Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16 - La cabaña guerrera

Queda una hora para las doce, pero supongamos que ya es sábado;)

Instagram&Snapchat: LanaDvraux

Twitter: LanaDeveraux

Canción en multimedia: Dangerously— Charlie Puth


Capítulo dieciséis—La cabaña guerrera ღ


Odio la forma en la que mi cuerpo tiembla cuando siento rabia. Rabia creada por situaciones ante las que me siento impotente o realidades que me hacen sentirme increíblemente molesta. Esa fuerte sensación es algo difícil de borrar. No desaparece por arte de magia, ni siquiera me sirve romper algo. Y golpear también dejó de hacer efecto tras obtener mi primera moto.

Meto la llave en el contacto, subida a la moto y con el casco que había dejado encadenado a esta ya colocado sobre mi cabeza. El candado escondido de nuevo dentro del compartimento. El sonido que hace al ser encendida es simplemente precioso. Sonrío sin poder evitarlo.

Aún recuerdo la vez que terminé con mi sudadera preferida completamente hecha jirones tras una mala caída. Para mi suerte, los daños no llegaron a más que una fractura en el brazo y el hombro dislocado además de simples rasponazos. Fue Aaron quien llamó a la ambulancia tras el incidente de las pasadas navidades. Se quedó conmigo, contándome historias de terror como si eso, de alguna forma u otra, fuese a ayudar. Prestándome su chaqueta para evitar el frío y habiéndome sentado sobre sus piernas para que yo no llegase a tener un contacto directo con la nieve.

"Vas a matarme de un infarto un día de estos" Había dicho mi madre cuando me vio. Para aquel entonces ella usaba una peluca rubia y utilizaba maquillaje que tapase su palidez, dándole el colorete algo de vida a sus mejillas, el cacao recomponiendo sus ya agrietados labios y las cejas dibujadas siendo algo gruesas. La hacían parecer tan sana que había días en los que yo misma terminaba por creerme que así era "Y tú, Aaron, ya puedes ir rezando ¡Es la tercera vez que mi niña acaba en el hospital por tu culpa!" En ese momento ambos reímos. Ese fue el día en el que le sumamos "accidente de moto" a la lista de "envenenamiento" y "caída al huir".

Esos eran buenos tiempos. Llenos de anécdotas que no volverían.

La forma en la que siento el viento golpearme con más fuerza cada vez que la moto aumenta su velocidad se vuelve mi calmante. Es tan cómodo que me resguardo en ello.

No puedo negar que Blake me parezca atractivo. Debería estar completamente ciega para no verlo. También su forma de comportarse conmigo me había hecho buscar su compañía. Joder, desde que volvió para ayudarme a recuperar mi baúl había empezado a tener demasiadas esperanzas. A plantearme que, tal vez y solo tal vez, él no sería un mal partido. Quizás fue por ello que mi rendimiento bajó al empezar a notar la distancia. Cuando él parecía tan centrado en sus entrenamientos y estudios que ni siquiera se paraba un minuto a hablar conmigo. Cuando llegamos a dejar de saludarnos aunque nos cruzáramos en el mismo camino.

Y luego todo cambió. Tan bruscamente que fue como si todo lo anterior se hubiera borrado. Le pedí ayuda y él accedió a dármela. Después era como si cada paso que yo daba empezara a importarle, y me confié. Dejé que esa comodidad me hiciera sentirme como en casa. Y mi error fue caer. Haber llegado a creer ver señales donde parece que no las había. Mi manía de sentir atracción por aquellos que no me correspondían tenía que ser cortada de raíz.

Ir en mis pensamientos me hace no darme cuenta lo suficientemente rápido de la curva cerrada que queda a pocos metros de mí. Maldigo mientras hago un intento de bajar la velocidad para tomarla sin caer. La moto derrapa, uno de los pequeños badenes que quedan segundos antes de llegar a esta dando contra la rueda delantera y haciéndome perder el control el tiempo suficiente como para estar segura de que voy a caer. Pero no lo hago. En el momento en el que la moto frena del todo, pasada la curva, mis manos todavía se aferran temblorosas al manillar. Mi respiración agitada y el corazón latiendo a tanta intensidad que se acompasa con el temblor de mi cuerpo. Al otro lado del bosque queda una baja valla de madera a medio construir que separa la carretera del río. Esto podría haber acabado realmente mal.

Y, curiosamente, es este miedo el que me hace restarle importancia al resto. Lo que me ayuda a controlarme a mí misma.

Esta vez, cuando vuelvo a arrancar, conduzco con cautela, habiendo dejado la ansiedad atrás y pudiendo disfrutar de las vistas.

(...)

Después de haber colocado las llaves en el pequeño compartimento y encadenar el casco en su lugar, aprovecho a dar una mirada rápida a la feria. Incluso con el amplio lugar que ocupa, el terreno parece completamente cubierto por las personas. Masas de gente que vuelven difícil el paso y aumentan el ruido provocado por las atracciones.

El olor de la churrería pronto me golpea, devolviéndome a mi infancia. Provocando una sonrisa sobre mis labios en el momento en el que, unido a ello, alcanzo a ver como una niña pequeña con trenzas levanta en su mano izquierda un algodón de azúcar azul, su madre sujetándola de la otra mano para que la pequeña no se perdiera. Me veo reflejada en esa imagen con tanta fuerza que creo poder revivir viejos recuerdos.

Me siento en un banco que mira hacia el lugar, cruzando la pierna derecha sobre la izquierda y dejando las manos a ambos lados de la madera al centrarme en lo que tengo delante. La escena me hace sentirme más en casa que ninguna otra cosa que haya vivido hasta el momento. Tiene un efecto fuerte en mí. Todo. El ambiente, la música, el sonido de las atracciones y las risas de las personas que pasean por sus alrededores.

Corto el momento, reaccionando y poniéndome en pie para acercarme a uno de los dos coches de policía que hay en la entrada del lugar. Dos hombres y una mujer, vestidos con sus uniformes, hablan tranquilamente apoyados en los coches de servicio mientras que un policía más está hablando con una niña pequeña que, por la forma en la que llora, parece haberse perdido.

— Perdonar —hablo al quedar lo suficientemente cerca, ganándome la mirada de uno de ellos—. ¿Sabéis dónde está la "Cabaña guerrera" o algo así?

Sonrío con nerviosismo al caer en la cuenta de lo ridículo que ese nombre suena.

El hombre más mayor, con pelo canoso y algunas arrugas adornando su rostro, se echa hacia adelante, señalándome un paseo que queda a nuestra derecha.

— Después del segundo cruce, ve a la izquierda. Verás un lugar llamado "Café Reynolds". La Cabaña guerrera está haciendo esquina en el mismo edificio en el que queda el café.

— Vale —tratando de pasar sus palabras a una imagen en mi cabeza, asiento—. Muchísimas gracias.

Asintiendo de vuelta, el policía vuelve a acomodarse sobre su coche, los ojos puestos sobre la feria. Asegurándose, junto a sus compañeros, que todo siguiera en orden. Yo me limito a seguir la dirección que me ha dado, repitiendo sus palabras en mi cabeza tantas veces como necesito mientras lo recorro. Esta es una parte de la ciudad que todavía no he llegado a recorrer.

Soy la primera en llegar. Leo el nombre del lugar, las letras resaltando en un rojo fuego mientras que pequeñas luces parpadean a su alrededor. Las paredes siendo de un negro intenso. Parece más una tienda de tatuajes que una zona de paintball. No he hecho más que apoyar la espalda contra la pared del edificio cuando un silbido me hace girar la cabeza hacia la izquierda.

Frunzo el ceño.

Blake acaba de cerrar la puerta de un coche que no había visto antes. Uno blanco y no demasiado grande del que acaba de salir. Una cadena queda por encima de la sudadera que él lleva puesta. Una simple cadena plateada de la que cuelga una diminuta brújula del mismo color. Las flechas grabadas y en una dirección fija. Él se pasa una mano por el pelo antes de alcanzarme, removiéndolo de forma que parece acabar de despertar.

— ¿Te han echado del otro coche?

Él sonríe antes de imitarme, apoyando su espalda contra la pared que queda a mi lado. Guarda las manos en el bolsillo de su sudadera, y se gira de forma que sus ojos azules queden clavados en los míos.

— Iban a tardar un rato en decidir arrancar, y tú no parecías demasiado estable antes.

Antes me había cuestionado por qué veía cosas donde no las había. Por gestos suyos como este cada uno de mis pensamientos habían tenido su causa. Vuelvo mis ojos hacia la acera para lograr dejar de pensar en ello.

— ¿Quién es completamente estable hoy en día?

Blake golpea mi brazo con suavidad, su mano cerrada habiendo buscado llamar mi atención con el gesto.

— Me has entendido, no esquives el tema.

— No lo hago.

— Alisson... —la forma en la que me presiona me recuerda tanto a mi padre que no sé si reír o rodar los ojos. Aprovechando ese pensamiento, lo tomo como excusa para no tener que decirle la auténtica razón por la que había querido dejar el lugar con tanta rapidez. Los estúpidos celos que sé que había sentido.

Y, por lo cómoda que me siento teniéndole cerca y sabiendo que ha venido para hacerme compañía porque me había visto mal, sé que esa sensación volvería en más ocasiones.

— Mi padre ha salido el fin de semana y ni siquiera se ha dignado a decírmelo —miento hasta cierto punto. Lo triste es que lo que ha hecho el Coronel no me haya llegado a doler del todo por lo poco que me ha extrañado. Es mi padre y, a veces, siento que no le conozco en absoluto.

— Podía haber sido una reunión de trabajo.

No puedo evitar reír antes de negar—. Créeme, no lo es.

Le conozco lo bastante bien como para saber que me hubiera enterado de ello de haber sido así.

Blake suelta un fuerte suspiro.

— Anda, ven —pronuncia entonces. Lo hace antes de tirar de mí, moviéndose para terminar abrazándome. Es algo tan cómodo que no quiero soltarme. Siento cómo él apoya la barbilla sobre mi cabeza, una de sus manos acariciando mi pelo como si yo me tratara de una niña a la que él busca calmar—. A tu padre le importas, solo que él no sabe cómo demostrarlo.

Aunque lo único que quiero es negarlo, decirle que no conoce nuestra historia como yo lo hago y tener la razón, callo. Callo para no tener que adentrarme más en el tema, sintiéndolo como una zona de arenas movedizas donde, si termino pisando, me hundiré sin tener forma alguna de salir. Y romperme no es algo que quede en mis planes.

— Si tú lo dices... —dejo escapar en su lugar.

— Sé que es así —siento como todo mi cuerpo vuelve a pedirme refugiarme en sus brazos nada más me suelta. Es una sensación tan fuerte que volver a apoyarme en la pared en la que estaba antes llega a ser doloroso—. ¿Cómo te has hecho eso?

Volviendo a la realidad, tengo que seguir la mirada de Blake para darme cuenta de lo que señala. Mi bota plana negra derecha tiene todo el mismo lado raspado, el negro habiéndose vuelto blanquecino en muchas zonas. Me agacho para pasar la mano por la zona antes de darme cuenta de lo que ha sido. Ese extremo ha debido de rozar contra el pavimento mientras que trataba de recuperar el control de la moto. Volviéndome a poner en pie, le resto importancia al encogerme de hombros.

— No lo tenías antes de salir del internado ¿Cómo te lo has hecho?

— Es una simple rozadura —me cruzo de brazos.

— No soy idiota.

— No he dicho que lo fueras.

Como si ese hubiera sido un reto, Blake bufa. Lo hace antes de apartarse de la pared e ir hasta el banco más cercano, donde toma asiento. No me puedo creer que se haya sentido molesto por esto. Eso es tan sinsentido que prácticamente me deja con la boca abierta.

Negándome a ceder y todavía sin llegar a comprender en su totalidad la causa de su molestia, me quedo donde estoy. Lo hago hasta que el resto llega, lo que me deja con más de quince minutos sin nada productivo que hacer. Blake tampoco vuelve a acercarse en todo ese tiempo.

(...)

Menos de veinte minutos después de que el resto de las personas empezaran a llegar ya estamos dentro, cada uno con los trajes puestos y una pistola de bolas en nuestro poder. El sitio está bien montado, debo admitirlo. Una puerta conduce a un piso inferior donde hay un gran número de zonas donde esconderse, cubos o grandes ruedas de tractor tras las que esconderse, telas que te cubran y zonas más elevadas o lo que parecen ser diminutos edificios. Además, hay poca luz, las pintadas fluorescentes sobre el negro lugar resaltando y provocando un intrigante ambiente en el que me muero por entrar.

Cada equipo, compuesto por quince cadetes, tiene las armas y chalecos de un color diferente. El que estoy mantiene unos chalecos de un tono azul medianamente oscuro. El contrario, negro. Luego quedan los cascos y las gafas transparentes para evitar un mal golpe de una bola de pintura. Además de eso, nos han ofrecido algo similar a un mono semitransparente de plástico para aquellos que quisiera. De esa forma, la pintura no mancharía su ropa. Algo a lo que me he negado tras haber recibido como consejo de Kenner que ello únicamente lograba que hiciéramos más ruido y fuéramos encontrados.

— El equipo uno conmigo —Avisa uno de los dueños antes de abrir la puerta para nosotros—. Os llevaré a vuestra base.

Veo a Landon acercarse a donde estoy, una amplia sonrisa sobre sus labios antes de golpear su arma contra la mía como si se tratara del final de un brindis. Además de los chicos, no reconozco a nadie más que esté en nuestro equipo.

Bajando las escaleras, mis ojos tardan todavía un par de segundos para adaptarse a la poca luz del lugar. La voz del dueño todavía resonando en el lugar mientras que nosotros seguimos sus pasos, algunos de los cadetes desapareciendo antes de llegar. Se conocen el sitio. Una zona más amplia de lo que yo esperaba. Con demasiados caminos que me harían perderme de ir por mi cuenta.

— Esta vez solo tenéis una partida, tenemos una fiesta de despedida después y no hay más tiempo —Un sonoro "ohh" crece segundos después de que él hablara. Algunos llegando a rogarle que nos dejara más tiempo, llamándole por su nombre y demostrando la gran confianza que en lo que podrían haber sido años se habían ganado con él—. Venga, os conozco. Una partida a vosotros podría duraros horas.

— En eso tiene razón —Comenta una voz masculina desde algún lado del grupo.

Delante de Landon y mío van Kenner y Blake. Johnson habiendo quedado el primero de la fila nada más entrar. No puedo evitar buscarle, queriendo reír al notar la forma en la que se comporta. Cómo revisa su alrededor con la mirada clavándose curiosa en cada pequeño escondrijo. Probablemente haya un gran número de estrategias siendo creadas en su cabeza en este momento.

— ¿Soléis venir mucho, no?

Landon asiente—. Una vez al mes. Es una tradición que nos pasaron los ya graduados.

— Me gusta.

Ese comentario termina con Blake mirando sobre su hombro. Dándonos una mirada rápida antes de volverse hacia adelante, acomodar la pistola de pintura entre sus manos, e iniciar una conversación con Kenner. Es ese el momento en el que el rubio a mi lado coloca la mano en mi estómago, haciéndome frenar. Antes de que pueda decir algo, él echa a correr hacia el lado izquierdo, invitándome a seguirle con un solo gesto.

Vuelvo la mirada hacia el grupo. Después al rubio.

Él se conoce el lugar, además, debo admitir sentirme intrigada por su acto. Y supongo que nunca he sido de las personas a las que les gusta seguir a un grupo, así que me decanto por seguirle a él. Mis labios formando una sonrisa cuando, al alcanzarle, él me obliga a correr para perder por completo al resto mientras que parece girar en cada zona cubierta que encuentra.

— ¿Quieres ver algo gracioso? —Pregunta entonces, tirando de mi arma para que yo me acercara al muro tras el que él estaba escondido. Este tenía una apertura en la parte superior, suficiente para poder asomarse por ello. Al otro lado, tras una fina tela que nos permitía ver lo que quedaba delante, estaba aquello por lo que Landon parecía estar esperando.

Asiento.

— Tú mira y espera —señala una vez la apertura. No dudo antes de colocarme a su lado y buscar ver lo que él ve—. Tiene que estar a punto de pasar.

Al notar cómo él ha empezado a bajar el tono de voz, yo también lo hago.

— ¿De pasar qué?

— Ya lo verás —Pienso en hacerme una coleta, pero tras ver la forma en la que el pelo de Landon cae hacia adelante cuando se asoma por el hueco, no puedo evitar quitarme la goma de la muñeca y pasar las manos por sus rubios mechones.

— No te muevas —él acata mi petición, mis manos logrando recoger la mitad superior de su pelo en un diminuto moño—. Estás adorable.

Él sonríe ante mi broma, dándome un codazo antes de hacer una rápida seña hacia el hueco. Vuelvo a asomarme. Esta vez, alcanzando a ver una sombra oscura con chaleco azul pasando por el lugar. Inspeccionándolo. Buscando.

Cuando el chico gira de forma que su perfil sea visible, Landon parece a punto de aplaudir, un "lo sabía" escapándose de sus labios.

— ¿Qué sabías? —mi susurro es tan bajo que se vuelve apenas audible.

— Que Blake miente.

Viendo a Blake girar antes de desaparecer, me aparto del muro—. ¿Y eso lo has averiguado por verle correr?

Landon se aparta, dejando que el arma cuelgue sobre su hombro sujeta de la cadena mientras truena sus nudillos. Es ahí cuando da un paso atrás, sonriéndome de forma que me deja claro que hay algo que él sabe y no me está diciendo.

Y es ahí cuando lo entiendo.

— ¿Va a jugar por su cuenta? ¿Quiere ganar solo?

Eso logra una fuerte carcajada por parte de Landon, sus ojos brillando con notable diversión cuando lo hace.

— La inocente Alisson —antes de poder frenarle, sus manos están pellizcando mis mejillas. Las golpeo para que me suelte, lo hago antes de pasarlas por la zona herida—. Ya te darás cuenta.

— ¿Darme cuenta de qué?

Le veo echar a correr, dejándome atrás en pocos segundos.

— ¡Landon! —Tratar de seguirle es inútil. Ni siquiera sé si se ha escondido o si ha seguido corriendo. Solo sé que estoy sola en medio de la que pronto va a volverse una caótica zona de tiro. Caótica para mí. Probablemente la única que no conozca la estrategia de nuestro bando y termine volviéndose una tiradora suicida.

Doy una patada al suelo antes de tratar de crear mi propio plan. Miro a mi alrededor, buscando un lugar alejado donde esconderme y que me permita tener mi espalda cubierta. Algo que cubra mi alrededor y solo me deje una única zona por la que poder disparar. Esto me es demasiado familiar. Una pistola grande con la que no tengo que centrarme en apuntar a un solo punto. Es como cuando jugaba con Aaron o Andrew y Rebeca a las pistolas laser dentro de alguna de nuestras casa. Solo que allí sí era más fácil darnos, sobre todo cuando sabíamos que no iba a dolernos y no había ninguna presión de por medio. Además, nuestros chalecos se iluminaban como un árbol de navidad cuando supuestamente nos habían dado, algo que podía pasar aunque no estuvieran apuntándote. Curioso pero cierto. Nunca fue un juego justo. Y aun así yo siempre ganaba. Lo hacía por el simple hecho de lo competitiva que podía volverme. Escondiéndome y disparando desde mi zona segura hasta quedar solo yo y poder celebrar mi victoria.

Chasqueo la lengua, mirando a mi alrededor y balanceando las opciones que tengo al mismo tiempo.

Doy vueltas por el lugar, mismo que parece un laberinto más que un campo de paintball. Lo hago tratando de encontrar el modo de subir a lo que parece ser una pequeña ventana unos metros por encima de este nivel. Está en una esquina, pero ni siquiera cuando rodeo el lugar alcanzo a encontrar la forma de subir. Es mientras que trato de mover una rueda para poder acercarla lo suficiente y subirme a esta cuando un fuerte pitido inunda al lugar.

Ha empezado el juego.

— Oh, mierda.

Trato de arrastrar la rueda de tractor, ya caída en el suelo hacia la pared. Pesa demasiado como para poder hacerlo rápido. Pero lo logro, subiéndome a esta y quitando la cadena que hace que el arma cuelgue sobre mi hombro. La meto en el lugar antes de quitarme el casco y hacer lo mismo con él. Solo espero que no me disparen por la espalda. Apoyando las manos sobre la parte baja de la tabla, mantengo un pie sobre la rueda antes de colocar el otro sobre una pared cercana en busca de impulso. Entonces salto, utilizando todos mis esfuerzos para elevarme de forma que mi cuerpo acabara sobre la tabla. Cuando lo logro, me deslizo en el interior, echándome a un lado para que no se me pudiera ver a través de la ventana.

Lo primero que hago es recolocarme el casco. Ni siquiera estoy segura de que se pudiera subir aquí, después de todo parece un pequeño rectángulo donde la única forma de entrar es esa diminuta ventana a la que desde el nivel del suelo no se puede acceder. Sonrío para mí misma por haberlo logrado.

Y dejo que el juego empiece.

Me tumbo sobre la tabla, acomodando la pistola de bolas entre mis manos y dejando que esta sobresaliera ligeramente por la apertura. En el momento en el que cuerpos empiezan a recorrer el lugar, me siento una francotiradora. Solo me falta la puntería.

El grupo contrario únicamente busca avanzar. Les veo hacerse señas unos a otros e ignorar mi posición. No deben de estar acostumbrados a que haya gente por esta zona. Y eso me ayuda. Utilizo a los tres cadetes que van por delante para practicar mi puntería. Estoy a punto de gritar de felicidad cuando le doy al de delante en la espalda. Lo hago antes de apartarme del hueco y cubrirme tras la pared para no ser vista. Desde aquí, espero.

Uno cero, putas.


________________________________________________________________________________________

Las indirectas de Landon:) Habrá que golpear a Alisson o algo para que lo cápte, quizás con una silla. Yo lo veo jajaja

Espero que os haya gustado el capítulo*-* Gracias por leerme

Y, sí, parece que Alisson se está...

Esta parte me ha matado XD y, Olachi12 ,por cosas como esta termino riéndome sola y me tachan de loca: (Te juro que te adoro JAJAJAA ღ)

Ah y, a ver mis amores, esto del grupo #AntiAmanda se nos está yendo de las manos...

Pobrecita, Linchada y quemada JAJAJAJA sois crueles. Vale no, me he estado riendo mucho con eso, la verdad que es originalXD

Os adoro<3

¡Un beso & hasta el próximo sábado! ღ

—Lana 🐾

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro