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Capítulo 11 - Mañana entre amigos

Canción en multimedia: DNA — Lia Marie Johnson

Chico en multimedia: Alex Joshnson  [Wynston Shannon]

Capítulo once— Mañana entre amigos

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Conducir por la ciudad me recuerda tanto a los días de verano que siento una fuerte opresión en el pecho. Un anhelo al que me permito ceder al fingir que sigo en esas fechas, sólo que esta vez no lo ignoro, me miento a mí misma para creer que sigo en aquellos días.

Fingo que el coche azul que estoy siguiendo no es el de Kenner sino el de Andrew y que, en cualquier momento, Aaron aparecerá a mi lado con su moto para retarme silenciosamente a una improvisada carrera. Es extraño pero esos son los momentos que se han mantenido como mis mejores recuerdos. Ahí sentía que lo tenía todo. Ahora no son más que historias a las que aferrarme porque, aunque vuelva a pasar, ya no tendré esa certeza de que fuera de mi burbuja todo sigue bien. No lo está, y dudo que vuelva a estarlo.

Una vez dentro de la ciudad el coche aminora la velocidad y yo tengo que pasar con dificultad entre otros coches para no perderles. No me gusta conducir en zona urbana, es realmente incómodo, sobre todo con la moto.

Aparcan pronto, yo me meto en un pequeño hueco y llevo la mirada a la pequeña cafetería frente a la que se han parado. Parece de los años 50, algo clásico que se nota desde que tu mirada se posa en el cristal.

Johnson y Kenner me esperan junto a la puerta, charlando en lo que recorro la poca distancia que separaba su coche de mi moto.

Kenner habla antes de que llegue.

—Tu moto —dice—. ¿Cuál es?

—Suzuki Gladius 650 —respondo con una sonrisa orgullosa. Mi moto es mi tesoro, presumiré de ella cuantas veces quiera. Kenner lo nota y su mirada se llena de comprensión.

—Bonita —deja escapar.

— Lo sé.

—Antes de que empezáis a discutir por quién tiene el mejor transporte, ¿podemos entrar? Me estoy muriendo de hambre —habla Johnson.

Con eso abre la puerta y señala el interior. Hay una súplica en su mirada con el gesto. Kenner llega a rodar los ojos al entrar con notoria lentitud. Guardo las llaves de mi moto en el bolsillo y sigo sus pasos.

La cafetería era justo como había esperado: inspirada en los años 50. Los pequeños sofás, las mesas, sillas y barra, todo mantiene el blanco y azul claro que se mezclan con cada cartel, señalización y poster. Es bonita incluso cuando nunca ha llegado a gustarme lo retro. Aquí hasta los botes de ketchup y mayonesa llaman mi atención, definitivamente han cuidado cada pequeño detalle.

Estoy algo distraída, suficiente como para que los chicos se me adelanten y me dejen un único lugar disponible en la mesa. Por la mirada que me dedica Johnson, ese intento de sonrisa que ocultar, dudo que sea coincidencia que hayan terminado tres sentados en un mismo sofá y Blake solo en el otro. Llego a dudar ante la idea de que quizás he dejado entrever algo que no era. ¿Esa es la impresión que le he dado? ¿Ha creído que siento alguna clase de interés romántico hacia Blake y por eso parece tan feliz al obligarme a que nos sentemos juntos?

Aparto la idea. No puede ver cosas donde no las hay.

Con eso me siento junto a Blake y apoyo la mano sobre una de las cartas.

—¿Soléis venir mucho por aquí? —pregunto antes de que el silencio pueda volverse incómodo.

Es Johnson quien responde, por lo que he visto hasta ahora, el hablador del grupo.

—Todos los domingos desde hace tres años, es como una tradición que inventó Evanson.

—¿Inventar?

—Más bien nos arrastra aquí cada domingo desde hace tres años —corrige Kenner. No necesita echarle ni un sólo vistazo a la carta antes de hacer un gesto para pedir. Lo único que yo puedo ver es la zona más alejada en la que están las tarrinas y ese gran cartel de "yogurt helado". Ya tengo ganador.

—Voy a por eso —señalo—. Ahora vengo.

Dejo la carta sobre la mesa, saco el dinero que he traído y me apoyo en el cristal que aleja los dulces y los trozos de fruta de mí. Al otro lado, una mujer golpetea una diminuta pizarra para que la lea.

"Yogurt helado pequeño/mediano/grande + sirope [fresa, caramelo o chocolate] + dos dulces/fruta a elegir"

Se me hace la boca agua de solo pensarlo. No dudo demasiado.

—El mediano con sirope de fresa, fresas y oreos.

Dos minutos después lo tengo en mi mano, frío, cubierto por completo con pequeñas oreos y el sirope esparcido por la tarrina. Dejo el dinero sobre el mostrador sin esperar el cambio antes de volver a la mesa.

La camarera que les estaba atendiendo está alejándose cuando me acerco, todavía se ríe de algo que han debido de decirle. Es joven y probablemente ya se haya hecho amiga de ellos si lleva tiempo aquí, después de todo, si ellos han venido durante tres años, ¿cómo no conocerles?

—Bueno, ¿de qué hablábais?

Nunca se me ha hecho difícil unirme a conversaciones, al contrario, siempre he sido, al menos según mi mejor amiga, "amiga de todo el mundo". Si hacen que sienta que soy bien recibida, tendrán mi amistad. Estar fuera del internado trae de vuelta esa parte de mí, la que no ha empezado a buscar refugio al sentirse tan aislada dentro de ese lugar. Vuelvo a sentirme cómoda, en mi terreno. Verles sin el uniforme es todo lo que necesito para comportarme como siempre he hecho con ellos. Quizás no sea una mala idea tratar de tener alguna amistad aquí.

—¿Eso son oreos?

El chico rubio, Landon creo que se llamaba, se inclina hacia adelante en la mesa, toda su atención en mi tarrina. La muevo entre mis manos como única afirmación. Ahí es cuando sus ojos azules se clavan en mí con una clara emoción.

El rubio se humedece los labios—. ¿Me das?

Johnson literalmente cubre su rostro con la mano al escucharlo, como si su amigo le hubiera avergonzado. Kenner, en cambio, muestra una sonrisa divertida. Al contrario que ellos, Blake mantiene esa postura seria de la que no ha querido deshacerse.

El chico que salió riendo conmigo de esa pequeña cabaña después de haberme ayudado a esconderme definitivamente ha sido algo espontáneo. Una parte de él que, de acostumbrar a mostrarla, ha decidido esconderla. O puede que esta sea su forma de ser habitual, más fría y cortante. Ya había empezado a acostumbrarme a eso.

—Deberías dejar de comer tantas mierdas, Landon. Vas a terminar diabético con tanto dulce —Con esas palabras de Blake la mirada de Landon vuelve hacia la barra como la de un perro hambriento al observar un trozo de carne.

Para su suerte no tienen que esperar mucho hasta que les traen lo que han pedido. Dos perritos calientes cubiertos por más cosas de las que puedo contar, una hamburguesa con patatas y una torre de tortitas americanas con sirope de chocolate. Landon no tarda en agarrar su plato, la hamburguesa, y abrirla para poder rellenarla de ketchup. Todavía sus amigos no tienen el plato delante y él ya le ha dado el primer bocado.

Sí, estaba hambriento.

Le da otro mordisco, traga, y con una mancha de ketchup sobre el labio señala a desgana la montaña de tortitas de Blake. Mi compañero lo nota y eleva una ceja.

—¿Ya vas a empezar? —pregunta.

¿Empezar con qué?

Landon mira a Kenner y aprovechando que está a su lado le da un ligero golpe en las costillas en busca de atención. Blake hace una mueca al verlo.

—¿Podemos no pasar por esto hoy? —pide Blake adelantándose a los comentarios. Por muy cansado que parezca me encuentro esperando que sus amigos no se den por vencidos para saber de qué se trata, para mi suerte no lo dejan ir.

—No puedes seguir toda la vida así, es inhumano —habla Landon.

—Y has empezado —murmura Blake por lo bajo. Aparta la primera tortita del montón y empieza a partirla.

—Kenner, dile que lo que está haciendo es una tontería —sigue el rubio.

—Lo sabe. Ya se hartará.

Con eso lo dejan ir. Pruebo mi helado a la espera de que sigan, de saber, sólo que no lo hacen. Eso hace que me sienta ligeramente decepcionada. Más bien excesivamente curiosa. En lo que empiezan otra conversación encuentro un sabor familiar en el helado de yogurt al probar el sirope de fresa. El sirope con oreos. Una mezcla de dulces como la que solía crear con mi primo cuando venía de visita. Con él creaba los más asquerosos helados, me hizo descubrir que juntar todo lo que te gustaba no siempre era una buena combinación. Sonrío un poco ante el recuerdo. La mayor barbaridad la hicimos cuando entre los dos rompimos el bote de sirope y embarramos con eso y lacasitos el suelo. No se me olvidará la media hora que nos tuvieron mirando la pared después de eso como castigo. Lo peor de juntarnos era que por muy tonta fuera la idea de uno, el otro iba a respaldarla. Está en nuestra sangre, cuando eres un Carter vas con todo hacia adelante sin importar lo descabellado que parezca. Ahora mismo eso es lo único que me mantiene aquí.

—Y dinos, Kitty —Levanto la mirada a tiempo de encontrar la mirada curiosa de Johnson. El apodo sigue sin gustarme—, no pareces una chica que quiera ser militar así que, ¿por qué estás aquí?

Como si se tratase de alguna clase de plan, todos se quedan en silencio y me miran al mismo tiempo. Puedo notar, de reojo, cómo Blake se ha movido un poco, adivino por la forma de Johnson de darle una rápida mirada que el gesto que ha hecho no le ha gustado.

—¿Y cómo es una chica que quiere ser militar según tú?

Esperando desviar el tema hasta hacerle sentir incómodo, lo dejo estar. No hay nada como conseguir que alguien dude o se arrepienta de una pequeña parte de algo para verlo todo caer. Solo que él no cae como el resto y me roba la posibilidad de llevarlo hacia un debate donde criticar su estereotipado punto de vista.

—Como tú te aseguro que no. ¿Qué te ha traído aquí?

—Y yo pensando que te caía bien —suelto en busca de una segunda forma de no tener que responder con sinceridad—. No me esperaba que quisieras echarme tan pronto.

—No me malinterpretes, me caes bien, pero siento curiosidad de qué es lo que te ha hecho decidir venir. Y quedarte, es decir, no pareces demasiado cómoda en este ambiente.

Alex —interrumpe Blake. Deja escapar el nombre como una advertencia. Johnson, o Alex, lo nota y afloja un poco la cuerda de la que ha estado tirando.

—¿Qué? Tengo curiosidad —defiende.

Es curioso, eso ya me lo había dicho él y lo había notado yo, debí de haber sabido que esquivar el tema no es lo mejor con las personas así. Paso al plan b; directa y clara.

—Mi padre trabaja aquí y es donde se pasa media vida, quería pasar más tiempo con él.

—¿Es que no te llevas bien con tu madre? Porque no te pasó nada en el instituto, ¿no? Es decir, tienes más pinta de las que hacen que a otros les pase algo.

Cierro las manos sobre el helado, sin entender del todo su intención con esto o el punto en el que quiere ponerme. Sólo sé que no termina de gustarme y justamente por su elección de sus palabras.

—¿Perdón? —Ya no se trata de su forma de creer tener el derecho para indagar en mi vida hasta saciar su curiosidad, sino la pequeña pulla ahí metida. ¿Espera decirme que parezco de las personas que disfrutan haciendo daño a otras y que me quede tan tranquila?

—¿Qué? —pregunta con una sonrisa inocente—. Es sólo una pregunta.

Kenner le da un suave golpe para que se calle de una vez.

—¿Y qué quieres que te diga? "Oye, mira, sí, me echaron de mi instituto porque le estuve haciendo bullying a dos chicas de mi curso, pero como una termino necesitando un psicólogo y llené el instituto con fotos vergonzosas de la otra, me echaron." ¿Es eso lo que esperas escuchar?

Se hace el silencio.

La confianza de Johnson cae y se convierte en una suave sombra y tono más duro.

—¿Te echaron por eso?

—Maldita sea, claro que no. ¿Me tomas el pelo?

—¿Habéis probado esta hamburguesa? —Landon interrumpe nuestra conversación con brusquedad. Contrario a lo que quiero, dejo el tema ir, lo dejo ir por mucho que me moleste la forma tan sencilla en la que Johnson ha aceptado esa imagen de mí.

Blake se acomoda con pesadez en su asiento, casi como si hubiera previsto lo que iba a pasar y le cansara.

—Landon, ¿compites este año?

La pregunta de Blake y esa forma de cambiar de tema se ve apagada cuando Johnson vuelve a inclinarse hacia adelante en la mesa.

—¿Y entonces? —presiona.

A su lado, Kenner aparta la mirada y Landon suelta un suspiro.

—¿Quieres dejarla tranquila? —dice Landon sin suavidad alguna—. En serio, Johnson, te estás pasando.

Johnson le mira confuso, después de nuevo a mí.

—¿Te molesta que pregunte? —indaga—. Tampoco es como si te hubiera preguntado por un pasado oscuro, sólo me da curiosidad saber por qué...

—Que sí, Johnson —interrumpe Landon una segunda vez—. Déjalo.

Johnson duda, pero cede, lo hace con una suave disculpa hacia mí aunque parezca no entender todavía qué es lo que ha hecho mal. Sí, puede sentir curiosidad, pero esas no son formas de preguntar ni de presionar cuando sabes que te están dando largas.

Con eso Landon me dedica una suave sonrisa y se la devuelvo agradecida. Se vuelve hacia Blake y responde a la pregunta que antes se ha visto interrumpida. Mientras tanto Johnson mira a Kenner como si esperara que él estuviera tan confuso como Johnson lo está. No es así.

—Claro que compito, es más, he estado hablando con algunos amigos para ver quiénes participarán este año y tengo muchas posibilidades de quedar entre los primeros puestos.

—¿En que compites? —Mi pregunta llega con una confianza que él mismo me ha dado sin quererlo. Me devuelve la mirada, sonríe al responderme, orgulloso de sus palabras.

—Surf.

—¿Surf? —repito—. Nunca había conocido a nadie que hiciera surf.

—Que no te engañe, no es muy bueno —el comentario de Blake llega con una sonrisa divertida. Le está picando. Landon rueda los ojos, acostumbrado.

—Díselo a mis trofeos y medallas.

Blake ríe con suavidad, el sonido que escuché cuando me cargó de vuelta a mi cabaña cuando le conocí y que, de nuevo, consigue un efecto paralizador en mí. Me gusta ese sonido. No es diferente, nada dulce ni extravagante, pero tiene algo que me gusta.

—¿Desde hace cuánto compites? —pregunto.

—Desde que tengo catorce de forma oficial, pero en realidad desde los doce. —Aparta el pelo de su rostro, su largura ya le roza los hombros y me pregunto cómo es que aquí le dejan llevar el pelo largo, cuando llegué pensaba que les obligarían a raparse.

—¿Como es eso de oficial y no oficial? —Por un momento me recuerda a mi primo, a su sonrisa cuando ha hecho algo que no debe y está deseoso de contarlo. Los ojos azules de Landon brillan con fuerza.

—Puede que más de una vez mintiera sobre mi edad al participar en alguna competición improvisada cuando viajaba por Latinoamérica. Y puede también que no diera mi nombre real, pero, eh, las medallas las sigo teniendo.

—¿Por Latinoamérica? Eso es increíble.

Le envidio, yo nunca he salido del país. ¿A quién quiero engañar? Prácticamente no he salido de la misma ciudad salvo tres veces contadas. Esta es la vez que más tiempo he estado lejos de casa.

No me he dado cuenta, no hasta que me hecho hacia atrás y siento ese ligero calor por lo que antes no había estado ahí. Finjo no darle importancia para evitar la incomodidad, pero, en un momento durante la conversación, Blake ha puesto su brazo sobre el respaldo de mi asiento.

—Cuidado, que vas a subirle el ego si sigues así —murmura Blake con la intención de ser escuchado por Landon. Mientras tanto, Johnson y Kenner están hablando de algo sobre el internado, no les presto demasiada atención.

—No le escuches, me tiene envidia porque sabe que él no puede ni ponerse en pie sobre una tabla durante más de dos segundos.

Las palabras de Landon casi me hacen reír, luego me doy cuenta de que yo sería incapaz incluso de subirme a la tabla y se me pasa.

—Bueno —sonrío—, espero que cuando ganes me mandes un mensaje para poder sacarnos una foto y presumir de haberte conocido.

Su forma de acomodarse me da el visto bueno hacia la broma.

—Claro, serás la primera persona a la que avise.

A mi lado, Blake se aclara sonoramente la garganta.

—¿La primera? —pregunta con un deje de falsa molestia—. Y yo pensando que después de ser amigos desde hace años te caería mejor que la nueva. ¿Debo sentirme sustituido?

Landon entrecierra los ojos hacia él—. Oh, no te había visto, ¿y tú eras...?

Durante la conversación ya he terminado la mitad de mi yogurt helado y todo lo que tenía por encima. Ya no hay rastro de las oreos ni de las fresas, pero todavía queda un rastro de sirope que no quiero que se termine. Blake se vuelve hacia su plato, complacido por la respuesta.

Me gusta su clase de amistad.

Landon arruga la nariz al ver a Blake probar la primera tortita, casi asqueado.

—Vale, ¿cuánto tiempo más vas a seguir así?

Blake mastica, traga y le lanza una mirada llena de cansancio.

—No comer implica morir, no sé, haz las cuentas —lanza Blake de vuelta.

—Sabes a lo que me refiero —insiste Landon.

—¿Podéis dejarme tranquilo con el tema por un día? No tengo problemas de salud, así que, ¿qué más da?

Están como antes,d e vuelta al tema sobre el que no he podido descubrir suficiente. Mi interés crece con cada palabra que se dedican.

—Eso no puede ser sano, Blake.

— Landon tiene razón —Le respalda Kenner, dando por terminada la conversación que hasta ahora había estado teniendo con el pelinegro—. Deberías dejarte de estupideces, comer carne es importante. Y más con los entrenamientos que tenemos.

Blake deja escapar un quejido.

¿Es vegetariano?

Estamos en un internado militar donde te agotan hasta tal punto que como desequilibres tu dieta podrían terminar contigo en una sola semana. Además él es... él no es... ¡Tiene músculos! Sus brazos están marcados y la espalda ancha. No es como si le faltara de nada. La idea no termina de encajar en mi cabeza.

—¿He dejado de ser el primero de la promoción y lo he olvidado? —pregunta Blake—. Venga, chicos, estoy perfectamente, dejad de molestar con eso. Además, es decisión mía, no vuestra.

—Puede ser decisión tuya, pero como tus amigos no queremos que termines medio muerto en el suelo un día por no poder más —habla Johnson—. Sólo queremos que entres en razón.

Blake aparta el brazo de mi asiento y puedo jurar que aunque no me estuviera rozando hay una gran diferencia, una que me hace entender que, quisiera o no, su postura de antes me gustaba.

—No he perdido la razón —defiende—. Y, ¿podéis dejarlo de una vez? Parecéis mi madre.

Kenner ríe.

—Landon, creo que se refiere a ti, ya sabes, por la largura del pelo.

Con eso la conversación se suaviza y vuelve a llenarse de divertidas anécdotas. Pese a ello y aunque participe, Blake sigue algo distante hasta que terminamos.

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Es sábado cerca del mediodía... Así que hoy sí que puedo decir que realmente he subido capítulo un sábado:D

Espero que os haya gustado el capítulo y que, poco a poco, se vaya entendiendo la forma de ser de cada personaje<3

pd1-¿Qué pensáis de que Blake se haya hecho vegetariano?

pd2-Johnson en multimedia, al fin he encontrado a algún modelo que me recordara a él *-* (Poco a poco voy avanzando con el reparto...#TiempoAlTiempo)

Si os está gustando la historia no olvidéis añadirla a vuestras listas de lectura <3

Nos leemos el sábado ღ

—Lana 🐾



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