Capítulo 19: Allanamiento
Lo quedé mirando por unos segundos sin entender mientras él me observaba fingiendo que tenía fe en que sabía lo que era eso.
—Vienen policías y...
—Revisan todo —terminó Jean por mí.
—¿Cómo logran enterarse de eso?
Él se encogió de hombros.
—Los contactos de Tony. Nos traicionaron.
—¿Quién?
—Kyle.
Mi mente viajó al rostro de ese tipo y fruncí el ceño cuando recordé que Luck sospechaba de él.
—¿Qué debo hacer?
—Nada. Actúa como si no supieras, es fácil.
—¿Papá estará aquí?
—Claro que sí.
—Ellos conocen a papá, Jean.
—No pueden arrestarlo sin tener pruebas. Ellos suponen cosas, pero jamás han tenido una prueba de él haciendo algo.
—¿Y cómo explicarán lo de los subterráneos? Ellos se darán cuenta... —comencé a hiperventilar.
—Tranquila Pascal. Todo está bajo control. Mantén la calma.
—¿Y Lu...los hermanos Fenti?
Él rodó los ojos con una sonrisa.
—Luck estará aquí.
—¿Y los demás?
—No. Vince tiene antecedentes, Trey prefirió no estar y Jeff se ofreció para quedarse, pero Tony se negó.
—No entiendo... ¿por qué no sacan a Luck de aquí también? ¿Quieren que se lo lleven?
—Él estará bien, sabe cuidarse el culo.
Me acerqué a él.
—No dejes que se lo lleven a prisión —lo señalé.
—¿No confías en mí?
— —
Había pasado una mala noche, me tenía con los pelos de punta imaginar a la policía entrando a casa para investigar todo. Jamás nos había pasado algo así y realmente me atormentaba el hecho de que descubrieran cualquier cosa y alguien corriera el riesgo de ir a la cárcel.
Me desperté temprano e intenté calmar mis pensamientos con una ducha caliente. Bajé corriendo las escaleras, no sé por qué y al hacerlo me encontré con Luck sentado en el sofá, revisando algo en su móvil.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté en cuanto nuestras miradas chocaron.
—Buen día Rocky.
—¿Qué haces aquí? —volví a preguntar y él frunció el ceño.
—Esperar.
—¿Esperar qué?
—A la policía.
—¿Estás bromeando? Por Dios, ¿Cómo pueden creer que esto es un juego? ¿Están locos?
—Debes calmarte, Rocky —su mirada se quedó en la mía y se puso de pie.
—No quiero que nadie se vaya a la cárcel... —bajé la voz.
—Eso no pasará.
—Si eso pasa yo... yo me voy a quedar sola.
—Nunca nadie va a dejarte sola —me sonrió, luego acarició mi mejilla.
De pronto, alguien carraspeó detrás de nosotros. Me separé de él y ambos miramos. Era mi padre.
—¿Todo bien? —nos observó fijamente, inexpresivo. Sólo asentí.
Miró una vez más a Luck y luego caminó por el pasillo dejándonos a solas.
—Creo que me quiere —opinó Luck con una sonrisa en el rostro.
Me senté en el sofá y él también lo hizo.
—No te ilusiones.
—Se habría quedado aquí si me odiara tanto.
—¿Estás bien con eso?
—Completamente feliz —sonrió divertido.
Iba a responderle, pero golpes en la puerta me interrumpieron. De inmediato mi estómago se apretó y mi corazón se aceleró con fuerza.
Vimos a Jean acercarse a la puerta con temple sereno, nos observó antes de abrir y luego oímos la cerradura. No me di cuenta de que estaba apretando a Luck hasta que se quejó por uno de sus dedos, le pedí disculpas y volví a juguetear con mis manos. Luck intentó hablarme para que me quedara tranquila, pero la voz de Jean y el policía se podían oír.
—¿Sí? —oímos a Jean.
—Tenemos una orden de allanamiento firmada por el juez a cargo. Debemos investigar, puesto que se sospecha de Antoni Fabregas. Creemos que este domicilio puede estar involucrado con drogas, armas y apuestas ilegales.
—Necesito ver la orden.
Hubo un silencio.
—¿Está bien? —creo que Jean asintió —. Bien, ahora podemos entrar.
Jean se hizo a un lado dejándolos pasar. Conté a seis policías, con casco y armamento de gran calibre, como si hubiesen ido a encontrarse con el peor de los narcotraficantes. Me tensé un poco en donde estaba y me puse de pie.
—Jean ¿qué ocurre? —le preguntó Luck en su mejor faceta de actor.
Me quedé quieta, intercalando la mirada entre ambos mientras podía oír a los policías meterse por todos lados de la casa, girando muebles y repisas.
—Tienen una orden de allanamiento.
Uno de los policías se acercó a nosotros y me observó fijamente, supuse que era la que se veía más histérica por la situación.
—Necesito registrar quien vive en este lugar.
Jean frunció exageradamente el ceño.
—Usted habló sobre la vivienda ¿por qué quiere indagar sobre las personas residentes?
—Ellos están dentro de la vivienda.
—Pero podrían no ser los dueños —la voz de Jean fue dura y el policía resopló con cansancio —. Suficiente tenemos ya con que estén destruyendo nuestro hogar para que luego vengan a poner más nerviosos a mis hermanos.
No hubo más conversación entre ellos, sólo el hombre se alejó de nosotros acercándose a sus pares. El cuarto de estar era un desastre, dos policías volteaban sofás, quitaban almohadas, revisaban libro por libro botándolos al suelo, movían persianas y levantaban alfombras.
De pronto, vi a mi padre salir por el pasillo junto a un policía quien le hacía preguntas. Él parecía tranquilo, como si hubiese hecho eso toda su vida.
Vi a uno de ellos subir al segundo piso. Di un respingo y salí disparada siguiéndolo por la escalera, Luck quiso seguirme, pero Jean lo detuvo en medio de la escalera.
Iba a meterse a mi piso, al que yo pasaba todos los días de mi vida. La puerta de mi habitación estaba abierta y en cuanto entré vi al policía lanzando todas mis pertenencias al suelo.
—Espere... —mi tono de voz se elevó. Él se giró para observarme, se notaba que era bastante joven, sus ojos oscuros me atravesaron.
—Estoy trabajando.
—¡Estás destruyendo mis cosas! —me alteré cuando de un tirón sacó el cajón de mi mueble y lo volteó a la alfombra.
No había sido parte de algo así jamás y estaba comiéndome las venas que destruyera todo con tanta facilidad.
—Debo hacerlo, señorita —contestó sin dejar de mirar por todos lados.
Quería gritarle que estaba siendo un impertinente y un animal mientras me destrozaba todo, pero decidí no gritarle, pese a toda la rabia que estaba teniendo. Salí de mi habitación dejándolo a solas, bajé por las escaleras y noté que la puerta que daba al subterráneo estaba abierta. Luck me observó a los ojos con preocupación.
Sin preguntarle lo cogí de la mano y bajamos por las escaleras hasta estar en el primer subterráneo, estaban revisando habitación por habitación y cuando salían todos decían que no habían encontrado nada. Sólo ropa.
—¡Aquí está la oficina de Fabregas! —gritó un tipo desde abajo. Se me apretó el estómago y todos bajaron al segundo subterráneo.
Mi padre siguió al oficial mientras Jean, Luck y yo nos quedábamos arriba escuchando todo lo que decían.
—¿Cómo puede explicarnos esto? —le decía el policía a mi padre.
—Pues es mi oficina ¿no está viendo?
—¿Para qué necesita una oficina y tantas habitaciones en una casa?
—Le doy alojamiento a personas, necesito ganarme la vida de alguna manera —respondió mi padre con tranquilidad. —Además, esta casa venía con todo esto, no lo construí yo.
El policía se quedó en silencio hasta que se oyó otra voz diciendo que no había absolutamente nada sospechoso y al instante noté como Jean y Luck respiraban aliviados. De pronto, oímos pasos provenientes de la escalera, nos giramos para ver quién era encontrándonos con tres policías, entre ellos el tipejo de mi habitación. Pero luego bajó un tipo vestido normal...Kyle.
Luck se tensó.
—¡No hay nada en el segundo ni tercer piso, jefe! —gritó el policía de mi habitación.
—En el primero tampoco —oímos a otro.
Kyle cambió su rostro poco a poco y nos observó de reojo.
—Me temo que aquí abajo tampoco —dijo el oficial mayor mientras subía las escaleras junto a mi padre y otro policía. Me faltaba uno.
—Ya revisé todo el sector por fuera, jefe —oí la voz que faltaba.
Todos subimos hasta estar dentro de la casa.
—Carl, este sujeto es un apostador clandestino —dijo Kyle sorprendiéndonos a todos.
Kyle miraba a mi padre con desconfianza y temor. De vuelta tenía las miradas de todos nosotros, pero el que más odio le tenía era Luck. Quería golpearlo, podía notarlo. En cambio, Jean sólo lo observaba con soberbia e indiferencia, como si ya estuviese acostumbrado a ese tipo de idiotas.
—Usted es Antoni Fabregas ¿no? —preguntó el oficial.
—Si.
—Todo el mundo está tras sus pasos.
—Lo sé —papá se encogió de hombros —, pero ya sabes. Cuando uno se esfuerza un poco más en este pueblo de mierda, todos comienzan a juzgarte.
—¿Conoce a Kyle Wilson?
—¿Este chico? —preguntó papá señalándolo con el mentón.
El policía asintió mientras papá lo recorría de pies a cabeza.
—No, no lo conozco —contestó con seguridad. A Kyle casi se le cae la mandíbula cuando oyó sus palabras tan creíbles.
—No mientas, Fabregas. Me diste trabajo —se sobresaltó el pobre de Kyle.
Mi padre y Jean sonrieron juntos, luego la mirada de papá se fijó en la del oficial.
—Ya ves ¿eh? En este barrio de mierda todos te creen cualquier cosa.
—Bueno —asintió el hombre —, disculpe la molestia. Sin embargo, ante cualquier sospecha, nos pasaremos aquí otra vez.
—No hay problema.
—Vámonos.
Todos caminaron detrás del oficial hasta salir de la casa. El mismo tipo que había registrado mi habitación se quedó mirándome por unos segundos, pero lo ignoré.
Kyle se quedó inmóvil frente a nosotros.
—Acabas de cavar tu propia tumba, amigo mío —la voz de mi padre rompió el silencio incómodo que se había formado. Kyle lo observó con odio.
—¿Qué mierda hiciste para ocultar tanto dinero y apuestas?
—Cuida tu culo, Kyle —ignoró su pregunta.
—Estoy protegido por la policía federal.
—¿Te parecen ellos más inteligentes que yo? —se rio un poco.
Kyle guardó silencio y luego caminó detrás de los policías. La puerta de entrada se cerró.
—De acuerdo, así de fácil y rápido era —papá se giró a mirarnos —Pueden volver a lo que hacían. Luck, sígueme.
— —
Aquella mañana luego de salir a correr un rato, Luck estuvo enseñándome a conducir su moto, sólo por diversión. Y tras risotadas y enfados de su parte por no poder aprender rápido, regresamos a casa entre bromas y anécdotas. A ratos ni yo entendía en qué momento me había acercado tanto a él luego de la fiesta.
Cuando me dejó cerca de casa, vimos a Kyle conversando con Jeff. En realidad, Jeff estaba apegado a él enfadado, amenazándolo. Luck de inmediato detuvo la moto.
—No te muevas de aquí —me dijo mientras ponía el pie de apoyo y caminaba hacia ellos.
LUCK
Me acerqué a ellos rápidamente antes de que Jeff comenzara a golpear a Kyle en la pared del callejón.
—¿Qué diablo pasa aquí? —interrumpí su discusión.
Jeff se veía sacado de quicio, quería golpearlo. Y que Jeff se enfadara ya era difícil.
—Sólo conversábamos —contestó Kyle sonriente.
—Cállate, no estoy hablando contigo. ¿Jeff?
—Atrapé a este idiota. Lo atrapé —me dijo, enfadado —. Quiere hacerle daño a Pascal para chantajear a Fabregas.
—¿Qué? —desvié la mirada y la puse en Kyle, quien me observaba con demasiada soberbia como para soportarlo.
—Ya sabes, cuida a tu novia, Lucky.
Lo empujé con fuerza del pecho consiguiendo que su espalda se azotara contra la pared. Jeff tenía paciencia. Yo no. Kyle se quejó adolorido, pero continuó sonriendo como un idiota.
—¿Quién mierda crees que eres? —bajé la voz, mirándolo de cerca.
Él mantuvo sus ojos en los míos.
—No te tengo miedo, Luck.
—Estás jugando con fuego.
Quería asfixiarlo justo ahí.
—No tengo miedo a quemarme esta vez.
—Te vas a quemar hasta morir. Yo mismo me encargaré de eso. Eres tan idiota —me reí con lástima porque estaba subestimando mi apellido y el de Pascal, que era mucho peor.
—Ya déjalo Luck. Ni aunque mi muerte fuera hoy mismo...Pascal se librará del sufrimiento.
Suficiente.
Empuñé mi mano y lo golpeé tan fuerte que su cabeza rebotó con la pared que había detrás. Luego cayó sentado al cemento. Se desorientó por algunos segundos y yo me agaché para mirarlo de cerca.
—No me fastidies, Kyle. No te mato ahora mismo porque eres el objetivo de Tony. No mío.
Él guardó silencio.
—Nos vemos, Jeff —le di la mano a mi hermano —. Ve a la cueva y dile a Tony.
Jeff asintió con seriedad y caminó junto a mí hasta su auto. Saludó a Pascal en la distancia y luego se marchó.
—¿Tú vas por la vida golpeando personas? —me preguntó Pascal sacándome una sonrisa.
—Lo merece.
—¿Qué trama?
—Nada importante.
Después de dejar a Pascal en su casa, me dirigí a mi habitación entrando por el callejón, pero antes de entrar noté que Tony estaba apoyado en mi puerta. Se quedó mirándome a los ojos con cierto semblante que me erizó la piel.
—Necesito que protejas a mi hija —me dijo antes que todo. Apenas me paré frente a él.
—Siempre lo hago.
—Lo sé, pero ahora hablo en serio —su mirada se clavó en la mía y un frío sudor me recorrió el cuerpo —. Está en peligro, lo sabes ¿no? —asentí un poco sin creérmelo del todo —Te pagaré más si eso es lo que quieres, pero necesito que la tengas en tu mira, todo el tiempo. Y si algo le pasa...
—No necesito dinero por eso —lo interrumpí algo ofendido.
—Ella confía en ti, los he visto. En todas partes. Y no he intervenido porque no quiero cortarle las alas a mi hija —comentó y yo me quedé en silencio —. Si está o estará contigo, protégela Luck. Sé que sabe cuidarse el culo sola, la he visto enfrentarse a todo tipo de situaciones, pero ahora necesita ayuda.
—No te preocupes por eso, Tony.
Él asintió, se quedó pensativo por unos segundos y luego se giró para largarse a su oficina.
Claramente no iba a dejar que nada le pasara a Pascal, pero no pensé que el mismo Tony iba a venir para decírmelo, no pensé que en algún momento él mismo iba a pedirme que la cuidara porque ella confiaba en mí. Y claro que no me costaba hacerlo y claro que no quería dinero por eso. Acercarme a Pascal y tenerla entre ceja y ceja no era un problema para mí. De hecho, poco a poco estaba aceptando que pasar tiempo con ella me hacía escapar de lo hijo de puta que era y se estaba convirtiendo en una salida de ese mundo de mierda que me asechaba.
Mientras pasaban los días, carrera tras carrera me estaban haciendo ganar dinero que no pensé ganar en mi vida. Y con eso, comencé a ilusionarme con comprarme un departamento, hasta que finalmente lo conseguí. Hice los tramites sin pedir demasiada ayuda, pero sólo iba al departamento cuando quería estar a solas y no en la cueva de Fabregas todo el tiempo.
Me asustaba lo poderosa que podía ser Rocky. Me asustaba la forma en cómo me hacía escapar de la realidad y sólo centrarme en lo que me contaba. Cuando decía que odiaba química y le gustaban las matemáticas. Cuando me recalcaba que odiaba las rosas, pero que podía tener cientos de margaritas. Y que detestaba las películas de terror, pero podía pasarse noches enteras llorando por películas románticas.
Comencé a sentir que lo que teníamos se había transformado en algo diferente. Pues ya me valía una mierda cogerle la mano o besarla en público. Y a ella también le valía una mierda cuando nos quedábamos por horas mirando las estrellas del tejado o cuando nos encontrábamos en la calle y se colgaba de mi cuello para subirse a mi motocicleta. Todavía sentía algo de desconfianza de entregarme por completo, pero cuando sus ojos se quedaban en los míos y me sonreía sin decir nada... ya no me interesaba. No me importaba si la quería sin cansancio alguno.
No era la primera vez que estábamos ahí, ya habíamos ido en diferentes ocasiones y Pascal ya conocía el entorno en el que estaba inserto. Incluso ahora notaba que se sentía más en confianza y segura cuando estaba cerca de Vis y Frank, quienes siempre estaban en las carreras junto a mí. Mis amigos de motos.
—¿Estás lista, Rocky? —le pregunté observándola hacia atrás.
Ella me sonrió entusiasmada mientras se subía detrás, no era la primera ni la segunda vez que corríamos juntos. Sentí sus delgados brazos apretujarme, como siempre.
—Rocky.
—¿Dime?
—Sabes que me importas ¿no?
Nunca le había dicho eso. Ella pestañeó perpleja mirándome, pero luego esbozó una pequeña sonrisa que le llegó a los ojos.
—Tu también a mí Luck.
Me apretó con más fuerza y luego sentí sus labios en mi mejilla.
Hace mucho tiempo no oía esas palabras y me gustaron. Me gustó saber que era importante para ella. Con mierda y todo.
La carretera a la que nos enfrentábamos era distinta, tenía curvas cerradas, había cerros y rocas traicioneras. Había mucho dinero en juego, pero Pascal seguía aterrada porque había un camino de tierra. Me lo sabía de memoria y le aseguré que nada podría pasarnos ahí.
Encendimos nuestros motores, éramos seis personas las que correríamos.
—Luck —oí su voz.
—¿Qué pasa? —me giré para verla.
—Tengo un mal presentimiento.
Fruncí el ceño.
—Tranquila Rocky. No pasa nada.
—No importa quien gane, no te arriesgues ¿sí? —me dijo y yo asentí levemente —Y no me dejes.
Me tensé por un momento.
—No voy a dejarte, Rocky. Y no dejaré que nada te pase.
Ya era la vez mil que le decía lo mismo, pero ella siempre esperaba que se lo repitiera y se quedaba tranquila como si fuera la primera vez que lo oía. Me besó la mejilla y luego me rodeó la cintura con fuerza.
Cuando la bandera bajó, las motos salieron disparadas hacia adelante. Estaba concentrado en la pista, pues era un poco nueva para mí. Doblé con facilidad en las curvas cerradas y retomaba con facilidad el sentido de la carretera. Íbamos muy rápido, hasta que pronto la moto comenzó a levantar el polvo de la tierra sin dejarnos ver casi nada. El camino de tierra acababa en una curva pequeña, lo sabía, así que disminuí un poco la velocidad intentando observar la maldita curva. Y, de pronto, un golpe en la parte trasera me desequilibró la moto. Apreté el acelerador, volví a tener el control, pero la sangre me hirvió bajo las venas.
—¡Hijo de puta! —le grité al tipejo que venía detrás —¡No te acerques!
Iba a matarlo, si se acercaba iba a matarlo.
El camino de tierra aun no terminaba, así que aceleré con el objetivo de salir rápidamente de ahí. Y, cuando iba bajando la velocidad en la curva, un golpe en la parte trasera de la motocicleta me hizo perder el control. Quise estabilizarme, pero fue imposible. Sentí que Pascal me soltó cuando me estrellé contra una roca que jamás vi. Solté por inercia el volante y me caí golpeándome la espalda y la cabeza. Oí la moto aterrizar unos metros más allá y luego los motores de los demás deteniéndose. Me pesaba la vista, me dolía mucho la cabeza y sentía que todo mi cuerpo estaba quebrado, pero no me importó. Intenté ponerme de pie para buscar a Pascal, ya que el polvo me nublaba la visión, pero alguien me detuvo del hombro, dejándome nuevamente en posición fetal.
—No te muevas, Luck —oí la voz de Vis. —Viene la ambulancia en camino.
Intenté mirarlo, pero no podía verlo bien, todo estaba nublado. Giré un poco más la vista hasta que la vi. Estaba unos metros más atrás que yo, intenté llamarla, intenté ponerme de pie, pero la voz no me salía y mi cuerpo no reaccionaba.
—Pascal —me tembló la voz.
La vi en la tierra con el rostro ensangrentado y sus ojos cerrados. Se me apretó el estómago y el pecho. Y de verdad quise ir por ella, pero no pude, hasta que noté que alguien la levantaba de allí. Mi mirada comenzó a nublarse con fuerza y un sonido ensordecedor se apoderó de mis oídos, pero no perdí el conocimiento en ningún minuto. Cerré los ojos porque sentía que me iba a estallar la cabeza y cuando sentí que me levantaron para ponerme en una camilla me quejé con fuerza. En eso, alguien se acercó a mí y pude reconocerlo mientras me llevaban a la ambulancia. Era Frank.
—Frank... —cogí su chaqueta con la poca fuerza que tenía. Él me observó —Pascal... por favor.
Él asintió y se separó de mí.
Luego escuché sirenas de policías, vi un par de luces... y después...todo negro.
— —
Mis parpados pesaban. Mucho. No entendía dónde estaba ni lo que había pasado hasta que logré abrir mis ojos y choqué con la habitación de hospital. Observé mi brazo, me estaban pasando medicamentos por una aguja. Tenía una venda en mi mano derecha y una pierna envuelta en una tela blanca. Me toqué el rostro con un poco de dificultad. Me dolían los músculos. Tenía un parche en la frente y otro en el mentón.
—Señor Fenti, despertó —oí a una mujer entrando a la habitación. Mi mirada se fijó en ella, era una enfermera.
—Si. Debo irme, debo salir de aquí —le dije precipitadamente y ella me detuvo de los hombros cuando intenté sentarme para largarme.
—Por favor mantén la calma —me pidió.
—No puedo. No —dije pensando en Pascal —¿Quién está afuera?
—Vince Fenti, su hermano.
—¿Puedo verlo? Necesito verlo —sabía que estaba siendo un impertinente, pero no me importó en ese minuto.
Ella se puso seria.
—Primero necesito que te calmes.
Respiré hondo intentando relajarme, me hizo un par de preguntas que no entendí demasiado para qué eran y luego dejó entrar a mi hermano dejándonos a solas.
—¿Qué mierda hacías ahí Luck? ¡Te dije que no podías correr en ese lugar si Tony no te lo pedía! Es la puta carrera más peligrosa —me regañó Vince mientras se acercaba a mí.
—¡Ya sé! —reclamé de igual forma —¿Dónde está Pascal?
—¿Pascal? —frunció el ceño —¿Has ido con Pascal?
—Mierda Vince, sí, ve a preguntar si la trajeron aquí anoche.
A Vince le cambió la expresión del rostro, estaba enfadado, pero más preocupado. Salió rápidamente de la habitación y la misma enfermera entró para revisarme una vez más. Me explicó que el accidente podría haber sido fatal porque íbamos a una velocidad descomunal y probablemente la policía me hiciera preguntas al salir. Me dijo que era afortunado, que sólo tuvieron que ponerme puntos en la pierna por un corte profundo y unos cuantos más en la mano. Los cortes de la frente y el mentón se curarían rápido. Fue enfática al pedirme que fuera cuidadoso con mis heridas, pues la sutura podría infectarse y convertirse en algo peor. Pero yo no escuché demasiado, nunca escuchaba esas cosas que tenían relación con cuidar de mí mismo.
Me dejó ir esa tarde.
Me vestí rápido y cuando salí del lugar caminé rápidamente consiguiendo que una punzada se hiciera presente en mi pierna, pero lo ignoré. Vi a Vince en la recepción con un rostro de pocos amigos. Tragué duro.
—¿Qué pasa?
—Pascal Fabregas no está registrada. No llegó aquí anoche —contestó mi hermano.
***
¿Viernes de capítulos dobles?
¡No olviden dejar sus votos y comentarios!
BESOPOS
XOXO
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