Capítulo 37 FINAL: Tienes lo que mereces
Estamos en el capítulo final de Internacionales <3
*
Pestañeé incrédula y él se sentó con toda confianza a mi lado.
—Feliz cumpleaños —se acercó a mí y me rodeó con sus brazos. Su perfume se impregnó en mí consiguiendo que mi corazón no dejara de latir con rapidez. De pronto me encontraba sumamente nerviosa con su presencia allí.
—Gracias Luck —dije al fin —No esperaba verte...menos aquí.
Él sólo me observó con curiosidad, se quedó a mi lado como antes lo hacíamos. Observé su perfil mientras él miraba a su alrededor, luego las estrellas y regresaba sus ojos cafés hasta los míos. El silencio se había metido entre nosotros y yo todavía no podía asimilar que estuviese conmigo... como antes.
—¿Por qué has venido? —pregunté en un tono bajo.
—Porque no pude venir a desayunar contigo, ni tampoco en la tarde.
—Claro —recordé a Amber y se me apretó el estómago.
—¿Y qué haces aquí? —me miró con un brillo diferente en sus ojos —Sabía cómo llegar aquí, pero no recordaba que fuese de esta forma...
—Beber chocolate caliente y mirar estrellas. No fue un gran cumpleaños... creo.
—¿No? —negué con mi cabeza —Entonces que bueno que he llegado —bromeó mientras buscaba algo en los bolsillos de su chaqueta hasta que sacó una cajetilla de cigarros junto a un encendedor. Colocó uno entre sus labios y lo encendió con el ceño fruncido.
—¿No estabas dejando de fumar?
—Si, pero no he podido —se encogió de hombros —. No estoy listo para cambiar eso todavía.
Nunca pensé sentirme aliviada con esa respuesta, pero así fue como me sentí.
—Por la tarde he ido a una sesión con el médico —me contó con naturalidad.
—¿Qué tal todo?
—Me ha preguntado si realmente quiero volver a recordar —aspiró el cigarrillo, luego botó el humo y continuó —Le dije que sí, pero él insistió, dijo "¿Realmente quieres o lo dices por compromiso?" Le confesé que sólo quiero recordarte a ti.
Se me cortó la respiración y abrí un poco más los ojos, sorprendida.
—Me dijo que debía poner de mi parte y que tú podrías ayudarme —me miró —. No sé qué pensar sobre ti, la verdad, pero lo único que tengo claro es que no quiero que te alejes de mí —confesó con total honestidad. Sus palabras fueron tan directas que yo no sabía si podría emitir alguna palabra.
—¿De qué... hablas? —fruncí el ceño, confundida.
—Cuando atravesaste la puerta del hospital lo supe. Sé que no te recuerdo, pero como te lo dije una vez...alteras todo en mi vida. Y no sé si antes lo dije, pero me das esa tranquilidad que necesito. No quiero que te vayas de donde estoy... casi me he vuelto loco estas dos semanas preguntando por ti... porque no soy capaz de tenerte lejos, Pascal ¿Sabes lo feliz que me hizo verte en el taller de Vis? —sonrió consiguiendo que me cosquilleara el estómago.
» Hoy le dije a Amber que no podía seguir con ella —continuó —. El otro Luck hubiese venido aquí a decirte todo esto sin importarle Amber u otra chica, pero no pude... no pude venir aquí sin antes quitar todo lo que no quiero en mi vida. Y estoy aquí porque todo lo que quiero eres tú —se acomodó mirándome, rozándome la rodilla y sonriendo por eso —Me siento un puto demente diciéndote todo esto porque en mi cabeza no estás, pero sé que en el fondo lo eres todo Pascal.
—Luck...
—Sé que todo esto te hace daño —se adelantó —. Sé que te duele y no puedes estar en mi vida como una amiga, lo sé. Y estoy dispuesto a correr el riesgo —confesó y yo pestañé perpleja —Estoy dispuesto a besarte, a abrazarte y si quieres romperme el corazón, hazlo. Estoy dispuesto a enamorarme de ti otra vez si es necesario.
Pude sentir el brillo en mis ojos luego de oír esas palabras, mi corazón estaba latiendo con fuerza y no podía dejar de sonreír como una idiota ¿De verdad estaba pasando esto o era un sueño maravilloso?
Me reí, me reí porque no podía contener la emoción. Debía calmarme o me vería como una loca.
—Yo sólo pensaba en ir a decirte que estaba dispuesta a conocernos otra vez —confesé y él frunció el ceño con una sonrisa.
—Creo que tú me conoces lo suficiente.
—Tu no a mí —mi sonrisa lo hizo sonreír también.
—Estoy perdido —se acomodó —Te recuerde o no, terminaré enamorándome de ti de todas formas.
—No estés tan seguro, puedo ser un grano en el culo —le conté.
Él se echó a reír, con esa risa que yo sí conocía. Luego volvió a quedarse serio y regresó su mirada hasta mí.
—Lo único que sé es que cuando te vi llorar no supe cómo arreglarlo. Y no volverá a ocurrir.
—No tengo miedo de seguir sufriendo, Luck.
—¿De qué hablas?
—No importa si no vuelves a recordarme, de verdad no me importa —confesé honesta, me acomodé y cogí sus manos sintiendo una electricidad recorrerme la espalda —Sólo quiero que te quedes ¿sí?
Él asintió.
—Me quedaré. De verdad que lo haré —me dio un apretón en la mano.
De pronto, vi que bajó la mirada hasta nuestras manos juntas y sonrió levemente.
—¿Qué ocurre?
—Nada.
—Dime.
—Nada... sólo...estoy nervioso.
—¿Nervioso? ¿Tú? —me reí.
—¿No puedo estarlo?
—Nunca lo estás.
—Estoy frente a ti y a punto de dar mi último primer beso ¿cómo quieres que esté? —exageró con dramatismo y no pude evitar sonreír.
¿Había dicho último primer beso?
—¿Cómo que último primer beso?
Él observó mis labios y luego regresó su mirada a mis ojos.
—Estoy completamente seguro de que no querré besar a nadie más después de esto.
Y no necesité nada más.
Me acerqué a él con confianza, acaricié su mejilla con una de mis manos mientras él me sonreía como siempre. Y lo besé. Para mi no era nuestro primer beso, pero para él sí. Y no pude descifrar qué fue lo que sintió, sólo sentí que se apegó mucho más a mí y profundizó nuestro acercamiento. El viento frío se colaba entre nosotros mientras que nuestra única compañía en el tejado eran las estrellas brillantes y la luna gigantesca. Había estado esperando ese momento desde que había atravesado la puerta del hospital para verlo y al fin lo tenía así, como siempre. Abrí levemente mis ojos y noté que él los tenía completamente cerrados, sintiéndome.
Su boca era el mejor lugar para estar y no pretendía cagarla otra vez. La vida no era tan generosa con las terceras oportunidades.
Al separarnos él me observó de cerca, con sus labios húmedos y sus ojos brillantes. Apoyó su frente en la mía y esbozó una sonrisa que terminó de convencerme de que estaba frente al amor de mi vida.
—Hice una locura —susurró —Acabo de entregarte todo lo que tengo.
Si él supiera que yo le entregué todo lo que tengo la primera vez que me aferré a su espalda en su motocicleta.
—Te amo, Luck. Y sé que ahora no me amas, y lo entiendo, pero prometo no ser tan testaruda ni orgullosa como antes.
Él sonrió.
—No me equivoqué al enamorarme de ti —aseguró.
LUCK
—¿Estás seguro de que quieres hacer eso? —me preguntó Trey por enésima vez.
Asentí en silencio.
—Pero no sabes si te vas a enamorar de ella otra vez.
Alcé la vista para verlo. Él me estaba observando con desconfianza.
—No creo que me tome tanto tiempo hacerlo —contesté. Miré la hora en mi móvil y me puse de pie —. Iré a hablar con Amber.
—No es necesario que hables con Amber, sólo elimínala de tus contactos y ya —resopló Trey —Eso harías tú.
Fruncí el ceño y me acerqué a él. Con mi dedo índice lo empuje desde el pecho.
—Eso haría en otra ocasión, no ahora.
—Joder. Si que te ha pegado duro Pascal.
—Adiós imbécil —me despedí y salí del departamento.
Había estado viviendo con Trey en mi departamento durante las últimas semanas, pero ya estaba al borde de decirle que se largara porque no soportaba los gritos de Millie y él mientras hacían sus cosas encerrados en la habitación.
Amber estaba esperándome en la cafetería que habíamos acordado esa mañana. Ella solía levantarse muy temprano en la mañana sólo para encontrar calles vacías por las que andar a toda velocidad en su auto. Apenas me vio me sonrió. Era muy guapa, pero no podía mentirle. No la veía de otra manera más que un polvo de una noche. Toda su personalidad me recordaba a mí y, lamentablemente, no lo soportaba.
Nos habíamos conocido en una carrera, nuestro primer encuentro fue en la cama y luego comenzó a volverse serio cuando la tuve más de dos veces en un mismo lugar...su casa. Porque de mi cama, nada.
—Hola, Luck —me sonrió. Se acercó a mí para besarme, pero cuando giré la cara para besarle la mejilla, entendió que algo andaba mal —¿Qué ocurre?
—Necesito que hablemos —me senté y ella hizo lo mismo frente a mí.
—Déjame adivinar —la oí —. Ya te agobiaste de esto y necesitas espacio.
La observé. Directa, como yo.
—No es que me haya agobiado —confesé —, necesito tomar decisiones y una de esas es... esto.
Ella sonrió.
—Tranquilo, Luck. No estoy enamorada de ti, no pienses que estás rompiéndome el corazón —me dijo, pero eso ya lo sospechaba. Se pidió un café de lo más relajada mientras yo estaba intentando ser directo —Es por la chica esa ¿no? La que vimos en el taller de Vis.
Fruncí el ceño.
—¿Cómo...?
—No hace falta decir nada cuando ves la forma en cómo se miran —sonrió —. Vis me contó que estabas enamorado de ella antes del accidente.
—Puto chismoso —bufé. —sólo quiero hacer las cosas bien.
—Entonces ve y dile que la quieres en tu vida y ya.
—Se supone que debías estar mandándome a la mierda.
Ella se encogió de hombros.
—La vida es muy corta para amargarse. Y sólo me amargo por cosas que quiero de verdad.
—¿Me acabas de decir que soy una cosa?
—Tu pensaste lo mismo de mí al tenerme entre tus sabanas ¿no? No seamos hipócritas —rio.
Finalmente terminé riéndome junto a Amber y ella aconsejándome cosas que nunca pensé oír.
Y, por la tarde, tuve sesión con el médico. Realmente me había acordado de algunas cosas, pero sólo por instinto, no porque realmente se me hubiese aparecido una imagen en la cabeza sobre alguna situación que había vivido antes.
Verla sentada en el tejado bebiendo su tazón de chocolate caliente me había acelerado el corazón. Estaba seguro de todas las cosas que iba a decirle, pero me sentía torpemente imbécil frente a ella.
Me gustaría decir que es una broma, que realmente sí recuerdo todo, pero no es así. Ella no está entre mis recuerdos, sin embargo, cuando la vi entrar ese día en la sala del hospital, temblorosa, con los ojos vidriosos y sin decir ninguna palabra, algo pasó con mi cerebro. No podía dejar de mirarla y nunca me había sentido tan culpable al verla llorar por mí. ¿Por qué lloraba por mí? ¿Qué había hecho tan bien por ella para que me quisiera tanto? No tenía ni idea, pero no quería dejar que eso se fuera, pues me gustaba. Me gustaba su cabello, su sonrisa y sus ojos azules oscuro. Me gustaban las pequeñas pecas que se le formaban con el sol y también sus ojos vidriosos en el tejado. Me gustaba cómo me miraba, cómo me hacía sentir y cómo la electricidad se posaba entre nosotros cuando juntábamos nuestras manos. Y Dios, qué demente me sentía.
El beso que nos habíamos dado se había quedado suspendido en el aire, la tensión entre nosotros era palpable y yo no sabía si antes habíamos estado en esa situación, pero por alguna razón no me preocupé, sólo me acerqué a ella y la besé nuevamente. Ella no dijo nada, sólo junto su boca con la mía y me siguió el paso. Sus labios eran diferentes, cálidos y dulces. Sus manos apoyadas en mis hombros me hacían sentir que antes ya había ocurrido esto y no lo pensé más. La cogí por la cintura y la acerqué a mí con decisión, ella se sorprendió un poco cuando estuvo sentada sobre mis piernas besándome. No podía dejar de pensar en las cosas que ella me hacía sentir y lo peor es que no podía detenerme y no lo haría a menos que me empujara hacia atrás pidiéndomelo. Pero no lo hizo. Sólo se aferró a mí necesitándome tanto como yo a ella y su cuerpo sobre el mío...nuestra fricción... consiguió que ciertas partes se me llenaran de más sangre de lo común.
La vi separarse de mí con la respiración agitada, se quedó mirándome a los ojos mientras sus pequeñas manos rodeaban mi cuello.
—No deberíamos hacer esto aquí —susurró cerca de mis labios.
—¿Ya lo hemos hecho? —mi sonrisa la hizo sonreír.
—No aquí.
—¿Dónde?
—En...tu departamento.
—Demasiado lejos.
—Podemos ir a mi habit...
—Por mi perfecto —conseguí que ella riera y se pusiera de pie. Me cogió de la mano con una risa malvada entre sus labios y caminamos por el tejado hasta entrar nuevamente a la casa, pero me detuve cuando ella cerró la ventana arriba de nosotros. No podía seguir esperando y ese lugar en el tercer piso era perfecto, pequeño, oscuro, y alejado de todo. Apenas se giró hacia mí para seguir caminando, la cogí por la cintura y la apegué a mi cuerpo, ella se estremeció un poco, pero entendió a lo que iba.
Me sorprendió lo bien que me conocía cuando yo parecía estar improvisando en cada movimiento para no asustarla, pero cuando ella se acercó a mí consiguiendo que retrocediéramos unos pasos y me apegara a la pared entendí que me conocía, que sabía cómo era y que no debía detenerme. Me adelanté un paso y esta vez fue ella quien quedó con el trasero pegado a la pared mientras nos besábamos con desesperación. Deslicé mis manos por su espalda, luego me detuve un momento en su cintura hasta llegar a su trasero, la apegué a mí con fuerza mientras soltó un pequeño gemido que me erizó la piel.
¿Qué era esto?
¿Por qué sentía que cada movimiento que hacía me lo sabía de memoria?
La giré consiguiendo que me diera la espalda, apegó su trasero a mi pantalón y sentí que ya quería quitarme todo, pero también supe en ese momento que necesitaba disfrutarla. Necesitaba entenderla y quererla un poco más. Recorrí su cuello con mis labios y poco a poco deslicé mi mano por su vientre hasta llegar justo en donde ambos queríamos.
Apenas hice contacto con su braga ella empujó su trasero apegándolo más a mí. Mis movimientos fueron lentos, controlados mientras oía sus jadeos justo en mi boca.
De pronto, una de sus manos se fue a la hebilla de mi cinturón, luego bajó lentamente y me apretó con fuerza. Iba a volverme loco, no podía hacerme sentir tanto en tan poco tiempo.
Pero entendí que ambos nos sentíamos así cuando fue ella quien desabrochó mi pantalón con desesperación y yo le quité su camiseta de un tirón. Su piel blanca me encantaba y todo lo que hacía atraía mucho más mi atención hacia su cuerpo. Éramos distintos, tanto que nuestros cuerpos parecían serlo más y eso me gustaba porque cuando la tomé por debajo de su trasero y la levanté del suelo rodeándome las caderas, se sintió fácil, rápido y cómodo.
La ropa nos estorbó rápidamente y cinco minutos más tarde estábamos desnudos. No podía dejar de besarla, de sentirla, de tocarla y de oír sus jadeos desesperados. Me sorprendí un poco cuando fue ella quien me empujó para dejarme tendido en el suelo, me levanté un poco mientras sus ojos me recorrieron desde el mentón hacia el abdomen. A horcajadas se posicionó sobre mí, le tomé las caderas y lentamente bajó sentándose sobre mí. La vi cerrar los ojos y fruncir el ceño con excitación y eso activó aun más mi cuerpo caliente. Me quedé mirando su cuerpo, su abdomen y sus pechos mientras se movía lentamente acomodándose al espacio entre nosotros hasta que los movimientos fueron más rápidos y bruscos. Iba a volverme loco, de verdad ¿Ya lo había dicho antes?
Apreté su trasero con fuerza mientras subía y bajaba. Que ella estuviera encima de mí mirándome mientras controlaba toda la situación terminó de convencerme de que claramente era la indicada para mi vida. La oí gemir con fuerza parando poco a poco sus movimientos, pero fui yo quien la cogió por las caderas y se movió de arriba abajo hasta que finalmente acabé. Jadeé exhausto y apenas hice contacto visual con ella, me sonrió.
—¿Cómo esperas que no me enamore de ti después de esto?
Su sonrisa se ensanchó.
Pero no tardó tanto en desaparecer cuando pasó lo de a continuación.
—¿Pascal? —la voz de Jean.
Ella me observó horrorizada. Se puso rápidamente de pie mirándome y percatándose de que lo habíamos hecho sin condón y volvió a maldecir cuando estaba vistiéndose a la velocidad de la luz.
—¡Estoy arriba! —contestó ella.
—¿Qué haces ahí? Ya baja, está comenzando a llover.
—Sólo quiero estar sola un momento —decía mientras metía sus pequeños pies en las pantuflas y yo me ponía la chaqueta.
—Tranquila, Pascal...Estoy seguro de que Luck va a regresar aquí... —decía y yo no pude evitar reír.
—Si...no es sólo por eso, mamá y todo, ya sabes ¿me dejas?
—Claro que no, voy a subir.
Ambos nos quedamos mirando con clara alarma en nuestros ojos y lo primero que se me ocurrió fue abrir la ventana y salir de ahí hacia el tejado. Ella cerró dejándome afuera apenas Jean sacó la escalera para mirarla hacia arriba. De verdad estaba lloviendo y no tardé en quedar empapado por las grandes gotas de Bellemore. La lluvia contra el tejado no me dejaba oír nada de lo que Jean y Pascal estaban hablando, pero no pasaron más de diez minutos cuando ella abrió la ventana y me dijo que bajara. Al hacerlo, ella se rio al verme todo empapado.
—Lo lamento —rio.
—Ese idiota me las pagará —solté mientras me quitaba la chaqueta.
—Vamos a mi habitación antes de que pesques un resfriado.
El agua se deslizaba por mi cabello y también por mis pantalones. Apenas entré a su habitación colorida, sonreí. Me sentí, de pronto, en mi hogar. Como si eso no hubiese cambiado.
—No tengo ropa que te que...—se giró hacia mí —¡Luck!
Yo ya estaba sólo en bóxer.
—Es lo único que no se empapó —me encogí de hombros.
Comencé a colgar mi ropa en su silla y luego me metí a la cama bajo su mirada divertida.
—¿Pretendes dormir aquí?
—No puedo irme con esta tormenta ¿no crees? —exageré —de seguro la motocicleta se resbala y ahora sí que me mato, no hay terceras oportunidades.
—No juegues con eso —me señaló con el ceño fruncido.
—Ya, ven aquí... ¿o no hemos dormido juntos?
La vi cerrar con pestillo su puerta y se quedó de pie al costado de la cama.
—¿Qué importa si hemos dormido juntos o no si ya tuvimos sexo?
—Buen punto, así que ven. —deslicé las sabanas y le hice un hueco a mi lado.
Y me quedé de hielo cuando se quitó todo quedando sólo con su braga. Me sonrió malvada y se metió a mi lado, abrazándome. El contacto de nuestros cuerpos helados hizo que mi mente viajara rápidamente a sus manos apretándome con fuerza por la espalda mientras conducía la motocicleta. Sonreí para mis adentros. Ella era la única que podía traerme todos sus recuerdos de vuelta. Y no iba a dejar que se fuera de mi lado una vez más.
—Buenas noches, Luck —la oí.
Y no sé qué me hizo decirlo...
—Te quiero, Rocky.
Respiré hondo cuando me apretó con más fuerza.
Ella era todo.
Y eso no había cambiado incluso luego de un estúpido accidente.
***
Fin
Mil gracias por todo, de verdad. No pensé que habría personas nuevas y antiguas leyendo esta versión. Espero no tardarme tanto con el epílogo jeje.
¡En serio espero que les haya gustado este capítulo tanto como a mí!
No olviden dejar sus comentarios/reacciones/estrellitas. TODO.
BESOPOS
XOXO
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