Capítulo 11- "Desilusiones"
Capítulo 11 —Desilusiones. ♡
Ángel.
Unos golpes fuertes en la puerta me despiertan y entre maldiciones me levanto a abrirla.
—¡Angie! La sirvienta vino a despertarte y no le abriste, lo hizo como 3 veces... — entra sin mi permiso la madre de Angie abriendo las cortinas. Llevaba un vestido ceñido a su cuerpo, parece ir a una fiesta, pero por su peinado y maletín que dejó en el pequeño sillón, sé que irá a trabajar.
Tapo mi cara y gruño, todo el resplandor entraba por el gran balcón.
—Vístete rápido, son las 07:30am —comenta yéndose del cuarto y tomando su maletín.
Le hago gestos de burla y voy al baño. Cuando salgo rebusco en el armario algo que ponerme.
Normalmente en la noche hace mucho frío, refresca, y el la mañana salía el sol, pero aún así el aire está fresco.
Al fin concuerdo con una calza negra trasparente junto a un pantalón jeans corto, una musculosa y arriba de esta una remera azul con una chaqueta.
La costumbre de que tu abuela te vista como un bebé bien abrigado ya se me pego.
Exactamente todos los gorros eran de rosa y rojos.
—¡Agg!—tiro los gorros en el armario no eligiendo ninguno.
Me pongo la botas negras que encontré al fondo del armario y me quedaban medias chicas. Casi todos los calzados que tiene son tacones.
Bajo las escaleras con la mochila limpiando el piso.
—¡Angie! ¿Que es esto de vestirte así?— escucho su queja y me hace rodar los ojos.
—Ay mujer relaja la chancla que solo quiero respirar un poco y no ponerle esa ropa apretada —le digo con cansancio sentándome en la mesada comiendo el desayuno que se encontraba ahí. Tengo que darle un premio de Master chef a la señora que cocina, está riquísimo. —He leído un artículo de Gente —miento recordando la revista que papá leía en el sofá. Trago lo que tengo en la boca. —Que una vez a la semana hay que vestirse con ropa delgada, porque si no afecta la respiración humana — le explico y se encontraba dándome toda la atención.
—Explícame más.
Prácticamente he echo que deje de lado su teléfono. Creo que es la primera vez que me mira directamente a los ojos.
Dios, capaz sepa recién ahora que mis ojos son marrones claros, idénticos a los de ella.
Miro a otra parte pasando la lengua por los dientes. Sí, ¿Y ahora qué?
—Y pues, afecta la sexualidad, también decía muchas cosas, que no entendía... —. Le sonrío inocente.
Alzo la bandeja del desayuno dispuesta a lavarla.
Debo aceptar que fue la mentira más ingeniosa que he echo.
Créditos para mi. Palmitas imaginarias a mi espalda, por favor.
—Déjalo, lo hará la sirvienta — menciona y asiento sin prestarle atención. Antes de salir de la cocina me llama. —Mañana tengo una junta con distintos jefes de empresa, se juntan a celebrar que una nueva empresa renace — habla con entusiasmo, me mira por unos segundo y veo que sus ojos brillan.
Eso me llevo a pensar que Angie pasará menos tiempo con su madre. De todas formas si yo tuvise una como la que tengo frente mio, quejándose, que lo más importante es su imagen que su familia, haria lo posible alejarla de mí.
Ella misma aleja a su hija.
—Imagino que me quedaré sola —le digo fingiendo tristeza.
—Te equivocas, mi asistente te dejará un vestido arriba de tu cama, quiero que vayas bien arreglada, yo estaré esperando allá. No arruines nuestra imagen, Angie. — En lo último su voz sale con dureza y me voy paralizada por unos segundos ante el desagrado de su mirada, luego la baja para volver a centrar su atención al aparato que tenía en manos.
Ruedo los ojos cuando ya volvió ese aparato a sus manos. ¿Cuánto pasó? ¿Apenas 30 segundos?
—¿Y por qué me lo dices ahora?
—Tuve la curiosidad de preguntarle.
—Saldré de viaje — responde con simpleza.
Salgo de la cocina sin responder, saldré de viaje, no estaré, cumple años la empresa, que esto, que el otro. Esto ya me cansaba. Ella me cansa.
Busco al chófer con la mirada para ir a la escuela pero no lo encuentro. Voy al garaje y veo la limusina más baja de lo normal.
Frunzo el ceño.
—¿Eh...chófer? — lo llamo dudosa.
—Señorita... —el chófer entra al garaje. No había notado que el portón estaba abierto, tampoco que entraba la luz del sol. Necesito prestar atención.
—Buen día —le digo nerviosa—Este...¿Me va a llevar a la escuela?
—Lo siento señorita Black, anoche entraron a la mansión y pincharon las cuatro ruedas de la limusina, me temo que tendrá que ir a pie, o en el autobús —dice con lamento.
Mi cara se desfigura.
Estúpida Angie, estúpida, estúpida.
Miro sin creer lo de la limusina, ¿De verdad Angie se empeñó a entrar hasta aquí para hacerme sufrir?
Lo peor que me podían hacer era caminar, y cuando veo la hora bufo exageradamente. Tendré que correr.
Contengo mi furia. El señor es bueno... el pajarito es bueno... La silla no tiene la culpa, ellos no tienen la culpa. Ellos son buenos, Ángel, no explotes.
Sigue siendo un Ángel, Ángel.
Giro mi cuerpo y estaba por empezar mi maratón del año pero me detiene un color que me llama la atención, demasiado.
A y S
Asi que Sofia también.
—Señorita Black... —me llama el chófer. —Puede ir en mi auto —dice y me tiende un una llave. —No es lo más moderno para usted pero imagino que...
—¡Gracias!
¡En tu cara, Angie!
Agarro la llave y salgo.
—¡De verdad, Gracias! — le grito y veo que sonríe.
Apreto el botón para desactivar la alarma y veo el auto. Me subo a el y ando a la escuela.
Debo aclarar que yo no sé conducir del todo. Una vez fui a hacer las prácticas con Mikal, mala idea.
Muy mala idea. Quedé con una multa y no podré hacer el curso hasta uno o dos años el cual madure por completo. Palabras del señor bigotes.
Cuando llego me hago acordar a mi misma que le diga a la mamá de Angie que tiene que pagar las dos multas que me hicieron. Además de eso y que tenia la venganza perfecta para Angie al llegar a casa.
Veo a lo lejos a Sofia y Angie con la boca abierta. Sofia sorprendida y Angie indignada por mi atuendo y el vehículo en que venía.
Les sonrío y las saludo haciendo un gesto como en el ejército.
Entro a la escuela con una sonrisa de satisfacción.
Pero desaparece cuando veo a Colton corriendo hacia mi con Jack y no se como se llama el otro.
—Hola linda— saluda Jack.
Y que yo recuerde el novio de Angie es Colton.
—Hola a ustedes— les digo desinteresada y sigo caminando.
—Hey, Angie amor, acuérdate que el viernes vamos a ver a mi madre —habla Colton.
Asiento, ni loca iría a la casa de alguien presentándome como su novia, no hasta los 30. Prepararé una excusa.
Voy a la clase de literatura sentándome al último. Estaba dispuesta a dormir cuanto siento que me pegan un codazo fuerte.
—¡Auch! — digo frotando en la parte afectada.
—¡Auch ni dos cominos! —Habla bajo pero a la vez fuerte.
—¿Que te pasa? La que tendría que estar enojada soy yo.
—Ayer te viniste en pijama, y ahora como una pobre, ¿Que más? ¿Mañana te vienes de payaso? — murmura para que no nos escuchen pero lo consiguió.
—Si hablas despacio para que no nos noten, no lo estas logrando. Y si quieres que mañana me venga de payaso lo haré, no tengo problema —Me cruzo de brazos desafiandola, porque vergüenza para venir vestida de payaso no me falta.
Me han retado a venir vestida de árbol que de payaso no sería nada.
—No dije eso, yo...
—Buenos días niños—Entra la profesora a la clase y algunos se paran de donde están para sentirse en su respectivo lugar. —No no no, se quedan donde están.
Escuche un bufido de Angie y ruedo los ojos.
—El examen de literatura empieza en dos minutos, guarden sus cosas y no quiero nada en su banco, solo un lápiz y corrector, lo necesario, escucho una queja, un susurro u otra cosa que este relacionado en molestar la clase o su compañero, le quito el examen y le pongo un 1—la demandante voz de la Profesora de literatura te hace dar escalofríos y hacerle caso en las ordenes.
—Mikal tiene novia —susurra Angie.
—¿Que quieres que le haga? Mi niño sigue mis órdenes de salir del nido —le devuelvo el susurro mientras la profesora entrega el examen en la otra fila.
—¿Quién es? —se muestra interesada interesa.
—¿Mikal? Mi hermano — bromeo.
Me pega un codazo —¡La chica afortunada!
—Señorita Black, le aseguro que no será una chica afortunada cuando se presente frete a la directora — comenta la profesora.
—Lo siento —. La rubia baja la mirada y aprieto mis labios para no reír.
—No se quien es, ojalá la chica sea buena para Mikal, cuando él quiere a una persona, esa persona debe sentirse muy afortunada de tenerlo. Es muy cursi cuando le gusta una chica—le hago saber a Angie.
Asiente y se hunde en su asiento.
—Tu madre...—corte la oración cuando la profesora se puso delante nosotras dándonos además del examen, una mirada de reproche y espero a que se vaya. —Tu madre tiene una fiesta mañana jueves, quiere que vaya —le digo haciéndonos mueca.
—Era sabido que tenías que ir, quiere meterme en todos sus asuntos—responde con una voz cansada.
No le presto atención y hago el examen, me va bien en literatura, y el examen se veía fácil.
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