Reencuentros
—Ahí estás, Rache. Te estaba buscando.
Dio vuelta sobre sus talones lentamente para encontrarse con el rostro alegre de su amiga de cabellos negros y rasgos asiáticos. Annabel Tompkins-Tang. Una joven alegre, positiva y de personalidad fuerte que le recordaba con demasía a la alienigena de cabellos de fuego y piel anaranjada. Era una de sus mejores amigas fuera del mundo de héroes y nunca la dejaba sola por mucho que Raven se quejara.
—Antt, es bueno verte, pensé que tenías un resfriado —dijo, curiosa.
—Lo tenía, pero fue algo pasajero, hoy me levanté lista para la tortura escolar.
—No esperaba menos, la gran Annabel Tompkins-Tang enferma. Llegué a pensar que era el comienzo del fin del mundo —irrumpió una nueva voz.
Ese comentario cargado de sarcasmo abandonó los labios de Teri, y no le faltaba razón. El que Antt se enfermara era una posibilidad de una en un millón. Déjenme decirles que esa chica tenía las defensas y el sistema inmunologico por los cielos.
—Muy graciosa Velma —replicó la aludida.
Velma era el apodo que los chicos le dieron a la joven de gafas. Según ellos, y en su defensa: "Teri es igual a Velma de Scooby Doo, y no dirán lo contrario". Creo que quedó más que claro que ese comentario pertenecía a Dude.
Y hablando del rey de Roma
—¡Hey! ¿De qué me perdí? —saludó el rubio.
—Antt tenía un resfriado, Teri cree que es el fin del mundo y Rae finalmente hace acto de presencia — explicó Madison, al parecer Archer llegaba junto con Dude y no tardó en saludar a su novia como acostumbraba
—Busquen una habitación —bromeó Dude, con asco mal fingido.
—¿No tienes nada mejor que hacer, Dude?
—Nop.
—Chicos la clase está a punto de comenzar.
—Sí, como tú digas Velma.
Así comenzaban otro día más. Si era sincera en realidad todo esto no le molestaba en absoluto, de hecho, una sensación de calidez le envolvía cada vez que se encontraba con ellos, y esa era la única razón por la que aún no aceptaba la oferta de Damian. A pesar de que llevaba un tiempo considerándolo fuertemente.
Damián...
El sólo pensar en su nombre le traía infinidad de recuerdos, algunos felices y otros no tanto. A pesar de la distancia la conexión existente entre ambos nunca dejó de existir, al contrario, se había vuelto más fuerte. Pero últimamente no había hablado con Damian y comenzaba a preocuparse ¿Había ocurrido algo?
—¿Rae estás bien? Te noto distraída —susurró Antt.
—¿Eh? ... Sí, estoy bien... Solo tengo un par de cosas en la cabeza...
—¿Tiene que ver con el chico de ojos verdes?
—¿De qué hablas Antt?
—Sabes perfectamente de qué hablo. No te he visto hablar con él desde hace unas semanas. ¿Ha pasado algo?
Antt era muy observadora, y curiosa por decir lo menos.
—No sé de dónde sacas tales ideas Antt. Pero no, no es por eso, estaba pensando en otras cosas.
—Sí claro, lo que tú digas.
Decidió ignorar el sarcasmo de su amiga y concentrarse en la clase de álgebra. Pero su mente se encontraba muy lejos de allí, en otra ciudad, en una mansión de estilo gótico, en una habitación de motivos árabes repleta de libros, mascotas e instrumentos de arte.
Las clases pasaron como agua, y antes de que lo supiera el timbre comenzó a sonar anunciando la hora del almuerzo. Una vez en el comedor se sentó en su mesa habitual con sus amigos, hablando de temas ambiguos y sin importancia. Dude le rogaba a Teri para que la última fuera su tutora de Lenguas. Archer conversaba animadamente con Madison sobre lo que estaba preparando para su cita esa misma noche. Y Antt no paraba de interrogarla acerca del chico de piel morena.
Esa chica era insistente cuando deseaba serlo.
—En serio Rae, dime su nombre, no puedes dejarme con la duda.
—Puedo y lo haré Antt, no pienso hablar contigo sobre esto.
—Venga, no me digas que no quieres hablar sobre tu novio secreto —Rio fuertemente Annabel, llamando así la atención de los demás, que hasta ahora se encontraban ajenos a la conversación.
—Ya te he dicho que no es mi novio, deja de hacer teorías sin fundamento.
—Un momento, un momento. ¿Rachel tiene novio, de quién estamos hablando? ¡¿Cuando pasó esto?! —Dude explotó.
—Dude, ya dije que no es mi no—
—¿Es el chico con el que habla todo el tiempo? —preguntó Madison, quién podía oler un chisme a kilómetros de distancia.
—Ese mismo, Madison —aclaró Antt.
—Ya decía yo que había algo sospechoso en todo eso.
—¿Tú crees Teri? Yo pensaba que era un amigo, medio hermano o yo que sé —replicó Archer, y todos rieron como si hubiera dicho un chiste.
—Tan inocente como siempre. Por supuesto que hay algo más allí, ¿por qué sino hablarían tanto por teléfono?
—¿Se están escuchando? Ya les he dicho que no es mi novio.
—¿Cuál es su nombre? —Saltó Dude.
—Rae no quiere decir, parece que le da vergüenza.
Si esto seguía así perdería la cabeza.
—¿Cuál es su nombre Rachel?
—No pienso decirlo.
—¡vengaaaa!
—Yo pienso que su nombre es algo ridículo como...¡Garth! —exclamó Archer.
—Seguro que es un nombre como Ian, o algo por el estilo.
—Pues yo pienso que es algo extranjero... —intervino Teri.
—¿Como Ernesto?
—No, estaba pensando en algo como Hafid o Amir.
—¿Amir? ¿Crees que es árabe o algo?
—Pues... sí, o al menos no parece americano ... ¿No han visto sus fotos?
—¿Que tal Thomas?
—O Thaddeus.
—¿Thaddeus? No estamos en el siglo pasado.
—¿Y qué les parece Peter?
—Jackson.
—¡Jacob!
—Madre mía —susurró Raven.
—¿Kyle?
—¡Colin!
—Oh, gran Azar dame paciencia.
—Morgan
—Jonath—
Salvada por la campana .
—Gracias a Azar.
—¡No jodas!
—Creo que será mejor que comencemos a caminar —aclaró Teri—, a la señorita "se dice Leviosá" no le gustaría que lleguemos tarde.
—Esto no ha terminado Rachel.
Estaba completamente segura de que no. Si algo tenían esos chicos era la insistencia y curiosidad de sus personalidades . No la dejarían respirar en paz hasta que supieran el nombre del joven causante de tanta discordia. Raven buscó el contacto del muchacho más de una vez durante la clase de lengua francesa, por alguna extraña razón el ver las palabras "chico pájaro" escritas en su pantalla le causaban una relajación casi inmediata.
Y una vez más el tiempo pasó volando, ignorando las quejas de Dude al no entender nada y las palabras de Antt tratando de retomar el tema que discutían en el almuerzo. Eran como si no existieran cuando pensaba en él, en su piel color canela, su cabello suave y negro como la noche, las líneas afiladas de su rostro y esos ojos esmeralda que le atravesaban el alma. Eran lo único que existían para ella.
—Oye Rae, el carnaval está en la ciudad, ¿quieres venir con nosotros esta noche?
—¿El carnaval?
—Déjala Dude, ¿no ves que tiene la cabeza en las nubes?
—No es así Antt. No tengo planes esta noche, pero no creo tener ganas para el carnaval esta vez. Lo siento Dude, será en otra ocasión.
—Oh, no hay problema, si cambias de opinión avísame, Teri y yo te estaremos esperando.
No era un secreto para nadie (o al menos no para ella) que Dude tenía un pequeño " Crush" con su persona. Raven no deseaba herir sus sentimientos, es por eso que fingía no saber nada al respecto, al fin y al cabo una pequeña atracción adolescente debía desaparecer con el tiempo...¿no?
—¿Qué narices está pasando ahí?
Levantó la vista y la dirigió hacia donde Antt estaba señalando, una multitud de tamaño considerable se aconglomeraba en frente de los portones de la academia, impidiendo el paso. Las personas ( mayormente chicas de su edad) se juntaban cada vez más intentando desesperadamente divisar algo que se encontraba en frente de la entrada al lugar.
—¿Qué será tan interesante? —Se preguntó Archer.
—Nunca había visto tantas personas juntas en las puertas, ni siquiera el día de fin de curso.
—No seas tonto Dude, parece que están tratando de ver algo no de salir.
—¿Qué será?
De repente Raven sintió algo que no había sentido en mucho tiempo, una sensación que no bastarían un millón de palabras para describirla inundó su sistema. Era fuerte, tanto que con cada nueva oleada de la misma se sentía más mareada, se tambaleó, su cuerpo casi cediendo a su peso.
—¿Rachel, estás bien?
Antt la miraba preocupada, pero ella no pudo concentrarse pues un dolor fugaz de cabeza la hizo un poco más débil, pero tan pronto como llegó este se fue. De repente un olor particular inundó completamente sus sentidos, disfrazando todo lo demás. Canela, árboles de bosque, menta y una leve esencia a... sangre.
Reconoció la fragancia al instante, y como si de un rayo se tratara recuperó sus fuerzas, dirigiéndose con una velocidad sobrehumana a la multitud, buscando esos ojos de nuevo. La repentina acción sorprendió a sus compañeros, pero a ella no podría importarle menos. Mientras más se acercaba a la enardecida multitud más escuchaba los comentarios que hacían a su corazón dar un vuelco.
—¿Lo has visto?
—Es guapísimo.
—Y sus ojos...
—Olvídate de sus ojos, quiero comerme su rostro a besos.
—Creo que he visto ese cuerpazo en algún lado.
—Parece un príncipe del medio Oriente.
—Qué ganas tengo de...
No escuchó más y decidió ignorar esos comentarios que en algún otro momento le hubieran causado una rabieta. Ahora mismo su principal objetivo era encontrarlo, sin importar a cuántas personas empujara de su camino.
—¡¿Rachel, a dónde vas?!
—¡Está loca!
Poco le importaba lo demás, necesitaba verlo, saber que estaba allí y que no había perdido la poca cordura que le quedaba debido a su ausencia.
Y es por eso que cuando sacó a la última persona de su camino y pudo verlo con sus propios ojos su corazón se saltó tres latidos y sus pulmones olvidaron cómo respirar. Estaba allí, apoyándose sobre un costado de su moto como si fuera el rey del maldito mundo, mirando hacia el horizonte mientras ignoraba todo lo que su presencia provocaba.
Su perfil no había cambiado nada en todo este tiempo, las líneas afiladas de su atractivo rostro derretian a la mitad de la escuela, mientras que su piel naturalmente bronceada y su cabello perfecto hacia morir de envidia a la otra. Él pareció notar su presencia, y girando su cabeza hacia ella le dejó admirar esos ojos cual esmeralda con toques de ámbar con los que llevaba tantos meses soñando.
Sonrió como solamente él sabia hacer al verla frente a él de nuevo , y ella pensaba para si misma en cuantas cosas haría para mantener esa sonrisa en su rostro. La misma sonrisa que el chico le contagió sin ni siquiera intentarlo. La misma sonrisa que la hacía perder todo sentido de la realidad cada vez que la veía.
La misma sonrisa que le estaba dedicando en este preciso instante.
La misma sonrisa que reconocería a años luz de distancia.
La misma maldita sonrisa que le hizo susurrar su nombre.
—Damian...
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