Intentos
Despertó desorientada, en aquella habitación que cada día le resultaba más ajena. Abrió sus ojos color de noche purpúrea, observando el cielo pintado de gris y, como todas las mañanas desde que se estableció en ese lugar, intentó recordar cómo había llegado hasta allí. En un momento de lucidez pasajera revivió en su mente el camino recorrido, mientras se preparaba otra vez para iniciar el día. Otro monótono día más sin aquellos que llegó en algún momento de su vida a considerar como su "familia".
Otro día más sin él.
Ella aún recordaba parte de su solitaria infancia, en la que se hundía en los libros considerados sagrados por los sacerdotes de aquel idílico lugar. Todo con tal de no escuchar esa molesta vocecita en su cabeza, que cada día crecía más fuerte . Continuaban en sus memorias las enseñanzas de la Diosa de los habitantes de ese pueblo, aquella que nombró en algún momento y por alguna razón a su madre como su "digna" sucesora.
Arella, su madre, la misma mujer a la que podía ver meramente una vez al mes; la misma mujer que decidió alejarse de ella en pos de ayudar a su entrenamiento. Pero Arella solo buscaba distancia, porque al ver a su hija le entraba el asco y el terror.
Todo por culpa de esa maldita profecía, aquella que estipulaba que la hija del Conquistador y de una mujer mortal sería la destrucción de cualquiera a su alrededor. Según ella el engendro crecería para ser más fuerte que el padre, encarnando así a la hechicera más poderosa y peligrosa de todos los tiempos.
Pero existía también otra profecía diferente , una que descubrió oculta dentro de uno de los tantos libros prohibidos, antes de que todo ocurriera. Porque según la primera profecía la Heredera del Infierno sería letal como ninguna, condenando a órdenes de Trigon al universo entero; pero en aquella que descubrió oculta se le mostraba otro posible camino que podría o no recorrer. Uno en el que un joven mortal, con habilidades más allá de las de otros de su especie, le juraría lealtad eterna a la mitad demonio, y la ayudaría a vencer la influencia de su padre. Dicho joven respondería ante el nombre de el Heredero de las Sombras.
Lo único que ella sabía acerca del pasado de su madre era lo poco que descubrió en los recuerdos de la misma, antes de que esta se alejara murmurando la invasión y falta de respeto, acusando a su propia hija ante sus superiores. Fue así como descubrió el nombre de su padre, aquel que le ocultaban con temor a Él cada vez que ella osaba preguntar por su sangre y herencia. La de Sangre Oscura no encajaba con los Puros, siempre se sentía como si fuese una plaga, un insecto al cual los demás se veían obligados a proteger si salvar al mundo era su deseo y por culpa de una profecía.
Obligación, fue esa la única razón por la que no fue asesinada el día de su nacimiento, cuando los cielos se volvieron negros, la tierra retumbó y la mortalidad aumentó sin precedentes. Y así continuó ocurriendo en cada cumpleaños, cuando la encerraban en la mazmorra más profunda de su templo más alejado por temor a que aquella a la que llamaban por el nombre de "Lenore" tomara el control de su cuerpo y su voluntad.
Le enseñaron a controlar el Don Oscuro desde temprana edad , a reprimir sus emociones, pues cualquier sentimiento fuerte proveniente de la joven podría causar un cataclismo. Si no fuera capaz de tomar forma física entonces ella no podría estar completamente segura de que poseía tal cosa como un alma. Y cuando cumplió los 8 años de vida, buscó de la única forma que consideraba posible aquel cariño que deseaba desesperadamente.
Llamó suplicante aquel nombre, como una niña añorando silenciosamente aquel cariño denegado en el único ser incapaz de destilar tal cosa. Ella solamente buscaba amar y ser amada, intentaba desesperadamente el poder sentir que era querida.
Pero fue egoísta, y tanto su madre como el pueblo de Azarath sufrieron las consecuencias de sus acciones. Porque en pos de ganar el favor de su padre, tuvo que asesinar a todos aquellos que intentaron ayudarla, aún si ella nunca deseo destruir el único lugar al que consideró su hogar, llevándose a todas aquellas vidas inocentes en el camino.
Su padre la llevó al infierno, junto con aquellos que más tarde reconocería como sus "hermanos". Los otros seis pecados capitales no tuvieron piedad de ella, la golpearon, la hicieron sufrir psicológica y físicamente, le cortaron sus negras alas más de una vez; y no conformes con esto también abusaron de ella, especialmente su padre y aquel de sus hermanos que conocía por el nombre de Lust. Abusaron de una niña de 8 años que no debería de estar allí por un pecado que su madre cometió en su juventud.
Ella se vio obligada a ganarse su lugar en el infierno, y durante la mayoría de su estancia en tal pútrido lugar fue Lenore la que tenía el control. Esa parte de ella que era tan temida en Azarath fue su única salvación, y con sus inmensas alas negras cual cuervo la hacían parecer un ángel caído. Justo como su abuelo lo era.
Ella conocía acerca del infierno y sus gobernantes, ya que su padre no fue el único descendiente de Luzbel y ella debía conocer acerca de la sangre de su sangre antes de convertirse algún día en la heredera del infierno. El Primer Caído había tenido tres descendientes:
La tan llamada Parca —no se debe confundir con Death— era la más antigua, pero también la más débil en comparación a sus hermanos. Se dice por ahí que estuvo en desacuerdo con su progenitor acerca de asuntos relacionados con la muerte y se vio condenada a vagar por toda la eternidad buscando y juzgando almas perdidas como castigo. Se acerca a ti al llegar tu hora, pues a diferencia de la mayoría de demonios existentes, la Parca es omnipresente. Es aquel espíritu que te juzga a partir de tus pecados y decide tu destino cuando arribes al inframundo.
El hermano menor no tenía nombre, no lo necesitaba. El menor de los tan llamados hermanos de la muerte , es el encargado de recibir y guiar las almas a través de su estancia en el infierno. El rostro de la calavera en llamas que te envía a tu destino final según el juicio dado por la Parca. O pasas al descanso eterno, o renaces en otro cuerpo, o te pudres por el resto de la eternidad en los fuegos infernales.
Y finalmente Trigon. Su padre. Engendrado pocos siglos después de la Parca, es el más poderoso de los tres y por ende el más temido . El Conquistador de Mundos y Rey del Infierno, aquel cuyo nombre causa temor sólo de ser mencionado. El Padre de los siete pecados capitales, entre los cuales, y a pesar de no ser uno de los originales, se encontraba ella.
Durante los 4 años que estuvo encerrada en su nuevo "hogar", una vivencia en particular se quedó con ella. A la que pensaba era la edad de 10, una nueva alma encontró su estadía en el infierno, una que no suponía posible volver a encontrar.
Con la apariencia de un chico de su misma edad, se apareció entre las llamas y rojas dunas del sitio un niño con una capucha, y una espada atravesándole completamente el pecho. Él la miró con esos ojos sin vida cubiertos por una verde máscara, y ella supo que no era la primera vez que su alma visitaba esos parajes, pero que probablemente sería la última.
No supo nunca cuánto tiempo pasaron observándose mutuamente, pues el tiempo en las tierras de Trigon era impredecible. Un minuto en la Superficie podría ser cien años en el infierno, y una hora en el inframundo sería a veces un milenio para los vivos. Es por eso que al momento de desaparecer el joven, dejando una estela de polvo negro detrás, una sensación la inundó, como si perdiera a alguien que conocía de toda una vida. La misma sensación que sintió aquel fatídico día en Azarath.
Pasó el tiempo y ella no pudo aguantarlo más.
Encerró a su padre dentro de una fuerte prisión, asegurándose de que ninguno de sus hermanos fueran capaces de liberarlo.
Escapó a la tierra y encontró el hogar que añoraba desde sus años de juventud.
Una familia dentro de los llamados Titanes.
Y tiempo después se encontró otra vez con aquel muchacho que reconoció como el niño que divisó en esa extraña instancia en el infierno. El mismo muchacho que la ayudó a volver a encerrar a su padre cuando este escapó de su prisión contra todo pronóstico , el chico que la consolaba por las noches cuando las pesadillas y los vestigios de su pasado no la dejaban conciliar el sueño.
El mismo joven que sufrió durante su propia infancia y que conocía tan bien como ella lo que significaba no haber sido jamás un niño; aquel Heredero de las Sombras que según la profecía la protegería con su vida de ser necesario para toda la eternidad. Y por una vez en su vida, ella sintió que eso podría ser cierto. Damian y ella se complementaron de una forma única e instantánea, como si de almas gemelas se trataran. Ella se sentía segura y libre a su lado, como si nada pudiera hacerle daño cuando se encontraba con él. Pero el tiempo les pasó factura, y los problemas forzaron al equipo a tomar una drástica decisión.
Los Titanes, aquel equipo que la había acogido durante ya más de cuatro años, decidieron separarse y tomar caminos distintos. Kori, la amable y alegre alienígena que la acogió y a la cual consideraba una hermana, formalizó su compromiso y se mudó a Blüdhaven junto con Richard. Jaime decidió regresar con su familia y Garfield se volvió a encontrar con su madre adoptiva.
Y Damian.... Damian le hizo una propuesta que nunca pensaba escuchar de nadie, pues el muchacho quería que ella volviera con él a Gotham, y ella deseaba profundamente aceptar la oferta. Pero descubrió la existencia de su tía, y supo que aún tenía una familia de sangre. Y una vez más y como hacía 8 años atrás , el deseo de esa "familia" y de una vida normal la tentó.
Así que otra vez fue egoísta, y declinó la oferta de el chico que, a pesar de mostrarse levemente desilusionado en incluso herido, le mostró su típico rostro arrogante y le aseguró que las puertas de su hogar siempre estarían abiertas para ella, y que se mantendrían en contacto sin importar qué.
Y allí estaba ella ahora, en esa casa ajena y con esas personas que la acogieron al instante de conocer de su existencia. Ella le había contado a su tía acerca de la muerte de su madre, y debido a varias circunstancias extrañas por decir lo menos, su otra "familia" descubrió su identidad, sobre los Titanes. Rachel no les contó acerca de su padre, o al menos no completamente, ella sabía que tanto su tía Alice como sus hijos y esposo eran religiosos, y no creyó una buena idea el contarles que vivían con una mitad demonio.
Pero la verdad era que a ellos no parecía importarles tal cosa como su vida de "heroína", ella sintió sus auras, y se dio cuenta de que solamente querían lo mejor para ella, sin intereses. Nunca había conocido a unas personas tan buenas y puras de corazón como aquellas, y es por eso que se sintió culpable por mentirles de tal forma.
Pero, ¿qué podía hacer? Ella pensaba que tan pronto como supieran acerca de su progenitor la echarían a la calle como lo haría cualquier persona con un sentido común, aunque en su interior ella estaba segura de que ellos no harían tal cosa.
Habían pasado ya más de 6 meses y aún no se acostumbraba a la vida en esa casa. San Francisco no era muy diferente de Jump City si lo pensaba bien, ambas ciudades eran tranquilas y perfectas para todas las almas que desearan una vida normal. A sugerencia de Alice se inscribió en el Instituto Madison, en el que conoció al que sería su único círculo de amigos fuera de la vida de supers, aliens y murciélagos.
Antt le recordaba a Kori, siempre amables y positivas, pero con una personalidad fuerte que no tardó mucho en adentrarse dentro del corazón de la hechicera.
Dude era prácticamente como Garfield, los respectivos "payasos" del grupo, siempre haciendo bromas y tratando de sacarle una sonrisa. Aunque definitivamente era más soportable que Gar.
Archer era increíblemente parecido a Jaime, no solamente por el físico, sino por sus personalidades, un poco bromista, alegre y algo más maduro que los demás.
Madison le recordó un poco a Cassie, a pesar de que no conocía a la segunda Wonder Girl a profundidad, estaba segura de que eran parecidas.
Teri era la más calmada del grupo, y también la más inteligente de los demás, tranquila y con una pequeña adicción al café negro que le recordaba a Timothy.
Pero ninguno era como él.
De todos los Titanes, Damian fue al que más extrañó, a pesar de que no lo diga en voz alta muy a seguido. Su comunicación con él era casi constante, ya sea por llamadas, su vínculo —que había crecido más fuerte de lo que hubiera imaginado posible— o a través de simples mensajes de texto, incluso habían llegado a verse en persona en varias ocasiones.
Él lograba calmarla y hacerla sonreír a pesar de la distancia, solían hablar de las mismas cosas que en el techo de la torre y con el mismo fervor. Su tía y sus primos desconocían la identidad del chico con el que ella solía hablar hasta altas horas de la noche, y a pesar de que Rachel les había dicho que se trataba solamente de un amigo con el que convivió por un tiempo, ellos no pudieron evitar pensar que se trataba de algo más que un simple "amigo".
Incluso Antt solía acosarla a todas horas con tal de descubrir la identidad del guapo moreno ojiverde de la foto en el escritorio de su amiga.
Esa era su vida ahora, la misma vida normal y monótona que deseaba desde sus años de juventud.
Pero algo le faltaba.
Bajó de su habitación dispuesta a comenzar una vez más la rutina diaria. Un té por la mañana, tele transportarse al bosque cercano a la escuela y simular ser una adolescente más.
Que alegría.
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