Capítulo 30: Una cena diferente
LUCK
Me dolía todo. Y no quería reconocerlo. Al menos no en voz alta.
Por segunda vez estaba confirmando que no era fácil escapar de los recuerdos, de las palabras dolorosas y de las lágrimas de personas que querías de verdad.
Sabía que no era buena idea enamorarme. Lo sabía...y lo hice. Me enamoré. Siempre había mirado el amor desde afuera, manteniéndome al margen porque no encontraba razones suficientes para querer a alguien con fuerza. Siempre jugué, siempre me divertí y nunca imaginé algo serio. Pero claro, apareció ella, con su sonrisa infantil y ojos azules oscuros... ¿y si sólo se me estaba devolviendo lo mal que me había comportado con otras chicas? ¿Existía el karma?
Quería regresar atrás, a ese Luck libre, libre de sentimientos, libre de responsabilidades afectivas y esas mierdas, pero me estancaba cuando pensaba en su cabello castaño. Me había cambiado toda la vida. Se había escabullido en mi interior como un escarabajo, se había metido en mi piel consiguiendo que en sus ojos encontrara la paz y tranquilidad que siempre anhelé. De verdad la quería, joder, la quería con toda mi puta vida.
Me sentía mal. Como hace años no me sentía. Pensé que ella me conocía bien, que me conocía lo suficiente, que me aceptaba y me amaba siendo un imbécil. Pensé que no se alejaría de mí, menos por un idiota.
Quería que se arrepintiera de la decisión que había tomado esa noche, quería que me llamara, que me encontrara en la oficina de Tony o que apareciera frente a mi departamento. Quería verla frente a mí. Porque yo no regresaría, no sería capaz de plantarme frente a ella y escuchar nuevamente que no quería estar junto a mí.
De verdad iba a esperarla...de verdad iba a ser ese tipo que se olvida de todo si ella regresaba a mí.
Pero no regresaría yo. Y si ella no volvía... esperaba olvidarme de todo lo sucedido lo más rápido posible. Hundirme en mi mierda, en mi infierno, en las calles que me habían visto crecer. Porque eso era al final del día. Soledad, cigarrillos, motocicletas, carreras, alcohol, fiestas...y putas.
— —
Una semana después
Cuando me enteré de que Ryan había dejado la clínica porque estaba estable, quise hablar con él. Había estado pensando pese a que había cortado toda comunicación con Pascal durante esos días, había sido un puto cavernícola incapaz de controlar los celos y la prepotencia...y aunque él era un imbécil no creía que se merecía tanto puñetazo en el rostro.
Me conseguí su dirección y fui un día después que salió de la clínica. Las calles por las que él vivía eran de las más distinguidas en Bellemore...llena de árboles, flores coloridas y grandes calles. Casas antiguas, caras, infestadas en dinero. De inmediato me sentí fuera de mi zona, pero no me importó cuando aparqué la moto afuera de su casa.
Toqué el timbre un par de veces hasta que se asomó una mujer mayor quien supuse era su madre. Iba muy bien peinada, me miró de pies a cabeza y frunció el ceño.
—Hola ¿está Ryan? —pregunté antes de que creyera que iba a entrar a robarle todo.
—Si ¿Quién lo busca?
—Luck —contesté seco —¿Podría decirle que necesito hablar con él?
—¿Debería preocuparme? —me juzgó por mi atuendo oscuro y supongo que los tatuajes.
—No —sonreí un poco, falsamente.
La mujer entró a su casa y el siguiente en salir fue Ryan. Todavía tenía un parche en una ceja y una herida en la boca. Me observó en la distancia con seriedad y pese a querer reír un poco de lo mal que se veía, me mantuve serio. Lo vi acercarse a abrir la puerta de afuera.
—¿Qué haces aquí? —soltó con molestia.
—Vine a hablar contigo.
—¿Hablar? —rio —La última vez igual íbamos a hablar.
—No comiences —dije —. Ahora si quiero hablar.
Él sólo asintió mirándome, al parecer él tampoco tenía ganas de discutir conmigo...menos después de cómo lo había dejado. Iba a comenzar a hablar cuando unos pasos conocidos me desconcentraron, alcé la vista mirando detrás de Ryan...
Era Pascal.
—Luck ¿Qué haces aquí? —me preguntó acercándose a nosotros, se quedó de pie a un costado de Ryan.
Me quedé de piedra, congelado. La observé confundido, con decepción en los ojos... ¿qué hacía aquí?
—Vine a conversar con Ryan —contesté seco. Ella pestañeó incrédula y yo dejé de mirarla. Miré a Ryan —Vine a disculparme contigo —le dije y él se sorprendió —. No debí haberte hecho toda esta mierda...
—¿Estás hablando en serio o...? —la expresión de Ryan era sorpresa pura y, de reojo, también vi que Pascal se sorprendió.
—Si. No valió la pena —contesté frío.
Ryan aclaró su garganta y no quise mirar la reacción de Pascal a las palabras que dije.
—Bueno... ¿Gracias? —contestó Ryan confundido. —Gracias por darte el tiempo de venir a esto...
—Si, no se repetirá. Te lo aseguro.
—De acuerdo.
—Sólo a eso he venido, espero que eso sane luego —le señalé la ceja con una sonrisa.
—Y yo —sonrió un poco.
—No los molesto más, sigan en lo suyo —le di un apretón de mano a Ryan y luego observé a Pascal directamente a los ojos —Adiós, Pascal.
Sin más que agregar giré sobre mis pies y comencé a caminar con rapidez y molestia hacia mi moto, tragué duro, enfadado. Me subí en la moto y miré nuevamente a Pascal. Encendí el motor y cuando giré mi cabeza para mirar la calle, vi que una silueta se acercaba a mí corriendo. Desvié la mirada y la vi de pie frente a mí.
—Luck... —la oí. De inmediato sentí algo en el pecho, tensé mi mandíbula, obligándome a no sentir nada. Guardé silencio esperando que comenzara a hablar —Gracias por venir a disculparte con Ryan, no era necesario, pero...
—¿Por qué me das las gracias tú?
—Porque pensé que no lo harías...tú no eres así y...
Sonreí con ironía, callándola.
—No lo hice por ti, Pascal.
Su nombre salió de mi boca más frío de lo ambos esperamos. Tanto que su rostro se desencajó un poco, retrocedió.
—¿Esperas que todo termine así de mal entre nosotros? —me preguntó con seriedad.
Me encogí de hombros.
—De todas formas, yo no quería que terminara.
—Luck...
—Lo sé —la interrumpí —Y si, prefiero que todo termine mal entre nosotros porque se me hace más fácil sacarte de mi cabeza. Porque el dolor que estoy sintiendo es una mierda, Pascal. Y no seré tu amigo, jamás ¿me entiendes?
Ella pestañeó por un momento observándome directamente a los ojos.
—De acuerdo —contestó con orgullo.
Se dio media vuelta para caminar y no pude evitar apretar mis puños.
—Espero que ese imbécil te haga tan feliz como yo lo hacía —dijo subiendo la voz.
Ella me escuchó, lo sabía, pero no se giró para mirarme.
PASCAL
Me dolía el pecho y tenía un nudo en la garganta cuando me giré sobre mis pies para alejarme de Luck. Sabía que él estaba enfadado y dolido con la decisión que estaba tomando, pero ya no podía poner marcha atrás. Había estado pensando en mi futuro, en lo que en realidad quería hacer con mi vida...y él no encajaba con ninguno de mis planes. Quizá no ahora...que lo había visto en su peor faceta y me había asustado enfrentarlo.
¿Debía quedarme en el mundo que se manejaba papá?
¿Debía ver como una obligación seguir los pasos de él?
¿Podía salir adelante sin tener que jugar sucio?
Quizá sólo necesitaba alejarme un poco de todo y probar...probar cosas nuevas, conocer otro tipo de personas y llenarme de cosas diferentes a las que estaba acostumbrada: Un mundo oscuro y sin salidas. Quizá era hora de probar ser otra Pascal, una diferente ¿no? Ya no era necesario que murieran personas por culpa de mi apellido, que se murieran mis seres queridos ni tampoco que la gente se alejara de mí sólo porque era la hija de Tony Fabregas. Quizá ya no era necesario que me doliera tanto cuando algo sucedía o que me asustara por cosas en las que no debía estar inserta...cómo la pelea de Luck y Ryan.
Había estado pensando en mi secuestro, en el chico que me golpeaba, en las amenazas a papá y en las advertencias de Jean. Me cuestionaba si en realidad podía con eso, si en realidad era tan fuerte para enfrentarme a ese monstruo de las calles que yo todavía no conocía al cien...Pensé en mi entrenador, en su forma agresiva de enseñarme, de apuntarme con un arma, de colocar una navaja en mi cuello sin tapujo... ¿Por qué debía ser yo? Tal vez, por primera vez, quería darme la oportunidad de escapar de este mundo...de ver un futuro honesto y Luck no iba a cambiar junto a mí. Eso seguro.
Ryan era diferente, es una buena persona pese a haber sido súper insistente conmigo. Piensa en su futuro, en ir a la universidad, en trabajar en algo que le guste y no conoce mucho del mundo oscuro en Bellemore. No sabe quién es Antoni Fabregas, no ha tomado un arma, ni siquiera fuma...y dudo mucho que beba alcohol. Estar con él me hace sentir extraña, como si yo nunca hubiese pertenecido a ese mundo del que él habla y quizá...quizá si quiero ser parte.
<<Espero que ese imbécil te haga tan feliz como yo lo hacía>>
Sus palabras me rompieron entera. Tragué duro, fijé mi mirada al frente y me prohibí llorar justo ahí. Regresé al lugar en donde se encontraba Ryan y en la distancia oí el motor de Luck alejarse.
—¿Estás bien? —me preguntó.
—Si.
—Pascal...—alcé la vista, mirándolo —¿Regresarás con él? —me preguntó tomándome por sorpresa.
—¿Por qué? —fruncí el ceño con confusión.
—No sé...—bajó la voz —Sólo espero que no regreses ahí nuevamente —clavó sus ojos claros en los míos con seguridad.
—No hablemos sobre eso ¿de acuerdo? —sonreí queriendo parecer tranquila, cambiando el tema.
—Vamos adentro —me sonrió.
Asentí silenciosa.
Estuve con Ryan en su casa un rato esa tarde, conversamos un par de cosas relacionadas con el inglés y sobre ir a cenar algún día. No hablamos de Luck, no hablamos de su pelea, no hablamos cosas relacionadas a lo que había ocurrido y eso, en cierta manera, me relajó.
— —
—¿Hoy? —le pregunté.
Estaba hablando con Ryan por teléfono, él intentaba invitarme a cenar a un lugar que yo no conocía, él quería que fuese una sorpresa. Yo estaba tendida en mi cama sin nada que hacer, no había querido salir ni tampoco comer demasiado. Papá estaba preocupado por mí, pero tampoco me preguntaba tanto...pues odiaba que me pusiera triste por cosas que, para él, no tenían mucho sentido.
—Si, hoy. A las ocho ¿puedes?
—No lo sé... —contesté, tragué saliva, nerviosa.
—Si no puedes hoy, puede ser otro día.
Automáticamente pensé en Luck. En su manera repentina de llamar o llegar a mi habitación, de meterse en mi cama sin preguntarme o llevarme a comer pizza sin darse demasiadas vueltas. Quizá no era mala idea cambiar...
—Pascal ¿Estás ahí? —su voz me hizo regresar.
—Si, aquí estoy —contesté de inmediato —Si, puedo. Hoy a las ocho.
—Pasaré por ti.
—De acuerdo, adiós.
—Adiós —colgué.
Me quedé mirando el techo por un rato analizando lo que acababa de hacer... ¿De verdad iría a cenar con Ryan? Diablos. Respiré hondo, intentando controlar la ansiedad que me causaba tomar decisiones así de drásticas, ni siquiera sabía qué estaba haciendo.
De pronto, mi móvil comenzó a sonar y vi el número de Dan en la pantalla. De inmediato le contesté.
—¿Hola?
—Pascal.
—Dan, debes ayudarme —lo interrumpí dramáticamente —. No sé qué demonios acabo de hacer...
—De acuerdo...—oí su voz confundida —Tranquila, respira hondo. ¿Qué ocurre?
—Olvídalo, tú dime, ¿Para qué me llamabas?
—Para invitarte a la fiesta de Gus esta noche, está de cumpleaños ¿Vas?
—Luck estará ahí...así que no... —contesté poco convencida.
—No irá, dijo que tenía una carrera importante.
—Y tengo algo que hacer... —agregué nerviosa.
—Ya dime ¿de eso estabas hablando? ¿Dónde irás?
—Ryan me invitó a cenar.
—¿Y aceptaste? —su voz sonó sorprendida y desencajada.
—Sí...
Se quedó en silencio por un momento, luego respiró hondo.
—Creo que no estás tomando una buena decisión —me dijo por lo bajo —Ni siquiera ha pasado un mes desde que Luck y tu rompieron...
—Tal vez me hará bien salir con alguien diferente.
—¿Bien?
—Sí. Bien.
Oí su risa sarcástica y fruncí el ceño.
—De todas formas, Luck no debería saber esto.
—¿Por qué? Él también está intentando olvidarme.
—Claro que no, Pascal. Si así fuera, vendría a la fiesta a divertirse como el antiguo Luck lo haría.
—Basta, debo dejar de pensar en él.
—Podrías hacerlo de otras formas...
—Deberías apoyarme, Dan.
—No soy un hipócrita de mierda, Pascal. No puedo hacerlo cuando sé que estás equivocándote.
Respiré hondo, frustrada.
—De todas maneras, te contaré como estuvo todo con Ryan...
—Más te vale.
—Nos vemos, Dan.
—Adiós, no hagas idioteces —me colgó.
El cargo de conciencia me comió un poco, así que tuve que contarle a Millie la decisión que estaba tomando, sólo le mandé un mensaje y ella me lo devolvió en un par de minutos con un sticker de un gato triste. No fue tan seca como Dan al decirme que me estaba equivocando, sólo dijo que me apoyaría si las decisiones que tomaban me estaban haciendo feliz...porque eso hacían las amigas y ahora éramos amigas.
Miré la hora y decidí ponerme de pie para arreglarme. Miré mi armario y pensé en dónde me llevaría Ryan con esta pinta de niño rico, así que opté por un vestido elegante, que no me ponía nunca porque me hacía ver mayor, pues marcaba mis curvas y no se veía bien con zapatillas bajas como acostumbraba a andar. No pude evitar escoger la chaqueta de mezclilla para quitarle formalidad y luego bajé las escaleras.
Ahí estaba Jean, quien me miró de pies a cabeza.
—Ya casi pareces de dieciocho —opinó con burla. Le hice una mueca. —¿Saldrás con Luck? —negué con mi cabeza y él frunció el ceño —¿Con quién saldrás?
—Ryan.
—Ryan...
—Es un buen chico.
—Buen chico —alzó las cejas.
—Deberías dejar esa costumbre de repetir todo lo que digo, Jean.
—Es sólo para que escuches desde otra perspectiva lo que estás diciendo —soltó y yo fruncí el ceño —Ryan es un buen chico —continuó —Suena un poco aburrido ¿no?
—¡Jean!
—Sólo digo —se encogió de hombros.
Iba a responderle, pero el timbre sonó y ambos miramos en dirección a la puerta, él iba a abrir, pero le di un empujón que lo alejó con una risa entre sus dientes, abriéndome paso para que yo fuera la que abriera. Antes de asomarme, vi que eran las ocho en punto. Giré la manilla encontrándome de frente con Ryan, quien vestía un pantalón oscuro, una camisa celeste abotonada hasta el cuello y una chaqueta negra un poco más informal. Su cabello estaba peinado hacia atrás y su perfume me hizo estornudar.
—Lo lamento —dije rápidamente.
Él sólo sonrió.
—Te ves hermosa —oí su voz mientras me observaba de pies a cabeza.
—Gracias —bajé la mirada hasta sus pies...zapatos caros.
Alcé la vista para chocar con su azul mirada y antes de poder salir, oí el carraspeo de mi padre detrás. Cerré los ojos con una mueca, luego me giré hacia él.
—Ho...hola. Soy Ryan —se presentó él muy educadamente, estrechándole la mano.
Mi padre lo observó un poco más antes de hablar.
—Yo soy Antoni, papá de Pascal —dijo con seriedad, pero tranquilo —¿A qué hora estarán de regreso?
Fruncí el ceño, él nunca pedía hora de retorno.
—A una hora prudente, señor, claro —contestó Ryan como si tuviese en frente a un militar —A las diez, quizá.
—De acuerdo. Diez y media aquí —recalcó papá en su tono serio, pero burlesco. Claro que Ryan no se percató de eso —Cuídala.
—Papá —fruncí el ceño.
—Claro que sí, señor, no hay problema —titubeó Ryan.
Papá asintió mirándolo, luego me dio una mirada fugaz un tanto burlesco finalmente para entrar a casa.
—Bueno ¿nos vamos? —le pregunté a mi acompañante.
—Si, si...vámonos —dijo enseguida, despertándolo de sus pensamientos.
Cerré la puerta a mi espalda y caminé junto a él hasta encontrarnos con un auto aparcado en la calle. Rojo, de vidrios transparentes, brillante y muy lujoso. Me quedé un poco helada al verlo.
—Se lo pedí a mi padre...por hoy —dijo él refiriéndose al auto.
Sonreí en silencio. Ryan corrió a abrirme la puerta del copiloto para que me subiera. Lo hice en silencio sintiéndome un poco incómoda, pues yo misma podía abrirla, pero se lo permití sólo por esta vez. Me senté en silencio y luego esperé que él se subiera para conducir.
—Ponte el cinturón —dijo sonriente.
Asentí recordando que existían los cinturones de seguridad, lo abroché con fuerza y luego él hizo lo mismo con el suyo. Lo vi mirar por el espejo retrovisor, luego por los de los costados, miró al frente y se aseguró de todo. Y cuando noté que ya se encontraba lo suficientemente seguro dentro de su auto...condujo muy lento. Muy lento para mi gusto...y eso que a mí me aterraba un poco la velocidad.
—¿Habías conducido antes? —le pregunté ya que no habíamos entablado una conversación ahí dentro.
—Si, varias veces. Tengo mi licencia profesional —contestó con la mirada fija en la calle —, pero me desconcentro al hablar, por eso prefiero que no hablemos en el auto.
Alcé las cejas, confundida. Miré por la ventana mientras las calles pasaban una a una con lentitud. El viaje a donde sea que fuéramos se me hizo eterno, puesto que íbamos lento y Ryan no hablaba de nada. Cuando por fin lo vi aparcar con cuidado me enfadé un poco, tanto que me dieron ganas de decirle que yo podía tomar el volante por él, pero me contuve.
—Aquí es —me dijo cuando el auto ya estaba apagado. Se desabrochó el cinturón de seguridad, abrió su puerta y cuando yo iba a abrir la mía, él rápidamente corrió para abrirla.
Dios...
Me centré en el restaurante que habíamos llegado para no enfadarme por su formalidad. Era un lujoso lugar que jamás esperé ver en Bellemore. Era muy elegante, con vidrios transparentes y luces bajas. Todos los automóviles o camionetas que llegaban allí eran costosos y me sorprendió el silencio que había cuando entramos en él. Todo era demasiado caro y pulcro.
—Vamos, reservé una mesa —me cogió la mano.
Al sentir su mano junto a la mía no sentí nada, incluso me sentí un poco incómoda por su toque. Y no pude evitar pensar en Luck...en la electricidad que recorría mi espalda cuando me cogía la mano, cuando me acariciaba el mentón...incluso sólo mirándome.
La noche estaba muy aburrida, lo confieso.
Ryan era demasiado educado, muy pulcro y utilizaba palabras que sólo la gente con dinero diría. No era un chico muy espontaneo o que se dejara llevar por el momento, parecía tener todo fríamente calculado o pensar cada cosa que iba a hacer o decir. De hecho, parecía como si hubiese creado un cuestionario de preguntas para hacerme, las hubiera memorizado y luego me las hubiese dicho. Sus gestos eran soberbios, podía notarlo cuando lo miraba de reojo. Sin tanta humildad...pero no era una mala persona. Es un chico agradable, en ocasiones gracioso y trata de hacer que las cosas funcionen bien, aunque sea un cuadrado. Claramente no estaba acostumbrada a eso, pues éramos lo opuesto... pero tan opuestos que parecíamos alejarnos como imanes al revés.
—Ryan ¿has tenido novia o novias...? —le pregunté con curiosidad. Ya habíamos pasado demasiado tiempo opinando sobre la comida y tenía ganas de saber sobre su lado romántico.
—Sí, una vez, pero de hace mucho que no tengo algo con alguien.
—¿Por qué?
—Simplemente no he tenido suerte.
Guardé silencio observando el gran plato de comida medio lleno que tenía en frente.
—Siento que tú eres diferente —dijo. Y creo que fue lo más arriesgado e interesante que había dicho en la noche.
—¿Diferente a qué o a quién? —alcé una ceja.
—A las demás chicas.
—¿Por qué piensas eso?
—No sé, por eso quiero que nos conozcamos mucho más.
Lo miré en silencio.
——
—¡Te divertirás! —le dije sonriente mientras lo jalaba de la mano para entrar.
Después de estar por casi media hora convenciéndolo, ahí estábamos, en la fiesta de cumpleaños de Gus. Él finalmente había aceptado, pero todavía no se veía muy convencido de que fuera una buena idea.
—No puedo creer que este sea tu mundo —me dijo mientras caminábamos hacia la puerta de entrada.
De verdad confiaba en las palabras de Dan al decir que Luck no estaría esa noche ahí.
Todo estaba repleto de personas, como siempre y Ryan arrugó el entrecejo cuando el olor a alcohol y a cigarrillo se metió por sus fosas nasales.
—¡Pascal, viniste! —oí la voz de Dan cuando ya nos habíamos acercado a pedir algo a la barra improvisada de siempre.
Dan se acercó a mí, me abrazó levantándome en sus brazos.
—¿Con quién vinis...—su voz se cortó al ver a Ryan detrás de mí.
—Soy Ryan —le dijo él estirando su mano, Dan lo observó con desconfianza y seriedad.
—Dan —se presentó mi amigo estrechando su mano con más fuerza de la que acostumbraba.
Dan me observó fugazmente y luego se alejó de nosotros dejándome a solas con Ryan.
—¿Y ahora qué? —me preguntó Ryan acercándose a mi oreja para que lo escuchara mejor.
—¡Sólo diviértete, Ryan! —sonreí —¡Vamos a bailar!
Él, con el ceño fruncido, me siguió hasta la pista en donde comenzamos a bailar al ritmo de la música. Por un momento noté que Ryan si estaba divirtiéndose, se reía mientras bailaba y ya había relajado sus hombros. La pista estaba llena de personas que, a ratos, chocaban sus cuerpos con los nuestros sin intención.
—Pascal —lo oí por encima de la música, acercándose a mí. —Tu padre dijo a las diez y media, ya son las diez.
Resoplé cansada, pero intenté entender que respetara a papá.
—De acuerdo, voy al baño y nos vamos.
Él asintió y se acercó a la barra para sentarse mientras pedía un vaso con agua.
Caminé entre las personas hasta encontrar el pasillo estrecho que llevaba al baño. Como siempre, estaba ocupado. Esperé por un momento hasta que vi a una chica y un chico salir de allí. Ella bajándose el vestido y él acomodando su pantalón. Me dio algo de escrúpulos usar el inodoro, así que sólo me retoqué el maquillaje y luego salí esquivando a personas borrachas. Comencé a buscar a Ryan con la mirada y una mano me jaló del codo para voltearme, se me apretó el estómago al sentir esa mano conocida, me armé de valor y lo observé a los ojos, hacia arriba por la poca distancia a la que estábamos y la diferencia de altura que teníamos. Su cabello estaba desordenado y vestía entero de negro, pero muy casual, como siempre.
—¿Me extrañabas? —sonrió de medio lado.
Guardé silencio.
—¿Qué haces vestida así? ¿Con quién viniste? —preguntó frunciendo las cejas.
—¿Qué hay de malo con mi ropa? —pregunté ofendida. —Y he venido con Ryan —solté, él apretó su mandíbula, pero aun así esbozó una falsa sonrisa.
—No hay nada de malo con tu ropa —respondió seco —. Te ves hermosa, pero sabes que prefiero a la Rocky más sencilla. Además, si andas con un idiota como ese...deberías salir abrigada hasta el cuello.
Rodé los ojos.
—Sabes que si tratan de hacerte algo ese imbécil no te defenderá.
—Si lo haría —me crucé de brazos —. Además, no necesito que nadie me defienda.
—Quizá lo haría, pero lo golpearían de todas maneras y no serviría para nada.
Lo miré con el ceño fruncido.
—No te enfades —lo oí.
—¿Qué estás haciendo aquí? Dan dijo que no vendrías.
—Pues vine —se encogió de hombros restándole importancia —¿Por qué?
Me observó a los ojos y así nos quedamos por unos segundos que me parecieron eternos. Hasta que recordé que debía irme junto a Ryan.
—Debo irme —comenté rápidamente y me giré.
Él me cogió del brazo y me detuvo con el ceño levemente fruncido.
—¿Tan temprano?
—Si...diez y media.
—Ah. Esa hora le dijo Tony al imbécil —comentó con burla —Que aburrido. Podría jurar que te dijo que eras diferente a las demás chicas y que quería conocerte.
Fruncí el ceño.
—Ahora irá a dejarte a la puerta de tu bonita mansión —sonrió con ironía —. De seguro Tony se burlará de él.
—¿De qué hablas?
—Rocky. Los idiotas así son muy predecibles ¿no te habías dado cuenta?
—Luck...
—¿Pascal? ¿Nos vamos? —la voz de Ryan me interrumpió en seco. Me giré para mirarlo y Luck lo observó con cierta diversión.
—Si...claro, vámonos —contesté acercándome a él.
—Hey Ryan —lo llamó Luck. Me tensé por completa mientras Ryan se giraba a mirarlo con desdén —Cuídala.
—Siempre lo hago.
Luck sonrió irónico.
—No se nota.
—No me conoces.
—No necesito hacerlo, sólo levanto una piedra y aparecen quinientos tipos como tú.
—¿Qué? —Ryan se acercó a él, pero Luck se mantuvo quieto en donde estaba. Seguro, como siempre.
—Vámonos, Ryan —lo cogí del codo. No quería que se armara una pelea justo ahí.
—Si, váyanse —soltó Luck de forma despectiva. —Hey Rocky —me giré un poco para mirarlo mientras estaba dispuesta a irme junto a Ryan —, espero que no te enamores de esa vida.
Tensé la mandíbula, pero no le respondí.
Lo vi caminar por entre las personas hacia la barra mientras Ryan me observaba en silencio. Luck pidió un par de cervezas mientras se reía con Dan, luego fácilmente comenzó a hablar con una chica que se le había acercado. Apreté los puños, me dolió el estómago, pero intenté disimular mi enfado.
—Vámonos —solté más fría de lo que quería y comencé a caminar por entre las personas.
——
—Diez y media en punto —dijo Ryan aparcando el auto frente a la puerta de mi casa.
—Gracias —contesté —, debo irme.
—Pasé un buen rato contigo esta noche... —me sonrió mientras se acercaba a mí desabrochando su cinturón de seguridad.
—Yo también.
Por un momento sentí que estaba acercándose más de la cuenta, tanto que me sentí nerviosa cuando su respiración estuvo cerca de mi cara. Logró rozar sus labios con los míos y yo de un salto me moví hacia atrás, esquivándolo. Desabroché mi cinturón con rapidez y él me observó confundido.
—¿Qué ocurre?
—Nada. No estoy lista para esto todavía —admití.
—De acuerdo —besó mi mejilla.
Sonreí falsamente y me bajé del auto. No esperó a que yo entrara para largarse, él sólo se marchó.
—Se ve simpático —se burló papá.
—Lo es.
—Es un poco...
—Papá —lo observé.
—Sólo digo que no te defenderá jamás —contestó con seriedad —¿De qué sirve?
—Puede sacarme de aquí —me encogí de hombros.
Él rodó los ojos.
—Para eso no necesitas a un chico rico con esas pintas de superioridad... me dijo señor ¿lo oíste? ¿quién demonios usa esa palabra ya? —resopló —. Consíguete a un idiota más arriesgado.
Oí la risa de Jean desde el sofá y cuando le di una mirada asesina él sonrió con inocencia, fingiendo seriedad.
—Sólo es un consejo, hija —continuó mi padre.
***
Este capítulo me da un poquito de lástima XD
Díganme ¿Qué piensan que pasará ahora? (No vale si ya la leíste JAJAJ) ¿Qué piensan de Luck y las decisiones de Pascal?
BESOPOS
XOXOXO
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