Capítulo 15: Viernes de locos
LUCK
Miré la hora en mi móvil cuando desperté: 12:43PM. Maldición. No debí haberme quedado hasta las cuatro de la madrugada mensajeándome con Pascal. Cuando iba a ponerme de pie, mi móvil comenzó a sonar con agresividad, o eso creía.
—¿Hola? —contesté intentando parecer normal.
—¿Estás durmiendo?
—Claro que no, ya salí a correr tres veces.
—Soy Jean. Lo sabes ¿no?
—Claro que lo sé ¿Qué ocurre?
—Vente al bar de Tanner en una hora ¿puedes?
¿Tanner?
—¿Qué mierda haces ahí? —me puse de pie, cogí una toalla y ropa, salí de la habitación dirigiéndome al baño con más prisa de la habitual.
—Cerraremos un trato con otro apostador ¿te vienes o no?
—Si voy. Me daré una ducha.
Él colgó.
Todo lo que involucraba al bar de Tanner me ponía de mal humor, pues no había nada legal en ese lugar. No entendía cómo mi padre podía manejar ese sitio con tanta facilidad si los únicos clientes eran tipejos con armas, dinero y con unas incontrolables ganas de matar a alguien. Siempre que iba salía golpeando a alguien por algún u otro motivo y esperaba que esta vez fuera la excepción.
Tanner estaba alejado de todo, no cualquiera llegaba ahí. De hecho, sólo los idiotas iban a pasearse para beber un simple trago. Ni siquiera la policía se atrevía a entrar al lugar y eso que eran bastante escandalosos con todo.
Apagué el cigarrillo en el cemento y luego lo lancé a un basurero. Vi a Jeff en la distancia apoyado en la pared fingiendo ver algo en su móvil. Sólo lo saludé moviendo la cabeza y entré al bar.
Todo era oscuro, incluso de día. La música estaba al mismo volumen de siempre, casi de ambiente y sólo se oían las voces de las personas que les encantaba hablar fuerte, los demás sólo jugaban póquer con cara de asesinos en serie. Ya me conocían, sabían quién era y no recibí más miradas de la cuenta cuando me encontré con Jean en una mesa alejada de la barra, en donde descansaba mi padre observando con detenimiento las personas que entraban.
—¿Todo bien? —me senté a su costado.
Seguía a solas.
—Viene atrasado.
—Típico.
—Un minuto más y nos largamos de aquí y no cerramos ni un puto trato.
—Estoy de acuerdo.
Me encendí un cigarrillo mientras Jean me observaba con cara de asco tipo: ¿cómo puedes estar fumando a la hora de almuerzo?
—Contextualízame —le pedí antes de que fuera demasiado tarde.
—Apostará por ti en la carrera del miércoles un gran monto de dinero, quiere conocerte para saber de qué estás hecho.
—¿Estás diciendo que vine aquí sólo a poner la cara de imbécil?
—Cada uno pone la cara que puede...
—No jodas, Jean —bufé.
—Le hizo firmar a Tony que, si tenías la posibilidad de perder, matara al otro tipo.
—Es sólo un idiota, obviamente le ganaré.
De pronto, alguien se acercó a la mesa. Era un hombre mayor, de cabello blanquecino y vestía una camisa oscura, venía fumando un cigarrillo y cuando se sentó frente a nosotros lo apagó en la mesa. Me percaté de que lo seguían dos personas vestidas de negro, pero se quedaron a unos costados, fingiendo no conocernos en lo absoluto. Pero yo conocía demasiado a las personas que frecuentaban el lugar.
—Jean Russell —lo saludó el hombre con voz rasposa —Y... —me observó a los ojos.
—Luck.
—Luck Fenti —rectificó Jean.
—¿Fenti? —alzó las cejas, observándome —No me digas que tú eres hijo de...
—Norman, sí. —contesté cortante.
Jean comenzó a hablar con el hombre como si fuera un experto en apuestas y no dudaba que lo fuera de verdad. Hablaba de montos de dinero, negociaba un par de dólares más y también mencionaba cosas del contrato con las que no estaba de acuerdo. Todo lo hacía con facilidad. Era bueno negociando, cayendo bien y teniendo cara de chico bueno. Yo me la hubiese creído toda.
—Sólo hazme ganar dinero —me observó el tipo a los ojos.
Asentí, silencioso. No tenía mucho que decir.
Alguien estaba observándonos, podía sentirlo en mi mejilla. Miré a mi alrededor detenidamente.
—Si, claro, es un buen monto... —continuaba Jean.
No podía dejar de sentir algo, no todo estaba bien.
Hasta que...
Me puse de pie repentinamente empujando la silla hacia atrás, Jean y el tipo quedaron estupefactos mirándome. Me giré sobre mis pies y caminé hacia la mesa de atrás, había un tipo. Un tipo que nunca había visto y que no estaba con el hombre cuando entró. Lo cogí de la camiseta mientras todos en el bar guardaban silencio, lo empujé y le estampé el rostro en el suelo.
—¡¿Quién demonios eres y qué mierda estás haciendo aquí?! —le grité.
Todos parecían mirarme como si me hubiese vuelto loco. Pero él no estaba ahí por nada, había sentido un clic de una cámara, él estaba mirándome.
Era un chico de piel morena quien apenas pudo girar su cabeza para hablar.
—¡Te hablé! —continué.
Jean me observaba desde atrás. El hombre también.
Él no respondió.
—De acuerdo —le coloqué una rodilla en las costillas, consiguiendo que no pudiera moverse —¿No vas a hablar?
—No —contestó furioso.
—¡Al fin! Por un momento pensé que eras mudo.
Él comenzó a forcejear para poder moverse, pero no le di demasiado chance. Noté que papá me observaba a la distancia, pero jamás había intervenido en las peleas del bar de Tanner, nunca. Menos con uno de sus hijos. Según él, debíamos hacernos fuertes y si estaban golpeándonos contra el suelo, él tampoco intervendría.
—Dime eh ¿Por qué demonios estabas fotografiando todo? ¿Acaso no sabes donde mierda estás parado justo ahora?
—No voy a decirte nada.
—Pásame la puta cámara, imbécil —él no se inmutó. Lo levanté un poco del suelo y volví a estamparle con fuerza el pecho en la cerámica, él se quejó —¡He dicho que me pases la puta cámara!
El chico refunfuñó con molestia, se movió como pudo y sacó una cámara pequeña desde el bolsillo, la dejó a su costado y yo de inmediato la cogí. Revisé las fotografías con una mano y efectivamente éramos nosotros haciendo el trato. Le quité la tarjeta de memoria, la rompí en dos y luego lancé la cámara a la pared consiguiendo que se hiciera pedazos.
—¡Idiota! —me gritó el moreno.
—Cállate —lo amenacé —Ahora dime quién diablos eres.
—Eso no es de tu puta incumbencia —soltó con desagrado.
Ya estaba cansándome. Y yo no tenía demasiada paciencia para idiotas.
—Claro que es de mi incumbencia —apoyé con más fuerza la rodilla en su costilla izquierda —Así mato al hijo de puta que inventó toda esta escena de mierda ¿quieres joder a Fabregas? ¿Eso quieres? Si es así, déjame que te lo presento.
Él negó con rapidez.
—Eso pensé.
De pronto, oí que alguien venía entrando al bar soltando insultos y forcejeando. Alcé mi vista y vi a Jeff con un tipo, mi hermano lo traía empujándolo desde la espalda y cuando llegó a mi lado, lo hizo caer al lado del moreno. El chico alzó la vista y sentí que lo conocía.
—Sólo son dos —dijo Jeff.
—¿Quién demonios eres tú?
Él no me respondió.
—Otro mudo —suspiré con irritación —Tengo toda la tarde para hacerlos hablar.
Jean me observaba paciente, dejándome solucionar ese problema junto a Jeff. En cambio, el hombre con el que estábamos cerrando el trato no tenía muy buena cara, de hecho, se veía bastante sacado de sus casillas.
—No vamos a hablar, no insistan —expulsó el moreno.
—Ya dejen esta mierda y díganme quien lo mandó.
—No te importa —respondió el tipo que había traído Jeff.
Su voz retumbó por todos mis recuerdos. Lo conocía, claro que lo hacía. Lo miré en silencio por unos segundos y lo recordé:
—¡Hijo de puta! —me puse de pie y le estampé la cara a la cerámica —¡Así que eras tú! ¡Eres un idiota Dustin! ¿Cómo creíste que no te reconocería?
Dustin observó la situación mientras continuaba sangrando de la boca por culpa de Jeff.
Cuando mi entorno eran Kyle y Jaden, en una carrera conocí a Dustin, Franco y el Topo, pero los dos últimos se habían mudado lejos para evitarse problemas cuando llegó Fabregas, pero Dustin y Jaden eran muy amigos de Kyle, lo adoraban. Tanto que me daban nauseas.
—Te mandó Kyle ¿cierto? —lo observé fijamente.
Se le tensó la mandíbula.
—No —contestó el otro.
—No estoy hablando contigo —lo miré con molestia.
—No, Kyle no ha sido —me contestó Dustin poco convincente.
—No te conviene mentirme, Dustin. Sé que ha sido Kyle.
—¡¿Entonces para qué mierda me preguntas?! —subió el tono de su voz.
—¿Por qué diablos no tomaste un avión y te alejaste de aquí? ¡Les dije en cientos de ocasiones que se fueran de este lugar! Son unos malditos dementes.
—Tú nos traicionaste, Luck.
Hubo un silencio sepulcral en el bar.
—Les advertí, Dustin. No iba a seguir a un tipejo que creía que con mover un dedo iba a asesinar a Fabregas.
—Lo hará.
Me reí.
—O lo dejará pudriéndose en la cárcel.
Me reí otra vez.
—¿Y ahora qué demonios se creen ustedes? ¿Policías? ¡Dios! No me hagan reír más.
—¡Ese tipo se ha adueñado de todo Bellemore y tú lo sabes, Luck! Si tenemos que matar a toda su familia, lo haremos. Y si tenemos que asesinar a su debilidad, también lo haremos.
Tragué duro.
—¿Qué estás hablando?
Mi semblante cambió, yo lo noté. Él también.
—Claro que te habló de su hija, de seguro ya la conoces.
No sé qué expresión tuve, pero todos se mantuvieron en silencio. Quería matarlo ahí mismo. No podía si quiera imaginar a Pascal sufriendo por unos imbéciles. La mirada de Jeff se quedó en la mía, Jean me observaba desde atrás con ganas de entrometerse, pero intenté controlar mi molestia y mis pensamientos.
—Sal de esta maldita ciudad, Dustin —lo observé con enojo —Eres sólo un peón de Kyle que quedará perdido cuando esté muerto. Te quedarás solo Dustin. Completamente solo.
—¡Aquí me crie Luck!
—¡Te criaste mis pelotas! —me puse de pie enfadado. —Kyle lo único que quiere es tomar el poder de todo, no está interesado en ustedes.
—Tú también quieres eso ¿no?
Negué con mi cabeza, sacado de quicio. Ya sentía que la vena de mi cuello estaba marcándose por estarme controlando tanto ante esos idiotas.
—Si no salen de aquí, morirán antes de darse cuenta.
—No te tenemos miedo —oí la voz del moreno.
—¿Quién es este? —le pregunté a Dustin.
—Niko.
—¿Un chupapollas de Kyle? —él iba a responderme, pero no lo dejé —Me van a escuchar el par de idiotas. Ustedes van a ir donde Kyle a sacarlo del trabajo de Fabregas y sacaran sus culos de Bellemore ¿oyeron?
—¿Quién te crees? —me observó Dustin. —Cállate Luck y déjanos ir —Se puso de pie, pero Jeff le dio un empujón que lo dejó de culo en el suelo, pero él rápidamente se puso de pie y cuando empujó a Jeff notó que no lo movió como quería. Se calmó.
—Dustin ¿acaso crees que estás hablando con un amigo?
—No, de eso estoy seguro.
—¿Entonces qué mierda te pasa?
—Eres un Fenti. Un Fenti traidor, que no es más que una lacra en esta ciudad.
Mi enojo aumentó y supuse que el de Jeff y mi padre también. La mirada de Dustin se quedó en la mía, pero luego pasó a la de una persona que estaba detrás de mí: el hombre de la apuesta. Estaba mirando fijamente a Dustin con un arma en su mano, apuntándolo directamente en la cabeza.
—Te están dando la puta oportunidad de escaparte ¿y así le pagas? —se oyó la voz del hombre, rasposa y sin miedo.
—Atrévete —dijo Dustin observándolo con amenaza.
—Dustin, no seas imbécil —le suplicó el moreno con terror porque el arma del hombre había pasado a la cabeza de Niko —Me estás dejando morir, idiota. Kyle no conseguirá lo que quiere, salgamos de aquí —su voz estaba sonando desesperada, pero al parecer era demasiado tarde y había cosas en su contra.
1. No lo conocía ni su abuela.
2. Es chupapollas de Kyle.
3. Es idiota.
—Cállate, Niko. Él no lo hará —contestó Dustin. Como si yo conociera al tipejo y pudiera salvarlos.
—Yo que tú le haría caso al oscuro —continuó el tipo. Cargó el arma consiguiendo que Niko comenzara a sudar frío.
Jeff se mantenía en su sector, al margen. Yo no podía intervenir ya. Era muy tarde para arrepentirme de haberlos atrapado con las manos en la masa. Observé a mi padre en la distancia, que seguía en la barra secando unos vasos, me observó a los ojos y sólo asintió. Él ya había tenido esas situaciones en el bar de Tanner. Al principio había sido un desastre, pero luego dejaron de importarle.
—No dejarás que esto me pase ¿no? —Dustin me observó a los ojos —Eres un traidor, sí, pero no ese tipo de hijo de puta.
Levanté el mentón.
—No me conoces, Dustin.
—¿Por qué mejor no asesinas a Paul Demon?
—De seguro ya están muertos —soltó Jeff con desinterés.
Los ojos se le desorbitaron.
—¡Se me acalambra el brazo! —expulsó el hombre.
—Yo... yo quiero irme del país... —dijo el moreno tartamudeando.
—No irás a ningún lugar. Kyle tiene tu pasaporte.
—¡Son unos idiotas!
—Yo no me iré de aquí sin antes matar a Fabregas —continuó Dustin.
El hombre rio con malicia, lo observé a los ojos, él esperó que yo asintiera y sin dudarlo demasiado apuntó al moreno y jaló el gatillo consiguiendo que la bala se le incrustara en medio de las cejas. Niko cayó hacia atrás, sin vida de inmediato. A Dustin se le secó la boca, con sorpresa, quiso hacerse el fuerte, pero su mirada se fue a su amigo ahora muerto.
—¡Eres un hijo de puta! —me culpó a mí. Iba a lanzarse sobre mí para golpearme, pero antes de que eso sucediera, Jeff lo jaló del brazo con fuerza estampándolo contra la cerámica otra vez.
—Te doy otra oportunidad —le dije. —Conseguiré ese pasaporte y te irás de Bellemore ¿oíste?
Él asintió poco convencido.
—Te veo en la fiesta de esta noche para que mañana ya no estés por ningún lugar —me giré sobre mis pies, esperando que se fuera, pero rápidamente me giré —No quiero que le digas nada a Kyle.
—Pe... pero... —continuó nervioso.
—Fui bastante claro.
El hombre bajó el arma y dejó que Dustin se marchara del bar casi meado en los pantalones. Los dos tipos que estaban con el tipo de las apuestas se hicieron cargo del cuerpo y mi padre llamó por teléfono para que fueran a limpiar el bar.
—¿Podemos seguir con la reunión? —volví a sentarme. Jean me observó como si no hubiese ocurrido lo de hace segundos y continuó.
— —
Cuando llegamos donde Fabregas, vi a Trey junto a Vince fumando unos cigarrillos sentados afuera de la puerta de entrada. Ambos se quedaron mirándome, pero fue Vince quien bajó la mirada hasta mis zapatillas que tenían unas pintas de sangre.
—¿Qué demonios hiciste?
—Que te cuente Jeff —contesté, abrí la puerta —Debo hablar con Tony.
Jeff bajó de su auto y se acercó.
Bajé las escaleras seguido de Jean y antes de abrir la puerta, él me detuvo.
—Agradece que tu no has matado a nadie —me dijo.
—Ganas no me faltaron.
Él sonrió.
Golpeé un par de veces la puerta de Fabregas hasta que oí su voz dejándome pasar. Me adentré de inmediato dejando a Jean afuera, pero mi mirada chocó con la de Kyle. Estaban sentados frente a frente conversando. Me detuve en los ojos de Tony por un momento.
—¿Qué ocurre, Luck?
—Necesito hablar contigo —contesté ignorando que Kyle se encontraba ahí.
—Pues habla —contestó probando si era tan idiota para hablar frente a Kyle.
—No. Cuando estés desocupado. Y solo.
—Bromeas ¿no? —su voz sonó divertida, pero mi rostro no tuvo ninguna expresión.
—No.
Tony me observó con seriedad y notó de inmediato que yo no estaba jugando. De hecho, nunca lo hacía.
—De acuerdo Luck. Te llamo —dijo.
En cuanto salí de la oficina de Tony me dirigí a la habitación de Kyle. Abrí la puerta con suavidad percatándome que no tenía llave. Abrí cajones, su bolso, el closet... hasta que encontré el pasaporte de Dustin. Dejé todo en orden y salí de allí encerrándome en mi habitación. Guardé el pasaporte en mi bolso y luego de unos minutos oí golpes en la puerta. Me acerqué para abrirla y cuando lo hice, mis ojos chocaron con los de Fabregas.
—Ya me desocupé —dijo. Miró mi habitación por un momento y luego regresó a mí.
—Está bien.
—¿Es algo serio?
—Si.
Salimos de mi habitación y lo seguí hasta que estuvimos en la escalera, pero cuando creí que iba a ir a su oficina, noté que subía.
—¿No iremos a tu oficina? —pregunté con confusión.
—No, sube —contestó de inmediato.
Subí con desconfianza, aunque en realidad ya conocía ese camino. Entramos a la mansión Fabregas mientras seguía por todas partes a Tony. Llegamos a la cocina, que tenía una isla en medio y era tres veces mi habitación. Se sentó en silencio, haciéndome un gesto para que yo también me sentara.
—Ahora dime ¿qué ocurre? ¿salió algo mal con el negocio? —preguntó. Lo vi sacar un cigarrillo y luego lo encendió. Así sin más. En medio de la cocina.
—Debes sacar a Kyle de aquí.
Él sonrió con diversión en sus ojos y luego exhaló el humo blanco de su boca.
—¿Por qué?
—Hoy durante el negocio en el bar descubrimos a dos tipos espiándonos —saqué la tarjeta de memoria y la coloqué sobre la mesa —Niko y Dustin. Conozco a Dustin desde algún tiempo y confesó que Kyle estaba involucrado. Él sólo piensa en traicionarte, Tony.
No se inmutó. Sólo me observó inexpresivo.
—¿Por qué debería confiar en ti? —apoyó sus codos en la mesa, mirándome.
—Jamás te traicionaría.
—No sé, Luck. Kyle no parece un mal chico.
—Vamos Tony, no lo conoces de nada. Yo sí.
—Quizá —apagó el cigarrillo que todavía le quedaban unas cuantas caladas —, pero a ti tampoco. Además ¿cómo sé que no estás también del lado de Kyle?
—Si tuviera la oportunidad de matar a Kyle, lo haría.
—¿Murió alguien? —me observó fijamente.
Asentí con pesadez.
—Diablos ¿quién?
—Niko. El tipo de las apuestas le apuntó y lo asesinó porque ya lo tenía cansado. Quiero darle la oportunidad a Dustin de salir de Bellemore. Empezaron a hablar un sinfín de cosas, hasta mencionaron a Pascal.
Su mirada cambió completamente.
—¿Por qué conocen a Pascal?
—Entérate, Tony, que todos en este mundo conocen a Pascal.
—Demonios —murmuró con irritación.
—¿Qué harás? —insistí.
Él se lo pensó un poco mirando la mesa de cerámica blanca.
—Tranquilo Luck. Quiero ver hasta dónde puede llegar Kyle con todo esto.
—No hablas en serio —lo observé fijamente —. Vas a arriesgarte de forma gratuita.
—¿Cuál es el problema? Tanto tu vida como la mía son un riesgo.
Su voz sonaba muy tranquila, como si tuviera todo bajo su control. Y tal vez era verdad.
—Espero que no haya ningún problema.
—Puedes volver a tu habitación, Luck.
Asentí levemente.
—Nos vemos.
Todo estaba muy confuso en mi cabeza. Tenía la necesidad de parar todo sólo por el hecho de haber escuchado a Dustin hablar de Pascal en el bar, pero no podía ir en contra de las decisiones de Tony. No de él. No había estado en una situación tan explicita de matar a alguien otra vez... de hecho, todo siempre había sido tras mis espaldas luego de...bueno eso. Papá y Vince siempre se encargaban de esas cosas, pero haberlo visto con mis propios ojos una vez más y tan de cerca me tenía con los pelos de punta.
"La vida te golpea duro, Luck. Vas a sentir que te caes cientos de veces, pero deja que quien esté a tu lado ponga tus pies en la tierra. De verdad hay alguien que siempre querrá lo mejor para ti. Y cuando descubras quien es, no la cagues."
Las palabras de mi padre se repetían en mi cabeza una y otra vez. Me las había dicho cuando los Demon habían asesinado a mamá. Sin duda yo era el que más había salido trasquilado de la situación. Pues éramos muy cercanos y la había visto morir en mis brazos ¿el motivo por el cual lo habían hecho? Una tontería. ¿Por qué papá no los asesinó uno por uno? No tengo idea.
Esa noche de viernes hacía frío. Me abrigué un poco y me dirigí a la fiesta de Gus. Cada viernes y sábado esa casa se infestaba de personas borrachas y drogadas. Literalmente esa casa se reventaba.
Saludé a algunas personas conocidas cuando entré. Tenía ganas de divertirme, de dejar de pensar un rato en lo malo del día. Quería olvidarme un poco de quien era, de donde estaba y de dónde me llevarían los pasos que daba, en ocasiones, gigantescos.
Me dirigí a la barra improvisada de la casa, pedí una cerveza y me quedé ahí mirando el mesón, pensativo.
—¿Qué tal, Luck? —oí detrás de mí. Me giré para saber quién me hablaba hasta que choqué con la mirada de Amy ¿la amiga de Pascal?
Vestía un vestido rojo apegado al cuerpo, una coleta alta y una capa de maquillaje el cual me confundió un poco al principio. No se veía como Amy de verdad.
—Hola —contesté.
—¿Y Pascal?
—En casa —contesté con indiferencia.
No quería hablar con ella, no después de haber visto a Pascal destrozada por haberla perdido.
—¡Hey Luck! —oí, miré por entre las personas y divisé a Dustin.
Inmediatamente me puse de pie ignorando a Amy y me acerqué a él.
—¿Cómo te fue?
Saqué el pasaporte de mi bolsillo y lo deposité en su mano sin soltarlo.
—El domingo quiero que ya tengas tu culo fuera de la ciudad —lo observé.
—Ya compré los pasajes... —aseguró.
—De acuerdo.
Nos quedamos mirando por un momento, hasta que sentí una pesada mano en mi hombro. Me giré para ver a Dan, quien nos observaba en silencio.
—¿Qué pasa Luck? —preguntó sin sacar su pesada mano de mi hombro.
—Nada, Dani —contesté mirándolo, con ironía. Saqué su mano de mi hombro.
—Vamos Luck, te invito a una cerveza.
Asentí en silencio dedicándole una última mirada a Dustin quien no tardó en salir de la fiesta.
Caminé detrás de Dan hasta que estuvimos en la barra. Pagó dos cervezas y nos quedamos ahí.
—¿Y Pascal? —me preguntó con sencillez.
—En casa.
—Ah, cierto... —contestó.
Enarqué una ceja.
—Dijo que no vendría —continuó observando mi semblante.
—Me contó que salieron el jueves —le dije, él sonrió mirándome con diversión, pero yo no estaba divertido.
—Ah sí. Debes cuidarla, amigo.
Amigo, gracioso el Dani.
—¿Qué pretendes? —entrecerré mis ojos.
—Nada —contestó indiferente —. Sólo veo a Pascal ilusionada contigo y por lo que habla, se ha encariñado un poco.
—¿Ah sí? —alcé las cejas con sorpresa.
—No bromeo.
—Supongo que ya sabes como soy —le dije, luego le di un trago a mi cerveza.
Él pareció ignorar mi comentario, sólo se quedó mirándome.
—Le he agarrado cariño a Pascal —me dijo y yo sólo asentí silencioso —Si necesitas algo, aquí estaré.
Quizá Dani no era tan malo después de todo. Iba a responderle, pero la voz de Amy nos interrumpió.
—Hola Dan —lo saludó, le dio un beso en la mejilla y se quedó junto a nosotros.
Noté que Amy me miraba más de la cuenta y Dan se percató de eso, pero no le dio mayor importancia. Corrí mi vista de ella y la fijé en mi cerveza.
—¡Dan! —oímos la voz de otra chica, desconocida para mí, pero al parecer conocida para Dan. —¡Vamos, ven a bailar conmigo! —lo cogió del brazo sin dejarlo responder y se lo llevó a la pista improvisada de baile.
Amy se sentó a mi costado, pidió unos chupitos de tequila y cuando llegaron se quedó mirándolos.
—¿Vas a tomar todo eso? —pregunté un poco sorprendido.
—No —sonrió con diversión —Tú me ayudarás.
—Olvídalo. No bebo tequila.
—Vamos, Luck. No seas cobarde.
La observé en silencio por unos segundos mientras ella insistía en que la ayudara porque no podía bebérselos sola. Me lo pensé unos segundos, si Pascal la quería tanto...
—De acuerdo —accedí con cara de pocos amigos.
Amy dio un saltito en la silla mientras ponía los vasos frente a ella.
—Tú primero —deslizó uno acomodándolo frente a mí.
Cogí el vaso transparente y me bebí el tequila de un trago. Ella abrió su boca.
—¡Diablos Luck! Ni siquiera te has arrugado —rio con fuerza.
De pronto, Amy cogió el vaso que le tocaba a ella y se le resbaló. El líquido transparente cayó por su vestido, empapándola.
—Mierda.
—Ni siquiera bebiste y ya estás borracha.
—Dios... debo cambiarme ¿dónde hay una habitación vacía por aquí?
—Segundo piso a la derecha, tercera puerta —indiqué sin moverme.
Ella me observó un poco avergonzada.
—¿Podrías acompañarme? No conozco este lugar y lo que me ocurrió con Josh fue... no sé si supiste...pero... ya sabrás... yo...
—Vamos —la interrumpí poniéndome de pie.
Ella cogió su bolso saliendo de la silla. Apenas puse un pie en el suelo sentí que todo me dio vueltas, tuve que afirmarme de la barra. No recordaba una borrachera, de hecho, odiaba emborracharme hasta perder el conocimiento. Fruncí el ceño extrañado.
—¿Estás bien? —me preguntó.
—Si, vamos —dije intentando caminar.
La guie por entre las personas hasta las escaleras. Intenté pisar firme en todo momento, pero todo me daba vueltas y a ratos debía afirmarme de cualquier cosa. Puto tequila traidor. Subimos las escaleras, no sé si rápido o muy despacio, pero en cuanto abrí la puerta de la habitación que se encontraba completamente vacía me dolió la cabeza con fuerza. Me apoyé de la pared, cerré los ojos con fuerza.
—¿Qué mierda...
La vi cerrar la puerta, caminó con tranquilidad hasta la cama. Luego me observó con extrañeza y me ayudó a sentarme. No podía mover las piernas, sentía que iba a volverme loco. No podía hablar lo que yo quería y todo en mi cerebro viajaba demasiado rápido.
Se quitó el vestido de un tirón frente a mí quedando en ropa interior.
—Lo lamento Luck, no tardaré nada. Tomate esto, te hará sentir mejor.
No podía responderle, no podía moverme. Sólo la vi poner el vaso en mi boca después de introducir una pastilla en la misma. Hizo que la bebiera pese a sentirme como la mierda. Tenía dormidas las manos. Quería vomitar.
—Me siento mal —fue lo único que pude decir. Intenté ponerme de pie, pero ella se rio un poco deteniéndome.
¿Por qué estaba riéndose de la situación?
Me empujó del tórax y se sentó a horcajadas encima de mí.
—Claro que te sientes mal —me empujó levemente dejándome tendido en la cama con ella encima de mi cuerpo.
—A...Amy —intenté.
—Deja que las drogas hagan efecto —me dijo mientras hacía fuerza para quitarme la camiseta.
¿Me había metido droga? ¿En qué momento?
***
¡No olviden dejar sus votos y comentarios!
Quizá mañana también nos leamos jejeje. Sólo déjenme aquí sus comentarios si quieren capítulo adicional mañana :D
BESOPOS
XOXOXO
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