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🎼 EXTRA: Ecos de oscuridad

"Por la sangre y el dolor, ofrezco este pacto.
Niño inocente, ahora serás vengador.
Tu alma se retuerce, tu corazón se ennegrece.
Como espíritu de la sombra, cumplirás mi deseo."

Seokjin se retorció. Intentó abrir los ojos, pero estaban cubiertos con una venda. Estaba en el suelo, que ardía. Olía como si algo se estuviera quemando.

Era él.

—Mmm. No, no, no —sollozó en silencio, como un niño sin esperanza. Como el niño que fue una vez, apenas logrando sobrevivir dentro de una caja llena de símbolos. Famélico y sucio—. ¡Ayuda! ¡Alguie-...! —su garganta se cerró con la desesperación. Sus manos estaban atadas a su espalda.

Estaba semidesnudo. Su cuerpo se quemaba. Su rostro. Todo lo que tocaba la superficie se quemaba. Giró y peleó contra las cuerdas, horrorizado y desesperado, hasta que las cuerdas cedieron a su fuerza actual.

"No eres un niño", dijo una voz en su cabeza.

Soltó sus manos, quitó la venda y, cuando pudo ver, estaba allí una vez más, dentro de esa caja en el sótano de esa casa vacía en la que Kim JiHyuk lo había encerrado. Desesperado y agitado, hiperventilando mientras pateaba la puerta de esa maldita celda de madera reforzada.

—No es real —se repitió como un mantra—. No es real, no es real —las siguientes patadas fueron tan fuertes que un estruendo sonó. Sus ojos se cerraron repentinamente del susto y, cuando los abrió, estaba parado en el centro de una cueva oscura.

Llevaba la ropa que usaba en la sentencia de su padre.

La sentencia de muerte de su padre. El espíritu de ese chico, Domin, era el mismo espectro que lo estuvo persiguiendo. El mismo que tomó el alma de su padre y fue directo a él mientras lo ahogaba con su poder a la distancia y luego TaeHyung.

—Taehyung —susurró.

Un fuego se alzó a su alrededor, dejándole ver que el único lugar seguro era la supuesta roca en la que estaba parado. El calor infernal lo sofocó e incluso sintió que lo quemaba sin tocarlo. Su respiración, de nuevo un desastre, la desesperación ganándole a la calma y al raciocinio.

—Bogsuja —dijo una voz a su oído. Seokjin giró, sus ojos abiertos, apretándolos constantemente, sintiendo que incluso sus pestañas se quemaban con el calor que lo rodeaba.

Estaba sudado y con ojos de lunático.

—¿Quién eres? —gritó a la nada.

—Tu carcelario —susurró una voz siniestra.

El temblor bajo sus pies lo hizo cerrar los ojos hasta que sintió cómo ascendía y descendía en segundos.

—Mierda —abriendo los ojos, una luz tenue le hizo ver que estaba enjaulado. El piso estaba lleno de los símbolos que vio una vez cuando era niño. Se aproximó a los barrotes y sus manos se quemaron cuando los sostuvo.

El grito desgarrador de dolor, el olor a carne quemada y sus manos marcadas horriblemente lo hicieron sollozar y caer de rodillas.

Seokjin jadeaba, su aliento se mezclaba con el calor sofocante que lo rodeaba. Sentía cómo el dolor físico se entrelazaba con el tormento de su alma. Cada segundo que pasaba, la desesperación crecía en su interior, pero cuando recordaba que TaeHyung intentó evitar esto, que TaeHyung estaba allá afuera esperando por él, también crecía la determinación de no sucumbir.

—Este es mi cuerpo —susurró, apretando los dientes—. No dejaré que me lo arrebaten.

La oscuridad a su alrededor parecía cobrar vida, moviéndose con una malevolencia tangible. De pronto, una figura espectral emergió del suelo. Domin. Seokjin aún estaba de rodillas, mirando la figura oscura que se cernía sobre él, petrificándolo incluso en contra de su voluntad. La sonrisa cruel y siniestra brillaba en su rostro.

—No tienes ninguna oportunidad —susurró Domin, el espectro, con palabras impregnadas de veneno—. Tu padre ya ha preparado el terreno. Pronto, este cuerpo será suyo y tu alma será mía. Así debió de ser siempre, Seokjin —el espectro intentó acariciar el rostro del escritor, pero la indignación y la ira dentro de Seokjin le permitieron moverse y apartar su mano.

Negó con la cabeza, sintiendo cómo la ira y el miedo seguían creciendo en su pecho. No podía permitir que su padre, aquel hombre que lo había condenado desde niño, tomara control de su vida una vez más.

—¡No me llevarás contigo!

El espectro rió tenebrosamente mientras le permitía alejarse—. No lo entendiste aún —susurró, mirando a Seokjin como una presa—. Estás destinado a mí. Eventualmente iba a tenerte, solo tuve que esperar un poco y aquí estás —dijo con un susurro ronco, relamiéndose los labios.

Un manotazo de sorpresa alcanzó a Seokjin, rasgando su brazo derecho y comenzando a sangrar. El grito que salió desde la parte posterior de su garganta fue desgarrador, pero no cayó. Contrario a eso, se alejó y cayó contra los barrotes contrarios. Su espalda se quemó y gruñó del dolor, pero se puso de pie, evitando acercarse al espectro que sonreía maliciosamente.

—No te pertenezco y no dejaré que JiHyuk gane —dijo apretando los dientes del dolor, gimiendo ronco entre cada palabra—. Ni tú, ni él. Tengo un motivo para volver y lo haré —exclamó.

El espectro lo miró y rió ladino—. Voy a doblegar tu voluntad. Le pagaré a tu padre por ti, dándole tu cuerpo y te llevaré conmigo. Todos felices y contentos.

—No lo harás —dijo Seokjin, pasando dos de sus dedos sobre la sangre de su brazo rasgado y herido.

El espectro resopló—. Sigues sin entender. ¿Qué haces?

Seokjin rompió la camiseta negra, desecha y descuidada que poseía, dejando su pecho al descubierto y comenzó a dibujar el signo de protección que le había dado a TaeHyung en su pecho, con su sangre.

—Basta —exclamó el espectro, extendiendo su mano.

Seokjin sintió la presión, la fuerza que lo contenía para evitar que se moviera. Como si mil brazos lo estuvieran sosteniendo con fuerza y pretendieran alejar su mano de su pecho. Pero entonces lo oyó.

La voz de TaeHyung diciendo su nombre. La voz grave del chico, preocupada y sollozante, resonando en la celda como un ruego, llamándolo y llamándolo.

"¡Jin! ¡Jin! ¡Estoy aquí!"

—¡Detente, carajo! —el espectro extendió ambas manos usando su mayor potencial. Pero la voz de TaeHyung seguía llamando a Seokjin y Seokjin seguía dibujando cada trazo en su pecho con su sangre, incluso con fuerzas que ni siquiera sabía de dónde venían.

El espectro retrocedió, sorprendido por la fuerza de la voluntad de Seokjin. La lucha espiritual había comenzado, y el escritor estaba dispuesto a pelear hasta el último aliento.

—¡No soy tu marioneta! —gritó Seokjin, su voz resonando en la cueva—. ¡No dejaré que me tengas! ¡No los voy a dejar ganar!

El suelo bajo sus pies tembló, y las sombras se retorcieron a su alrededor. Sintió la presencia de su padre, una fuerza oscura y dominante que intentaba infiltrarse en su mente, pero Seokjin se aferró a su propia identidad y a la voz de TaeHyung.

Entonces lo vio, el alma putrefacta de JiHyuk, fuera de la celda, caminando de un lado al otro, pidiendo al espectro que se lo llevara de una jodida vez. Rogando poder tomar el cuerpo de Seokjin.

—¡Ríndete, carajo! —gritó JiHyuk, hastiado.

—Este es mi cuerpo —susurró, más para sí mismo que para los demás—. Y lucharé por él.

Con una última mirada de desafío al espectro y a su padre, Seokjin cerró los ojos y se preparó para el enfrentamiento final, sabiendo que su espíritu era lo único que se interponía entre su libertad y el abismo.

TaeHyung estaba en la isla. Era un día de pura neblina. Estaba silencioso, hacía frío y se encontraba solo.

—Niño —la voz de esa anciana.

La anciana que hacía mucho caminaba por la isla. La anciana que le dijo que era el nuevo protector de Bogsuja, ella estaba parada a unos metros.

—Usted... ¿Qué pasó? ¿Dónde...? ¿Por qué...? —cambió rápidamente su pregunta.

La mujer suspiró—. Agotaste toda tu energía. El espectro que quiere el alma de Bogsuja fue demasiado fuerte para ti.

TaeHyung se estremeció—. ¿Estoy muerto?

—No. Estás en un interludio una vez más.

TaeHyung apretó los dientes—. ¿Y Seokjin? Yo lo salvé, ¿o no?

La mujer lo miró con lástima. De repente, se acercó y tomó a TaeHyung de la muñeca. El chico contuvo la respiración y el paisaje frente a él cambió.

Ya no estaba en la isla, sino en Seúl. En alguna parte de Seúl, frente a una casa abandonada, en pésimo estado... TaeHyung la miró con los ojos bien abiertos.

— ¿Dónde estoy?

—Donde tú crees que estás.

La voz débil de un niño llegó a TaeHyung. Algo dentro de él lo supo instantáneamente y se adentró en la casa sin esperar explicaciones. La casa estaba abandonada, en un estado deplorable, pero él recordó.

En el sótano, encerrado en una caja, TaeHyung buscó una puerta que llevara al sótano, desesperado mientras gritaba su nombre.

—¡Jin! ¡Jin! ¡Estoy aquí!

La desesperación, mientras escuchaba el llanto y los sollozos del niño, se apoderó de TaeHyung. El miedo lo inundó con lágrimas bañando su rostro y nublando su vista. Sus manos sosteniendo su cabello en puñados mientras giraba en su propio eje buscando una puerta que no estaba por ningún ningún lado.

—TaeHyung —la mujer de la isla le llamó. Estaba parada en una esquina sobre una alfombra.

La única alfombra en toda la habitación abandonada que lucía nueva y recientemente colocada. TaeHyung corrió, la mujer desapareció, la puerta estaba debajo de la misma alfombra. Luchó unos momentos por abrirla hasta que lo consiguió.

El sótano ardía cuando sus pies descendieron cuesta abajo, llevándolo al sonido débil de un niño llorando y pidiendo ayuda, sin fuerzas. Entonces la vio, cubierta con un manto negro, la caja que contenía al pequeño Seokjin. Signos por doquier que TaeHyung no logró entender, pero tampoco le importó.

—¡Jin, pelea! ¡Estoy aquí y voy a sacarte! —pidió con calma.

Miró a su alrededor por algo que pudiera romper la caja, un fierro oxidado en una esquina oscura le pareció el arma perfecta, excepto que cuando lo tomó, su palma se quemó y un grito grave de dolor le abandonó.

La voz del niño dentro de la caja fue débil; TaeHyung podía sentir en carne propia que el niño ya no aguantaba. Entonces no lo pensó, tomó nuevamente el caño caliente con sus palmas, soportó el dolor y, con un grito desgarrador, comenzó a golpear la caja.

Un golpe, dos golpes. El olor a carne quemada que venía de sus manos pasó a segundo plano con el ardor y las ampollas que se estaban formando en sus palmas.

—¡Vamos, Jin! ¡Estoy aquí! —gritó con lágrimas en los ojos mientras continuaba golpeando—. ¡No te rindas!

Más golpes que parecían no hacer nada por romper la caja.

—Estoy aquí. Resiste —pidió TaeHyung, más cansado. La madera apenas estaba cediendo. Hasta que notó, de entre todos los símbolos de la caja, el único que centelleaba débilmente.

Y lo supo. Comenzó a golpear allí, una y otra y otra vez. Con más fuerza, pequeños astillazos saltaban de la madera, comenzando a romperse.

—Vamos, Jin, tú puedes —dijo con más ánimo—. ¡Nosotros podemos! —gritó con fuerzas, dando los últimos golpes que permitieron romper la caja.

El destello de energía maligna que se liberó fue aterrador, pero entonces TaeHyung tomó al niño famélico del suelo, ya desfallecido, y lo desató en medio de un huracán oscuro que se estaba levantando a su alrededor. El niño estaba frío, pero TaeHyung lo abrazó fuertemente. El calor era abrumador, el huracán de energía maligna no le dejaba ver nada, pero TaeHyung siguió abrazando al niño.

—Vamos, Jin. Tú puedes. Vamos, vamos, vamos —susurró con voz temblorosa. Una frase quiso salir, pero la contuvo mientras rogó en silencio.

Una luz brillante se dejó ver entre su cuerpo y el del pequeño Seokjin, hasta que explotó. La luz cubrió y se llevó la oscuridad. TaeHyung seguía rogando al cielo, hasta que se dió cuenta del silencio y la frescura alrededor. La calma se asentó en el pecho de TaeHyung y el niño en sus brazos respiró.

Cuando TaeHyung abrió los ojos, estaban en un espacio completamente blanco, y aún tenía al niño entre sus brazos. Cuando lo miró y sus ojos se encontraron, TaeHyung reconoció esa mirada dulce.

—Sabía que podías —susurró con lágrimas en los ojos.

Lo mismo que TaeHyung estaba viviendo en su interludio, Seokjin lo estaba sufriendo en el suyo propio. La energía de Seokjin estaba conectada a la de TaeHyung, la voz del chico fue de aliento en todo momento mientras él estaba apresado en esa jaula con el espectro encima y su padre. JiHyuk parecía un demonio intentando desgarrar la piel de la espalda de Seokjin.

Pero Seokjin no se rindió. Su determinación y la voz y el aliento de TaeHyung le dieron fuerzas y la misma luz que brillo en el interludio de TaeHyung (mientras abrazaba a su versión más pequeña) destelló de las manos y el pecho de Seokjin. Cubrió la sombras, envolvió al espectro, reprendió y sacudió lejos a su padre y se liberó.

No sin antes escuchar una última frase del espectro.

—Si no es ahora, será algún día

— Estás acabado —dijo Seokjin, aún peleando. Su espíritu y su energía contra la del espectro.

El espectro se rindió—. Bogsuja estúpido. Yo te marqué —dijo, haciendo un esfuerzo extra por hablar antes de ser lanzado al infierno—. Es mi marca la que llevas en tu alma, eventualmente vendré por tí y terminarás aquí. Tarde o temprano.

Seokjin no le dió importancia, no quiso hacerlo. Gritó con toda su fuerza y envió lejos al espectro. Despertando fuertemente agitado y sudado en la habitación de Hye.

— ¡Bogsuja! —la mujer de arrojó por un abrazo.

Se veía agotada y sudada. DoHwan estaba a su lado y SeHun también. Seokjin miró y buscó pero no encontró a TaeHyung.

— ¿Y Tae?

Hye se apartó y lo miró con detenimiento—. En coma —respondió.

— ¿Qué?

—Tranquilo. No es definitivo, él necesita recobrar energías. Despertara eventualmente. No te preocupes. Te salvó de no ser apresado y enviado al infierno de inmediato. Tuviste un interludio gracias a eso y saliste por tu cuenta.

—Llevamos dos días rogando que volvieras —exclamó DoHwan.

SeHun, a su lado, lucía asombrado—. El exorcista se quedó corto contigo. Oh, y gracias por no contarme que hablabas con los muertos. Carajo, me asusté cuando no te encontré en el hospital.

—DoHwan y yo te trajimos aquí para el ritual de liberación —exclamó Hye—. Fue una verdadera hazaña.

—¿Cómo te sientes? —preguntó su mejor amigo.

Seokjin suspiró, los miró de forma entrañable con una sonrisa cansina en su rostro. No dijo lo que el espectro le susurró antes de dejarse vencer. No lo diría, no lo haría.

Él estaba vivo y estaba bien.

—Solo quiero ver a TaeHyung.

—De acuerdo, Bogsuja. Veremos a tu niño, él necesitará un beso que rompa el hechizo —dijo Hye con dulzura y alivio.

Seokjin sonrió, no dijo más nada. Horas más tarde, estaba sentado al lado de la cama de hospital de TaeHyung. El chico dormía plácidamente, sus signos vitales eran perfectos, su función cerebral excepcional. Los doctores decidieron dejarlo simplemente dormir, eventualmente abriría los ojos.

—Gracias, niño —susurró, tomando la mano de TaeHyung y besando el dorso de la misma—. Me trajiste de nuevo. Y estoy aquí esperando a que vuelvas —susurró, acariciando la frente de TaeHyung.

El chico no despertó en ese momento.

—¿Y ahora? —preguntó TaeHyung. Estaba en la isla, pero era más verde de lo que recordaba. Estaba caminando con la anciana, el alma más vieja de dicho lugar.

—Ahora solo descansa. Despertarás, no te preocupes. Solo debes renovarte —con una sonrisa pacífica, la mujer sobó su hombro y se alejó a paso lento.

—No me dijiste tu nombre —exclamó TaeHyung, recordando que no sabía algo tan simple como eso  de la mujer lo ayudó y lo guio, tanto en la realidad como en sueños.

La mujer se dio la vuelta y sonrió—. Haneul.

TaeHyung la miró con ojos soñadores y sonrió, pensando en su significado: "cielo".

—Una cosa más —dijo Haneul antes de marcharse—. No recordarás esta batalla espiritual al despertar. Tu mente física es débil aún. Cuando puedas soportar mejor, comenzarás a recordar tus luchas e interludios. Descansa, Kim TaeHyung.

—Hace días que estás aquí. Yo te relevo —dijo el padre de TaeHyung a un Seokjin que dormía incómodamente en la silla.

La relación fue un poco más tensa luego de todo lo que le explicaron al señor Kim. Pero fue cediendo cuando vio la devoción del escritor por un TaeHyung dormido. Especialmente cuando supo que fue este hombre quien lo trajo de vuelta.

—Puede despertar. Quiero estar aquí cuando lo haga, señor —dijo Seokjin, acariciando la frente de TaeHyung.

—Hijo, es una orden. Ve, come algo. Descansa en tu cama, date una ducha y luego vuelve —exclamó el hombre con suavidad—. Si algo llegara a suceder, eres el único que puede ayudarlo. Necesitas descansar.

Seokjin pasó el nudo en su garganta ante la suavidad de su reprensión y la forma de llamarle "hijo".

—Pero usted también está aquí hace mucho —susurró Seokjin, viéndole.

El señor Kim sonrió—. Tu amiga Hye vendrá mañana para una limpieza. Cuando ella venga, iré rápidamente por una ducha y una siesta ligera. Tú ve a descansar como se debe. Tómate un día al menos. Por favor —rogó el hombre.

Seokjin asintió a duras penas, pero tenía razón. Si algo sucedía, debía estar fuerte. Suspirando, se puso de pie. El señor Kim asintió y le dio la espalda para darle privacidad al despedirse de TaeHyung. Seokjin aspiró aire y se inclinó cerca del oído del chico:

—Recobra energía y luego abre esos hermosos ojos grandes que tienes —susurró suavemente. Lo contempló un momento. TaeHyung no se veía enfermo, ojeroso ni pálido. Contrario a eso, estaba hermoso. Miró sus labios y Seokjin los besó castamente un momento—. Vuelve a mí. Tengo que decirte que te amo mientras pretendo que estés despierto.

Besando la frente de TaeHyung, se despidió del señor Kim.

Podría haber sido un beso que rompió el hechizo de sueño de TaeHyung. Uno mágico o una simple casualidad, pero a la mañana siguiente, cuando iba camino al hospital leyendo el mensaje de DoHwan con respecto a TaeHyung, el escritor sonrió aliviado y pisó el acelerador. No podía esperar a verlo y tenerlo entre sus brazos.

Por el bien de todo el infierno, TaeHyung debía despertar. Todo lo que quería yacía en esa cama de hospital. No deseaba nada más. No le importaba nada más. Ni siquiera su propio destino maldito.

Ya con TaeHyung en su vida, se consideraba bendecido.

(Días del despertar de TaeHyung)

—Tengo que ganar dinero y buscar mi propio lugar. No puedo seguir usurpando tu apartamento —dijo el chico saliendo de la ducha. Era su segunda noche.

Seokjin ya estaba en la cama y lo miraba sonriendo—. No me importa si te quedas aquí.

TaeHyung se sonrojó mientras se metía en la cama con el escritor—. Pero deberías pagarme por ser tu guardaespaldas. Y por el trabajo que hice, aunque no recuerdo nada —exclamó divertido y confundido.

Seokjin sonrió—. No importa. Créeme, estuviste ahí. Escuché tu voz. Tú me trajiste de vuelta —susurró mientras TaeHyung acomodaba su cabeza en su hombro y pasaba un brazo por encima de su cintura.

—No voy a dejarte solo, nunca —susurró.

Seokjin sonrió—. Lo sé. Pero olvida un poco tu nuevo talento y enfócate en tu escuela de música. Haz lo que tenías planeado hacer.

—Debo buscar un lugar para alquilar antes. Ver dónde vivir.

—Lo que dije fue en serio —repitió Seokjin—. No me molesta. Puedes vivir aquí conmigo —susurró, tomando a TaeHyung del mentón para mirarlo.

TaeHyung relamió sus labios, sus latidos acelerados—. No es lo mismo que no te moleste a que realmente lo quieras —susurró, luego tomó coraje—. ¿Quieres que viva contigo?

Seokjin sonrió y lo besó. Fue lento, con su lengua provocando al chico hasta que usurpó su boca y se adueñó de los labios de TaeHyung y de su cordura. El chico gimió y se dejó besar felizmente.

Cuando el beso acabó, estaba sonriendo.

—¿En serio me preguntas si quiero o no lo que tenemos actualmente? Por supuesto que lo quiero. No me importa si vivir juntos es apresurado. Nos salvamos de la muerte el uno al otro. No se puede poner peor que eso —dijo susurrando sobre los labios de TaeHyung.

El chico sonrió feliz—. Esa respuesta me gusta más. Porque quiero vivir contigo... Y tú no me contaste nada con detalles sobre tu pelea —susurró—. ¿O tampoco recuerdas?

Seokjin esquivó sus ojos curiosos y lo volvió a mirar luego de unos segundos. Seokjin recordaba absolutamente todo—. Oí tu voz. Me trajiste de vuelta. Es todo lo que puedo recordar.

Era todo lo que importaba.

TaeHyung suspiró aliviado y lo abrazó fuerte. Su cabeza en su pecho, escuchando los latidos del corazón de Seokjin.

—Perfecto. Lo único que importa es que esa cosa no volverá y tú eres libre ahora. Y todo mío.

Seokjin pasó el nudo en su garganta y apretó a TaeHyung entre sus brazos—. Todo tuyo.

Pertenecía a TaeHyung. A nadie ni nada más.

Meses más tarde, una noche, mientras TaeHyung tocaba una melodía suave en su saxo y Seokjin lo observaba desde el sofá con un borrador de su nuevo libro en su notebook, un escalofrío recorrió la espalda del escritor. Un pensamiento sombrío invadió su mente, recordándole las últimas palabras del espectro.

"Si no es ahora, será algún día."

Seokjin apartó la mirada y trató de concentrarse en la música. No quería arruinar el momento. TaeHyung lo miró y sonrió, ajeno a las inquietudes que Seokjin intentaba ocultar.

—Esa melodía es hermosa —dijo Seokjin con voz tranquila, aunque una parte de él seguía escuchando el eco de la advertencia del espectro.

Esa noche, Seokjin tuvo un sueño inquietante. Caminaba por un pasillo oscuro, las paredes cubiertas de símbolos antiguos. Al final del pasillo, una figura espectral lo observaba, su presencia tan oscura como siempre.

—Bogsuja estúpido —dijo el espectro con una sonrisa siniestra—. Nos volveremos a encontrar. Tarde o temprano.

Seokjin despertó de golpe, el sudor frío empapando su frente. Miró a TaeHyung, dormido plácidamente a su lado, y se sintió reconfortado. Aun así, no pudo evitar preguntarse cuánto tiempo pasaría antes de que el espectro intentara regresar.

Con el primer rayo de sol, Seokjin decidió no dejarse vencer por el miedo. Cada día vivido con TaeHyung era una victoria sobre las sombras del pasado. Sabía que la amenaza del espectro aún pendía sobre él, pero mientras tuviera a TaeHyung a su lado, estaba dispuesto a enfrentar cualquier cosa.

El futuro era incierto, pero en ese momento, Seokjin encontró la fuerza para seguir adelante, abrazando la vida y el amor que había encontrado.

No tardé debido a que este capitulo estaba comenzado. Pero yo sabía cómo terminaba y quería aligerarlo porque no o iba a cambiar su resultado.

Ese siempre fue el destino sino, no tendría sentido que se mencionara que su alma fue marcada durante toda la historia. Al subir su lucha espiritual por ganar su cuerpo, debía de explicar a son de qué, por quién y cuales serían las consecuencias de la marca en su alma. Sino sería un detalle dejado en el aire. Por eso había optado por no narrar esta lucha y dejar esos puntos al deseo del lector, no iba a subirlo porque es un proceso agridulce o incluso un ";" Pero no me comprometo a hacer la continuación de esta historia (por el momento) Sin embargo así es el estado de Seokjin. 🥹

*Se va corriendooooooooooo*

Muchísimas gracias 💜 Adiós INTERLUDE

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