oí una voz grave y apagada. Era de un chico joven... ¡Era Akda! Aunque en ese entonces estaba mareada, y me sentía débil. No podía ponerme de pie como si nada, ni siquiera para ver a mi amigo. Solo me contacté con él a través de la voz.
¿Cuánto tiempo había pasado dormida? Ni yo misma lo sé. Pero intenté centrarme.
— Bueno... eh... A-Akda. — Mis ojos se entrecerraban. No podía abrirlos del todo aún.
— ... Sí, sé lo que quieres preguntar. Ella está bien. Me gustaría decirles que las encontré en el bosque... pero es más bien que las "avisté". Una bestia enorme de materia oscura estaba actuando de modo salvaje... era imposible no ver eso.
— A...Ah... — A penas entendí lo que dijo. Pero, como buena chica educada que soy, le respondí fingiendo que entendí el 100%. — Sí, las piñas son sabrosas. —
Él sonrió levemente ante mi respuesta, supongo que creyó que entendí todo, tal como planeé.
Juntó unas hierbas en un pote con agua. Las mezcló... todo muy profesionalmente. Se acercó a mí con dicho pote de madera vieja. — Bebe. — Dijo.
Sorbí. Inmediatamente mi cuerpo dejó de doler. ¡Además de detective, aventurero y carpintero, este chico también hacía pociones! ¿No era asombroso? ¿Cómo no admirarlo...? Ugh, lo siento, creo que le resto importancia a la narrativa con mi fanatismo.
De hecho, la situación no era nada alegre en ese entonces.
Gracias a aquella poción de piña (creo que era de piña, ¿si no por qué me iba a hablar de piñas?) pude ponerme de pie y orientarme. Estaba en la pequeña residencia de Akda al aire libre.
Era de noche, había una fogata. También algunas camas improvisadas con hojas de árbol. Tres para ser exactos. Thea dormía en una de ellas. Su brazo estaba completamente vendado. Y en la cabeza tenía un pañuelo húmedo y frío.
No pude evitar mirar su rostro. Me trajo recuerdos inmediatamente. Aunque fuese un suceso que acababa de ocurrir, no podía quitármelo de la cabeza. Su rostro llorando, seguido de un rostro completamente ido y desquiciado. Me rompía el alma. Me rompía el alma porque pude haberlo evitado. Por pensar en ello, y, sin siquiera poder notarlo, comencé a lagrimear.
Intenté defenderla. Intenté calmarla. Pero todo escaló demasiado rápido como para comprenderlo.
— ¡Eres una imbécil, una inútil! — Grité de forma repentina, procediendo a autogolpearme el rostro con un puñetazo.
— Maravilloso. — Sarcásticamente dijo Akba. — Simplemente genial, Pet. —
— ... ¿qué...?
— ¿Acaso crees que resolverás algo golpeándote a ti misma? Mira, no sé lo que ocurrió, per-
— ¡Entonces no opines! — Interrumpí.
— Pet. Sé como te sientes. A veces hacemos cosas sin saber que van a ser malas. No las hacemos con mala intención. Podemos herir enormemente a alguien que queremos. Pero no fue tu intención, ni tampoco era de tu conocimiento. No puedes culparte por ello ni odiarte por lo que ocurrió. Pero, ¿sabes de lo que sí deberías sentir vergüenza? De herirte a ti misma. Si la chica abre los ojos, se sentirá incluso peor si te ve lastimada.
— Entonces... ¿qué debería hacer?
— Aunque no haya sido tu culpa, puedes mejorar para el futuro. Aprender. Construir algo mejor. Si quieres a esta chica, lucharás por no cometer este error nunca más, por ser más precavida, y ayudarla a sonreír una vez despierte. ¿Puedes hacer eso por mí, pequeña Pet?
— ... Sí. — Pasé mi pata por mi nariz, sollozando un poco.
— Recuerda, y esto es de por vida. No hay peor fracaso que el que nunca fue intento. — Reafirmó entonces. — Intentaste ayudar a Thea. Eso ya hace que dejes de ser "lo peor"... Al menos espero que eso te ayude. —
— Gracias... —
Así, pasó la noche. No pude dormir aquel día (A diferencia de Thea, quien parecía un oso en hibernación)
Esa vez no jugué nada con Akda. Solo caminé de un lado a otro, dibujé en la tierra, y seguí caminando. Estuve pensando.
¿Qué le iba a decir a mis padres? ¿Qué era lo que ocurrió con Thea?
... de hecho... justo entonces me lo planteé. En efecto; ¿qué era lo que ocurrió con Thea?
— Akda... ¿a ti también te pasa eso cuando estás nervioso? —
Akda negó con la cabeza. — Los humanos no hacemos eso. —
¿Qué quería decir? ¿Thea... no era humana?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro