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Los pasos lentos bajaban cada uno de los escalones de los templos. Al principio Shura miraba con cierta desconfianza a Camus, pero después, cuando Milo hizo su mayor esfuerzo por sacar el Camus interior, shura descartó todas sus dudas mirando al frente de forma seria.
Milo quería reír, quería hacerlo por el simple hecho de imaginarse haciendo bromas a todos los caballeros e inculpar a Camus en cuanto todo se solucionara. Sería tan satisfactorio...
El pueblo se mostraba algo concurrido, y Shura no pudo evitar pegarse a Camus más de lo normal hasta el punto de que casi se abrazaban. Obviamente Milo ante esto se escurría entre la multitud como si fuese un pequeño niño con complejo de flash.
De un momento a otro, Shura perdió de vista al peliverde. Se quedó entre la multitud elevando la cabeza como zuricata para ver si descubría a Camus, sin embargo Milo prevenía esto al probarse un pequeño disfraz que tomó prestado de un pequeño puesto.
Sonrió victorioso, caminaría viendo algunas cosas que le llamaran la atención mientras dejaba a un desafortunado Shura buscándolo por todo ello.
Transcurrido unos diez minutos, la barriga del peliverde sonó, su rostro se oscureció.
No traía dinero consigo.
"Debí haber pensado en esto antes..tsk"
Contrajo sus labios y ya sabía en qué parte estaría Shura, por supuesto, al único lugar donde la comida era extremadamente deliciosa y de buena calidad.
¿Cuándo se vería a un Shura de Capricornio probar cualquier cosa? Si ese hombre era realmente un adicto a los sabores extranjeros. Todo el mundo sabía eso..o al menos, todo el santuario.
A pesar de eso, Shura era bueno en la cocina, nunca le vieron llorar al cortar un cebolla. Aunque los demás usaban hasta cascos de astronauta y sacaban las carcajadas más raras que había para evitar llorar con una cebolla, Shura era un ejemplo a seguir en la cocina.
Ni hablar de Milo, el caballero de escorpio podía hacer incluso algunas esculturas en cualquier tipo y tamaño de manzana, pero no se atrevía a picar la cebolla ni borracho.
De pronto..
Una mano fría lo sujetó por detrás del cuello y lo arrastró hacia atrás. Era Camus, con una sonrisa que escondía una frialdad de terror puro.
-Ca..Camus..-sonrió apartando su brazo con disimulada calma.- ¿Que haces aquí?
-¿Y tú?
Ay, esa vos fría..
-Yo no estoy haciendo nada malo, solo vine para comer...-apretó sus labios esquivando la fija mirada. Quizá sea su propio cuerpo el que esté usando Camus, pero aún así su frialdad era como agujas hechas de hielo.
Por supuesto, después de que había terminado golpeado y advertido por jugarle "ESA" pesada broma, Camus estaba más distante de lo normal, tal ves lo incomodó bastante.
-Ve a tu templo.-ordenó seriamente.
-No quiero.-cruzó los brazos. El peliazul arrugó las cejas.- tengo hambre, no me iré hasta comer algo.
-Se que Shura te está buscando, es mejor si esquivas este encuentro. Debí de haberte avisado.
-En realidad Camus, te busca a tí. Yo soy Milo y enserio tengo hambre. Aunque esté ocupando tu cuerpo no debo seguir tus órdenes, de todas maneras no sé cuanto durará esto, y no quiero desaprovechar algunas cosas. Le diré a shura que me compre comida y eso será todo, no creo que se enoje. Además es una cita y de una cita algo bueno se debe de sacar.
El aura asesina era evidente. Milo se sintió diminuto y no hizo otra cosa que echar a correr entre todas esas personas hasta perder de vista a su temible compañero.
Camus era orgulloso, y absolutamente siempre traía dinero consigo, y Milo sabía eso porque aveces le quitaba una que otra moneda para comprar sus manzanas. Camus se enteraba de esto pero se quedaba callado, total, era su compañero de armas y no es que le dejara sin nada en los bolsillos como para darle una paliza.
Estando seguro de que perdió la fría mirada de Camus, Milo tomó una pequeña nuez de un puesto ambulante buscando con la mirada al lugar en donde se encontraría Shura. No fue difícil, se comió la nuez y puso nuevamente ese rostro rígido y frío que tanto odiaba colocar.
Camus que vió a lo lejos la carrera de Milo, sacudió la cabeza en negativa y decidió irse, no esperaba menos de Milo, siempre le haría la contraria.
Milo caminó erguido, agudizando su mirada en el instante en que el pelinegro lo vió.
-¡Camus! Ahí estás, te estuve buscando y pensé que regresaste al santuario. ¿Aún quieres almorzar?
Milo asintió un par de veces y se sentó mirando la lista de platillos. Babeaba por dentro, Shura sintió ternura al verlo con los ojos brillantes de emoción. Era la primera vez que Shura admiraba tal expresión a pesar de los años que llevaban juntos.
Cuando escogieron lo que comerían, Shura se fue un momento para pedir una bebida con lo cual acompañar el alimento.
Sin embargo, cuando regresó, no había ni un rastro del peliverde. Se esfumó en un pequeño instante y era difícil creerlo.
En el baño, alguien golpeaba la puerta exasperante, primero con el puño, después con la cabeza.
"Por qué ahora..?.-se lamentó internamente.-¡Abran el baño que me hago! ¿No sean crueles, yo que les hice?-empujaba la puerta que al parecer estaba con llave, y Milo pensaba que alguien estaba dentro.
-Señor, la puerta se abre hacia afuera...-se oyó la voz de un niño que se lavaba las manos.
-...
¡¿y por qué no me lo dijiste antes?!
-Porque no me lo preguntó..-le mostró la lengua y salió corriendo ante la cara absorta del peliverde.
Tal y como dijo, la puerta se abrió y entró casi gateando. Le dolía el estómago, se sintió mareado y elevando una mano, se abofeteó.
-¡Seré idiota! Olvidé que Camus era alérgico a la proteína de la nuez...
Ahh...esto es karma ¿No?
Pasado varios minutos después, se dió cuenta de algo terrible, horripilante, y que le puso la piel de gallina.
¡No había papel!
Quiero llorar.
Y lo único que traía consigo era el libro que tomó por mero fingimiento. Contrajo la esquina de sus labios y pensó que tal ves..hum..
unas cuántas hojas menos no sería motivo para que Camus lo asesinara ¿O si?
Aunque también, dar por perdido aquel libro no sería mala idea, pensar que Camus ni siquiera se daría cuenta de su desaparición podría ser algo viable.
Sus piernas temblaban, también sus pálidas manos. Ya no quería estar en el cuerpo de Camus, resulta que ni una diminuta nuez podía comer en paz? ¿Qué de divertido tenía sentir la alergia a un pequeño alimento? ¡Nada!
Una vez que salió del baño se sentía abatido, frágil..quería que lo abracen..pero pedirle un abrazo a shura ni loco!
No, a él no.
Prefería abrazarse a sí mismo por más extraño que pareciera. Su cuerpo ya era algo delicado de por sí, y al consumir algo que no soportaba le quitó más fuerzas de lo que pensaba, hasta su pequeña venganza ya no tenía sentido, qué locura.
Shura lo vió y su expresión seria pasó a ser una de preocupación. El pelinegro empezaba a pensar que Camus estaba huyendo de él sin decirle la razón, pero aunque sospechaba de su forma de ser era posible también que sus sospechas fueran equivocadas.,
-Camus, estás bien? ¿Qué te ocurre?
-Fue la retribución karmica.-murmuró sobándose el abdomen recordando que era su culpa sentirse así, ya que primero no debió de desobedecer a Camus y en segundo, no debió de tomar esa nuez sin pagar.
-¿De qué hablas?
-Nada, ya no es nada. Shura, podemos pasar este encuentro para otro momento?.-preguntó soltando un suspiro con una cara pálida.
Shura asintió, pagó lo que ni siquiera se comieron y caminaron de regreso al santuario. En un instante, el pelinegro se detuvo pensativo mirando uno de los brazos del peliverde.
-¿Y tu libro?
Milo meditó un poco sobre lo que diría, aunque por dentro hasta sudó frío.
-Se lo presté a un niño con el que me topé.-Dijo seriamente, aunque la verdad quería llorar sin lágrimas.
-¿Enserio?.-levantó sus cejas con asombro Shura.
-Si. Lo conocí hace mucho, y entonces tenía curiosidad sobre lo que leía y decidí prestarlo.-mintió. Sabiendo ya que el verdadero Camus jamás prestaría uno de sus preciados libros, dijo.-Tengo la copia original del libro, Shura, sé que prestar uno me hace ver diferente, pero créeme, las personas cambian.
-Entiendo..-sopesó.-Entonces, a qué se debe todo ese cambio?
-Sucedió algo hace unas semanas, va relacionado con Ca...-tosió levemente.-con Milo.
-Ustedes dos siempre están juntos.-apretó sus labios en una línea recta.- De verdad es casi imposible creer que ambos sean mejores amigos.
-¿Somos tan diferentes?
-Lo son, pero al parecer tienen también muchas otras cosas en común. Incluso llegué a creer que Milo es mejor que yo en el tema de estar a tu lado.
Milo sintió su pecho arder de felicidad incluida una poca de amargura.
Sin embargo debía seguir actuando.
-Shura, veo a Milo y a tí, como mejores amigos, a pesar de llevar algo alejados últimamente, no es otra cosa que por algunos asuntos internos.
-Camus tú..-se detuvo mientras sujetó el brazo del peliverde con brusquedad.
Oraleee, hay como tres metros de espacio en el camino! ¡No tienes por qué tocarme! Me siento indefenso a comparación de ser el verdadero Camus! Yo no soy de hielo, te puedo perder de una piña y ahí se acaba mi actuación.
Milo se estremeció.
-¿Qué pasa?.-¡Por poco y le sale un gallo al caballero de la octava casa!.
-..Me estás ocultando algo, ¿Verdad? Te conozco, te vez inseguro hasta cuando hablas e incluso no pareces tú.-le cuestionó con un tono de preocupación.
¡Eso tiene una buena explicación, es porque yo no soy Camus! Soy Milo, el sensual escorpión atrapado en una hielera sin sentimientos!. Es triste, sí que lo es.
No muy fácilmente logró deshacerse de ese tema, Milo llegó al templo de acuario exhausto, debía recuperar energías.
Shura cuando lo soltó le dirigió una mirada apática y se fue por otro camino, Milo rogaba que Shura no se enterara de nada.
Minutos después, vió a su cuerpo original ingresando al templo.
Puso una cara de aburrimiento y se tendió aún más sobre el sofá.
-Camus, puedes explicarme cómo le haces para ser tan frío? Inevitablemente si veo a alguien caer de bruces torpemente, quiero reír! Pero no puedo. Sabes lo difícil que es tragarse todas las carcajadas en pleno pescuezo? Y aunque me ordenes seguir con esto, no creo aguantar mucho.
-Milo, tú también tienes demasiadas cosas complicadas para mí. Cuidar de tus escorpiones no es cosa sencilla, debo pedirte disculpas por Nene, pinzón y Mati.
Ah..que vergonzoso decir esos nombres..
-¿Qué paso?.-se llevó una de sus manos sobre su rostro temiendo algo grave.
-En un descuido se salieron de su caja y los...aplasté. Lo que te puedo asegurar es que su muerte fue rápida y sin dolor.
A Milo casi le da un infarto.
-¿CÓMO QUE LOS PISASTE? ¡ERAN MIS TESOROS! ¡MIS..MIS HIJOS!.-gritó mientras se tocaba el pecho.
-Lo siento Milo, no fue mi intención.-se disculpó aún sin tener alguna expresión en el rostro, aunque sus ojos brillaban con cierta pena.-fue después de regresar cuando te encontré en el pueblo.
-¡NOO! ¡¡MIS CRIATURITAS HERMOSAS!!.-lagrimeaba.-¡JURO QUE LAS VENGARÉ! NENE, PINZÓN, MATI! MIS ESCORPIONCITOS MÁS OBEDIENTES! ¡LOS VENGARÉ HIJOS MIOS.
-No exajeres.-Sentenció Camus.-Milo, enserio no te atrevas a llorar.
-Tú, bestia salvaje sin sentimientos ni corazón, humano cruel!.-lo apuntó derramando unas lágrimas.
Claramente Milo exajeraba bastante y lo hacía a propósito para distraerse de su anterior alergia, aún le dolía todo el cuerpo como si le hubiera aplastado una roca enorme.
-Milo, no fue mi intención. Solamente pasaba para alimentarles y de pronto, se escuchó el crujido de..
-No lo digas.-amenazó Milo con los ojos entrecerrados.-Esta vez, llegaste muy lejos.-Super exajeró su expresión y tono de voz. Como si fuera un actor novato.
-Además cuando pensaba enterrarlos, dejé sus cadáveres un momento sobre un escalón, cuando regresé, un ave se los había comido.
En ese momento Milo se abanicaba con las manos como si fuera a desmayarse.
-¡ay..ay..aire..aire! Seres como ellos merecían un buen entierro y un ave se los comió..-susurró con un tic nervioso y lágrimas por toda su cara.
-Es la ley de la vida Milo.
-La ley de la vida me la suda!
-Tarde o temprano algo similar tenía que ocurrir.-Milo tosió sangre cual animal herido. Su rostro se oscureció y se incorporó.-suceder...Camus, debes ser castigado por tal osadía.-los ojos del peliverde despidieron cierto tinte rojizo.
Si, creo que mi actuación va muy bien, seguiré así e incluso mejoraré.
-Milo, por favor cálmate, podrían vernos y no sería apropiado.
Retrocedió automáticamente unos pasos a la par en la que Milo se acercaba.
-Debes pagar las consecuencias...
La temperatura descendió y..
Segundos después.
-¡ja! ¡Si puedo manejar tus poderes!.-sus labios se curvaron en una sonrisa sin precedentes, todo emocionado olvidando aquel momento desagradable. Había hecho bajar la temperatura hasta tal punto de que la escarcha cubriera todo el templo incluído en la parte de afuera. Cuando el peliazul quiso moverse, sus zapatillas estaban congeladas. Camus frunció el ceño.
-Deshace esto, Milo, si alguien viene..-antes de que terminara ya estaba Mu de Aries en la entrada junto con Saga, Aioria y máscara mortal. Mientras que desde la otra entrada, aparecía afrodita con el patriarca.
-¿Qué acaba de ocurrir?-cuestionó el patriarca viendo jugar al peliverde con un puñado de escarcha en sus manos.
-Gran pontífice, esto tiene una explicación.-empezó el peliazul.
-¿Y cuál es?
-Patriarca.-se adelantó el peliverde.-Ya no puedo seguir con esto, incluyendo el asesinato cruel y despiadado de mis hijos, sugiero que a él se le dé un castigo.-miró al peliazul.
Todos abrieron los ojos asombrados al mismo tiempo que el patriarca.
-¿Asesinato? ¿De dónde tenía Hijos Camus?
Solamente Aioria entendió eso de los hijos y solo sonrió en silencio ya sospechando la situación.
-En realidad fue un accidente.-dijo el peliazul.
-¡No te creo Camus!.-gritó el peliverde lanzándole escarcha sobre la cabeza, aprovechando que no podía moverse por estar pegado al suelo. Milo se cubrió la boca al instante que hizo eso.
La cagué ¿Verdad?
Todos:...
_¡Gracias por leer! La anterior nota se fue ;-;
🥺
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