8
Jennie se quedó esperando toda la noche, cabizbaja. Pero Lisa no había aparecido, ni siquiera logró escuchar sus pasos tras la puerta. La castaña no sabía qué pensar, quizás tuvo algún inconveniente y esa noche no llegó a trabajar. O quizás se quedó dormida, esos días se encontraba muy cansada y no descansaba correctamente.
Suspiró tranquilamente y se recostó con cuidado sobre el frío y duro suelo. Dejó caer su cabeza y miró directamente a la puerta, quizás venga a despedirse antes que se vaya.
Minutos después, Jennie se había quedado dormida. Fue el momento en que Lisa aparecía tras la rendija, observandola. Bajó la mirada a apenada, mirando aún el chocolate en sus manos. Se debatía si entrar o no, había tomado una decisión el dia anterior y no puede simplemente romperla así de fácil.
Volvió a mirarla y notó que Jennie daba pequeños temblores. Eso la entristeció más. Como odiaba que durmiera de esa manera tan inhumano, ahora mismo debe de tener mucho frío.
Jennie sintió que algo tocaba su hombro, abrió los ojos somnolienta y Lisa estaba frente a ella, acomodaba una manta sobre su cuerpo. Jennie sonrió al verla y se levantó rápidamente como pudo.
_Jennie, espera - trató de retroceder pero la castaña se había recostado sobre su cuerpo como la primera en que se atrevió a entrar. Esta vez Lisa había estado sentada, aplastando sus piernas y eso la ayudó a que no cayera. Jennie se encontraba escondida en su cuello, volviendo a sentirse tranquila con el calor de su cuerpo. Lisa estaba algo nerviosa, pero esta vez ya no era por miedo, era un sentimiento diferente, que hizo dudar si colocar su mano sobre su espalda para acariciarla.
Aún dudosa, su mano se acercó entre pausas a su espalda, manteniéndose sólo allí, sin movimientos alguno. Lisa dejó que todos esos temores se vayan por unos segundos y se atrevió a rodear el cuerpo de Jennie entre sus brazos. Escondió de igual manera su rostro en el cuello de la castaña e hizo más confortable el abrazo.
Ambas se mantenían en esa posición, ninguna quería alejarse de otra, a pesar de sus sentimientos confusos. Estar junto a la otra les hacían sentirse bien, como si hubieran encontrado su lugar seguro en el mundo.
Jennie giró levemente y besó su mejilla con cariño. Lisa volvió a sentir sus labios sobre ella y giró a verla, quedando a sólo centímetros por sus cercanía. Sus ojos no dejaban de verse y hubo pequeños momentos en que ka mirada de Lisa se escabullía a los labios de la castaña. Observó como Jennie se acercaba a ella tímidamente, y posó por segundos sus labios a los de ella. Lisa no tuvo alguna reacción y eso a Jennie la puso más nerviosa al estar ante la mirada de la rubia.
Pero para su sorpresa, Lisa cortó la distancia y la atrajo a un cálido y tímido beso. La rubia se sentía asustada por lo que comenzaba a sentir, pero sólo se dejaba llevar. Su cuerpo tembló, sintiendo un escalofrío en el momento en que Jennie le correspondió.
Ambas continuaron besando, mientras a una distancia prudente de la puerta, en el pasillo. La chica que siempre molestaba a Lisa, observaba boquiabierta la situación.
_Y la descarada lo negó - se cruzó de brazos, indignada - no no - comenzó a marcharse - amor prohibido murmuran en los pasillos - comenzó a cantar - porque estamos en un centro de loquillos.
Lisa fue la primera en cortar el beso, se veía realmente confundida, y desviando su mirada avergonzada por que había hecho, se levantó con cuidado de no empujar a Jennie. Pasaba su mano por su cabello, mirando a un punto muerto por estar concentrada en sus pensamientos.
Jennie parecía estar de la misma manera, ese beso había sido totalmente diferente a lo que ya se habían dado con anterioridad. Mordía su labio, nerviosa, no saber qué hacer en esos momentos.
_Yo...- Lisa pronunció por lo bajo - debo irme ahora, mi turno ya acabó - no quería cruzar miradas con la castaña - sobre esto...No quise hacerlo, lo lamento, sólo...- suspiró con frustración - lo siento, debí irme ahora - tomó la manta del suelo y se acercó a Jennie, envolviendo su cuerpo correctamente para que no se cayera ante sus movimientos.
Ambas seguían nerviosas. Lisa retrocedió y quedándose de pie unos segundos, se dirigió a la puerta y salió de la habitación. Aceleró sus pasos sólo porque sentía que debía de huir de allí, como si eso quitara el hecho de que acababan de besarse.
_¿Pero qué hiciste? - se regañaba - ¡idiota!
_¡Babosa! - gritó la pelinegra por la rendija al verla pasar.
_¡Tú callate! - la señaló, siguiendo su camino.
_¡Aquí sólo importa nuestro amor! ¡Te quiero! - comenzaba a bailar - ¡amor prohibido murmuran en el manicomio!
_¡Que te calles! - Lisa regresaba a ella sólo para volver a advertirle.
_Amargada - murmuró.
Voten ❤
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