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Capítulo 17: Un nudo desatado

Como ya estábamos cerca del parque, nos detuvimos en la entrada y vimos a Luck aparcar la motocicleta acercándose a nosotros

—¡Hey Dani! —gritó.

¿Ahora se llevaban bien?

—Hablando del Rey de Roma —comentó Dan —¡Todo bien, Luck! —le siguió el grito.

¿Qué era exactamente lo que no sabía de la fiesta?

—Rocky —me observó a los ojos.

No le respondí. Aun no entendía por qué se había marchado de mi habitación sin despedirse ni dejando una nota.

—¿En qué andas? —le preguntó Dan a Luck.

—Pasé a dejarle comida a Trey a su entrenamiento.

—¿Entrenamiento? —fruncí el ceño.

—¿Y ustedes? —nos miró intercaladamente ignorando mi pregunta.

—Sólo caminábamos —contestó Dan —¿Vienes?

Quería asesinarlo un poco.

—Si a Rocky no le jode.

Como si le importara mi opinión en ese momento.

Negué levemente con mi cabeza y Luck sonrió uniéndose a nuestra caminata hasta el parque. Apenas llegamos a la primera banca nos quedamos ahí, ya que teníamos a la vista la motocicleta.

—Compraré algo para comer —dijo Luck —¿Me acompañas, Dani? —Luck y Dan intercambiaron unas miradas sospechosas, pero se pusieron de pie dejándome a solas —No te muevas de aquí, Rocky.


LUCK

El sábado por la noche no había podido lograr dormir junto a ella. La culpa me estaba matando y no entendía por qué, si ni siquiera había sido mi culpa. Era muy buena, muy sencilla y honesta para fijarse en un tipo como yo. No quería destrozarla, no quería sentir nada por ella.

—¿Por qué no le has contado a Pascal lo de Amy? —me recriminó Dan cuando estábamos en la pequeña cafetería. Podíamos ver a Pascal en la distancia, pero no nos oía.

—No pude hacerlo.

—¿Por qué? ¿Te gusta? —su voz me dejó fuera de mi cuerpo, me sentí raro al instante.

—Ni siquiera ha sido mi culpa.

—¿Te gusta? —insistió.

—Mira, Dan, no hablemos de eso —comenté sacando un par de galletas y luego sirviendo tres cafés. Hacía un poco de frío esa tarde.

—Eres un imbécil ¿sabías?

—Cállate —puse las cosas sobre la mesa —. No me conoces.

—Pues te presento la confusión, Luck. Te presento el sentimiento de que estés loco por alguien.

—No estás ayudándome.

—Luck, le dices tú o le digo yo. Decide.

Lo miré por unos segundos y pagué.

—¿Y? —enarcó una ceja mientras caminábamos hacia Pascal.

La observé de lejos.

—No puedo hacerlo —repetí mirando aun a Pascal.

Dan colocó una mano en mi espalda y me dio tres leves palmaditas.

—Decidiste.

Cuando llegamos a la banca que estaba sentada Rocky, repartí las galletas y los cafés. Nos sentamos junto a ella y la conversación se desvió hacia lo lindo que era el parque y unas mierdas más que no terminé de entender. De pronto, mi móvil comenzó a sonar, era un mensaje de Jean quien debía tener una reunión en breve por algo de una carrera.

—Debo irme —guardé el móvil y me levanté de la banca.

Ambos se quedaron mirándome en silencio.

—Adiós —le di la mano a Dan y luego le besé la mejilla a Pascal. Me sentí un poco crudo, frío y apático. Ella estaba molesta por algo, pero no me lo dijo. La miré una vez más, pero me hice el desentendido.


PASCAL

—Tengo que hablar contigo —me dijo Dan cuando Luck ya había desaparecido de nuestra vista.

—¿Sobre qué? —pregunté, le di un sorbo a mi café.

—Luck y la fiesta del viernes.

Mis pensamientos viajaron a la velocidad de la luz y me sentí nerviosa al instante.

—¿Qué ocurrió?

—Nos encontramos con Amy... —comenzó y a mí se me apretó el estómago —Estuvieron conversando, pero ella... ella lo drogó poniendo algo en su tequila y luego se aprovechó de que Luck no estaba bien...Creo que si no hubiese entrado a esa habitación... realmente hubieran terminado teniendo sexo.

Abrí mis ojos de par en par, todo se me vino encima importándome más de la cuenta.

—¿Amy? —dije con dificultad. Dan asintió con lentitud —¿Por qué Luck estaba con ella? —el enfado comenzó a subirme al cerebro. Dan se encogió de hombros, no tenía las respuestas que yo necesitaba —¿Por qué no me lo ha dicho él? —bajé la voz, dolida.

—Dijo que no pudo hacerlo.

—¿Qué? —reí sin entender.

—No fue demasiado claro, sólo no pudo... estoy seguro de que siente algo por ti y teme arruinarlo todo.

—Es imposible... —fruncí el ceño.

De pronto quería irme a casa, no me sentía bien. No me sentía bien con la información que me había soltado Dan. Me dolía un poco el pecho y no entendía muy bien por qué, aunque lo sospechaba.

Estaba dolida, confundida, pero sobre todo enfadada. Si tan sólo me lo hubiese dicho él... quizá... sólo quizá no sería así de feo para mí.


Por la noche subí al tejado muy abrigada y con un tazón de chocolate caliente. Me quedé unos minutos mirando las calles vacías y a la distancia las sombras de las personas que se paseaban a esa hora por ahí. Estaba pensativa y no conseguía dormir en mi habitación.

De pronto, escuché pasos cerca de mí y cuando alcé la vista noté que Luck estaba de pie a mi lado.

—¿Qué haces aquí? —pregunté con un enfado que no pude ocultar. De verdad quería estar sola.

—Supuse que estabas aquí —se sentó lentamente a mi lado. Encendió un cigarrillo unos segundos después y se quedó mirándome. —¿Estás enfadada? —su voz sonó inocente, casi burlándose de mi estado anímico.

—Si.

—¿Puedo saber la razón? —se acomodó dándome toda su atención.

—Olvídalo.

Él esbozó una pequeña sonrisa.

—Dime —insistió.

—Primero... no pensé que despertaría a solas esta mañana.

Pensé que iba a reírse de mis palabras, pero su rostro se tornó serio, su mandíbula se tensó. Estaba sorprendido por mis palabras, seguro había pensado que le diría algo por lo de Amy, pero todavía no quería sacar ese tema a relucir.

—¿Por qué no me dijiste que querías despertar conmigo? —me preguntó con seriedad. Me giré a mirarlo.

—¿Era necesario?

—No estoy acostumbrado a quedarme toda la noche.

—No soy una de tus putas —solté con enfado.

Sus hombros se tensaron por unos segundos.

—No he dicho que lo seas, es sólo mi costumbre.

Suspiré mirando hacia el tejado, que se encontraba bajo mis pies, pero la mano de Luck me levantó la cabeza desde mi mentón para que lo observara a los ojos.

—¿Sólo es eso?

Había llegado mi momento, señores.

—¿Por qué no me dijiste lo de Amy?

Inmediatamente quitó su mano de mi mentón y miró en otra dirección.

—No fue mi culpa —se excusó.

—¿Por qué estabas con ella y le recibiste un trago? Nunca lo haces... te he visto, de hecho, pienso que si yo te regalara un trago no lo recibirías... —le dije sin dejar de mirar sus claros ojos cafés.

—Estaba un poco cansado. Fue un viernes extraño, Rocky, pero no es el punto. Jamás se me pasó por la cabeza que alguien me drogaría, menos Amy, que era tu amiga.

Guardé silencio por un momento intentando realmente comprender que lo habían drogado y que debía preguntarle cómo se sentía con eso, pero...

—¿Estás haciéndome una escena de celos? —enarcó una ceja.

—Claro que no.

—Además, no tenía motivos para decírtelo.

—¿No?

—No. Tú y yo no tenemos nada.

Auch. Eso dolió.

Pestañeé por unos segundos mirándolo y luego desvié mi mirada hacia la calle fingiendo que no me había dolido lo que acababa de decirme. Me sentí como una tonta, me estaba ilusionando con una persona que no sentía nada por mí... y no tenía reparos en sólo soltármelo en la cara como si nada.

Él volvió a encender un cigarrillo.

—Voy a dormir —dije poniéndome de pie.

—Es temprano —comentó Luck siguiéndome con la mirada y lanzando el cigarrillo apagado al vacío.

—Tengo sueño.

—¿No quieres despertar conmigo por la mañana? —me preguntó con una sonrisa divertida.

—No. No más —contesté seca.

Su sonrisa fue quebrada por mis palabras. Caminé hasta el ventanal y entré a casa. Y apenas entré a mi habitación la cerré con llave. Me tendí en la cama intentando ignorar el hecho de que Luck seguía en el tejado y que me sentía como la mierda.


— —

—Jeff te irá a dejar a la escuela —comentó mi padre mientras bebía de su café matutino por las mañanas.

—De acuerdo —contesté sin darle mayor importancia.

Debía ir a la escuela a dar un examen libre y cuando escuché pasos en el pasillo di un respingo cuando vi a Jeff, quien de inmediato me sonrió.

—¿Nos vamos?

Papá observó a Jeff con una pequeña sonrisa, casi entendí que estaba encargándole mi vida. Me despedí de papá y luego seguí a Jeff hasta su auto. No hablamos durante el camino porque no me sentía bien para hacerlo, me dejó en la escuela y me informó que en dos horas pasaría por mí.

Di el examen en tiempo récord, lo había sentido fácil. De seguro las clases estaban funcionando bien. Revisé mis respuestas unas tres veces antes de entregarlo y cuando salí del salón de clases esperé a Jeff en la salida de la escuela. No quería encontrarme con nadie, menos con Amy que de seguro terminaría estampándole un puñetazo en la nariz por haberme hecho lo que hizo.

Jeff llegó justo a la hora que me dijo y apenas vi su auto aparcar afuera corrí hacia él. No abrió las puertas, pero bajó el vidrio del copiloto.

—¿Qué haces afuera?

—Terminé más temprano —sonreí.

—Vamos, súbete —abrió las puertas y yo de inmediato me metí al auto —¿Por qué no me llamaste?

—Pensé que estarías ocupado.

Él me sonrió arrancando el auto.

—No lo estaba.

En pocos segundos decidimos que sería buena idea ir a almorzar juntos, así que se detuvo en un local de comida rápida cerca del centro de la ciudad. Mi estómago rugía, no había sido capaz de desayunar esa mañana, así que agradecía la invitación de Jeff.

—¿Te gusta aquí? —me preguntó cuando estábamos dentro del lugar mirando la carta.

—Todo lo que sea comida rápida me gusta.

Recordé instintivamente a Luck, cuando estaba sentado frente a mí en el otro local, pero de inmediato mis pensamientos se bloquearon cuando recordé que me había dejado sola ese día.

—¿Cómo estuvo tu examen? —me preguntó mientras me echaba una patata frita a la boca.

—Fácil. Las clases particulares han funcionado —le conté emocionada.

Jeff me sonrió mientras me observaba. Su mirada había cambiado, podía notarlo ¿por qué estaba mirándome así?

—¿Estás saliendo con mi hermano o no? —me preguntó luego de haber estado conversando de romances antiguos y anécdotas graciosas.

—No —contesté al instante —. No estoy con nadie —mi voz sonó más fría de lo que quería, pero seguía enfadada con Luck y no podía ocultarlo.

—¿Te ilusionaste?

Fruncí el ceño.

—¿Qué? —me reí nerviosa.

—Adiviné —alzó las cejas —¿Estás bien con eso?

—Lo estoy llevando bien —contesté con una sonrisa forzada.

—Pues entonces tú y yo deberíamos salir más —sugirió sonriente.

—¿Qué pretendes? —entrecerré mis ojos.

—Sólo salir —contestó con falsa inocencia.

Sus ojos atravesaron los míos con total honestidad y madurez. No era esa típica mirada traviesa y divertida. Jeff sabía lo que hacía, sabía lo que decía y por cómo hablaba acerca de su vida y exactamente de él, jamás hacía algo sin saber su consecuencia. Pero, al fin y al cabo, era un Fenti y los Fenti no le temían a nada, ni siquiera al fracaso.

—¿Aceptas? —alzó sus cejas.

Por un momento me sentí traicionando a Luck, pero luego recordé lo jodido que era estar a su lado.

—Acepto —sonreí, luego bebí de mi gaseosa.

Conversar con Jeff era muy fácil, tanto que me asustaba un poco. Me asustaba abrirme tanto con él que luego terminara siendo un idiota como cualquier otro.

—Creo que es hora de regresar a casa —dijo mirando la hora en su móvil.

Jeff botó la basura de la bandeja en el basurero y luego caminamos juntos hasta el aparcamiento.

—Conduces rápido —le dije mientras abrochaba mi cinturón. Miré las calles a través de la ventana del auto.

—Eso no es conducir rápido —aseguró —. Te mostraré lo que es conducir rápido en realidad.

—¿Qué? —mi voz se cortó —No quiero morir.

—No hoy Pascal —sonrió —Mañana en la noche ¿te parece?

—¿Cuál es la diferencia? En ambas podemos morir y hay muchas más probabilidades de morir en la noche que en el día.

—Probablemente —dijo poco convencido —, pero en el día no hay carreras clandestinas.

Desvié mi vista hacia su rostro el cual permanecía sonriente y relajado.

—¿Por qué estás tan tranquilo? —mi voz sonó dramática y Jeff carcajeó.

—Porque siempre corro en este auto.

Me quedé en silencio apegada al asiento hasta que llegamos a casa, nos despedimos con un abrazo rápido y antes de entrar él me gritó.

—¡Prepárate mentalmente! —me guiñó un ojo, subiendo el vidrio del copiloto.

Sonreí nerviosa abriendo la puerta y luego escuché el motor del auto marchándose.


LUCK

Esa mañana había estado con Dan conversando un poco. No estaba molesto con él por haberle contado a Pascal, él me había advertido que lo haría y lo entendí, pues era su amigo. Dan se había convertido en un imbécil en el que podía confiar, creo. Y se encargó de contarme un poco de cómo había reaccionado Pascal al enterarse de lo de Amy, pero tampoco quise indagar más allá.

Después de estar con él, me pasé por un local de comida rápida para llevarme algo a casa, pero mi mirada se detuvo en Pascal y Jeff, quienes estaban almorzando juntos, a solas, sólo ella y él. Nadie más. Mi sangre hirvió bajo mi piel.

¿Por qué se veían tan cercanos?

Al llegar a la cueva (como comúnmente estaba llamándole al trabajo) me quedé afuera esperando a Jeff. No podía quedarme de brazos cruzados luego de haberlos visto juntos. Aunque sabía de antemano que no tenía ningún derecho a reclamar.

Estaba acabándome el cigarrillo cuando divisé el auto de Jeff aparcar en el callejón, lo cerró y se acercó guardando sus llaves en su pantalón.

—¿Qué pasa Luck? —movió la cabeza saludándome y luego abrió la puerta.

—Espera —lo detuve —, tengo que hablar contigo.

Él volvió a cerrar la puerta y se quedó frente a mí.

—¿Pasó algo?

—¿Qué hacías con Pascal hoy? —apagué el cigarrillo en la pared y lo lancé al cemento. Mi mirada estaba fija en la de él.

—Comer —contestó con obviedad. —La llevé a dar su examen, luego fuimos almorzar, eso. ¿te importa?

—Si —contesté seco —. No quiero pelear contigo por una chica, Jeff. Aléjate de ella.

—¿Disculpa? —sonrió con confusión —Ella no es de tu propiedad, Luck. Cuidado con esa mierda, no fastidies.

—Jeff, sabes que conozco a Pascal antes de que tú lo hicieras.

—La ilusionaste —atacó.

—Es confuso, pero no significa que tu debas ir y coquetearle, vi como la mirabas.

—Ella me dejó muy claro que no está saliendo contigo ni nadie.

Auch. Karma.

—No estoy diciendo que es mi novia —aclaré al instante —, es sólo que no puedes Jeff. No debes estar con ella.

—¿Por qué? —preguntó insistente. Quería que le diera respuestas claras, él me conocía, sabía que debía apretujarme mil veces para hacerme hablar o, en definitiva, darle un puñetazo.

—Maldita sea Jeff, ¿es necesario tantas explicaciones? Sólo aléjate y ya —mi voz sonó molesta.

—No me vengas con idioteces, Luck. Te conozco, sé que no te enamorarás de ella, ni siquiera la valoras Luck. No lo haces.

—¿Qué mierda sabes tú? —me acerqué más a él, me estaba sacando de quicio. Él me dio un empujón alejándome de su cuerpo, seguía teniendo más fuerza que yo, pero por supuesto no me rendía por ese motivo.

—Sólo sé que te has comportado como un idiota con Pascal —me observó a los ojos —Si te gusta, admítelo y me alejo. Pero si sólo quieres lograr llevártela a la cama y luego desecharla, vete a la mierda. Tú no eres nadie para hacer eso con ella ni con nadie, te lo he dicho en cientos de ocasiones y ahora no será diferente.

¿La estaba defendiendo? Mi boca se secó y sentí que me hervían las venas.

—No estoy buscando llevarla a la cama. Si fuera así, ya lo habría hecho. Estoy...confundido, es todo.

—Pues aclárate Luck. No eres el dueño de Pascal y ella no te esperará toda la vida.

Suspiré irritado, aunque todas sus palabras eran como dagas al pecho. Tenía razón, Jeff siempre tenía razón y lo odiaba por eso.

—¿Puedes o no? —fui terco intentando enfriar mi sangre.

—¿Alejarme y dejar que la ilusiones? —enarcó una ceja —No.

—Ya basta Jeff ¡Eres mi hermano!

—Lo soy —asintió —. Y deberías tener la suficiente confianza conmigo para decirme que Pascal te gusta.

—No sé si eso es así —confesé.

—¿Entonces por qué diablos estás haciendo todo esto? Vamos Luck, deja que sea feliz. Suéltala.

—No puedo, Jeff. No soporto verla sonreír con otro idiota y menos contigo que eres mi hermano.

Jeff suspiró cansado tratando de entenderme, pero lo que vino a continuación me dejó helado.

—Es mamá ¿no? —su pregunta quebró todos mis esquemas. Me sentí extraño y sólo reaccioné a mirarlo —Responde —insistió.

—¿De qué hablas? —bajé la voz, incómodo.

—Tienes miedo, Luck ¡Eres un puto cobarde!

Me estaba provocando, lo conocía.

—¿De qué demonios hablas? —arrugué el entrecejo.

—Amabas a mamá —me dijo, sentí el nudo posarse en mi garganta. Sentía que estaban apretándome el pecho con fuerza —La amabas ¿no?

—¿Qué tiene que ver esto con Pascal? —evité el tema.

—Estoy seguro de que mamá es la única mujer a la que has amado con todas tus fuerzas —aseguró convencido —Y la perdiste. De un momento a otro.

Cientos de recuerdos se atravesaron por mi cabeza.

—Ya basta —bajé la voz sin dejar de mirarlo.

—Tienes miedo de amar tanto a otra mujer y perderla de un momento a otro... Es eso ¿no?

Mi vista chocó con el suelo que se encontraba hundido en el oscuro atardecer. Luego alcé mi vista, intentando recomponerme y mirar a los fuertes e insistentes ojos de mi hermano. Me había abierto una puerta en mi cerebro, me sentía algo liberado, pero a la vez con ganas de golpear algo con muchísima fuerza. No iba a soportarlo. No iba a soportar querer tanto una vez más para luego perderlo todo.

—Demonios Luck —suspiró —, jamás serás feliz así.

—No es tan fácil para mí.

—Sé que no, pero si no te arriesgas, perderás toda tu vida en esto —dijo en un tono más maduro —. Me alejaré de ella, Luck.

Alcé la vista.

—Ella de todos modos no se alejará de ti.

—Eso no lo sabes.

—Si no le das motivos para alejarse, ella no se irá —aseguró.

—Entonces, tiene cientos de motivos para largarse —sonreí cansado —No merezco a esa chica, Jeff.

Sus ojos se posaron en los míos.

—Quizá no, pero ¿a quién le importa? —se encogió de hombros con dureza —La merezcas o no, si ella te hace sentir bien y tú a ella... es todo. Con eso basta y sobra.

—¿En serio te alejarás de ella? —pregunté. Jeff siempre se salía con la suya al final. Era un buen chico y todas caían rendidas a sus pies sólo en un par de semanas. Era un chico de palabras fáciles, de sonrisa contagiosa y divertido. Así que tenía muchas más oportunidades que yo... que era todo lo contrario.

—Claro que sí, Luck. No te alejaré de la única persona que puede lograr desatar ese nudo que tienes en tu vida —sólo le sonreí —Voy adentro. Me aseguraré de que Tony deje de mandarme a hacer todo con ella —abrió la puerta —. Últimamente me manda a todos lados.

Me reí un poco sin sentirme bien del todo, cerró la puerta tras entrar y me quedé a solas en medio del callejón. Los recuerdos comenzaron a invadirme y los pensamientos a asfixiarme. No había sido buena idea sacar a mamá. No ahora.


Ese día todo era un caos en casa, papá acababa de llegar luego de haberse enterado que el tipo al que había golpeado estaba muerto. Se movía frenéticamente de un lado a otro y no nos decía nada. Vince exigía saber qué ocurría, Trey me observaba a mí suponiendo que actuaría y Jeff se mantenía al margen. Mi madre se mordía las uñas, nerviosa.

"Debemos salir de aquí, sí, eso es lo que debemos hacer" decía papá una y otra vez.

En ese entonces no éramos nadie. Él no tenía tres bares y tampoco Tony Fabregas existía ya en su vida, así que estábamos desprotegidos. Vince se negó, dijo que no se iría... y siempre se culpa por eso ahora. Yo tampoco quería irme, pero viendo a mi madre histérica todo me indicaba que debíamos correr.

El sonido de las llantas del auto de los Demon se oyó en toda la calle. En ese entonces se me apretaba el estómago cuando alguno de ellos andaba cerca. Claro que ahora no. Aparcaron fuera de casa y sus gritos eufóricos, insultos y demás se oyeron en toda la calle. Los vecinos conocían nuestra historia, así que todos se quedaron encerrados en sus casas. Nos gritaron que saliéramos, pero ninguno se movió. Vince comenzó a hiperventilar, quería salir y matarlos a todos, pero mi padre lo detuvo paciente. Intentó dialogar con ellos, con el padre de Paul. El que manejaba todo ese clan, pero no llegaron a nada. Se metieron a casa sin preguntarnos. Eran 9, nosotros 6.

No sé cómo Vince forcejó con un tipejo, luego con dos. Trey se llevó unos cuantos más y papá estaba apuntando con un arma a la cabeza del hombre. Todo era un caos del que me había quedado exento. Creo haber golpeado a Paul hasta dejarlo inconsciente, pero cuando el disparo retumbó en mis oídos paré de golpearlo. Nadie más se preocupó del sonido seco del disparo, pero yo sí. Por un momento pensé que papá había asesinado al viejo Demon, pero no. Mi madre estaba en el suelo apretándose fuertemente el estómago.

Quería detener todo. Quería que pararan de pelearse, que se fueran de mi casa, que nos dejaran malditamente en paz, pero seguían ahí. Con la adrenalina corriendo por mis venas me acerqué a ella, seguía con sus ojos abiertos. La cogí de la nuca, observándola sin poder creérmelo todavía.

"Mamá" intenté hablar. Sentía que todo me daba vueltas, me dolía el pecho.

Estaba perdiendo mucha sangre, mucha. Tanta que el suelo no tardó en volverse rojo. Me latía el corazón con una fuerza que no recuerdo haberla sentido otra vez y también me palpitaba el cráneo, mucho. No podía verla bien, no entendía cómo había pasado eso sin darnos cuenta.

Recuerdo que fue Paul el que nos observó a la distancia, les dijo algo a sus pares y salieron corriendo de casa dejándonos a solas. Vince los siguió con el afán de seguir golpeándolos, pero cuando entró nuevamente a casa y nos vio a todos alrededor de mi madre, se quedó congelado.

"Vamos, debemos llevarla al hospital" les había dicho con mucho control en mi voz. Control que yo no tenía, por supuesto. Eso consiguió que todos me observaran con lástima. La miré al percatarme de que ninguno de mis hermanos, ni papá, reaccionaba a lo que acababa de ocurrir. La moví un poco, la llamé, le dije que resistiera, pero no me oyó.

<<Luck>> me había llamado Vince. No me giré a mirarlo, sólo me puse de pie y cogí a mi madre en mis brazos para llevarla al puto hospital. Fue en ese entonces cuando los cuatro reaccionaron y me cogieron de los hombros. "¡LUCK!" oí el grito de Jeff con fuerza. Lo observé a los ojos tratando de entender por qué no me acompañaban al maldito hospital, pero fue papá el que lo dijo primero. El que hizo que fuera todo real en mi cabeza.

"Ya no podemos hacer nada Luck... mira...mírala...Ella ya no... ya no está con nosotros, hijo"

Me había negado a creerle, sólo lo miré con gracia, con lágrimas en mis ojos. Miré a mamá, tenía la mirada perdida en algún lugar del techo, la sangre envolvía todo mi cuerpo junto a la baldosa. La volví a dejar en el suelo mientras le gritaba a alguno de ellos que llamara a una ambulancia... y comencé. Comencé a darle primeros auxilios, que claramente no servirían para nada. Pero yo la quería viva, yo la quería conmigo, costara lo que costara.

No sé quien llamó a la ambulancia, pero no tardaron tanto en llegar.

Me observaron envuelto en sangre, dándole primeros auxilios a mi madre, cogiéndola de la nuca y pidiéndole que me escuchara, que reaccionara, que yo todavía estaba aquí...

Un enfermero se había acercado a mí en silencio, hizo contacto con la fría piel de mi madre, justo en la zona del cuello y cuando dejó de tocarla, apoyó su mano en mi hombro, mirándome a los ojos.

"Ya no..." comenzó, pero no lo dejé terminar. Me estaba volviendo loco, eso no estaba sucediendo en realidad. Grité con fuerza que despertara, fui más brusco al darle respiración boca a boca, fui un demente cuando intenté quitarle la bala con mis propias manos. Fue tanta mi desesperación que, entre Jeff, Trey y Vince tuvieron que sacarme de encima del trabajo que tenían que hacer los médicos. Me encerraron en una habitación mientras yo les imploraba que me dejaran salir. Recuerdo mi enfado, recuerdo mi miedo, recuerdo mi tristeza y me desconozco. Ese estado de ánimo jamás lo volví a tener y luego de reaccionar juré jamás volver a tenerlo.

Había golpeado a Vince, tanto que terminé reventándole el labio. Me había peleado con Jeff, y eso que jamás le ganaba ninguna pelea a Jeff. Pero ese día sí, lo había golpeado y sólo pude acordarme cuando lo vi dos días después con el rostro morado. Trey había querido detenerme cuando me largué en mi motocicleta a matar al viejo Demon.

Pero no logró detenerme.

Y no me arrepiento.

No prometí querer a ninguna mujer, no me prometí que jamás me enamoraría y no prometí que jamás tendría una hija a quien querer. Sólo sucedió. Sólo pasó que un día me importaba una mierda querer a una chica... porque si quería a otra así, ya no iba a recuperarme si me dejaba.

Había soñado con encontrar la tranquilidad y la paz que me daba mirar a mamá a los ojos. Cuando llegaba molesto de la escuela porque odiaba matemáticas y sólo quería tener filosofía. Quería esa serenidad cuando me miraba a los ojos y se reía de mí mientras me decía que era un tonto, que debía aprender de todo en la vida. Y no la había sentido hasta que tuve a Pascal junto a mí en el bosque de Bellemore. Y me negué y me niego a creerlo. Y probablemente sea así siempre.

***

Capítulo de regalito <3 

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BESOPOS

XOXO

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