Luck anduvo en bajada hasta llegar a la calle principal, así que imaginarán lo fuerte que estaba abrazándolo para no resbalarme con mochila y todo. Además, ese chico no medía la velocidad a la que andaba, pues se metía por una calle y otra como si las conociera de memoria y le valía una mierda pasar por entre los autos aparcados esperando el verde del semáforo. Sólo esperaba que no nos detuviera un policía y mi padre tuviera que ir a sacarme de la comisaría por ir a exceso de velocidad.
—¿Dónde iremos? —le pregunté cuando nos habíamos detenido en un semáforo, él giró un poco su cabeza enseñándome su perfil, me observó hacia atrás y se encogió de hombros despreocupado.
—¿A comer quizá? —contestó.
Guardé silencio y esperé a que condujera nuevamente, hasta que ¡Al fin! Se detuvo en un local de comida rápida, aparcó la moto y luego nos bajamos de ella. No sabía de qué hablarle ni qué preguntarle, pues no tenía ni puta idea donde estábamos, pero él parecía conocer todo demasiado bien.
—Vamos —me dijo.
Lo seguí en silencio y cuando estuvimos adentro, un chico de los que atendía nos quedó mirando a la distancia...
—¡Hey Luck! ¿En qué andas? —lo saludó desde la cocina.
—Alimentándome —contestó un Luck sonriente.
Buscamos una mesa vacía y nos sentamos frente a frente.
—¿De verdad me has traído a un lugar de comida rápida? —pregunté burlesca. La verdad, me encantaba comer papas fritas, pero debía joderlo un poco o no sería divertido.
—Si —contestó con seguridad. Creo que nada lo fastidiaba o estaba de muy buen humor —, al menos siempre cuando salía de la escuela tenía hambre ¿tú no?
—Adivinaste.
—Lo sé —sonrió.
Era un local pequeño, situado en medio de la ciudad (si es que podíamos llamar ciudad a edificios de no más de 7 pisos). Tenía muchas ventanas con vistas a la calle y atendían sólo personas jóvenes, como si fuese un local muy reciente. Las mesas de color rojo brillante y los cubiertos blancos combinaban con las paredes y los cuadros modernos. Tenía buena pinta y Luck parecía conocer a todo el mundo, así que no me preocupé tanto de que algo no me agradara.
—¿Qué vas a pedir? —me preguntó.
—¿Qué vas a pedir tú?
—Pues... —miró la carta por unos segundos, luego alzó la vista y me observó —Una hamburguesa, papas fritas y una gaseosa.
—¿Alguna recomendación?
—La hamburguesa de la casa es la mejor que vas a probar en tu vida —comentó sonriente.
Comencé a leer los ingredientes que traía, todos me gustaban así que...
—Eso pediré, con papas fritas, claro.
Él asintió, llamó a un chico con su mano y pidió por los dos: Dos hamburguesas de la casa, dos porciones de papas fritas y dos gaseosas. Luck iba a pagar todo, pero antes de que pudiera decirle que yo quería pagar mis cosas, el chico se le adelantó:
—La casa invita Luck, te debía una —le dio unas palmadas en el hombro y Luck sonrió.
—¡Ese es mi hermano! —bromeó.
Me percaté de que Luck tenía muchísima personalidad, pero una que me causaba cierto interés, pues pese a ser gracioso y muy sociable, su mirada irónica y sarcástica me explotaba el cerebro.
La comida no tardó en llegar y pese a odiar comer en silencio, entre los dos se formó uno sepulcral que no sabía cómo quitar, pues él era demasiado imponente para mí. Alto, con brazos grandes, tatuajes, cejas marcadas y una sonrisa que encendía llamas en mis ojos. Dios ¿qué estoy hablando?
—Así que nueva en el barrio —comentó él apoyando su espalda en el respaldo de la silla.
—Si.
—Es una gran mansión ¿no?
—¿Cómo lo sabes? —fruncí el ceño.
—Sólo lo sé —se encogió de hombros y no quise indagar más. Quizá había vivido en ese lugar o algún amigo, qué sé yo.
—¿Tú eres de Bellemore?
—Aquí estoy ¿no?
—Ya sé, pero naciste aquí o qué —fui seca, sin paciencia y él sonrió de medio lado.
—Lamentablemente sí, nací aquí.
—¿Lamentablemente? —enarqué una ceja.
—Así es —zanjó sin querer hablar más del tema. —Ahora dime ¿quién te enseñó a defenderte de esa manera? —preguntó con diversión —con ese color de ojos pensé que no llegarías a ningún sitio.
—¿Estás juzgándome?
Se encogió de hombros.
—Es lo que todos hacen al ver a alguien ¿no? De seguro tú hiciste lo mismo conmigo.
Me reí porque era cierto.
—"¿Qué se cree este tipejo que me habla si no me conoce?" "Estúpido engreído ni lo conozco y quiere que salga con él" —comenzó a imitarme ¿a mí? —O alguna mierda por el estilo.
—No acostumbro a hablar con desconocidos, es todo —me defendí.
—Muy bien Rocky, pero necesitas más entrenamiento. No esperes llegar muy lejos en este lugar de porquería con sólo un codazo en el mentón.
—¿Estabas mirándome? —fruncí el ceño.
—Claro que sí, necesitaba ver con qué iba a meterme —rio.
—Podrías haber intervenido antes.
—En este sitio debes saber salvarte el culo, si no, puedes ir a ahogarte al río Belle.
—¿Hay un río?
—Claro ¿no has ido todavía?
Negué levemente con mi cabeza.
—Ya tendremos tiempo —comentó y yo me reí.
—Esto es absurdo. No nos conocemos ¿por qué tanta insistencia en salir conmigo? No soy Megan Fox —rodé los ojos y él sonrió.
—Está claro que Megan Fox no eres —se burló —, pero qué ¿Algún problema? Yo salgo con quien se me dé la gana salir ¿no?
Asentí silenciosa.
—Agradezco no haber sido obligada, pero si chantajeada con margaritas.
—Ha sido un chantaje de mierda, pero bueno...
—¿Estás tratando mal a las margaritas?
Él soltó una carcajada.
—Acostumbro a tratar a todos como la mierda, vas a acostumbrarte —se encogió de hombros.
Lo miré por unos segundos sin comprenderlo del todo, pero luego continué comiendo de mi hamburguesa. No hablamos mucho más, sólo le respondía las preguntas que me hacía respecto a la comida y el local en el que estábamos. Si esto era una cita, no me parecía estar yendo por el mejor camino, porque ambos estábamos silenciosos y con una tensión palpable.
Cuando acabamos de comer, Luck cogió las bandejas y botó las sobras al tarro de la basura, lo seguí de inmediato y salimos del lugar despidiéndonos del chico que nos había dejado todo gratis. Caminamos hacia la moto, primero se subió él y, cuando iba a subirme en completo silencio sin saber a dónde me depararía el destino esta vez, mi móvil comenzó a sonar.
De inmediato recordé que tenía papá. Un papá peligroso y testarudo.
—¿Hola? —contesté sin subirme.
—Pascal ¿dónde estás? —oí la voz de mi padre detrás del teléfono. No parecía molesto, pero si preocupado —Ya pasó más de una hora desde que saliste de la escuela ¿ocurrió algo?
—Lo lamento, olvidé decirte que pasaría a la casa de Amy a estudiar —mentí consiguiendo que Luck esbozara una sonrisa.
—Para la próxima avísame, estaba muy preocupado ¿a qué hora llegas?
—Ahora voy a casa, me pediré un taxi.
—¿Segura? Jean puede ir por ti.
—No —contesté rápidamente —, yo puedo ir sola, tranquilo.
—De acuerdo cariño, nos vemos aquí.
—Adiós —colgué.
Luck se cruzó de brazos con una sonrisa ladina y yo me subí rápidamente detrás de él.
—No sabía que le mentías a tu padre —comentó con burla.
—Olvídalo ¿Puedes andar y llevarme a casa? Tengo que llegar rápido —pedí. No dudaba en que si tardaba más de veinte minutos Jean saldría a buscarme como un perro FBI.
—¿Quién dijo que íbamos a tu casa? —preguntó con ironía.
—No bromeo Luck, mi padre se molestará.
—Se le pasará, no puede dejar de ser tu padre, aunque quisiera —encendió el motor.
Apenas hizo este ademán de marcharse, rápidamente me bajé de la motocicleta consiguiendo que Luck se girara hacia mí con un semblante que no había visto.
—No hagas más esa mierda —comentó con molestia en sus ojos —, puedo comenzar a andar y tu bajándote de aquí ¿Sabes que podrías morir haciendo esa estupidez?
Su voz fue controlada, pero se había molestado de verdad, pude notarlo.
—No iré a ningún otro lugar contigo, debo irme a casa, ya te dije.
—No te llevaré a tu casa —comentó con orgullo.
—Entonces púdrete, me voy sola —contesté en el mismo tono de voz que él.
¿Qué demonios se creía?
Él sonrió con sarcasmo, luego encendió el motor nuevamente y lo vi comenzar a andar, me dio una última mirada y salió disparado por la calle dejándome completamente a solas afuera de un local de comida rápida, sin dinero y siendo una ignorante respecto a la ciudad.
Maldito idiota.
Comenzaron a sudarme las manos, pues a mi alrededor todo parecía estar lleno de personas, pero también todos estaban muy concentrados en lo que hacían. Algunos fumando un cigarrillo sentados en las soleras, otros chicos junto a sus amigos que, en ocasiones, me miraban de reojo y también un par de chicas saliendo de otra escuela que había cerca.
Tenía temor de sacar el móvil en medio de la nada y que alguien me lo arrebatara, pues si eso ocurría podrían llegar a mi padre muy fácilmente y todo se iría al carajo sólo por haber salido con un tipo idiota como Luck. Miré a mi alrededor, intenté no parecer molesta ni asustada y comencé a caminar con el fin de encontrar una parada de autobuses que me dejara en mi casa, pues no quería llegar tarde ni menos que el mismo Tony Fabregas saliera a buscarme como un desquiciado.
No confiaba en Bellemore, pues parecía un pueblito muy pequeño y bonito, pero sus calles oscuras, incluso de día, me atemorizaban. Y no podía dejar de pensar en la conversación de mi padre por teléfono después de unos días que habían asesinado a mamá: "Son de ese pueblo de mierda, voy a ir, sabes que lo haré". ¿Y si estaba hablando de este pueblo de mierda?
—Hey princesa ¿no te ensañaron a no andar sola por estas calles? —oí una voz detrás de mí. No respondí nada, sólo miré hacia adelante percatándome que la calle se había vuelto más pequeña y no había ninguna sola persona que pudiera defenderme. —¡Hey! —subió el tono de su voz y me sentí vulnerable, sentí que podía realmente morir en ese lugar ¿por qué demonios los hombres o lo que fueran esos tipejos no se controlaban? ¿Por qué no me dejaban caminar tranquila? —Oh no, tu sí que no te me escapas —esta vez su voz estaba justo detrás de mí, así que no tuve otra opción que voltearme muy rápido y golpearlo con mi codo justo en su pómulo. Él se agachó del dolor y aproveché los segundos ganados para correr.
<<No esperes llegar muy lejos en este lugar de porquería con sólo un codazo en el mentón.>> oí la voz de Luck en mi cabeza.
De pronto escuché que el tipo venía corriendo detrás de mí.
¿Qué diablos? ¿Por qué no se cansaba?
Sentí su mano en mi cabello y recordé el entrenamiento: Le enterré mis uñas de la mano izquierda justo por sobre la mano que me sostenía el cabello para jalarme, con la otra le di un puñetazo en los testículos hacia atrás, me giré sobre mis pies. Pateé su rodilla con fuerza consiguiendo que se desequilibrara y me soltó. Dios. Jamás había usado esa técnica realmente y me sorprendió muchísimo que me haya funcionado, así que sólo corrí. Y cuando estaba corriendo, sentí sus pies perseguirme sin cansancio...
—¡Detente hija de puta! —me gritó.
No quería parar y, en eso que miré hacia atrás para ver a cuanta distancia venía de mí, choqué con el cuerpo de una persona que me dejó congelada. Casi se sintió como un choque contra una pared, pero no. Iba a caerme sentada al suelo por el impacto, pero él me sostuvo de los brazos y me jaló hasta ponerme detrás. Era Luck.
—¡No está sola imbécil! —gritó Luck con una fuerza que no pensé que la tenía. Su rostro cambió completamente, casi como si se le hubiese metido un demonio. Sus facciones sólo indicaban peligro y apenas el idiota que venía corriendo detrás de mí vio a Luck, se detuvo, pero el pelinegro iba caminando hacia él con muchísima decisión.
—Eh, Luck ¿Qué traes? —comentó el tipejo, sus facciones cambiaron y casi sentí que iba a tragárselo el cemento.
—¿Que qué traigo imbécil? —preguntó Luck, ya estaba frente a él y yo sólo podía mirarlo desde atrás con el corazón casi en la boca —¿Sabes qué demonios traigo? Traigo dos putas manos para romperte la cara.
Pensé que iba a golpearlo, que iba a matarlo ahí mismo, pero...
—Lo lamento, Luck, no sabía que la conocías... todo pasó muy rápido, lo lamento, no volverá a ocurrir —se deshizo pidiéndole perdón.
—¿Me pides perdón a mí? —rio Luck con ironía, luego frunció el ceño, lo cogió por la polera y lo arrastró hasta que estuvo a unos pocos metros de mí. Seguía sosteniéndolo con molestia, con amenaza y le gritó: —¡A ella es la que le tienes que pedir perdón imbécil!
Con el agarre de Luck en su camiseta y con un rostro de arrepentimiento que no pensé ver en ninguna persona, el tipo me observó...
—Lo lamento, no se repetirá.
No le dije nada, estaba en shock todavía.
Luck lo soltó, le dio un empujón que consiguió que el tipo se tropezara y cayera de espalda al cemento y comenzó a caminar hacia mí. Me observó fijamente a los ojos aun con llamas en ellos.
—Sube a la moto —ordenó.
Me giré y vi la moto en el suelo a unos cuantos metros, caminé hacia ella, Luck la levantó consiguiendo que su espalda se viera mucho más grande y se subió primero. Rápidamente me subí detrás sin decir absolutamente nada, me afirmé de su cuerpo y él encendió el motor para largarnos.
El camino fue rápido y silencioso. El corazón todavía lo tenía palpitando con fuerza y no podía pensar bien en lo que había ocurrido, pero sólo el hecho de que se me atravesara Luck dejándome sola afuera del local de comida rápida me hacía enojar. Eso había traído todo lo que sucedió a continuación.
Lo vi detenerse a una cuadra de mi casa, aparcó la motocicleta y yo me bajé.
—Gracias —comenté con frialdad. Era lo único que podía decir, luego comencé a caminar hacia mi casa.
—Rocky...
Lo ignoré. No quería hablar con él, no con esos impulsos extraños que tenía.
—Pascal —repitió avanzando con su moto y notando que nuevamente lo ignoré, subió el tono de su voz —¡Pascal, mírame!
Me detuve en seco, me giré y lo observé directamente a los ojos.
—¿Qué demonios quieres ahora?
—¿Siempre actúas así? —me preguntó con molestia y bajándose de la moto para ponerse frente a mí.
¿Acaso estaba reclamando por mi actitud cuando él en realidad me dejó a solas?
—Sí, ahora déjame tranquila ¿está bien?
—¿Me echas cuando te he salvado la vida dos putas veces? —rio con sarcasmo, seguía molesto, pero yo también, así que no me importó.
—Me dejaste sola —dije con orgullo— Además, no he pedido tu ayuda. Puedo cuidarme sola.
—¿Por qué te sientes tan segura en este pueblo de porquería?
—Porque sé defenderme ¿de acuerdo?
—¿Qué ocultas, Rocky? —preguntó acercándose aún más a mí y bajando su mentón por la diferencia de altura que teníamos, de seguro me sacaba unos diez centímetros. Lo observé a los ojos fijamente sintiendo la tensión entre ambos, sin embargo, corté todo lo que podíamos tener y giré sobre mis pies para largarme a casa.
Él no me detuvo y yo tampoco miré hacia atrás.
Al llegar a casa vi a Will sentado en el sofá mirando unas cosas en su móvil, apenas hicimos contacto visual me hizo una seña de que mi padre estaba abajo. Pasó su dedo pulgar por su garganta con una sonrisa simulando que iban a matarme. Me reí un poco y tomé mi móvil.
Pascal: Llegué hace dos horas ¿dónde estás?
Le escribí a papá. Rápidamente él se puso en línea.
Papá: No jodas Maiky, baja a la oficina, estoy esperándote.
Resoplé porque no me había resultado bien la broma.
Busqué la puerta detrás del librero, coloqué la clave y la puerta se deslizó para dejarme entrar. Apenas puse un pie en esa sala vacía, la puerta se selló a mi espalda junto al librero. Comencé a bajar la escalera vacía, no había nadie por ningún sitio en el primer subterráneo, tampoco se oían voces, así que sólo bajé más rápido para llegar a la oficina de mi padre. Ahí estaba él, sentado mirando algunos papeles y fumando un cigarrillo, como siempre. Me observó de pies a cabeza percatándose de que todo estuviera en orden conmigo y con el mentón me indicó que me sentara frente a él.
—Pa...
Apenas emití esas palabras, él se removió en la silla y me interrumpió con una envidiable calma.
—Mira hija... —decía —, sabes que siempre has podido hacer lo que se te venga en gana, siempre ha sido así y yo no iré por la vida prohibiéndote cosas porque confío y sé lo inteligente que eres.
Su sermón pasivo-agresivo estaba colmando mi paciencia, odiaba que fuera así, realmente prefería que me gritara y luego me mandara a mi habitación a mirar el techo, aunque eso sólo en mis sueños, jamás me había gritado.
—Pese a todo eso, siempre debes decirme donde estas y dónde vas a ir —se quedó mirándome —, puede pasarte cualquier cosa, Pascal.
—No pasó nada —contesté con inocencia.
—Ahora —golpeó con el dedo índice su escritorio —, pero sabes en lo que trabajo, sabes que no todos son mis amigos y sabes muy bien lo valiosa que eres para mi vida, así que no juegues con eso.
Pestañeé mirándolo, me quedé pensativa por unos segundos y luego hablé...
—Entonces enciérrame —respondí.
Él no se esperaba en absoluto esa respuesta, su rostro se desencajó y me observó con confusión.
—¿Cómo podría hacer algo así?
—Estás haciendo que cargue con algo que no quiero. No quiero cargar con que en cualquier minuto podrán secuestrarme o matarme —confesé y él asintió encontrándome la razón.
—Pero eres mi hija y si pretendes que deje de ser tu padre, pues te jodes —comentó duro —. No te voy a encerrar porque debes saber protegerte sola, pero una llamada, Pascal. No estoy pidiéndote nada más.
—De acuerdo —aflojé. Al fin y al cabo, había sido una despreocupada
—¿Y cómo te fue con Amy?
—Todo bien.
—¿Cuándo la vas a traer a casa? —me sonrió.
—Tal vez pronto —me encogí de hombros —, tampoco me quiero encariñar mucho.
—Ya lo estás haciendo —rio.
—Por tu culpa —resoplé. Él soltó una carcajada y yo me puse de pie. —Debo hacer un proyecto de matemáticas, estaré arriba.
—De acuerdo cariño. La cena está lista —me guiñó un ojo.
—¿Quién cocinó?
—Adivina.
—¿Tú? —abrí los ojos.
Él soltó una carcajada burlesca.
—Jean.
—¿Jean? —fruncí el ceño —Nos vamos a morir.
—Te oí —escuché a Jean mientras empujaba la puerta para entrar, me reí porque estaba mirándome seriamente. —Alguien tiene que alimentar a esta pobre familia.
—¿No se quemó nada?
—Sólo un poco el arroz, pero es normal.
—Pediré una pizza.
—¡Pascal! —me regañó papá.
—De acuerdo, voy a comer, pero si mañana no voy a la escuela será por culpa de Jean que me tendrá por horas sentada en el váter.
Ambos se rieron, luego salí de la oficina y subí corriendo por las escaleras. Will ya no estaba en el sofá, seguramente se había ido porque comió lo de Jean.
Cuando estuve en mi habitación metí mi cuerpo en el pijama, me recogí el cabello y comencé a sacar los cuadernos de la mochila para continuar haciendo el proyecto de matemáticas que Trey estaba, seguramente, avanzando solo.
En eso, un mensaje me llegó. Miré la pantalla, número desconocido.
Desconocido: Hola, soy Trey ¿Pascal?
Pascal: Te agendo enseguida
Trey: ¿Todo bien?
Pascal: Sip ¿Has avanzado algo más?
Trey: No, seguramente hoy no podré, debo ir a trabajar con mi hermano ¿puedes tu sola?
Pascal: ¿Crees que antes de conocerte no podía resolver mis problemas de matemática?
Trey: Nadie podría en realidad.
Trey: ¿Harás el grupo con tu amiga tóxica?
Pascal: Me lo voy a pensar...
Trey: Por favor no, no le doy mi número a cualquier persona. Tú has sido una excepción por este proyecto.
Pascal: No pensé que te preocupaban tanto las calificaciones.
Trey: Las apariencias engañan.
Y mucho, le hubiese dicho, pero no quería entablar más conversación con él. Decidí no hacer el grupo con Amy, pues yo también era muy reacia a darle mi número a cualquier persona, al menos para mi familia eran muy confidenciales todas las cosas personales.
Cuando iba a sentarme en el escritorio a comenzar los problemas que quedaban del proyecto, mi móvil comenzó a sonar y yo fruncí el ceño al notar que era un número desconocido. Dudé unos segundos si contestar o no, pero finalmente lo hice.
—¿Hola?
—Hola, Rocky.
Sentí que la garganta se me secó al escuchar la voz de Luck detrás del teléfono. Mi corazón se aceleró y no pude evitar preguntarme... ¿de dónde había sacado mi número? Rápidamente pensé en las veces que mi padre me había sugerido no tener un móvil, pero era imposible a mi edad.
—¿De dónde has sacado mi número? —fue lo primero que pregunté.
—Esperaba un mejor recibimiento —comentó con burla.
—En serio, Luck.
—Digamos que no fue tan difícil hacer hablar a Amy.
—¿Qué le has hecho?
—¿Por qué debería haberle hecho algo?
Claro, ¿cómo se me ocurría preguntarle eso luego de haberme ayudado dos veces a escapar de imbéciles?
—La mataré.
Él rio y automáticamente imaginé su sonrisa contagiosa y sarcástica que cada vez estaba gustándome más.
—Rocky, iré a visitarte más tarde. No me gustó nuestra despedida en medio de la acera.
—¿De qué hablas? No puedes venir.
—¿Quién me lo prohibirá? —se burló.
—Pues yo, idiota.
—¿Tanto terror le tienes a tu padre? —preguntó —Si eso es lo que te preocupa, tranquila, soy discreto.
—No te abriré la puerta, nadie lo hará.
—De acuerdo Rocky, tú escoges.
Colgó.
Me quedé con las palabras listas para decirle, pero el tonito de mierda comenzó a sonar en mi oído. Miré la pantalla y resoplé con frustración. No podía enceguecerme lo bueno que estaba Luck, pues mi padre seguramente lo metería a casa y le estamparía la cara al suelo preguntándole qué demonios hacía ahí.
Eran las diez de la noche cuando decidí que debía dormir, seguramente Luck estaba molestándome. Era imposible que se apareciera por mi casa.
Me convencí a mí misma de que no iría y apagué la luz de mi habitación. Metí mi cuerpo debajo de las sabanas y cerré los ojos. Sin embargo, un ruido en el balcón me sobresaltó, luego otro... estaban lanzando piedras.
¿Luck?
Mi estómago se contrajo y antes de ponerme de pie, mi móvil comenzó a sonar.
—¿Luck? —contesté, me puse de pie y deslicé el ventanal del balcón.
—Registraste mi número —comentó con diversión.
—¿Dónde estás?
—Más cerca de lo que crees —lo oí —, mira hacia abajo.
Caminé hasta que tuve todo el cuerpo afuera de mi habitación, bajé la mirada y lo vi. Estaba sentado en la solera frente a mi casa mientras fumaba un cigarrillo muy tranquilamente. Usaba un jean oscuro junto a su chaqueta de cuero. Se veía mucho más imponente en esa tenida y más atractivo.
Apenas hicimos contacto visual sentí mi corazón latir con rapidez.
¡Dios! ¿Qué me pasaba?
—¿Qué haces ahí? —no pude evitar sonreír. Me apoyé en la baranda del balcón para mirarlo.
—Viéndote.
—¿Eso para ti es venir a verme?
Él rio consiguiendo que me brincara el tórax.
¿Era normal que se viera tan guapo sentado en la solera, fumando un cigarrillo y sonriéndome sólo como Luck podría? Es que... ¿Qué tenía? ¡Recién estábamos conociéndonos!
—No, pero prefiero quedarme aquí antes que subir y me eches a patadas —bromeó. —o que utilices una de tus técnicas de Rock Lee.
—Ya entenderás por qué —contesté sentándome en el suelo del balcón mirándolo a través de la baranda. Él no dejaba de mirarme a los ojos y eso me tenía nerviosa. —¿Cuál es la técnica para salir por la noche y no tener miedo en este pueblo de mierda?
Él sonrió.
—Estas calles me pertenecen, Rocky.
Y le creía. Le creía porque cuando estuve en peligro todos lo conocían y parecían alejarse de él como cuando espantas a un conejito. Le creía porque se sentaba en aquellas soleras a fumar como si fuese más un hábito, como si le pertenecieran de verdad y no tuviera miedo de ninguna cosa.
—¿Alguna vez aceptarás salir conmigo sin ser chantajeada?
—No creo —contesté con burla —¿Quién querría volver a salir con un tipo que te deja sola en medio de la nada? ¿Y encima que tiene pinta de matar a diez tipos en esa moto?
—De acuerdo —alzó las cejas y luego con desinterés agregó —Tendré que inventarme más chantajes.
—Eres un puto descarado —me reí, le contagié la risa.
—Lo lamento, es que nadie me había rechazado. Me estás dañando el maldito ego, Rocky.
—Seguramente las demás chicas eran ciegas.
—Podrías preguntarles.
—Olvídalo...
—De ciegas nada, eh —sonrió.
—Pues no soy ellas.
—Me apasiona lo difícil, no me retes.
—¿Lucky Luck está de vuelta?
—Jamás se ha ido.
Nos quedamos mirando por unos segundos sin decir ninguna palabra y me imaginé estando por la noche sentada a su costado, justo donde estaba él ahora. Viéndolo fumar un cigarrillo mientras me sonríe con diversión. Me imaginé por unos cuantos segundos sentada nuevamente detrás de él aferrada a su espalda y a su abdomen que amenazaba con ser duro, fuerte y cálido. Tragué saliva porque me lo imaginé justo aquí, en mi habitación.
—Bueno Luck, debo ir a la escuela mañana —dije abruptamente obligándome a despertar de aquellos pensamientos que parecían inundarme. Él asintió con la comisura de sus labios levemente alzadas.
—Descansa, Rocky —contestó.
Su voz grave y varonil erizó todos los vellos de mi cuerpo. Me puse de pie, colgué antes de entrar y me despedí con la mano. Él sólo hizo un movimiento de cabeza y se puso de pie. Cerré el ventanal y lo quedé mirando a través de la persiana, en donde él no podía verme.
Lo vi quedarse por unos segundos mirando el balcón vacío, respiró fuerte, luego acomodó sus pantalones y se subió a la moto para luego largarse rápidamente.
Esa mañana desperté con una sensación extraña en el cuerpo, sobre todo porque había soñado toda la noche con los ojos cafés de Luck. En el sueño lo tenía muy cerca, tanto que podía notar pequeñas manchas más claras en sus ojos y podía oler su perfume. Se había sentido tan real que desperté acalorada y no salí a correr, sólo me di una ducha casi de agua helada para quitármelo de la cabeza.
Apenas toqué el desayuno y cuando salí de casa miré hacia abajo como cada día había comenzado a hacerlo y la vi: otra margarita. La cogí entre mis manos y la metí al bolsillo de mi chaqueta.
Llegué a la escuela y en cuanto vi a Amy sacando algo de su casillero me acerqué muy rápidamente.
—¡Amy! —le grité para que se detuviera justo ahí.
Ella me observó con confusión y me esperó hasta tenerme justo frente a frente.
—¿Qué ocurre?
—¿Por qué le diste mi número a un chico que no conoces?
***
El viernes será nuestro nuevo día de actualización <3.
No olviden dejar sus comentarios ¡Please! Y votos, obvio jijijij
¡Nos vemos el domingo!
BESOPOS
XOXO
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