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Capítulo 13: Conflictos


Llegué a la escuela con actitud positiva, pensando en que todo se arreglaría, pero dos horas de tortura en química me indicaban que no todo iba a salir tan bien como esperaba durante el día. No entendía nada de lo que hablaba el profesor, sobre todo porque me pone histérica cuando me observa, pues yo no entiendo nada de química y él lo sabe.

Salí abrumada de esa clase y caminé hacia la cafetería para desayunar. Vi a Amy a unos cuantos metros y cuando hice el ademán de acercarme, ella se giró y me ignoró por completo. Al parecer, de verdad nuestra amistad se había ido al carajo.

Mi apetito desapareció y salí de la cafetería. Genial. Estaba nuevamente sola.

Me senté en las gradas mirando a las personas de la escuela jugando un partido de futbol improvisado con una botella de plástico. Intenté no pensar demasiado en que prácticamente lo había perdido todo con Amy. De pronto, mi vista se nubló y divisé que en frente a tres chicas. Una de ellas, que parecía ser el líder del séquito, alta, de nariz respingada y bonitas facciones.

—¿Pascal? —me habló.

—¿Sí? —respondí mirándola. No entendía que hacía ahí, jamás la había visto en mi estadía en la escuela.

Al parecer era muy extraño que yo conversara con alguien porque todas las miradas se habían posado en nosotras. Pero pronto me percaté de que lo extraño era que ella le hablara a una persona.

—Así que Fabregas ¿eh? —sonrió con ironía.

Mi mandíbula se tensó. ¿Quién era ella?

—¿De qué hablas? —intenté preguntar sin que se me notaran los nervios. Si ella sabía algo, iba a morirme, aún faltaban tres meses para que terminara el año, no podía golpear a alguien para que me expulsaran tan rápido.

—No te hagas la desentendida —se burló.

—Mira... no sé quién eres, ¿Así que puedes ser rápida diciéndome quién diablos eres y por qué estás fastidiándome? —mi voz sonó molesta.

—No soporto que una persona como tú entre a esta escuela a mitad de año.

Me reí.

—¿Una persona como yo?

—Si. La hija de Tony Fabregas. Todos sabemos ahora que ese imbécil mató al tío de Amy.

Por un momento pensé si era una buena idea fingir un desmayo o fingir que me moría ahí mismo, pero no. Sólo me mantuve tensa mientras todos se voltearon para mirarme.

—Eso no es asunto tuyo —fue lo único que me salió de la garganta.

—¿No? ¡Eres la hija del puto apostador más grande del país! —gritó consiguiendo que más personas nos miraran. Sentía los ojos de todos en mi cara roja. Hasta el partido de futbol se había detenido para ver la escena.

¿Acaso era tan terrible ser apostador clandestino?

—Cierra la boca —dije con enfado. Me puse de pie con el fin de alejarme.

—¡Tu padre es un puto asesino! —gritó una vez más mientras yo caminaba para escaparme de ese lugar.

Ella me siguió mientras hablaba cosas sin sentido hasta que me volteó de un brazo consiguiendo que mi rostro se pusiera más rojo si es que eso era posible.

—¿Qué diablos pasa contigo? —la observé. No quería pelear, no quería golpearla... no quería convertirme en esa Pascal que a nadie le gustaba. —Mi padre no asesinó a nadie.

Toda la atención de los estudiantes seguía puesta en nosotros y yo no soportaba tantas miradas sobre mi cara.

—Quizá, pero tu padre sigue siendo una mierda.

Una persona pacífica y tranquila estaría relatando este momento como: "Luego le pregunté "¿Qué sabes tu sobre mi padre?" Ella me respondería y entablábamos una conversación para luego quedar en paz" Pero yo no era esa chica cuando me enfadaba.

Empuñé mi mano y la golpeé tan fuerte que de inmediato se cayó al cemento del patio consiguiendo que todos quedaran sorprendidos. Yo no golpeaba a cachetadas. No jalaba el cabello. No me habían enseñado así... o ibas con el puñetazo o la patada, pero nada de cachetadas me había dicho el entrenador.

—¡Eres una bruta! —me gritó la chica desde el suelo.

—¡La próxima vez que vuelvas a hablar sobre mi papá no tendrás dientes en la puta boca! —le grité desafiante mientras sus amigas la ayudaban a levantarse del suelo.

—¡Te molesta que te digan la verdad acerca de tu familia! —me gritó cuando estuvo de pie.

Pero la ignoré. Le di un empujón cuando intentó acercarse una vez más a mí y caminé con rapidez hasta el saló de clase con mi rostro rojo del enfado. Si alguien osaba a hablarme, iba a matarlo.

Lancé la mochila al último pupitre bajo la mirada de todos y lo único que hice fue mirar por la ventana intentando ignorar lo que hablaban a mis espaldas. Para nada disimulados.

Un chico se sentó a mi lado, se quedó mirándome por unos segundos y yo fruncí el ceño.

—¿Qué diablos estás mirando?

—Na... nada... lo siento —dijo mientras tomaba sus cosas y buscaba otro asiento vacío.

Quería golpear a todo el mundo. Estaba tan enfadada y tenía tanta angustia dentro de mi cuerpo que mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, pero intenté pestañear varias veces para que no se me cayeran.

—Que espectáculo ¿eh? —oí la voz de Trey.

Ignoró a todo el mundo y se sentó a mi lado. No le respondí, me sequé una lágrima traicionera y volví a mirar a la calle.

—Hey Pascal, que no está tan mal... —me dijo, acercándose.

Me giré hacia él.

—No me molestes.

—Le hubiese dado el mismo puñetazo, te lo aseguro.

—¿Por qué no me dijiste que Amy sabía acerca de mi padre? —le pregunté bajando la voz.

Él se encogió de hombros.

—Tienes que aprender —me empujó de la frente con su dedo índice —. No todos serán tus amigos en esta escuela de mierda.

De pronto, golpearon la puerta del salón interrumpiendo al profesor y se asomó un inspector. Me tensé un poco. Sabía que venía por mí.

—Pascal Fabregas —me llamó. Alcé la vista haciendo contacto visual con él —. Toma tus cosas y ven.

Suspiré con irritación bajo la mirada de mis compañeros. Trey me guiñó un ojo en sinónimo de que todo estaría bien, pero tras tomar mis cosas salí del salón ignorando a todo el mundo.

Llegué a la inspectoría en donde se encontraba la directora. La chica se encontraba con un hielo en el pómulo, de seguro se le pondría morado.

Nos sentamos como en un interrogatorio. Igual que cuando Trey había golpeado al chico Demon. El ambiente estaba tenso.

—Bueno, señoritas, primero que todo ¿qué ocurrió y por qué Layla está así?

Guardé silencio, pero la chica que ahora sabía su nombre comenzó con su discurso.

—Lo que pasa es que Pascal no soporta que le digan la verdad —comenzó a hablar en un tono que detestaba —No soporta que su padre sea un asesino...

—¡Cállate! —la interrumpí alterada.

—Tranquila Pascal, sólo necesito saber que pasó en la hora libre, es todo.

—Estaba sentada en las gradas mirando el partido cuando ella llegó a molestarme —expliqué —Comenzó a gritar cosas acerca de mi padre y...

—Asesinó al tío de Amy.

—Mi padre no asesinó a nadie.

La directora nos observaba con confusión.

—¿Ustedes se conocen?

—No —contesté inmediatamente.

—No, pero no necesito conocerla para saber quién es y también acerca de su familia apostadora —contestó ella. Quería matarla.

—Me cansé de esta tontería —dije irritada —. Si quiere sinceridad, si, yo la golpeé porque me sacó de mis casillas. Yo la dejé con el rostro morado —continué señalando mis nudillos rojos —¿De acuerdo? ¿Ahora puedo irme?

—Pascal —me detuvo la directora —. No todo es tan fácil.

—Lo sé, pero tengo suficientes problemas como para preocuparme de una idiota.

—No me llames así —chilló ella enojada.

—Tendremos que llamar a tu padre —señaló la mujer.

—¿A mi padre? ¿Para qué? —pregunté bajando un poco mis revoluciones.

—Para conversar sobre lo que has hecho y qué medidas o precauciones tomar respecto a esto.

—¿Se atreverá a llamar a Tony Fabregas? —preguntó Layla —La matará o la chantajeará con los tantos millones que se gasta.

—¡Ya basta! —grité consiguiendo que se sobresaltara —Prefiero que me expulse, al diablo con todo esto —me puse de pie.

—¡Pascal! —me llamó la mujer.

Volteé a mirarla antes de salir de la oficina.

—Cuando las clases terminen, quiero que vengas aquí a solas para que podamos conversar mejor ¿sí? —asentí levemente —Pueden retirarse.

Salí de la oficina y estuve todo lo que restó de la clase en la cafetería, pues no quería verle la cara a nadie.

Cuando la campana sonó para irnos a casa, cogí mis cosas y caminé a paso rápido para largarme. No iba a conversar con la directora, al menos no por mi voluntad, pero para mí mala suerte estaba en la puerta de salida. Me observó y me hizo una seña para que la siguiera hasta su oficina.

—¿Qué hay de tu padre? —me preguntó cuando estábamos sentadas frente a frente.

—Nada.

—¿Y el tío de Amy?

—No lo sé.

—¿Apuestas clandestinas?

—No es asunto mío, ni tampoco suyo.

El ambiente estaba tenso.

—Sólo quiero ayudarte, Pascal. No quiero que nadie te fastidie ni pase a llevarte.

—No necesito la ayuda de nadie —contesté —. Hoy hablaré con mi padre para que me saque de la escuela.

—¿Quieres irte?

—Si —contesté fría. —Quedan unos pocos meses y puedo dar exámenes libres en vez de llegar aquí y soportar estupideces como las de hoy.

—Layla es muy impulsiva, pero no es necesario que te vayas Pascal. No estoy expulsándote.

—No le diré a mi padre que venga a conversar con usted.

—Pascal. Quizá tengas una vida difícil, a veces estallamos y queremos eliminarlo todo, pero no siempre es bueno. Sólo estoy aquí para ayudar y si necesitas algo, puedes venir a verme.

Respiré un poco fastidiada. Ya quería irme a casa.

—Gracias —sé que mi voz sonó irritable —pero preferiría que no. —Ella iba a decirme algo más, pero la detuve —Se lo agradezco, de verdad, pero no.

Cogí mi mochila y salí de la oficina.

Tomé un poco de aire y salí de la escuela, pero cuando iba decidida a irme, vi a Amy a la distancia. Me contuve, intentando calmarme, pero...

—¡Amy! —grité consiguiendo que se detuviera en seco.

Quizá no me calmé.

Se volteó para dedicarme una mirada fría. Me acerqué con rapidez a ella, creo que demasiado. Ella era la única que sabía acerca de mi padre ¿quién más podría haber ido con el rumor?

—¿Por qué le contaste a Layla sobre mi padre? —pregunté enojada.

—¿Qué? —preguntó con desconcierto —Yo no le dije nada.

—Eres la única que sabía exactamente que él es mi papá.

—¿Estás segura? —alzó las cejas.

Fruncí el ceño pensando en Trey... pero era imposible, él lo sabía desde siempre y jamás había hecho algo.

—¿Entonces cómo diablos supo?

—¡No sé! —se alteró —No voy a gastar más voz en contar cosas acerca de tu familia.

—¡¿Y por qué demonios todos saben lo de tu tío?!

—Todos conocían a mi tío, Pascal. Como a tu padre.

—Entonces sabes que no era un pan de Dios.

—No, pero no merecía morir.

—¿Qué sabes tú? —la observé enfadada.

—El que merece morir es tu padre, Pascal. Ese tipo moviliza todo lo malo de este país.

—¡Eso a ti no te incumbe! —me alteré —Amy, si tienes más cosas para decirme, dímelo en la cara, pero no quiero que hables de mí a mis espaldas. Todo esto te lo conté porque pensé que éramos amigas.

—Ya te dije que no quiero ser amiga de la hija de un hijo de puta —soltó.

Respiré hondo, intentando no plantarle un puñetazo en la cara.

—Quizá tu tío trabajó con papá ¿quién sabe?

—¡Mi tío jamás respiró el mismo oxígeno que ese imbécil!

—¡Basta! —me exalté —No sabes nada de mí ni de mi familia.

—Sé bastante y te puedo asegurar que terminarás igual o peor que el imbécil de Fabregas.

—Amy...

—¡Serás una hija de puta igual a él!

Sentí la rabia subirme hasta el cerebro. Y cuando me enfadaba era terrible tenerme al lado.

Empuñé mi mano para darle un puñetazo, pero alguien me detuvo en seco. Una mano fuerte me rodeó la muñeca y me la bajó con menos fuerza de la que tenía.

—¿Pueden parar de discutir como dos crías? —oí la voz de Luck a mi costado. Lo solté con enfado.

Él miraba fijamente a Amy. No a mí.

—No era necesario que la detuvieras.

—Claro que sí, esto se les salió de las manos —dijo Luck frunciendo el ceño —Ya vámonos, Pascal.

—Si, vete. ¡Vete con otro imbécil de la calle que no te salvará cuando realmente lo necesites! ¿Y sabes por qué? Porque tú y tu familia no merecen que nadie los salve —decía Amy con voz gélida. Me dolió. Me enfureció.

Cerré mis ojos con fuerza y empuñé ambas manos conteniéndome. Estaba rígida como una piedra y muy adolorida.

Luck rodó los ojos, luego me tomó del brazo y me arrastró hasta su motocicleta. Cuando llegué al costado vi que Amy caminaba hacia su casa.

—Hey Rocky... Rocky ¡Pascal! —me llamó Luck. Me cogió de los hombros y me miró a los ojos.

Tenía mis ojos con una capa de lágrimas que no había dejado caer. Tenía la mandíbula apretada.

—¿Qué pasó? —me preguntó frunciendo el ceño.

—Vámonos de aquí ¿sí? —mi voz sonó débil.

Él no me dijo nada, sólo asintió y se subió a la moto. Me subí detrás de él y me afirmé.

Cuando llegamos a casa, me bajé en silencio y un poco más tranquila.

—¿Quieres hablar sobre lo que pasó? —preguntó sin bajarse de la motocicleta.

Negué con la cabeza.

—¿Quieres estar sola?

Negué nuevamente.

Pero esta vez las lágrimas recorrieron mis mejillas consiguiendo que Luck se bajara de inmediato y se acercara a mí. Me abrazó, aunque yo estaba inmóvil, acarició mi cabeza y se mantuvo en silencio. Eso quería, un abrazo sin preguntas.

Me separé un poco de él para observarlo.

—Vámonos de aquí por un rato —me dijo secándome las lágrimas con sus dedos pulgares.

—Debo hablar con papá...

—Hablarás después con él.

Su voz sonó como una orden, pero no me importó eso. Quería salir de ahí y olvidarme un poco de quien en realidad era. Vi a Luck subirse nuevamente a la moto y yo me subí detrás. Encendió el motor y rápidamente nos alejamos de mi casa.

—¡¿Dónde vamos?! —grité con mi voz contra el viento.

—¡Lejos! —me contestó con una sonrisa.

La carretera al final del mundo. Ahí estábamos. Noté que se acercaba al río luego de unos minutos, pero giró alrededor del lugar y llegamos a un lago diferente, muy alejado de todo. Definitivamente.

—¿Qué tan lejos estamos? —le pregunté mientras me bajaba de la moto.

—A unos dos días de casa —contestó y yo me reí.

Lo vi sentarse en el césped debajo de un árbol gigantesco mirando el agua cristalina del lago. No faltaba tanto para que se hiciera de noche, pero no me importó como debería. Sólo me senté a su lado en silencio.

Podía oírse el viento chocar con los árboles y la pequeña cascada que se formaba entre las rocas. No había personas, ni casa, sólo éramos él y yo.

Respiré hondo.

—Gracias —le dije.

Luck si sabía cómo llevarte al fin del mundo cuando querías. Aunque eso le costara dinero de su gasolina.

—¿Qué tal tu día?

—Como la mierda —contesté.

Luck suspiró mirando el agua, luego se acostó de espalda para mirar el cielo, aunque atravesado estaba un árbol.

—Ven aquí —me dijo. Puso su brazo izquierdo detrás de su nuca y su brazo derecho lo estiró. Lo observé por unos segundos y no dudé demasiado cuando me tendí a su lado apoyada en su brazo.

—¿Y tu día? —pregunté mirando una hoja que no dejaba de moverse con el viento.

—Comienza a mejorar.

Sentí su mirada puesta en mi mejilla. Lentamente me giré hacia él, mirándolo a los ojos.

—Luck —hablé con un poco de nervios, él sólo me observó —¿Soy importante para ti?

Sus cejas se fruncieron.

—¿Por qué me preguntas eso?

—No quiero enterarme cuando estén asesinándome que jamás te importé.

—Rocky, por favor... —sonrió un poco —Jamás dejaré que te hagan algún tipo de daño ¿entiendes?

Su respuesta me dejó satisfecha, aunque no había respondido exclusivamente lo que pregunté. Algo debía importarle ¿no?

No sé cuánto tiempo pasó, pero estábamos en completo silencio. Yo ya había cerrado mis ojos por un buen rato. Luck ya se había fumado unos dos cigarrillos, pero el viento comenzó a ser un poco más frío y fuerte.

—Creo que es mejor regresar —lo oí.

Abrí mis ojos y asentí.

Él se puso de pie, me ayudó a pararme y me quedé mirando que ya había oscurecido y el ruido de los insectos era cada vez más notorio.

—¿Logré que te olvidaras un poco de toda la mierda?

—Definitivamente.

—Logré mi objetivo.

—Gracias.

Nos quedamos mirando por un momento que me pareció incómodo. Me relamí los labios nerviosa y caminé hasta su motocicleta, él me siguió, pero antes de subirse lo oí...

—Rocky.

—¿Sí?

Ya me sonaba tan natural ese apodo que cuando me decía "Pascal" se me revolvía el estómago.

—No soy una persona de la que debas desconfiar.

—Todos hablan pura mierda de ti... —confesé y él respiró molesto.

—¿Qué importa cómo hablen de mí en donde sea?

—No quiero salir lastimada —confesé.

Se acercó a mí sin decirme nada, sus manos viajaron a mi rostro y me observó con tanta seguridad que se me revolvió todo por dentro.

—A veces te echo de menos, Rocky. Y eso me asusta —confesó bajando la voz. Se acercó lentamente a mí y chocó su nariz con la mía.

—¿Por qué te asustas? —no pude evitar preguntar.

—Porque ya lo sentí una vez... —mi pecho se apretó. —Y no resultó bien.

¿De quién estaba hablando?

No me dejó continuar la conversación. Sólo se acercó a mí y me besó. Tenerlo tan cerca me dificultaba la respiración, sus labios me hacían viajar a un mundo que todavía no existía y... cuando puso sus manos en mi cintura para apegarme a él... sentí que me temblaban las rodillas.

Se separó de mí luego de unos segundos.

—Ya vámonos —comentó sin despegarse de mi boca —Deja de besarme así.

—¿Qué? —me reí.

—Te dije que nos fuéramos y estás aquí comiéndome la boca.

—Pero si tú...

—Descarada —rodó los ojos y se alejó de mí.

Volví a reírme sin entender.

—Además, no queremos despertar a mi amigo.

—¡Eres un sucio! —lo golpeé en el hombro.

Él se rio y luego se subió a la motocicleta.


— —

Esa semana pasó demasiado rápido para ser verdad. Tuve que contarle a papá que me había peleado con una chica en la escuela y le pedí encarecidas veces que me retirara de la escuela. Intenté convencerlo de que no quedaba tanto para terminar mi año escolar y que sólo debía sacarme y yo hacer exámenes libres. También tuve que decirle lo de Amy y su tío. Él ni siquiera se acordaba de quien era, pero no me hizo sentir mal como yo pensaba.

Todo el mundo sabía quién era yo y eso a él no estaba pareciéndole bien. Mi padre sabía que todo el mundo en Bellemore lo conocía, pero jamás había pensado en que todo ese mundo descubriera que tenía una hija. Así que aceptó retirarme de la escuela, pero me obligó a preguntarle a Layla cómo es que se había enterado de que Tony Fabregas era mi padre.

Llegué junto a Will a la escuela, quien se bajó y estuvo unas dos horas encerrado con la directora firmando papeles para que me sacaran de la escuela y poder dar exámenes libres. Yo estaba sentada en una banca afuera de la oficina mientras algunos pasaban y se quedaban mirándome. Hasta que ¡Al fin! Vi a Layla pasando. Rápidamente me puse de pie y la seguí.

—¡Layla! —la llamé.

Ella se giró hacia mí, me observó de pies a cabeza.

—¿Qué quieres? ¿Viniste a pedirme perdón?

—Definitivamente no.

—¿Entonces?

—Quiero saber cómo supiste que yo era hija de Fabregas —mi voz no sonó amable, pero esa era la idea.

—Deberías tener más cuidado cuando hablas de tu vida con tu "amiga". Considera hacerlo lejos de la escuela.

—¿Estabas escuchando?

—¿Sorpresa? —sonrió irónica.

Entrecerré mis ojos nuevamente conteniendo todo mi enojo. ¡Maldita perra chismosa!

—Gracias —dije y me volteé para continuar sentada en la banca esperando a Will.

De pronto, alguien se sentó a mi lado, saqué la vista del móvil y lo miré.

—Así que te marchas —me observó.

—Si. Te dejo solo con tus admiradoras.

Trey se rio.

—¿Ahora quien me hará llaves de lucha libre para separarme de las peleas?

—Pues Amy, que sigue locamente enamorada de ti.

—Que chica. Dios —bufó. —Bueno, supongo que seguiré viéndote gracias a mi hermano.

Asentí levemente.

—¿Todo bien con él? —me preguntó.

—Pues... ¿sí? ¿Cómo sabes cuando algo está mal con Luck?

—Fácil. Cuando sus cejas se fruncen, comienza a bajar la voz y se sincera.

—¿Qué? —me reí.

—Luck es un puto maniático, si se abre contigo y te confiesa sus sentimientos... pues todo está mal con él, te lo aseguro.

Me reí.

—¿Y tu vida amorosa, Trey?

Él enarcó una ceja.

—Bien, gracias.

Rodé los ojos.

—No puedo estar con esa chica, necesitaré una distracción. Pronto.

—¿La conozco?

Él sonrió, me revolvió el cabello, pero no me contestó.

Vimos a Will salir de la oficina, me hizo una seña y yo me puse de pie. Me despedí de Trey con la mano y él sólo movió su cabeza en señal de despedida.

Will me contó que tuvo que firmar cien mil papeles, luego me invitó a desayunar y me compró un pastel de chocolate para llevármelo a casa. Lo primero que hice al llegar a casa fue caer sentada en el sofá, encendí la televisión y oí a mi padre entrar al salón. Comenzó a hacerme preguntas como un psicópata y luego comenzó a llamar profesores particulares como un loco desesperado. Sólo pude entender que debía estudiar en casa e ir a la escuela a rendir las pruebas libres sin tener que compartir con los idiotas. Aunque Trey me caía bien.

Mi móvil comenzó a sonar cuando ya me había quedado a solas. Miré la pantalla, era Luck ¿tan temprano?

—¿Hola? —contesté.

—Hola niñita sin escuela ¿todo bien, Rocky?

—¿Quién te fue con el chisme? ¿Trey?

—¿Quién más?

Reí.

—Estoy bien.

—Vas a dejar de golpear a personas. Y dejar de tener anotaciones. Y ya no tendrás más caritas felices.

—No me pelearé con nadie más. Nunca.

—¡¿Perderé a mi Rock Lee?!

—¿Dónde estás? —pregunté sin poder dejar de sonreír.

—En mi habitación... mejor dicho, en la habitación de mi trabajo.

Se me encendió una ampolleta en la cabeza.

—Podrías venir aquí.

De inmediato me arrepentí por eso, pero no podía evitarlo.

—¿Quieres que tu padre me asesine? ¿Es eso?

—No pasa nada. Sólo sube las escaleras.

—Me arriesgaré Rocky. Ahora eres responsable de mis pelotas —dijo y luego colgó.

Me levanté rápidamente del sofá y corrí a apagar las cámaras, abrí la puerta asegurándome de que no hubiese nadie cerca, hasta que vi a Luck subiendo. Apenas me observó me sonrió con diversión. Lo cogí del brazo y lo arrastré hacia adentro de la casa.

—¿Esta es otra entra...

—Cállate —lo interrumpí empujándolo hasta la escalera.

Antes de que subiéramos por las escaleras, encendí las cámaras de los subterráneos y empujé a Luck para que entrara al segundo piso. Abrí la puerta de mi habitación y él entró mirando todo a su alrededor. Sus ojos se posaron en las paredes blancas con detalles celestes y fucsias. En el cuadro de acuarela de margaritas y las flores dibujadas esparcidas por la ventana. Sonrió un poco cuando se detuvo en mi escritorio desordenado, lleno de lápices y papeles arrugados.

Creo que debí haber ordenado un poco.

—Creo que tendré que venir a visitarte más seguido... —se giró hacia mí.

Sonreí.

—Imaginaba tu habitación con póster de boxeadores. Rocky, por ejemplo.

Rodé los ojos.

—Que sepa dar puñetazos no significa que sea fan.

Él observó mi cama deshecha e hizo una mueca burlesca.

—Deberías haber ordenado un poco ¿no?

—Fue improvisada mi invitación.

—¿De verdad todo este lugar es sólo para ti? —me preguntó un poco sorprendido.

Caminé por alrededor y me senté en la cama. Él se movió un poco hasta sentarse en la silla del escritorio y cuando descubrió que se giraba y tenía rueditas no dejaba de girar y andar por la habitación como si fuera un automóvil.

—Te pregunto porque nosotros somos 4 y lo más grande que tuve como habitación, cuando pequeño, fue la habitación compartida con Jeff.

—¿Tienen edades muy diferentes?

Él negó.

—Trey dieciocho. Jeff veintiuno y Vince veinticuatro —contestó sin fallarle la memoria, luego se quedó pensativo por unos segundos —De hecho, por lo mismo creo que peleábamos tanto.

—Ya veo... lo más cercano que tengo a un hermano es Jean. Y tiene veintisiete.

—¿No es hijo de Tony?

—No, pero... prácticamente lo es. Jean tenía nueve años cuando mi padre tuvo que hacerse cargo de él.

Luck asintió pensativo, miró a su alrededor y se quedó mirando una fotografía. Éramos mi madre y yo, claramente yo más pequeña. Lo vi ponerse de pie mientras mi mandíbula se tensaba, cogió la fotografía entre sus manos y la inspeccionó. Me puse un poco nerviosa y cuando pensé que me preguntaría por ella...

—Te ves mucho mejor con el cabello largo —soltó y yo saqué todo el aire que había contenido sin siquiera darme cuenta. Sonreí un poco, pues en la fotografía tenía el cabello hasta los hombros, ahora me llegaba hasta más debajo de la cintura.

Soltó la fotografía y se acercó a mí, se sentó a mi lado y mirando mis paredes continuó:

—¿Qué otra cosa grandiosa tiene esta mansión?

—Pues... el tercer piso es genial por la noche.

—¿Tercer piso? ¿Cómo es posible que tengas un tercer piso? —abrió sus ojos de par en par, como un niño.

—Sólo está ahí —indiqué el techo.

—Tendré que hacerte una visita nocturna —comentó como si eso fuese lo más importante de su vida ahora.

—¿No tienes asuntos que atender?

Él arrugó el entrecejo haciendo una mueca.

—¿Asuntos? ¿Cómo qué?

—Ya sabes, chicas, fiestas, alcohol... carreras.

Luck sonrió con espontaneidad consiguiendo que mi estómago se contrajera.

—No rompo los tratos.

—¿Tratos?

—Ya lo olvidaste. Por Dios Rocky —rodó los ojos con una sonrisa que intentaba ocultar —. Al menos yo no estaré con otra chica que no seas tú.

—Ah... eso —dije nerviosa.

—Ya lo habías olvidado —bufó —¿Con cuántos me has engañado ya? ¿Dos, tres? ¿Cinco?

—¿Qué crees que soy? —lo empujé levemente y él sonrió.

Si él supiera, en realidad, que yo no necesitaba tratos para sólo quererme besar con él, ni siquiera diría esas bromas.

Por un momento nos quedamos en silencio mirándonos. En ocasiones sus ojos cafés me parecían incluso más claros que los de Jean que los tenía celestes. Me hacían pensar en el amarillo, pues esas pintitas esparcidas por su iris lo hacían ser...

¡Céntrate!

—A veces quisiera tenerte así de cerca siempre —lo oí. Desperté de mis pensamientos y pestañeé incrédula ante lo que había dicho. ¿De verdad lo había dicho o le había escuchado mal?

—¿Qué dices? —reí nerviosa.

Él acortó el espacio que había entre ambos y chocó su boca con la mía. Me tomó por sorpresa dejándome sin respiración por algunos segundos, pero luego lo correspondí sintiéndome mucho mejor que las veces anteriores. Sentí su mano deslizarse hasta mi cintura, yo entrelacé mis dedos en su cabello, profundizando aún más nuestro beso, sin embargo, tuvimos que separarnos un momento más respirar.

De pronto se echó hacia atrás acostándose en mi cama como si le perteneciera. Y me causaba un poco de risa ver a Luck en mi habitación, pues era tan atípico. Mi habitación era femenina, blanca, fucsia, de colores y formas de niña. En cambio, él vestía siempre con ropa oscura, tenía un brazo lleno de tatuajes y, encima, su cabello negro como el carbón entre mi cubrecama rosa se veía divertido.

—¿Es muy temprano para una siesta?

Miré el reloj de mi velador.

—Sólo son las once. De la mañana.

—La hora perfecta para dormir siesta.

—Eres muy raro Luck.

Él cerró sus ojos.

—Voy a dormir —me dijo sin abrirlos.

Fruncí el ceño.

—No creo que sea buena idea.

—Tony no está, salió con Will.

—Jean sigue aquí dentro.

—Él te adora, no te defraudará.

—Lo sé, pero también sé que es capaz de botar la puerta y romperle el rostro a patadas a alguien.

Luck se rio, pero tampoco hizo el ademán de abrir sus ojos.

—Tendrá que vérselas conmigo. Nadie me ha ganado una puta pelea.

Suspiré mirando el techo.

Podría jurar que sólo pasaron un par de minutos y Luck ya no me hablaba. Me giré para mirarlo y noté que efectivamente se había quedado dormido. Su semblante estaba relajado y respiraba profundamente. Parecía un chico normal, no el de las calles, conflictivo y frío Luck. Sólo un chico de veinte años con una inocencia que definitivamente Luck no tenía.

Me tendí a su costado mirándolo, luego cerré levemente mis ojos y sin terminar de darme cuenta, también me quedé profundamente dormida.

Desperté asustada y desorientada asimilando que había estado durmiendo con Luck y que Jean o mi padre podrían abrir la puerta y vernos ahí, pero cuando reaccioné y me giré, no vi a Luck por ningún sitio. Me senté en la cama y mi móvil se cayó al suelo. No recordaba haberlo sacado de mi bolsillo, así que lo cogí y lo desbloqueé. Estaban abiertas las notas.

"No encontré papel, lápices sí, muchos. Pero joder que tenías papeles llenos de problemas matemáticos. Rocky. Bueno, me centro. Tuve que irme antes de que llegara tu padre, nos vemos en la noche. Recuérdalo y no me dejes afuera. Luck. (tucamaescómoda)"

Sonreí y guardé la nota en una carpeta del móvil que tenía clave. Ahora, de acuerdo, esperemos que Lucky Luck logre venir a visitarme por la noche.

***

Capítulo de domingo nocturno jijij

No olviden comentar y votar, porfis.

BESOPOS

XOXOXO

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