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Esmeraldas

—Damian...

—Rachel.

Había algo en la forma en la que pronunció su nombre, quizás el modo en que arrastró la R, o el sonido de la L, que fue desapareciendo poco a poco. Fuese lo que fuese hizo a sus rodillas temblar con fervor mientras intentaba ( inútilmente) concentrarse en otra cosa que no fuera la sonrisa casi seductora del joven que tenía en frente.

—¿Esa no es la chica gótica?

—¿Qué hace una invisible como esa hablando con ese dios?

Parece que se conocen.

Madre mía, él le está sonriendo.

Creo que ya sabemos cuál sería el nuevo chisme popular.

—¡Rachel! Por qué te mandaste a correr de esa manera...

Y sí, al parecer Antt, Dude, Madison, Archer y Teri la habían perseguido a través de su maratón hasta las puertas del instituto, pero poco le importaba. Así como no le importaba en absoluto que ahora estuvieran observando a Damian con la boca absolutamente abierta. Especialmente Antt y Madison.

—Definitivamente es más guapo en persona —"susurró" Antt.

Ahora mismo habían cosas más importantes.

—Damian... ¿Qué... qué haces aquí? —inquirió, insegura.

—¿Damian?

—¿Así que ese es su nombre?

Definitivamente no escucharía a sus compañeros. Para nada.

—Pensé que sería obvio —respondió él, sereno.

Acto seguido Damian señaló a su moto (un último modelo de Wayne Engines), agarrando un casco negro mate y arrojándoselo. Rachel miró el casco confundida para luego levantar la mirada al chico que no hacía desaparecer esa maldita sonrisa de su rostro. No hicieron falta palabras para hacerle saber que exigía una explicación.

Y la única explicación que obtuvo fue a Damian subiéndose en su motocicleta y señalandole con la mano que hiciera lo mismo.

—Ven conmigo, te lo explicaré en otro lugar.

Su voz seria y atrayente más la intensidad de su mirada la hicieron perder el control de sus acciones y aceptar la repentina oferta sin pensar en ella dos veces. Pero debía hablar con los demás antes.

—Espera un momento.

Se dio la vuelta hacia Antt y los demás para dejar constancia de lo que haría. O intentarlo.

—¿Rachel, quién es él?

—Es el chico de la foto Teri, ¿acaso no ves?

—Necesito que me hagan un favor.

—Lo que sea Rae —aseguró Antt.

—Si ven a mi tía díganle que salí con un amigo y que regresaré a casa un poco más tarde.

—Un momento, un momento, ¿te irás con él? ¡¿Así tan de repente?!

—Es importante Dude, luego les explicaré todo, pero por ahora necesito que me hagan este favor.

—Está bien, pero prométeme que tendrás cuidado.

—No hace falta, pero lo tendré —aseguró.

—Oh, no creo que sea ese tipo de "cuidado" al que Antt se refería...

—A veces eres asquerosa Madison —exclamó Archer, nervioso.

—Yo no soy asquerosa. Y discúlpenme por pensar en la conclusión obvia cuando  un chico guapísimo viene a buscar a Rachel en su motocicleta y...

Dejó al grupo absorto en su conversación para emprender el paso hasta donde se encontraba el objeto de sus sueños. Damian la miró por el rabillo del ojo una vez más antes de encender la moto, llevándola velozmente a solo Azar sabe dónde.

—¡OYE RACHE TEN CUIDADO!

También ignoraría eso último.

Durante los últimos diez minutos que pasaron en la moto ninguno dijo una palabra. Damian se concentraba en el camino mientras que Rachel intentaba (sin muchos resultados) evitar el sentimiento que la inundaba al agarrar fuertemente la cintura del chico con tal de no caerse. En cambio se concentraba en el paisaje citadino, viendo pasar velozmente edificios y autos por igual, ignorando los latidos errantes de su corazón.

El joven fue aminorando la velocidad del vehículo poco a poco hasta detenerse frente a un café de aspecto liviano y acojedor. Ambos bajaron de la moto para entrar al establecimiento y tomar asiento en una mesa doble frante al gran ventanal del sitio. Eran los únicos allí, lo que los hacía sentir más cómodos. Una mujer joven ( que no le quitaba los ojos a Damian) tomó su orden para luego dejarlos iniciar su conversación.

—¿Cómo están las cosas en Gotham?

—Estables, como siempre. Padre está cada día más absorto en su "trabajo",y  Alfred es... Alfred. Titus te extraña, no se aleja de tu foto, menos a la hora de dormir.

Ambos habían sacado una copia de la misma foto hacia mucho tiempo , Damian tenía una con él en Gotham mientras que ella se había llevado la suya a San Francisco, razón por la cual su tía pensó que eran más que amigos. Y no la culpaba. Ese día en especifico había sido especial para ambos, pues fue justamente el primer concierto de Twenty one Pilots al que asistieron juntos. De alguna forma u otra que ninguno de los dos lograba recordar, un selfie de ambos sonriendo radiantemente había encontrado su destino en el teléfono celular del muchacho. Era uno de sus recuerdos más preciados.

—Yo también lo extraño, al igual que a Goliath. ¿Dónde está él , por cierto? —preguntó, curiosa.

—Ducard lo estará cuidando estas próximas semanas.

—Ya veo...

La camarera de antes llegó con las órdenes de ambos, un té de hierbas para Rachel y un té negro para Damian, incluyendo royos de canela para ambos y un papelito que, junto con el guiño mal disimulado de la mujer, probablemente contenía el número telefónico de la misma. Raven atravesó con la mirada el inocente papel blanco mientras  que Damian simplemente lo ignoró. Parecía hasta acostumbrado.

—Damian. No respondiste mi pregunta

—¿Acerca de la razón de mi presencia aquí?

Ella asintió levemente en la cabeza mientras se dejaba caer en la profundidad de la mirada de su acompañante. En sus mares de universos esmeraldas con toques rebeldes de ámbar y oro. Él (además de ella) era el único ser humano que conocía con ojos tricolores, mientras que las pupilas propias eran una combinación de amatista en su mayoría, rubí y un poco de safiro ;los de Damian parecían ser puras esmeraldas con la leve presencia de ámbar y un poco de marrón oscuro. Y a ella le encantaba buscar esos tres colores en sus ojos cada vez que hablaba con él.

—Cómo dije antes, mi padre está muy ocupado con su "hobbie" últimamente. Así que me envió a San Francisco como representante de Wayne Enterprises para firmar un contrato con una empresa extranjera cuya sede se encuentra en esta ciudad.

—¿No podían enviar a alguien más? Dudo que alguien vaya a tomar en serio a un chico de nuestra edad para asuntos tan importantes.

—Padre sabe que soy más que capaz de representar a la compañía. Además, la empresa con la que se firmará el contrato pertenece a una familia rica árabe, con bienes en el Medio Oriente. Es obvio que me enviarían a mí.

—Así que solo estas aquí por trabajo...

Por alguna razón se sintió un poco decepcionada con la respuesta del joven, dolida incluso. Pero no podría esperar nada más, ¿cierto? ¿Qué otra razón tendría Damian para ir a San Francisco que no fueran negocios?

—De hecho... También pensé que podría tomar la oportunidad y ver cómo era tu vida fuera del equipo... Yo... tenía curiosidad... Y precisaba verte.

Esa respuesta la sorprendió por decir lo menos. Damian se preocupaba por ella? Claro que ella ya lo sabía, por algo era empatica después de todo. Pero el que Damian lo admitiera tan libremente era extraño.

—¿Dónde está el Damian Wayne arrogante que conozco?

—Muy graciosa Roth.

—Sabes, no tenías que montar ese espectáculo en el instituto si querías encontrarte conmigo. Pudiste simplemente haber llamado.

—En primer lugar, si te llamaba se arruinaba el factor sorpresa. Y en segundo lugar, no conformé ningún "escándalo".

—Puede que no, pero definitivamente llamaste la atención, ¿o acaso no viste la multitud de chicas en la entrada literalmente babeando por ti?

—No es mi culpa tener el rostro que tengo —dijo él, bromeando en apariencias.

—Sí, sí señor rostro perfecto, lo que tú digas.

—¿Piensas que mi rostro es perfecto?

Ese tono en su voz no podría significar nada bueno.

—Fuiste tú el que dijo eso, yo no —aclaró Raven.

—Pero lo sugeriste.

—Sigue con esa idea en la cabeza, chico pájaro.

—Lo que digas niña bruja.

Juntos rieron como lo hacían en el techo de la torre hace lo que parecía una eternidad. Pasaron las horas en el café hablando animadamente de diferentes temas sin importancia hasta que llegó la hora de que el establecimiento cerrara. Damian y ella decidieron que sería mejor caminar, y caminando continuaron la conversación olvidada  bajo la luz de la luna.

Raven olvidó todos sus problemas e inseguridades mientras compartía risas, bromas y palabras con Damian. Para ellos era como si todos  estos meses no hubieran pasado, como si aún se encontraran saltando entre los techos de los edificios más altos de Jump City. Sentían como todo lo malo de sus vidas se iba volando con el viento nocturno, recordándoles a aquella noche en especifico en la que ( justo como ahora) caminaban ajenos a la realidad mientras regresaban de un concierto largamente esperado.

Ella aún recuerda como antes de dicha presentación se reunió en el tejado de la Torre con un Damian mortificado en una noche de primavera. Al parecer ese mismo día Maya, Jon y Colin no dejaron descansar al pobre muchacho que se maldecia a sí mismo por haberle confiado a su "mejor amigo" los planes que tenía con la mitad demonio.

—No puedo creer que le hicieras eso al pobre Jon, a veces eres cruel, Damian.

Ella rió suavemente al regresar a su mente las imágenes de un pobre Jonathan cargando los pesados muebles de Damian a otra habitación debido a que el otro chico había decidido usarlo como mula de carga a modo de "castigo".

—Él sabía que me debía un favor, y aceptó bajo mis propios términos.

—El pobre pensaba que lo matarías. Aún recuerdo la mirada  de terror en su rostro cuando me contó lo que le hiciste hacer.

—Nadie lo mandó a decirle a Maya sobre el concierto. Por culpa de él tuve que soportar todo un día de torturas. El castigo fue poco.

Damian era la persona más madura que conocía, y a pesar de tener la misma edad que ella actuaba y pensaba como un adulto de treinta años. Pero toda su madurez se iba por la borda cuando estaba con el kryptoniano o la latina. En esos momentos el ojiverde se convertía mágicamente en un niño.

—Pero supongo que después de todo valió la pena, ¿no crees?

—Definitivamente.

Y vaya que lo hizo, aquel concierto fue muy importante para ambos, más específicamente para la "relación" entre ellos, pues de alguna manera u otra se volvieron más cercanos (aún) después de aquello. Raven recuerda como si hubiera sido ayer la emoción en las esmeraldas de su amigo y confidente, recuerda a lujo de detalles la forma en la que las luces del lugar hacían resaltar la misteriosa y atractiva figura del chico.

Recuerda como su corazón dejaba de latir correctamente cada vez que lo miraba.

Justo como ahora.

—¿Ocurre algo?

—No... no es nada...

Ambos continuaron el camino envueltos en un cómodo  silencio, siendo ellos y la Luna los únicos existentes en su mundo. El sonido de los árboles y los charcos de agua causados por la lluvia de momentos antes los acompañaban por el camino. Hasta que se adentraron en el umbral del hogar de la tía de la chica al mismo tiempo que un extraño sentimiento se apoderaba de la joven.

Rachel no quería que esto terminara, y estaba completamente segura de que Damian tampoco pues sus esmeraldas nunca mentían.

—Iré a recogerte mañana al instituto.

—No tienes que hacerlo.

—Pero lo haré, y no aceptaré un no de respuesta.

Ahí estaba el Damian que recordaba, tan terco como siempre.

—Debo entrar, mi tía debe estar preocupada.

—En ese caso...

Damian se acercó peligrosamente a ella, y luego de unos eternos segundos plantó un tierno y casto beso en las mejillas ardientes de la joven.

—Hasta mañana chica bruja.

—Hasta mañana chico pájaro.

Raven observó anonadada como el chico se montaba de nuevo en su motocicleta para emprender su viaje lejos de ese lugar. Ella aún estaba en shock por lo que había ocurrido, preguntándose en su interior si en realidad pasó o si simplemente estaba soñando despierta. Pero tan pronto como colocó su mano lentamente en el lugar de su mejilla que sus labios tocaron se dio cuenta de algo que nunca hubiera imaginado posible.

Era real.

Damian Wayne la había besado en la mejilla.

¡Damian Hafid Wayne Al Ghul la había besado en la mejilla por el amor de Azar!

¿Cómo demonios una acción tan simple lograba hacerla sentir de ese modo?

Ignorando su corazón errante entró en la casa.

Ignorando las preguntas preocupadas de sus tíos subió las escaleras.

Ignorando las teorías de sus primos cerró la puerta de su habitación.

E ignorando los sentimientos que ese chico color canela provocaba en ella cerró sus ojos.

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