Capítulo 26: Luck & Pascal
Acorde a que los días iban pasando, papá comenzó a confiar más en Luck y se reía, en ocasiones, de lo directo que él era. Pues no le importaba si estaba hablando con Tony Fabregas o Norman Fenti, siempre decía lo que pensaba y no temía no caerle bien a ciertas personas. A mi padre le gustaba la gente así: decidida y frontal. Aunque no dudaba que siguiera teniéndolo entre ceja y ceja.
El último examen que me tocaba dar para finalmente salir del instituto era de química. Había estudiado mucho porque me costaba y Luck había estado ayudándome con materia que él recordaba. No me dejaron asistir a la graduación porque era decisión de mis compañeros y todos habían votado que no, pues según Trey, Amy les había pedido enfáticamente que no me dejaran asistir. Pero tampoco es que iba a morirme si no iba.
Di el examen con seguridad y cuando terminé salí de la escuela esperando no regresar jamás. Sólo debía esperar mis calificaciones y un papel que acreditara que había terminado mi año escolar en la escuela de Bellemore.
—¿Qué tal todo? —me preguntó Luck.
Él había ido por mí esa mañana cuando salí de la escuela. Estaba sentado esperándome mientras fumaba un cigarrillo.
—Bien, creo —contesté.
Él me besó en la boca y luego se puso de pie.
—De seguro apruebas, si eres una cerebrito —me sonrió.
Me encogí de hombros.
—¿Desayunamos?
—Por favor, me muero de hambre —contesté mientras caminábamos hasta su moto —¿Dónde iremos?
—Cerca, conozco un lugar. No tengo muchas ganas de conducir hoy.
Todavía era temprano, así que cuando llegamos al lugar noté que no había tanta gente. Sólo un par de oficinistas que pasaban el rato con los ojos pegados en su computador. Luck me cogió de la mano y caminamos hasta la pequeña cafetería en medio de la ciudad. Al empujar la puerta sonaron unas campanitas y las miradas de las pocas personas se fijaron en nosotros. Rápidamente buscamos una mesa y cogí la carta que había encima.
—¿Qué pediremos? —le pregunté mirando de reojo la carta.
—¿Panqueques? Y jugo de naranja para mí ¿qué quieres tú? —me preguntó luego de unos segundos de haber mirado la carta.
—¿Tienes alguna obsesión con los panqueques? —entrecerré los ojos.
—¿Quién no? —se encogió de hombros.
—De acuerdo, lo mismo para mí —me encogí de hombros —pero manjar para mí, por favor.
Él rodó los ojos.
Una chica que atendía se acercó a nosotros con una sonrisa amable, pero sus ojos se clavaron en un Luck despreocupado mirando la carta. Noté que lo miró demasiado, pero no quise preocuparme de más.
—Dos jugos de naranja y panqueques —pidió Luck, alzó la vista y sus ojos se encontraron con los de la chica —. Mermelada y manjar también, por favor —finalizó, luego desvió su indiferente mirada hasta la mía.
—¿Luck? —la voz de la chica sonó confundida y también algo emocionada, como si hubiese estado esperando ese reencuentro hace tiempo.
—¿Sí? —él la observó con el ceño levemente fruncido.
—Soy Rita ¿me recuerdas?
Luck la miró un poco más analizando su rostro, luego pestañeó confuso.
—Creo...si, hola —contestó Luck.
Ella le sonrió y lo besó en la mejilla.
<<Hola... estoy justo aquíiiii>>
—Ella es Pascal, mi novia —se adelantó Luck a presentarme. Me quedé quieta, luego alcé la vista hasta ella.
Rita pareció incomodarse porque su sonrisa desapareció, luego asintió levemente con la cabeza.
—Bueno, tenemos mucha hambre —solté y ella pareció regresar al mundo real.
—Claro, lo lamento. Iré por sus cosas —comentó y luego se alejó de nosotros.
Toda mi atención se quedó en Luck.
—¿Quién es ella?
—Una chica que conocí una vez...no la recordaba.
—¿Debería preocuparme?
Él sonrió de medio lado, burlesco.
—¿Crees que sería ese tipo de imbécil?
Me encogí de hombros y él me observó ofendido.
—No seré el tipo de imbécil que te engañará. No voy a perderte, Rocky. Eres todo lo que quiero.
—No me perderías de ninguna manera —relajé los hombros.
—Eso no lo sabes —contestó.
—Lo sé, créeme.
—No quiero creerlo, Rocky. No me des ese tipo de libertad.
—¿De qué hablas? —fruncí el ceño sin entenderle.
La chica llegó junto a nuestro desayuno, lo colocó encima de la mesa y tras darle una mirada fugaz a Luck quien no la miró, se retiró deseándonos un buen provecho.
—Puedo cometer errores, sabes eso ¿no? —dijo mirándome y yo asentí levemente —Si me dices ahora "no me perderás" y luego cometo un error, sentiré que estarás pensando "El idiota de Luck hace lo que quiere conmigo porque sabe que volveré con él".
—¿No es lo que a todos les gustaría saber?
—Pues no a mí —contestó seco. Bebió un poco de su jugo, luego lo dejó sobre la mesa y continuó observándome —. No me tengas como prioridad en tu vida, Rocky. Tu eres libre, puedes irte cuando lo desees...yo me encargaré de hacerte sentir bien para que quieras escogerme, pero quiérete ¿de acuerdo? Odio que algunas mujeres pierdan su dignidad por idiotas.
Respiré hondo mirándolo y luego le unté manjar a mi panqueque. Luck tenía una mirada distinta, una distinta a otros hombres que había conocido anteriormente. Y eso me gustaba.
—Luck.
Él alzó sus cejas mirándome mientras comía relajadamente.
—¿Cuál es la prioridad en tu vida?
—Ahora, tú.
—¿Y por qué dices que no puedo tenerte de prioridad en la mía? No te quieras tan poco, Lucky Luck —le sonreí, pero a él no le causó muchísima gracia lo que dije.
—Tú no eres como yo. Jamás harías algo de lo que quisiera escapar.
—No lo sabes.
—No necesito saberlo. Confío en ti.
—¿Y no confías en ti?
—Quiero creer que puedo ser estable esta vez.
—Te quiero. Lo sabes ¿no?
Él asintió.
—Yo también te quiero.
Mientras comíamos hablando de algunas cosas cotidianas como su motocicleta o su departamento, la tal Rita se nos acercó un sinfín de veces para preguntarnos si se nos ofrecía algo más. Ya estábamos cansados de decirle que no.
—En serio me está sacando de mis casillas —fruncí el ceño mirando directamente a la chica que ahora se encontraba tomando otro pedido.
—Sólo hemos estado por mucho rato aquí.
—No es su problema.
Él rio.
—¿Celosa, Rocky?
—Claro que sí —contesté y él abrió un poco más sus ojos —¿Qué creías? ¿Qué sería de las chicas que te negarían sus celos? Olvídalo.
Luck soltó una carcajada, se acercó a mí, me agarró la cara y me plantó un beso dejándome congelada.
—¿Vámonos?
—De acuerdo —contesté.
Nuestro camino se desvió hasta el bosque, pues no hacía tanto frío como otros días y decidimos ir al río al menos a acostarnos en el césped.
Y eso fue lo que hicimos al llegar. Tendernos boca arriba en el césped mientras las ramas de los árboles cubrían en cierta parte el cielo celeste lleno de nubes esponjosas.
—¿Sabes qué es lo que más me gusta de estar contigo? —oí su voz irrumpiendo el silencio que habíamos formado.
Giré mi cabeza para observarlo. Él sólo mantenía su vista en el cielo.
—¿Qué?
—Entras en mi mundo como si siempre hubieses estado aquí.
—No somos tan distintos. Vivo en tu mundo desde siempre.
—Mejor. Así no temo que nuestras diferencias se hagan tan grandes que nos terminen alejando.
Le sonreí. Y cuando lo hice, él se giró para mirarme. Tenía unos ojos cafés tan lindos. Y yo estaba cayendo rendida a sus pies.
— —
—Vamos, te invito a cenar —me dijo mientras yo me encontraba tendida en el sofá como una pordiosera. Mi padre se encontraba sentado un poco más lejos de nosotros. Luck estaba de pie.
—Podemos quedarnos aquí viendo una película, no necesitamos gastar dinero —contesté más porque tenía pereza y no quería pararme del sofá.
—Entonces vayamos por pizza, no por una cena —me cogió de la mano y comenzó a jalarla y yo a reírme.
—Suerte con sacarla del sofá, Luck —oí a mi padre acercarse.
—¿Cómo es que trotas por la mañana y te da pereza ir a comer pizza?
Rodé los ojos.
—Levanta el trasero del sofá —oí la voz de Jean.
—¡Ya voy! —me resigné. —Iré por un abrigo.
Luck me observó de pies a cabeza. Mi padre también me miró con desaprobación, pero fue Jean quien se adelantó para hablar.
—Y por unas zapatillas y un pantalón. No piensas ir así ¿verdad?
—¿Qué tiene mi atuendo?
—Estás con pijama, Pascal —continuó Jean.
—Pues si quieres ir así yo no tengo problema... —agregó Luck y mi padre soltó una carcajada.
—No puedes ir así —se entrometió papá.
—¡Entonces me pondré un jean! —exclamé mientras subía por las escaleras.
—¡Y péinate! —gritó Jean.
—¡Recuerda lavarte los dientes! —agregó Luck.
La última voz que oí antes de entrar a mi habitación fue la de mi padre diciéndoles que dejaran de joderme. Pero ya era demasiado tarde para defenderme.
Le di en el gusto a mi querida familia y me puse más decente, luego bajé las escaleras de dos en dos.
Luck estaba sentado en el sofá junto a mi padre y Jean estaba en el sillón de al frente viendo algo en su móvil.
—¿Y no llevas mochila? —me preguntó papá alzando sus cejas.
—¿Mochila? —pregunté confundida.
—Si Pascal no tuviera la cabeza pegada al cuello, de seguro la pierde —dijo Jean y yo rodé los ojos.
Luck estaba observándome con diversión.
—Te quedarás en casa de Luck ¿no?
Entrecerré mis ojos, observé a Luck y él tenía una sonrisa inocentona en el rostro.
—¡Claro! ¡Lo había olvidado! Voy por mis cosas —subí corriendo.
Cuando estuve lista bajé la escalera, me despedí de Jean y mi padre y tras una mirada fugaz entre Luck y él, nos largamos.
—Ni siquiera me dijiste que ibas a decirle eso a papá —sonreí mientras me subía detrás de él.
—Claro que no lo hice —sonrió.
—Tu no cambias —rodé los ojos y luego me aferré a su espalda.
El mismo camino de siempre nos llevó a la pizzería, como era sábado y de noche, había muchas personas, así que entramos y enseguida buscamos una mesa vacía.
—No pensé que habría tanta gente —comentó él mientras se sentaba frente a mí.
—¿Estás seguro de que quieres comer aquí?
—Es la mejor pizzería de Bellemore.
—Entonces quedémonos —le sonreí.
Después de unos cuantos minutos de espera se nos acercó un chico a pedir nuestra orden. Escribió la pizza que queríamos más un par de gaseosas y luego se retiró.
Luck estaba hablándome acerca de un cuadro que quería comprar para ponerlo en la sala de su departamento, pero me desconcentré cuando vi a un grupo de chicas sentarse detrás de nosotros. Él notó que lo había dejado de mirar y se giró, miró a las chicas y luego regresó la mirada con una mueca de disgusto.
—¿Qué ocurre?
—Te enfadarás —sonrió inocente.
Fruncí el ceño y miré mejor: era la misma chica de la cafetería que había ido con Luck. Ese pueblo de mierda no podía ser tan pequeño. Dios.
—No puedo creerlo ¿está siguiéndote?
—Claro que no, Rocky —rio —Bellemore es una caja de fósforos.
Nuestra pizza llegó, así que opté por despreocuparme de la chica que se reía a carcajadas sonoras con sus amigas. Hablé con Luck, nos reímos de un par de anécdotas que le conté de cuando era una niña. Todo parecía ir bien, hasta que de pronto su voz me desconcentró por completo: "Oh sí. Él es Luck ¿te acuerdas? ¡Lo hace tan bien!". Me quedé helada y tragué con fuerza el pedazo de pizza. Luck tosió descolocado.
—¿Es broma? —alcé las cejas mirando a Luck.
—No le des importancia, Rocky.
Guardé silencio y no pude evitar pensar << ¿Con cuántas chicas se habrá acostado Luck?>> Aunque sabía que eso no era de mi incumbencia, no estábamos juntos en ese entonces. Y él no tenía la culpa de que yo fuera todavía una virgen. Intenté relajarme, pero la voz de aquella chica seguía estando en un volumen alto y yo ya comenzaba a ponerme de los nervios. No era una chica con paciencia.
"Si, dice que ella es su novia, pero ya sabes cómo es Luck. No me importa. Él es tan fácil de seducir."
"¡Claro! Es muy bueno en la cama, de verdad te lo recomiendo".
Mi corazón comenzó a acelerarse.
—Te están recomendando como si fueras un prostituto.
La tranquilidad con la que me observaba Luck me hacía enojar todavía más.
—No me interesa.
—Me está sacando de mis casillas —advertí.
—Rocky, no hay nada. Tranquila.
—Pero Luck...
—Mírame —me interrumpió.
Lo observé silenciosa y con enfado en el cuerpo. Pero lo que vino a continuación no me lo esperé jamás. Vi que se puso de pie y luego se subió en la silla. Me quedé congelada mientras todas las miradas de la pizzería se quedaron en él.
—Disculpen —habló fuerte —Perdón, disculpen —su voz subió todavía más consiguiendo que toda la gente del lugar lo observara —¿Podrían callarse? —le pidió al grupo de chicas.
Cuando todo estuvo en silencio, él continuó.
—Gracias —contestó seco, luego me miró por unos segundos —Bueno...—mi rostro estaba rojo como un tomate. —¿Podrían decirle a mi novia que ella es lo más importante que tengo? Se lo he dicho en todos los idiomas, pero al parecer no comprende que me importan una mierda todas las chicas con las que estuve alguna vez.
El silencio se mantuvo y una sonrisa llena de nervios se dibujó en mi rostro.
—Te amo, Rocky —clavó sus ojos en los míos y a mí se me aceleró el corazón con fuerza —No necesito a nadie más en mi vida cuando tengo a una princesa frente a mis ojos. Bueno. A una fuerte y golpeadora princesa —rio.
Y como si estuviese todo planeado, algunas personas de la pizzería aplaudieron y otras se les unieron. Mi rostro seguía colorado y cuando Luck se bajó de la silla y volvió a sentarse, lo miré avergonzada. Él me besó la frente.
—Estás loco —sonreí mientras los nervios me atacaban.
—¿Tienes alguna otra duda? —alzó las cejas con diversión.
— —
Esa noche sí que estábamos solos en el departamento. Me encontraba con unos nervios extraños en el cuerpo y en el estómago. Él no había querido ir a las carreras esa noche por quedarse conmigo y yo no había querido regresar a casa pese a que iban a estrenar un capítulo nuevo de mi serie favorita.
Me senté en su cama de piernas cruzadas y comencé a trenzarme el cabello.
—Vamos, Rocky, enséñame —me pidió con el ceño fruncido. Ya era la quinta vez que me lo pedía y yo no le hacía caso.
Me desarmó por quinta vez la trenza y yo rodé los ojos.
—De acuerdo —lo observé y él sonrió ilusionado —. La separas en tres y las cruzas —le enseñé mientras yo lo hacía. Él me miraba concentrado, como si fuera lo más difícil que haya hecho jamás.
Luego, me senté dándole la espalda entre sus piernas. Deslicé mi cabello hacia atrás y sentí que comenzó a mover mi cabello con lentitud hasta que consiguió tomarle el ritmo a la trenza. Luego se detuvo.
—No se parece a la tuya —comentó confundido y frustrado.
Cogí la trenza especial de Luck y me reí. Era de todo, menos una trenza.
—No sirvo para esta mierda.
—Te aseguro que aprender a conducir una moto es mucho más difícil.
—Yo no puedo creer que sepas hacer una trenza y no puedas conducir una moto.
Me giré a mirarlo.
—Es difícil. Con suerte aprendí a conducir un auto.
Él me sonrió y luego me abrazó apegando mi espalda con su pecho gracias a la posición en la que estábamos. Me relajé y luego de unos segunditos comencé a sentir sus labios en mi mejilla.
Me gustaba tenerlo cerca, sentir su perfume varonil y que me estrujara contra su cuerpo con sus grandes manos. Me sentía segura...en casa.
Me tenía abrazada y apretujada con su cuerpo mientras besaba mis mejillas, luego mi mandíbula y me gustó tanto que sólo cerré mis ojos. Poco a poco bajó su boca hasta mi cuello consiguiendo que se me erizaran los vellos de la nuca. Comencé a sentir algo nuevo, algo que no había sentido antes. O al parecer si... ¿en alguna escena calentona de una de las películas románticas que veía? ¿Así se sentía en realidad el placer?
"¡Tócate!" Me había exigido una vez una amiga de mi ciudad anterior al enterarse de que seguía virgen, pero yo jamás lo había hecho, no me gustaba la sensación de estar tocándome sola en una habitación.
Pero ahora...
Cuando deslizó sus labios hasta mi oreja sentí que se me apretó el estómago. Me removí y él sonrió consiguiendo que su respiración activara todo mi cuerpo una vez más. Con lentitud dejó de abrazarme con fuerza y dejó sus manos en mi cintura. Podía sentir mi corazón latir con fuerza mientras sólo me daba unos pequeños besos alrededor de mi oreja. Dios ¿qué me pasaba?
Me alejé un poco de él y me giré.
—¿Todo bien? —me preguntó inocentón.
Pestañeé nerviosa.
—Todo bien —confirmé.
—¿Estás incómoda?
—No...solo que...nada. Yo creo que... ¿puedo? —me giré y quedé mirándolo de frente. Él frunció el ceño confundido, pero me dejó.
Me acarició los hombros, luego los brazos y me sentí nerviosa cuando me observó a los ojos. Temía que pudiera oír lo fuerte que me estaba latiendo el corazón. En realidad, todo. Todo estaba latiéndome. No hizo más larga mi tortura, me cogió del cuello y me acercó a él para besarme. Fue él quien me cogió de las piernas y me sentó sobre su regazo mientras besaba mi cuello, mi pecho...
De pronto me parecía que había mucha luz y todas mis inseguridades quedaron expuestas. Sentí que podría no ser suficiente para Luck luego de que él conocía a cientos de chicas en la cama y yo. Pues yo nada. Sólo conocía las cincuenta sombras de Grey y un par de libros eróticos que ni me acercaban a la realidad.
—¿Qué ocurre? —oí su voz ronca.
—Nada.
De inmediato se alejó de mí. Me observó.
—¿Qué ocurre? —repitió.
—Es que yo no...
—¿Quieres que pare?
—No —respondí de inmediato —, no es eso.
—¿Entonces? —frunció el ceño.
—Hay mucha luz.
—Mucha luz —repitió con cierta diversión en sus ojos —¿Y?
—Y yo no...bueno...tú sabes. Tú sabes que yo no...
—Si. Sé que eres virgen —contestó como si eso fuera lo de menos —Y no haré nada que no quieras.
—Luck —coloqué mis manos en sus hombros.
—¿Rocky?
—No soy buena en esto.
—¿En qué?
—En la cama.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque nunca he hecho esto.
—Entonces no lo sabes —contestó con simpleza.
—Pero tú sabes y yo...yo no estaré a la altura de las demás chicas y...no lo sé...no...
Su sonrisa interrumpió mi tartamudeo nervioso.
—¿Por qué te ríes?
Él se alejó de mí, se puso de pie y caminó hasta el interruptor de la luz, lo apretó y de inmediato la habitación se volvió completamente oscura.
—¿Así mejor? —oí su voz. Luego sentí que la cama se hundió, pero no se acercó a mí.
—Aun así...
—Por Dios, Rocky ¿de verdad piensas que teniéndote así en frente puedo si quiera compararte con otra persona? Acabo de decirte en la pizzería que te amo ¿no me oíste?
No había tocado ese tema todavía.
—Ya...ya sé, pero...
—No te comparas con nadie porque tú eres única para mí, Rocky —sentí su voz cada vez más cerca hasta que una de sus manos hizo contacto con mi pierna —Y te amo. Sí que lo hago. Así que deja de pensar idioteces...porque así, en esas pintas, con pijama y una trenza mal hecha, me tienes vuelto loco.
Guardé silencio y luego de unos segundos Luck ya estaba cerca de mí otra vez. Pese a estar congelada en la cama, él supo cómo atraerme hacia su cuerpo. Me besó en la boca y luego deslizó sus labios por mi mandíbula hasta mi cuello haciéndome sentir una leve presión en mis zonas más sensibles. Mi corazón latía efusivamente. Me acerqué a él y con un poco más de confianza me senté encima de su regazo sintiendo la dureza debajo de su pantalón. Tragué duro cuando me encantó. Sus manos se deslizaron por debajo de mi camiseta haciendo contacto con mi espalda desnuda, a palma abierta me acarició y luego, estorbándome, me quité la camiseta y el aire frío de la habitación hizo contacto con mi piel. No era la primera vez que Luck me veía así, pero sólo esta vez sentí que estaba mirándome como yo quería.
Sus labios recorrieron mi clavícula, luego el espacio entre mis senos hasta mi vientre.
Me cogió por la cintura y de un solo movimiento me dejó acostada en la cama, tendida bajo su cuerpo. Lo miré a los ojos que en ese minuto estaban más brillantes que nunca. Fui temerosa en un comienzo, así que fue él mismo quien se quitó la camiseta de un tirón dejando al descubierto sus tatuajes y su atlético cuerpo. Presionó su entrepierna con la mía y yo sentí poco a poco que iba a estallar. No entendía muy bien lo que sentía, pues no lo había sentido antes, pero no había nada que me detuviera. Ninguna persona. Ningún ruido. Ningún extraño.
Una de sus manos se deslizó por mis pechos aun con el brasier puesto, luego continuó por mi vientre desnudo y se detuvo justo antes del borde de mi pijama. Me besó un poco más, torturándome. Luego, sin advertírmelo, levantó mi pantalón y deslizó sus largos dedos hasta la delgada tela de mi calzón. Se me cortó la respiración por un momento. Tenía los dedos quietos sobre la tela y aun así mientras me besaba sentía que me palpitaba todo.
—Luck...—mi voz o no sé qué le dio el pase.
No me dijo nada. Sólo comenzó a mover sus dedos suavemente por alrededor. Si así se sentía con la tela, no podía si quiera dimensionar como se sentiría sin ella. Cerré mis ojos y no pude evitar apretar su espalda con mis dedos cuando sus movimientos comenzaron a ser más profundos. Parecía conocerme al revés y al derecho. Parecía un experto. Y eso me estaba encantando.
Poco a poco sentí que la sangre me subía al cerebro y por instinto —porque claramente de experiencia nada—, coloqué mis manos en la hebilla de su pantalón. Se los desabroché y él con seguridad se los quitó quedando sólo en bóxer. Mostrándome cuan excitado estaba por mí. Por mi culpa. De un tirón me quitó el pantalón de pijama. Y ahí estábamos: ambos en ropa interior deseándonos como nunca.
¿Podía volverme loca sólo sintiendo placer?
Esta vez me besó con efusividad y presionó su bóxer en mi pequeño calzón. Me relamí los labios porque sentí que se me secaba la garganta por tanto jadear. Me levantó hacia su cuerpo y de un solo movimiento me quitó el brasier. Mis pechos hicieron contacto con el aire frío y él sonrió cuando me estremecí. Me besó. Me besó tanto que no podría dimensionar si eso era normal o no. Casi me vuelvo loca cuando cogió uno de mis pechos entre sus manos y lo presionó.
Continuó su camino hasta mi calzón y me sorprendí un poco cuando como un experto siguió su camino por debajo. Haciendo contacto con mi piel sensible. Sus dedos siguieron con su movimiento circular por mi zona íntima y yo me retorcí. Me latía el cerebro. Me dolía deliciosamente todo el cuerpo. Sentí que introdujo uno de sus dedos, continuó sus movimientos y mientras yo intentaba no ser una escandalosa, él disfrutaba verme así...jadeando por su culpa. Me cogió la mano mientras continuaba con la otra de arriba abajo. Entrando y saliendo. Y la colocó encima de su bóxer diciendo "Así me tienes, joder". Y sí que lo tenía. Sus movimientos comenzaron a ser más rápidos y yo me retorcía cada vez un poco más, hasta que no pude evitarlo y solté un gemido que le indicó que todo iba como él quería.
Deslizó ágilmente mi calzón por mis piernas desnudas y luego se puso de pie y bajo mi mirada se desnudó sin ninguna pizca de vergüenza. Me sorprendió lo atractivo que podía llegar a ser Luck en esas pintas. Así. Desnudo frente a mí y excitado por mi causa.
Decidí tocarlo cuando volvió a ponerse sobre mí. Y me puso aún más ver cómo con los movimientos que llevaba yo a él se le marcaba la vena del cuello y sus músculos se tensaban.
Mis movimientos fueron un poco más rápidos e intensos. Tanto que él me detuvo con su mano.
—Para. Por favor. —pidió con voz jadeante.
Sabía que estaba cerca. Yo también lo estaba. Ambos lo sabíamos, así que deslizó mis piernas a los costados, cogió mis caderas y las levantó levemente. Lo vi acercarse al velador, abrió un cajón y de ahí sacó un preservativo. Me observó cuando lo abrió con la boca y lo deslizó por su miembro con tal lentitud que me torturaba. Luego, acercó levemente su miembro a mi entrepierna y me observó a los ojos. Con la punta se abrió paso hasta entrar. Y finalmente lo sentí. Sentí cómo calmaba todo. Mis paredes estrechas dolieron un poco acostumbrándose al tamaño de Luck. Pero cuando ya estuvo completamente dentro, sentí que me calmaba ese dolor.
Intentó controlar sus movimientos, podía sentirlo, pues me apretaba levemente las caderas cada vez que entraba y salía con una lentitud caliente y tortuosa. Hasta que poco a poco aumentó la velocidad y la intensidad. Apoyé mis manos en sus hombros mientras el choque de sus caderas contra las mías conseguía que algo se hinchara en mi interior. Cada vez fue menos delicado. Sentía sus movimientos bruscos que me remecían debajo de su cuerpo y conseguían que todo mi interior se moviera y sintiera un placer que creía nunca más poder sentir. Ya no podíamos besarnos, pues las embestidas sólo conseguían que mi boca se abriera para decir cosas inentendibles y jadeara como una loca.
Hasta que sentí que iba a llegar a un punto máximo ¿existía ese punto máximo? Algo comenzó a llenarse en mi interior y Luck se acercó a mí, su respiración se fue a mi oído y continuó con sus embestidas. Y ocurrió. Ocurrió que llegué a un máximo de placer que sólo pude sacar por mi boca. Mi zona íntima ardía y creo haber dejado a Luck sin espalda por haberlo apretado. Sentí que todo se me tensó, hasta él pareció tensarse y sus movimientos bruscos continuaron hasta que lo sentí. Emitió un jadeo grave desde su garganta y me apretó el trasero apegándome a sus caderas. Su respiración agitada me indicó que él también había alcanzado su quiebre.
Respiré hondo.
Dios.
Nos quedamos quietos, él encima de mí con su corazón latiendo al mismo ritmo que lo hacía el mío. Con nuestras respiraciones agitadas.
—¿Sabes? Creo que yo también te amo —dije y él rio encima de mí.
Se separó un poco, se quitó el preservativo lleno y le hizo un nudo. Lo vi ponerse de pie hasta entrar al baño y cuando regresó yo seguía desnuda sobre la cama. Él se acostó a mi lado, apegó su torso desnudo a mi cuerpo y me besó el hombro.
—Excelente primera vez —me dijo y yo me reí.
—¿Podemos dormir así? —me giré para mirarlo.
—¿Desnudos? —me preguntó y yo asentí rápidamente —De acuerdo, pero no reclames si te despierto a media noche para una más.
—Te aseguro que no reclamaré —contesté y él sonrió. Me apegó a su cuerpo, nos cubrimos con las sabanas y solo respiré hondo.
***
¿Todo bien? guiño guiño
Mil gracias por todo.
BESOPOS
XOXOXO
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