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Capítulo 14: Fenti + Fabregas


Aunque pensé todo el día en que alguien se había percatado de que Luck había estado en mi habitación, no fue así, de hecho, nadie lo había visto. Ese día no fue para nada productivo, de hecho, lo más interesante fue que papá me nombró a unos tres profesores que vendrían a casa para enseñarme.

Estaba tan ansiosa porque llegara la noche que las horas se me pasaban aún más lentas, así que cuando me habló Dan por mensaje agradecí que lo hiciera, pues el aburrimiento estaba comiéndome las entrañas.

Dan: ¿Cómo estás?

Dan: Supe que te retiraste de la escuela ¿todo bien contigo?

Pascal: Si... demasiados problemas, ahora estoy mucho mejor.

Dan: ¿Golpeaste a Layla?

Pascal: No pensé que los rumores corrían tan rápido en Bellemore

Pascal: Pero sí ¿la conoces?

Dan: Es la hija de un amigo de papá.

Pascal: ¿Quién te contó?

Dan: Amy, claro.

Dan: Y también me contó sobre Fabregas.

Me quedé en shock mirando su mensaje, sin saber qué decirle en realidad, pero no podía quedarme callada para toda la vida.

Pascal: Es complicado de entender, lo sé...

Dan: Para nada complicado la verdad.

Dan: No entiendo por qué Amy decidió alejarse de ti por algo como esto.

Pascal: Es entendible, es su tío

Él envió un emoticono irónico lo que me hizo sonreír un poco.

Dan: Sólo quiero decirte que puedes contar conmigo para lo que necesites ¿está bien?

Pascal: Gracias, Dan.

Dan: ¿Irás el viernes?

Pascal: No lo creo, diviértete y luego me cuentas como estuvo todo je, je.

Dan: ¡Pascal!

Pascal: ¡Te lo digo en serio!

La única respuesta que recibí de su parte fue un sticker de un gato enfadado que me hizo reír.

Al menos tenía a Dan que seguía confiando en mí y no se alejaría de mi vida como si fuera un bicho raro. Me ponía de buen humor que, al menos, ahora podía tener un amigo en Bellemore.

Podría considerar a Trey. Pero está medio loco como su hermano, así que...ñe.


Ya eran las nueve de la noche y asumí que Luck no iría, pues todo estaba ya oscuro en las calles y hacía muchísimo frío. De seguro se había ido a una carrera o a encontrarse con la tal Francesca para un polvo rápido. No quise pensar mucho en esa posibilidad, pues me hacía sentir fatal y no quería averiguar por qué.

Encendí la calefacción y cogí mi pijama de invierno, Bellemore parecía vivir en un invierno constante, pero los días de sol eran sumamente calurosos. Y odiaba ese clima, pues me pescaba una gripe cada dos semanas. Un pantalón de polar púrpura y una camiseta de mangas largas blancas fueron mi mejor opción. La camiseta tenía conejitos y el pantalón un par de corazones, pero me gustaba, había sido un regalo de cumpleaños de mi padre. Y lo valoraba. Me coloqué calcetas peludas y cogí un libro a medio terminar.

Leí un poco hasta que me quedé dormida encima de la cama con el libro en la cara. Cuando desperté lo hice porque el libro había chocado con el suelo.

—Mierda —lo recogí verificando si no se había roto y suspiré de alivio cuando lo vi sin ningún rasguño.

Decidí que debía dormir, así que guardé todo, me quité las pantuflas barra botines que tenía y me metí a la cama en posición fetal. Quería estar enfadada con Luck por dejarme plantada, pero tenía tanto sueño que ni siquiera me detuve a pensar en eso.

—Pascal —oí un susurro, no tenía el sueño muy liviano, así que sentí que alguien me movió con suavidad —Hey Rocky.

Me desperté al escuchar ese apodo y tras pestañear un par de veces vi a Luck sentado en mi cama mirándome con inocencia. Al principio me asusté, pero luego reaccioné.

—¿Qué haces aquí? ¿Qué hora es? —pregunté incorporándome.

—Las una con treinta de la madrugada —contestó como si eso fuese normal.

Fruncí el ceño, confundida.

—Pensé que no vendrías ¿cómo entraste?

—Escalé un poco —se encogió de hombros —. Además, siempre cumplo mi palabra.

—Es tarde, Luck.

—Vamos, levántate —me tocó la pierna por encima de la sabana y me movió —Dijiste que el tercer piso era genial por la noche.

—Pero debemos esperar a que todos estén durmiendo.

—Todos están durmiendo hace mucho.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Tuve que vigilarlos si quería venir a verte.

Sonreí un poco.

Me quité las sabanas de encima, me puse de pie y caminé lentamente hacia la puerta como un agente secreto. Él me siguió imitándome, hasta que...

—Lindo pijama, Rocky —se burló.

—No te rías —golpeé levemente su estómago. Él exageró el dolor y luego me siguió con una sonrisa socarrona en el rostro.

La casa era gigantesca y probablemente nadie nos oiría, pero mi instinto de supervivencia hizo que caminara muy lento y en silencio hasta la escalera del tercer piso. Luck sólo me imitaba con gracia.

Jalé la cuerda que bajaba la escalera y comencé a subir mientras Luck probablemente tenía una vista panorámica de mi culo.

—¿Has visto actividad paranormal? —me preguntó mientras subía detrás de mí.

—¡Shh!

Cuando estuvimos arriba, Luck subió la escala y se puso completamente de pie.

—¡Auch! —se quejó cuando su cabeza chocó con el techo.

Me reí.

Guardé silencio y me senté en el suelo mirando el vidrio que nos separaba de la calle. Él se sentó a mi lado en completo en silencio y no pude evitar observar lo ilusionado que se veía mirando las estrellas a través del techo.

—¿Es vidrio?

—No, es cemento transparente.

—Ja, ja —me observó de reojo —¿Qué es eso? —frunció el ceño notando la parte del vidrio que podía abrirse.

—Oh, sí. Lo había olvidado —me puse de pie y empujé el cuadrado hasta que se abrió.

El aire helado me congeló hasta los huesos.

—¿Podemos subir?

—Iré por una chaqueta —le dije.

Él asintió como un chico bueno, esperándome.

Al subir con mi chaqueta peluda y mis botas barra pantuflas Luck me sonrió con burla.

—Ven, vamos —me ayudó a subir cogiéndome por la cintura y de un impulso dejándome arriba. Él subió con mucha agilidad, cerró el vidrio y caminamos por el tejado hasta encontrar un lugar plano.

Era muy fácil ver todo desde ahí, pero el lugar estaba diseñado para que nadie pudiese vernos desde arriba.

—No me lo creo —dijo. Luego me observó mientras buscaba algo en su bolsillo.

—Creo que yo también tengo un lugar para escapar de la realidad —le dije.

Me tendí en el tejado y lo vi sacar un cigarrillo, luego lo encendió mirando a su alrededor.

Las montañas se veían gigantescas, oscuras, casi como una masa tenebrosa. El bosque era magnifico desde ahí y las estrellas, esa noche, brillaban más que nunca.

Miré a Luck fumar por unos segundos y tuve la necesidad de preguntarle realmente quien era... ¿por qué habíamos estado así durante estas semanas sin saber demasiado el uno del otro? No sabía nada acerca de él. No sabía lo que le gustaba, ni lo que odiaba. Lo que sabía de él había sido por casualidad, sus hermanos, su padre, que trabajara con papá... pero ¿lo demás? No sabía su forma de pensar, aunque podía deducir por su forma de ser es que le valía mierda todo. Bueno... él tampoco había intentado indagar en mi vida, pero... ¿por qué?

—Luck. —Él giró su cabeza para mirarme. —¿Confías en mí?

Él le dio una calada al cigarrillo con una leve sonrisa, luego botó el humo.

—No confío en nadie, Rocky. —Quizá me había arriesgado demasiado para una respuesta que no quería oír —¿Por qué me preguntas eso?

—Sólo quería saberlo, gracias por tu honestidad.

—No nos conocemos de nada —miró al frente.

—Tienes razón, no sé nada de ti.

—Si no confiara en ti, no estaría aquí Rock Lee. No en este lugar del que me puedo caer y romper la cabeza.

Me reí.

—¿Entonces sí lo haces?

—A mi manera, supongo —se encogió de hombros.

—A ver ¿cómo es eso?

—No confiaré en ti contándote cosas que quizá te duelan o te metan en problemas innecesarios.

Asentí levemente, encontrándole la razón. No tenía ganas de meterme en problemas, menos salir dañada como con Amy.

—Aunque no lo creas, tú y yo somos parecidos.

—¿En qué? —bufé.

Seguramente si vieras a Luck y a mí caminando por la calle te preguntarías qué demonios hacemos juntos. Él parece todo lo contrario a mí, desde su cabello, hasta la punta de sus botas. Desde su chaqueta de cuero hasta mis pantuflas rosadas.

—Pones un muro a tu alrededor como si no quisieras que nadie te jodiera —opiné.

Continué mirando las estrellas. Lo oí moverse, luego se tendió a mi lado mirando también el cielo oscuro.

—Me he criado así y no lo puedo cambiar ya. Sólo pienso en mí, me paso de egoísta a veces, lo sé, pero... ¿estaría bien si me culpara todo el tiempo por eso? —se quedó pensativo por unos segundos —Intento que las personas no me importen tanto, no quiero que alguien entre a mi vida y se sienta con la capacidad de desarmar todo para luego largarse y dejarme como la mierda.

Sus palabras se quedaron en mi cabeza, yo intentaba ser así, pero siempre salía mal parada de las situaciones, no era tan fuerte, creo.

—Y tú no te quedas atrás, Rocky. Has estado extraña, como si quisieras alejarte de todo el mundo.

Me relamí los labios, nerviosa.

—Las personas se alejan de mí cuando les digo que soy hija de Tony Fabregas. Ya viste a Amy, parecía como si se hubiese encontrado con un puto bicho raro —sonreí un poco, él también, pero noté que no le hizo demasiada gracia —. No quiero que me traten así... ni menos que insulten a papá, odio que lo hagan, él no es... no es malo como todos creen.

—¿Por eso ese cambio repentino?

—Pensé que no se había notado.

—Soy observador.

—No quiero ser una débil en este mundo de mierda —confesé.

De pronto, giré mi cabeza para mirarlo. Él ya estaba mirándome. Lo vi asentir, entendiendo lo que le decía.

—De acuerdo, pero a mí no me mientas, Rocky. No te hagas la dura, sé que en el fondo no lo eres... no sirve conmigo.

Reí.

—Eres un grano en el culo, Lucky Luck.

—Es que mientes muy mal, Rock Lee.

Guardamos silencio hasta que volvimos a mirar las estrellas por unos minutos. Tenía la nariz congelada, las manos también, pero no quería entrar a mi habitación. Estando ahí junto a Luck era perfecto para mí. Me sentía cómoda, acompañada y con alguien que realmente parecía entenderme.

—¿Qué hay de tu madre? —me preguntó con curiosidad. De inmediato me tensé.

—¿Es necesario?

—Claro que no. No voy a obligarte a hablar de ella, a mí tampoco me gusta hablar de la mía.

Suspiré con alivio. No quería terminar llorando, pues no podía hablar de ella sin que me entraran unas asquerosas ganas de llorar.

—¿La extrañas? —pregunté bajando la voz.

Vi que su mandíbula se tensó, lentamente se sentó y se quedó mirando el oscuro bosque.

—Si —contestó con una frialdad que no le llegó a los ojos.

Lo imité y me senté a su costado, apoyé mi cabeza en su hombro y noté como sus hombros se relajaban. Su cabeza se posó en la mía por un momento.

—Yo también extraño a la mía... —confesé.

Él suspiró con pesadez.

—Rocky yo... te relataría mi vida desde el principio hasta hoy, pero... no estoy preparado para hacerlo.

Levanté mi cabeza y lo miré a los ojos, él me observaba con honestidad, podía sentirlo.

—No importa, Luck. Sé cómo se siente.

Él esbozó una pequeña sonrisa que esta vez si le llegó a los ojos. Me acarició la mandíbula y luego me acercó a él para estampar sus labios con los míos.

—Gracias —lo oí.

¿Luck Fenti dando las gracias? Debía ser un sueño

Me cogió la mano y rápidamente me miró.

—Estás helada —me acercó a él y metió mis manos a los bolsillos de su polerón, luego las sacó y comenzó a frotarlas con las suyas —Vamos adentro, vas a enfermarte —me separó de él y se puso de pie. Me ayudó a pararme y luego bajamos llenándonos de aire cálido.

Cuando estuvimos adentro, él se encargó de cerrar el vidrio y luego observó la hora en su móvil.

—Volveré a la cama —me dijo. Yo asentí acercándome a la escalera, la empujé y bajamos.

Antes de entrar a mi habitación, Luck me detuvo del brazo para mirarme.

—Buenas noches, Rocky.

—Buenas noches, Luck.

Muy rápidamente me acerqué para abrazarlo. Él se tensó por unos segundos y luego se relajó. Junté mi boca con la suya en un beso corto y al separarnos esbozó una pequeña sonrisa.


LUCK

Esa noche soñé con sus ojos azules oscuros. Con su cabello castaño y sus largas pestañas. Con su sonrisa. Y sus labios.

No merecía mucho, no merecía abrazos ni menos besos dulces. No merecía a una persona cálida, menos miradas cómplices. Merecía poco, muy poco. Pero era demasiado egoísta como para admitir lo hijo de puta que podía llegar a ser.


— —

Estábamos sentados rodeando una mesa de póquer. Yo no tenía idea de cómo se jugaba a esa mierda, todo lo que incluía pensar un poco más de la cuenta me dolía la cabeza. Prefería las cosas rápidas, sin tanto alboroto. Por eso papá no me quería para las finanzas de los bares, pues decía que iba irse a la quiebra conmigo si me ponía a calcular mentalmente todo. Para eso estaba Jeff, que le encantaba escribir todas las mierdas en un papel.

Bebí un sorbo de mi cerveza.

—Es una buena idea —opinó Trey, volteando una carta y haciendo una mueca.

—Si, sobre todo ahora que comienzan las carreras duras. Todos necesitarán un mecánico y qué mejor...

—No —los interrumpí —. No jodan.

—Qué egoísta es Luck —bufó Jeff.

—Vamos ¿qué tan mal tienen que estar?

—¿Me has visto apostar más de cinco dólares? ¡Eso está mal! —me reclamó Vince.

Resoplé.

—¿Tan mal para querer trabajar para Fabregas?

—Paga mejor que papá.

—¡Trey! —lo golpeó papá con una carta —No fastidies, tú eres igual a Luck. Lo único que hacen en mis bares es generar conflictos. No necesito más.

—No me metas —lo señalé con la cerveza.

—Sería de gran ayuda afiatar lazos con Fabregas ¿no crees? —opinó Jeff mirando a papá. Él sonrió asintiendo y yo rodé los ojos.

—No pueden estar hablando jodidamente en serio. Yo sólo corro en las carreras ¿qué harán ustedes?

—Lo que sea. Si quiere que le limpie la caca a su perro, lo haré —opinó Trey.

—Ni siquiera tiene un perro.

—Pues le compro un puto perro.

—Los perros no se compran, se adoptan —señaló Jeff.

—Los más geniales se compran, Jeff —lo observó Vince.

—¿Pueden centrarse? —nos reclamó papá. Todos lo observamos —No nos hace falta dinero en los bares, pero que todos trabajen con Fabregas y a la vez me ayuden con un par de cosas acá, sería de gran ayuda para nosotros.

—¿Qué esperas? ¿Tener una mafia con Fabregas? —alcé las cejas, luego me reí y bebí de mi cerveza, pero todos se quedaron en completo silencio, pensando en mi idea —No iba en ser...

—¡Es una excelente idea hermano! —Trey alzó la voz.

—La mejor que ha dado en sus veinte años —continuó Vince.

—Papá —lo observé pidiendo ayuda —¿Cómo le voy a decir a Fabregas que tres idiotas quieren trabajar para él?

—Lo harás porque estos idiotas llevan tu sangre —me observó.

—Jeff es recogido ¿podemos dejarlo fuera?

Jeff frunció el ceño y me lanzó todo el manojo de cartas en la cara, sólo me reí.

—No entiendo cómo puedes fastidiarlo aun con eso si son idénticos —opinó Trey mientras recogía un par de cartas.

Me puse de pie, dejé la cerveza en la mesa y los miré a todos desde arriba.

—Si algo sale mal...

—Te meterán una bala por el culo, lo sabemos —dijo Vince muy relajadamente.

—Mi culo es valioso.

—Ha entrenado, déjenlo —me defendió Trey.

Le guiñé un ojo.

—Ya vete a convencer a Fabregas, Luck —me mandó papá —. Asegúrate de volver con buenas noticias.

Cuando pensé que Fabregas me mandaría a la mierda al preguntarle si había espacio para mis hermanos en algún lugar de sus negocios, él de inmediato aceptó sin chistar. Muy interiormente necesitaba que me dijera que no, que no había espacio para ellos, pero ahí estaba diciéndome emocionado un ¡Si!

De seguro lo hacía por papá porque esos fenómenos no necesitaban mucho trabajo.

—Jeff es bueno para las matemáticas, pero...

—E intimida —opinó Fabregas.

—No más que yo —fruncí el ceño y él rio. —Vince es mecánico.

—Si. Ya lo tengo anotado para trabajar en algunas cosas...

No me lo podía creer.

—Y bueno, Trey...

—¿Qué talento tiene Trey? —alzó sus cejas esperando que le dijera algo sorprendente, pero ni yo sabía.

—Ese fenómeno no tiene talentos —confesé y él frunció el ceño —Golpea. Golpea mucho, todo a su paso en realidad.

—¿Cómo puede ser eso un talento?

—Ya te decía, Tony, no tiene talento...

—Podría ser boxeador.

—¿Qué? —reí —le he ganado en todas las peleas.

—Eso sólo es porque no ha entrenado.

Me quedé pensativo por unos segundos.

—Podría crear algo nuevo con Trey... si, tráelo aquí.

—¿Algo como qué?

—Un club de la pelea, quién sabe.

—Dios... —rodé los ojos —Sólo asegúrate de tener a tres tipos que lo saquen de ahí porque si lo haces enojar, no se detiene.

Él sonrió satisfecho.

—Dame sus números, los llamaré.

De seguro se cagarían al escuchar a Tony en persona. Le di sus números con una sonrisa en el rostro, sólo esperaba verlos entrar y decirme ¿cómo se te ocurre darle mi número a Fabregas sin decirme que iba a llamar?


Estuve la mayor parte del día ayudando a Tony con las carreras que se venían, acomodamos un par de horarios y también la motocicleta que iba a usar. Me mostró algunas fotografías de la pista y también a ciertas personas conocidas en el lugar.

Antes de ir a mi habitación, oí voces conocidas entrando al lugar. Me detuve en seco cuando los vi bajar por las escaleras: Jeff, Trey, Vince y... ¿Kyle? ¿Qué demonios hacía Kyle ahí?

Mis hermanos se acercaron a mí y se quedaron conmigo mientras uno a uno bajó para hablar con Fabregas. Luego fue el mismo Jean quien los llevó a las habitaciones que habían habilitado para ellos, pero de seguro que Vince pasaba de ella y se iba a dormir a casa sin importarle que en cualquier momento le reventaban todos los vidrios.

—¿Qué mierda hace Kyle aquí? —pregunté entrando a la habitación que era de Jeff.

—No lo sé, había llegado minutos antes.

—No entiendo qué imbécil permite que entre a este lugar.

—¿Tony? —alzó las cejas con sarcasmo.

Resoplé.

Salí de la habitación dispuesto a hablar con Tony acerca de Kyle, pero unos pasos provenientes de la escalera me desconcentraron. De inmediato alcé mi vista y vi a Pascal bajando.

—Lucky Luck —me sonrió.

—Rocky ¿qué haces aquí?

Se encogió de hombros con desinterés.

—Papá me llamó, de seguro quiere presentarme a un nuevo trabajador.

—Ve, antes de que salga a buscarte con sus perros asesinos.

Ella me sonrió y cuando bajó las escaleras me percaté de a quién iba a ver abajo.

Me tensé por un momento y me quedé esperándola en la escalera por unos minutos. Sólo tardó unos pocos y cuando subió las escaleras lo hizo muy rápidamente, estaba muy confundida.

—¿Qué hace el tal Kyle aquí? —me preguntó.

—Ni idea.

—¿No piensas advertirle a mi papá?

—Si, pero... cuando suceda algo o sospeche. No quiero equivocarme, Rocky. No ahora.

—¿Por qué? —me preguntó rodando los ojos, muy típico de ella.

—Porque no quiero arruinar mi difícil progreso de tener tu corazón en mis manos —bajé la voz.

Ella negó con su cabeza mientras sonreía.

—Saldré con Dan ahora, nos vemos —continuó su camino. Algo hizo clic en mi cerebro, la detuve del brazo.

—¿Dani? —enarqué una ceja.

—Si.

—Te llevo.

Ella sonrió divertida, pero a mí no me causaba demasiada gracia.

—Sólo somos amigos.

—Dile a ese Dani que lo encontraré a solas y le romperé el rostro a patadas —le dije serio. Ella se rio, pero yo no.

—Supéralo, Luck.

—¿Ya superaste a Francesca? —alcé las cejas.

—¡Claro que sí! —se plantó frente a mí con el ceño arrugado. Sonreí al ver su expresión.

—No lo has hecho.

—Ya. Me voy, que llego atrasada.

—No me engañes —entrecerré mis ojos.

Ella depositó un rápido beso en mis labios y subió corriendo las escaleras.

Caminé por unos segundos por alrededor hasta que me decidí entrar a mi habitación, me tendí en la cama a mirar el móvil y unos minutos después la puerta se abrió. Dispuesto a echar a uno de mis hermanos, me enfadé cuando vi a Kyle.

—¿Qué demonios haces aquí? —me puse de pie acercándome a él.

—No sabía que así saludabas a tus amigos ahora —comentó con sarcasmo.

—No tengo amigos.

—Fabregas se comunicó conmigo. Al parecer está arrepentido por lo de Jaden.

—¿Fabregas arrepentido? No me hagas reír, Kyle.

—Tranquilo Luck —me dio unas palmadas en el hombro. Me tocaba una vez más e iba a reventarle las pelotas —No vengo aquí para traicionarlo.

—¿No? —me reí —Sal de mi vista imbécil, no te creo nada.

Kyle sonrió y miró hacia el pasillo.

—¿Qué hay arriba? —preguntó.

Me hirvió la sangre. Salió de mi habitación y yo lo seguí, miró la escalera por unos segundos y cuando hizo el ademán de poner un pie sobre el primer escalón, le di un empujón que casi lo botó al suelo.

—¿Pero qué mierda sucede contigo? —se alteró.

—No se te ocurra ni mirar —lo señalé con amenaza —. Pones un pie en otro escalón y te reviento las pelotas ¿oíste?

Él sonrió con ironía.

—¿Por qué? ¿Ahí se oculta tu pequeña princesa?

—Ya te advertí —continué serio —. Ahora vete, sal de mi vista.

Lo vi sonreír una vez más, sólo para joderme. Y caminó hasta su habitación.

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