Capítulo 7 - Viernes
Canción en multimedia: Final warning — Skylar Grey
Capítulo siete — Viernes ღ
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El viernes me cuesta levantarme de la cama. Estoy adolorida por culpa de las agujetas y con unas inmensas ganas de devolver por la ansiedad que este lugar me está causando. Llevo al punto en el que me encierro en uno de los baños para tranquilizarme antes de fingir que estoy bien, hacer mi cama, lavarme los dientes y cambiarme de ropa.
Cuando llega la hora de la inspección estoy lista.
Me cuesta seguir el ritmo a la formación de todos y soy de las últimas en meterse en clase. Después de comer estoy demasiado cansada como para hacer algo que no sea volver a la cabaña, ponerme el pijama y echarme a dormir. Los viernes no hay nada por las tardes, no hay entrenamientos, eso me alivia demasiado.
Lo único que hago durante toda la tarde es tratar de dormir, al menos lo intento mientras que mis compañeras entrando y saliendo de la cabaña o hablando no me lo permiten. Vuelvo a mi pequeño zona del bosque, me siento contra un árbol y gasto toda la batería de mi móvil revisando instagram. Gasto mis datos porque la wifi no llega hasta aquí, pero estar con otras personas suena peor.
Llevo menos de una semana y nada ha cambiado. Sigo sola, sigo rodeada de personas que entienden lo poco que encajo aquí, personas a las que no quiero acercarme.
Respondo a mis dos mejores amigos y llamo a Rebeca para que me levante el ánimo, claro está: miento. Miento diciendo que aquí todo está bien y que era lo que necesitaba para desconectar de la muerte de mi madre. Por unos minutos, yo misma me lo creo.
Me paso el día yendo de un lado a otro, buscando rincones donde quedarme sola por un rato. Después de cenar dejo la bandeja y recibo un suave empujón por parte de otro de los cadetes. Blake pasa por mi lado, me da en el hombro y gesticula la palabra "enfermería".
Quizás sea porque no tengo nada mejor que hacer, pero me dirijo a la enfermería. A mitad de camino paro para ir a por la ropa que dejé secándose en la lavandería y meterla de vuelta a mi baúl. Después ideo el malestar con el que voy a mentir y busco la pequeña caseta para empezar a mentir.
A medio camino, mi instructor aparece, escucho ese "cadete Carter" que me paraliza en mi lugar. No tengo otra opción que acercarme.
—El coronel Carter la está buscando, está en el aparcamiento, dese prisa.
—¿Mi padre? —pregunto con el ceño fruncido—. ¿Ha dicho por qué?
—Cadete, ¿tengo cara de oficina de correos?
—No.
—¿Entonces por qué pregunta?
Trago saliva, negándome a darle una disculpa antes de ir en busca de mi padre. Cuando llego él mantiene su uniforme, una mochila en su mano y la mirada puesta en su reloj cada escasos segundos. Me hace señas para que me acerque corriendo cuando ya estoy a una distancia razonable. Sin saber por qué, lo hago. Las agujetas siguen ahí cuando lo hago.
—¿Qué tal...
—Agarra esto —interrumpe. Me pasa la mochila y se mete en un jeep. Vuelve a abrir la puerta el tiempo suficiente como para hablar—. Alisson, sube al coche.
—¿Por qué?
—Sube al coche, hija.
Entro, con una sonrisa sobre mis labios al haber escuchado que me llama "hija". Tengo la ilusión de que puede querer que vayamos a hablar o que quizás quiera llevarme a cenar para tener alguna charla. No, ya hemos cenado, ¿quizás se le ha pasado?
Ocupo el asiento del copiloto.
Él arranca el coche.
—¿Adónde vamos? —pregunto al salir del internado.
Salir de aquí es como quitarse un peso de encima. Me siento bien de nuevo, feliz de nuevo.
—Te llevo al punto que ha elegido tu instructor para la misión de tu compañero.
Parpadeo, completamente confusa al escucharle hablar.
—No lo entiendo.
—Alisson, venía en el programa, se selecciona a algunos cadetes para que los sábados realicen misiones. Es para fomentar su capacidad deductiva.
—Has dicho sábado y hoy es viernes, ¿qué tiene que ver?
—Va por compañeros, se eligen entre cinco y nueve parejas de compañeros, a uno se le lleva a un punto elegido por su instructor el viernes. El sábado los cadetes deberán asegurarse de averiguar si sus compañeros están y, de no estarlos, pedir la información necesaria a sus instructores para investigar por su cuenta y encontrar a la persona.
—Para, entonces, ¿soy yo la compañera a la que os estáis llevando hoy?
—Sí.
—¿Y si no quiero participar?
—No puedes no participar.
—Dios mío. —Me llevo una mano a la frente, sintiendo una punzada antes de que un suave dolor de cabeza se haga presente—. Estáis locos aquí.
—Es parte de vuestro entrenamiento, si hubieras leído los papeles que te di, lo hubieras sabido antes de firmar y aceptar los términos —defiende.
Ruedo los ojos.
—Nadie lee los términos.
—Deberían hacerlo.
—Estás diciendo que ahora tengo que participar sí o sí, es como un secuestro.
—De eso se trata —responde.
La rabia recorre cada centímetro de mi cuerpo.
— ¡Has secuestrado a tu propia hija! —Cubriéndome la cara, ahogo un grito—. Voy a terminar necesitando un psicólogo.
—Si tu compañero lo hace bien no tendréis entrenamiento el lunes.
Da en el clavo con eso, me da esperanzas.
Ahí recuerdo que Blake me había dicho en el centro de tiro que le habían librado del entrenamiento un día, quizás sería por esto. Si lo ha conseguido una vez y es mi compañero probablemente lo consiga una segunda, y eso quiere decir que yo también podré librarme del entrenamiento al menos un día.
Me echo hacia atrás en el asiento al tomar eso como algo reconfortante. Me dejarán en algunas de sus instalaciones y sólo tendré que esperar unas horas. Será un sábado tranquilo, nada más. Me regocijo en esa idea. Cierro los ojos y, como cuando me trajo al internado, dejo a mi padre conducir.
Pasa bastante tiempo hasta que vuelvo a abrir los ojos. Da igual el tiempo que pase porque seguimos en esa carretera llena de piedras y rodeada por altos árboles.
—Hay algo que tienes que saber de tu destino.
—Lanza —murmuro en bajo.
—Todo está organizado de forma que pueda asegurarse la seguridad de nuestros cadetes.
—Dime que no tienes que avisarme porque vas a encerrarme en un sótano o algo así. Sabes que no llevo bien los espacios cerrados.
—Ni espacios cerrados ni agua, lo sé.
Al menos sí conoce algo de mí. Por poco que sea.
Aunque sería raro que no haya tenido conocimiento de eso, es parte de un trauma que nos ha acompañado a mi madre y a mí desde hace ya más de diez años.
Todavía con los ojos cerrados apoyo el brazo contra el cristal para tener dónde colocar la mejilla. Poco a poco vuelvo a abrir los ojos para ver el exterior, es bonito. Llevo desde niña viviendo en una gran ciudad, nunca había visto tanto verde junto.
—Tu destino es una cueva.
Tiene que ser una broma.
—¿Una cueva? ¿Como en medio del bosque?
—En la parte superior de una montaña.
—¿Con animales salvajes? ¿Quieres que muera?
—No hay animales peligrosos por esa zona, ya te lo he dicho, Alisson, lo tenemos todo bien organizado.
—¿Por qué ahí? ¿Por qué no podías haber dicho que mi lugar de secuestro sería una cómoda habitación de hotel o algo así?
— El destino lo elige cada instructor.
Repite. Él no es mi instructor.
Lo que tengo claro es que esto no parece más que una venganza por parte del oficial Garret. Siento la necesidad de hacérselo saber, pero luego me callo. Me callo porque ya lo he intentado y su respuesta me hizo saber que no lo entendía. Me hizo saber que a los ojos de mi padre soy como lo que parezco a mis compañeros: alguien que no encaja, alguien que sólo sabe quejarse. Así que me guardo las quejas porque para él no será más que una exageración. Me duele ese pensamiento.
Seguimos en silencio hasta pasar por un bar de carretera donde él baja la velocidad. Señala algo en el aparcamiento.
—Es como la tuya —dice.
Busco con la mirada lo que él ha visto. Me echo hacia adelante para ver un brillo morado, algo suave que me recuerda a la moto que tuve que dejar en casa. Mi preciosa suzuki. Esa que una vez destrocé y tuvieron que arreglar casi por completo después del accidente que tuve al competir contra mi primo un frío día de invierno. Miro a mi padre, ¿esta es su forma de tratar de tener una conversación normal? ¿Una conversación padre e hija?
Si ese es el caso me da rabia, ¿por qué ahora y no antes? No, si no me va a escuchar para unas cosas que no ponga después unas simples palabras sobre sus labios y finja. Después de haberme secuestrado para meterme en una cueva mi humor no es el mejor.
Eso empeora al verle aparcar todavía en medio de la nada, en un desvío hacia el bosque. Le veo quitarse el cinturón y salir, yo tardo en hacer lo mismo. Me aferro con fuerza a la mochila que me ha dado.
—A ver si adivino, ahora toca andar, ¿no?
Él no responde, me lanza una única mirada, cierra el coche y echa a andar.
Lo único que puedo hacer es seguirle. Mi padre saca una linterna de su abrigo para alumbrar durante la fría noche. Sigo esa luz muy de cerca para no tropezar. Eso me obliga a ir más rápida de lo que mi cuerpo puede soportar, sobre todo al empezar a ir cuesta arriba y tener que soportar el dolor en mis piernas y estómago al subir.
—Me duele todo —confieso en un intento de que él baje el ritmo, no lo hace—. ¡Papá!
—Sigue andando, Alisson.
—Eso hago, pero me duele todo el cuerpo.
—Colabora un poco.
—¿Y qué crees que estoy haciendo?
Dejo de andar, él se gira con rapidez y notoriamente molesto.
—Deja de comportarte como una cría —ordena.
Su forma de decirlo me lleva al borde de las lágrimas. Ese comentario tan frío, esa queja cuando no quiere entender que realmente sí me he estado esforzando. He dado todo de mí y sido presionada una y otra vez. Ahora mismo, él es la única persona capaz de hacerme llorar con una sola frase, con un sólo comentario hiriente.
—Ya no eres una niña, Alisson, es hora de que te des cuenta de que hay cosas que tienes que hacer porque no las harán por ti.
—¿A qué viene esto, papá? —Pregunto con un hilo de voz.
No responde a mi pregunta, en su lugar sólo toma mi dolor y lo desvía con un simple "Sólo sigue andando".
Quiero gritar, patear, romperlo todo. Lo único que puedo hacer es sentir la rabia recorrer mi cuerpo sin opción para dejarla ir.
—Está bien, que sea un secuestro entonces —grito para que pueda escucharme—. Y en los secuestros se puede oponer resistencia. ¿Quieres que me lo tome en serio? Puedo hacer eso.
—Alisson... —murmura con pesadez.
Quiero llorar, y odio querer hacerlo. ¿Tan difícil es que él me reconforte? ¿Tan tonta soy por anhelarlo con tanta fuerza que llegue a doler? Llevo años aceptando que él podía no querernos tanto a mi madre y a mí como otros padres. Lo hacía porque todavía tenía a mi madre, pero ahora que sólo lo tengo a él, no puedo evitarlo. Le necesito. Ojalá él pudiera entenderlo.
—Da igual —susurro, más para mí que para él antes de seguir andando. Si hablo más terminaré llorando. Ya he aguantado demasiados meses sin llorar como para hacerlo ahora, no por él.
Mi padre anda algo alejado de mí, suficiente como para entender que ninguno nos sentimos cómodos con la compañía del otro en este momento. Recorro el bosque detrás de él, ignorando el frío y aferrándome a la mochila como un niño se aferra a su peluche preferido. Hace que me sienta protegida de todo.
Al llegar a una zona bastante alta encuentro a mi padre parado frente a un pequeño... No. ¿Esa es la cueva? Alumbra el interior, es pequeño, suficiente como para caber y tener refugio en caso de lluvia.
El coronel apoya una mano sobre la piedra.
—Despertarán a tu compañero junto al resto por la mañana, pero conozco a ese cadete y estará horas antes arriba. No creo que tarde mucho en terminar la misión, siempre queda entre los dos primeros puestos.
Le lanzo una última mirada y me meto en la cueva. No tengo otra opción de todas formas, sólo quedarme y esperar. Así que eso hago. Lanzo mi mochila al suelo y me siento al lado. Con eso encojo las rodillas, a la espera.
—Tienes comida, agua, una linterna y un jersey en la mochila.
—Todo con lo que una chica sueña —dejo salir con desagrado. Cierro los brazos sobre mis piernas—. ¿De verdad tengo que quedarme en una cueva? ¿Y si aparece un oso o algo?
Puedo parecer exagerada, pero nunca he pisado un bosque, lo único que conozco es lo que he visto en las películas y ahí los osos, serpientes y lobos abundan. No me averguenza decir que estoy preocupada. Preocupada y algo asustada.
—¿No hay osos aquí?
— ¿Y un lobo? ¿Qué pasa si un lobo ataca a tu pobre e indefensa hija?
—Tampoco hay lobos por esta zona, Alisson.
—¿Y qué me dices de los cazadores? ¿Pueden cazar aquí?
—No es zona de caza.
—Ya. —Me rindo. ¿A quién quiero engañar? Esto no es algo que yo pueda ganar—. ¿A qué esperas? Ya me has dejado aquí, puedes irte, ¿no era eso lo que querías hacer?
Cuando no lo duda algo dentro de mí se rompe. Abrazo mis rodillas con fuerza, escondo el rostro contra mis piernas y cierro los ojos con fuerza. Lo peor de esto no es pasar la noche sola en un bosque, lo peor es cómo reacciona él. Sus pasos son lo último que escucho antes de quedar en completa oscuridad, en completo silencio, y en absoluta soledad.
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La semana pasada me retrasé un día, así que esta adelanto uno<3
Espero que hayáis disfrutado del capítulo. Digamos que, en ese internado, son un poquito...extremos. Ahora ya sabemos por qué eran las palabras de Blake... jajaja
Os dejo aquí un vídeo (con SPOILERS de la temporada 10 de supernatural) Es una parodia de la serie en la donde al final aparecen los actores y...bueno, si veis la serie, vale la pena verlo JAJAJA Misha, Jensen y Jared al final alegran el día ^.^ (Solo lo he encontrado con subtítulos en inglés...) pd- ¿El que hace de Sam no se parece a Kevin?
https://youtu.be/8FAboh65cM4
♪But I keep cruising, black Impala grooving. It's like i got this brother, by my side, saying "it's gonna be alright"....♪♪♪ (Nunca me cansaré de verlo)
Nos leemos el sábado ღ
—Lana 🐾
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