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🎼10mo

A SeokJin nunca le gustaron los hospitales.

Independientemente de la opinión popular que podrían tener sobre él con respecto a su don, no. No se trataba de las almas en pena que rondaban ese tipo de lugares. Honestamente, espíritus errantes y alma desahuciadas había por doquier. Y muchos de los vivos eran acompañados por muchas de ellas sin su consentimiento, ni conocimiento previo.

Estaba más arraigado al recuerdo de su madre.

La mujer fue la madre perfecta. La más amorosa que SeokJin pudo pedir. Ella cubrió cada vacío de figura paternal, fue totalmente flexible y agradable cuando sus medios hermanos quisieron conocerlo. Incluso la mujer había tenido una excelente relación con quién luego se convertiría en su madrastra. Otra mujer importante en la vida de SeokJin.

A diferencia de los cuentos de hadas, películas de terror o casos ajenos al suyo. La familia de su padre fue cálida y amorosa con él, excepto su hermano, quien jamás le dió a SeokJin el beneficio de la duda, pese a que su madre le afirmó y confirmó que su padre era una bestia, el chico jamás le creyó y terminó acabando con su vida debido al stigma que SeokJin y su padre dejaron sobre él.

Aún así y a pesar de la tristeza, sus hermanas y madrastra, jamás lo culparon por ello como su hermano habia expresado en su carta de despedida antes de quitarse la vida. Ellas fueron y eran en la actualidad un pilar en la vida del escritor. Y fueron de gran apoyo cuando la madre de SeokJin comenzó a perder la noción del tiempo, dónde estaba y quien era él.

El Alzheimer se llevó lo mejor de su madre, volviendola en una mujer casi desconocida para él. SeokJin tenía veinticinco años cuando su madre comenzó a ir en deterioro. La mujer resistió y luchó lo más que pudo hasta ver publicado el primer libro de su hijo y festejarlo con él. Su madre era la única que sabía de su don (o maldición, en ocasiones).

Ella había estado ahí para su niño en cada pesadilla que SeokJin tuvo despierto, sin entender claramente. Sin lograr comprender del todo, su madre jamás dudo de él y siempre intentó ayudarlo, y protegerlo a su modo. SeokJin no tenía reproche alguno con el recuerdo de ella. Pero cuando su memoria comenzó a fallar, la tomó más joven que el promedio, arruinandola a temprana edad. Hasta que no quedó casi nada de la mujer que quizo incluso cuidarlo de sus propias pesadillas.

"—Lo mejor sería internarla para darle un cuidado seguro y alivianar tu carga —mencionó su madrastra."

Incluso el medico de cabecera de su madre lo dijo y recomendó. Le tomó tiempo ceder, hasta que decidió que era lo mejor, sin embargo, no pudieron estar a tiempo cuando su madre cayó por las escaleras debido a que había intentado huir del lugar  en el que estaba, por ir en busca de SeokJin. Hacía mucho su memoria se había perdido, pero en ese pequeño lapso antes de la fatídica caída, ella quería ver a su hijo.

Cuando SeokJin supo lo sucedido, había vuelto de inmediato de una pequeña convención de escritores para verla en una cama de hospital, dormida y con feos hematomas en su hermoso rostro. Él se parecía mucho a ella, verla tan avejentada, demacrada y más encima herida, había sido el momento más horrible en la vida de SeokJin. O quizás el segundo más horrible, pero colocandose en el primer puesto.

— Dime qué vas a volver —susurró una noche.

Agotado de que otras almas quisieran su ayuda y su atención cuando él solo quería quedarse junto a su madre y esperar a que esta volviera en sí. Él realmente no quería verla vagando por allí. Había rogado a todos los dioses no verla.

— ¿Quien es ella para ti, cariño? —dijo la voz que más de una vez lo había arrullado hasta dormirse.

SeokJin estaba reposando su mentón sobre la cama mientras sostenía la mano de su madre, pero al oírla a su lado, su corazón había dado un vuelco horrible, latiendo sin parar. Sintiéndose desesperado e inútil.

— No —sollozó un joven SeokJin, girando para verla—. No deberías estar así.

La mujer lo miró con una dulce sonrisa, aún no lo reconocía—. ¿Por qué no? Ella se ve mal herida ¿La conoces?

SeokJin parpadeó con lágrimas brotando de sus ojos—. Es mi madre —respondió—. Y no es su tiempo aún.

El alma de su madre lo miró con dulzura—. Bueno, tú no puedes decidir eso —dijo con dulzura—, pero si realmente lo creés deberías de buscar la forma de mantenerla contigo.

SeokJin sorbio su nariz, sus lágrimas bañando su rostro—. No es su tiempo, estoy seguro. Esto fue un accidente ¿Tú querrías irte debido a un accidente?

La mujer miró hacia arriba, como si estuviera replanteándose la pregunta que su hijo había hecho—. Cuando el alma se desvanece, debes encontrar el hilo que la conecta al mundo físico —mencionó—. Deberías conectar con ella y traerla a tu mundo.

SeokJin soltó la mano física de su madre y se giró para ver su alma, le sonrió con dulzura y SeokJin se sintió tan roto e inútil mientras buscaba sostener las manos espirituales de la mujer que le dió la vida. Ella se dejó sostener, sonriendo con inocencia.

— ¿Quieres volver, eomma? —susurró con voz rota.

El alma de la mujer resplandeció repentinamente, aquello formaba parte de las primeras y más hermosas experiencias de SeokJin con respecto a su don. La mujer ganó consciencia ante su voz y la forma en que él la llamó. La sonrisa dulce en su rostro jamás se fue de la memoria del escritor, la forma en que su madre acarició su mejilla y acarició suavemente su cabello, era igual que en la vida real, excepto que hacía mucho tiempo no recibia una caricia de la mujer totalmente consciente de quien era él, quien era ella y quienes eran juntos.

— Mi niño hermoso —susurró su madre con ojos humedos—. Mi cuerpo se deterioró hace tanto. Mi memoria no es la misma y no volverá a serlo —agregó con con congoja—. Es mi tiempo, Jinnie.

— No —rogó SeokJin con su corazón roto.

Él sabía que lo era, pero no podía retenerla. Ella se había desprendido de la vida y lo que la ataba a ella hacía mucho tiempo ya. La conexión con su hijo fue la más pura, pero solo para una despedida.

— Aún te necesito —dijo SeokJin con voz rota.

Su rostro cubierto de lágrimas ahora. Sus pestañas mojadas, sus hermosos ojos más pequeños y con una mirada dolida. SeokJin sostuvo sus manos con fuerza y negó durante los primeros minutos que parecieron eternos.

— Y siempre estaré contigo. Pero no puedo volver, cariño —susurró su madre sobre su frente, con sus labios dejando un beso allí—. Tu don nos dió la oportunidad de tener una buena despedida. Salí corriendo buscándote y te encontré —dijo con una sonrisa nostálgica.

— Lamento no haber estado allí para ti —dijo entre sollozos, se sintió un niño pequeño una vez más entre los brazos de su madre.

— Oh, cariño. Siempre estuviste ahí. Salí corriendo, te busqué y te encontré. Y aquí estamos, SeokJinnie —susurró suavemente—. Ahora es hora de irme. 

SeokJin la miró con ojos rojos y mojados—. ¿No puedes quedarte un poco más? —suplicó.

— Me están esperando en la fila —dijo con una sonrisa—. Dirán mi nombre pronto —dijo con alegría, sacudiendo las manos de SeokJin con las suyas.

Ella no lo soltó en ningún momento. Él tenía que soltarla.

— Hazme una sola promesa —dijo la mujer, SeokJin sorbio su nariz y asintió escuchando atento—. No vayas a mi tumba. Yo no estaré ahí ¿De acuerdo? Habla conmigo en cualquier lugar, donde sea. Cuando quieras, pero no vayas a visitar una tumba vacía ¿Sí?

SeokJin nunca olvidó su promesa, a pesar de que se sintió culpable por no hacer lo que todos o en su mayoría hacían al perder a un familiar, hasta que comprendió que su madre tenía razón, él podría honrar su presencia y hablarle en cualquier momento. Pero esa despedida, en ese hospital, con luces tenues, silencio sepulcral y sólo una máquina que sonaba con el latido débil del corazón de su madre y sus pulsos, SeokJin sintió que era algo que no queria recordar más alla de las palabras, el momento y la despedida.

— ¿Vas a entrar o qué? —un chico con un aspecto despreocupado estaba a su lado.

Dios, SeokJin notó que estaba demasiado absorto en sus recuerdos que no sintió esa sensación escalofriante en su nuca y todo su cuerpo al tener a esta alma a su lado como si nada.

— Lo haré —respondió sin verle.

El chico bufó a su lado—. Llevas como media hora aquí — dijo.

— Estoy en camino —declaró poniéndose en marcha—. Ya que estás aquí ¿Porqué no me dices cómo  entro fuera del horario de visita? —preguntó directamente.

El chico a su lado sonrió ladino.

Al entrar, no se dirigió a recepción, sino que continuó en dirección a lo que serían los baños, pero en realidad había un pequeño elevador que usaban las personas que no dejaban el hospital para cuidar de sus familiares temporalmente internados. Comenzó a ascender en el elevador y a sólo un piso de llegar, el chico agradable y chusma estaba de vuelta con él.

— Entonces ¿Qué hace alguien tan especial como tú aquí? Yo no quiero irme, eh... —dijo alejándose.

— No vengo por ti —respondió SeokJin—. De todas formas, deberías irte.

— ¡No señor! Mi sentencia designó el infierno para mí, no iré a ahí. ¡Diablos que no! —dijo con un acento que sonó divertido, para desgracia de SeokJin.

— Como sea. Si vagar sin rumbo tiene sentido para ti, no me importa —exclamó moviendo su pie ansioso.

El alma junto a él lo miró con ceño fruncido hasta que el elevador se detuvo.

— ¿El piso de los comatosos? —cuestionó—. Hombre, aquí están todos locos.

SeokJin alzó las cejas saliendo del elevador y mirando con atención para saber dónde dirigirse.

— ¿Y tú estás cuerdo? Tu ropa delata años de estar así —dijo SeokJin con seriedad.

El chico a su lado rió—. Ay, hombre yo sé dónde estoy. Los comatosos son como los drogados de nuestra especie —dijo riendo y siguiendo a SeokJin—. No tienen ni puta idea de dónde están. Si aquí o allá ah... Terrible. ¡Oh! —exclamó el charlatán deteniéndose—. ¿Vienes por el chico lindo del veintidós?

SeokJin se detuvo y se escondió en una columna cuando vió al padre de TaeHyung en la habitación. El hombre se veía demacrado y triste, apenas podía notarlo desde su distancia. La puerta de la habitación estaba abierta facilitando la vista.

— Oh, claro. A tí si pueden verte —dijo el chico divertido—. Sabes, es el más hermoso que he visto andar por aquí —mencionó.

SeokJin apretó sus dientes, pero lo miró. —¿Lo has visto?

El chico asintió—. Pero es un fantasma, estoy seguro que ni siquiera sabe dónde está. Lo he visto deambular, definitivamente no es consciente de su estado —mencionó el tipo hablador.

De los más entretenidos que SeokJin había visto a lo largo de sus años.

— Ya es consciente —mencionó moviéndose alrededor de la columna cuando su padre salió un momento y cerró la puerta tras él.

Sin perdida de tiempo caminó hacia la habitación de TaeHyung, entrando rápidamente cuando nadie más lo vió.

Se congeló instantáneamente al ver los aparatos, agujas y sueros alrededor de TaeHyung. Se veía pálido. Su cabello estaba solo un poco opaco y la habitación estaba con luces tenues. Las cortinas cerradas. El vapor encendido a su lado, pero todo era demasiado depresivo.

— Su padre poco deja entrar la luz ¿Es hermoso, no creés? —soltó el alma del chico metiche que no dejó de pisar sus talones desde que entró.

No estaba seguro porque todavía no lo apartaba de su lado, el chico parecía inofensivo, pero aún SeokJin alcanzó su cuota diaria de paciencia y tomó el alma del charlatan por su ropa. Lo ojos de sorpresa del otro parecían enormes y abiertos cuál caricatura.

— Sé útil y hazme saber cuando su padre esté en camino y si sirve de algo tantos años vagando, retrasalo —pidió entre dientes.

El chico asintió rigidamente reiteradas veces mientras SeokJin puso manos a la obra con su amuleto protector.

— ¿Es para cuidar su esencia del alma oscura que anda alrededor de él, no? —preguntó curioso.

SeokJin alzó la vista—. ¿También lo viste?

El chico asintió—. Quiere entrar a toda costa en su cuerpo. El idiota se cree que es algo muy simple, pero he intentado alejarlo.

SeokJin frunció el ceño—. ¿Por qué?

El alma del desconocido se encogió de hombros—. Sólo lo hago. No es al único al que he cuidado de almas psicópatas y oscuras —Seokjin suspiró con una mirada de agradecimiento—. Iré a cuidar la puerta.

Cuando el alma del chico cruzó las paredes como el mismo humo desvaneciéndose, SeokJin comenzó con su amuleto. Lamentablemente hasta que el ferry partió, le dió a SeokJin tiempo suficiente de calmarse y de hacer algo que realmente valga la pena.

Una pulsera, pequeña y delicada con detalles cosidos entre sí, simples para el ojo ignorante, potente entre ellos que incluía, romero y hierro para protección en un pequeña bolsa de cuero que tenían palabras claves, detalles que pusieron la paciencia de SeokJin en juego, pero que sabía, sería mejor para TaeHyung por si llegaban a mover el cuerpo del chico. Pensó en colocarlo en su cuello, pero era una zona delicada y constantemente monitoreada.

Sus muñecas también eran una zona clave, por lo que pensó que uno de sus  tobillos sería perfecto. Atando la pulsera allí, se estremeció un poco ante el poco calor que el cuerpo de TaeHyung emanaba. No vio, no sintió por ningún lado el alma errante de HyunWoo, pero dejó un extra amuleto en la puerta. Pequeño y diminuto, le sorprendió que el padre del chico no tuviera nada como eso alrededor, pero no pudo darle un segundo pensamiento cuando el alma del charlatan volvió.

— El padre del bello durmiente está en camino, tú querrás acelerar el paso —mencionó, mientras sacaba su cabeza por la pared y su cuerpo aún seguía en la habitación.

Este tipo de almas bastante ligeras y conscientes, eran difíciles de encontrar, pero SeokJin decidió apreciar su ayuda, mientras él charlatán vigilaba por él en el proceso en que ponía el brazalete en el tobillo de TaeHyung, lo activaba y volvia cuesta arriba a ver al chico una vez mas.

Inclinándose notaba la respiración apenas sutil, el pulso más lento, la piel pálida. TaeHyung tenía una piel acaramelada hermosa, ojos con pestañas largas y preciosas que quería ver en los ojos abiertos del chico cuando despertará por primera vez y en persona.

— Estarás bien —susurró acariciando su cabello.

Pequeños recuerdos de la noche pasional más memorable y ahora extraña de su vida venían a él. Se sintió un poco sucio y demasiado consciente.

— Tú querrás ir moviendo tus piernas, sé que es hermoso... Pero muevete, su padre ya viene —mencionó el charlatán una vez más—. Está despejado para que salgas, vamos.

Antes de que el alma del charlatan llegará a tirar de él, SeokJin había decidido dejar un sutil beso en la frente de TaeHyung. El chico era precioso, pero poco tiempo tuvo para disfrutar aquello, cuando salió de la habitación y ordenó al charlatan que lo guiara.

— Entonces ¿Qué eres? —preguntó cuando caminaban por los pasillos del hospital.

Tomando su teléfono para evitar que los pocos transeúntes de los pasillos, le mirarán raro, respondió:

— Soy alguien que está maldito. Ahora deja de hacer preguntas y guíame al lugar menos habitado actualmente de este hospital —ordenó.

— Pues es agradable que alguien vivo pueda verme y oírme y-...

— Ya me cansé de oírte. No lo tomes personal, pero necesito resguardar mi energía para un ritual importante de esta noche —dijo con el tono más amable que pudo usar.

El charlatán bufó—. Me llamo DoMin, por si te interesa —dijo casi ofendido—. Y por supuesto conozco un lugar actualmente vacío. Sígueme vivito.

SeokJin resopló ante el apodo y siguió al tal DoMin unos pisos más abajo. Era uno que no estaba habitado debido al arreglo que estaban haciendo allí.

— La obra de este piso está detenida por una semana más. Este ventanal de aquí, te deja ver la luna... ¿Estará en su punto más alto esta noche, no? —preguntó el charlatán.

SeokJin asintió de forma rígida y observó a su alrededor. Era un lugar perfecto y tranquilo, pero dentro de un hospital con tantas almas en pena o confundidas, la calma sería mínima y él necesitaría suma concentración para conectar su alma y esencia a aquello que hace posible su conocimiento al mundo de los muertos.

— Es perfecto. Esta noche será —exclamó suspirando.

Ahora debía de comprar las últimas cosas que necesitaba para el ritual del Traspaso de Almas, y armarse de paciencia para esperar a tener la luna llena es un punto más alto. Aquello le daba un cincuenta por ciento de éxito y cincuenta por ciento de fracaso. Su don sobrenatural sería más fuerte, pero también estaría más vulnerable a cualquier ataque sorpresa, por lo que debía de pensar en frío y mantenerse cuerdo.

DoMin susurró en el oído de SeokJin, y un escalofrío recorrió la espalda del joven. Era como una escena sacada de una película.

Pero en un abrir y cerrar de ojos, DoMin desapareció. En su lugar, entre los escombros de aquel piso inhabilitado, el alma de TaeHyung se encontraba en una esquina. SeokJin nunca lo había visto tan sombrío desde que el chico llegó a su vida.

— TaeHyung —susurró SeokJin, acercándose a él. Sin embargo, TaeHyung retrocedió de repente—. ¿Tae?

SeokJin se detuvo y lo observó fijamente.

— He estado vagando por aquí, como si fuera parte de un sueño difícil de recordar al despertar —dijo TaeHyung, casi escondido detrás de una columna.

SeokJin asintió, sin moverse de su lugar—. Tu cuerpo está a salvo. ¿Has visto a HyunWoo? ¿Cómo te sientes ahora?

TaeHyung suspiró y negó—. No lo he visto. Pero no me siento bien, hyung —dijo, ansiedad en su voz mientras se tocaba el pecho—. Me duele aquí. Y siento que algo me arrastra, pero no tiene suficiente fuerza, aún así persiste.

SeokJin no pudo contenerse más. Acortando la distancia entre ellos, tomó el rostro de TaeHyung y buscó su mirada.

— No puede hacerte daño —afirmó con seguridad—. Eres joven. Tu padre está cuidando de ti. Yo estoy aquí. No es tu momento —subrayó para que TaeHyung lo entendiera—. Y tienes sueños. Estoy seguro de que los tienes, ¿verdad?

SeokJin era todo lo que TaeHyung veía. Ojos húmedos, labios pálidos. Asintiendo, aclaró la garganta:

— Quiero formar parte de una banda de jazz. Vivir de la música. Salir de la isla —dijo con una sonrisa triste—. Mi padre piensa que soy un soñador ingenuo. No lo dice de manera despectiva, pero espera que pueda escapar de la isla. Ser un soñador ingenuo es lo que más le gusta de mí.

SeokJin sonrió y acaricio su mejilla, pero el alma de TaeHyung comenzó a desaparecer lentamente, otra vez, como una vela que se apaga en la oscuridad. SeokJin observó con desesperación cómo la figura de TaeHyung se volvía translúcida, como si estuviera hecha de humo.

— Tae, vuelve —rogó, no sentía en absoluto el rostro de TaeHyung entre sus manos—. Vamos, cariño. Estoy aquí, estás solo unos pisos más arriba y despertarás —afirmó con la desesperación en su voz.

Los ojos del chico se encontraron con los suyos una última vez—. ¡Jin! —TaeHyung respiraba agitado, tampoco podía tocar a SeokJin antes de desaparecer por completo.

El escritor se quedó solo entre los escombros, sintiendo un vacío en su pecho. Sabía que TaeHyung había regresado al umbral entre la vida y la muerte, atrapado en ese limbo oscuro. Pero también sabía que el chico no estaba solo. Él estaba allí para protegerlo y traerlo de vuelta. Necesitaba preservar si energía o sería todo un jodido caos.

Con determinación, SeokJin cerró los ojos y se concentró en su conexión con el mundo espiritual. Extendió sus manos hacia el espacio vacío donde TaeHyung había estado. Sus palabras resonaron en el aire:

— TaeHyung, no te rindas. Volverás. Vas a despertar de nuevo.

Salió del hospital con determinación para recolectar los últimos ingredientes para el ritual que no había logrado encontrar en la isla. La salvación de TaeHyung estaba a mitad de camino; su alma seguía vagando, pero SeokJin estaba decidido a no dejarlo ir y enviar en su lugar a HyunWoo al otro lado del velo.

Qué monos salieron, gracias IA después de mil intentos quedé conforme ☝🏻🥹

Con amor niñita Nanykoo 💜

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