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Postludio

TaeHyung esperó la respuesta de Seokjin cuando lo vio perderse unos momentos en sus recuerdos. Se mordió la lengua evitando preguntar sobre su padre, pero necesitaba saber sobre el espectro.

—¿Hyung?

—Lo vi un segundo, en el asiento trasero. O eso creo, no sentí malestar. Fue menos de un segundo —respondió con ceño fruncido.

TaeHyung apretó los dientes—. Espero esta señora tenga una solución. Algún dibujo protector que no te haya enseñado antes. Si no, no entra en discusión.

Seokjin alzó las cejas y dio una vuelta, para entrar en un sendero que los guiaba bosque adentro.

—¿Qué no entra en discusión? —preguntó.

—Seré tu guardaespaldas —dijo el más joven, decidido. Seokjin se preguntó seriamente si TaeHyung estaba bromeando—. Me darás trabajo como tal.

—¡Oh! ¿Pretendes un salario? —se mofó el escritor, no quería discutir, no hoy. No ahora.

TaeHyung alzó el mentón y lo miró—. Y un contrato de por medio. Eres un testarudo que aceptó su destino pero pretende que yo niegue el mío.

Seokjin suspiró, miró hacia adelante una vez más y señaló con la cabeza—. Llegamos —exclamó.

TaeHyung miró hacia adelante y una gran casa d esos pisos se vislumbró en medio de un denso bosque, donde los árboles se levantaban como antiguos guardianes de secretos y leyendas. La casa, de madera oscura y envejecida por el tiempo, emanaba una atmósfera de misterio y sabiduría ancestral. A pesar de su apariencia tétrica, la luz solar se filtraba entre las hojas, bañando la casa con un resplandor cálido y suave que luchaba por desterrar las sombras.

El frente de la casa se encontraba adornado con talismanes, delicadamente colgados en hilos de colores. Estos talismanes, pintados con símbolos protectores y bendiciones, se mecían suavemente con la brisa, emitiendo un leve tintineo que acompañaba el susurro del viento. Los colores vivos de los talismanes contrastaban con la oscuridad de la madera, creando un equilibrio entre lo sombrío y lo vibrante.

TaeHyung bajó del auto, embelesado por la vista. El jardín, aunque salvaje y enmarañado, revelaba flores de colores intensos y hierbas medicinales que Hye cuidaba con devoción. Un pequeño sendero de piedras musgosas guiaba a los visitantes hasta la puerta, invitándolos a adentrarse en un mundo donde lo antiguo y lo mágico se entrelazaban. La casa de Hye no era solo un refugio físico, sino un santuario espiritual, un lugar donde la luz del sol y los secretos del bosque coexistían en una danza eterna.

TaeHyung vio a una dama cerca de la escalera. Se acercó con Seokjin pisándole los talones y sonrió cuando se inclinó en saludo.

—Mi nombre es TaeHyung —dijo extendiendo su mano. La dama anciana sonrió y tomó su mano en saludo—. Seokjin me dijo que usted le enseñó todo lo que sabe.

La mujer abrió sus ojos sorprendida mirando a Seokjin, este aclaró su garganta y TaeHyung lo miró. Lo notó conteniendo una sonrisa.

—¿Qué?

—Ella no es Hye —aclaró el escritor.

TaeHyung sintió un escalofrío en su nuca y su mano se sintió extraña. Cuando volteó a mirar a la mujer, la observó con detenimiento y notó su cuello moreteado.

—¡Carajo! —gritó soltando la mano de la dama y escondiéndose detrás de Seokjin.

La dama se sorprendió y Seokjin alzó sus manos en calma—. Está acostumbrándose a esto. Aún no sabe diferenciarlos —aclaró el escritor.

La mujer rodó sus ojos y desapareció. Seokjin apretó sus labios porque TaeHyung estaba detrás de él con su cabeza agachada y apoyada sobre el centro de su espalda mientras sus manos se aferraban a sus hombros.

—¿Y tú quieres ser mi guardaespaldas con salario?

TaeHyung abrió sus ojos y miró por encima de Seokjin, suspiró y luego lo empujó—. Cierra la boca. Podrías haberme advertido.

Seokjin rió divertido—. Eso no hubiera sido divertido.

—¡Hyung! Podría haberme hecho daño.

Seokjin negó—. Es la hermana de Hye, no es mala.

TaeHyung resopló y tembló exageradamente—. No sé cómo lo haces. ¿Y cómo sabes que no era mala? ¿O cómo lo distingues?

Seokjin lo miró con dulzura—. La opresión en tu sien es una gran señal de que no son algo bueno. Bien pueden estar llenos de ira o ser algo malvado —ambos de sus dedos presionaron la sien de TaeHyung—. El escalofrío en la nuca —susurró acercándose al chico y sosteniendo con una mano su cuello y la otra acariciando su nuca cuesta arriba—. Solo te hace saber que son algo más. Almas dando vueltas, sin maldad. Perdidos.

TaeHyung tragó el nudo en su garganta mirando el rostro de Seokjin. El escalofrío que sintió por la caricia del escritor fue totalmente diferente al que sintió cuando sostuvo la mano de la mujer. Este escalofrío era algo más.

—Interesante —susurró con ojos fijos en los labios de Seokjin. Sus pupilas dilatadas le dieron al mayor un indicio de que había provocado otros sentidos en TaeHyung.

—Estoy enseñándote algo aquí, niño —dijo Seokjin con voz grave.

TaeHyung sonrió—. No soy el único que se está perdiendo en la lección.

Seokjin relamió sus labios y atrajo lentamente a TaeHyung para unirlos en un beso del cual estaba sediento y recién lo notaba, pero cuando sus labios se rozaron una garganta carraspeó.

—Mi hermana me dijo que la visita de hoy ya estaba en la puerta —sonó la voz de una anciana. TaeHyung apretó sus dientes y forzó una sonrisa rectangular—. También me dijo que TaeHyung la asustó.

La sonrisa rectangular se borró de su rostro. Fue adorable verlo balbucear unos segundos para pedir disculpas. Seokjin se enterneció tanto que su corazón se perdió un latido.

—Yo soy nuevo en esto y no fue mi intención asustarla —dijo juntando sus manos.

Hye lo miró con seriedad fingida—. Puedes disculparte directamente con ella —dijo moviendo su mano, para que TaeHyung mirara a su lado derecho y saltó del susto una vez más. Esta vez contra el pecho de Seokjin.

—¡Lo siento! Lo siento, lo siento —dijo sacudiéndose la sensación escalofriante.

Seokjin aún lo sostenía por los hombros mirándolo tanto divertido como embelesado. La hermana de Hye miró con ceño fruncido a TaeHyung y negó con su cabeza desapareciendo de la vista de todos.

TaeHyung suspiró—. ¿La ofendí otra vez, no?

Hye rió—. Qué muchacho tan peculiar eres, Kim TaeHyung.

El chico tragó duro alejándose del firme cuerpo de Seokjin—. No puedo negar eso. ¿Cómo sabe mi nombre? ¿Tú se lo dijiste? —le preguntó a Seokjin.

—No, él no me dijo nada. Ahora entremos, mi hermana no volverá a aparecer por el bien de tus nervios, muchacho. Adelante —exclamó Hye.

TaeHyung suspiró apenado y subió las escaleras. Seokjin lo observó con una sonrisa y luego saludó a Hye con un abrazo.

La mujer suspiró y acarició el rostro del escritor—. Cariño. Estás hasta los huesos.

Seokjin frunció el ceño y Hye rodó sus ojos.

—Entra y cuéntame todo mientras les preparo un té purificador —dijo la chamana.

Largos minutos después, Hye miraba a Seokjin sorprendida. Podría decirse que la vio sorprendida dos veces. Cuando la conoció la primera vez hace mucho tiempo debido al homicidio de su hermana menor (el cual Seokjin ayudó a resolver junto con un joven DoHwan que simplemente era un oficial más en ese entonces) y ahora, es otro momento en el que puede contar como impresionante para esta mujer.

—Tú siempre vienes con algo nuevo, Bogsuja —dijo suspirando mientras preparaba unas hierbas en un cuenco que olían extraño y peculiar para un TaeHyung que se mantuvo en silencio—. Así que un espectro te persigue y este niño es un escudo viviente.

TaeHyung carraspeó su garganta—. ¿Es normal que luego de un coma uno despierte con esa habilidad?

Hye sacudió su cabeza en negación—. Bogsuja te marcó, cariño.

—¿A qué te refieres con que lo marqué? —cuestionó Seokjin.

Hye alzó la vista y miró a Seokjin en silencio unos momentos. TaeHyung los miró a ambos. Hye miró a TaeHyung y de TaeHyung a Seokjin y alzó sus cejas.

Seokjin abrió sus ojos y frunció el ceño, TaeHyung se puso rojo como un tomate. De hecho, el tomate se veía pálido al lado de sus mejillas ardiendo.

—¿No querrás decir qué...?

—Oh, sí. Totalmente. La intimación con el alma del muchacho. El talismán protector. El ser quien eres, todo jugó a favor de TaeHyung para luego despertar demasiado sensible a todo lo que nos rodea. Todo, no solo una cosa. Consumiste al chico en alma y cuerpo. Literalmente.

TaeHyung apretó sus labios y resopló ventilando su rostro—. Carajo, que todo lo sabe, ¿no? —susurró avergonzado.

Seokjin rascó su nuca y se removió incómodo—. Yo no sabía que eso podía suceder.

—Por supuesto que no, cariño. TaeHyung fue la primera alma que te cruzaste en pleno interludio. No tenías cómo saberlo. No está maldito y no es tu culpa. Así debía de ser y fue —mencionó moviendo sus manos mientras hablaba con ellos como si nada.

TaeHyung suspiró—. Entonces debo de ser su escudo. Para eso fui traído de vuelta, ¿no? Porque él se rehúsa a colaborar conmigo.

Seokjin apretó sus dientes—. No sabemos lo que eres capaz de hacer y lo mucho que eso puede afectarte.

—¡Hyung!

—Jin tiene razón —exclamó Hye. TaeHyung la miró. La mezcolanza en su tazón largaba humo de un color peculiar, algo difícil de describir. Mientras tanto, la anciana se puso de pie con dicho cuenco en mano y lo movió por encima de TaeHyung—. Te falta mucho por aprender. No es un don simple el que se te dio. Si no sabes usarlo correctamente, serías el doble de trabajo para Bogsuja y no un simple protector.

—¿Qué está haciendo con eso? —preguntó TaeHyung con ceño fruncido.

Hye sonrió—. Me aseguro de que estés limpio —el humo del cuenco salió en multicolores. Fue hermoso y extraño.

—¿Qué significa eso? —preguntó el chico.

—Significa que estás limpio —dijo la chamana, luego se acercó a Seokjin, pero al instante el humo dentro del cuenco de cerámica se volvió negro. Chispas se volvieron llamas y Hye lo arrojó al suelo haciéndolo pedazos.

TaeHyung se asustó, sus ojos abiertos de par en par. Seokjin respiraba levemente agitado debido al susto.

—¿A quién carajos enfureciste esta vez, Bogsuja? —dijo la mujer impresionada.

Seokjin suspiró—. Es lo que trato de averiguar.

—Tienes un espectro sobre ti —dijo Hye limpiando el desastre. Ambos hombres la ayudaron—. Hay que limpiarte. Haremos una sesión ahora mismo y...

El grito que salió de Seokjin alertó a Hye, asustó a TaeHyung y derrumbó al mismísimo escritor contra el suelo tocando su pecho.

—¡Jin! —Taehyung intentó acercarse, pero Seokjin levantó su mano impidiéndole tal maniobra.

El escritor estrujó la camisa en su pecho, cerca de su corazón, y metió su mano en el bolsillo, sacando y arrojando lejos la bolsa de pana con el anillo de su madre que Kim JiHyuk le había dado esa mañana.

El objeto brillaba como si estuviera incendiado. Hye corrió hacia la parte donde tenía todo tipo de hierbas, tomó un puñado de una y arrojó estas sobre el objeto refulgente.

—Hijo de puta —dijo Seokjin agitado y sobando su pecho.

TaeHyung corrió hacia él preocupado—. ¿Estás bien? ¿Qué fue eso?

—Me lo dio mi padre. El bastardo lo maldijo —dijo entre dientes lleno de furia.

—No lo hizo —mencionó Hye, tomando el objeto en sus manos y dejando ver el anillo—. Cariño, solo es un objeto lleno de ira y resentimiento —mencionó—. No está maldito. Está sobrecargado, ¿de tu madre, cierto?

TaeHyung ayudó a Seokjin a ponerse de pie—. Ella lo desechó con mi padre y él creyó que sería correcto tenerlo porque en su momento mi madre lo compró con buenas intenciones.

Hye lo observó y notó el nombre de Seokjin y su fecha de nacimiento—. Sí. Puedo sentir el amor, pero el resentimiento de los últimos años y el odio opacan su verdadero significado —suspirando lo extendió a Seokjin—. Ya está limpio.

Seokjin aspiró con fuerza, y tomó el anillo más seguro, miró a Hye quien asintió y lo colocó en su dedo anular.

—Ahora ve a cambiarte. Tiempo de limpiarte a ti. TaeHyung estará a mi lado, ve —ordenó a Seokjin.

El escritor miró entre ambos y antes de obedecer a Hye, tomó a TaeHyung de la nuca y lo atrajo por un beso casto pero firme. TaeHyung gimió vergonzosamente bajo y ronco. Se aferró unos segundos y luego Seokjin lo soltó y se alejó.

—¿Esto funcionará para que esa cosa deje de debilitarlo? —preguntó TaeHyung.

Hye lo tomó del brazo y lo hizo caminar con ella hacia una nueva habitación—. Eso esperamos. Funcionará, no es la primera vez que un alma en pena quiere joder con Bogsuja —dijo divertida.

TaeHyung no se sintió divertido—. Quiero protegerlo —exclamó seguro.

Hye suspiró—. Lo sé, cariño. El amor que cargas te hace inclusive más alto —mencionó divertida.

TaeHyung la miró atónito—. Yo lo aprecio mucho. Él me salvó la vida, literalmente me trajo de vuelta. Estoy agradecido y se lo debo.

Hye rodó los ojos—. Claro. Y a mí no me gustan las mujeres —dijo adelantándose y dejando a TaeHyung confundido y avergonzado—. Siéntate a un lado. Piensa bien en lo que quieres para tu futuro. Porque si pretendes proteger a Bogsuja, los sentimientos fuertes también ayudan, pero si solo tienes agradecimiento, habrá que entrenarte arduamente, porque así solo no sirves. O tienes experiencia o tienes grandes sentimientos puros. De todas formas, debes aprender a canalizar tu energía hacia el lugar correcto, tu sola presencia no será suficiente para evitar que lo ataquen o vuelvan a aparecer.

TaeHyung relamió sus labios mientras tomó asiento—. Él me gusta mucho. Realmente me gusta. Pero no sé a qué se refiere con fuertes sentimientos —dijo agachando la mirada y mirando a cualquier parte menos a Hye.

Hye sonrió—. Habrá que entrenarte bien. Como dijo Seokjin, tener un poder así es bien desgastante y habría que ver su lado negativo de que lo uses demasiado realmente.

—Él quiere alejarme del todo. Está loco si cree que lo voy a hacer —dijo TaeHyung cruzándose de brazos.

Hye lo observó y negó con dulzura—. Él quiere mantenerte a salvo.

—Y yo a él.

La conversación entre ambos cesó cuando Seokjin entró vestido de blanco a la habitación. TaeHyung lo miró y suspiró—. Hye me entrenará para ser tu guardaespaldas.

Seokjin alzó sus cejas y miró a Hye—. Dije mucho más que eso. Y no lo autoricé a tal cosa aún.

Seokjin lo miró, reprendiéndolo con la mirada.

—Eventualmente lo haré —aseguró TaeHyung.

—Eventualmente no será mañana, cariño —advirtió Hye llamando a Seokjin al centro de la habitación—. Recuéstate, Bogsuja. Comenzaremos a limpiarte.

TaeHyung no dijo más nada. Se limitó a observar y rogar que el baño de purificación de Hye fuera resultado para quitarle a Seokjin el espectro de encima. La sesión no fue larga, tampoco fue corta, pero mantuvo a TaeHyung constantemente en alerta. Vio a Seokjin retorcerse bajo las palabras de una lengua antigua que no supo reconocer. Sintió incluso que él mismo quería retorcerse con Seokjin en el suelo. La sesión duró lo que duró y cuando Seokjin abrió los ojos se sintió extraño pero ligero.

—¿Ya está completamente limpio? —preguntó TaeHyung.

Hye lo miró y sonrió—. Todo lo que debía hacerse se hizo —respondió con calma.

A TaeHyung no le pareció una respuesta clara, pero la sonrisa somnolienta en los labios de Seokjin lo dejó más tranquilo. Minutos más tarde, estaban despidiéndose de Hye en la entrada de su casa, con el sol ya poniéndose.

—Perdí la noción del tiempo —dijo TaeHyung sorprendido.

—Suele suceder —mencionó Seokjin, tomándolo de la cintura—. Iremos a casa y te daré de comer. También tengo que alimentarme —suspiró—. Mañana es el día —dijo con una sonrisa forzada a Hye.

La mujer asintió—. Lo sé, Bogsuja. Venías muy cargado.

TaeHyung los miró—. ¿Es el día de qué? —preguntó sintiendo la confianza de indagar un poco a Seokjin frente a Hye.

Seokjin suspiró—. La pena de muerte para mi padre —TaeHyung se sintió fatal por olvidar la fecha—. Está bien —susurró Seokjin acariciando su mejilla—. Tengo un lugar para verlo en primera fila.

TaeHyung frunció el ceño y miró de Seokjin a Hye y de nuevo al escritor—. ¿Realmente quieres ver eso?

—Es el cierre que necesito. Solo un poco de equilibrio —exclamó Seokjin con una sonrisa pacífica.

Después de la intensa sesión de purificación y la breve charla, Seokjin y TaeHyung se despidieron de Hye con un abrazo y palabras de agradecimiento. El sol se ponía, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados, mientras ambos se dirigían de regreso a casa. TaeHyung no podía evitar sentirse aliviado al ver a Seokjin más tranquilo y ligero, aunque sabía que el verdadero desafío aún estaba por venir.

Al llegar a casa, Seokjin preparó una cena sencilla pero reconfortante. Ambos comieron en silencio, disfrutando de la compañía mutua y la paz momentánea. TaeHyung no podía dejar de pensar en lo que Hye había dicho sobre su papel como protector y lo que significaba para su futuro. Seokjin, por su parte, estaba agradecido por tener a TaeHyung a su lado en estos momentos difíciles.

Esa noche, mientras se preparaban para dormir, TaeHyung se acercó a Seokjin y le susurró con determinación: —No importa si tengo o no tu permiso, déjame estar a tu lado mañana.

Seokjin lo miró intensamente, luego de minutos que TaeHyung sintió eternos, asintió, sintiendo una calidez en su corazón que no había experimentado en mucho tiempo. Ambos se acostaron, sabiendo que el día siguiente traería nuevas emociones, pero estarían el uno para el otro.

La mañana del día siguiente, el sol se levantó tímidamente, como si temiera lo que estaba por venir. Seokjin y TaeHyung despertaron temprano, ambos con el peso del destino de Kim JiHyuk sobre sus hombros. TaeHyung sabía que no podía dejar a Seokjin vivir este momento a solas. Lo único que sabía era que debía protegerlo a toda costa, ser su soporte. Su compañero para el siguiente momento más difícil que tendría que vivir el escritor.

Ellos tomaron una ducha, desayunaron en silencio y se vistieron de luto para la ocasión. Seokjin no dijo mucho, TaeHyung no preguntó.

Llegaron al centro penitenciario donde se llevaría a cabo la ejecución. Las emociones estaban a flor de piel, y el ambiente era pesado y sombrío. Seokjin estaba visiblemente afectado, pero trató de mantener la compostura. El baño de purificación era algo bueno, pero también algo que lo dejaba a flor de piel, vulnerable e hipersensible. Algo terrible estaba por suceder, él vería con sus propios ojos cómo la vida abandonaba el cuerpo de quien fue su progenitor y su parca personal.

Cuando llegó el momento, Seokjin y TaeHyung fueron escoltados a la sala de observación. Pero el escritor fue puesto en primera fila como único familiar mientras que TaeHyung fue ubicado en el fondo. Y allí, en sus respectivos lugares, pudieron ver a Kim JiHyuk siendo preparado para recibir la inyección letal. El corazón de TaeHyung latía con fuerza mientras mantenía su mirada fija en Seokjin. Todo lo que importaba era estar ahí para él. No estaba seguro si podría apartar sus ojos del escritor para ver en dirección al hombre que lo marcó para toda su vida y casi lo sacrifica como un animal. Pero en algún momento TaeHyung tuvo que verlo.

La sala se llenó de un silencio tenso mientras los preparativos continuaban. Seokjin sentía un nudo en el estómago. Su padre, encadenado de pies y manos, miró brevemente a TaeHyung y ambos se quedaron viendo. El escalofrío que corrió por la espina dorsal del chico era de puro rechazo. Buscó ver a Seokjin entre la gente que estaba presente y su corazón se sintió pesado por no poder estar más cerca. Kim JiHyuk pasó de él y miró a Seokjin finalmente. Su mirada fue oscura, pero se veía agradecido de ver a su hijo ahí. Seokjin no pudo sonreír ni asentir, solo apretó sus manos en puños, clavó sus uñas romas en sus palmas y se mantuvo firme.

La camilla al lado de JiHyuk estaba lista para recibirlo. Lo recostaron allí, aseguraron su cuerpo con fuertes cinturones y luego soltaron sus cadenas en manos y pies. La camilla fue puesta de forma vertical, como un conejillo de indias expuesto ante miles de ojos. TaeHyung frunció el ceño, lo merecía por supuesto, pero era bastante morboso. Miró a Seokjin una vez más y el escritor estaba tenso y congelado adelante de todo. TaeHyung deseaba recibir al menos una mirada, pero Seokjin estaba quieto.

Cuando la enorme jeringa que contenía el líquido que acabaría con la vida de Kim JiHyuk se dejó ver, TaeHyung apretó sus dientes y pasó un duro trago. Cerró sus ojos y agachó la cabeza. No estaba obligado a mirar, no lo haría. Seokjin, sin embargo, apretó sus manos y dientes, y tomó el valor de ver cada detalle.

Entonces el tiempo se detuvo.

Fue en ese momento cuando Seokjin lo vio: DoMin, el alma del chico que había vagado por el hospital. El charlatán que lo había llevado al cuerpo de TaeHyung y lo había ayudado a encontrar un lugar para su ritual en contra de HyunWoo, tenía un propósito siniestro.

Siempre lo tuvo y Seokjin no se preguntó qué sucedió con él luego de haber despertado a TaeHyung y traerlo de vuelta. Seokjin simplemente se olvidó de su existencia. Su primer error. Pero ahí estaba, parado al lado de su padre, al otro lado de esa sala mirándolo fijamente.

Cuando la inyección comenzó a fluir en las venas de Kim JiHyuk, Seokjin sintió una oleada de frío recorrer su cuerpo. DoMin se manifestó con una risa siniestra, dejándose ver como realmente era. Oscuro con cabellos largos y negros en su rostro y la sonrisa siniestra que había perseguido a Seokjin en su firma de libros. Se sintió enfermo, su cuerpo débil contra la silla.

Este era el espectro maldito del infierno que vivía para intercambios. Claramente invocado por el maldito de Kim JiHyuk. Hye no lo sintió porque no estaba aferrado a Seokjin, quería atacarlo a él, pero estaba aferrado a TaeHyung. El chico lo trajo consigo y se movía con él, pero no podía dañarlo a causa del alma marcada como escudo. Él estuvo cuando Seokjin intercambió a TaeHyung por HyunWoo y lo envió al infierno y ahora estaba aquí para algo más siniestro.

Sus intenciones claras ante el escritor, mientras se preparaba para tomar el alma de JiHyuk y transferirla al cuerpo de Seokjin. Este era el plan desde el principio: que JiHyuk poseyera a su propio hijo y viviera a través de él, mientras el alma de Seokjin era arrastrada al infierno. La sonrisa siniestra del espectro petrificó a Seokjin a la distancia. Entonces lo inexplicable sucedió, TaeHyung sintió el dolor en su sien, intenso y fuerte. Un sollozo se escuchó entre los presentes, TaeHyung alzó la cabeza y abrió sus ojos debido al intenso dolor y lo vio.

Kim JiHyuk perdiendo la vida, el espectro siniestro tomando su alma, no lo pensó con claridad, solo notó que Seokjin no podía moverse ni respirar. Su cuerpo estaba temblando y luchando por respirar de la misma forma en que el cuerpo de Kim JiHyuk estaba temblando al otro lado de la sala mientras el veneno penetraba su sistema. Seokjin se estaba ahogando, el aire no pasaba por sus pulmones, su rostro morado y sus ojos comenzando a ponerse blancos. La gente alrededor se precipitó, nadie comprendió qué le estaba sucediendo, pero TaeHyung no lo pensó, tampoco estuvo seguro si estaba preparado para su siguiente movimiento, pero no importó.

Seokjin fue su objetivo al instante en que el espectro llevaba la oscura y putrefacta alma de Kim JiHyuk sobre un Seokjin que se estaba asfixiando y perdiendo conocimiento. Fue demasiado rápido, TaeHyung no pidió permiso, pasó entre la gente y sintió tanto miedo y horror cuando no supo quién llegó antes. Él solo abrazó el cuerpo de Seokjin y el vidrio que separaba una habitación de la otra se partió en mil pedazos. Las luces tintinearon, la sala quedó a oscuras y lo último que TaeHyung sintió fue un ardor en su espalda y el cuerpo frío e inmóvil de Seokjin debajo de su cuerpo.

TaeHyung solo rogó, antes de desvanecerse, haber llegado a tiempo. Solo rogó haber llegado a tiempo.

La sala quedó en silencio. Los fragmentos de vidrio brillaban tenuemente bajo la luz parpadeante. El caos se había detenido, dejando una calma inquietante. TaeHyung, con su cuerpo cubriendo a Seokjin, apenas lograba respirar. Un peso invisible parecía aplastar el aire a su alrededor.

Con un esfuerzo titánico, TaeHyung levantó la cabeza y miró a Seokjin. Su rostro pálido, sus ojos cerrados—Seokjin... —susurró con voz quebrada. No había respuesta.

Los guardias y el personal del penal se apresuraron hacia ellos, pero parecía que sus movimientos eran en cámara lenta, como si el tiempo mismo hubiera decidido detenerse. TaeHyung sintió cómo la oscuridad amenazaba con llevárselo, pero no podía rendirse—. Seokjin, por favor...

Finalmente, los ojos de Seokjin comenzaron a abrirse lentamente. Aspiró por aire de forma exagerada y alarmante. TaeHyung contuvo el aliento, esperando ver la chispa de vida y familiaridad en su mirada. Pero cuando sus ojos se encontraron lo que encontró fue una frialdad inquietante, una oscuridad que no le pertenecía. Seokjin sonrió, pero no era su sonrisa habitual. TaeHyung no recordaba ese tipo de sonrisa en el rostro del escritor.

—¿TaeHyung? —la voz de Seokjin era extraña, como si perteneciera a alguien más. TaeHyung se estremeció, incapaz de distinguir si su peor temor se había hecho realidad.

Su espalda dolió y su cuerpo se estremeció. Antes de perder la conciencia, TaeHyung sintió una lágrima caliente correr por su mejilla. ¿Había llegado a tiempo o JiHyuk había logrado su cometido?

La duda lo consumió mientras se desvanecía en la oscuridad.

El anillo que Kim JiHyuk le dio a su hijo, Seokjin, estaba lleno de rencor e ira, pero JiHyuk lo maldijo en secreto durante su reunión. Usó el lenguaje de señas, que pasó desapercibido para Seokjin. Hye, al intentar limpiarlo sin saber que estaba maldito y cómo atacarlo, reforzó el hechizo sin querer. Al llevarlo puesto, aquello dejó a Seokjin espiritualmente débil y totalmente vulnerable a un ataque. También sirvió para desarmarlo ante cualquier tipo de escudo.

JiHyuk lo planeó por años, meticulosamente, cada detalle, pero no había contado con la presencia de TaeHyung. Sin embargo, el chico le vino como anillo al dedo.

El espectro, conocido como DoMin para Seokjin, no se había revelado ante este hasta el último momento. DoMin era un espectro que estudiaba a su víctima, sus movimientos, y los debilitaba poco a poco. Fue invocado por el mismísimo JiHyuk. Y fue perfecto que se aferrara a TaeHyung en su interludio para luego seguir cerca de Seokjin, pero pasar desapercibido y ser libre de cualquier protección que Seokjin quisiera usar en su contra.

Cuando Hye limpió al escritor, no lo purificó del espíritu siniestro de DoMin porque este no estaba aferrado a él. DoMin tenía como objetivo a Seokjin, pero estaba aferrado a TaeHyung. Como jamás lo atacó, pasó desapercibido ante el cuenco de hierbas y humo, por eso Hye no sintió que TaeHyung necesitaba ser purificado.

El espíritu siniestro de DoMin realizaría el intercambio en el momento en que condenaran a Kim JiHyuk. Al recibir la inyección letal, DoMin tomaría el alma de JiHyuk y la trasladaría al cuerpo de Seokjin. Ese fue el plan desde un primer momento de Kim JiHyuk: poseer el cuerpo de Seokjin y vivir como él, mientras el alma de Seokjin era llevada al infierno.

Nuevamente sacrificó a su hijo con tal de vivir como un hombre libre y pagar su deuda con la oscuridad. Kim JiHyuk debía un alma y la misma que debía era la que entregaría.

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