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XI

Louis despierta al otro día gracias a los rayos del sol que golpean en su cara, su cuerpo se encuentra tenso, sus labios están secos y su pancita gruñe en protesta por la falta de alimentos, su aroma esta intensamente impregnado en la habitación pero algo se cuela en el ambiente frío de la mañana, entre el viento helado y el aroma de palidez que la nieve deja en la ventana, es escurridizo pero esta ahí, es un tenue recuerdo de la noche, de lo que pasó, es un olor que transporta a Louis a la noche, a los murmullos de su deseo y los gruñidos de su alfa mientras lo tomaba gustoso, Louis se gira y nota a Harry a su lado, está desnudo y sus rizos caen con gracia por la almohada y su mejilla, está abrazado a lo que anoche era la playera de Louis, no recuerda haberla tenido cuando su celo comenzó a quemar de forma constante como si estuviese cerca de una chimenea, el calor que envolvía su pecho y escurría en su nuca , no recuerda mucho hasta que Harry llegó, fue como prender la luz después de estar horas envuelto en la oscuridad de una habitación, recuerda a Harry envolverlo con sus fuertes brazos y se permite sonrojarse por su imprudencia, por la falta de pudor con la que recibió a su alfa. ¿Su alfa? Un par de besos tímidos con Harry ebrio en la cocina no lo convierten en su alfa, mucho menos el revelarle una pequeñita parte de su pasado que estaba envuelta de mentiras, tampoco el retortijón constante cuando Harry lo observa, ojos brillantes y sonrisa danzante que se mueve en la comisura de los labios y resbala hasta el corazón de Louis que se desboca cuando Harry muestra sus tímidos hoyuelos que aparecen solo cuando el rizado decide que deben mostrarse. Claro que nada de eso lo convierte en su alfa, nada de eso significa que Louis se muere por amanecer así con Harry todas las mañanas, que desea correr las yemas de sus dedos por los entreabiertos labios de Harry y perderse en sus suspiros o en el sube y baja de su pecho mientras duerme de esta forma tan apacible. No es su alfa y él no será su omega porque la última vez algo salió mal, la última vez daño y fue dañado.

Louis sacude la cabeza como si así pudiese sacudir los recuerdos y su pasado, como si así de fácil como sacudir la cabeza todo lo malo que hizo y le hicieron pudiese desaparecer, como si pudiese crear algún tipo de protección hacia este infame sentimiento que se deposita en su interior y calienta su vientre y pecho mientras observa a Harry de forma serena y estudiosa. Harry se remueve, Louis sabe que es porque el aroma en la habitación ha cambiado y la tristeza ha hecho pesado el aire mientras es acompañada por la desolación, lo entiende, es su instinto, proteger a Louis parece ser una prioridad depositada en su sistema, como una tarea que no le cuesta trabajo llevar a cabo, que hace incluso sin darse cuenta, como una semilla que florece de a poco, tímida y a su ritmo, cuando nadie la nota y que aparece creada como una flor cuando nadie se lo imagina, sin presión.

— Hola — la ronca voz hace que Louis muerda su labio inferior fuertemente, quiere evitar que ese gemido que tiene atorado en la garganta salga a la luz porque sería vergonzoso que Harry notara cuánto le afecta — ¿qué estar mal? — Harry lo mira aún más preocupado cuando Louis no responde el saludo, sus manos corren presurosas a las finas caderas de Louis  y lo atraen, su instinto de proteger se intensifica con cada segundo que Louis pasa sin emitir palabra.

— Hola — escapa a duras penas con un hilo de voz pero funciona para que Harry se relaje un poco aunque la preocupación sigue ahí latente, no quiere incomodar a su omega que se ve tan pequeñito y frágil entre sus brazos, con sus mejillas ruborizadas y su labio inferior aprisionado entre sus dientes, pero entonces recuerda que es un mal alfa, no ha alimentado a su bebé, se reprocha en silencio mientras suelta a Louis solo unos centímetros que parecen millas y una de sus manos roza el vientre plano y dorado con perezosas caricias que lo reconfortan de alguna manera extraña y misteriosa.

— Comer — Harry observa los azules ojos que lo miran adormilados por las caricias, al rizado le recuerda a un gatito de cierta manera, dejándose caer en la comodidad que las caricias de su dueño le otorgan a su peludo lomo, mientras ronroneos de placer se escapan entre caricia y caricia pero Harry recuerda que su gatito no ha comido y decide que eso es prioridad  — abajo, comer — el rizado suelta cuando Louis no parece dispuesto a dejar la cama, la calentita cama que conserva el olor de su alfa que se mezcla poderoso con su tímido perfume de jazmín y crea un placentero edén de recuerdos.

— Hace frío abajo — Louis atina a murmurar mientras se acurruca en el blanco y trabajado pecho de Harry, las caricias que el rizado deposita de forma inconsciente logrando regresarle el sueño que había perdido al pensar en sus problemas, problemas que ahora están despejados y lejos, esperando en otro momento para aparecer, otra situación cuando Louis no esté siendo tocado de forma tan deliciosa por tibios dedos delicados que crean figuras en su vientre

— No ser flojo, bajar, comer, recuperar fuerzas y luego dormir todo el día si querer — Harry gruñe en reproche y es todo lo que Louis necesita para que el sueño se escurra de su cuerpo y se esconda tímido ante la voz gruesa y rasposa, su alfa está molesto y su omega está desesperado por apaciguarlo, por qué lo ame de nuevo por ser un gran omega obediente, no importa si no puede dormir hasta que caiga la noche de nuevo, quiere tener a su alfa contento — vestir, vamos — Harry le tiende su camiseta, Louis sabe que le quedará enorme pero no importa, no le importa si puede oler a Harry en él todo el día, así que se coloca la camisa y mira a Harry esperando aprobación — darme beso — el rizado sabe que esta jugando con su suerte, que este Louis sumiso durará poco hasta que los restos del celo se cuelen de su sistema pero quiere aprovechar el tiempo que le quede, quiere juguetear otro poco a que esto es duradero, a que mañana será igual y que no debe temer por el futuro porque Louis siempre estará así, en sus brazos, Louis lo besa cortamente, es un beso tímido como de preescolar, de esos pequeños con labios cerrados y ninguna intención más que no sea demostrar afecto, es puro e inocente, de esos besos que te hacen sonrojar y cubrir tus ojos cuando eres pequeño pero a Harry le basta — bajar — murmura mientras observa a Louis asentir y terminar de colocar la ropa interior que Harry atinó a acercarle.

Almuerzan en silencio entre miradas traviesas y manos tomadas tímidamente debajo de la mesa, como si estuviesen ocultando un enorme secreto a ojos curiosos aún cuando están solos en la casa, Harry decide que ya que la cocina no es su fuerte pero tampoco quiere que Louis trabaje pueden desayunar algo ligero y fácil, como cereal y hot cakes que Harry sabe hacer de milagro, invitara a Louis a comer afuera de cualquier forma así que no importa que este sea el desayuno más tonto del mundo. Hay algo diferente en Louis, Harry puede notarlo, no sabe si son sus ojos y la forma en que su boca lucha por no curvearse en una sonrisa de satisfacción cuando Harry acaricia su muslo de forma experimental, tratando de averiguar cómo es que Louis hace para que su piel sea así de suave y dorada aún cuando Rusia no es un lugar donde broncearse es algo fácil, nota la forma en que Louis espera a que Harry le diga que puede hacer o no mientras ambos terminan de almorzar. No le importa, es un cambio extraño pero le agrada aunque desearía tener un poco del Louis que lo cautivo, sus sonrisas ruidosas y sus contestaciones altaneras cuando Harry dice algo que no le parece, le gustaría experimentar amar a ese Louis de la forma en que ama a este, le gustaría que pudiese tener en sincronía lo que su alfa siente sobre su omega y lo que él siente sobre Louis, sobre la parte sin raza o sin instintos animales. Pero sabe que es imposible, que Louis siempre va a sorprenderlo, que siempre va a tener una respuesta o un reproche, que tal vez si lo descuida un poco, si suelta su mano o deja de mirarlo una milésima de segundo, tal vez Louis vuelva a ser el mismo y eso es lo que le asusta un poco, lo que lo obliga a tomarlo de la cintura y acercarlo a un necesitado beso mientras caminan escaleras arriba hacia sus habitaciones, es eso lo que lo obliga a abandonarse a la parte primitiva  que le grita que no lo suelte, que no lo aparte de su vista, que respire su aroma y lo encajone en su cerebro por si acaso, por si ,mañana ya no tiene la oportunidad. Su alfa aúlla en orgullo mientras Louis se deja hacer a su antojo, demasiado concentrado en los desesperados besos de su alfa, besos descoordinados y para nada tímidos como el que compartieron en la habitación, en medio de las escaleras, donde cualquiera que pase por el corredor o la entrada puede verlos, no le importa que lo vean entregándose tan sumisamente a Harry y eso hace a su alfa brincar en felicidad como si hubiese ganado el más valioso de los premios, hace que aúlle en las paredes de su espíritu como un cachorro inexperto lo haría, la felicidad arrebatadora del momento hace que intensifique la dura fragancia hasta que envuelve a ambos en una danza de olores suaves y fuertes. Es lo que hace a Harry gruñir y pegar a Louis mucho más a su cuerpo, es lo que lo empuja a cargarlo hasta su habitación con la intención de enfrascar el jazmín en sus sabanas de suave seda, en sus muebles importados que huelen huelen a caoba pero ahora anhela que huelan a jazmines, en sus cuadros pose modernos que nadie encuentra con sentido, en sus pesados libros de leyes con rayones de anotaciones y separadores en hojas con contenido importante y  en sus finos trajes de las prácticas teóricas de la universidad. Es lo que lo obliga a besar el cuello de Louis repetidas veces en esa marca, la marca gris que de a poco se decolora en algo que ambos saben que significa, Louis no quiere admitirse que encontró a su verdadero alfa, a su alma gemela, a su destino pero no puede engañarse cuando la marca en su cuello de desvanece como un borrón, como una mancha en un mantel que está siendo lavado minuciosamente, no puede negarlo cuando el daño que Erik le hizo parece nada comparado con como su cuerpo quema cuando Harry lo toca o lo mira o le sonríe o hace esas pequeñas quejas sobre qué Louis desperdicia su vida aún cuando le pidió un cuadro de la vista de Rusia desde su ventana, nada parece compararse a su desesperada manera de querer besar a Harry fuerte y bonito cuando el rizado lee sus aburridos libros o trata de hablarle en un inglés extraño y mal acomodado. Entonces Louis sabe que no puede dejar de llamarlo su alfa cuando Harry acepta esa marca y la besa como si fuera suya y lo toca como si fuera romperse si no es cuidadoso y lo sostiene en miembros raros y se molesta si alguien se acerca demasiado a él o cuando no puede negarse que sentir sus manos juntas se siente como el placer más enorme del planeta y lo eleva al cielo, Louis sabe que no puede negarle a su alfa el placer de amarlo cuando también se siente igual.

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