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Capítulo 23: Te quiero, Rocky


PASCAL

A regañadientes me dejaron sentada en medio de Trey y Vis para que no me moviera del asiento. Estaba histérica, quería bajarme y meter a Luck a la camioneta, pero no me dejaron, nadie me dejó. Ni siquiera Jeff o Vince que eran sus hermanos mayores. Will conducía con velocidad mientras yo era la única que le pedía que se detuviera y que regresara por Luck, pero claramente no me oyó. Luego de unos segundos en que sólo me dediqué a pelear, noté que Jeff estaba herido y que estaba perdiendo muchísima sangre de la pierna. Fue entonces cuando decidí callarme.

Llegamos a un terreno vacío y con rapidez abordamos una avioneta mientras Jeff se quejaba mucho más mientras lo movían de un lado a otro para apresurarse. Vince ya tenía una camiseta envuelta en la pierna de su hermano y la apretaba con fuerza para que la sangre no siguiera saliendo.

Franco, el tipo que siempre pensé que era uno de los involucrados en mi secuestro era el más preocupado por Luck, su pierna iba de arriba abajo y le preguntaba a Vis si era posible que lo soltaran por algo como eso, pero nadie parecía oír lo preocupado que estaba. Así que explotó...

—¡No podemos dejar a Luck solo! —se alteró.

—No lo dejaremos solo —comentó Will con tranquilidad —. Lo trasladarán a Bellemore y Fabregas se encargará de él.

—Tony no hará ni una mierda más por él —reclamó Vis por lo bajo.

Fruncí el ceño.

—Claro que sí, basta con eso —lo enfrentó Will.

El viaje a Bellemore fue más rápido de lo que pensé y cuando llegamos a la mansión Fabregas, entramos por los callejones a los que estaban acostumbrados los hermanos Fenti. Jeff seguía sangrando y Vince se apresuró a ir por mi padre, pero sus pasos rápidos nos interrumpieron a todos, se quedó frente a nosotros inmóvil y me observó de pies a cabeza. Sentí un gran nudo en la garganta, pero no quise largarme a llorar otra vez. Fue él quien se acercó a mí y me estrujó con fuerza entre sus brazos. El silencio reinó en ese momento y, al fin, pude respirar con más tranquilidad.

—¿Dónde está Luck? —preguntó papá notando que no se encontraba ahí.

—La policía lo detuvo —contestó Will.

Él frunció el ceño con confusión, luego miró a todos intercaladamente.

—¿Por qué?

—Asesinó a tipo que era policía —se adelantó Franco.

—Demonios —escupió papá y yo me quedé sorprendida ante esa información ¿cómo...cómo había sido capaz de...?

—Si no lo hacía iban a matarme o a quedarse con Pascal... él optó por matarlo.

Papá se quedó pensativo unos segundos, luego caminó de un lado a otro.

—Llamaré a la policía, la ambulancia está a dos minutos así que saquen a Jeff para que vayan con el doctor Levin.

Todos obedecieron a las instrucciones de mi padre y él me cogió del brazo y me arrastró hasta su oficina. No pasaron más de cinco minutos cuando la puerta se abrió y entró Jean con muchísima prisa, me observó de pies a cabeza y sin decirme nada me agarró el rostro con ambas manos, me examinó lentamente y luego me cogió los brazos y comenzó a subirme las mangas.

—¡Jean!

—Dime qué demonios te hicieron —exigió.

—Estoy bien... sólo me duele el pie.

Él se agachó, subió mi jean y notó el bulto que tenía.

—Demonios Pascal —frunció el ceño —. Esto es una fractura, vamos al hospital.

—Me daré un baño.

Confié en que papá se haría cargo de Luck y no lo dejaría en la cárcel cuando el mismo fue quien me rescató de esas horribles calles. Así que me di un baño después de haber estado por días con la misma ropa y tanto me relajé que comenzó a dolerme todo el cuerpo y empezaron a salir heridas que no había visto antes. Intenté ser rápida para que el shampoo no hiciera tanto contacto con mis heridas infectadas y luego salí con Jean hasta el hospital. Me curaron las heridas, me hicieron radiografías y también me vendaron el tobillo.

De verdad confié en que todo estaría bien...


LUCK

Me trasladaron a Bellemore esa misma noche y me sentaron frente a un espejo blindado y polarizado. Un policía que no había visto antes entró a la sala y se sentó frente a mí con una libreta y un lápiz, se veía cansado y con altas ganas de mandarme a la mierda, pero yo también a él, así que estábamos iguales.

—Nombre —soltó con desdén, sin mirarme.

—Luck.

—¿Luck cuánto? —levantó la mirada para observarme con cansancio.

—Luck Fenti.

—Edad.

—Veinte.

Anotó un par de cosas más que no alcancé a leer, luego apartó la libreta y me observó a los ojos.

—¿Por qué has asesinado a sangre fría a Josh Madrid?

—No lo conozco.

—Pero lo mataste.

Guardé silencio.

—¿Por qué?

Seguí en silencio.

—Debes ponerte a hablar —me amenazó y como no lo hice resopló con molestia —Ni siquiera tienes un poco de alcohol o drogas en el cuerpo, todo lo hiciste a consciencia.

—No consumo drogas y no, no bebí nada hoy.

—Estás en problemas, Luck. Y deberías saber que es mucho mejor que nos digas la verdad.

—¿Qué demonios quieres que te diga? —lo observé —Ya saben por qué estaba ahí, ya saben por qué armamos ese escándalo y ya saben por qué Josh se encontraba también en ese sitio. Así que no me jodan más.

—No estás diciendo lo que necesito escuchar.

—Eso es otra cosa —rodé los ojos —. Ya mándame a un puto calabozo.

—¿Trabajas para Fabregas?

—No.

—No mientas —se puso de pie y me observó hacia abajo.

—Pero es agradable —continué —¿lo conoces?

—No me fastidies ¿trabajas para él?

—No.

—¿Lo conoces?

—¿Quién no lo conoce?

—La gente normal —frunció el ceño.

—Somos extraterrestres —sonreí.

El policía frunció el ceño y salió de la sala enfadado y frustrado. Oí que les decía a los otros policías que yo no hablaría. Tenía derecho a llamar a una persona, pero no quería molestar a papá, que ya de seguro se había enterado de lo que pasaba y estaba plantado afuera de la casa de Tony para pedirle una explicación.

Pasé la noche en un lugar pequeño, de muros gastados y una colcha en mal estado. Y cuando desperté fue a causa de unos gritos, miré torpemente por entre los barrotes, me dolía la espalda. Noté que me habían dejado una botella con agua en el suelo, así que la cogí, derramé el líquido en mis manos y me mojé el rostro.

—Vamos, no tenemos toda la mañana —oí la voz de un policía, abrió la puerta de la celda, me colocó nuevamente las esposas en mis muñecas y lo seguí.

—¿Dónde vamos? —pregunté mientras uno de ellos iba detrás de mí y el otro por delante. Era un pasillo angosto. No había escapatoria.

—Alguien quiere verte —me contestó el que iba adelante.

Me llevaron al mismo sitio de ayer en la entrevista con el inepto policía, me senté a esperar quien aparecería esta vez. Y cuando la puerta se abrió y vi su rostro otra vez, quise ponerme de pie a golpearlo. Era Mike.

—¡¿Qué mierda haces aquí?! —alcé la voz poniéndome de pie. Otro policía me detuvo por los hombros y con fuerza hizo que me sentara. Mike me observó con burla, luego se sentó frente a mí. Tenía los pómulos hinchados, un parche en la frente y otro en el mentón. Se veía realmente como la mierda.

—¿Te olvidas de que soy un policía?

Si Mike estaba a cargo de mi caso... iban a pudrirme en la cárcel.

—Morirás en prisión, Luck —soltó.

Tensé la mandíbula.

—Yo puedo escapar de morir aquí, tú no.

—¿Qué? —se desconcertó con una sonrisa.

—¿De qué te ríes? —lo observé con seriedad —. Puedo escapar de mi muerte, en cambio tú...no.

—Yo no moriré —contestó sarcástico.

—Ya estás muerto —dije frío —. Piensas que eres muy poderoso teniéndome aquí encerrado. Piensas que te has librado de todo porque logramos quitarles a Pascal... Te crees el dueño del mundo ¿no? —sonreí un poco —¿Cuánto luchaste para ser policía?

Él me observó confundido.

—Has luchado bastante, supongo —continué —. Y lo peor es que no te darás cuenta cuando estemos en tu funeral. Yo no estaré aquí y tu estarás malditamente muerto.

Mike se quedó sorprendido con mis palabras. Que en realidad no se alejaban tanto de la realidad.

—Soy policía porque viví siempre en los barrios más peligrosos de este lugar —me contó sin pedírselo —. Quiero que la mierda acabe.

—Lástima que la mierda acabará contigo.

—Eso no pasará, Luck.

—Mike... cometiste un error —fruncí el ceño. —Un muy grave error.

Él enarcó una ceja y apoyó la espalda cómodamente en el respaldo de la silla.

—Secuestraron a Pascal Fabregas y le dispararon a mi hermano. Te has metido con los Fabregas y los Fenti... y lástima que no terminará aquí.

Él se quedó mirándome sin pestañear, luego analizó un poco lo que le dije y sólo se acomodó.

—Hoy hay juicio —cambió el tema —Fabregas puso un abogado para ti.

—¿Él estará aquí?

Se encogió de hombros.

—No lo sé.

Pasaron unas cuantas horas, pero el juicio no llegó. Sólo llegó un tipo elegante a la celda en la que estaba y me comentó que era el abogado de Antoni Fabregas. Me habló de que querían darme veinte años de cárcel por haber asesinado a un policía y que probablemente podrían dejarme para siempre dentro, ya que no era llegar y matar a un tipejo de alto rango. Hablamos por un momento, ni siquiera me pidió mi versión de los hechos y se largó diciéndome que todo estaría bien, que me mantuviera tranquilo y no hiciera escándalos.


Pasó una hora exacta cuando llegó un policía a abrir mi celda, me observó a los ojos por un momento y comenzó...

—Estás en libertad.

No dije nada, sólo lo seguí por el pasillo, me devolvió un par de cosas que me había quitado y me indicó donde estaba la puerta para irme. Atravesé la puerta y vi a Mike sentado con otro policía mientras bebían un café, se tensó al verme y se puso rígido. Le di una mirada fugaz, luego me despedí de él con una sonrisa y me largué.

Cuando estuve afuera, miré a mi alrededor y vi uno de los autos de Fabregas aparcados, me acerqué a él, golpeteé el vidrio polarizado y las puertas se abrieron, me subí en la parte trasera y vi a Tony a mi costado mientras el auto se ponía en marcha.

—¿Qué tal la noche? —me preguntó con su voz rasposa.

—¿Por qué estás ayudándome? —fue lo único que salió de mi garganta.

—Salvaste a mi hija —se quitó los anteojos negros y me dejó ver un moretón en su pómulo derecho.

—¿Qué demonios te pasó?

—Digamos que me costó un poco lidiar con Sam —contestó frío —Ah. Y Norman Fenti —rodó los ojos —. Sigue dando puñetazos duros.

—¿Qué? —abrí los ojos de par en par.

—Estaba preocupado por Jeff y por ti. Lo entiendo.

De verdad no me podía imaginar a mi padre dándole un puñetazo en el rostro a Tony Fabregas.

—Sólo falta Mike —continuó con tranquilidad.

Guardé silencio.

Comenzaba a pesarme la idea de que no volvería a ver más a Pascal. Teníamos un trato y no éramos de romperlos.

—Gracias Tony —le dije cuando nos bajamos de su auto.

Él me guiñó un ojo y luego continuó su camino hasta su oficina. Me quedé afuera de la cueva por unos segundos, sabiendo lo que tenía que hacer, pero antes de entrar e ir por mis cosas, unos pasos me interrumpieron, me giré y vi a Jeff caminando con muletas.

—¿Cómo está tu pierna? —pregunté acercándome a él, le di unas palmadas en el hombro y él me sonrió adolorido.

—Sanando.

—Bueno, ya me voy —le dije.

—¿Por qué? —oí la voz de Trey acercándose a nosotros, saliendo de la cueva. Nos miró a ambos.

—Tony y yo tenemos un acuerdo.

—¿Qué acuerdo?

—Que luego de traer a Pascal con vida aquí, me iría.

Jeff rio negando con su cabeza.

—¿Dónde? —preguntó Trey enseriándose aún más.

—A mi departamento. No trabajaré más para Tony.

—Que hijo de puta —murmuró Jeff —Arriesgaste tu vida.

—Y la de ella también —lo observé. —De seguro me encuentro un buen trabajo en algún bar de papá.

Trey rodó los ojos.

—No te pagará mejor de lo que te paga Tony —me observó fijamente.

—¿Vince sabe de esto? —preguntó Jeff apoyándose en la pared.

—Ni se lo menciones.


PASCAL

Ya sabía que Sam era el primo de Amy, sabía que todo lo había planeado Kyle y que Mike chantajeaba al topo con mucho dinero y droga gratis. Sam sólo quería vengarse, pero le había resultado todo mal. Mike solo quería el poder al decir que él había capturado a Tony Fabregas.

—Pascal —oí la voz de Jean detrás de mi puerta, golpeó un par de veces al notar que tenía con llave y enseguida me puse de pie para abrirle.

—¿Tienes noticias? —pregunté en cuanto lo miré a los ojos.

Quería saber de Luck y él lo sabía. No podía imaginarme a Luck detrás de las rejas siendo una persona tan alocada y libre.

—Está libre —me dijo, pero no sonrió como esperé.

—¿Él está aquí?

Jean asintió levemente y en un par de segundos ya estaba corriendo escalera abajo para ir a verlo. Él no me detuvo, sólo me dejó ir. Lo que me pareció extraño por un momento, pero luego me preocuparía por eso. Abrí la puerta del subterráneo y cuando estuve afuera de la puerta de Luck, golpeteé un par de veces. Oí sus pasos y mi estómago se apretó. La manilla se giró hasta que lo vi.

Nuestras miradas se encontraron, pareció sorprendido de verme.

—¿Qué haces aquí? —habló al fin.

Se veía diferente, lo noté diferente.

—Quería verte —contesté —¿estás bien?

Él asintió.

—Me voy, Rocky.

—¿Cómo? —fruncí el ceño sin entender. —¿Te vas dónde?

—Me voy de aquí. No trabajaré más para tu padre.

Se me apretó el estómago.

—Pero nos seguiremos viendo ¿no? —sonreí levemente, pero su mirada seria me cortó.

—No.

—Estás bromeando...

—Quisiera que lo fuera, Rocky.

No estaba entendiendo lo que decía, ¿por qué no nos íbamos a volver a ver? Iba a reclamar, a decirle alguna otra cosa, pero unos pasos nos interrumpieron descolocándonos. Ambos nos giramos para ver de quien se trataba y me sorprendió ver a mi padre ahí. Tenía la mandíbula tensa, nos observó a los ojos y se acercó. Se veía serio. Muy serio.

—¿Qué estás haciendo aquí? —me preguntó mientras sus manos se mantenían en sus bolsillos.

Erguí mi espalda para contestarle.

—Vine a ver a Luck ¿por qué se irá?

—Porque sí —contestó seco. —La vida ya no puede jugar más con nosotros.

—¿De qué estás hablando, papá?

—Sólo vete rápido —miró a Luck con desdén.

Observé a Luck esperando alguna reacción propia de él, alguna palabrota o enfrentarlo, pero no dijo nada. Sólo entró a la habitación, cogió un bolso con todas sus cosas y lo atravesó por sus hombros. Mi padre continuó observándolo con frialdad hasta que estuvo en el pasillo junto a nosotros.

—Si piensas que Luck fue el culpable de...

—No estoy pidiendo tu opinión —me cortó de pronto y yo me sorprendí. —Ahora sube.

Noté que Luck apretó la mandíbula, alzó la vista y observó a mi padre a los ojos. La tensión entre ellos era notoria, hasta a mí me ponía nerviosa. Sentía que en cualquier momento mi padre lo tomaría por el cuello y lo ahorcaría en la pared.

—Sólo me despediré de ella —comentó Luck.

Mi padre se rio un poco. Estaba en su modo cruel, lo conocía. Luego asintió levemente y se giró para ir a su oficina.

Tenía los puños apretados, lo noté cuando caminé junto a Luck hasta estar en el callejón. Quería reclamar y pelear, pero la mirada fría de mi padre me había lanzado una advertencia. Y la mirada perdida de Luck me decía que entendía esta decisión que yo todavía no procesaba.

Me observó a los ojos, me apartó un mechón de la cara y luego me sonrió con tristeza.

—Es más difícil de lo que pensé.

—No te vayas —pedí de pronto y él abrió un poco más sus ojos, sorprendido —. Por favor.

—Rocky —aflojó.

—De verdad, puedes quedarte, yo hablaré con mi papá y...

—Hice un trato con tu padre —me interrumpió.

—¿Por qué ahora le obedeces?

—Arriesgué tu vida.

—Fue un accidente.

—Pero no debí llevarte hasta ese extremo. Tu lo sabes, Rocky. Eres inteligente, no necesitas que te de tantas explicaciones de mierda —me dijo cansado.

—¿Y qué piensas hacer? ¿Irte y fingir que no nos conocemos? —sentí el nudo en mi garganta. Él lo notó.

—Así no saldrás lastimada.

—No saldré lastimada.

—Me conoces.

—Confío en ti.

Él me observó con dolor en sus ojos.

—Lo lamento —murmuró. —Y también siento haber sido un idiota. Debí haberte dejado en paz desde el momento en que supe que eras hija de Tony Fabregas. En el momento que supe que...que voltearías mi vida.

Me picaron los ojos. Se sentía como una despedida para siempre, me dolía el pecho.

—Es obvio que tú y yo jamás estaremos tranquilos juntos —continuó destrozándome un poco más.

Una lágrima me recorrió el rostro y yo la sequé rápidamente.

—Es obvio que tú no me quieres en tu vida —apreté los puños —. De acuerdo, aléjate de mí, pero no regreses —mis palabras fueron orgullosas, iba a voltearme para entrar nuevamente a casa, pero él me detuvo del brazo.

—Sólo dame un abrazo.

—Luck.

—Ven aquí Rocky —me cogió por los hombros y me apegó a su cuerpo, sus brazos me rodearon y me apretó contra su pecho. Quise quedarme inmóvil, pero todo mi cuerpo reaccionaba a Luck Fenti, así que sólo lo abracé. Respiré hondo, queriendo ser fuerte.

—No quiero soltarte —oí su voz mientras mantenía su boca en mi cabello.

—No lo hagas —susurré.

Poco a poco nos separamos, nos observamos a los ojos y él besó mi frente.

—Adiós, Rocky.

Guardé silencio. Si decía algo iba a largarme a llorar como una idiota. Lo vi caminar hasta su moto, se subió a ella sin mirarme y yo quise detenerlo, de verdad, pero mis pies no colaboraron. Estaba estancada al cemento.

Me observó por última vez, su sonrisa no le llegó a los ojos, hasta que se largó dejándome ahí, en medio del callejón con el corazón hecho pedazos.

Estaba frustrada y muy furiosa. Abrí la puerta con agresividad y tras cerrarla bajé las escaleras con rapidez para entrar a la oficina de papá. Él apenas me vio se descolocó un poco.

—¿Qué diablos pasa contigo? —lo enfrenté. Ya estaba llorando, pero de enfado.

—Maiky... —se puso de pie con preocupación y caminó hasta estar cerca de mí —¿Qué ocurre?

—¿Qué tipo de trato hiciste con Luck?

—Hija.

—¡Ya basta papá! —alcé la voz.

—Cálmate —me pidió. Él siempre me había enseñado a controlar mis emociones, sobre todo porque en el mundo en que se movilizaba debíamos tomar, en ocasiones, decisiones rápidas y frías, pero en ese momento me valía una mierda el control. Sólo quería enfrentarlo.

—Estoy calmada.

—No lo estás.

—¡No vengo a que me calmes! —lo observé con enfado —Explícame por qué Luck se ha largado de aquí si es tu mejor corredor ¡Y por qué no puede acercarse a mí!

Él respiró hondo, cansado. Caminó hasta estar detrás de su escritorio y se sentó, yo no me senté.

—Luck arriesgó tu vida —comentó, pero a mí me pareció absolutamente absurdo. —No puedo dejar que te ocurra algo así otra vez, estuvimos a punto de perderte.

—Pero él fue por mí. Esa noche nada fue su culpa, nada.

—No espero que lo entiendas —me observó fijamente —, quiero que aprendas a vivir en este mundo o que definitivamente te vayas de aquí. Debes alejarte de las personas que ponen en riesgo tu vida, no te hace bien.

—Soy la hija del apostador clandestino más grande del puto país —contesté con sarcasmo —¿De verdad vamos a discutir quién pone en riesgo mi vida? Mi madre está muerta ¿por qué no te alejaste de ella? —fruncí el ceño.

De inmediato me arrepentí de lo que dije.

Su mirada se quedó en la mía esperando que lo lamentara, pero no me atreví. Se notó decepcionado, respiró hondo y luego continuó.

—¿Entiendes por qué quiero que te alejes de él?

—Eso es lo que tú quieres, pero ¿te has preguntado lo que yo quiero?

—¿Qué quieres?

—Sólo una cosa.

—¿Cuál?

—Que me dejes ser feliz.

—¿No eres feliz?

Lo miré por unos segundos. No podía ser una malagradecida. Sabía que mi padre quería lo mejor para mí y que intentaba siempre dar lo mejor de él para que mi vida fuera lo más normal posible. Pero no podía así... no cuando él estaba tomando decisiones por mí.

—Lo soy —respiré hondo, calmándome —, pero ya me cansé de que decidas siempre por mí. Sé que me das todo lo que tienes...pero yo también tengo sentimientos por las personas.

—No quiero que te lastimen, Pascal —me observó.

—Es parte de la vida ¿no crees? No voy a morirme si me lastiman.

Él se mantuvo en silencio por un momento, asintió lentamente y luego sacó todo el aire que tenía en sus pulmones. Apoyó su espalda en el respaldo de la silla y continuó observándome con sus ojos idénticos a los míos.

—No confío en Luck —confesó —. Todavía no.

—Yo sí.

—¿Por qué?

—Es el único que no ha escapado de mi vida sabiendo quien soy —bajé la voz y finalmente me senté. Estaba entendiéndome, así que debía bajar las revoluciones —Sé que él estará cuando lo necesite...lo sé. Sé que no es como los otros chicos, pero siento que estoy bien.

Papá parpadeó con sorpresa.

—De acuerdo —dijo, al fin.

—¿De acuerdo qué?

—Necesito que aprendas, Pascal, a manejar tu vida...porque yo algún día no estaré aquí y quiero que seas lo suficientemente capaz de enfrentarte a las cosas que te molestan o incomodan —me dijo y yo sonreí levemente —. Nadie es capaz de manejar tu vida, ni siquiera yo.

—Estás diciendo que...

—Que sí. Que quería ver que hacías luego de esto, y ahora me queda claro que tengo una hija capaz de gritarle a Tony Fabregas —rio, me contagió y yo también reí quitándome las lágrimas. —Si lo quieres en tu vida, adelante, pero si vuelve a ponerte en peligro no me pidas que tenga condescendencia.

—¿Lo odias? —fue lo único que me importó en ese momento.

—Claro que no —sonrió. —Pero no seguirá trabajando aquí. Le tengo cariño a Luck, es hijo de casi el único amigo que tengo en Bellemore y es muy inteligente. Pero no puedo arriesgarlo trabajando aquí... ya lo pilló la policía una vez, no soportará una segunda.

—¿Estás ayudándolo indirectamente? —entrecerré los ojos.

—Salvó a mi hija —se encogió de hombros.

Me acerqué a él y lo abracé con fuerza.

Papá siempre terminaba comprendiéndome, salvándome o dándome explicaciones de horas de cosas que no me convenían. Intentaba ponerse en el papel de madre y padre a la vez y lo hacía genial. Nos teníamos confianza y ninguna pelea había terminado con nosotros. Y esto no sería ninguna razón.

En cuanto salí de la oficina de papá llamé a Luck, pero no atendió el móvil, así que sólo subí las escaleras e intenté ser paciente, pese a que definitivamente jamás lo era.


Por la tarde Dan fue a casa y estuvimos conversando mientras veíamos una película. Evitamos hablar del secuestro y de las caóticas calles de Lakecity. También evitamos hablar de Amy, pues ambos terminábamos con un gusto amargo respecto a ese tema. Sólo pude contarle un poco sobre cómo se sentía papá con Luck cerca de mí. Él lo entendía, pero le caía muy bien Luck como para decirme que me alejara de él a toda costa.

Estaba mirando el techo con la cabeza en blanco, pero con el móvil apoyado en mi estómago por si vibraba. Hasta que lo hizo. Rápidamente levanté el teléfono y vi un mensaje de Luck. Lo abrí con el corazón casi en la garganta.

Luck: ¿Ya moriste sin mí?

Sonreí.

Pascal: ¿Dónde estás?

Luck: Esperándote, llevo casi dos horas aquí

Pascal: ¿Dónde?

Luck: Ya sabes dónde. En un sitio en donde tengo congelada la nariz y las estrellas se ven más cerca que nunca.

Pascal: ¡Voy!

Luck: Tienes 30 segundos ¡Corre!

Lancé el teléfono a la cama y me puse de pie. Cogí un abrigo, mis pantuflas y corrí hasta estar en el tercer piso. La ventana del tejado estaba abierta, así que sólo me subí y lo vi sentado fumando un cigarrillo. En cuanto su mirada hizo contacto con la mía, me sonrió.

—Pensé que iba a morir congelado —dijo en cuanto estuve cerca. Me senté a su lado con el corazón latiendo fuertemente.

Me senté en silencio a su costado y él fijó sus ojos cafés en los míos.

—Te eché de menos, Rocky.

—Nos vimos esta mañana, Lucky Luck. No exageres —rodé los ojos, bromeando.

Él rio.

—¿Te recuerdo quién estaba llorando?

—En mi defensa...

—Pero lloraste —me interrumpió con una sonrisa burlesca.

—Pero yo...

—Lágrimas.

—Yo no quería ha...

—Llanto. Tu fuiste, eras lágrimas

Me crucé de brazos y él sólo sonrió divertido.

—Supongo que Tony ahora me tendrá más vigilado que nunca, de seguro si te abrazo me llega una bala en la frente —lo oí.

—Que exagerado —rodé los ojos.

—Ven aquí, Rocky —apagó el cigarrillo en el tejado y me cogió por los hombros apegándome a su cuerpo. Me estrujó con fuerza y luego se separó unos centímetros, mirándome de cerca.

—¿Qué haremos ahora? —susurré.

—Estar juntos.

—¿Cómo es eso? —continué con un tono de voz bajo.

—Así —me cogió de las mejillas y me plantó un beso que me dejó helada, luego se separó un poco de mí con el ceño fruncido —¿entendiste?

—Creo que no tanto...

Y volvió a darme otro beso.

—¿Y ahora?

—Puede que...

Otro beso.

Me reí.

—Ya entendí.

—No quiero perderme ninguna de tus sonrisas, Rocky. Menos una de tus locuras golpeando a tipos un metro más grandes que tú —confesó y a mí se me apretó el estómago —¿Podrías enseñarme a quererte?

Pestañeé incrédula.

—Pues es fácil...

—Te traigo margaritas, lo sé ¿qué más?

—Golosinas...

—¿De cuáles?

—Cualquiera de frambuesa.

Él asintió muy seriamente, casi anotándose esas cosas en sus notas mentales.

—¿Qué más?

De pronto, algo se atravesó en mi cabeza.

—¿Nos esconderemos del mundo?

Él frunció el ceño.

—¿Por qué me preguntas eso?

—No quiero vivir siempre en una burbuja.

—Del único que nos escondíamos era de Fabregas —respondió con seguridad —¿Pero debo gritarle a todo el mundo que eres todo lo que quiero?

Me encogí de hombros.

—¿Y todo lo que me has dicho antes?

—Ya no puedo seguir temiéndole a mis sentimientos. A la mierda, sólo quiero vivir el presente, tenerte aquí y no soltarte. Quizá merezcas a alguien mucho mejor que yo, pero ¿sabes? No me importa —zanjó con seguridad observándome a los ojos —Me descubrí a mi mismo casi dando la vida por ti, de verdad ya me vale una mierda todo. Incluso Tony —rio. Le sonreí.—¿Qué más puedo decirte? —esbozó una pequeña sonrisa —Te quiero, Rocky. 

***


AAAAAAAAAAAA LE DIJO T KIEROOOOOOO

¡No olviden dejarme sus comentarios y votos!

BESOPOS

XOXO

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