VII
El capitán y Laner llegan a la nave y desconectan el tubo recargador mientras la mujer compañera del sujeto del brazo de metal despierta e ilumina sus ojos de una energía morada al levitar para levantarse.
—Están todos inconscientes... ¡Y uno muerto! —grita enojada la mujer y pronuncia unas palabras que significan "Hechizo de Nigromancia y posesión momentánea" mientras acumula energía morada en sus manos que a la par que pronuncia las palabras se torna negra.
La mujer estalla de irá liberando la energía negra por toda la estación, energía la cual, al tocar a los soldados muertos, hace que se les tornen los ojos negros y que se levanten en contra de los defensores, en especial contra el capitán y Laner quienes estaban afuera y no pueden hacer otra cosa más que cubrirse de los montones de ráfagas de disparos que les están disparando.
Los tres compañeros de la mujer despiertan por el alboroto y corren hacia la nave.
—¡Reims, acelera la nave! ¡Nosotros ya vamos! —ordena el capitán y mira a Laner—. ¿Tienes un plan?
La nave empieza a acelerar y Laner asoma la cabeza por un par de segundos, en los cuales ve que la mujer levitando usa su poder para evitar que la nave acelere mientras sus compañeros corren a apoyarla.
—Si tengo uno, nos librara de los muertos vivientes y de ella —explica Laner y controla la mente del sujeto que le disparó un misil a Drackslher para que se detenga y le dispare a su compañera.
—¡No! —grita el sujeto del brazo de metal e intenta detener a su compañero, pero no lo logra ya que este ya disparo contra la mujer, la cual recibe el misil y al hacerlo, la explosión la empuja hacia unas estructuras casi matándola y los muertos vivientes caen al piso.
Reims vuelve a acelerar la nave y abre la puerta más cercana a el capitán y Laner, por la cual estos dos entran esquivando los disparos del francotirador y la cierran rápidamente.
—¡Activa la velocidad suprema! —grita el capitán ignorando los daños internos de la nave y el montón de cuerpos que hay por los pasillos.
—Pero... —trata de decir Reims.
—¡Solo hazlo! —ordena el capitán y Reims obedece activando los propulsores de velocidad suprema, la cual los saca de ahí y deja a toda la estación en caos.
El capitán y Laner llegan sumamente cansados a la sala de control, donde todos están igual que ellos y la sala está igual de destrozada que el resto de la nave así que no les queda de otra más que sentarse en el suelo.
En la estación, los compañeros de la mujer corren hacia ella y la ven levantada curándose con su poder.
—Murió —dice la mujer y mira con lágrimas en los ojos al sujeto del brazo de metal—. Mi hermano...
La mujer abraza al sujeto del brazo de metal y este le acaricia la espalda mientras los otros dos sujetos miran las ya calmadas, pero desoladas zonas de la estación.
Velocidad suprema
—Muy bien, conozco a un sujeto que nos podría ayudar a restaurar el blindaje de la nave, deberíamos ir con el —sugiere Reims.
—¡No! —grita el capitán—. La última vez que sugeriste ir con alguien que conoces, casi nos matan.
—Les ganamos —dice Reims.
—Esa no fue una victoria —niega Drackslher.
—¿Y cuándo fue esa última vez? —pregunta irónicamente el capitán con cara de duda—. Oh, ya me acorde... ¡Hace unos minutos! Así que yo voy a sugerir algo —mira a Klaren—, pero primero necesito que lo entiendas.
—¿Entender qué? —duda Klaren.
—Detén la nave, nos descubrirán muy si vamos recto todo el tiempo —ordena el capitán y Reims obedece.
—¿Entender que cosa? —insiste Klaren.
—A eso iba, tranquila —calma el capitán—. Los descubrieron, a tu padre y a tu hermana, saben que eres la verdadera heredera. Esos sujetos eran cazarrecompensas que fueron enviados por alguien cercano al Fenix para capturarte a ti y a mí.
—¿Qué?... —se asusta Klaren y mira hacia el panel de control de la nave.
—Calma, si hacemos lo que diré a continuación, tal vez logremos... —intenta explicar el capitán, pero es interrumpido por Klaren, quien pone las coordenadas de su planeta en el panel de control.
—No hagas eso —pide Drackslher y el capitán coloca su mano en el hombro de Klaren.
—Escucha —dice el capitán, sin embargo, Klaren lo ignora y con lágrimas en los ojos comienza a dar vuelta la nave, pero es detenida por Reims—. Nos vamos a dividir, Drackslher y yo iremos a tu planeta y rescataremos a tu padre y hermana.
—Debo ir con ustedes, debo ayudar a mi familia —pide Klaren.
—No —se niega el capitán—. Tu debes estar en el senado universal para que aprueben ayudarnos a liberar a tu planeta.
Klaren sólo mira al piso y Laner le pregunta al capitan:
—Esa energía que lanzaba esa mujer de las manos, ¿qué era?
—Eso debo averiguar y también otra cosa, el sujeto del brazo de metal, tal vez tiene la habilidad de copiar el estilo de pelea de su oponente, pero sospecho que hay algo más detrás de eso —contesta el capitán.
—Bueno, ya que nos dividiremos, supongo que yo quedo a cargo del subescuadrón que irá al senado universal —supone Reims.
—¡Por supuesto que no! —niegan todos incluyendo Raincut, quien hace un sonido de negación.
—Yo opino que Laner debería quedar a cargo —sugiere Drackslher.
—Y yo estoy totalmente de acuerdo —aprueba el capitán y mira a Laner, quien asiente con la cabeza—. Mientras estemos en camino, tratare de averiguar sobre la mujer y les enviare la información, igual les enviare datos sobre el resto del equipo, pero dudo que los ataquen todos.
—¿Por qué no nos atacarán todos? —duda Klaren.
—Bueno, si son tan listos como aparentan, van a predecir que nos dividiremos y a donde iremos —justifica el capitán—. Y si mis sospechas son ciertas, el sujeto del brazo de metal vendrá por mi.
—Iré a preparar la nave —dice Drackslher y sale de la cabina.
—Sígueme, te voy a contar algo —pide el capitán a Klaren y esta acepta.
El capitán guía a Klaren hacia su habitación y prende un holograma que muestra un planeta con cientas de estructuras flotantes.
—La razón por la que no tengo un nombre es porque en mi planeta al nacer, giran una especie de ruleta para decidir si seremos soldados o ciudadanos, y como puedes ver, fui soldado —explica el capitán—. A los ciudadanos los dejan ir con su familia y les dan derecho a tener un nombre, en cambio a los soldados, los separan de su familia y en vez de darle derecho a tener un nombre, les dan un código, el mío es... era X-999.
—¿Por qué me cuentas esto? —duda Klaren.
—Porque sospecho que el sujeto del brazo de metal es de mi planeta y además, todos lo saben así que no vi el porqué de no contarte a ti —justifica el capitán.
—¿Por qué te fuiste? —duda Klaren.
—Yo no me fui, ellos me expulsaron —contesta el capitán—. Me exiliaron por algo que hice.
—Entiendo —dice Klaren.
—Escucha, confió en que los demás manejaran la situación, pero necesito que les cubras la espalda también —pide el capitán.
—Pff, por supuesto, odio ser la damisela en apuros así que los cuidare bien —acepta Klaren.
—Perfecto —se relaja el capitán, toma unas cuantas de sus cosas y ambos van al hangar, donde Drackslher está preparando una nave pequeña y los demás esperan para despedirse.
—Ya está todo listo —avisa Drackslher.
—Muy bien, es hora de irnos —dice el capitán y se despide de cada uno de sus compañeros, luego Drackslher hace lo mismo y ambos suben a la nave, el capitán la despega, vuela fuera de la nave grande para, por último, activar los motores de velocidad suprema y partir hacia el planeta artificial Swifter.
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