Capítulo 50 - "Un día más, un minuto más, un abrazo más"
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Capítulo cincuenta — "Un día más, un minuto más, un abrazo más" ღ
Jueves 21 de diciembre del 2017 (mismo día que en el capítulo anterior)
Pov Alisson.
Tumbada en el oscuro sillón que queda junto a la ventana, sigo jugueteando con la pulsera que Aaron me dio. Mentí al decir quién me la dio. Mentí para que no me obligaran a quitármela como la psicóloga buscó hacer con el resto de recordatorios hacia mi familia paterna. Aaron no sabía nada de lo que pasó, él no me ocultó nada. No lo hizo aunque el tío Joe sí lo hiciera. Llevo sin responder llamadas suyas desde que me enteré de todo. También me han pedido que corte cualquier clase de comunicación con mi primo, con él y con cualquier cosa que me recuerde a mi padre. Eso incluye el internado. La psicóloga me dijo que era por mi bien, que tratara de confiar en ella. Después de la forma en la que quedé completamente destruida hace un par de semanas, por una vez, confié. Me dejé ayudar.
Veo a Marian acomodar la carpeta sobre sus piernas, golpetea el bolígrafo contra el papel antes de apartarse el único mechón castaño claro que se ha escapado del recogido.
—¿Sigues tomándote las pastillas?
Asiento.
—¿Has notado alguna diferencia?
—No —Cuando Cristina, mi abuela, me concertó una cita con un psiquiatra, me asusté. Realmente lo hice. Pero aun así fui, ahí me recetaron los antidepresivos. Todavía tengo que hacer alguna visita semanal para un seguimiento. En cambio, a Marian llevo visitándola cuatro días por semana desde que volví a mi ciudad.
—Todavía ha pasado poco tiempo —defiende ella—. En una o dos semanas más habrán logrado el efecto completo, no te preocupes.
Me humedezco los labios, soltando la pulsera como si hubiera empezado a arder. No me sirve el más tarde, quiero que hagan efecto ahora. Estoy cansada. Cansada de la cantidad de pastillas que tengo que tomar entre las recetadas por el psiquiatra y los complementos alimenticios. Agotada de que cada vez la ansiedad haya ido a más hasta el punto de tener que tomar más mierdas para evitarlo. Cansada de que ni siquiera dormir me ayude, no puedo hacerlo sin esas pastillas que un día mi abuela trajo a casa, también están las que me mantienen despierta.
Pero fue un duro golpe, uno peor de lo que jamás hubiera sido capaz de imaginar. Joseph estaba siendo acusado por el asesinato de Alice. Ni siquiera lo negó cuando llegué a su despacho en busca de que no le pusiera un gran castigo a Blake por la última pelea con Gabriel y me encontré con un par de abogados y mi abuela allí. Ella me alejó de él, me mostró las pruebas, le insultó por haberse llevado a su pequeña. Recuerdo poco después de eso. Ni siquiera tengo el recuerdo de haber llegado hasta el aeropuerto, ese se ha vuelto un hueco en blanco en mi memoria, pero, la mirada fija de Joseph sobre mí, esos ojos clavándose con frustración mientras que mantenía el silencio fue lo que necesité para que todo se viniera abajo. No se defendió porque no habían mentido.
—Ayer tenías que ir al juicio, ¿tuviste que medicarte?
Aunque la verdadera pregunta sería ese "¿Tuviste que medicarte todavía más?" lo entiendo. Me muerdo el labio, no queriendo recordarlo. Era el segundo desde que llegué, me obligaban a ir, me obligaban a hacerlo porque en cualquier momento podrían sacarme a testificar y esa sola idea me tenía aterrada. Era mi abuela contra mi padre biológico. Sentía un fuerte dolor por lo que él hizo, todavía no logro procesarlo por completo, procesar que me la arrebató con una inyección letal de cloruro de potasio que le provocó un ataque al corazón a mi madre. Se la llevó antes de tiempo. Ella era la mujer más luchadora a la que alguna vez conocí, pudo haber salido de esa. Todavía puedo ver la última sonrisa que me dedicó, pero no fue suficiente. Daría lo que fuera por tener un minuto más con ella, un abrazo más, un día más. Y él me robó esa oportunidad.
No me importa que su defensa remarcara que lo hizo para terminar con el dolor que ella sentía. Alice estaba luchando, él no tenía el derecho a decidir por ella.
Y luego estaba ese odio que había crecido en mí hacia mi abuela. Sí, Alice era su niña. Pero a esa "niña" la obligó a elegir entre su familia y Joseph. La desheredaron. Prácticamente la sacaron a patadas de su casa y ahora actúa como si hubiera sido la madre del año. Noto cómo trata de aferrarse a mí para enmendar todos los errores que cometió, incluso Marian piensa igual.
Termino por cruzarme de brazos en busca de seguridad.
—No.
—¿Quieres contarme cómo fue?
Dejo escapar el aire de mis pulmones con molestia. No puedo evitarlo. Me prometí a mí misma que terminaría con esto, que me dejaría ayudar de una vez. Estaba tan perdida que la urgencia de recuperar algo de felicidad me llevó a aceptar estas dos horas con la psicóloga que se repiten una y otra vez.
—Él me culpó —Siento el ardor en mis ojos. Marian también debe de notar mis ganas de llorar y me acerca una caja de pañuelos, lo agradezco con un hilo de voz—. Le preguntaron qué le hizo llegar hasta el punto de provocarle el ataque al corazón —mi voz se corta. Paso un pañuelo por mis mejillas para borrar las lágrimas y hago mi mejor esfuerzo para seguir hablando—. Y él dijo que fui yo. Que le llamé diciéndole que mamá estaba mal y que ella le necesitaba —ahí me rompo por completo—. ¿Fue mi culpa? Yo sólo quería que él la apoyara. Mamá le necesitaba, yo nunca quise...
Otro sollozo se escapa de mi garganta y Marian me permite llorar hasta lograr calmarme. Sólo entonces vuelve a acomodar la carpeta sobre sus piernas, me dedica una suave sonrisa y vuelve a hablar.
—No sabías que eso pasaría. Por mucho que queramos, nadie es capaz de predecir lo que pasará.
—Pero, si no le hubiera llamado ella seguiría viva.
—Eso no lo sabes —murmura con suavidad—. Puede que la medicina le ayudara o quizás no hubiera podido mejorar. Nadie puede responderte con certeza.
—Aun así. Con un día más me hubiera bastado. Sólo... sólo necesitaba un día más.
—Escucha, mis padres murieron cuando yo tenía veinticinco años, ellos estaban de camino hacia el hospital para conocer a su nieto cuando pasó. Me culpé. Pero cuando más lo pensaba más me daba cuenta de que había demasiados factores los que hicieron que pasara. Si hubieran salido un minuto antes o un minuto después, si hubieran encontrado un semáforo en rojo en vez de en verde o al revés. O si el conductor que les chocó lo hubiera hecho. Una sola persona que se hubiera sumado por delante y hecho que ellos fueran más lentos en lugar de a esa velocidad —se encoje de hombros—. No puedes culparte de algo que está fuera de tu alcance. Eres una chica que le da demasiadas vueltas a las cosas y eso te está perjudicando.
Me encojo en mi sitio, dándole otra mirada al reloj para darme cuenta de que todavía quedan veinte minutos más de sesión. Trago saliva con dureza, como si eso fuera a aliviar el fuerte nudo que estoy sintiendo en mi garganta, ese que llevo días sintiendo.
—Eres una chica muy madura para tu edad, Alisson, y en gran parte puede deberse a haberte criado sin un padre cercano y a que tuviste que cuidar de tu madre desde una temprana edad. Pero ese enfoque con el que ves las cosas es demasiado analítico y ha logrado que las cosas te afecten de peor manera. Me explico, estás tan acostumbrada a que las cosas se tuerzan que cualquier conclusión a la que llegues te va a llevar a ello. Eso es algo que tenemos que intentar cambiar, ¿has hecho lo que te pedí?
Asiento. Me pidió que me aislara. Me recomendó no mantener ninguna clase de contacto con mi padre o lo que me recordara a él, saco en el que meto el internado y a Aaron. Me pidió que lo hiciera para centrarme únicamente en uno de los problemas. En superar la muerte de mi madre porque, por mucho que me haya dicho a mí misma que he aprendido a llevarlo, esa punzada que sentí al volver a mi casa me recordó que no era así. Ni siquiera me había atrevido a abrir la puerta de la habitación de ella desde que llegué. Marian me pidió que lo hiciera, que poco a poco me fuera acercando hasta que me sintiera capaz de empezar a meter las cosas de mi madre en cajas. Hasta que dejara de temer llegar a desperdiciar una única gota del perfume que ella usaba porque quizás no volvía a encontrarlo.
Y lo hice.
Tardé más de dos semanas hasta que después del juicio de ayer a la mañana fui capaz de llevar esas cajas de cartón hasta la habitación de ella y volver a ver esas fotografías que me había negado a mirar las veces que había logrado entrar. Marian me había dicho que lo que yo sentía no era bueno, que no podía seguir aferrándome a los objetos como si fueran Alice. Yo tenía miedo de olvidarla, tanto que terminé aferrándome a lo que pude. Eso era malo, según Marian lo era. Ella quería que yo aprendiera que lo único de lo que dependía mantener el recuerdo de mi madre era de mí, que su ropa todavía siguiera en el armario y su maquillaje, pelucas y perfumes en su baño sólo me dañaban más. Saber que estaba ahí, verlo, era como rasgarme por dentro.
—¿Cómo te sentiste al terminar?
—Era como si pudiera respirar de nuevo.
Ella sonríe—. Eso está bien. Estás desatando su recuerdo de sus pertenencias, eso te debería dar algo de paz, pero no significa que la olvides ni que busques hacerlo, lo entiendes, ¿no?
—Pero, al guardar sus cosas, fue como si la apartara a ella.
—Tengo dos hijos —interrumpe ella—. Dos preciosos niños de ocho y once años que son un auténtico caos. Pero, si alguna vez me pasara algo, dios no lo quiera, me gustaría que ellos no sufrieran cada vez que me recordaran. Una madre quiere lo mejor para sus pequeños y estoy segura que a la tuya le hubiera gustado que la recordaras con cariño.
—Lo hago, pero sigue doliendo.
—Va a dolerte siempre, eso no es algo que desaparezca fácilmente. Lo que tienes que intentar es no martirizarte y eso es lo que estabas haciendo. No puedes huir de ello ¿Has ido ya a llevarle flores?
Niego—. Andrew y Rebeca me acompañarán el domingo.
—En nochebuena —murmura ella.
—En nochebuena —repito—. No sé si existe algo más después de esto, después de la muerte, pero si lo hay no quiero que ella sienta que la he olvidado. No en un día como ese.
—Eso está bien —Le quita la tapa a su bolígrafo, haciendo un par de rápidas anotaciones antes de volver a clavar esos ojos grises en mí—. Hay una floristería que hace ramos preciosos en la calle de enfrente, por quince dólares puede hacerte el ramo más maravilloso que hayas visto.
Asiento—. Lo tendré en cuenta.
Aun así no está en mi cabeza eso, quiero llevarle un gran ramo de tulipanes amarillos, esos que siempre han sido sus preferidos. Me gastaría todo lo que hiciera falta con tal de conseguir el más deslumbrante de los ramos, ella se merece eso y más.
—Si te sientes capaz, podrías tratar de hablar con ella. Eso ayuda mucho a aliviar el dolor ¿Tratarías de hacerlo?
—Sí.
—Eso está muy bien, Alisson. Podemos hablar el sábado sobre lo que quieras decirle, si te apetece —Niego con rapidez, es personal, necesito eso. Algo mío. Ni siquiera sé lo que quiero decir, supongo que me saldrá en el momento. He estado retrasando el día demasiado tiempo. Ya es hora—. Lo estás haciendo muy bien, Alisson. Sé que es difícil, pero estás avanzando.
—Gracias —murmuro, sin saber demasiado bien qué decir.
Ella deja su carpeta a un lado y cruza la pierna izquierda sobre la derecha, el bolígrafo todavía dando vueltas entre los dedos de la mano izquierda.
—¿Qué me dices de tu abuela? ¿Habéis hablado más desde la última vez que vinisteis?
Y esa es otra. Tengo que venir otra hora dos veces por semana con mi abuela para que hagamos terapia juntas. Es un intento de ella para que yo asimile de mejor manera el traspaso de mi custodia. Aunque no fuera ella quien lo pidiera, se le fue dada nada más tuvieron pruebas suficientes como para culpar a Joseph de matar a mi madre. Aunque tampoco parecía dispuesta a quejarse, después de todo, fue ella quien puso la denuncia hacia él.
—Ella dañó mucho a mi madre. Además, cuando traté de... —me muerdo la lengua antes de soltarlo. Marian me había pedido poner distancia con todo lo que tuviera que ver con mi padre. Me pidió que ni siquiera llamara a mis conocidos del Internado, ellos querrían saber y yo no era capaz de dar respuestas. Sólo me terminaría haciendo más daño. Aun así, hace un par de días estuve a punto de ceder. Hablé del tema con mi abuela mientras cenábamos, quise darle la confianza que la psicóloga me pedía que le tuviera, ella había parecido dispuesta a ayudar. Lo estuvo hasta que mencioné hacer esa llamada. Eso terminó haciéndonos discutir. Ella sigue sin soportar a cualquier persona con los ideales de Joseph, más después de lo que ha pasado. Le da igual usar esa excusa para alejarme de mis amigos aunque sepa que la psicóloga le había pedido no recordarme el tema—. Discutimos porque yo quería llamar al internado para decir a mis amigos que estoy bien. Ella les odia. No les conoce y les odia.
—Ellos entenderán que no llames, necesitas estar lista antes de hacerlo ¿Recuerdas lo que hablamos?
—Sí —¿Cómo olvidarlo? Fue aquello a lo que le hubiera puesto pegas de haber sido capaz de mostrar algo de carácter. Tenía tal necesidad de estar bien, de sentir que me habían "arreglado" que cedí en todos los aspectos.
—Iremos poco a poco, Alisson. Cuando terminen los juicios y puedas habla del tema será la hora de hablar con ellos.
—No quiero que piensen que les he dejado tirados, ni siquiera tuve tiempo de despedirme —Omito decir que, realmente, ni siquiera recuerdo bien el momento en el que me fui, estaba tan confusa y mareada que simplemente me dejé llevar. Alguien debió de recoger mis cosas por mí, sobre todo teniendo en cuenta que aparecieron en casa cuando llegué—. Tengo un amigo que lo está pasando mal y no quiero dejarle tirado.
Landon. Con su hermana tan enferma y sabiendo que en navidad tendría que enfrentarse a ese momento en el que la vería tengo esa necesidad de preguntar. Quisiera acompañarle, estar ahí para decirle que todo va a estar bien. Quisiera hacerlo aun sabiendo lo que volver a los pasillos de un hospital provocará en mí, más ahora.
—Te estás centrando en los problemas de los demás para olvidar los tuyos, quiero que seas egoísta por una vez y te centres sólo en ti. Hasta que no lo hagas no podrás mejorar del todo. Ya les darás las explicaciones que hagan falta al terminar, si son tus amigos lo entenderán, pero ahora quiero que te centres sólo en ti, ¿está bien?
Me muerdo el interior de las mejillas con fuerza, queriendo negarme. Queriendo hacerlo hasta que finalmente asiento. Necesito estar bien. No puedo seguir así. No puedo seguir teniendo que ir a hacerme pruebas al hospital porque mi abuela teme de mi mala alimentación. No soy capaz de sentir hambre, no lo soy desde un par de días después de volver. Al principio no podía retener nada en el estómago, luego desapareció el hambre. Ahí llegaron las pastillas, los suplementos alimenticios y esas barritas que sustituían las comidas y que me obligaban a tomar. También esos análisis para saber si necesitaban darme algo más. Me siento como una muñeca vacía a la que no dejan de encontrarle problemas.
—Ahora, ¿por qué no volvemos al tema de tu padre?
Vuelve el nudo en mi garganta y el ardor en mis ojos.
No lo soporto por más tiempo.
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No. Alisson no se ha estado juntando demasiado con Josh, no os preocupéis 👐🏻
Y, sí, fue Joseph el culpable de la muerte de Alice (al final de todo esto aparece una anotación sobre la inyección por si tenéis dudas). Espero que se entienda ahora el por qué del paso de custodia y...bueno, algunas partes más que dejé abiertas entre capítulos las cerraré muy pronto;)
Allison ha tocado fondo:( Pero, como dicen, si no puedes caer más, sólo te queda una dirección en la que seguir *-*
Siento que me la estoy jugando mucho con este capítulo, pero esa era mi idea principal:P
A todo esto, estamos a muy poquito del final ღ
Nos leemos el sábado,
Gracias por el inmenso apoyo dado a esta novela;)
— Lana 🐾
Nota: El cloruro de potasio también es conocido como una de las inyecciones letales. Causa un ataque en el corazón en la persona, incapaz de ser detectado a no ser que se sepa lo que se está buscando (si no me equivoco, un nivel demasiado alto de potasio) En las películas se hace pinchando entre los dedos de las manos o pies para que esto sea imperceptible y nadie sepa que fue provocado. Es decir, en un lugar difícil de detectar.
DatoCurioso: Desde que empecé la novela la centré en ese hecho. Mi profesora de química comentó en clase esto mientras hablaba del puente salino de una pila redox y el dato me llamó la atención. Es por eso que se me ocurrió toda esta historia \(^-^)/ -soy rara, lo sé.
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