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Intento 26

El cuarto de hotel de Samir parecía más bien un departamento. Todo hacía sospechar, que la Momia le adjudicó una de las suites principales de un lujo como de película. A él no le provocaba ninguna gracia que le hubieran dado esta habitación, se hallaba seguro de que no era lo que asignaban a los empleados temporales del NatuArenas, de que la Momia lo había hecho como un favor especial solo porque él era un estudiante del Einstein. 

Un tanto malhumorado, decidió ir a caminar un rato por la playa y los alrededores del hotel, para aprovechar lo que quedaba de la tarde antes de iniciar el trabajo al día siguiente. Bajó en el ascensor, pasó por el salón de recepción y vio que el administrador charlaba con alguien. Debido a eso, aceleró a fin de escabullirse antes que el Sr. Resoto se percatara de su presencia y le metiera conversación. Al cruzar la puerta de salida, en su apuro, no se dio cuenta de que en ese momento otro muchacho entraba. Como resultado se dieron un topetazo e hicieron volar por los aires el librel que tenía en las manos la persona que ingresaba.

"Perdón, no te vi," se disculpó Samir, en tanto que se apresuraba a ayudarlo a recoger las piezas del aparato que se habían desensamblado debido al golpe de la caída.

"No es un problema," afirmó el chico en tono jovial mientras recibía las partes que el causante del accidente había recogido. "Yo tampoco te vi porque estaba revisando mis documentos en mi librel. Me han contratado para trabajar por el verano en la cocina del restaurante principal," añadió muy entusiasmado.

"¿En la cocina del restaurante principal? ¿Con el chef Vora?"

"Sí. ¿Cómo sabías el nombre del chef?"

"No lo vas a creer, pero yo también estoy acá por un trabajo de verano y es en el mismo sitio. Me llamo Samir Hafar."

"Vas a trabajar en el mismo restaurante, ¡qué loco! Yo soy Yurik Strogo..., Strogonovich," repuso quien exhibía una maraña de pelo ondulado de color anaranjado fuego, ojos marrones, nariz recta y una boca que parecía tener una sonrisa bonachona permanente. Luego alargó la mano en forma de saludo.

El otro no se sorprendió que se atragantara con su nombre, Con un apellido así, yo igual tendría problemas en pronunciarlo, se dijo. Él imitó el gesto y estrechó la manaza que provenía de alguien como de su edad y altura, aunque mucho más corpulento; sin ser gordo, el recien llegado daba la impresión de un oso. Se diría que se dejaba crecer la barba y el bigote y que en unos cuantos días cumpliría su cometido, ya que era una de esas personas destinadas a poseer pelos por todos lados.

El muchacho aficionado a la escalada notó que el pelirrojo tenía dificultad en re-ensamblar su librel,

"¿Te ayudo?" le ofreció.

"Gracias," respondió el chico, entregando las piezas a su interlocutor que volvió a armarlo en un dos por tres. Él notó que era un modelo antiquísimo, de esos que casi ya no se ven. En realidad, iba bien con su compañero porque estaba vestido, asimismo, con ropas fuera de la actualidad. No era que Samir se fijara en la moda, sin embargo, era evidente que Yurik portaba prendas de segunda mano en un estado bastante usado y rehusado.

Prendieron el librel con la idea de ver si funcionaba bien, este mostró una pantalla en blanco con unos puntitos que caminaban en fila de un lado a otro.

"¡Oh no!" exclamó el dueño del dispositivo. "Esto sí que es un problema, ¿cómo voy a presentar mis documentos de identidad para el trabajo?"

"No te preocupes, yo te lo arreglo. Vamos a mi cuarto, allí tengo un pequeño chip que uso para mi librel. Si se lo pongo al tuyo y escribo un programa, no solo va a quedar como nuevo, sino que podrás recuperar tus documentos. Si quieres, puedo pasarte cosas del mío y las adapto al tuyo para que tenga una mayor capacidad y programas más avanzados."

"¿De veras? Yo no sé mucho de libreles, pero he escuchado decir que son un equipo súper complicado y que es dificilísimo escribir sus programas, que solo expertos, de esos recontra-ultra inteligentes, pueden trabajar en eso."

"No, no," se apresuró a refutar Samir. "No te creas todo lo que escuchas. Es una cosa simple, yo te lo arreglo en un ratito. ¿Quieres?"

"¿Estás seguro de que puedes y que no lo vas a malograr más? Aunque la verdad, ya más malogrado no puede estar..."

"Entonces, vamos," terminó diciendo el de ojos verdes y Yurik, siempre sonriente, lo siguió.

Una vez adentro del hotel, el interesado en agujeros negros no pudo dejar de notar como su compañero miraba el entorno con la boca abierta. Incluso cuando estuvieron en el ascensor, él no dejaba de observar los botones con los que se escoge el número de piso y las paredes de marcos dorados.

"¡No me digas que son de oro!" exclamó.

"Por supuesto que no."

"Es que acá todo es tan de lujo que no me sorprendería que lo fueran."

Por fin entraron al cuarto de Samir. El otro muchacho seguía inspeccionando cada detalle anonadado, tocando los tapices de los muebles y la tela de las cortinas, atisbando por las ventanas.

"¿Puedo ver el baño?" inquirió, "no te preocupes, no lo voy a usar, solo quiero verlo."

"¡Claro! Pasa," invitó su anfitrión, mientras se ocupaba del librel malogrado.

"¡Guau!" expresó Yurik al regresar. "Esto sí que es..., es..., no sé cómo llamarlo, ¡es increíblemente yaba!"

"¿Yaba?"

"Sí, yaba. Significa súper, buenazo, lindísimo, lo máximo," indicó el robusto joven, sin dejar de contemplar la habitación maravillado.

"Jamás he escuchado esa palabra," comentó Samir, aún concentrado en reparar el librel.

"De hecho que no. La usamos en mi familia y fue creada por mi hermana menor. Cuando ella era una bebé, cada vez que le gustaba algo le decía yaba, de allí mis padres y yo tomamos la costumbre de llamar yaba a cosas..., ya sabes, súper."

"Ah, entiendo. ¿Y tu hermana todavía usa esa palabra?"

"No." Y si el dueño de la recámara hubiera desviado la mirada del librel que arreglaba, habría visto que por primera ocasión su compañero dejó de sonreír. "Mi hermana murió muy chiquilla," terminó diciendo con una voz que hizo dar escalofríos a su oyente.

"Lo siento," repuso él, sintiéndose incómodo de haber preguntado.

"Ya pasó. Siempre está con nosotros igual, porque ella era yaba," añadió Yurik volviendo a sonreír.

"Listo. Ya funciona" anunció Samir y le dio el librel.

"Yaba, ¡está como nuevo! Muchísimas gracias. Ahora solo tengo que buscar al administrador del hotel o al chef Vora para saber qué debo hacer y dónde me voy a quedar. El administrador me mandó decir que no hay sitio acá para mí, y creo que el chef ha arreglado que me den un cuarto en un hospedaje en Analucía. No va a ser como el tuyo, pero estará bien."

"Yurik, se me ha ocurrido una idea, ¿qué te parece si tú te quedas con mi cuarto, con este cuarto, y yo me voy al que vas a tener en Analucía? La verdad es que se me hace demasiado grande y me siento incómodo aquí."

"¿Estás seguro? ¿De veras no quieres quedarte en este cuartazo?"

"Segurísimo, me harías un gran favor."

Y Samir era sincero porque se iba a sentir fastidiado en extremo viviendo en el hotel, procurando escaparse de las adulaciones y trato preferencial del administrador. Iba a estar a salvo mientras trabajaba en la cocina, ya que Mandi y Liu le habían dicho que la Momia evitaba ir allí, pero ¿y después qué? Además, quedarse en Analucía resultaba muchísimo mejor en relación a ser parte parte de la gente normal, en vez de residir en un centro vacacional. Por otro lado, su nuevo conocido se mostraba  extasiado con la habitación, un lugar que el chico Hafar no dudaba era de ensueño para él, puesto que todo indicaba que provenía de una familia de recursos económicos muy bajos. Y la Momia recibiría una lección, visto que era claro que no quería que Yurik se quedara en el hotel; no por carencia de espacio, sino porque era evidente que no tenía dinero, una imagen que el Sr. Resoto deseaba evitar fuera percibida por los huéspedes del NatuArenas a toda costa.

Samir agarró sus cosas que aún no había acomodado en la suite y, al reparar en la hora, sugirió:

"El chef Vora va a estar en la recepción del hotel en cinco minutos. ¿Por qué no vamos allá, te presentas con él y le decimos del cambio de cuartos?"

"Yaba," aceptó su interlocutor, y ambos emprendieron el camino a la recepción de hotel.

Allí el muchacho de Lobla vio a Mandi y Liu que conversaban animadas sentadas en un sofá, hacia ellas se dirigieron.

"¡Hola!" saludó la segunda al notar a Samir, "¿te pudiste librar de la Momia?"

"Sí, y la verdad es que es insoportable," apuntó él. "Este es Yurik y..."

"¿Yurik? ¿Yurik Strogonovich?" interrumpió la otra joven.

"Sí, ese soy yo," contestó el aludido. "¿Cómo sabes mi nombre?"

"Eeeh...," murmuró la bajita en tanto que pensaba en una buena respuesta.

"Es que ella es la hija del chef Vora," intervino la chica de ojos almendra. "Mas que seguro que él le contó que venías hoy."

"¡Ah sí! Eso es," señaló su amiga en tono de alivio. "Yo soy Mandi y ella es Liu. Las dos trabajamos en la cocina durante el verano, así que vamos a trabajar contigo también."

"Ah, ya," repuso Yurik con amplia sonrisa. "Pero, ¿de qué momia estaban hablando?"

"¡Ah!" dijo riéndose la joven Suon, "es el apodo que tiene el Sr. Resoto, el administrador. Cuando lo veas te vas a dar cuenta por qué."

"Ahí viene mi papá," anunció Mandi.

"Hola," saludó el arribado. "Me demoré un poco más de lo pensado, pero ya podemos irnos."

El pelirrojo notó que lo miró como preguntándose quien era él, así que decidió que era el momento indicado para presentarse:

"Buenas tardes, chef Vora. Yo soy Yurik Strogo..., Strogo...,"

"novich," terminó su compañero.

"¿Yurik Strogonovich?" Exclamó el que acababa de llegar con la misma sorpresa que tuvo su hija al verlo. "¡Pero si te esperábamos mañana en la noche, no hoy!"

"Sí, lo sé. La cosa es que hubo cambio de planes porque adelantaron por un día el intercambio de entrenamiento del personal, así que tuve que salir antes," explicó el muchacho, y Samir notó que este había disminuido el volumen de habla, como para que solo el chef escuchara.

"Entiendo, entiendo," afirmó Naresh en forma pensativa. "Lo importante es que por fin ya estés acá con nosotros. Espero no hayas tenido problemas durante tu viaje."

"La operación..., eeeh... El viaje fue tal cual planeado, sin ningún problema."

"Me alegra mucho, ya me contarás todos los detalles cuando estemos en Analucía," añadió el adulto del grupo de manera jovial, no obstante, el joven interesado en astrofísica también detectó  una fracción de alivio en su voz.

"Hablando de Analucía," intervino él, "¿sería posible que fuera yo quien tome el cuarto de hospedaje por allá? Yurik y yo hemos conversado, y él está de acuerdo en quedarse en la habitación que me han dado en el NatuArenas. Y yo preferiría mil veces pasar mi verano viviendo en Analucía, en vez de por acá."

El chef Vora miró a Samir con atención y comprendió que su pedido encerraba escaparse del acoso del administrador, junto con la gran probabilidad de que a este último se le fuera la lengua y lo utilizara como a alguien a exhibir, alardeando que el NatuArenas empleaba a gente del Einstein. Al vivir en Analucía, el chico disminuía con creces esa posibilidad. Antes que contestara, su hija se le adelantó con la respuesta, exclamando entusiasmada:

"Me parece una idea excelente, papá. Sería un gran golpe que Yurik viviera acá en el NatuArenas, ¿no crees? Nadie lo va a buscar bajo las narices de..."

"¡Mandi!" interrumpió él en tono autoritario.

Ella paró de hablar en seco, entendió que su padre evitó que cometiera una indiscreción. El chef volvió a sonreír de inmediato y agregó:

"Tienes razón, hija, es una buenísima idea. Yurik, entonces, ¿esto está bien contigo? ¿Sabes cuál habitación le han dado a Samir?"

"Sí, venimos de allí, ya dejé mis cosas. Es una suite increíble."

"Perfecto, entonces estamos todos organizados. Recuerda que el trabajo en la cocina se inicia a las siete y media de la mañana. No se preocupen de reportarlo con el Sr. Resoto, yo le informo acerca del cambio. Ya mañana nos daremos un momento para que me cuentes sobre tu viaje." Y dirigiéndose al resto, "Nosotros mejor nos vamos moviendo antes de que se nos haga más tarde. Tu mamá, Mandi, debe estar contando los minutos para verte."

El director de los restaurantes y los demás se fueron, mientras que el muchacho pelirrojo decidió ir a descansar y disfrutar de la suite donde transurriría el verano. En el camino al auto de la familia Vora, Samir se preguntaba por qué tanto afán del chef a que Yurik le conversara acerca de su viaje al NatuArenas. No tuvo mucho tiempo para pensar en eso; una vez instalados en el vehículo, las dos chicas iniciaron a explicarle acerca del trabajo en la cocina y las otras personas que estarían con ellos. Él notó con claridad, que a su ex-vecina de vuelo le brillaron los ojos cuando le habló de un tal Lasalo. El trayecto de veinte minutos hacia el pueblo pareció solo de cinco a causa de la animada charla.

"Bienvenido a Analucía, Samir," dijo el conductor del auto. "Vamos a detenernos primero en mi casa para dejar a Mandi y de paso conoces donde vivo por si necesitas algo. Te vas a quedar en La Familia, un albergue que está casi al frente de nuestra casa. La mamá de Liu es la dueña, así que ella te puede acompañar, ¿te parece?"

Se estacionaron en la entrada de una vivienda de color anaranjado pálido, con puerta y marcos de ventanas amarillos y adornada con canastos de flores; toda una explosión de colores sin mucha organización. Aquello hizo sentir incómodo al alumno del Einstein, sin embargo, al mirar a su alrededor, concluyó que iba muy bien porque el resto de las casas mostraban el mismo principio de arco iris revuelto, dando una armonía de confusión. Por lo menos es una constante dentro de este salpicado de tonalidades, pensó, y eso lo tranquilizó.

Ni bien abrieron las puertas del auto, Samir pudo oír un bebé (¿o serían dos?) que lloraba, alguien que reía y un ¡Mamá, mamá, mamá...! en tono de pedir. Cuando el chef entró y dio paso a los demás, el joven de Lobla se encontró con un espectáculo que jamás había visto antes en su vida: juguetes de niños desperdigados por doquier; unos cuantos libros abiertos aquí y allá (cosa rara eso de libros, pero aún había padres que los preferían a usar libreles a pesar del costo); un vaso, de esos de bebés con tapa, todavía con residuos de jugo olvidado en un rincón; dos niños, cerca de la misma edad, que se correteaban; un tercero tirado en el piso dedicado a dibujar con los lápices de colores desparramados; y por último, en el centro de todo, una mujer pequeña, esbelta, de pelo corto oscuro y ojos del mismo matiz que cargaba en un brazo a un bebé y movía una silla balanceadora con su mano libre, dentro de la cual había otro bebé idéntico. Ambos lloraban a pleno pulmón, en tanto que un infante más le jalaba la manga para llamar su atención.

"¡Mandolina!" exclamó la mujer con una gran sonrisa y se fue a abrazar a la aludida, que también se acercó a ella y le dio un beso.

"¿Mandolina?" susurró Samir a Liu.

"Sí, Mandi es por Mandolina. Los que están corriendo son Piano y Timbal, el que está dibujando es Oboe y al lado de la mamá de Mandi tienes a Clarinete. Trombón no está, te apuesto que anda en mi casa con mi hermana Kim. Los gemelos son Viola y Violoncelo."

La chica Suon notó que el muchacho la miraba con cara de no saber si ella le había hablado en serio o le había tomado el pelo, así que le explicó:

"Lo que pasa es que la mamá de Mandi, antes de mudarse a Analucía, tocaba en una orquesta filarmónica. Acá, como te imaginarás, no tenemos ninguna orquesta de ese tipo. Creo que por eso le puso a sus hijos nombres de instrumentos musicales, un poco como para acordarse de lo que hacía antes. Como tienen esos nombres raros, ellos mismos se los han acortado para que no los fastidien. Si los llamas por sus nombres cortos, como Obo a Oboe o Tim a Timbal, no suena tan mal, ¿no? ¡Ah! Y te advierto, que ni se te ocurra llamar Mandolina a Mandi en ningún momento, ¡que te cuelga patas arriba!" terminó riéndose Liu.

"Estoy seguro que es capaz de eso," repuso riéndose él de igual modo.

De pronto, una pelota le topó los pies y un niño de como tres años se la pidió:

"¿Belota po favo?"

En ese segundo, la madre de la casa  se percató de los otros dos que se hallaban en la entrada de su hogar.

"¡Hola, Liu! No te quedes allí. ¿Quieres tomar algo? Ya sabes dónde está la cocina, sírvete lo que encuentres en la refrigeradora."

"No, gracias, señora Vora, estoy bien."

"Yurusalem," intervino el chef, "este es Samir, ¿te acuerdas que te conté que venía un chico de Lobla a trabajar durante verano? Él se encontró con Yurik, que llegó hoy." Por un instante, al recién presentado le pareció advertir una nota de confusión en los ojos de la apelada. Su esposo continuó, "Y decidieron juntos que Samir vaya a hospedarse en La Familia en vez, mientras que Yurik se va a quedar en el NatuArenas," y bajando la voz, "ya te explico bien después."

"Hola, Samir, mucho gusto en conocerte," saludó la madre de la tribu de niños con una sonrisa. "Si quieres te puedes quedar a cenar esta noche con nosotros."

El aludido, viendo que no era el momento más apropiado para aceptar una invitación, respondió,

"Muchas gracias, pero estoy súper cansado."

"Claro, debes sentirte muerto luego de ese largo viaje, ya no debes de ver la hora de estar en tu cuarto y tomar un buen reposo." Y mirando a su hija, "Mandi, estás regia, por lo que veo todo salió bien en el..."

Mas la señora Vora no terminó la frase al reconocer en la expresión de su chica que se apresuraba un nuevo ataque de tos. "Pero tú también debes estar agotada, ya me contarás más tarde."

"Bueno, mejor nos vamos," intervino Liu. "¿Nos vemos mañana a las seis en el paradero de autobús, Mandi?"

"Sí," confirmó su amiga. "No sé cómo voy a hacer para levantarme, pero no puedo faltar a mi primer día de trabajo. Chau, Samir, nos vemos mañana también a las seis," y le dirigió una linda sonrisa, lo que alegró sobremanera al muchacho porque, con ese gesto, le decía que su actitud defensiva había terminado y que era aceptado.

******

El estudiante del Einstein se encontraba en su habitación después de registrarse y conversar un rato con la propietaria del establecimiento; enseguida, conocer a Kim que, como predijo Liu, jugaba con Trom (Trombón) y, por último, comer una cena deliciosa acompañado de las dos hermanas. Se hallaba muy contento con la elección de quedarse en La Familia, las mujeres Suon eran de lo más simpáticas. Kim le contó que su padre había fallecido cuando ella era un bebé, su mamá vendió el negocio que él tenía y con eso podían mantenerse sin problemas el resto de sus vidas. No obstante, su madre quería hacer algo por sí misma, así que se le ocurrió renovar la casa y convertirla en un albergue. El nuevo huésped opinaba que la señora Suon había realizado un buen trabajo; su cuarto no era grande, pero le acomodaba a la perfección, se sentía mucho más a gusto acá que en la inmensa suite del NatuArenas. Lo mejor era que se encontraba limpia y ordenada forma impecable. 

Samir organizó y guardó sus cosas hasta hallarse satisfecho con su trabajo. Dio un gran suspiro de alivio al pensar que no pasaría el verano en un lugar como el de los Vora; si bien era evidente que se veían felices, él no podría soportar vivir en un sitio así. Recordándolos, se cuestionó acerca de la hija del chef: era la única rubia de la familia, cada uno de sus hermanos era o de piel oscura como el papá o, por lo menos, de cabellos negruzcos. Bueno, pero qué tanto se admiraba, él conocía bien que habían genes regresivos, que daban características a tus hijos de antepasados que ni sabías que habían existido. Otro hecho que lo intrigaba era que Mandi había entrado al avión en silla de ruedas, mas en ningún momento volvió a utilizarla ni tampoco pareciera necesitarla. Le preguntaría a Liu sobre eso, por el instante tenía que dormir si quería estar listo a las seis de la mañana para tomar el autobús con sus nuevas amigas. Nuevas amigas, vaya, eso sí que era un cambio de no creer. ¡Qué maravilla que nadie supiera de cuál madita escuela venía! Dando un último vistazo a su cuarto a fin de cerciorarse que todo se hallaba ubicado donde debía estar, cerró los ojos y se quedó dormido de inmediato.


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