XIV
—¿Rey Palent? —duda el capitán al ver al rey del planeta que hace años lo exilió, hablando con los representantes de los planetas del Senado.
—Captain Revolution —saluda el rey—, es un placer al fin conocerlo, he escuchado mucho de usted.
—¿Qué es lo que quiere? —pregunta el capitán.
—Necesito la ayuda del Senado Universal, detectamos que las fuerzas del ejército del Fénix están cruzando nuestra galaxia en este momento para llegar acá —explica el rey—. Podemos defendernos, sin embargo, creo que de poco servirá.
—Tendremos que evaluar la situación, rey Palent, ya que recién íbamos a apoyar a un planeta que fue conquistado hace poco por el Fénix, y poco tiempo después nos enteramos que el demonio dorado, destruyó ese planeta —explica un alíen de piel blanca—. Así que cabe la posibilidad de que sea una trampa para destruirnos a nosotros usándolos a ustedes como carnada.
—Por favor, se los suplico, ayúdennos —pide desesperado el rey Palent y los Senadores se miran entre si—. No tienen que enviar a un ejercito, tal vez solo los defensores intergalácticos basten.
—Usted siempre opta por lo mejor para su pueblo —dice un Senador de piel morada—. Ahora nosotros tenemos que optar por lo mejor para el Senado.
—¡Esperen! —pide el rey Palent, pero uno de los Senadores corta la comunicación.
—¿Eso es todo? —cuestiona el capitán apiadándose del rey del planeta que tanto daño le hizo hace un par de años—. ¿Vamos a dejar que sufran?.
—Capitán, si a tu escuadrón le pidieran hacer una misión que tu sabes que terminará mal, ¿irías de todas formas? —pregunta el Senador de piel blanca.
—Pues no, pero... —trata de contestar el capitán.
—Exacto —interrumpe el Senador de piel blanca—. Nadie va a actuar en ese planeta.
Los demás Senadores asienten con la cabeza y el capitán se retira hacia donde estaba su equipo.
—¿Que te dijeron? —pregunta Laner.
—Los Skan están en peligro —responde el capitán meditándolo un poco.
—¿Tu especie? ¿Que les ocurre? —pregunta Drackslher.
—El ejercito del Fénix está cruzando su galaxia ahora mismo y está yendo directo al planeta capital —explica el capitán y todos, incluso las hermanas Swifter escuchan atentamente.
—¿No van a actuar, cierto? —deduce Reims refiriéndose al Senado y el capitán niega con la cabeza.
—Creí que no esperabas ordenes para actuar —dice Klaren.
—Un buen soldado sigue ordenes —susurra el capitán.
—Pues en nuestro planeta, un buen soldado tenía que saber cuando romper las ordenes —continua Klaren.
—Ademas, bajo mi punto de vista ya no eres un soldado —agrega Styker.
—Concuerdo con eso —añade Laner—. Eres un mercenario, todos lo somos de hecho —mira a las hermanas Swifter—. Y ustedes también podrían serlo si quieren.
—Capitán, si quieres actuar, te seguiremos —dice Reims—. Por mas cursi que suene, somos un equipo y eres nuestro capitán.
—Pelearemos con ustedes —avisa Klaren mirando a su hermana.
—Sin importar si que tengamos que luchar sin la autorización del Senado —agrega Drackslher y Raincut hace un sonido de aprobación.
—Muy bien, si todos estamos de acuerdo —aprueba el capitán sonriendo.
Los defensores integrando tanto a Klaren como a Styker al equipo, se dirigen a su nave grande, donde se empiezan a equipar para la batalla. El capitán reemplaza ciertas partes dañadas de su armadura y carga su propulsor al mismo tiempo. Laner guía a Klaren y Styker a una sala que tiene muchas armaduras y armas de todo tipo, la princesa toma una espada y una armadura negra que le pinta toques morados.
Styker por su parte usas sus poderes para arreglar su traje. Reims toma una arma de distancia modificable mientras Raincut sólo lo mira ya que el no necesita prepararse mucho. Drackslher refuerza su piel blindada y Laner entrena su combate cuerpo a cuerpo contra los robots de la zona de entrenamiento.
El capitán ve que varias naves están aterrizando en el hangar de la nave así que va y ve a muchos aliens de la armada del Senado bajando de ellas.
—¿Qué hacen aquí? —duda el capitán.
—Pensamos que necesitarían ayuda —responde una alíen de piel celeste.
—Puede ser peligroso ya que es muy probable que sea una trampa —menciona el capitán.
—A muchos de nosotros nos ayudaste alguna vez, creo que es hora de devolverte el favor —dice un alíen de piel anaranjada.
—Eso no quita el hecho de que sea peligroso, pero si insisten —acepta el capitán y todos celebran.
Al rato después, la nave empieza a moverse fuera de la atmósfera del planeta donde el Senado Universal opera.
—¡Alerten a los Senadores! —grita una alíen de piel rosada—. ¡Hay un despegue no autorizado! ¡Repito! ¡Hay un despegue no autorizado!
Varias naves patrullas del Senado rodean a la nave de los defensores y le apuntan con sus armas en modo retener.
—¿A donde creen que van? —pregunta un Senador a través de una llamada holográfica.
—Haremos lo que sabemos hacer bien, pelear —responde el capitán—. Pelear en una batalla en la que ustedes deberían apoyarnos.
—Escúcheme bien, capitán —comienza otro Senador—. Si parten a esa batalla, los defensores intergalácticos y el resto de miembros de nuestra armada que estén ahí, dejarán de recibir la ayuda y financiamiento del Senado Universal.
El capitán mira las cámara de la nave y ve que todos los soldados que se subieron los siguen apoyando, por lo que corta la comunicación y activa los propulsores de velocidad suprema.
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