Intento 54
Si no fuera por el interminable vuelo de avión bajo la tortura de tener por acompañante a Belinda Alegre, Raymundo do Santos hubiera dicho que ahora se encontraba en la sala de reuniones del Van Leeuwenhoek. La mesa, las sillas, incluso la jarrita con agua acompañada de un vaso eran idénticos a los del Instituto. La única diferencia residía en una gran pantalla que, asumió, debía servir para hacer presentaciones.
Pasó la vista a su alrededor: nadie, él era el primero en llegar. No era de sorprenderse, ya que estaba casi media hora antes del tiempo en que la reunión había sido programada. Lo que pasó fue que decidió tomar su desayuno muy temprano en la mañana, para evitar toparse con su colega de trabajo. Ella, cuando llegaron tarde en la noche al hotel, comenzó a enviarle indirectas para que la acompañara a su cuarto a seguir la conversación (cuál conversación, pensó él, ¡si yo no he abierto boca!), invitación que Raymundo declinó arguyendo que se encontraba cansado, lo cual era cierto sin lugar a dudas. Entonces, Belinda sugirió tomar el desayuno juntos al día siguiente. Él asintió con la cabeza sin confirmar hora ni nada con tal que lo dejara en paz, y se alejó lo más rápido posible a su habitación. La verdad era que no le quedaba mucho tiempo para dormir, la reunión se había programado para las ocho de la mañana y ya eran pasadas las dos de la madrugada, sin embargo, pensó que tendría mayor sosiego si se levantaba temprano, a quedarse una hora extra en la cama y arriesgarse a tener que soportar la compañía encantadora de la Alegre.
Raymundo echó un segundo vistazo por la sala; no, en realidad estaba equivocado. Si bien era cierto este salón parecía ser una réplica del de Van Leeuwenhoek, pudo notar esta vez una serie de detalles que revelaban que se hallaba en un lugar que utilizaba tecnología en extremo avanzada. No era que su Instituto no contara con los últimos adelantos, pero muchos de los instrumentos cercanos que observaba eran un misterio para él. Tomó eso como un buen indicio, habían hecho la adecuada decisión en centralizar en el Galileo los esfuerzos de acción contra Delik.
Frente a él tenía un monitor, por el cuál podía bajar el documento que recibió durante la noche con los antecedentes de la reunión en la que iba a tomar parte. Qué bueno, pensó, va a ser mejor leerlo acá que en la pequeñez de mi librel.
Sin dejar pasar un minuto más lo conectó y el reporte apareció en la pantalla al cabo de unos segundos. No añadía mucho a lo que ya Samantha Lloyd les había explicado en forma sucinta durante la reunión de ayer, ¿o era antes de ayer? Con el cambio de hora del viaje no podía decir con seguridad. En fin, eso poco importaba, solo la conclusión que no habían hecho ningún progreso aún. El reporte también daba un resumen acerca de los participantes en el proyecto; todos científicos y científicas del más alto nivel, como era de suponer. La agenda para hoy era simple: iniciarían la reunión con una presentación del profesor Saturnino Quispe, una eminencia científica y el profesional con mayor conocimiento sobre los agujeros negros. Después de eso, vendría la discusión acerca de las estrategias para combatir a Delik y como llevarlas a cabo. La persona a cargo de la reunión como moderador era el Representante Continental de la región de Raymundo. Él había tenido la oportunidad de conocerlo años atrás, lo tasó como alguien ecuánime e inteligente, por lo que no le sorprendió que fuera el sujeto indicado para este trabajo.
El timbre de voz de Belinda Alegre comenzó a resonar en su tímpano, por unos instantes pensó que el eco de su chillido agudo, sufrido todo el día anterior, todavía estaba martillando su cerebro. Al poco tiempo le pareció oír otra voz junto con la de ella y cayó en la cuenta, con gran alivio, que ya eran casi las ocho de la mañana: los participantes de la reunión no tardarían en llegar. Muchos defectos se le podían atribuir a la Alegre, sin embargo, no se podía negar que solía ser muy puntual y que tomaba en serio sus responsabilidades. Cualquier tarea que se le encomendase, ella siempre la cumplía a la perfección, de no haber sido así no hubiera formado parte del Comité Directivo del Van Leeuwenhoek. Samantha Lloyd, por más calmada, amigable y considerada que siempre fuera, también era una persona exigente en extremo: Los errores son un lujo que nosotros no tenemos, decía con frecuencia. Por eso Raymundo estaba seguro que fue una decisión muy dura para ella proponer e insistir, en la implantación de la norma de no tener ningún empleado de la generación exy en el Instituto. Se notaba a leguas cuanto los admiraba, así como su opinión que el centro de investigacion había progresado por encima de otras organizaciones similares en gran parte gracias a su contribución. Hoy en día nadie podía negar que el Instituto Van Leeuwenhoek era el líder indiscutible de su rama.
La puerta del salón de reuniones del Galileo, aquella que el primero en arribar había cerrado para tener un momento de tranquilidad, se abrió y la risita de Belinda invadió toda la habitación.
"Ay, profesor, ¡usted tiene cada ocurrencia!"
Junto a ella se encontraba el Prof. Quispe, al que do Santos reconoció de inmediato por la foto que vio en el reporte que acababa de leer. Su expresión era de agobio, aquella que él mismo tenía cuando era víctima del torpedeo de palabras de la Alegre. El experimentado científico era un hombre de baja estatura, piel cobriza, nariz aguileña y cara afeitada, Raymundo sospechó que no debía rasurarse a diario porque parecía del tipo lampiño. Si no fuera porque había leído que estaba bordeando los setenta años, él hubiera pensado que era mucho menor. Su cabello aún era negro oscuro con una pizca de grises amenazando con invadirlo, mas no habían ganando la batalla todavía. Su complexión se presentaba delgada, sin ser flaca, y su ropa revelaba un individuo limpio, metódico, pero que no daba mayor importancia en lucir destellante. A primera vista, no parecía un sujeto fuera de lo común, hasta que se acercó a Raymundo para presentarse:
"Buenos días, Dr. do Santos," saludó, leyendo de forma furtiva su nombre en el lugar donde él se hallaba sentado. "Me llamo Saturnino Quispe, encantado en conocerlo."
El extraño detalle de no utilizar su acreditación de profesor sorprendió a su interlocutor, llevándolo a pensar que se trataba de una persona que no necesitaba hacer aspavientos con títulos para ser reconocido. La mirada del recién llegado y su voz transformaron su imagen inicial de alguien promedio, a alguien imponente y que emanaba respeto sin la necesidad de buscarlo. Raymundo respondió a la mano que el Prof. Quispe le había tendido. Su apretón era firme pero genuino, sin esos extras que algunos tienen queriendo demostrar su fuerza sobre los demás.
"Raymundo querido, que deleite verte aquí," indicó Belinda Alegre. "Estaba un tanto preocupada cuando no te encontré durante el desayuno en el hotel, pensando que estabas indispuesto. Imagínate que hasta pregunté por ti para comunicarme con tu habitación y la recepcionista, que dicho sea de paso debería cambiarse de estilo de peinado, ¡el que tenía era todo un espanto! No como el joven atractivo que nos recibió en la noche, ¿te acuerdas? Bueno, la recepcionista me dijo que ya habías partido más temprano. Pero igual me quedé un poco inquieta por no haberte visto. ¿Cómo te sientes, tesoro, descansaste bien?"
El interrogado pudo ver la sonrisa juguetona del Prof. Quispe y hubiera jurado que, al mismo tiempo, lanzó un suspiro de alivio al ver que Belinda dirigía su atención a do Santos en vez de a él. Aprovechando eso, partió hacia el lugar asignado con su nombre y se puso a revisar algo en su pantalla con suma atención, como para que nadie osara a interrumpirlo. Raymundo se preguntó si en realidad se hallaba trabajando o tal vez haciendo una parodia para evitar a la insoportable mujer porque él hubiera hecho lo mismo con mucho gusto.
Belinda Alegre abrió la boca para continuar hablando, sin embargo, fue cortada en ese momento debido al arribo de otro grupo de personas, que se dedicaron a presentarse y saludar a los que ya se habían acomodado en el salón de reuniones. Pocos minutos después de las ocho, todos los participantes se hallaban sentados en sus respectivos sitios y el representante subcontinental asumió su rol de moderador.
"Buenos días, antes que nada quiero agradecerles por su presencia. Como bien saben, la razón por la que nos encontramos acá reunidos es para evitar la destrucción de nuestro planeta. Lo digo sin ánimos de ser dramático, sino más bien realista. No hay tiempo para perder en discursos, así que daré paso a la presentación del Prof. Quispe que llegó como muchos de ustedes anoche, pero procedente del Centro Educativo Einstein."
"Buenos días," inició el susodicho. "Ya todos conocemos la situación: nos encontramos en la trayectoria de un agujero negro y tenemos que buscar una solución para no ser engullidos por él. Como ustedes saben, los agujeros negros son el resultado de una explosión supernova; una estrella roja de por lo menos diez a quince veces más grandes que nuestro Sol. Esto sucede al final de la vida de las estrellas, cuando su masa se vuelve tan compacta que rompe el balance natural de las fuerzas de atracción, las que jalan hacia adentro de ella y las que van hacia afuera; entonces, su propia gravedad se vuelve tan poderosa que esta colapsa sobre sí misma. Es así que alcanza un punto de volumen cero junto con una densidad infinita, conocido como singularidad. Debido a que ninguna luz escapa de ella la llamamos agujero negro, el que está compuesto entre otras cosas por la singularidad, que es su centro, y un horizonte de eventos, su límite. Su infinita densidad hace que la curvatura de tiempo-espacio sea extrema y su centro, la singularidad, suponemos tiene una masa infinita, por lo que un agujero negro puede engullir sistemas completos en segundos, siempre y cuando su horizonte de eventos se expanda también al mismo tiempo. Entonces, para ser tragados por un agujero negro necesitamos estar dentro de ese horizonte de eventos, también llamado radio de Schwarzschild. El problema con Delik, es que no está estático en su lugar, como pensábamos que se comportaban los agujeros negros; este se mueve, avanza, y nosotros estamos en su camino. No tengo que decirles lo que ello significa.
"No los voy aburrir con detalles de Delik mismo, si tienen alguna pregunta al respecto, todo está escrito con claridad en un reporte que les mandé esta mañana. Como comprenderán, he estado analizando la situación desde el minuto que supe de ella. No quisiera sonar soberbio, pero la verdad es que soy la persona con más experiencia sobre agujeros negros. Les digo esto para que tengan confianza en mí, así como yo confío que cada uno de ustedes ha sido seleccionado para este trabajo por ser también los mejores en sus especialidades. Solo hay otra persona que conoce tanto de estos fenómenos como yo, uno de mis jóvenes estudiantes que me gustaría estuviera con nosotros en estos momentos. Lamentablemente no hemos podido contactarlo, por razones que no vienen al caso a explicar ahora.
"Pero divago... Regresando al punto, a pesar de ser los agujeros negros un misterio para nosotros aún en muchos aspectos, podemos decir sin temor a equivocarnos, que son como una aspiradora gigantesca que traga todo lo que se encuentra dentro de su rango de acción, todo lo que toque su radio de Schwarzschild. Teniendo en cuenta esa comparación, me pregunté: ¿Cómo detengo una aspiradora en pleno funcionamiento para que no engulla lo que no quiero? Tres posibilidades: una es bloqueándola en alguna parte, de tal manera que ya no pueda entrar nada en ella. Otra es desviándola o mover el objeto que no quiero que aspire. La tercera es apagándola.
"La primera solución, en el caso de Delik, es imposible, aunque ya sabemos que el término imposible no existe en absolutos, dicha palabra es relativa. Las posibilidades de hacer algo solo están limitadas por el conocimiento existente en ese momento, que más tarde lo que se calificaba de imposible termina siendo cien por ciento viable.
"Otra vez me voy por las ramas... Lo que quiero decir es que, hasta lo que yo sé, aún no tenemos la tecnología ni el conocimiento necesarios para obstruir un agujero negro, incluyendo en ello nuestra ignorancia de cómo estos reaccionarían ante tal intromisión. Regresando a la metáfora de la aspiradora; si bloqueamos ese aparato, eso no significa que su motor deje de funcionar. Lo mismo debemos asumir sucedería con Delik, ¿y cuál sería su respuesta? Tal vez su poder y funcionamiento se extinguirían o paralizarían por la sobrecarga de energía, pero, tal vez, dicha sobrecarga llevaría a una explosión que, me atrevería a sugerir, sería más bien una implosión. Explosiones, por lo general, ocurren cuando algo está limitado en un espacio reducido en extremo para su tamaño y este algo lucha por salir, hasta que por fin encuentra la forma de escaparse de un solo golpe, liberando una cierta cantidad de energía al hacerlo. Es como cuando llenamos de aire un globo; su material se ensancha para dar espacio a la substancia que le estamos introduciendo. Si vamos más allá de su capacidad de elasticidad y de su área límite para retener el aire, este se rompe de golpe: explota. Si no somos tan ambiciosos por tener un globo grandote, conociendo la posibilidad que este explotaría dejándonos sin más que pedacitos de él, y lo dejamos en un tamaño tal que pueda contener el aire que le damos, todavía un pequeño agente externo fuera de nuestro control podría causar su explosión, como una hoja de pasto un tanto puntiaguda, una superficie algo áspera o escabrosa, o la disimulada e inocua punta de algún mueble.
"A diferencia del globo, una aspiradora hace precisamente eso: aspirar. Su energía está dirigida no hacia la expansión, como el aire encerrado en el globo, sino hacia la absorción. Dudo que un agujero negro explotaría, como mencioné antes, pero que implotaría. Incluso si tuviéramos todas las precauciones del caso para evitar la implosión, he calculado que la posibilidad de la ocurrencia de un pequeño agente externo fuera de nuestro control que cause una implosión es de 97.63%. ¡Imagínense ser testigos de tal evento! La cantidad de energía que resultaría de eso es imposible de calcular por el momento ni de pronosticar su efecto en el resto del sistema estelar. ¡Sería increíble!" exclamó el profesor con los ojos brillando de entusiasmo y trasluciendo en su mirada, un deseo intenso de ser capaz de ver tal fenómeno.
Después de tomar un trago de agua para calmar su emoción continuó:
"Solo por el pequeño detalle, que en realidad no seríamos testigos de tal cosa porque nosotros, junto con quien sabe cuántos más planetas y estrellas, seríamos exterminados al instante. Debido a esos inconvenientes, estoy seguro ustedes concordarán conmigo que bloquear a Delik no es una alternativa de solución a nuestro problema.
"Entonces, pasemos a la segunda posibilidad: desviar a Delik o movernos de su trayectoria. En el primer caso, nos encontramos una vez más con los límites actuales de nuestro conocimiento y tecnología, a no ser que alguno de ustedes sepa de algo que pueda cambiar el rumbo de los agujeros negros, de los que, en primer lugar, ni siquiera sabíamos sobre la existencia de algunos que se movieran..."
El Prof. Quispe se detuvo por un momento con un asomo de esperanza, para ver los rostros de las personas que estaban escuchándolo concentrados por completo en él. Nadie hizo ni el más mínimo gesto de tratar de esbozar una respuesta, todos consideraron que era una pregunta retórica, de esas que se lanzan sin esperar contestación alguna.
Lástima, pensó el físico, ellos tampoco tienen la menor idea de cómo hacer eso. Y continuó en voz alta:
"Al parecer, nadie. En el segundo caso, movernos de su trayectoria..."
"Perdón, profesor," atajó el representante subcontinental moderador, "veo que el Dr. Gaúnfhi, representante del Centro de Investigación y Tecnología en Física Nuclear, tiene levantada la mano. ¿Si Dr. Gaúnfhi?"
"Disculpe que lo interrumpa, Prof. Quispe, pero con respecto a ese punto, creo que podría dar una alternativa."
El aludido se sentó, no sin curiosidad por escuchar lo que el Dr. Gaúnfhi iba a decir.
"Mover el mundo" inició él con una voz de trueno, que a Raymundo le sonó como la de un político más que de un científico. "Mover nuestro planeta de su curso es algo que hemos estado trabajando en nuestro Centro de Investigación en estos últimos tiempos. Entiendo, por sus rostros de asombro, que nadie está al corriente de ello. Pero en estos momentos debemos dejar de lado esos secretos y los recelos institucionales, y más bien compartir nuestros conocimientos, ¿verdad? Como iba diciendo, ser capaces de trasladar el planeta es algo que hemos estado investigando los últimos..., diez años, diría yo. La razón es lógica, todos sabemos bien que en un momento dado nuestra fuente de vida, la estrella que nos ha iluminado y calentado por milenios, aquella que nos inspira con sus rayos incandescentes, aquella que ha generado hermosos poemas por su sinfonía de belleza en incontables ocasos y amaneceres, aquella que..."
Y continuó bla, bla, bla, el Dr. Gaúnfhi, mientras más de uno en la sala se preguntaba si este científico no debería de cambiar de profesión y dedicarse a escribir discursos, de esos que usan muchas palabras, pero dicen nada. El moderador salió al rescate de los oyentes ya desesperados con tanta palabrería,
"Dr. Gaúnfhi, entendemos que se está refiriendo al Sol, ¿no es cierto?"
"Ehem, sí, claro, el Sol. Cómo sabemos, él va a dejar en algún momento de ser esa fuente de energía vital. Por lo que no es de sorprenderse que nuestro centro de investigación, siempre a la vanguardia en la búsqueda del progreso del conocimiento humano y su avance tecnológico, decidió ser de los primeros en estudiar qué posibilidades había de mover el planeta, en anticipación de la llegada del fatídico día del ocaso permanente de nuestra esplendorosa estrella. Como les dije, durante los últimos diez años, las mentes más brillantes, que dicho sea de paso son las que trabajan en nuestro Centro, han estado laborando e investigando sin dar tregua alguna a tal gargantuesco desafío. Hoy tengo el preciado honor de anunciar con gran humildad la buena noticia: yo, el poseedor de más de un título de doctorado y eminencia reconocida a nivel mundial, incluso por los más perdidos rincones del planeta, yo Rescitur Gaúnfhi, ¡no vengo acá con las manos vacías!"
El orador del momento hizo una pausa para aumentar la expectativa y cargar la atmósfera con intensidad.
"La buena nueva, estimados colegas, ¡es que podemos mover nuestra madre Tierra!" anunció por fin, haciendo retumbar las paredes de la sala de reuniones.
Otra vez, el Dr. Gaúnfhi dejó de hablar a la espera de escuchar un estallido de aplausos. Al ver que estos no venían, dio un suspiro y continuó,
"Por supuesto aún estamos en la fase teórica del asunto... Pero si unimos nuestros esfuerzos, podríamos llegar a crear el generador de energía que hemos diseñado, ¡capaz de mover a nuestro adorado planeta azul!"
Raymundo no se pudo contener e intervino, olvidándose de alzar la mano:
"¿A dónde?"
"¿Perdón?" replicó el cuestionado, no seguro de haber escuchado bien.
"Sí, Dr. Gaúnfhi. Le pregunto, ¿a dónde? ¿A dónde piensa que podemos mover nuestro planeta?"
"Pues hacia la estrella más aledaña. A una distancia tal, que nos permita alcanzar la misma temperatura que mantenga vivo nuestro ecosistema, como es obvio. Estoy seguro el Prof. Quispe puede hacer los cálculos, así como nuestros estimados colegas del Instituto de Ecología Terrestre."
"Entiendo eso," continuó do Santos. "Mi pregunta viene porque, según el reporte que recibimos esta mañana, la trayectoria de expansión de Delik incluye las estrellas más cercanas a nuestro planeta; muchas de ellas están siendo colapsadas por él mientras estamos hablando. ¿Me equivoco, Prof. Quispe?"
"En lo absoluto," respondió el aludido y añadió,"cuando entretuve la posibilidad de mover nuestro mundo, definí que la estrella óptima por su posición más cercana es Próxima Centauri, que queda a unos 4.2 años luz de acá."
"Entonces, Dr. Gaúnfhi," volvió a terciar Raymundo, "¿cree usted que este generador de energía podría llevarnos a Próxima Centauri en unos pocos instantes? Porque, en definitiva, si trasladamos el planeta, movemos con él a todos nosotros. Ese no puede ser un viaje largo porque, como usted bien anotó, sin la influencia de nuestra estrella la vida tal como la conocemos acá desaparecería. El otro punto, que quisiera nos aclarara también, es si tiene alguna idea de cuál sería la reacción de, no tan solo la ecología terrestre, sino de los seres que vivimos en ella, durante y después del transporte del planeta."
El citado miró a sus compañeros de reunión en forma perpleja; por primera vez en lo que él recordaba, no encontraba palabras para responder. Por fin, al cabo de unos momentos, durante los que pudo sentir casi de manera física las miradas de los presentes centradas por completo en él, tomó el valor para contestar:
"Como dije antes, este anuncio lo hago con la mayor de las modestias, virtud que no solo me caracteriza, sino también a todos los integrantes de mi centro de investigación. El generador de energía capaz de mover el planeta aún está en fase de planificación. Por ahora, el resultado teórico que tenemos, si aplicamos la fuerza del generador, sería la desviación de nuestro mundo en unos cuantos kilómetros de nuestra órbita actual, durante un período de cinco años." Y sin dar tiempo a ninguna réplica agregó, "Pero estoy seguro que si todos trabajamos con fervor y tenacidad, como acostumbramos en el Centro de Investigación y Tecnología en Física Nuclear, podremos alcanzar nuestro objetivo. Ya hemos podido descubrir los principios básicos teóricos para un generador que pueda mover el planeta, de allí para implementarlo como queremos no debería llevar mucho tiempo, sobre todo con mi colaboración y la participación de nuestro Centro de Investigación," terminó diciendo el Dr. Gaúnfhi muy satisfecho con su repuesta y convencido que seguirían su propuesta, ya saboreando que, con el tiempo, se convertiría en el salvador de la humanidad al que futuras generaciones recordarían por siempre jamás. Cuál sería su sorpresa cuando, después de un corto silencio, el moderador pronunció,
"Gracias por su intervención, Dr. Gaúnfhi, pero creo que todos los presentes todavía queremos ver qué otras opciones tiene el Prof. Quispe, a no ser que alguien en la sala quisiera agregar algo más al respecto..."
Nadie hizo ademán alguno como para participar, por lo que el moderador prosiguió,
"Prof. Quispe, si fuera tan amable..."
El apelado se levantó de su asiento y volvió a dirigirse a los presentes:
"Como fue planteado al inicio, bajo mi punto de vista existen tres posibilidades de detener a Delik, dos de las cuales no parecen ser, por el momento, la alternativa que solucione nuestro dilema."
El Dr. Gaúnfhi separó los labios como para protestar, sin embargo, el moderador lo detuvo con un gesto de la mano al notarlo, uno que no dejaba duda que su colaboración no era bienvenida en ese instante.
"Entonces, pasemos a la tercera alternativa: apagar la aspiradora. ¿Cómo lo hacemos? Cortando su fuente de energía. ¿Cuál es la fuente de energía de un agujero negro? Estamos convencidos que es su singularidad, la transformación de la antigua estrella que inició todo con su explosión supernova. ¿Cómo la deshabilitamos? No podemos destruirla en el sentido convencional de la palabra y ya hemos visto que no es una buena idea arriesgarnos a una implosión de la misma.
"Pensemos por un momento fuera de la caja, ¿cómo detenemos a alguien hambriento y goloso a que deje de comer? Le damos suficiente comida para que quede satisfecho, o lo alimentamos con algo que le cause tanto disgusto que pierda por siempre las ganas de comer, ni siquiera de oler, tal o cual alimento. Por las observaciones que tenemos, el apetito de Delik es insaciable. Como fue dicho al inicio, él va a seguir en búsqueda de sustento por milenios. Con certeza, no presenta ningún síntoma de evaporarse en el corto plazo, incluso dentro de la escala de tiempo espacial. Nuestros cálculos, no perfectos pero bastante cercanos, sobre la cantidad de materia que deberíamos lanzarle para satisfacerlo son cifras astronómicas."
Saturnino Quispe no pudo contener una sonrisa ante el término utilizado. Con certeza Samir hubiera hecho eco a su gesto; de verdad lamentaba que su estudiante no se encontrara allí, estaba seguro de que su mente fresca y llena de entusiasmo hubiera sido de gran ayuda. A su alrededor nadie se inmutó, no habían captado el chiste ni la ironía, todavía lo miraban con expresiones graves y serias. Mejor prosigo y me borro la sonrisa, pensó, no vaya ser que crean que la situación me ha tronado el cerebro.
"Y, aparte de tales números gigantescos, no veo cómo ni de dónde, en la práctica, podríamos alimentar de manera continua a Delik. Entonces, espero sea evidente para todos, que tal solución no es viable por el momento. Como ven, después de descartar las posibilidades anteriores, puse mi atención en qué cosa podríamos enviar a Delik para que su singularidad decidiera dejar de comer de una vez por todas, en pocas palabras: acelerar su evaporación sin causar un desastre cataclísmico. Todavía poco sabemos sobre la singularidad; cuando vemos un agujero negro, esta se halla oculta por el radio de Schwarzschild, y como la luz es literalmente tragada por estos cuerpos celestes, todavía no tenemos la técnica de poder observar sus singularidades de forma directa. Existe la teoría de la existencia de unas desnudas, significa que el agujero negro no tiene un radio de Schwarzschild que lo envuelva. Dicha teoría todavía no ha sido verificada de manera visual, pensamos es debido a que, como establecido antes, la singularidad tiene una masa volumétrica de cero, por lo que no la podemos ver en el sentido convencional del término. Sin embargo, estamos trabajando para crear algún sensor que la pueda detectar. Para crear ese aparato, hemos debido teorizar cuales son los elementos, así como su combinación, que constituyen una singularidad.
"Creemos con firmeza que la materia Mun es parte importante de ella. La materia Mun fue descubierta hace algunas décadas por el astrofísico Muncho-Badu, que pasó la primera parte de su vida estudiando y formulando teorías relacionadas con las singularidades de los agujeros negros. La materia Mun no es un tipo de cosa tangible como uno suele imaginarse, tampoco es una energía en sí, es una combinación de fuerzas de tiempo, energía y algo más que aún no ha sido determinado en forma separada. Es una ecuación teórica, puesto que todavía no se puede verificar, sin embargo, es aceptada como cierta por ser la única alternativa lógico-matemática al fenómeno de singularidad.
"Ahora, todos estos antecedentes los he traído a colación porque, durante la segunda parte de su vida, el Prof. Muncho-Badu se dedicó a descubrir la existencia de un opuesto a la materia Mun. El universo es una comunidad cuyo principio básico es balance. Sin él, el caos sería dictador del espacio y toda esta intrincada red de relaciones se destruiría. Según Muncho-Badu, si existe una materia Mun, debe existir un opuesto a ella; algo que permita su balance y, por lo tanto, su existencia. El Prof. Muncho-Badu murió sin llegar a encontrar el opuesto. Muchos otros después han estado trabajando en búsqueda del mismo, aún nadie dentro de la comunidad científica ha logrado su objetivo. La importancia del opuesto es la siguiente: si la singularidad lo recibe y asimila, esta encontraría su balance, un alimento no buscado pero que, en teoría, la anularía como tal y llegaría a su punto de desvanecimiento. Sí, como lo oyen. Stephen Hawking demostró que los agujeros negros se evaporan con el correr del tiempo con mucha, mucha lentitud, perdiendo su masa mientras emiten radiación. Mas con el opuesto podríamos acelerar tal proceso, hacerlo casi instantáneo. Claro que la radiación emitida sería grande, pero si tenemos cubriéndonos a nuestra estrella, ella podría absorberla de tal forma que no nos afectaría."
La atmósfera del salón de reuniones pasó de expectante, a ensimismada. Todos los participantes estaban reflexionando y digiriendo la información expuesta. Solo el General Suiggalfo, representante militar de una de la Regiones Continentales, se movió incómodo en su asiento. El científico del Einstein prosiguió:
"Durante los últimos años, han corrido ciertos rumores relacionados a la búsqueda del opuesto. Estos indican que la fuerza militar de una de las Regiones Continentales lo ha descubierto. Al parecer, la razón por su estudio es que tal materia se puede recrear y transformar en un arma destructiva de gran poder. El asunto es que..."
"¡Falso! ¡Completamente falso!" interrumpió el General Suiggalfo levantándose de súbito de su asiento y, tratando de guardar la compostura, agregó, "Como usted bien indicó, Prof. Quispe, esos son rumores, no hay ninguna evidencia que lo que usted sugiere sea cierto."
"Tiene usted razón," retomó el mencionado, "solo son rumores, pero como bien dice el dicho: si el río suena, es porque piedras trae. General, entiendo bien su preocupación, sobre todo si se trata de una información confidencial militar, mas no es el momento ahora para guardar secretos como bien apuntó el Dr. Gaúnfhi."
El miliciano cruzó sus brazos, por eso me llamaron a mí para esta reunión y a ningún otro de los representantes militares de las Regiones Continentales, pensó. No porque fuéramos el poder militar más fuerte y desarrollado, como que en realidad lo somos, sino por el opuesto. Pero si revelo esto, las demás Regiones Continentales y cualquier otra nación estarían al tanto... ¡Qué rayos! ¿De qué vale tener el arma más poderosa, si no quedará planeta para utilizarla?
Los ojos de los presentes, abiertos en extremo y llenos de sorpresa, estaban centrados en él. Fue en ese momento que el General Suiggalfo cayó en la cuenta que su último pensamiento lo había hecho en voz alta.
"Ejem," carraspeó, como para aclararse la voz, y bebió un sorbo de agua. "En vista de las circunstancias y teniendo en cuenta que todos los que estamos aquí participando hemos tomado el Juramento del Silencio, he de admitir que es cierto, nuestro Departamento de Investigación de Tecnología Militar ha encontrado el opuesto. No solo eso, hemos sido capaces de recrearlo. En la actualidad, estamos implementando un medio para encapsularlo y lanzarlo a grandes distancias."
"¿Qué tan grandes son esas distancias?" intervino el moderador, voceando la interrogante que rondaba en los pensamientos de más de uno de los reunidos.
"No tan largas como para llegar a donde se encuentra en estos momentos Delik," contestó el General Suiggalfo
"¿Cuál sería la posibilidad que podamos aumentarla con el tiempo que disponemos?" volvió a preguntar el moderador.
"No lo puedo decir con certeza, tendríamos que combinar nuestros lanzadores de satélites espaciales y ver cómo podríamos desarrollar eso."
"Estaríamos trabajando contra el reloj," terció otra vez el Prof. Quispe. "He calculado que el momento más oportuno sería cuando Delik se encuentre a mayor proximidad de nosotros, pero antes que el Sol caiga en su evento de sucesos. Si pudiéramos mandar una sonda de pruebas conteniendo el opuesto al Sol, como aquellas que ya hemos enviado para nuestro estudio del mismo, solo tendríamos que esperar que Delik la engulla."
"Pero aunque eso diera resultado, ¿qué pasaría con el Sol? ¿No estaríamos en el mismo dilema de quedarnos sin él?" inquirió Belinda Alegre.
"Ése es un buen punto," respondió el científico del Einstein, "Pero si el opuesto funciona como pensamos, Delik se desvanecería antes que afecte a nuestra estrella."
"No tiene sentido," continuó objetando la misma participante, "La singularidad debe asimilar al Sol si queremos que asimile al opuesto, ¿cómo es posible que no sea afectado?"
"He estado haciendo cálculos por un buen tiempo al respecto...," y al decir eso fue claro para muchos en la sala, que Saturnino Quispe había ya decidido antes de la reunión, que esa era la única alternativa que tenían para detener a Delik. "Lo que la Srta. Alegre plantea es cierto, siempre y cuando pensemos bajo nuestros parámetros de tiempo y espacio. Dentro de la singularidad y del evento de sucesos, sabemos que el tiempo no funciona como nosotros lo entendemos. Cuando el Sol entre dentro del radio de Schwarzschild; nosotros, nuestro planeta y el resto de nuestro sistema vamos a percibirlo cayendo por un tiempo que, para nuestros ojos, sería cercano al infinito. La prueba conteniendo el opuesto estaría en órbita al rededor del Sol, por lo que sería asimilada antes por el agujero negro, su descenso hacia la singularidad se iniciaría también antes que la de la estrella. Esto daría tiempo a que la singularidad se neutralice antes de ingerirlo, creemos que con eso su caída también se va a detener."
"Aún así," insistió Belinda, "El Sol ya habría comenzado a caer, como usted dice Prof. Quispe, y los demás planetas, incluyendo el nuestro, se verían enormemente afectados por su cambio de trayectoria."
"De nuevo usted tiene razón, Srta. Alegre. Pero otra vez debemos tratar de dejar de pensar bajo nuestros parámetros. Como dije antes, lo que a Delik le parecerían ser unos cuantos minutos, para nosotros serían milenios. Mi esperanza es que, para cuando llegue el momento en nuestro tiempo de no recibir la radiación solar ni ser afectados por su gravedad y que ocurra el inevitable desbalance de nuestro sistema, la humanidad haya adquirido el conocimiento necesario para encarar y resolver el problema."
"En pocas palabras," continuó su interlocutora, "solo estaríamos ganando tiempo."
"Sí, mas un período que sería, según mis primeros cálculos, como mínimo rodeando los tres milenios y seis siglos ."
"¿Y si sus cálculos son erróneos?" prosiguió ella.
"No tengo una buena respuesta para esa pregunta, Srta. Alegre, pero le aseguro que si tuviera alguna mejor alternativa, ya la habría planteado."
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