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Intento 22

 "Y me imagino, mis pequeñas lagartijas, que saben qué encontré adentro de la caja, ¿verdad?" inquirió Esteban sin esperar que los animalitos le respondieran.

"¡Correcto!" exclamó. "El embudo de sordos, aunque ahora que sé su nombre real mejor lo uso: el otofix. Se hallaba bien protegido en una hendidura con su forma exacta. El interior de la caja también estaba hecho de un material de lo más extraño porque a primera vista parecía muy resistente y sólido, sin embargo, cuando pasé la mano por encima de él era suave y blando, ideal para proteger cualquier cosa. Saqué el otofix y le di varias vueltas con la idea observar cada detalle, pero no comprendí de qué se trataba. Aparte de ese objeto, no había nada más adentro, por lo que, en vez de obtener algún tipo de explicación del misterio, solo tenía más preguntas. En ese momento recordé que mi tío me había dado dos llaves: una para abrir la caja y otra...

"Lo que debía hacer era obvio: ir al banco en Nervisae y ver qué cosa mi mamá había puesto allá para mí. Agarré mi librel e hice mi reserva de vuelo, lo cual fue toda una hazaña porque el único modo de alcanzar mi destino desde Gergis era mediante tres conexiones de avión. Ello significaba salir ese día en la tarde y llegar al día siguiente. Luego, mandé un corto mensaje a Isabel, todavía me acuerdo lo que le escribí:

Parto esta tarde para Nervisae, espero estar de regreso en casa pasado mañana. No me llames que salgo con mi tío ahorita y después él me lleva al aeropuerto. No te preocupes, estoy bien. Te cuento cuando nos veamos.

"No fue el mensaje más romántico del mundo, ¿verdad? Pero aún no quería darle explicaciones antes de que yo mismo entendiera la situación. 

Pasé una buenísima mañana con mi tío Diego, conversando de muchas cosas; ninguno de los dos tocó el tema de la caja, el mensaje o la misión. No tenía sentido hacerlo porque yo no le iba a decir nada de lo poco más que sabía y él, conociéndome bien, juzgó que sería una pérdida de tiempo preguntarme sobre eso. Almorzamos juntos, salimos a caminar un rato y después me llevó a tomar el avión. Mientras esperaba el vuelo verifiqué la entrada de mensajes mi librel, ya que había escuchado el ruidito de llegada de por lo menos uno. Tenía razón. Era de Isabel:

Sin problemas en la oficina, se comieron el cuento del accidente. Espero te vaya bien bien con tu tío. De todas formas, me hubiera gustado que me llames para hablar un rato... ¡¿Y a qué rayos te estás yendo a Nervisae???!!!

"Como siempre, Isabel no solo decía lo que pensaba, ella lo lanzaba.

"Por fin llegué al aeropuerto de Nervisae, tras un viaje matador de dieciocho horas. A pesar de estar con el cerebro a lo zombi, decidí tomar un taxi e ir de frente al banco. La fachada del edificio era tal cual la recordaba: blanca, con grandes ventanas y dos columnas impresionantes que enmarcaban la entrada principal donde transitaban numerosas personas con expresiones apuradas; yo era una de ellas. Una vez adentro, fui recibido por un piso de mármol y paredes adornadas con pinturas clásicas, que contrastaban con la modernidad de los mostradores de atención a la clientela. Con un rápido vistazo, ubiqué el cartel que parpadeaba Información en innumerables idiomas. Debajo se encontraba una joven con la típica sonrisa de bienvenido, ¿en qué puedo servirle? y hacia ella me dirigí. Le dije que había venido para revisar el contenido de mi caja de seguridad.

"Como no, señorTochigi, me respondió. Tomó el comunicador interno y llamó a la persona responsable. Al poco tiempo, un hombre de unos cincuenta y pico años, de físico delgado y con la misma sonrisa de acogida al cliente, me invitó a que lo acompañara. Atravesamos por una puerta tan mimetizada con la pared, que a duras penas se notaba que estaba allí. Resultó ser un ascensor, el cual nos llevó sin detenerse a lo que supuse era la oficina de este señor. Me sorprendió un tanto no advertir ninguna cámara ni guardia de seguridad; a pesar de ello, tenía la extraña sensación de que mi movimiento era observado al detalle.

"La oficina en que me encontraba era del tipo elegante-eficiente, ni muy grande ni muy pequeña, lo que uno definiría como confortable. El encargado se dirigió a su mesa de escritorio y me invitó a sentarme en la silla que se encontraba al frente de él, por supuesto era una ergonómica, diseñada para sostener la espalda del buen modo.

"Entonces, señor Tochigi, usted desea ver su caja de seguridad. No hay ningún problema, solo tenemos que verificar unos detalles, ya sabe, la protección antes que nada. No se preocupe, no llevará más que unos pocos minutos." El agente miró de reojo su pantalla personal. "Perfecto, es claro que usted se encuentra en la lista de los poseen una de nuestras cajas," indicó.

"Asumí que alguien había revisado eso mientras estábamos en rumbo a su oficina y le mandó el mensaje a su pantalla personal. Otra vez me sorprendí cómo mi madre había planeado todo con tanto anticipo, ella no tenía la más mínima intención de regresar al banco a ver o recoger lo que dejó en la dichosa caja, ya que la había puesto a mi nombre, no al suyo. Eso era posible de hacer; solo se debía llevar una cosa de esa persona que tuviera su ADN de tal manera que, cuando viniera, se podía comprobar que fuera quién decía ser. Mi mamá debió haber traído un cabello mío o algo así.

"Ahora, si me permite, tenemos que constatar su identidad," continuó explicando el empleado. "No es que dudemos de su palabra," se apresuró en agregar, "como usted comprenderá, es una importante rutina de seguridad que beneficia tanto a nuestra institución como a nuestros clientes."  Y utilizando la sonrisa de bienvenida de nuevo: "¿Sería tan amable de colocar su mano encima de acá?"

"El lugar que me señalaba era un monitor verificador de ADN, un aparato muy complicado que no suele verse fuera de laboratorios especializados. Obedecí y puse mi mano encima de lo que, a simple vista, parecía ser un libro dejado olvidado en el escritorio, imagino hecho así para no amedrentar a los clientes. 

El encargado estaba en lo cierto, no llevó nada de tiempo que se prendiera una lucecita verde a un costado del monitor.

"Perfecto," volvió a repetir. "En tal caso, señor Tochigi, lo único que me queda es solicitarle que me muestre su tarjeta clave."

"Hice de vuelta lo que me pidió y le di mi tarjeta. Él la introdujo en la ranura de un pequeño cofre colocado al costado de su pantalla personal, miró el resultado y anunció por tercera vez:

"Perfecto. Me imagino que desea ver su caja de seguridad en estos momentos, ¿no es así?"

"Sí," confirmé.

"Entonces, le voy a pedir que tenga la amabilidad de acompañarme a la bóveda del banco."

"Y diciendo esto me devolvió mi tarjeta, se levantó y nos encaminamos al ascensor. El elevador descendió unos cuantos pisos y abrió sus puertas para dar paso a otra, que solo nos dejó ingresar cuando un nuevo monitor de ADN aprobó la identidad de mi guía. Resultó que era el acceso a un segundo ascensor, el que descendió varios pisos también, no sé cuántos, pero debemos haber terminado muchos metros bajo tierra porque el recorrido duró unos minutos más de lo que me hubiera esperado. 

Entramos a un cuarto desnudo de cuatro paredes blancas con una abertura, mientras la sensación de ser observado aún me perseguía.

"Ya casi llegamos," apuntó mi guía. "Yo me quedo acá. Al tomar esa entrada, usted se hallará dentro de la bóveda que alberga las cajas de seguridad. La suya es el número 389LM. Para encontrarla necesitará esto," y metiendo la mano al bolsillo de su terno, sacó un SPL.

"SPL es lo mismo que un SPG y ¿qué es un SPG? Son las iniciales de Sistema de Posicionamiento Global, es lo que los humanos hemos inventado para no perdernos. Está conformado por una pequeña pantalla que indica dónde se encuentra uno a través de un mapa. Su limitación es que funciona en el exterior nomás. Entonces, a alguien se le ocurrió crear el SPL, que son las iniciales del Sistema de Posicionamiento Local. El SPL sí puede operar en interiores, por lo que es muy utilizado en grandes edificios, museos, cruceros, bibliotecas y, en este caso, la bóveda del Banco de Nervisae. 

 El agente me lo dio y me dijo:

"Perfecto. Apenas ingrese y se cierre esta puerta detrás de usted, el SPL entrará en marcha. Solo tiene que seguir las direcciones en el mapa porque ya está programado para llevarlo a su caja de seguridad. Después que la abra, podrá ver con tranquilidad su contenido en la habitación que el SPL le indicará. Cuando haya terminado, le recomiendo utilizar también el SPL para encontrar este lugar donde estamos. Una vez allí, párese al frente de la puerta y nosotros sabremos que se halla listo para salir. Yo u otra persona del Banco vendremos a recogerlo. ¿Alguna pregunta?"

"Ninguna, gracias. Todo está perfectamente claro," contesté, y me di cuenta de pronto, de que el adjetivo de perfecto usado por mi guía se me había pegado.

"El empleado bancario puso su mano en un monitor colocado al lado de la puerta para la bóveda, esta se abrió de inmediato y entré. Casi ni me percaté de que el acceso se sellaba a mis espaldas porque me quedé boquiabierto al notar lo que me recibió: paredes y más paredes, con puertecillas de diversos tamaños con sus números de identificación en letras negras. Estos cambiaban de manera continua, ya que cada uno correspondía a la forma de los diferentes tipos de escritura. Es que no todos los idiomas que los humanos utilizan usan el mismo estilo de representación, ¿sabían eso mis pequeñas compañeras? Me imagino que si ustedes tuvieran una escritura, sería diferente y única, ¿verdad? Me pregunto, si tuvieran un idioma, si variaría de una especie de lagartija a otra.

"Pero regresando a la bóveda, como les decía, era algo fuera de este mundo; corredores de paredes tal cual laberintos, todas del mismo color gris, sin ventanas por supuesto, junto con una iluminación artificial tenue, pero clara. No era de sorprenderse, entonces, que me hubieran dado un SPL para no perderme. Bajé la mirada y vi que ya estaba en funcionamiento, seguí las direcciones y al poco tiempo me encontré frente a mi caja de seguridad.

"Tenía una portezuela del modelo pequeño. Utilicé la tarjeta clave y la abrí. En su interior solo había un envoltorio de color anaranjado. Como me aconsejaron, usé de nuevo el SPL para ir al cuarto que me indicaba y así ver con tranquilidad su contenido. La puerta gris de la habitación, al notar mi presencia, me habló, pidiéndome que pusiera mi mano en el detector de ADN. Yo obedecí y me dejó entrar.

"El lugar al que ingresé también era de color gris, lo mismo que sus paredes, techo y piso; en el centro se hallaban una mesa y una silla. Sin perder ni un segundo, me senté y abrí lo que cargaba. Encontré otro sobre, el que tenía escrito con la letra de mi madre: Esteban. A diferencia del anterior, estaba sellado. Lo abrí con facilidad y saqué la carta que mi mamá me dejó. La llevo conmigo ahora."

El científico miró su reloj, las cinco y quince. Según su SPG, no debería estar muy lejos de la motocicleta, una hora y media más o menos. Resolvió que ya le tocaba tomarse un descansito y comer algo. Era la época del año en que los días eran largos en esa región, la luz duraba hasta tarde, así que no había riesgo que caminara en la oscuridad antes de llegar a su vehículo donde planeaba pasar la noche. Una roca con una forma aplanada se encontraba cerca y allí se acomodó. Sacó comida deshidratada y la vertió en su plato hondo. Puso adentro de la taza calentadora lo necesario de agua; al poco rato comenzó a hervir y la añadió a su alimento.

"Perfecto, como diría el encargado del banco. La verdad es que me muero de hambre."

El hijo de Mariana comió en silencio, sin apresurarse. A continuación limpió y guardó lo utilizado. No obstante, aún sentía que sus piernas necesitaban unos minutos extras de descanso.

"¿Quieren ver la carta que mi madre me dejó, lagartijas? Acá está. La guardo como oro porque es la única copia. Pensé transcribirla en mi librel, pero después del incidente decidí que no era una buena idea hacerlo. ¿Qué incidente? ¡Ah! No les he contado, ¿cierto? Ya pues, lo hago luego, primero vean la carta," y el viajero acercó el papel a su hombro derecho. "Como no creo que sepan leer, yo lo voy a hacer por ustedes:

"Esteban, te preguntarás qué es este enredo de hacerte venir hasta acá para que leas solo esto. Si lo estás haciendo ahora, es que algo me ha sucedido y no te he podido dar el Mensaje en persona. Antes que nada, es importantísimo que entiendas que lo que te escribo es la verdad. No es ninguna fantasía de mi imaginación ni de la imaginación de los portadores del Mensaje. Sé que no te puedo ofrecer ni una prueba concreta de que su contenido es cierto, pero créeme, lo es. Después de muchos años de duda, estoy convencida de su seriedad. He estudiado e investigado los indicios relacionados con la posición de las estrellas y todo concuerda. El tiempo está cerca y tú eres el Elegido. A ti no te tocará pasarlo como yo y mis antepasados hemos hecho a través de generaciones.

"El Mensaje fue recibido por primera vez tras la curación inexplicable de Carlamaría Asuela. En aquella época no se sabía qué enfermedad tenía; hemos deducido, por los síntomas que describe la historia, que seguro se trataba de un cáncer cervical ya muy avanzado. La tradición cuenta, que Carlamaría oyó el Mensaje durante la noche. Ella dormía en un cuarto sola, uno que se hallaba separado del resto de la casa para que descansara con tranquilidad y también por temor al contagio. De un momento a otro, se despertó sin motivo aparente y vio a una persona que la observaba desde la silla al costado de su cama. Ella, asustada, intentó levantarse, pero se encontraba demasiado débil. Trató de llamar a su esposo, mas algo se lo impedía, solo parecía ser capaz de escuchar con atención lo que el intruso le decía. Después, pudo dormir la noche completa, como hacía muchísimo que no lo lograba. Cuando al fin recobró la consciencia, y luego de acabar de desperezarse, experimentó una condición que le era extraña: ¡no sentía dolor! Se paró de la cama con sumo cuidado, disfrutando su cuerpo recuperado de fortaleza y energía. De inmediato, corrió a su casa para dar la noticia a su familia y dejarlos a todos maravillados. De pronto, se acordó lo que había sucedido durante la noche: la visita del extraño. Intentó recordar su cara o algún indicio que le mostrara de quién se trataba, pero no podía evocar nada, salvo el Mensaje que aún percibía vibrar dentro de su cabeza. Pidió conversar a solas con su hijo mayor, al que le contó lo ocurrido. Ante la prueba irrefutable de la cura de su madre, no dudó ni por un instante, que lo que ella le decía era cierto. Él igual tuvo que memorizar el Mensaje, ya que nadie en la familia sabía ni leer ni escribir. Y así fue que se inició la tradición de pasarlo en forma oral, tradición que ahora yo estoy rompiendo al escribírtelo. Este es como sigue:

"Los necesitamos para salvar mundos. Los descendientes de Carlamaría son los únicos capaces de hacerlo. Miren al firmamento cada cuatro órbitas que vuestro planeta dé alrededor de su estrella, creo que ustedes les llaman bisiestos a esos años. Al observarlo verán que un grupo de ellas, poco a poco, tomará la configuración de un octágono perfecto. A medida que la figura esté más completa, un vacío negro se irá acercando. No tengan miedo, es el renacer. El año en que las estrellas conformen el octágono perfecto, será el año de actuar. El descendiente, de ser mensajero, cambiará a ser el Elegido y deberá ir al Punto de Contacto en... usando nuestro presente para cumplir su misión. Pasen este mensaje y nuestro presente al descendiente mayor. En el caso de no haberlos, pásenlo a su hermano o hermana siguiente con descendientes. Recuerden: todo depende de ustedes y el Elegido para salvar nuestros mundos y el vuestro."

Asumo que una parte del presente del que habla el mensaje tú la tienes ahora; es lo que te dejé junto con la nota de ir a buscar a tu tío. La otra te llegará a su debido momento. Resulta que Carlamaría, al comunicárselo a su hijo mayor, cayó en la cuenta que  se mencionaba un regalo. Ambos fueron al cuarto donde ella dormía y se pusieron a buscar. No les debe haber tomado mucho tiempo, al parecer lo encontraron debajo de la cama. Generación tras generación hemos tratado de entender su y todavía no tenemos ninguna respuesta. Me imagino que tú, al ser el Elegido, descubrirás para qué sirven una vez que vayas al Punto de Contacto.

Notarás que he obviado en el Mensaje las coordenadas del Punto de Contacto. No sé si estoy paranoica o qué, pero me parece una información tan preciada e importante, que me da miedo ponerla acá en caso de que no seas tú, Esteban, quien esté leyendo esto. No te va a ser difícil encontrarlas, recuerda que son números y tú sabes qué hacer cuando tienes problemas con números.

Como te dije antes, he estado investigando la configuración de las estrellas y, en efecto, hay evidencia histórica de un grupo que está alineándose en forma octagonal. De acuerdo a mis cálculos, el evento debe ocurrir en el tercer año bisiesto después de que cumplas los dieciocho, durante el mes de enero.

No tengo más que agregar, salvo que no me gusta haberte dejado esta responsabilidad. Eres mi hijo, pero también eres el Elegido, estoy segura de que sea lo que fuera la Misión, tú la vas a poder cumplir. Recuerda el Mensaje: todo depende de ustedes y del Elegido para salvar nuestros mundos y el vuestro.

Un Beso,

Mamá

"Ya se imaginarán, lagartijas, que leí la carta como de diez veces para cerciorarme de que entendía todo bien. De alguna manera, lo que mi madre me reveló  no lo consideré ni extravagante ni de locura. Contra toda lógica me parecía, y aún me parece, cierto. Como si mi cerebro se estuviera despertando a una nueva realidad, mi nueva realidad: yo era, y soy, el Elegido.

"¿Por qué yo? No me pienso alguien especial. Es cierto que tonto no soy, incluso hay quienes  me ponen dentro de la categoría de genio. En lo personal, creo que eso es demasiado, si bien es verdad que encontré la cura del SIDA, esa enfermedad que les dije antes. Sucedió casi al inicio de mi carrera, luego de que muchos habían dedicado su vida entera a lograr ese objetivo. Gracias a ello, conté con esa montaña de información para mi trabajo, lo que fue una gran ventaja. En lo relacionado con mi físico, tampoco tengo cualidades supernaturales, aparte de ser ágil y encontrarme en buen estado. Igual que yo, hay muchísimos más.

"Después de cranear eso, he llegado a la conclusión de que el hecho de ser el Elegido no se basa en mí como persona, sino en la casualidad de haber nacido justo en el momento para cumplir la misión. Pero, qué sé yo por qué, siento la puedo llevar a cabo; todo mi ser grita que debo seguir adelante hasta cumplirla sin importar nada más. Cuán será de fuerte mi urgencia, que he dejado no solo mi vida atrás, sino a Isabel.

"Mientras leía esta nota de mi mamá en el cuarto de la  bóveda, me prometí hacer lo posible, y lo imposible, para cumplir con la misión. Calculé rápido el tiempo que me quedaba y caí en la cuenta que no era mucho: resulta que este año es uno bisiesto, el tercero pasados mis dieciocho y, el día que obtuve la carta ¡era principios de enero! Tenía que ir cuanto antes al Punto de Contacto, pero ¿cómo? Mejor dicho, ¿a dónde? 

"Necesitaba otro lugar para pensar, ese cuarto comenzaba a ser demasiado pequeño y hostil para mi gusto. Ya no había ningún motivo de permanecer allí, me tocaba ir a buscar un hotel tranquilo donde pasar el día y tratar de regresar lo antes posible a casa. Allá sería más fácil planificar lo que debería hacer.

"Obedecí las instrucciones del empleado del banco para salir, y en nada ya me hallé frente a la puerta con la carta bien guardada dentro del bolsillo de mi casaca. Recordé que la vez que estuvimos en Nervisae con mis padres nos hospedamos en un hotel alrededor de la zona. Busqué en mi librel albergues cerca y encontré uno.

"Hacía un bonito día y decidí que me haría muy bien tomar una caminata para mi destino. Poco después, sentí como que alguien monitoreaba mis movimientos, pero no le hice caso; pensé que era el residuo de la sensación de estar vigilado, aquella que tuve dentro del banco donde, fijo, el servicio de seguridad había seguido todo lo que yo hacía. Además, mis pensamientos todavía estaban concentrados en lo que acababa de descubrir, mi prioridad era averiguar la ubicación del Punto de Contacto. Mi madre había escrito que yo sabría a dónde ir porque encontraría con facilidad sus coordenadas, pero yo no tenía la más mínima idea de qué modo hacerlo. 

¿Saben lo que son coordenadas lagartijas? Los humanos hemos dividido el planeta en una especie de red cuadriculada, donde cada punto tiene lo que llamamos un par de coordenadas. Estas consisten de seis dígitos más una letra, algo como así: 14 08 19 N, 24 38 45 S. Ese tipo de números eran los debía encontrar. Entonces, en tanto que trataba de resolver ese problema, no escuché los pasos apurados de una persona que se acercaba por detrás.

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