
Capítulo 12: Resolución En Cinco Partes Iguales
- Itsuki-chan, ¿estás segura que quieres estar aquí? Te perderás la oportunidad de poder esquiar.
- Descuida. Ya tomé mi decisión, por eso estoy aquí.
- Eh~ Ya veo. Me imagino que aun sigues dudando de Fuutarou-kun por lo de anoche.
- ... Sí. Es difícil no pensar en ello.
- Ya veo... tienes razón, es difícil.
Dejando que el tiempo pasara, Itsuki se encontraba en el dormitorio de Ichika. Ver con sus propios ojos el estado de salud de su hermana mayor, hacía que Itsuki se molestara un poco al respecto. Aun si se trataba de un accidente, no podía dejar pasar el descuido que había sucedido en haberlos dejado solos. No solo había fallado a su palabra, sino que también a Yotsuba. Sin embargo, todo lo que quisiera decir en momento a solas, no podía hacer nada más que guardárselo para ella misma. Su intranquilidad y angustia no era algo de lo que se debería preocupar alguien que se encontraba en un mal estado de salud, y más en especial cuando se trataba de la persona que estaba entre medio del romance de su hermana menor. Era un lio sin precedentes.
Y notando como eran las pequeñas quejas, aquellos sonidos minuciosos que dejaba escapar su hermana mayor, Itsuki no tenía otra alternativa más que quedarse a su lado hasta presentar un síntoma de mejoría. Era su hermana, pero también era el obstáculo más difícil por detener en el poco tiempo que quedaba.
- ... Lo siento.
- ¿Eh?
- No fue mi intención quedarme encerrada con él en la bodega. Sólo sucedió.
- ...
- Realmente nos pusimos nerviosos después de ver cómo nos cerraban las puertas. Tampoco podíamos hacer mucho para liberarnos. Si hacíamos un gran escándalo, y como están las cosas actualmente, de seguro Nino sería la primera en causar conflicto. Además de otras cosas...
- Un malentendido, entonces... - dijo en voz baja –
- Dime, Itsuki-chan, ¿Aun no confías en él, verdad? ¿Te sientes incomoda cuando ves a Fuutarou-kun?
- Me sorprende que seas tan perspicaz tratándose de Uesugi-kun, Ichika. Eso simplemente me ayuda a entender mejor las cosas que están sucediendo contigo.
- Haha. Tampoco era mi intención estar bajo sospecha. Sólo quería decirlo, eso es todo. En todo caso – girando su vista hacia la ventana – no creo que hubiera un problema si algo pasara entre nosotros.
- Ichika, tú... – sonando su teléfono móvil de repente – Ah, eh... – viendo de quien era la llamada – Miku.
Mientras tanto, bajando de una zona que estaba prohibida para los estudiantes, Nino y Fuutarou caminaban a paso lento. El viento, a pesar de estar haciendo frio, era refrescante de cierta manera. La angustia de hace tan solo unos momentos atrás, gracias a Nino, aquella sensación había disminuido por la breve conversación, en especial por las palabras que aquella chica le había dicho con tanta seriedad frente a sus ojos.
Pensar que Nino tendría una valentía para enfrentar a la persona que por todo este tiempo lo intentaba echar de la vida de sus hermanas, verla a ella misma brindarle una mano y esperanza, hacía que Fuutarou se cuestionara si realmente fue lo correcto engañarla en la prueba de valor. Aún tenía la oportunidad de confesarle que él fue quien la salvó, quien la encontró entre el miedo que sentía, pero si decía eso, lo más probable era que todas aquellas palabras que le había dedicado, dejarían de significar algo importante para él y para ella.
Aun si no le gustaba mantener una farsa después de haberla escuchado hablar sobre su decisión, Fuutarou simplemente se enfocó en pasar el momento que tenía junto a Nino. Una caminata cuesta abajo era relajante, y eso quería que prevaleciera hasta llegar a su destino.
Pero, sin importar las consecuencias a partir de la hora estipulada, Fuutarou debía tener su mente decidida. La decisión que tanto había estado evitando hasta el día de hoy, después de todo lo que vivió para llegar a este momento, Fuutarou ya tenía bien clara su elección para esta noche. Aun si hería a alguien por sus palabras, era necesario para dejar todo en claro, dejar que todo se resolviera de una vez por todas.
- Ah, cierto – volteando a ver al pelinegro –. Uesugi, quisiera que esto se mantenga en secreto. No me gusta la idea de que ellas digan que estuve contigo a solas para animarte – decía con cierto repelús –. Además, antes de que se me olvide, se supone que Yotsuba nos está buscando a Miku y a mí. Si te encuentras con ella, ni te atrevas a decirle donde estoy, ¿entendido?
- (Nino...) Sí. Lo tendré en cuenta.
- Bien. Con eso será más que suficiente – llegando a la gran posada, donde se encontraba el lobby –. Adiós – dijo último para luego retirarse un poco apresurada –.
Viendo cómo se alejaba de su vista, Fuutarou simplemente dio un suspiro de alivio. El avanzar ahora en solitario, era más relajante para sus pensamientos. Ahora, con la mente más clara, Fuutarou debía encontrarse con ella. Sin importar cuanto tiempo demorase en la búsqueda, a toda costa debía encontrarla, y más si era antes de que aquella encontrara a algunas de sus hermanas.
Tal y como se lo había prometido en aquel momento, Fuutarou quería pasar unos momentos a solas con Yotsuba. Sólo con recordar aquella promesa que le hizo, y haber pasado tres días con una interacción mínima, Fuutarou entendía que era una deuda que debía cumplir a toda costa. El dar su palabra lo demostraba todo. Fuutarou nunca fue de hacer promesas tan importantes y significativas, pero con Yotsuba era diferente, con Ichika era diferente...
Entre estar en ambos lados de la moneda, aun si la segunda chica se encontraba enferma, nada cambiaba el hecho de tener que ir a verla siquiera una vez. Pero, mientras quedara tiempo suficiente, Fuutarou quería tener por lo menos, aunque fuera solo una vez, entre sus manos sentir la mano de la chica que le dio las fuerzas para continuar y no rendirse desde el primer día. Todo el apoyo que le dio hasta este momento, era único y sin igual. Y ver como él mismo hacía falta a su palabra, era desastroso y cruel.
Por esa misma razón, su misión antes del baile, era encontrar a Nakano Yotsuba, antes de que ella encontrara a sus hermanas que se escondían de ella.
- ¿Hola? ¿Qué sucede? – dijo Itsuki una vez que había salido del cuarto de Ichika –
- Itsuki, verás... necesitamos hablar.
- ¿De qué se trata?
- Itsuki... - dudando – siempre estuve pensando si lo que hice fue lo correcto o no. Sé que si una persona miente a los demás, entonces esa persona no es alguien de fiar, pero, ¿Qué pasa cuando esa mentira es por el bien de uno?
- Miku...
- Quiero ser justa con todas. Y no he sido sincera conmigo misma, Itsuki. Probablemente todo lo que ha estado pasando sea por mi culpa.
- ...
- Lo más probable es que... es que... yo...
- Tranquila. Relájate – notando que su hermana sonaba nerviosa –. Descuida, Miku. Tómate el tiempo que necesites.
- Itsuki... - aplicando fuerza contra su teléfono - ¿realmente hicimos bien en venir al campamento? Quiero que todo esto acabe pronto. Quiero que volvamos a ser las mismas de siempre.
- ... Ya veo – sin palabras ante la declaración de su hermana –. Yo también, Miku. Pero, puedes estar tranquila. Aunque las cosas no estén yendo bien, tan solo falta poco para que todo esto termine. ¿Puedes creer en mí?
- Sí, lo hago.
- Entonces, creo que todo estará bien para-... - siendo interrumpida por su hermana -.
- Yo fui la razón por la que Ichika fue donde Fuutarou la noche anterior al campamento.
- ... ¿eh?
Permitiéndose escapar de la realidad, Yotsuba se encontraba en una búsqueda sin sentido. Después de haber probado la cruda realidad de lo que era realmente vivir un amor casi inalcanzable, los desánimos no eran suficientes para vencer su optimismo. Aun si existiera la evidencia que demostrara todos los errores que habría cometido su querido tutor, aun con toda aquella ventaja a ciegas, su corazón era incapaz de sentir algo de siquiera odio hacia él. Se trataba de Fuutarou, y era algo que ella jamás podría cambiar aunque quisiera.
Viendo ambas palmas de sus manos congeladas por el frío, Yotsuba las cerró abruptamente contra sí mismas. El dolor que le provocaba la unión inesperada, era similar a como llevaba su comunicación con su pelinegro últimamente... todo era abrupto. Sin embargo, a pesar de saber que era algo que le causaba daño, estaba feliz por sentirlo. Sin importar la razón por la cual estuviera llorando o sufriendo, el saber que todo lo que podía expresar era gracias a su reencuentro con su primer amor, la llenaba de una felicidad sin igual, una muy injusta y cruel.
Y mientras que tan solo faltaban unas cuantas horas para el evento principal de este viaje de tres días, antes del atardecer, Yotsuba quería encontrar a sus hermanas lo antes posible para luego ir hacia donde se encontraba Fuutarou. Quería que fuera una velada especial en todo sentido.
Entre los términos que ella misma se había impuesto e incluso algunos al pelinegro, Yotsuba iba a aceptar el resultado que fuera que saliera de los labios de su pelinegro. Aun si todo fuera un engaño que pudo terminar desde hace varios días, la experiencia que ganó estando a su lado, volver a sentir ese calor que le brindó años atrás, no quería olvidarlo, no importaba cuan doloroso fuese.
Sí. Sin importar cuan doloroso fueran las palabras que podría decir aquel pelinegro, lo iba a aceptar tal y como es. Después de todo, a pesar de lo vivido en el pasado, ella ya no formaba más parte de su vida como alguien significativo. Solo era una chica que él conoció y lo ayudó a salir adelante, nada más.
Pero, incluso con todo el esfuerzo puesto para ser capaz de decirle "Fuutarou-kun" después de tantos años, ya existía alguien capaz de decirlo sin titubear... tal y como mismamente había sido su primer encuentro entre tres pequeños jóvenes experimentando un amor inmaduro. Recuerdos vagos sin importancia entre una hermana con una fuerte inseguridad en sí misma desde lo que vio a través de una anticuada entrada.
- ¿Dónde estará Nino y Miku? – Mirando a los alrededores – ¿Hmm? – notando la silueta de una de sus hermanas – Oh, creo que ya encontré a una de ellas.
Y mientras que uno quería estar con aquella persona antes de que se reunieran todas, la otra quería reunirse después de estar con todas. Siendo decisiones diferentes, era un desafío impuesto a ciegas por ambos, sabiendo que cada quien pensaba distinto, era luz verde de desesperación por encontrar al otro, una señal que ni ellos mismos podían comprender.
Sin embargo, aun si no existía indicio por parte de algunos de los dos, era fundamental saber el paradero de cada una de las demás quintillizas. Una reunión en secreto de las demás, un amor incomprendido que todavía no florecía por completo, aquello era la evidencia de la necesidad del otro por saber que no se tolerarían sus errores, y más cuando se trataba de una idiotez disimulada.
Logrando al final, desde uno de los tantos puntos ciegos que ofrecía un almacén donde se guardaban todos los accesorios necesarios para esquiar, y que se rentaban a los turistas, Yotsuba pudo ser testigo de cómo era que Nino apuntaba a Fuutarou para luego marcharse sin más. Un escenario normal, sin sospechas de engaños y traición, simplemente un encuentro entre ambas partes. Pero, por alguna razón, viendo el rostro de aquel pelinegro, ¿Por qué tenía una expresión de seguridad y alegría? No importaba cuantas vueltas le diera al asunto. Yotsuba no iba a averiguar nada si ella misma no se lo preguntaba de frente a Fuutarou. Pero, nuevamente, ¿Por qué se sentía como si nuevamente hubiera vuelto a perder?
La impotencia de su ignorancia, al final, le impidió acercarse, y simplemente vio desde una distancia moderada como era que aquel pelinegro se iba en otra dirección. Aunque fuera una locura pensar en cosas sin sentido, se trataba del último día, podría pasar cualquier cosa que no tuviera lógica. Tal vez de ahí era su inseguridad por lo poco que quedaba de tiempo. Sin embargo, ni ella misma entendía el origen de su nerviosismo e inseguridad el día de hoy. Probablemente se trataba de un mal presagio.
Un presagio sin importancia.
Y sin más que hacer que simplemente seguir avanzando, siguiendo en el cuarto de Ichika, Itsuki se encontraba sentada a un lado de la cama de su hermana, observándola mientras ésta reposaba en un profundo sueño. Después de haber recibido la llamada de su hermana menor, Miku, Itsuki no podía apartar su mirada del rostro tranquilo de su hermana dormida. Aunque fuera cierto lo que decía al respecto de aquella noche tan agitada por la preocupación de Nino, el saber que Miku se encontraba involucrada en las últimas decisiones que había tomado su hermana mayor, era preocupante hasta cierto grado. Probablemente, desde el momento en que Miku e Ichika se volvieron a encontrar en el vehículo de Ebata para el viaje al campamento, era que la culpa carcomía a aquella que la ayudó indirectamente. La culpa y la responsabilidad eran muy altas, dando como resultado una revelación a la supuesta hermana ignorante de los temas como lo era el de Ichika.
Itsuki, a pesar de seguir una misión sin revelarle nada a las demás, aun si las había escuchado y sospechado anteriormente, le resultó conveniente y aliviador que Miku se dirigiera a ella antes que todas. Todo pintaba a que ella era la única a la podía recurrir para una situación tan estresante y compleja.
Acercándose un poco al rostro de Ichika, Itsuki vio con detalle las facciones de su rostro con delicadeza. A pesar de ser quintillizas, por alguna razón, Ichika ya no era similar. Diecisiete años de igualdad como hermana, más no psicológicamente, ahora, por todo un lio amoroso, pareciese que todo hubiera sido una mentira. Mientras que Yotsuba luchaba a su manera para conseguir un poco de la felicidad que alguna vez sintió, Ichika, aun dormida, mostraba una sonrisa que Itsuki jamás había visto por parte de ella. No era ella misma. ¿Acaso Yotsuba también podría tener una expresión desconocida por las demás? Simplemente, alejándose nuevamente, Itsuki tomó sus cosas y salió del cuarto para dejar a su hermana descansar sin tener una mirada encima.
- "Te perderás la oportunidad de esquiar", dijiste... - cerrando despacio la puerta de la habitación –Creo que te haré caso esta vez, Ichika – dijo para luego retirarse con cierto aire diferente a lo habitual –. (Tengo que encontrar a Uesugi-kun antes que todas.)
Siendo que faltaba poco actualmente para que el evento de esquiar terminara, con Yotsuba todavía en su búsqueda, Itsuki saliendo en búsqueda de Fuutarou, y Miku pensando más a detalles lo que le dijo a Itsuki mientras seguía escondida, era que, mientras que Itsuki cada vez se encontraba más alejada de la habitación donde había dejado a su hermana reposar hasta nuevo aviso, era que la misma, Ichika, había abierto sus ojos con toda la determinación posible. Aun si se encontraba enferma por la noche anterior, eso no iba a ser suficiente para detenerla de reunirse con su pelinegro. Ahora, teniendo a casi todas en un lío que pareciese interminable, faltando simplemente una, ya todas las piezas estaban sobre la mesa para actuar. Una guerra entre hermanas para ver de quien iba a ser la victoria esta noche, se estaba aproximando todavía más.
La puesta de sol que se podía notar con las nubes, era señal para notar el poco tiempo que quedaba entre cinco hermanas que se preparaban mentalmente para observar el resultado de todo el conflicto que inició con un abrazo y unas palabras al aire.
Y siendo que cada vez el frío estaba aumentando considerablemente, la cantidad de estudiantes que se encontraba disfrutando de las maravillas del paisaje cubierto por la nieve, quedando además cierto tiempo de preparación para la fogata, la mayoría comenzaba a retirarse. Sin embargo, a pesar de saber que el tiempo se agotaba cada vez más rápido, Yotsuba, en todo el tiempo que estuvo sin rendirse, pudo encontrar y atrapar a Miku por la espalda, cayendo a la fría y suave nieve. La sorpresa de aquella que se encontraba debajo de su hermana, con el rostro pálido por caer directo en la nieve, era grande. Inmediatamente, una vez que Yotsuba se había levantado de encima de Miku, ésta, quien se levantaba con cierta dificultad por la sacudida reciente, le preguntó a su hermana por la que faltaba todavía por encontrar. Miku, al escuchar a su hermana, directamente le dijo que lo más probable era que Nino ya se encontraba en el campamento junto a los demás. No tenía motivos para quedarse hasta tan tarde en la cruda y helada nieve. Nino simplemente quería estar presente en la fogata por razones que las demás desconocían.
- ... ¿Es así?
- Sí. Será mejor que también nos vayamos, Yotsuba. No querrás pescar un resfriado – retirándose hacia al campamento –.
- Ah, s-sí – siguiéndola por detrás –. (Al final, fue un fracaso...)
Caminando poco más de cinco metros, con una palma en el hombro de Yotsuba, era que Itsuki la había detenido inconscientemente por el cansancio. La sorpresa tanto por Yotsuba como por Miku al voltear era preocupante por el estado agotado en el que se encontraba su hermana menor.
- Ha... Ha.... Lo siento. Me precipite un poco.
- Itsuki... - dijo Miku un poco alejada de su hermana para que no la escuchara –
- ¡T-tranquilas! Voy a estar bien, se los aseguro. Sólo no tome en cuenta el frío y la presión que hacia ahora al verlas a ustedes – decía mientras de un momento para otro ya se encontraba en la espalda de su hermana, siendo cargada –. Parece que me emocioné al último minuto.
- Deberías cuidarte un poco más. Creíamos que te quedarías con Ichika hasta el final de la fogata – dijo Miku acercándose –.
- Sí, esa era la idea.
- ¡Tal vez Itsuki sintió la emoción del viaje al ver a los demás divirtiéndose! – decía una alegre Yotsuba mientras seguían avanzando hacia el campamento –
- Por cierto, ¿Dónde está Nino?
- Ah, ella... ya regresó. Fue la primera en irse.
- Ya veo – apoyando su cabeza en la espalda de su hermana –. Ya veo.
Lentamente, yendo hacia el campamento con tranquilidad, sin siquiera darse cuenta de su alrededor, Yotsuba se había quedado muy atrás de Miku. Y mientras intentaba dar su mejor esfuerzo por avanzar al mismo ritmo que su hermana, Itsuki la había detenido con sus palabras.
A pesar de haber fallado la tarde hoy, la reunión que tanto deseaba tener junto al pelinegro, Yotsuba no lo lamentaba como se supone que debía hacerlo en una situación normal. El tener a su hermana en su espalda, el decirle que sabía en donde se encontraba exactamente Fuutarou para su encuentro íntimo, fue la detonante para hacerla suspirar de alivio. La sonrisa que mostraba únicamente a su pequeña hermana menor, era resplandeciente frente a todo sentido, sin embargo, aun sabiendo la ubicación del pelinegro, el que solo le contara su ubicación, más no la información de sí Fuutarou también sabía algo sobre Yotsuba era preocupante cuanto menos. No podía tener una mente clara sin siquiera saber que ella era la indicada en aparecer ante los ojos de aquella persona especial.
Y siguiendo detrás de Miku bajo la excusa vergonzosa de que Itsuki pesaba y debía tomarse un poco más de tiempo para avanzar, hizo que su hermana avanzara sin complicaciones por el sentimiento de resguardo que tenía ante Itsuki. Ahora mismo, desde la perspectiva de Miku, Itsuki había entrado al juego por la felicidad de una de sus hermanas. Podía confiar en ella, aun si significaba no poder ver su rostro todavía por la revelación que había hecho momentos antes de una decisión tan grande como era la relación actual entre Fuutarou e Ichika.
Itsuki, dándose cuenta de ello, regresó a su temperamento habitual, pidiéndole finalmente a Yotsuba que la bajara. Se encontraban solas ante un campo de nieve, y una nevada aproximándose. El frío era abrazador de cierta forma con ellas.
-Parece que va a nevar – decía Itsuki mientras tocaba la sueva nieve lentamente –.
- Sí.
- ¿Crees que llueva en el campamento?
- Quién sabe.
- Hmm... Parece que tienes la mente ocupada. Se trata de Uesugi-kun, ¿cierto?
- S-sí...
– Tomándola del brazo y apoyándose en ella – Puedes estar tranquila, Yotsuba. Todo va a salir bien. Ya has llegado lejos como para rendirte ahora. Uesugi-kun espera por ti.
- Gracias, Itsuki.
- Recuerda: la ubicación de Uesugi-kun es la clave. Si llegara a pasar algo, creo que sería mejor que fueras con él primero que todo. ¿Qué te parece? Después de todo, ya todo por fin va a acabar. No tendrás más por qué preocuparte. Confía en ti.
- Sí, tienes razón – animándose –. Falta poco para que termine el día. Uesugi-san... no. Fuutarou-kun debe estar esperándome.
- (Sí. Sin importar lo que pase, Yotsuba debe encontrarse con Uesugi-kun a toda costa. Cuento contigo, Miku.) – viendo a su hermana, mostrándole una sonrisa cálida –
- Uesugi-san, ¿se alegrará al verme?
- Estoy segura que sí.
Nuestros caminos aún están muy lejos de tomar un rumbo diferente, hermanas mías. Después de cinco años de indiferencia entre nosotras por tonterías comunes desde el fallecimiento de nuestra madre, el intento de cada una por ser alguien individual y dejar de estar atada a este lazo que era lo único que habíamos podido conseguir en nuestras vidas, pronto, todo tendría fin. No sé cómo se lo tomarán, y tampoco creo que sea de mi incumbencia ver sus reacciones a la hora de ver el resultado final de ésta noche; pero creo que ante todo, a pesar de todas las discordias existidas en el pasado, creo que por fin podremos ver un final feliz para una de nosotras. No estoy segura de las decisiones que se han tomado para llegar a este camino, a este hilo sin precedentes, pero es hora de dar nuestro mejor esfuerzo por aquella persona que intentó abrirnos los ojos.
La preocupación de los estudiantes que se habían quedado hasta tarde en la montaña, ver sus rostros un poco tristes, mientras escuchaba también sus balbuceos, realmente no debería estar prestando tanta atención a todo lo que me rodea. Sin embargo, aquella preocupación, no era cualquier estupidez que se le pudo haber ocurrido a un estudiante. Tenía lógica. Ver como algunas parejas, tomadas de la mano, caminaban con calma hasta el campamento, sin siquiera miedo por el supuesto diluvio que se aproximaba, seguramente se trataban de personas fuertes que no dependían de un baile para demostrar sus verdaderos sentimientos. Pero claro, eso no era para todos. Cada vez más la cantidad de palabrerías sin sentido por la llovizna que supuestamente se aproximaba a arruinar la fogata, era un número exorbitante, pero ante todo, la multitud que aparecían a último minuto de comienzo de la fogata también era un detalle curioso. ¿Acaso tan poca importancia tenía la fogata después de su supuesta futura cancelación a último momento?
La claridad de mis pensamientos estaba nublada. Sólo me quedaba dejárselo todo a Uesugi-kun, quien a pesar de no saber de la venida de Yotsuba, estaba segura que no sería un fracaso. Ichika se encontraba en su cuarto, nada podía hacer para cambiar el destino de aquel pelinegro y su hermana. Era un final definitivo para aquel triángulo amoroso que nunca debió haber existido.
Tan solo faltaba poco para que ambas personas se reencontraran una vez más, y, sin embargo, el clima no pareciese ser el mejor para un momento tan crucial como era el que se aproximaba. Aquellas almas atadas por el hilo rojo del destino, aquellas que desde el primer momento que tuvieron contacto quedaron marcadas, cada vez era menor la distancia que existía entre ellos. Y a consecuencia de sus actos, de todas las acciones cometidas hasta hoy, Fuutarou no dejaba de observar la esperanza desde una distancia alejada de la fogata. Fuutarou era testigo de los esperanzados y fervientes de amor que aún tenían la fuerza de voluntad de seguir esperando a que el clima mejorase. Pero eso era imposible. No importaban sus supuestos esfuerzos en hacer la diferencia, el resultado no cambiaría por arte de magia.
Y entre los efectos de la nostalgia, los remordimientos, las oportunidades, Fuutarou seguía como los demás estudiantes hasta el último minuto: esperando.
Era prudente. Mientras observaba a aquellos que se encontraban cerca de la fogata, Fuutarou estaba sentado en uno de los peldaños que se encontraban por el camino que se dirigía hacia la bodega. Aunque compartiera el mismo sentimiento, nunca podría comparar su pasión con alguien más. No podía cambiar quien era, y esa era su maldición. Sólo quedaba esperar en silencio mientras el tiempo seguía pasando. Tan sólo una hora para el gran evento.
- Hmph. Parece que me distancié de más. Hace frío, incluso estando a una distancia moderada de la fogata – frotando sus manos –. El día también ha estado muy nublado.
La vista, a pesar de todo, era espectacular. La gran diferencia entre estar cerca y lejos de la fogata era deslumbrante, sin embargo, no importaba cuanto lo pensara, nada cambiaría. Viendo a Nino en la distancia, Fuutarou pudo verla un poco alterada, probablemente tratándose de la espera interminable que llevaba consigo por Kintarou-kun. Dejando de lado las grandes penurias que era tener en mente una futura relación, por la cabeza de Fuutarou pasó la idea de acercarse a ella y ser de apoyo sentimental, pero rápidamente lo había descartado por ser la persona menos indicada en hacer algo como esto. Pero, incluso con la culpa que sentía por la falsa ilusión que la hizo ver, cada vez más pareciera inevitable ir donde ella. No tendría sentido si él mismo no lograba el objetivo del campamento escolar, esa era una regla que no podía romper. Cada vez más se cercioraba de lo que estaba haciendo era lo correcto, lo ideal para que todo terminara de una vez por todas, incluso si eso llegase a lastimar a algunas de las quintillizas por su decisión.
Y mientras presenciaba la gran llama que desprendía la fogata, incluso hasta la distancia, Fuutarou pudo expresarse naturalmente ante el ambiente de la noche. Aun si tenía problemas y preocupaciones por resolver, su rostro decía lo contrario. Mañana sería por fin la liberación de lo que tanto anheló, la unión que tanto esperó. Y sin importar la perturbación, Fuutarou entrelazó sus manos en espera de lo inesperado, de lo inimaginable. En un punto blanco, ya no había nada que lo pudiera sorprender a un grado significativo, sin importar de quien se tratase, de quien apareciese en frente de él. Después de todo, había logrado aceptar la realidad que lo rodeaba, y no existía nada más natural que seguir el curso de su historia. No había motivos por expresar lamentos ahora.
Quien sea que fuera. Ichika. Yotsuba. Sin importar el resultado que fuera esta noche, Fuutarou lo iba a aceptar. Ya no era digno de ninguna, sin embargo, tampoco podía hacer de lado la decisión que hizo una vez llegado al campamento y convivir con ella. Su objetivo de traer buenos recuerdos aún seguía en pie, poniendo finalmente como condición la felicidad de su hermana. ¿Qué sería lo mejor para él?
- Faltan cuarenta minutos...
- ¿Qué estás haciendo aquí solo, Fuutarou-kun? – Dijo aquella chica, quien aparecía desde la dirección contraria de donde se encontraba la fogata – No me digas. ¿Te dejaron plantado?
- ... Ichika – volteando a su izquierda y verla allí de pie, tan gloriosa y hermosa como siempre –.
- "Sin importar la decisión que tomes" eso dije, ¿verdad? Nuestra pequeña danza parecía mostrar tu interés por mí, así que terminé buscándote.
- ...
- ¿Qué sucede? ¿Te dejé muy sorprendido? – Sonriendo – Fuutarou-kun, realmente eres un caso especial. En momentos como estos deberías felicitar mi esfuerzo por llegar hasta aquí. Aun me encuentro un poco mareada, pero puedo continuar para la ocasión.
- ...
- Hmm. Si hubiera sabido que no dirías nada, entonces no me hubiera cambiado para verte. ¿Ves? Es lo único que pude conseguir. No es la gran cosa, pero creo que es suficiente.
- Ten, Ichika. Te vas a resfriar si no te abrigas.
En comparación a como fue en un principio, desde la bajada del vehículo en el primer día, Fuutarou no pudo evitar darle su abrigo a Ichika por el frío. La noche se notaba reluciente gracias a la fogata, y aún con la penuria de un posible fallo en el clima, Fuutarou no negó el hecho de abrigar a aquella chica que estaba en frente de ella. Incluso si no lo demostraba, si no podía ser sincero consigo mismo, el haber experimentado un horror en sus planes, no lo dejaba tranquilo. Y aunque no fuera su culpa, Fuutarou, sin decir palabra alguna, se levantó para poder abrigarla con sus propias manos, como un signo de remordimiento por no haber hecho lo suficiente por ella aquel día en que enfermó.
La pelirrosa quedó estupefacta ante la acción de Fuutarou. Sabía que en momentos decisivos Fuutarou podía llegar a actuar como un verdadero caballero, enamorado perdidamente de una princesa, sin embargo, sólo era momentáneo ante la situación en la que se encontraba. Lentamente, con la mayor delicadeza posible, aun si se encontraba cerca de aquella chica que ilusionó y posiblemente lo estuviera buscando por respuestas, Fuutarou recorrió los brazos de Ichika con suavidad, no quería lastimarla aun si fuera una acción de lo más mínimo e inofensivo.
La noche cada vez dominaba el territorio que rodeaba la fogata, y entre las llamas que desprendían los iluminados, un par era el que hacía la diferencia entre todos. La fe de aquellos estudiantes que estuvieron hasta el final, esperando por un gran espectáculo, habían comenzado a actuar para la gran noche. Las sombras que provocaba, que se dejaba ver en aquel frío suelo lleno de hojas, Fuutarou no tuvo más opción que dejar que su cuerpo actuara, finalmente llegando a conclusión de estar unidos por ambas manos, compartiendo el dolor que provocaba estar demasiado tiempo en un clima que cada vez empeoraba. Ambas partes sabían el significado de una unión como aquella que intentaban formar, sin embargo, el sentimiento predominaba ante el pensamiento lógico. Y en base a comentarios bellos el uno al otro, a pesar de parecer una decisión definitiva, no negaba el hecho de tener que hablar con la que había sido rechazada. Aún si se encontraba con Ichika, para él no significaba una victoria definitiva; el dolor que debía sentir a causa de sus inseguridades e indecisión era el precio correspondiente, precisamente por esa razón no hacía ningún movimiento. Tan solo quedaban veinte minutos para el inicio, y el final pareciera ser uno desastroso con tan solo ver el cielo.
- ¿Cuánto tiempo más seguirás con esto, Fuutarou-kun? – apoyada en el pecho del pelinegro –
- Es mi culpa que todo terminara de esta manera. Sólo es cuestión de esperar.
- Todo lo que ha pasado en el campamento, no significa nada, ¿verdad?
- No. Simplemente estoy dejando que todo pase de una vez por todas. Una vez que llegue el momento, estoy seguro que se solucionará definitivamente.
- ¿A qué te refieres, exactamente?
- ... El clima... ha estado de mal en peor desde esta tarde – agregando ligeramente fuerza a la unión –.
- Sí... tienes razón.
No había razón para apresurarse. Con la firmeza en que agarraba a Ichika, Fuutarou había quedado inmóvil. Los sentimientos que siempre tuvo antes de venir al campamento, aquellos que casi lograban desistir de su participación en el evento, arremataban en su mente. Sabía que Yotsuba posiblemente se encontraba en su búsqueda, pero no importó. El tiempo pareciese decirlo todo y a la vez no entregar nada. Lo absoluto era lo único que importaba, y en una situación así, aunque fuera en su búsqueda, la decisión de permanecer con su acompañante era absoluta. El dolor, haciéndose presente en su garganta, era un castigo por la separación que se había estado obligando a seguir. No era un final, ya que, después de todo, aún quedaba mucho por lo cual vivir al lado suyo. Sin embargo, no importara cuanto lo aguantara, sin importar el contexto con el que estuviera haciendo lo de ahora, Fuutarou no pudo soportar recordar aquellas palabras que escuchó junto a su hermana: "Recuerdos felices". Tan solo quedaban diez minutos para un nuevo comienzo.
¿Qué se supone que era Yotsuba? ¿Acaso sólo era una mera herramienta de apoyo? No. Sin importar las difamaciones, rumores, insultos, Fuutarou era consciente que Yotsuba no era nada de aquello. Pero, aunque quisiera estar en sus brazos, era imposible. Sintiendo una gran culpa por los pocos minutos restantes, Fuutarou no supo describir aquella sensación de observación por alguna parte de la zona. El cansancio por haber estado evitando puntos muertos estaba por llegar a su fin, y a la vez era el comienzo de una nueva era escolar.
- (Quisiera ir a algún otro lugar que no fuese donde estamos ahora.) – Calmándose – (Aunque con esta culpa tenga que cargar, todavía queda el significado por el cual hay que avanzar. Aún no es mi final.)
Faltaban tan solo cinco minutos. Fuutarou seguía encima de Ichika. Los estudiantes habían comenzado a movilizarse, todo con tal de tener una velada inolvidable. La naturaleza era radiante ante la fugaz llama de la fogata. Aquellos brazos que estuvieron atados desde el primer incidente en aquel departamento, ahora se encontraban en dudas de seguir manteniendo su fuerza. Ichika no esperaba nada más que el momento indicado para dedicarle algunas palabras especiales.
Sin embargo, desde aquel día en que juró estar con las dos, desde su indecisión por saber a quién hacer feliz desde el abrazo y el ataque en la bañera, ¿Qué se suponía que era más importante? Los resultados no eran prioridad, sino la causa. La determinación de ambas aquel día en que lo tomaron desprevenido, la travesía de estar entre ellas sin levantar sospechas, realmente, ¿Qué era sentir amor hacia otra persona? Notando claramente la caída de aquellas lagrimas invisible, los brazos dudosos simplemente se aferraron a la chica sin más. El entender o no el significado de amar a otra persona no era parte de sus planes, más bien, era comprender lo que querían decir esas palabras. ¿Cómo se sentiría la otra persona si le dijeran que la aman con locura y sin indiferencia? Incluso si entender y comprender eran similares, también lo hacía ser diferente.
Fue en ese entonces, en que todo había terminado por la borda aquel día, aquella noche. La lluvia, como se temía, había comenzado tan repentinamente a los pocos minutos de iniciado la fogata. Aunque quedaran los troncos de repuestos que fueron guardados en la bodega, no existía garantía de que la lluvia fuera a parar pronto. Conforme el tiempo avanzaba, más aquel lazo entre la distancia comenzó a marchitarse. Una noche como hoy no era digna de anunciar algo tan importante como el amorío entre un par de estudiantes. Sin embargo, incluso con cada gota que caía, aumentado considerablemente con los segundos que pasaban, cierta pareja seguía entre medio de todo el alboroto que se había formado por la desesperación de perder un evento tan irrepetible como lo era este. La gran conmoción de los demás estudiantes que seguían corriendo en busca de refugio, en busca de una pizca de esperanza, sus rostros no mostraba más que una miseria compartida entre partes iguales. Y entre ellas, minutos antes de comenzar todo aquello, era la tendencia por la desaparición de Ichika.
Yotsuba, entre el gran alboroto que se estaba formando recién por los estudiantes que huían de la lluvia, podía observar con lujo de detalle cómo era que Fuutarou tenía entre sus brazos a Ichika, su hermana mayor. Las palabras dichas anteriormente por Itsuki la hicieron capacitar al último minuto después de su llegada al campamento, sin embargo, una vez dado el primer paso, con la sorpresa y preocupación de Nino al acercarse junto a Miku era por la gran noticia sobre la ausencia de su hermana en la habitación de reposo. Eso sólo significaba una cosa, y era que se había comenzado a mover. Pero, a pesar de los esfuerzos por seguir las palabras de Itsuki, de llegar a la ubicación dada y cerciorara por ella misma, fue entonces que todo terminó tan espontáneamente.
Mientras que Miku se había separado de Nino para buscar a Ichika independientemente, Nino yacía cerca de la fogata por algún indicio de ambas partes que esperaba, pero que al final no hubo éxito. Aquella desesperación que pudo apreciar Fuutarou en su momento, tanto era para Kintarou-kun como para él mismo. Itsuki encontrándose por las instalaciones, sin algún tipo de indicio favorable, ya el tiempo indicaba la tardanza y la poca eficacia que habían demostrado aquella noche. Cualquier esfuerzo dado a partir de los minutos después de iniciada la fogata era en vanos. La misión había fracasado por la astucia de la hermana mayor, y con ella, las esperanzas de su pequeña hermana menor, entre la distancia por la multitud alterada, era que observaba como era que el propio pelinegro se alzaba entre su cuerpo frágil para dedicarle un beso bajo la lluvia.
Entre sollozos insoportables, tapados por el bullicio de los estudiantes, debajo de un pequeño árbol que la protegía y cubría, Yotsuba sostenía su listón con fuerza. A pesar de los esfuerzos dados y los indicios demostrados a toda luz por su pelinegro, la decisión que había sido tomada aquella noche no merecía ninguna explicación más que la aceptación inminente de cinco partes iguales.
El campamento escolar había finalizado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro