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Capítulo 29 - "En problemas nuevamente"


Capítulo 29En problemas nuevamente.



Angie.

Hoy es viernes y mi cuerpo lo sabe.

Lo sabe en el sentido que ya no doy y quiero seguir durmiendo para no ir al instituto después de toda una semana yendo.

Me levanto de la cama y voy a la ventana para abrir las cortinas. Me sorprendo por lo iluminado que estaba el cielo.

La mamá de Ángel ayer nos dijo que hoy va a ser mucha calor.

Me entro a bañar y a la hora de elegir la ropa, vi una caja con moño que nunca fue abierta.

Y como soy curiosa la abro.

—Madre santa — me digo a mi misma levantando en mis manos una falda muy bonita.

“Para mi nieta más hermosa” Rosalind.

Decía muy prolijamente en cursiva escrita en la nota.

Me la pongo sin dudarlo junto a una camisa a cuadros y unas botas bajas. Dejé el cabello suelto con las ondas formadas y agarré la mochila para bajar las escaleras.

En la cocina solo se encontraba la mamá de Ángel preparando café.

Me sirvió una taza y cuando dirigió su mirada a mi, se quedó boquiabierta.

—Ahora el tiempo empeorará — dice siguiendo con lo suyo.

Ruedo los ojos y tomo del café.

Después cuando el señor Halsey bajó se quedó medio inconforme en que vaya con una falda muy corta al instituto.

Me llegaba 4 dedos arriba de la rodilla. No era para tanto...

En todo ese momento me defendió la señora Halsey orgullosa de que aleje por un día los years y buzos.

A la hora de salir de casa, Mikal me estaba esperando en el umbral de la puerta.

—¿Vamos? — sé que preguntó pero no le di mucha importancia y seguí con mi camino al instituto sola y caminando.

Aún así en medio camino lo vi en el auto, estaba andando en el, lento para alcanzar mi paso.

—¡Oh vamos, Ángel! — se queja ya cansado. —Por qué ya no lo dejas y ya...

—Púdrete Mikal — le digo mostrándole el dedo del medio.

Empieza a tocar la bocina desenfrenado.

—¡Basta! — le grito y él para.

Suspiro.

—No hasta que subas — dice y vuelve con a tocar.

Corro por un camino diferente al cuál no puede pasar con el auto.

Diez minutos tarde llego al instituto y me gano un regaño por el secretario del director.

En el pasillo me encuentro a Jack en su casillero. Iba a pasar por su lado sin problema cuando me para agarrando mi codo.

—¿Pero qué te pasa? — le digo cabreada.

—Te has puesto muy bella, Ángel — dice muy seductor. —No sabía que tienes unas piernas muy lindas, pero mira que cosas tan importantes guardas— sigue con su voz seductora esta vez acercándose demasiado.
Demasiado.

Imágenes del día de la fiesta se me vienen a la cabeza. De repente me siento mareada.

—Jack, basta — habla alguien a mis espaldas.

Necesito aire.

No podía mirar para atrás, Jack me tenía sujetada a la fuerza.

Mi respiración se empieza a acelerar y me cuesta procesar esto.

—No, mira James, disfrutemos de la vista. — responde muy agusto y me da tan solo asco pensar que me está tocando.

—¡Jack! — dice demandante James y su amigo no le queda otra que soltarme.

Salgo del pasillo antes de que James se arrepienta de haberle enfrentado a Jack.

No lo puedo creer aún. Tengo que remojar mi rostro para espabilarme.

Ángel.

Desde que llegué al instituto no he visto a Angie.

Y me parece muy raro que haya faltado, porque cuando asiste Mikal, también tenía que asistir yo.

Ahora me tocaba la clase de Ed. Física y estaba en el camerino para cambiarme rápido, ya que era la última.

Cuando me cambié salí y me encontré a todas las chicas en un círculo entrando en calor bajo el sol.

Todas menos Angie.

—Eh — me saluda Sofía viniendo con una sonrisa. Se la devuelvo a medias. —¿Y Angie? —pregunta mirando al grupo de chicas.

—No lo sé, no la vi en la entrada tampoco en la clase de Idiomas y Mikal si vino.

—Debe estar descompuesta.

Niego con la cabeza. — Mi período no es irregular y no me toca.

Corremos por la cancha dando 3 vueltas.

Después la profesora nos indica que el día de hoy jugaremos Vóleibol.

Cuando la pelota cae en mi lugar, se dispara para otro lado y salgo para ir a buscarla.

La levanto y mi vista va a quedar en una silueta de debajo de las gradas.

Con una sensación extraña, sigo jugando Vóleibol.

—¡Bien, chicas! Hasta la próxima clase.

Una vez lista, se despide la profesora y las chicas se van directo al baño.

Yo por mi parte me dirijo a la parte de atrás de las gradas.

Escucho como alguien se sorba la nariz.

—¿Angie? — Me quedo sorprendida al verla sentada como indio detrás de una columna grande.

—Por favor, déjame sola — suplica en un susurro.

Todavía tenía la mochila.

Me niego rotundamente a dejarla sola aquí. Entonces me siento a su lado, y apoyo mi cabeza en su hombro.

—¿Quieres hablar sobre eso?

—Tengo miedo — vuelve a susurrar como a una niña asustada. — Tengo miedo de que ahora vuelva todo a la normalidad y quedarme sola nuevamente, volver a la rutina y enfrentar de nuevo a mi madre.

—¿Quieres quedarte así? — le pregunto con los ojos abiertos.

Escucho como ríe. —No, es que es ahora cuando me doy cuenta lo perra que he sido desde que volví del internado.

Asiento con la cabeza. — Tienes toda la razón...

—Oye — me pega en el hombro y vuelve a reír.

—¿Por qué, Angie? — le pregunto tomándola de sorpresa.

—¿Por qué, qué? — dice confundida.

—¿Por qué nos dejaste de hablar yéndote a ese lugar? — suelto finalmente sintiéndome aliviada de alguna forma.

—Ustedes me dejaron de escribir, yo lo hacía pero no tenía ningún tipo de respuesta — Me recompongo en mi lugar y me quedo mirándola con el ceño fruncido. — Estuve un año entero esperándolos, pero me rendí. Mi madre me decía lo bien que estaban ustedes dos acá, sin mi y empecé a hacer mis "amigos" por así decirlo... — se encoje de hombros cabizbaja.

—Oh no no no, no te hagas la pobrecita — le digo rápidamente y ella levanta la cabeza con molestia. — Nosotros — remarco la palabra — te estuvimos mandando las cartas, ¿Viste las canas que tiene mi papá? — Ella asiente dudosa— Es porque todos los días íbamos al correo para ver si llegó una maldita carta, claramente volvíamos sin nada.

Estuvimos hablando un rato sobre eso hasta que el timbre de la última clase se hace presente.

—Ángel — me llama cuando me estaba por ir. —Encontré...

—¿Angie? ¿Por qué mi hermana te dice Ángel? No no, ¿Por qué ustedes se están hablando tan tranquilamente?

Sale detrás de la columna Mikal.

No recuerdo haber visto una sombra en el momento que estábamos aquí.

—¿Desde hace cuánto estas aquí? — me saca la pregunta de la boca Angie.

—Lo suficiente como para saber que tú no eres Ángel... — responde muy confundido Mikal, mientras con sus ojos azules nos escanea a las dos.

Abro los ojos.

Mierda.


Sofía, Mikal, ¿Quién más?… ¿El loquero? e.e

—Lalu.

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