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Capítulo 33 - "Saber un poco más"

Capítulo 33 —Saber un poco más.♡


Ángel.

Después de que la anciana se tomara la molestia de explicarnos dos veces todo lo relacionado de qué manera es que ella es mala o buena nos calla a los tres.

—Miren, yo tengo totalmente prohibido hablar del problema de los demás, pero hace 40 años atrás hice lo mismo con una pareja, en ese momento era un chico y una chica. Creo que sus nombres eran Esteban y Marcie...

Anonadada miro a Mikal y él también lo hace.

Si no me equivoco ellos son mis abuelos.

Mi Nana siempre nos contaba una historia parecida pero la escuchábamos sin creer. Parecía más una historia narrada.

—Por suerte los enamoré — dice por último la anciana risueña y un brillo en los ojos.

—Nuestros abuelos... — dice Mikal sin poder creerlo.

La anciana asiente y con una sonrisa de Lo descubrieron.

Claro, tan tontos nos vio.

—Y como hicieron ellos para sacarse... esto — dice Angie señalandonos.

—El primer y segundo paso ya lo hicieron, los más importantes y por suerte los únicos, solo deben traerme el espejo — suelta finalmente y sonríe.

—¿Qué espejo?

Lo que faltaría, que compraremos uno.

—El de tu habitación — dice perpleja Angie mirándome.

—¡El que me regaló Nana! — grito y la anciana me guiña un ojo.

—Ese mismo, para mañana.

—Pero, ¿Mañana? — hace un mini puchero Angie.

Asiente y por poco nos saca a patadas de la tienda acordando venir mañana.

Afuera nos encontramos a Sofía con una paleta. La miro pícara y levanto una ceja.

—Así que... ¿Nick, eh? — insinúo con una sonrisa.

Su madre se casó con un hombre hace poco y él tiene a un hijo llamado Nick de la misma edad que Sofía.

Ella me contaba que le hace la vida imposible estado en esa casa, pero de alguna manera ella se las arregla para también devolverle la venganza.

Los shippeo, su nombre seria Nifía, o Soni.

—Bueno yo me voy... — dice queriendo escaparse pero Angie se adelanta.

—Mikal, Ángel nos quedaremos en mi casa, ¿Te unes?

Abro los ojos. —¡Mentira! ustedes se invitaron — digo rápido y Mikal me pega en el hombro. — Estúpido — dije golpeándole con fuerza el brazo.

—Okey, espera a que llame a casa — habla con una sonrisa. Agarra el teléfono y marca el número. —¿Hola?... ¿Mi mamá no está?... ¡Que te interesa!... ¿A dónde se fue?... ¡Que te importa dónde estoy! No, no vendrás... ¡Estúpido!... Si vuelve dile que estoy con una amiga en su casa... ¡Chau! — Cuando cuelga voltea a mirarnos —Listo, me dejó — dice con una sonrisa más grande que el gato del Alicia y el país de las maravillas.

Me daba miedo esa sonrisa.

Choco los puños con ella y miro a Angie, me sorprende verla abrazada con Mikal.

Carraspeo la garganta y me miran. Pongo mi mejor cara de asco.

—No intenten nada raro estando tú en mi cuerpo, en mi virgen cuerpo — le digo señalando a Angie acusadora.

Ellos ruedan los ojos y se alejan.

Subimos a mi auto, porque sí es mi auto. Se lo presté a Mikal para que no quedara averiado en el sótano en lo que yo cumplía mi castigo.

—Vamos de paseo, pi pi pi, en un auto feo, viejo, holoroso, gastado y horrible, pi pi pi... — cantaba Sofía alegremente.

—¡Eh, nena! Es mi auto — le gruño.

Sigue cantando sin importales mis miradas amenazante.

Diez minutos después llegamos a casa de Angie.

Entro a la casa y me tiro al sofá.

—Siéntanse como en casa — les digo haciendo una seña de bienvenida y Angie ríe.

—Tantas veces que han estado acá y no ha sido ninguna buena... — dice ella mientras nos da un vaso de jugo a todos.

Asiento.

Me levanto del sofá y voy a prender el equipo de música para escuchar todo el rato.

Cuando volteo para volver a sentarme Sofía y Mikal se pelean para ver quién gana el lugar.

Pongo los ojos en blanco y voy al sillón chico.

—¿Dónde dormiremos? — pregunta Mikal.

—Hombre, ¿Ya piensas en dormir? — rezongo y él se encoje de hombros.

Sofía levanta el dedo índice queriendo decir algo pero le callo. Hace un puchero. Y en un momento en que Mikal mira a Angie lo empuja y tira al piso ocupando todo el lugar ella.

Rio por lo bruta que es.

Decidimos ver las dos películas de Inactividad Paranormal.

Al final como a las 02:30 de la noche bajamos todos los colchones que encontramos y lo instalamos en el comedor.

—Tengo hambre — les digo quejándome.

Todos siguen haciendo lo suyos, ignorandome por completo.

Abro la boca indignada y veo una sombra de sonrisa a Mikal.

Agarro mi almohada y se la tiro en la cabeza.

—¡Hey, por qué todas a mí! — dice mientras finge llorar.

—¡Tengo hambre dije!

—¡Y yo sueño! — dice Angie en un bostezo y Mikal la señala como si fuera una razón como para dormir ya.

Agarro a Sofía del brazo y la pongo a mi lado, ella se queja sobando el brazo y me fulmina con la mirada.

En ese momento suena el timbre.

Miro a Angie y ella a mí.

—¿Qué carajos? — me pregunto cuando escuchamos un chico gritaba el nombre de alguien, era poco audible.

Nos acercamos a la puerta principal.

Tomo un bate y agarro la manija. Miro hacia atrás, Angie tenía un jarrón, Mikal un zapato suyo y Sofía una cuchara.

Pongo los ojos en blanco y me trago el insulto que tenia para los dos últimos.

¿Desde cuando se mata a alguien con una cuchara o zapato?

Otro grito me hace apurar y abrir la puerta del todo viendo poco por la tremenda lluvia que caía.

De repente se hace presente un chico alto, cabello negro, ojos azules y mandíbula marcada.

Es Nick.

Tuve que sostener mi braga para que no se me cayera.

Iba a abrir la boca cuando el zapato que tenía Mikal cae en todo su rostro haciendo que él gima por el dolor.

Hago una mueca y lo hago entrar.

Miro acusador a mi hermano y él señala a Sofía.

—Agradezcan que no fue con la cuchara... — menciona indiferente. — ¿Que mierda haces aquí?

Nick la mira y noto algo diferente en su mirada.

Genial, otra pareja cursi, mejor me retiro sino me van a contagiar lo meloso.

Después de 1 hora las peleas de los cuatros, sí los cuatros, cesan y dejo de comer mi sándwiches. Me encontraba en la cocina comiendo tranquilamente mi comida.

Me bajo del taburete y salgo de la cocina.

Entro al comedor y miro boca abierta a los cuatros tendidos en el piso, durmiendo muy tranquilamente.

Nick y Sofía en un colchón muy alejados, uno en cada punta. Angie y Mikal separados porque se los había prohibido estar juntos hasta que todo vuelva a la normalidad.

Mi instinto maléfico se enciende y voy a la cocina para llenar dos baldes de agua fría.

Cuando están llenas voy a la escaleras y las ato con unas sogas en lo más alto.

Agarro un silbato y cuando todo está listo lo soplo con todas las fuerzas haciendo que los cuatros se levanten todos adormilados sin saber que hacer.

—¡Arriba dormilones! ¡Vamos, vamos, esto no es un simulacro, estamos presenciando un temblor grave! — pongo mi voz más fuerte y dura como la de un militar. Ellos me siguen hasta el principio de las escaleras.

Mikal y Sofía seguían con los ojos medios dormidos mientras los otros dos intentaban despertarlos del todo. Eso será un alivio después del bañito.

Tiro de la soga y el agua fría cae arriba de los cuatros.

Finalmente tengo que agarrar con fuerza mi estómago por no parar de reír. Fue tan graciosa las caras que pusieron por el el agua fría.

Já. Por haberme dejado plantanda en la cocina y sola.

Me espabila y entro corriendo a la primera habitación que encuentro, atrás mío venían con la cara furiosa.

Pongo el pestillo y me tiro a la cama.

Miro el marco que había en la mesita y había una foto de la señora Jones y Angie con un corazón en la esquina, se veía cortada justo al lado de la rubia chica.

Sonrío a medias.

Cuando los golpes y insultos ya no se escuchaban logré dormir tranquilamente en el suave y cómodo colchón.



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