
El adiós de la musa
Ya no encuentro la magia.
Me ha dejado.
La luminosa dama de la noche
no me habla. Me ha olvidado.
Las fuentes no cantan.
No me embelesa el matiz
de los jardines, ni me embriaga
el aroma de las flores.
La brisa marina
me lastima. Y me niega
el otoño sus colores.
No está el príncipe valiente
enfrentando al dragón.
Vierte Romeo lágrimas ardientes
porque encontró vacío el balcón.
Muere el sol en el ocaso gris
sin pintar su arrebol.
La luciérnaga, inspiradora y sutil
apagó su místico farol.
Está de luto la pluma.
La musa dijo adiós.
Y en un silencio que abruma,
sola y triste, te lloro yo.
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