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Intento 85


Al fin, Vania y Nicola se hallaron enfrente del cuarto de control de seguridad, ambos aliviados de no haberse topado con nadie por los corredores que habían pasado. Incluso les quedaba unos cuantos minutos para que el sistema de emergencia tomara posesión de aquel de custodia. Su plan era el siguiente: contaban con la sencillez del asunto; solo existía una única entrada (o salida) del complejo, una única puerta. Era obvio que esta no se podía romper a pura fuerza bruta, ni siquiera con procedimientos explosivos, a no ser que se quisiera hacer estallar todo el complejo... ¿Pero de qué serviría huir, si uno ya estaba muerto? Para abrirla y permanecer en una sola pieza, no con una pierna por aquí y un brazo cincuenta metros más allá, se necesitaba un código complejo en extremo. Este cambiaba cada dos segundos, convirtiéndose en algo cerca a imposible el deducirlo. Obtenerlo constituía entender y predecir el programa utilizado para su elaboración; no era inasequible hacerlo, sin embargo, habían calculado que llevaría por lo menos treinta y cinco días, y eso, siendo bastante optimistas. Por tal razón, el susodicho se alteraba una vez al mes y cambiaba por completo la forma de construirlo. Como consecuencia, también una vez al mes, el sistema de emergencia remplazaba al de seguridad durante tres minutos y veintiséis segundos. Esta acción implicaba activar una telaraña de haces de luces al frente de la puerta, lo que hacía que cualquiera que se acercarse a abrirla haría sonar la alarma y sería detenido de inmediato. El motivo de no utilizar esa táctica en forma permanente era el de no hacer perder el tiempo a los miembros del complejo en correr y atrapar a alguien que quisiera escaparse. Un uso más eficiente de los recursos era el utilizar tan solo la contraseña, desalentando a los rebeldes mediante puro razonamiento lógico.

El detalle importante que Nicola observó fue, que durante los momemtos en donde el sistema de emergencia estaba en pie, el acceso al cuarto de control de seguridad era más fácil. Funcionaba bajo el mismo principio de entrada/salida del complejo, pero con un código diferente, claro está. Sin embargo, cuando  el mencionado régimen tomaba cargo por tres minutos y pico, su puerta de ingreso no presentaba el laberinto de luces, sino que cambiaba al simple método de poderse abrir con la llave electrónica de protección. Eso era porque, si algo fallaba con el sistema de emergencia, acceder a tal recinto debía ser simple: sería ridículo tratar de arreglar algo y no poder alcanzar el lugar en donde se debe reparar.

Tan solo un individuo tenía acceso a la llave de protección y nunca era el mismo. El cambio se realizaba de manera mensual, siendo el encargado uno de los secretos mejores guardados del complejo. Mas este hecho no significaba un problema para el pequeño prófugo, él no iba a utilizarla, ¿para qué tomarse el trabajo y el riesgo de averiguar quién era la persona encargada ese mes, y peor aún, tratar de robarle la llave, que quién sabe dónde la estaría ocultando? Qué tontería, se decía, si con mi cuerda, en menos de diez segundos, puedo entrar sin problemas.

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La famosa cuerda de Nicola era, sin lugar a dudas, su posesión más valiosa, bueno, sin contar su colección de historietas de Glantischy, ¡nada se podía comparar con ellas! Se la dio Abhik, su mejor amigo, cuando le ganó en un partido de canicas. El cómplice de Vania había apostado su colección de historietas y su adversario de juego la cuerda. Nicola ganó. Todavía recordaba cómo le sudaban las manos al pensar que podría perder su preciado tesoro... Pero se encontraba seguro que su compañero le dejaría aún disfrutarla, sobre todo porque ambos dormían en la misma recámara y era allí donde guardaban sus cosas. El perder su inestimable objeto para Abhik fue lo mismo, él sabía que su compinche de dormitorio se lo prestaría cada vez que lo necesitase, ¿cómo hubiera podido imaginarse que desaparecería? Mas pronto podría estar de nuevo con su gran amigo y contarle, que si no hubiera sido por su invención, nunca hubiera podido escaparse de la prisión. Porque dicho instrumento era una herramienta única y Abhik fue quien la hizo.

El mencionado chiquillo tenía la comezón de descubrir qué había detrás de las puertas de las habitaciones, era una curiosidad casi enfermiza. Un pasatiempo también muy divertido, en el que ambos traviesos descubrieron más de una cosa extraña en el modo de ser de sus profesores. Pero para entrar tenían que acceder al cuarto y eso no siempre era una tarea simple. Abhik decidió recrear una llave que su primo había inventado, una que servía para abrir la más terca de las cerraduras, y transcurrió por casi dos meses, durante su tiempo libre en el Einstein, trabajando en uno de los laboratorios. Debido a su edad, no tenía el derecho de hacerlo solo; necesitaba un supervisor. Fue así que se puso a investigar una serie de cosas que no le interesaban, con tal de tener acceso a lo que en realidad quería. Al regreso, llevaba consigo materiales del laboratorio a su dormitorio, poco a poco para que no se dieran cuenta de su desaparición, y se ponía a trabajar. Nicola, más que ayudarlo, se la pasaba distrayéndolo para que jugara con él, no obstante, su compañero se hallaba obsesionado con su invención, por lo que cada noche terminaba desistiendo, poniéndose a disfrutar de su colección de historietas en vez. Cuando Abhik por fin le anunció que ya tenían la llave ideal para cualquier cerradura electrónica, él sintió una gran desilusión al ver que se trataba de una simple cuerda de unos 7.38 cm de largo, sin ninguna personalidad.

"¡Pero si eso es lo mejor!" insistió Abhik, "es facilísima para esconder, ¡y a nadie se le ocurrirá que es algo más que un pedazo de soga!"

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Una vez que él y Vania se localizaran dentro del cuarto de control de seguridad, tendrían que desactivar el sistema de emergencia. El hacerlo con propiedad les llevaría más tiempo que los tres minutos veintiséis segundos que duraba el programa, por lo que la otra alternativa era inutilizarlo a través de un procedimiento menos complicado: romperlo.

"Está bien," había interrumpido su amiga cuando Nicola llegó a ese punto de su explicación, "pero ya sabes que la puerta de salida está justo al otro lado del complejo. Es a propósito, porque si cualquiera hiciera lo que tú planeas, ni así corriendo más rápido de cien metros metros por ocho segundos, llegaría antes que el método de código comience otra vez. No llegaría ni siquiera utilizando los carritos móviles, que encima ya sabes que se desactivan en la noche para no molestar a los que duermen."

"Ya sé," repuso el planificador del escape, levantando los hombros para decir que no importaba.

"Entonces, ¿por eso es que quieres que te acompañe? ¿Para que sea yo quien desactive el sistema de emergencia, mientras tú estás paradote en la puerta esperando para irte?" preguntó indignada Vania.

"No," respondió su interlocutor con una gran sonrisa porque esa interrogante confirmaba que su plan de huida no era evidente. "Además eso tampoco funcionaría, ¿no crees que los que crearon esto no pensaron también en esa posibilidad? Apenas alguien trate de dañar el sistema de emergencia de alguna manera, se activará la alarma y, en un promedio de dos minutos y diecisiete segundos, los del turno de seguridad estarán dentro del cuarto de control, la salida y los alrededores exteriores del complejo. La posibilidad de suceso de librarse de ellos es de 0.32%."

"No entiendo, entonces, Nicola. ¡Y deja de sonreír que me das rabia!"

"Esto es yaba, Vania, ¿te imaginas a toda esa gente tratando de buscar a alguien y no ver a nadie? ¡El lío que se va armar! Nosotros solo tendremos que esperar muy tranquilos, hasta que se cansen de buscar en los alrededores... Yo he calculado unas dos horas serán más que suficientes, después podremos irnos como si nada."

"¿Pero no crees que van a verificar si falta alguien, al ver que han malogrado el sistema de emergencia?"

"Tú sabes tan bien como yo las reglas: la alarma es silenciosa, solo despierta a los del turno de seguridad porque no quieren hacer escándalo ni aspaviento que alguien está intentando escapar. Su política es de no hacer notar para nada eso, para no alentar a quien sea y que todo el mundo siga con la ilusión que este es el paraíso del que nadie quiere irse. No van a despertar a nadie yendo a los cuartos a verificar si están o no ocupados. Eso lo harán en la mañana, cuando de una u otra forma verán nuestra ausencia. Además, ¿para qué hacerlo si terminarán pensando que el sistema de emergencia se malogró por casualidad y no a propósito?"

"¿Y cómo vas..., vamos a malograrlo?" preguntó ya intrigada por completo, Vania.

"Detergente," contestó su socio de fuga matándose de la risa.

"¿Queeeeeé?"

"Ya sabes como acá somos fanáticos del orden y de la limpieza..."

"¿Somos?" interrumpió ella mirando de manera significativa a su amigo, cuyo dormitorio era un desastre total.

"Ése no es el punto," repuso él, pasando a continuar con su explicación. "En cada habitación hay un pequeño armario con las cosas para limpiar, ¿no? Bueno, ¿no crees que es posible, que la última persona que limpió se olvidara la botella de detergente en la repisa encima del panel de control y que esta terminara deslizándose y cayéndose, no solo golpeando, sino desparramando su líquido, el que crearía un cortocircuito?"

"Es posible en un 8.04% que eso suceda, si la botella se quedara muy cerca del filo de la repisa y si hubiera estado mal cerrada... Le llevaría un buen rato para que su propio peso la inclinara y..."

"Entonces, es posible," interrumpió Nicola con voz triunfante.

"Pero las posibilidades que alguien deje algo fuera de su lugar son mínimas, ya sabes que nos gusta el orden..."

"Sí, son mínimas, pero existen. Tal vez alguien que estuviera súper cansado ese día y que, por lo mismo, ni se fijara en cerrar la botella bien... Le puede pasar a cualquiera, ¿no?"

"Nosotros no somos cualquiera."

"Pero no somos perfectos. Es un simple error. Y será evidente apenas entren los de seguridad al cuarto de control, por eso estarán buscando no más de dos horas, lo harán solo por precaución. Después se irán a descansar y se darán cuenta de nuestra ausencia ya muy tarde. No podrán atraparnos otra vez porque deducirán, que de alguna manera avisaremos a alguien y que si nos desaparecen esto se hará público y que..."

"Está bien, está bien, Nicola. Aunque todavía no entiendo dónde quieres que nos quedemos por dos horas. Si esperamos afuera de todas formas nos van a encontrar. Y todavía no me has dicho como rayos vamos a salir, ¡si no podemos utilizar la puerta!!!!!!"

"Esa es la ventaja de nuestro tamaño. Piensa, ¿qué otra cosa conecta directo este lugar con el exterior?"

"El conducto de ven..."

Y en ese momento Vania comprendió: el conducto de ventilación, cuyo acceso para repararlo se ubicaba en el cuarto de control. Pero no entrarían al ducto a buscarlos, una persona adulta no podía pasar por esos canales, tan solo el robot. Sin embargo, su puerta de ingreso se hallaba también bajo el código de seguridad para evitar que cualquiera mandara nada afuera. Una vez que sonara la alarma, lo más que harían sería observar su salida para ver si algún mensaje o algo había sido enviado por allí. La chiquilla pelirroja calculó veloz que, después de un período máximo de treinta minutos, dejarían de vigilar ese lugar para seguir verificando la periferia por cerca de una hora y treinta y nueve minutos. Si esperaban dos horas en los ductos, ese era más que tiempo suficiente para que nadie los viera escabullirse.

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