Prólogo
Te quiero...
Esas dos simples palabras estaban grabadas a fuego en mi memoria. En todo el trayecto hasta el Internado Margarita no dejaban de repetirse esas palabras como si fuera una grabadora.
Son casi las cuatro de la tarde cuando por fin llego a las afueras del internado, tomé con dificultad mis maletas y baje del bus. Ahora que lo veía de día era aún más repulsivo que de noche.
Frente a mi estaba una gran reja color blanco que daba inicio a un camino de grava rosa flanqueado por unos arbustos bien recortados, luego de darle mi nombre a la guardia de seguridad me encamine hacia el único edificio que podía ver que no fuera de color rosa.
Entre al edificio y, en el primer momento en que puse pie en la cuidada alfombra, una señorita de no más de 30 años y un uniforme blanco impecable tomó mis maletas y con una sonrisa blanca de comercial dijo:
—Bienvenida al Internado Margarita, mi nombre es Alexa y voy a ser su guía el día de hoy.– tenia la sospecha que había estado practicando esas palabras una y otra vez antes de mi llegada.– sigame por favor, Madame McCartney nos está esperando en su oficina.
Atravesamos todo el lobby hasta llegar a un par de ascensores, una vez que las puertas se abrieron y nos metimos al ascensor, Alexa presionó el botón correspondiente y comenzamos a ascender.
Permanecimos dentro de un muy incómodo silencio, y antes de que saliera una estupidez de mi boca decidí enviarle un texto a Saaid y a mamá avisando que ya me encontraba en el internado. Las puertas se abrieron unos segundos después dando lugar a un corto pasillo donde al final estaban un par de puertas blancas. Caminamos hasta ellas y Alexa tocó tres veces antes de entrar. La oficina era medianamente grande, sin embargo carecía de todo color, absolutamente todos los muebles, flores, las paredes, eran de color blanco, lo único llamativo era el elegante traje de Madame McCartney en un tono fucsia.
—Savannah Ficher, es un placer volverte a ver querida. Por favor toma asiento.– frente a mi había una silla, blanca por supuesto, y me senté esperando a que volviera a hablar.– ¿Qué tal estuvo tu viaje?
—Estuvo bien.– me atreví a decir de una manera breve, recordar a Fox en la central de autobuses hacia que reviviera ese sentimiento de dolor en mi corazón.
—Me alegra, bueno me imagino que estás cansada por lo que seré breve.– de algún cajón de su escritorio saco unos cuantos papeles y un bolígrafo.– de acuerdo a la documentación que me envió el señor Wood, estabas matriculada en la carrera de medicina, sin embargo me veo en la obligación de preguntarte si quieres permanecer ahí o cambiar de carrera.
¿Salirme de medicina? Estos últimos meses me he esforzado bastante para poder ser digna de estar ahí y enorgullecer a mi madre, sin embargo, estando en un internado masculino no fue de mucha ayuda al momento de concentrarme en mis deberes, ya sabes, hormonas. Pero ahora, al estar en un internado femenino, creo que podré estar más enfocada en mis estudios.
—Seguire en medicina, Madame McCartney.– dije después de unos segundos.
—Perfecto, entonces te pediré que leas el reglamento y, si tienes una duda, hazmela saber.– comencé a leer el reglamento y en algunos puntos que no entendía los iba marcando para poder preguntar después.– Alexa, ve a traer los uniformes de la señorita Ficher.
Dejando a un costado de las puertas mis maletas, Alexa salió dejándonos solas. La habitación estaba impregnada de un aroma muy fuerte a perfume, y no cualquier perfume, era ese que usaba mi tía Lucinda que se te quedaba impregnado en las fosas nasales por una semana.
—Madame McCartney, necesito que me aclare unos cuantos puntos.– ella hizo un ruido afirmando que me estaba escuchando.– aquí dice que, además de llevar las clases referentes a mi carrera, también debo de tomar clases de etiqueta.
—Esta en un internado para señoritas, es aún más que obvio que debe llevar clases de etiqueta y protocolo. El Internado Margarita es reconocido por su excelente programa protocolar, muchas de las grandes mujeres en el mundo han salido de estas puertas como todas unas damas, y usted no será la excepción.
Vaya, por un momento pensé que podría salirme con la mía y evitar esas clases.
—Bien, pasando entonces al siguiente punto. ¿A qué se refiere con que no está permitido el uso de aparatos electrónicos?
—Refiere exactamente a eso, esta prohibido el uso y posesión de el teléfono móvil, laptop, tableta, etc., por lo que le voy a pedir que me lo entregue en este momento.– era increíblemente absurdo.– y, además, si usted posee algún otro aparato electrónico tendrá que dejarlo.
—¿Y como se supone que podré comunicarme con mi madre y con mis amigos?– estaba completamente estupefacta, no podía hacer eso, ¿o si?
—Tenemos un sistema de correo increíblemente bueno, podrá contactarse con sus seres queridos mediante cartas, en su habitación cuenta con todo lo necesario. Y hablando de su habitación.– se levantó de su pulcra silla dirigiéndose a un pequeño armario detrás de ella, de ahí sacó un par de llaves, las cuales depósito frente a mi.– generalmente tendrías que compartir habitación con otra estudiante, sin embargo debido a las circunstancias, quizá no tengas compañera de cuarto hasta el próximo año. Tu habitación es la H-25.
Justo en ese instante Alexa volvió con tres porta trajes y tres cajas de zapatos. Sin más dudas firme el reglamento y se lo devolví a la directora. Me puse en pie tomando las llaves de mi habitación y el horario de clases que minutos antes me dio.
—Savannah.– llamó antes de que pudiera salir de su oficina, a lo que solo me giré hacia ella.– tus dispositivos electrónicos.
Ya sabía yo que no podía salirme con la mía, solté un suspiro resignado y le entregué el móvil y mi laptop.
—Bienvenida al Internado Margarita.
{...}
—Quizá quieras ir primero a tu habitación, así podemos dejar tus cosas y empezar con el recorrido.– hablaba extrañamente animada Alexa.
Llegamos a un inmenso edificio rosa. ¿Cual es su maldita afición al color rosa? Al entrar estaba el área común, había mesas, sillones, un gran televisor en la pared, algunas máquinas expendedoras, un ascensor y sus respectivas escaleras, y a un costado había un baño.
Habían unas cuantas chicas viendo algún programa de chismes pero en el momento en el que entramos dejaron de prestarle atención para mirarme expectantes. Había quienes me miraban con curiosidad, pero también estaban quienes lo hacían hostilmente. No planeaba quedarme por más tiempo así que fui directo al ascensor, y a pesar de que no tardó más de cinco segundos en dejarme pasar fue como si estuviera esperando una eternidad.
—Debe ser difícil entrar a mitad del semestre.– dijo Alexa una vez que se cerraron las puertas del ascensor.
—¿Tu crees?– no quería ser grosera con ella pero realmente estaba cansada como para ser amable.
Subimos hasta el último piso y con la mirada busque la habitación H-25, la cual, viendo la secuencia de habitaciones, estaba hasta el final del pasillo, del lado izquierdo iba desde la H-1 hasta la H-25, y a la derecha comenzaba la H-26 e iba hasta la H-50.
Abrí la puerta encontrándome con una gran habitación blanca, a un lado de lo que debería de ser el armario había otra puerta, me parecía algo extraño así que al momento de mirar dentro vi que era un baño personal.
—En este lugar se toma muy en serio el tema de la privacidad.– aclaro Alexa detrás de mi al ver la sorpresa reflejada en mi rostro.– por lo que cada habitación tiene su baño privado.
No cabía de la impresión, y era aún mejor sabiendo que no tendría que compartir mi baño hasta dentro de mucho tiempo. Alexa dejó los porta trajes sobre una de las camas, yo me acerqué con curiosidad de saber cómo eran los uniformes, en cuanto lo abrí casi se me salen los ojos.
—Alguien puede explicarme, ¡¿Por qué carajo son rosas?!– me iba a volver loca.– admito que son lindos, pero hay muchos más colores que se pueden usar, quizá el negro o el rojo, pero no, tienen que usar el maldito rosa.
—Veo que no eres muy fan de el color rosa, pero con el tiempo te irás acostumbrando.– se le veía de lo más feliz, que envidia.
Unos golpes en la puerta hicieron que por un segundo se me olvidara el motivo de mi desagrado, una chica parecía ver de lo mas divertida la escena que estaba montando.
Debo decir que su cara me era muy conocida, pero no lograba recordar donde la había visto.
—Jane Jones.– extendió una mano para poder estrecharla.– es un placer volverte a ver Savannah.
Jane Jones... Jane Jones... ¿Jane Jones?
—¡Tu eres parte de las Rose Flower's!– era esa chica amable que iba junto con Kiara "Zorra" Johnson.– no te reconocí, lo siento.
—No te preocupes, en esos momentos tenías otras cosas de que preocuparte que de una extra como yo.– me inquietó que hablara de si misma como un extra.
—¿Cómo sabes eso?
—Veo que acabas de llegar, si quieres puedo acompañarlas en el recorrido y luego te ayudo a desempacar tus cosas.– era una chica muy amable, la gente se suele aprovechar mucho de ello.
Decidí que sería mejor preguntarle en otra ocasión como sabia que tenía otras preocupaciones, acepté que viniera con nosotras, dejamos todo dentro de la habitación y saliendo del edificio dimos inicio al tour.
Me mostraron los salones de clases, el gimnasio en el cual se hizo la fiesta de Halloween, la piscina, el gym, la cafetería, el teatro e incluso tenían un cine, y claro las caballerizas tampoco se quedaban cortas. Terminamos el recorrido en el edificio administrativo, donde había firmado mi sentencia al llegar.
—Bien, yo me quedo aquí.– dijo Alexa en la entrada del edificio.– espero que disfrutes tu estadía aquí y cualquier cosa que necesites no dudes en enviarme una carta.
Por un momento había olvidado que mi teléfono y laptop fueron confiscados, asentí en agradecimiento y dando una última despedida Jane y yo nos alejamos de ahí.
—¿Quieres ir a cenar? Son casi las ocho y a las diez ya no podemos salir de los dormitorios.– realmente no tenía mucha hambre pero me imagino que mi nueva amiga si, así que fuimos a la cafetería.
Ella tomo un sándwich de pollo y algún brebaje que no lucia nada apetitoso, yo por mi parte solo cogí un cereal con leche. Cada que pasábamos enseguida de alguna mesa podía sentir las miradas expectantes de las otras chicas al ver que era mi primer día aquí. Era muy incómodo.
—No le hagas mucho caso, todas son unas víboras.– exclamó en un tono bajo para que nadie escuchara, llegamos hasta una de las mesas más alejadas y continuó.– se lo que se siente ser la comidilla de las demás, yo llegué una semana después de que comenzaron las clases, no dejaban de mirarme ni de cotillear sobre mi hasta después de unos cuantos días, supongo que ya no era ninguna novedad así que dejaron de hacerlo.
No podía estar más en lo correcto, desde el momento en el que puse un pie en los dormitorios empezaron a murmurar cosas entre ellas y a mirar sin siquiera disimular un poco. Comenzamos a hablar, bueno, ella comenzó a hablar sobre cómo eran las cosas por aquí, con quien debía tener cuidado si no quería que mi estancia aquí fuera un completo infierno, el como eran las clases y ese tiempo de cosas estudiantiles.
No había hablado en todo el tiempo que estuvimos en la cafetería, pero era reconfortante que no me obligara a hacerlo, en cambio Jane comenzó a contarme su vida. Tenia tres hermanas, ellas y sus padres vivían casi en el centro de la ciudad, curiosamente ella también estaba en medicina por lo que teníamos algunas clases juntas; también me contó sobre su novia, así es, tiene novia, sin embargo ella no vive aquí, se fue de intercambio a la universidad de Cambridge.
Luego de terminar nuestra cena fuimos a los dormitorios, llegamos a mi habitación y nos pusimos a acomodar toda mi ropa y mis pertenencias. Yo aún seguía sin decir nada hasta que recordé lo que dijo hace unas horas.
—Jane, ¿puedo preguntarte una cosa?
—Claro.– respondió mientras acomodaba unos jeans en un cajón.
—Hace rato tu dijiste que en la fiesta de Halloween tenía otras preocupaciones, ¿cómo sabías que así era?– ambas habíamos dejado de hacer lo que estábamos haciendo cuando se formó un silencio.
—No has visto el video ¿cierto?– ¿video? ¿qué video? Jane sacó de uno de los cajones de mi escritorio una laptop, la encendió y tecleo algo en el buscador.
Me acerqué a ella viendo expectante lo que buscaba y, lo siguiente que vi, era a mi basándome con Dixon en la fiesta, segundos después apareció Fox dándole un puñetazo en la cara haciendo que ambos cayeramos al suelo del gimnasio, la siguiente toma fue de mi discusión con Fox, ¿quién carajos grabó ese maldito video?
—Pensé que ya lo habías visto, esta rondando por todas las redes sociales.– luego de ver el video me tiré en una de las camas tapando mi rostro con los brazos.
—No puedo creer que todo el mundo haya visto eso. Ahora veo a que te referías con otras preocupaciones.
—¿Son pareja él y tú?– preguntó curiosa sentándose a mi lado.
—Ojalá así fuera...– dije más para mi misma que para ella.– pero eso ya no importa, ahora estoy lejos de él y con eso espero poder aclarar mi mente.
Después de eso seguimos hablando de otras cosas, terminamos de acomodar mi ropa y se despidió diciendo que vendría por mi para llevarme a mi primera clase, lo cual agradecía muchísimo. Después de darme una ducha no tarde demasiado en dormirme, pero no contaba con que lo que iba a vivir aquí sería completamente diferente a lo que pensaba.
¡Chiquillos y chiquillas! Hemos vuelto con la segunda temporada de la serie "Internos", por lo que se intentará actualizar una vez a la semana.
También, como se habrán dado cuenta, les adjunté un video de música en multimedia, esas canciones no son algo específico del capítulo pero son canciones que me gustan, así que cada vez que actualice habrá una nueva canción para que puedan conocerme un poco mejor (musicalmente hablando).
Así que los invito a que comenten cual es su canción favorita y yo las estaré escuchando.
Si tienen alguna duda, sugerencia y / o reclamo dejenlos en los comentarios y haré un "capítulo" exclusivo respondiendoles.
Y pues nada, espero verlos en el próximo capítulo y si les gustó éste voten y comenten, también compartan las historias con sus conocidos para poder ser una comunidad más grande.
Los quiero.
~Vicx~
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