Capítulo 01 -Peleas. ♡

Ángel.

Actualidad♡

-¿Por qué no viene él y se defiende? -pregunta con una sonrisa divertida la idiota que tenía frente a mi.

Aprieto tanto mis puños que siento que se ponen mis nudillos blancos. Sé que luego dolerá.

Todas las miradas de los alumnos que estaban en la cafetería estaban en nosotras, que, como todos los días, armamos un espectáculo.

-Eres tan... ¡Agh! ¿Sabes por qué no viene y te enfrenta?-le respondo con sumo enojo y creo que la vi dar un respingo. La poca paciencia que tenía la terminé de perder al ver a Mikal empapado de pintura verde y plumas pegadas sobre su cuerpo, también cuando salió corriendo. -Porque mi hermano es más hombre que tu novio, y el no te faltaría el respeto-termino de hablar y le tiro el jugo de naranja a la cara y parte de la ropa.

Eso no cubre el enojo que todavía el tengo.

Ella chilla abriendo su boca por el jugo esparcido en su remera. Sus falsas amigas hacen una mueca mientras me fulminan con la mirada.

Ruedo los ojos.

Camino hacia la puerta de la cafetería para irme de una buena vez.

Siento que me pisan los talones y sé que es Mikal que viene con la cabeza gacha y con restos de la pintura.

-Ya, déjala. -Me corta la oración de insultos dedicados a Angie.

-¿Como dejarla? ¿Eres tonto o te falta un tornillo? No, me aparece que la ferretería completa... - menciono y noto como mis palabras salen pesadas, empiezo a torcer mis dedos haciéndolos sonar.

Quizás si solo le hacemos una bromita que sea aún más buena que la de la otra vez...

-No, no quiero hacerle ninguna broma. Sé que lo estas pensando, pero si le seguimos el juego solo hará que esta guerra sea más grande, y los dos bandos saldrán perdiendo.

Odio cuando Mikal me conoce tanto y sabe cuando estoy planeado algo hacia Angie. Y odio cuando él la defiende que algún modo, no es así como mi hermano lo quiere admitir pero sé que siente algo por ella.

Le hace esto cada dia, y él aguanta.

-Di lo que quieras, conmigo también se a metido, y nadie lo hace -le muerto una sonrisa maliciosa y salgo corriendo a la puerta de la escuela.

-¡Ángel, todavía no es la hora de salir!- escucho que grita.

Aprovecho que el conserje no se encuentra cuidando y salgo del instituto.

Voy al estacionamiento a la sección de bicicletas y agarro la mía.

Llegando a casa la dejo tirada atrás del arbusto grande y me fijo que quede bien escondida. Mamá no se tenía que enterar que estoy en casa.

Voy hasta el lado derecho de la casa y subo por la escaleras que está escondida por la enredadera y entro a mi habitación.

Tiro mi gorro blanco a la cama igual que la campera y mi suéter quedando en musculosa y un pequeño short.

«Algún día te pegas un resfrío al desabrigarte así se golpe»

La voz de mi madre dándome el pequeño sermón de la consecuencia que trae al sacarme el abrigo de golpe resuena en mi cabeza. Y la entiendo pero me es imposible no desabrigarme cuando me dan los golpes de calor. Ahora mismo tengo ganas de usar a Angie como un saco de golpes.

Bostezo mientras busco un short corto para recostarme. Se encontraba al lado del espejo, lo agarro y me lo pongo ahí mismo.

-¿Por qué no viene él y se defiende?
-imito agudizando la voz de Angie mientras hago muecas mirándome en el espejo. -Estúpida sin cerebro, no, si tiene. Lo tiene en reparo porque se le rompió... - sigo murmurando molesta.

Logro notar un pequeño destello que hizo el espejo, me quedo mirándolo raro. Pero me encojo de hombros, supuse que era de la claridad que entraba por la ventana.

Es un espejo muy antiguo que le pertenecía a mi abuela, ahora es mío, logré robarlo del cuarto de Mikal mientras dormía.

No pregunten como lo saqué en medio de la noche, aún no lo sé.

Caigo en mi dulce cama. Mis ojos se cierran lentamente y me tapo hasta las orejas con las abrigadas colchas.

Es el único método para que se me cure mi mal humor.