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Capítulo 14 - "La fiesta"

Capítulo 14 —La fiesta.

Canción en multimedia: Ride - Twenty one pilots. ♡



Ángel.

Jueves, un día indeseado.

Desde la semana pasada cada vez que despierto deseo que sea sábado. Pasar la tarde con mi padre y que juntos veamos el partido.

—¡Y desde cuando te levantas a esta hora! ¡Y estas sábanas! ¡Dios! Parece que acá durmieron 20.

Ojalá hayan sido 20 chicos super sexys.

Suspiro.

—¡Angie! Te quiero abajo en 15 minutos si no quieres que te quite el teléfono! —. Como si lo necesitara.

Pero aun así me levanto a regañadientes. Sé que si no me levanto ahora, seguirán los chillidos.

Cuando estoy lista, con unos Jean comunes, una camisa roja a cuadros, y un gorro, bajo las escaleras infinitas con mucha paciencia. Al final de ellas me esperaba la señora Jones.

—No te olvides regresar temprano, el salón de belleza nos espera — dice seria con la mirada fija.

—Adiós — me despido y sigo de largo saliendo por la puerta y subiendo al coche junto al chófer, el cual se llama Javier. Esta vez me siento en el asiento del copiloto.

- Buenos días señorita- habla con cortesía pero se le vía claramente sorprendido.

Comprendo que Angie seguro que ni la palabra les dirigía.

—Buen día.

Prendo el estéreo y solo se oía la radio. Aburrida me hago para atrás escuchando como hablan del tiempo y cosas de rivalidades.

Último momento, me acabo de avisar Jessica que el equipo favorito de la provincia acaba de aterrizar el avión Me siento derecha en el asiento y clavo la mirada en el estéreo, queriendo que digan más.
Queridos Ogros, estamos esperando con ansias el sábado. Y seguimos en las llamadas...

Con una sonrisa me vuelvo a echar para atrás.

—¿Le gusta Twenty one pilots?— pregunta Javier y asiento efusiva.
—Abra la gaveta.

Obedezco y apretó el botón, un pequeño "Clic" se siente y la abro.

—Es de mi hija, lo compré ayer a la noche, aún no se lo puedo dar. — responde ante mi mirada con una pizca de burla. Rio.

Era increíble, 3 CD de Twenty one pilots, seguro que en los tres salían todas sus canciones. Yo las amo.

Pero como no amarlos si son geniales.

Mi favorita es Ride. En dos días me la sabia de memoria, es muy pegadiza. Mis padres y más que todo Mikal tuvieron que soportar los gritos míos, pero al final Mikal me acompañaba cantándola.

Los dos desafinados, pero con ganas.

Ay. Tyler Joseph, un dios griego, es mi crush.

Pongo el CD donde va y suena la primer canción y suena.

Casi la tercera le subo el volumen. Cuando estábamos a penas llegando la canción estaba por terminar.

I'm falling, so I'm taking my time no my. I'v been thinking too much... Help me. I'v bee thinking too much... Help me!...canto a todo pulmón y el chófer ríe. —No quería subir mi ego pero canto mejor que Tyler
—presumo y reímos.

Cuando llegamos me bajo y lo saludo con un gesto en la mano y una sonrisa.

Miro a mi derecha y veo a Angie con la mirada molesta y... ¿cansada? Esta chica vive enojada, como su madre.

Sigo derecho a la escuela. Seguro que ella no quería que nos encuentren hablando.

Voy al casillero de Angie y en la puerta estaba pegado el horario. Además de la habitación colorido, también estaba el casillero. Por doquier. ¡Hasta está pintado de rosa! Me voy a quedar ciega que tanta iluminación rosa.

Ahora exagero yo, debo alejarme de la señora chillona.

—¡Angie!

—Madre Santa —murmuro para mi misma.

—¡No sabes lo que me enteré! Colton te llevará al hotel 5 estrellas —susurra lo último... ¿Roxana?

—¿A follar? —pregunto aun que sé cuál es la respuesta.

Ella me mira como si fuera obvio.

Me di cuenta que Lucy, la cual se encontraba mirando el teléfono con una sonrisa, - supe que ella es Lucy por que tiene una tarjeta colgando en la parte superior del pecho "Presidente estudiantil, Lucy Mondys" - es más callada. Ella es morocha, el pelo le llega donde más abajo del hombro, alta, tiene lo suyo, una sonrisa amigable y inteligente. Viste con un vestido floreado. Es sencilla

Roxana es diferente, ella es charlatana, viste a la moda, con su bolso chándal siempre colgando en su ante-brazo izquierdo mientras con el otro tiene su teléfono. Ella es alta, su tez es morena, y tiene unos rulos del infierno, siempre me los quedaba viendo cuando pasaba al lado mio. Son envidiables la manera en como se les forman.

—Oh, observa como viste Angela
— Dirige una mirada indiferente a Angie en mi cuerpo.

Viste con un jeans negro, ajustado y una remera suelta de Los Beatles. Aunque sea un poco exagerado, lleva puestos unos lentes oscuros junto el pelo suelto.

No quería que se notará mi ego pero me noto muy atractiva.

—No es Angela, es Ángel —le corrijo irritada.

—De Ángel no tiene nada — insiste la cabeza hueca.

—¿Quién? — pregunta agregandose a la conversación Lucy.

—Ángel, y para mi es más... — corto la oración a las atentas miradas de las dos. — Déjenlo, voy a mi clase — Cierro con fuerza el casillero y me marcho.

—¡Amor!

Oh no.

—Hola, mami —saluda coqueto Jack, ¿De enserio?

—¿Hijo? — le pregunto con fingida curiosidad y James rie.

Colton me agarra el codo para llevarme un pocos lejos de los idiotas.

—Cielo, ¿Qué harás al salir de la escuela? — me pregunta y me acorrala en el muro que estaba detrás mio.

Cielo. Ugh.

Me tragos mi insulto. Estar tan cerca de él la pierna está que se me escapa para pegarle otra vez en sus cositas.

Pero me contengo, no lo haría si cuando gire mi cabeza al sentir sus labios cerca vi a Angie mirar hacia nosotros.

—Invades mi privacidad — lo intente alejar colocando las palmas de mi manos en su... Diablos, marcado pecho.

Pongo mi mirada fija en su pecho.

Y vibra.

—Puedes tocarlo más cuando estemos en la habitación, solos—susurra riendo la última palabra sobre mi cuello. Quería evitarlo pero esa cercanía en el cuello me causa cosquillas.

Me trago la risa. Momento inoportuno para reír, Ángel.

Miro buscando ayuda a la dirección de Angie y se veía muy enojada, y más si sabe que no puede hacer nada.

No me queda otra opción y levanto mi rodilla.

—Dije que invades mi privacidad— le susurre lento para que captara.

Me alejo y veo como los par de idiotas se acercan a Colton. Los tres se llevan el primer lugar de la idiotez.

Les he agarrado tanto odio cuando supe que le golpean a Mikal, y mi hermano no queriendo acusarlos a la directora.

—¿Que has hecho? —chilla gritando Angie atras mio.

—Mira, te he dicho muy bien que Colton te entre mano cuando estés en tu cuerpo, cuando todo tome normalidad, mientras, que no me joda.

Tal vez sea un poco terca, ella o yo, pero no me gusta que me toquen cuando no quiero.

—Okey, esta bien. — Da tres pasos atrás como intentando calmarse. —El imbécil de Mikal se fue y no me esperó —espetó enojada cruzándose de brazos.

—Bienvenida a la realidad barby. Si no te levantas a las 7:30, él se va.

—Pero si el otro día me levantó él. Además creo que sospecha algo
— susurra lo último.

—Se habrá levantando de buenas, es mejor que aproveches, no sucede muy seguido — le advierto con el dedo índice. —Y lo otro... Normal, sospecha que cambiamos de cuerpo y Angie esta en el cuerpo de su hermana. Lo más común de la vida. Mira, hasta creo que él también lo sospecha
—. Señalo a un chico que acaba de pasar con sus audífonos, inmune a que nosotras existimos.

Me paga un manotazo.

—Vete a clases —me empuja.

Refunfuño y voy resignada.

La mañana pasó de clase en clase. Cuando creí que tenia un pequeño receso, se canceló porque una se la mandó contestandole al profesor gruñón.

Y cuando Colton, el Señorhotel5estrellas se me acercaba ponía una excusa. No se veía nada santo cuando se acercaba, solo con una cara molesta, me huele a que trae algo de mano.

🍃

La mañana termina agotadora.

—¡Que no! —le grite desde la habitación.

—¡Que si! ¡Te pondrás ese vestido te guste o no! —me devolvió el grito desde afuera de la puerta. Es más que obvio que Cristina me dijo que me cambiará con cortesía, pero le dije que estaba cansada, quizás no vaya. La hija de su mami llamó a la señora gritona, y desde el teléfono esta molestando.

—No me va a obligar.

Me encontraba sentada a la orilla de la cama cruzada de brazos. Me estaba comportando como una niña, lo sé. Pero con los vestido siempre tengo una mala experiencia. Cuando me ponía uno blanco se me mancha con chocolate u otra cosa. Cuando era uno negro se me destiñe, no se como pero el destino se las arreglas para que quede como ridícula. Pero debo admitir que me queda sexy...

La palanca de la puerta se abre, Cristina y Soledad entran con un vestido hermoso en manos.

—Ug, me haces salir canas verdes
— habla, me la imagine con la mano en la sien.

—Las blancas ya las tienes —le comento y se escucha silencio en la otra línea.

—Angie Jones…— hablo tan lento y un tono que, escuchándolo te hace obedecer.  —Te pondrás ese vestido te guste o no.

—Soy Black, Angie Black. — le contesto y rápidamente le saco el teléfono de las mano de Soledad para cortar y no recibir otro regaño.

—Con su permiso —dice Cristina y se retiran.

Me saco el pantalón corto que tenía puesto junto la remera y me pongo el vestido azul... Es hermoso, suelto de la cintura para abajo, apretado un poquito la cintura marcandola, y del pecho hasta el cuello lo cubre una tela blanca diseñado con flores. Encajaba perfecto al cuerpo de Angie.

Entro al armario buscando donde se escuenden los zapatos. Pero no los encontraba, ¿Acaso solo usará las convers o los dos pares de tacones que están debajo de la cama?

No, es Angie.

Veo una palanca.

Madre santa, ¿será un pasadizo secreto como el de Barbie y las 3 mosqueteras? Creo que me pase de ver películas de Barbie con Mikal. Él me obligaba diciendo que yo lo hacía.

La jalo para abajo y me quedo maravillada. Creo que para otra persona fanática por la ropa y zapatos se querría robar esta habitación.

Entro y giro lentamente. Una habitación de 3 paredes, las 3 ocupadas por estantes, cada estante clasificados, el primer Fiestas, la segunda Escuela, la tercera Salidas.

La habitación tenía una iluminación rosa que prende al abrir la puerta. Todo muy precioso.

Angie está demente.

O obsesionada, pero creo que las dos palabras encajan perfecta para ella.

Camino hacia donde dice fiestas y elijo rápido por cual. Uno zapatos negros y con poco tacón.

Ya arreglada bajo las escaleras con pereza.

—Señorita, su madre la está esperando en la fiesta.

Asiento con la cabeza y salgo de la casa con un bolso azul marino en mi brazo izquierdo.

—A la fiesta — le digo en un bufido a Javier.

El sonríe divertido. Habíamos establecido un tipo de relación en la que algunas veces él me contaba de su mujer y sus dos hijos, un niño y una chica de 21 años. El niño revoltoso de seis años que se llama John, es mi ídolo.

—Si señorita.

Cuando llegamos no puedo parar de babear el vidrio por lo hermosa que es la mansión.

—Gracias y adiós —le saludo y salgo con prisa.

Giro mis talones viendo lo grande que es, sin olvidar lo lujosa.

¡Diablos! Lo más bonito es el paisaje que está frente a la casota. Tenía unos pinos largos, también los árboles, como les digo yo, los que lloran. Amo esos árboles.

Me adentro a la casa y se escuchaba una linda melodía de piano. Que, si no me equivoco es de Yiruma - river flows in You, la se muy bien porque mi tío Julian solía tocarla cuando era chica. Lamentablemente él sufrió de un accidente trágico que no había podido salir bien. La pérdida de él le afecto mucho a mi tía Lucía, quien estuvo en depresión pero salió adelante por nosotros porque estuvimos a su lado todo el tiempo.

Veo a un grupo de señores mayores y ahí esta la Señora Jones. Se veía alegre conversando alrededor de la gente.

—Hija, ven —. Solo yo me di cuenta lo fingida que salió su voz al llamarme, los demás sonrieron complacidos.

Me acerco hasta ellos, eran cinco incluyendo a la madre de Angie.

Pero veo a un chico, el cual viste con un smoking negro. Prestaba suma atención a lo que hablaban dos señores, no nota cuando me acerqué.

Su cabello es de un rubio oscuro, su mandíbula estaba bien marcada, y tenía unos ojos celestes claros que llaman mucho la atención en el traje que traía puesto. Era sexy, sí.

—Señor Rivera, ella es mi hija Angie Jones — me presenta a un señor que se veía muy demandante.

—Black... — le corrijo y su rostro se vuelve roja y tensa su mandíbula.

Recuerdo que Jones es su apellido y Black el de su ex marido. Haberle corregido así a sido como cavar mi propia tumba.

—Un gusto conocer a la hija de mi segunda mano, soy Raúl Rivera — me tiende la mano y la estrecho. Se notaba los años que tiene encima, es canoso y tiene unas arrugas al alrededor de sus ojos y mejillas.
—Él es Víctor Guevara—. Señala a un hombre que se veía amigable, tiene los ojos azules que le resaltaban muchos, y rondaban los 40 años
—Es dueño de una segunda empresa muy famosa. Y la señora, su bella esposa Nelyda Guevara. Señala esta vez dirigiéndose a una hermosa señora con un vestido y luciendo una manada de rulos en su cabeza, reluciente. La señora me da una sonrisa maternal. —El caballero, es Michael Martínez — el hombre que sigue de Victor, quién estaba con una sonrisa amigable.

Todos se veían muy amigables y educados. Entones, ¿Por qué la madre de Angie es así? ¿O acaso los socios también fingen?

—... un socio —. Sigue con entusiasmo el hombre canoso.—Y por último pero no menos importante, mi nieto...
—. No termina de hablar porque lo interrumpen.

—Señor Rivera lo necesitamos con los socios de la nueva empresa — habla un señor con rapidez.

—Con permiso—. Se despide y el señor que interrumpió lo llevó a otro lado.

Me retiro a escondidas de ahí y voy donde están los bocadillos. Veo una pizza a la mitad y saco una porción.

Esta deliciosa, el queso se le caía por lo cremoso que era. Se me hizo agua la boca.

—¡Angie, come bien esa pizza!
—interrumpen mi segundo bocado en la tercera ronda. La veo de reojo y estaba furiosa.

—Buenas noches señorita Jones
— habla seductor un hombre de la misma edad de que Alyson, la madre de Angie.

Ella suelta una sonrisa tímida.

Achico los ojos hacia su dirección mirando atentamente su reacción.

No. Me. Lo. Puedo. Creer.

—¿Me acompaña en esta pieza?
—pregunta en un seductor mirándola fijamente. Abro los ojos.

Ella asiente sin decir una palabra y se van agarrada del brazo de él.

Esto era el colmo.

Vuelvo a la pizza y veo a dos niños.

Oh no.

—Hey... — le sonrío y estaba por sacar una pero me detienen.

—Queremos una — habla uno morocho.

—Es verdad — habla el castaño.

Entre cierro mis ojos examinando el terreno, se veían muy serios ante este grave tema. Era las dos última rebanada de pizza.

Finalmente sonrío.

—Haremos una cosa — les propongo con los ojos achinados.

—No, nada, nosotros somos pequeños en pleno crecimiento, necesitamos comer — habla con sabiduría el castaño.

Me muerdo la lengua para no mostrarsela.

—¡Y yo también necesito alimentarme! —Me cruzo de brazos.

—Escuchemos la idea de la rubia hueca — le susurra el morocho al castaño.

—Tremendo cabrón — susurro para mi.

—Dinos la idea — Me mira el castaño con una ceja alzada. Joder, me siento como si estuviera frente a un mafioso.

Agarro un cuchillo y parto las dos porciones por la mitad. Quedando cuatro.

—Ahora, como son cuatro, agarro las dos más chicas — miento en voz baja y agarro las más grande — Y ustedes las más grande. Listo.

Se quedan trabados y me retiro lento pero rápido al patio.

Ángel-1     Niñatos huecos-0

¿Y ahora quienes son los huecos?

—Oye... — escucho el grito del niñito y corro.

Mientras tanto Angie...


¡Hola de nuevo! ¿Que les pareció el capítulo?

Angie está demente por los zapatos, pero joder, ¿Quién no querría una habitación así?

2766 palabras, *silbido* todo un recor.

-Lalu

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