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Nostalgia de un crudo invierno (Ship crack)


Genero: Drama, ang.

Categoría: Componer- Música clásica.

Pareja: Yuki Yoshida x Ugetsu Murata

Nota: la canción de arriba es la que toca Ugetsu <3


En un escenario tan grande como avasallador, se encontraba un violinista prodigio a punto de tocar una obra que podría mandarlo a Estados unidos, como siempre había soñado, o como volvió a soñar luego de que su mejor amigo encontrara a su alma gemela y él quedara nuevamente en segundo plano, sin poder decir absolutamente nada. Sus sentimientos jamás serían correspondidos y eso estaba bien, pero no significaba que no le doliese en lo absoluto.

— Eres el más genial de todos. Si no te dan la beca yo mismo los pateare por tí— es que ¿Cómo no enamorarse de la amabilidad en persona? Yuki Yoshida lo hacía tocar tanto el cielo como el infierno.

—Ni se te ocurra, no quiero tener que sacar tu trasero de prisión— desde que lo conoció en el taller de música supo que su corazón había sido robado, pero el invierno y el otoño no encajaban, ambos no podían coexistir sin la primavera o el verano. A la larga se terminarían destruyendo el uno al otro.

— Bien prometo comportarme. Te estaré alentando desde el palco. Aunque la música clásica me haga dormir como bebé— ni siquiera el que critique a su música podría lograr que aquellas emociones desaparecieran.

Intentó de todo, desde acostarse con cualquier imbécil a entregar su corazón a otro violinista. Nada parecía funcionar. Ese rubio de carácter rebelde y expresión nostálgica era su perdición.

—Como sea, date prisa o te quedaras sin el lugar— quería tanto ser el protagonista de esa historia, anhelaba que el guitarrista lo viese como opción, como algo más allá de un amigo, pero lamentablemente solo era un extra.

—Ya voy ya voy, pero antes te daré mi amuleto de buena suerte— un beso en la frente encendió su corazón y la palabra mejor amigo lo apagó, al igual que las luces del teatro, lo cual indicaba que era su turno de tocar.

—Numero 16, Ugetsu Murata, tocará la sonata en sol menor de Tartini llamada ''Devil's Trill Sonata''— luego de aquellas palabras la orquesta dio inicio a su obra y él se preparó mentalmente para dar lo mejor de si. Amaba la música desde que tenía uso de razón y por ello no fallaría.

Las notas largas se desplegaban en la tonalidad menor logrando un ambiente tétrico e invernal, justo como se encontraba en ese instante.

No era justo ¿Por qué nunca se había fijado en él? ¿Por qué de repente Mafuyu Sato apareció de la nada conquistando todo lo que Yuki era? ¿Qué diablos le faltaba? Aquellas preguntas lo atormentaban mientras interpretaba su pieza. Lo odiaba, odiaba a Yoshida por ser tan idiota.

También pensaba en la persona que una vez lastimó, Akihiko Kaji, ese estúpido violinista que dejó la música clásica por perseguir a una banda de fracasados. De seguro le iba pésimo, pero al menos se lo veía feliz, contrario a si mismo ya que un profundo vacío se apoderaba de él en cada segundo de su existencia. Su único soporte se estaba marchando de su vida y tampoco es como que tuviese fuerzas para luchar. Aquel invierno era demasiado frío y doloroso.

La obra continúo más vivaz y sonora, como si estuviera reprochándole a alguien, como si dijera palabras que no deseaba. Una discusión vino a su mente, una pequeña pero que no salía de allí.

"¿Por qué no me dejas ser feliz? ¿Por qué le dijiste que se fuera?"

No pudo controlarse, no quiso, por lo que mando a volar a esa irritante chica de cabellos anaranjados atrayendo la furia de su mejor amigo. Ni siquiera recordaba el nombre de esa entrometida.

"Porque no es para ti. Ni siquiera te deja tiempo libre para terminar nuestra composición"

Excusas tras excusas utilizaba para deshacerse de sus rivales. No dejaría que nadie acaparara a Yuki porque él era el único digno de estar a su lado. Ambos formarían una banda, ambos triunfarían con la canción que estaban armando.

"¿Sabes que? Olvídalo, me iré a mi trabajo de medio tiempo"

Nunca pensó que por aquella discusión Yoshida conocería a su alma gemela. Si hubiese sido más amable, si le hubiese confesado sus sentimientos quizás sería él a quien el rubio tomara la mano en las calles, no al pequeño pelirrojo que tampoco tenía la culpa de su incompetencia.

El escenario se coloreó de frustración, el azabache bajó la intensidad y solo transmitía dolor. El dolor de un amor no correspondido, el dolor de saber que se marcharía y tal vez no volvería a ver a Yuki, el dolor de estar consumido por la soledad.

Podría imponerse, deshacerse de Mafuyu, como hizo con las anteriores pretendientes del guitarrista, confesar sus sentimientos y vivir una linda vida juntos, pero así como nunca terminaron su composición Yuki jamás lo sabría, porque no sería capaz de borrar la sonrisa boba que su amigo ponía cada vez que hablaba de su novio. 

Conforme se acercaba el final de aquella majestuosa obra su corazón derramaba lágrimas, sus lamentos en el violín eran abrumadores, su ira consigo mismo iba en aumento. ¿Por qué carajos no era feliz? ¿Por qué no podía odiar a ese rubio egoísta? ¡Maldición! Esto era amar realmente a una persona, desear su felicidad antes que la tuya, estar a su lado a pesar de las consecuencias, amar cada parte de él y anhelar que algún día las emociones desaparecieran.

Mirando al techo del teatro, con una impecable actuación, luego de tocar las notas finales junto a la orquesta, se desmoronó. Dolía, dolía demasiado como para aguantarlo tanto. Era un adiós que no podía decir.

Los aplausos no tardaron en llegar pero él había dejado de amar la música para amar al invierno encarnado. Fue la primera vez que su corazón no latía eufórico sino que anhelaba un reparo. Se odio a si mismo por fallarle a su instrumento.

—¡Ugetsu eres increíble! Fue mágico— porque no deseaba nada más que estar en sus brazos.

—Claro que si. Soy el mejor después de todo— porque quería el rol protagónico.

—Presumido. Si vas a los Estados Unidos tráeme una taza de New York—porque deseaba ser mas que su amigo.

—De acuerdo— aquella vez, a pesar de haber ganado el concurso Ugetsu Murata no festejó ni se alabo a si mismo, simplemente llegó a su casa y lloró.

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