Fanfics para Hannah, quien pidió un Superbat con Alpha!Clark. 

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Clark voló dentro de la cueva. El lugar oscuro y lúgubre no era exactamente su lugar favorito del mundo, porque estaba más acostumbrado al clima seco y radiante de Metrópolis, sin embargo, el hecho de que era el único lugar donde podía compartir tiempo con Bruce valía cada maldito segundo que tuviera que aguantar los revoloteos de los murciélagos y la humedad desesperante de la guarida del omega.

Se detuvo en la mitad del lugar, siempre fue agradable mirar alrededor e intentar analizar cada uno de los pensamientos que tuvo Bruce cuando decidió quedarse con cada reliquia y recuerdo de sus casos más interesantes. No debía ser una sorpresa, Bruce tenía esa manía y, probablemente, era eso una consecuencia de su personalidad obsesiva. Pero fue bonito, ver el T-Rex, las monedas, los trajes, todo como en una exhibición de museo. Lo que más le gustaba era ver su propio traje en una de las cápsulas, todo roto y deshecho tras quedar hecho jirones en la pelea Doomsday. Podría sonar perturbador, pero fue una muestra de lo mucho que en el fondo le importaba al omega.

Bruce nunca fue capaz de expresar sus sentimientos por Clark con palabras, pero el kryptoniano sabía perfectamente leerlo de otras maneras. No solo fueron los latidos de su corazón apresurarse cuando lo veía o su pulso cambiando de velocidad cuando hablaban y la conversación se iba a campos muchos más indecentes e íntimos, fue también la manera en cómo lo besó, como a veces buscó tomar su mano con delicadeza y la forma en cómo habían acabado un par de veces en la cama simplemente porque sí, porque el momento lo ameritaba y ninguno de los dos quería quedarse con las ganas de más. Ya eran demasiado adultos como para pensarse ese tipo de cosas dos veces.

Miró a lo alto de las escaleras. Bruce debió llegar allí hace unos cinco minutos y nunca vio al omega retrasarse para nada. Se preocupó y, aunque fue prohibido subir en uniforme, igual lo hizo, porque la seguridad del omega le importaba más que nada. Caminó por el pasillo de la mansión. Era solitario, demasiado. Se atrevió a buscar con su visión a algún habitante de la casa, pero solo pudo distinguir la figura de Bruce en la que solía ser su cuarto.

Cuando llegó a la puerta de la habitación, dudó en abrir. La figura esquelética del hombre se movía de aquí para allá en círculos. Su corazón se escuchaba acelerado, casi asustado y, cuando se acercó mucho más a la puerta, la fragancia de la desesperación le llegó.

Abrió la puerta.

—Bruce, ¿Estás...?

Se quedó en su sitio. Bruce le devolvió la mirada aterrado. Inmediatamente lo vio erguirse en su sitio, cambiando las facciones de su rostro por esa hierática que ponía cuando solo era Batman. Clark aspiró el aroma, no solo era angustia en el aire, había un toque de felicidad y emoción junto con otra cosa que no podía distinguir porque jamás nunca lo había olido así.

—No bajaste y creí... Creí que algo te había pasado.

—Estoy bien.

—¿Estás seguro? No parece.

Clark era un alfa sabio. Él sabía cuando Bruce estaba mal y cuando bien, sabía cómo leerlo y cuándo darle el espacio que necesitaba, también cuando quería hablar con alguien, decir algo, pero se negaba a aceptar que quería compañía.

—Si digo que estoy bien es porque lo estoy, Clark —Bruce rodó los ojos, pero parecía más exasperado que molesto.

—Justamente cuando dices eso es porque no lo estás —El alfa se cruzó de Brazos— Llegas tarde a nuestra reunión, ni siquiera estás molesto porque estoy aquí como Superman... Me acabas de llamar Clark...

—Deberías saber que no puedes subir aquí con uniforme —Ni siquiera sonó a reproche, sino a una repetición de lo que Clark decía.

—...Y estás aquí oliendo a angustia y a muchas cosas que ambos sabemos que nunca estás oliendo. Así que... eso es 'algo' para mí.

El omega se desinfló en su sitio y Clark se preocupó de verdad. Nunca vio a Bruce tan intranquilo, nunca lo sintió así y, ahora mismo, tuvo miedo de que algo realmente malo estuviera pasando.

—El mes pasado fue mi celo, empezó el jueves de esa última semana, ¿Sabes?

Clark lo miró con una ceja alzada. Ese jueves, sí, esa cena en el salón del cine, una película de la que ni se acuerda porque Bruce estaba demasiado fogoso como para dejársela ver.

—¿Y? ¿Estás molesto porque no pudimos pasarla juntos?

Hubo algo ese día después de la primera ronda que acabó con Clark al otro lado del universo ayudando a quién sabe qué. Se había perdido el celo de Bruce y sí, probablemente estuvo muy molesto por eso, pero él dijo claramente que 'el deber era lo primero'.

—No. Es que no sabía que ese día llegaría— Bruce dio un paso al frente. —Solo soy fértil esos días, pero ninguno de los dos sabía que llegaría ese día —El omega estiró su mano, le entregó un papel arrugado.

Clark lo tomó lentamente, lo abrió con el corazón a mil porque era idiota de vez en cuando, pero sabía captar indirectas. Sabía leer a Bruce en todas sus formas.

—Está bien si no lo quieres. Pero igual me gustaría tenerlo.

—¿Qué?

—Que entiendo que no quieras tenerlo, tendría que haber tenido un mejor control sobre eso. Está bien. No tienes que hacerte responsable de eso. Solo no sabía cómo decírtelo —El alfa seguía mirando entre el papel y Bruce. El omega lo miraba con resignación. —Entenderé si no quieres seguir con nuestra relación, es decir, bueno... O sí, no sé. Puedes pensarlo, ¿Sabes? No es una obligación... Yo...

Bruce se detuvo cuando el alfa arrugó el papel y dio un paso al frente. Sus manos se posaron sobre las mejillas de Bruce y las apretó con cuidado.

—Sí, sí quiero. Así que deja de hablar.

Se inclinó, lo besó como nunca antes y, desde entonces, ese olor imperceptible que no sabía de donde venía se combinó con el de su omega para recordarle que allí estaba su hijo, el fruto de sus noches desbordadas de cariño.