Mi pluma es espada que golpea
el blanco escudo del papel
dejando marcas ilegibles, feas
tal las que hizo tu piel sobre mi piel.

La flor del día se asoma
como rosa de rojo candor
que trae hasta mí tu aroma,
las espinas de tu voz, y el dolor.

Las lágrimas del cielo
se mezclan con las mías
borrando aquel anhelo
que en mi alma crecía.

Despedazada la ilusión
de ser un cromático arco iris
para tu daltónico corazón
y mi pluma en cruel crisis.

Mi tristeza era tu alegría.
Tu luz mi oscuridad.
Era como un ciego sin guía
perdido en tu inmensa vanidad.

De las letras que te escribía
tu no conocías la razón.
¿ Si nunca fuiste mi poesía,
por qué eres mi inspiración?