𝘔𝘢𝘨𝘯𝘦𝘵 𝘵𝘢𝘳 𝘱𝘪𝘵 𝘵𝘳𝘢𝘱 - Día seis
Cuando Yuki murió, pequeños copos cayeron y se estrellaron en el concreto durante toda la noche. Y a la mañana siguiente, el mundo se encontró enterrado en espesas y tortuosas capas de nieve.
Blanco y puro ¿no era hermoso?, Hiiragi podía sentir cómo el aire congelado descendía por su tráquea y recorrería cada una de las ramificaciones dentro de sus pulmones, generando un ardor que quemaba hasta el punto de doler. Aun así, juraba que podría estar horas llenando sus pulmones hasta su capacidad máxima, guardando tanto aire como para hacerlos explotar. Se llegó
a pregunta si eso era posible, necesitaba que fuera posible.
Pero no, resulta que los pulmones no explotan. Solo duelen y arden hasta que Hiiragi suelta todo el aire que se obligó a guardar dentro. Y luego se queda quieto, porque su cabeza palpita tan fuerte, que cree que al menos conseguirá que una parte de su cuerpo reviente y no le importaría ni un poco.
Los días pasaron y la nieve parecía no desvanecerse nunca. El vacío en sus pulmones, tampoco.
-
Hiiragi odia las flores.
No recuerda exactamente cuándo empezaron a desagradarle. Más bien, no recuerda sentir una inclinación especial hacia ellas. Sin cuidado de que estuvieran dirigidas a él, o las que estaban en los floreros de su casa, incluso aquellas que crecían en los pequeños espacios de tierra en las calles, las odiaba.
Es una de las pocas cosas en las cuales no estaba de acuerdo con Yuki, que siempre se alegraba con la presencia de todo lo que reflejara vida. Recuerda verlo poner flores en el cabello de Mafuyu una vez, y la forma en la que sonrisa se amplió cuando Mafuyu se inclinó hacia su novio para ponerle una flor detrás de la oreja también.
A pesar de su negativa, Hiiragi había arrojado crisantemos a la tumba de Yuki. Después de todo, siempre ha creído que las flores son para los muertos.
―Está en verde. ―Anuncia Shizu. Y al ver que Hiiragi no se mueve al mismo ritmo que el mundo, envuelve los dedos en la muñeca de su amigo, derritiendo el hielo alrededor de sus huesos. Lo
guía a través del cruce como si fuera un niño, y al pasar por un hueco donde antes habían margaritas, Hiiragi se da cuenta que fueron aplastadas por la nieve.
Lo único bueno que tiene el invierno ahora, es que cubre los lugares donde deberían crecen las flores, y de este modo el frío consume la tierra, destruyendo cualquier brote que se atreva a surgir. Y está bien, Hiiragi no las necesita.
-
En realidad Hiiragi odia muchas cosas.
No solo las flores, o el invierno, o que invadan su espacio personal y saquen sus cosas sin permiso.
Mientras más tiempo está solo, más espacio tiene para odiar. La comida, los ruidos fuertes, llorar, ser incapaz de moverse, la luz del día, la oscuridad, la música, Yuki.
Lo ha intentado, pero a veces no puede evitar odiarlo. Lo odia por haberse ido, lo odia por haberlo involucrado en la música, lo odia por haberle hablado por primera vez cuando aún eran unos niños
y la muerte no existía, lo odia, lo odia, lo odia, lo odia― Pero sobre todo, se odia a sí mismo, por no haber podido darse cuenta de lo que estaba pasando. Y entonces empieza a llorar, porque lo
extraña tanto. . .
(Hay días en los que odia a Mafuyu, quiere gritarle por no responder sus mensajes, golpearlo y luego rogarle que no lo abandone también.)
-
―Estás muy callado. ―Por primera vez desde que salió de casa, Hiiragi enfoca sus ojos en otra cosa que no sea el suelo debajo de sus pies. Shizu lo observa expectante, y si Hiiragi no lo conociera por más de 9 años, se atrevería a decir que parece asustado. ―¿De verdad te sientes bien?
Hiiragi parpadea, y se limita a asentir, porque si abre la boca va a empezar a llorar, y está cansado de hacerlo.
―Bien. ―Murmura Shizu, no del todo convencido. Pero no insiste, de todos modos fue idea de Hiiragi salir. Entonces se da la vuelta, y sigue caminando.
Las rayas blancas en la acera, las luces tenues de las calles, los autos, las personas, la figura de Shizu delante de él, todo parece dilatarse frente a sus ojos. Se expanden y contraen, igual que un corazón al bombear sangre. Como si este no fuera el mundo real.
Tiene ganas de preguntarle a Shizu si también se siente de este modo, pero no tiene el valor suficiente para preguntarle algo como eso. Sería ridículo. Por lo tanto, sacude la cabeza para probar si eso logra reactivar su cerebro. Pronto dejará de estar así, no es nada grave.
No es hasta que siente un leve tirón en el brazo que Hiiragi se da cuenta que la mano de Shizu sigue sosteniendo su muñeca. Una parte de él quiere apartarla, pero en el fondo, sabe que es lo único que lo mantiene conectado a la Tierra.
-
Yuki era la persona más genial que Hiiragi haya conocido. Y si es sincero, no cree que alguien entienda lo que significa conocer a alguien tan asombroso, que te vuelves capaz de hacer cualquier cosa para agradarle. Cuando Yuki tenía una idea, era el primero en apoyarlo. Cuando Yuki estaba cerca, le era imposible dejar de sonreír. Cuando Yuki hacía algo, no podía dejar de pensar en lo increíble que era.
Hiiragi seguía a Yuki, igual que un gato sigue la luz.
Por otro lado, Shizusumi siempre parecía estar apartado del bullicio exterior, en una realidad diferente a la que no tenías permitido entrar sin que Shizu lo permitiera primero. Hiiragi consiguió, después de un tiempo, entrar a dicha realidad y descubrió que Shizu es alguien muy interesante. Siempre sabe qué decir y hacer en el momento indicado, y es difícil adivinar en lo que está pensado más de la mitad del tiempo. Hiiragi quiere agradarle.
Pero, si no puede adivinar lo que está pensando Shizu en este momento, ¿cómo puede asegurarse que se quedará a su lado?
-
Solo son 30 minutos para llegar al estudio. Quizás es porque está acostumbrado a hablar tonterías y bromear durante la trayectoria, no como ahora, donde tanto Shizu como él han estado callados.
Para Hiiragi, estos son los 30 minutos más lentos en la historia de la humanidad.
Es el mismo camino de siempre, las personas se abarrotan en las calles igual que siempre, utilizan las mismas bufandas de colores feos típicos de la época. Pero se siente como si fuera algo
completamente nuevo. El frío traspasa su cuerpo, y por primera vez considera que la ropa que está usando es demasiado delgada para salir en pleno invierno.
El resto del camino está cubierto con más horrible nieve.
Está seguro que hubo un tiempo en donde el invierno era divertido y no cubierto de escarcha gris. Cuando era un niño y jugaba a hacer ángeles de nieve, deseando poder dormir sobre ella. O cuando decidían juntarse para hacer chocolate caliente y ver películas, o solo escuchar música. Sonríe ante la imagen de Shizu leyendo en voz alta una receta de internet para hacer el mejor chocolate casero y la cara de Mafuyu cuando vio como Yuki agregó demasiada azúcar a la mezcla, alegando que se iban a morir de diabetes.
Ahora todo se siente como alquitrán, una cosa retorcida que se desliza por su cuello igual que lo haría una serpiente, y aprieta hasta quitarle la respiración. Un cuervo que se le tira encima, con las
garras curvadas, listo para arrancarle los ojos. No puede identificarlo muy bien, es una mancha borrosa donde el amor, el odio y la amistad se confunden hasta mezclarse y perder sentido. Tiene
ganas de decir algo cruel, porque quiere más, y más, porque todo lo hace sentir vacío y con ganas de llorar. No le importa si consigue algo feo o bonito porque la belleza es algo subjetivo y en
realidad, no cree que eso aplique en sentimientos, entonces―
Sus sentidos se agudizan.
Su mente se detiene.
Shizu está tarareando.
-
No recuerda haber escuchado a Shizu tararear antes. El pelinegro siempre había sido silencioso para sus cosas, incluso cuando intentaba recordarle a Hiiragi una melodía, decidía tocarla antes de tararearla. Hubiera sido más sencillo lo último, pero estaba bien, eso era una de las tantas cualidades que poseía el baterista.
Es bajo, como un murmullo, y Hiiragi debe ignorar los sonidos estáticos dentro de su cabeza para poder centrarse en la voz de Shizu.
―¿Cuál es? ―Pregunta después de un rato, cuando Shizu decide volver a repetir la melodía.
―Heart-shapped box. ―Oh, Nirvana. Hiiragi podría haberlo adivinado, Shizusumi tiene varias notas de voz en su grabadora tratando de imitar el ritmo sutil de Grohl. Sonríe para sus adentros. Shizu no estaba tarareando la melodía, estaba imitando el ritmo de la batería. Por eso no había podido asimilarla.―¿No la reconociste?
―No.
Hiiragi decide guardarse su comentario sobre que Shizu es, probablemente la única persona en la Tierra que le presta más atención a los instrumentos de fondo que a la melodía. En cambio,
empieza a marcar un tempo invisible con la mano derecha, y entona la parte del bajo.
Por un momento, la estática deja de sonar, y solo hay espacio para Heart-Shapped Box y la tranquila interpretación de Shizu de la batería.
-
―Oye, Shizu. . .
―Dime.
―¿Crees que es cierto cuando dicen que los artistas deprimidos hacen mejor arte?
Hiiragi lo había escuchado, los mejores artistas se suicidaban. Al parecer, no podían contener todo lo que tenían dentro. Como si vivir, fuera demasiado agotador cuando tienes mucho para dar, pero nadie para recibirlo.
―No, no lo creo. ―Responde Shizu con tranquilidad, y luego levanta la mirada, como si buscara algo oculto en el cielo.―Pero, muchos lograron la inmortalidad.
¿Eso era lo que buscaba Yuki? ¿La inmortalidad? ¿La había conseguido?
Hiiragi espera que sí. Al menos eso sería suficiente.
-
El estudio no es lo mismo.
Por alguna razón se ve mucho más amplio que antes, casi inalcanzable. Además, está seguro que la luz que entraba por la pequeña ventana, iluminaba mucho más la última vez que estuvo allí.
Hiiragi se para en el centro y mira a su alrededor.
Puede ver los amplificadores abandonados en una esquina, y los taburetes apilados detrás. La batería en el centro, acompañada por el micrófono que funcionaba solo cuando quería.
Enciende las luces, y el tono claro de la ampolleta realza el blanco de las paredes.
Hiiragi mira a Shizu, la forma en la que sus pestañas se agitan frente al golpe lumínico y sus ojos se adaptan a la luz. Cuando percibe que Hiiragi lo mira, Shizu le sonríe.
El estudio sigue sin ser lo mismo. Nada será lo mismo. Pero al menos está con Shizu, es todo lo que puede tener por ahora.
~★~
Autor: LadyCass_
Temáticas: Tararear, Grabadora.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro