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Intento 105


Enseguida de dejar a Mandi y Samir en el CTC, Tsi pensó llevar a Alex a visitar el parque central de Crunjick. Para llegar, decidieron tomar el movilizador superficial público o MoSuPu; no porque fuese una distancia muy grande que no pudieran recorrer a pie, sino para que él experimentara algo nuevo. Aquellos vehículos funcionaban con la misma lógica que los autobuses urbanos: siguiendo un horario pre-determinado, paraban en lugares específicos donde trepaban y descendían los pasajeros. Por afuera, el MoSuPu era exacto al movilizador de la familia del Inventor en tamaño y forma, la diferencia radicaba en que este no volaba, sino que se trasladaba a pocos centímetros por encima de la superficie. Otra variante residía en su interior, que no pareció agrandarse cuando ellos ingresaron ni cuando subieron o bajaron demás usuarios.

Desde el momento en que el humano cruzó su puerta, se encontró con un amplio espacio con asientos a lo largo de las ventanas y alrededor de pequeñas mesas redondas. Había también tres corredores un tanto amplios, en donde se hallaban personas caminando. Alexander se puso a calcular y le pareció que podrían entrar como cien sujetos sentados con comodidad, mas no distinguió ningún asidero o nada por el estilo por donde alguien pudiera agarrarse, en caso que no hubiera sitio y uno debiera permanecer parado.

"Vaya, hoy sí que está lleno," comentó Tsi.

"¿Te parece lleno esto? Pero si hay sitios para regalar."

La muchacha le sugirió que escogiera un lugar y él tomó dos butacas cerca de la ventana para poder ver afuera. Los pasajeros que estaban marchando en el corredor no bajaron, seguían yendo y viniendo de un lado a otro, algunos conversando entre ellos. Atisbando al exterior, el joven del chip observó más individuos andando, la misma imagen que cuando fueron al CTC. Algo en todo eso le parecía extraño, aparte claro está, de las casas multicolores del lugar, la diversidad de tonalidades de la piel de los je-morinos y las criaturas provenientes de los múltiples planetas que habían venido para las celebraciones. De pronto, un MoSuPu los rebasó, mas aquel no tenía el mismo color que el que ellos tomaron, ni siquiera tenía color en sí, en vez parecía que irradiaba una luz pálida por todos lados. El sonido que causó le pareció un tanto familiar. Cuando Alex lo notó, cayó en la cuenta de qué era lo que le parecía que faltaba,

"Tsi, solo veo varios MoSuPus y este raro que nos acaba de pasar, ¿no hay otros que la gente utilice?"

"¿Cómo qué otros?" replicó ella, confundida con la pregunta.

"Sí, otros que tan solo tú puedas manejar para ir donde quieras."

"¿Dentro del centro poblacional?"

"Sí. No tienen movilizadores... ¿cómo los llamas? Superficiales, ¿no? ¿No tienen movilizadores superficiales para ustedes nomás? Como para ir al CTC o ir al parque o dónde sea."

"Qué idea tan insólita... Si queremos ir a algún sitio dentro del centro poblacional, tan solo tenemos que caminar. Es lo que la mayoría hace; es mucho mejor que permaner sentado dentro de un transporte sin moverse, como si no fuéramos capaces de ir a un lugar por nosotros mismos. Para algo tenemos un cuerpo con dos piernas, ¿no? Aunque a veces, las distancias son muy largas y el tiempo es corto, así que cuando uno tiene apuro por alguna razón se toma el MoSuPu. Eso no significa que estés obligado a permanecer sentado durante todo el trayecto, los pasillos sirven para que uno pueda caminar y valerse de sus miembros igual. Crunjick es un centro poblacional pequeño, no mucha gente utiliza el MoSuPu; sin duda, con las celebraciones y todos los turistas, se ve que lo están usando más."

"¿Pero cómo hacen si, por ejemplo, salen a comprar algo grande y es mucho peso para cargarlo caminando? ¿O cuando van a comprar la comida para la semana?"

"Solo usas un carrito y listo. Al final del MoSuPu, detrás de esa puerta, hay espacio para dejarlos hasta que llegues a tu paradero." Y contemplando por la ventana Tsi agregó, "mira, precisamente allí anda alguien con uno."

Alex vio transitar a una persona empujando con facilidad una caja, la que tenía asida con una sola mano por un mango. Esta, al igual que el MoSuPu, avanzaba por encima de la superficie.

"Yaaaba," dijo.

En ese momento, de nuevo pasó uno de esos movilizadores luminosos.

"¿Y esos, qué son?" inquirió.

"Son los movilizadores superficiales de los agentes supervisores. Qué raro, es el segundo que vemos en pocos minutos y, que yo sepa, solo tenemos dos en Crunjick."

"Allá va otro," señaló su invitado. "¿Quiénes son esos supervisores?"

"Son..., a ver, como les dirían ustedes..., policías..., guardias de seguridad..., son como una mezcla de los dos. Trabajan para La Luz, sirviendo al público en general. Se los puede llamar cada vez que hay algún tipo de problema, que necesite a alguien para restablecer la paz y tranquilidad. También verifican que nadie cometa actos que vayan en contra de los Principios, actos cometidos en tal grado que afecte en forma negativa a otros individuos o a la sociedad. Son muy respetados por ser representantes de La Luz, pero a diferencia de los frodaleus, no tienden a inspirar un cierto temor, sino más bien una confianza amistosa. Cualquier persona, incluso un niño pequeño, se siente cómodo con ellos.

"Como Crunjick es un centro poblado chico, tenemos solo seis agentes supervisores que cuentan con dos movilizadores superficiales. Estoy segura que son seis porque todos los conocemos, siempre están por ahí, participando y ayudando en algo. Mas ahora que tú lo mencionas, he divisado una mayor cantidad caminando en la calle. Los puedes distinguir porque siempre llevan su piel de color pálido luminoso y su atuendo es un uniforme de enterizo de la misma tonalidad."

"Ya he visto varios de esos andando por acá. Pensé que era la moda," comentó Alexander.

"No. Ningún sujeto tiene derecho de vestirse como ellos para que no se confunda con los supervisores."

"Y me imagino, a nadie se le ocurre desobedecer eso."

"¿Por qué lo haríamos? No tendría sentido y traería problemas al que lo hiciera, ya que lo estarían llamando para hacer muchas tareas todo el tiempo. Los agentes son personas muy ocupadas; como en realidad pocas veces tienen que hacer su trabajo en sí, terminan ayudando en muchas cosas. Carecen de momentos de ocio ."

"Si tú lo dices, Tsi. Pero los que he visto, solo parecen estar dando vueltas, chequeando por todos lados o conversando con alguien."

"Es cierto... Es muy probable que hayan tantos porque tenemos numerosos visitantes por las celebraciones. En muchos mundos no existe la armonía que hay en el nuestro y no siempre se respetan los unos a los otros, suceden lo que ustedes llaman crímenes y otras abominaciones."

"Me vas a decir a mí..."

"Eso debe de ser, han mandado supervisores para mantener la tranquilidad."

"Pero si han trasladado a agentes extras para Crunjick, otros lugares se han quedado sin ellos, ¿no? Y siendo Crunjick un pueblo pequeño, me imagino habrán más visitantes en lugares más grandes. ¿No necesitarían aún más supervisores por allá? ¿Por qué movilizarlos hacia Crunjick?"

"Tiene lógica lo que dices, Alex," apuntó su interlocutora en forma pensativa. "Y no tengo respuesta para ello... Huy, ya llegamos. Acá debemos descender."

El par de paseantes bajaron del MoSuPu que los dejó en el parque mismo. Resultó ser un amplio terreno con dunas cruzadas por senderos. Estaba dividido en distintas zonas, y como ya era la hora del almuerzo, Tsi guió a su invitado al área de alimentación donde se localizaban mesas esparcidas por todos lados, muchas de ellas ya tomadas. El muchacho no pudo dejar de mirar con curiosidad a sus ocupantes, que no solo eran seres como su compañera (aunque ella es mucho más bonita y yaba, pensó él), sino provenientes de otros mundos. No todos ellos se encontraban sentados porque sus formas extrañas no parecían diseñadas para esa posición; y quien sabría si estaban comiendo o haciendo qué, ya que en algunos era difícil distinguir si tenían una boca para nada. Los seres que le llamaron más la atención eran unos que había reparado ya en la calle, a pesar de lo cual, no tenía seguridad si los había visto, imaginado o eran pura ilusión óptica. Acá, en la zona de alimentación, no se mostraban en movimiento, así que pudo advertirlos con mayor claridad. Claridad relativa, porque eran criaturas transparentes que se hallaban como flotando. Alex hubiera dicho, que no estaban hechos de materia sólida en lo absoluto. Fantasmas, fue la primera idea que se le cruzó al verlos y se preguntaba si tal vez estos seres serían aficionados a visitar su planeta a manera de pasatiempo.

Tras deambular por un rato, ubicaron una mesa vacía para dos en donde se acomodaron. Ellos habían cargado su propio refrigerio, que consistía en unas barras como las que 76 y 77 les habían dado. Para beber habían pozos de agua, de donde el público podía llenar sus botellas. Hacia un costado se situaban mesas más grandes con viandas que se podían comprar. La mayoría vendían las consabidas barras, no obstante, había una con otros productos diferentes. Después de almorzar su ración, Tsi condujo a su recién conocido a aquella mesa y le sugirió elegir alguna cosa. Ella le explicó que eran el equivalente a las frutas de su mundo, y que todas tenían un delicioso y refrescante sabor. El chico eligió una de forma tubular semejante a un pepino, mas del mismo matiz que el que lucía la piel de su acompañante hoy: púrpura claro. Ella cogió una parecida a una papa grande, pero toda envuelta en hojas, y le dijo luego que era su preferida.

El foráneo propuso seguir paseando mientras saboreaban su fruta, sin embargo, la nieta Fle le explicó que eso era algo que no se hacía, ellos acostumbraban a nutrirse en las zonas de alimentación de manera exclusiva; jamás se caminaba y comía al mismo tiempo, incluso el alienígena más ignorante sabía eso. Siendo así, regresaron a su mesa, que nadie había ocupado, para disponerse a disfrutar su postre. Cuando el muchacho pelirrojo estaba a punto de dar un buen mordisco al suyo, su nueva amiga levantó una mano para impedírselo,

"No, Alex, la fruta no es para comer con la boca, es para escuchar."

"¡¿Qué cosa?!"

"Mira, te enseño."

Tsi acercó su fruta a su oído. Aquella vibró por unos segundos, para enseguida desaparecer. Ella cerró los ojos y, al cabo de unos instantes, pronunció con un gran suspiro:

"Delicioooso. Yaba, estaba súper fresca."

El chico forastero no entendía nada, no obstante, decidió hacer lo mismo. Se acercó la fruta donde debería tener su oreja y, a su pesar, no ocurrió ni escuchó algo, salvo por la risa armoniosa y clara de su guía.

"No, Alex, No hagas eso. Tú tienes que ponértela en tu frente, los Crompelis escuchan por la frente."

"Pero yo no soy un Crompelis, soy un humano; como me veo es una ilusión, ¿no?"

"Es cierto, mas si quieres comer tu fruta, debes hacer como si fueras un Crompelis de verdad, si no, no va a funcionar."

"Está bien, está bien," replicó él en tono un tanto fastidiado porque sentía que la chica le había hablado como a un tonto. La sonrisa encantadora de ella lo desarmó y terminó sonriéndole él de retorno.

Siguiendo las instrucciones de su anfitriona, apoyó su fruta en la frente y pudo percibir con claridad que se puso a vibrar, tal cual había hecho la de Tsi. Sin pensarlo, los ojos del comensal se pusieron negros, dejó de ver y pasó solo a sentir, sobre todo a oír. Una música de sonidos intensos y hermosos lo llenó, dándole una sensación que jamás había experimentado antes. Cuando terminó, su mano se mostraba vacía, su boca lo saludaba fresca con un gusto un tanto dulzón, sin llegar a ser empalagoso, y su estómago le informaba que estaba satisfecho por completo.

Después de conversar un rato más en la mesa, se levantaron para mover los pies y recorrer el parque. Ambos no pudieron dejar de notar, que el lugar también estaba infestado de agentes supervisores, sin embargo, terminaron distrayéndose de su presencia porque tenían ojos solo el uno para el otro.

Alexander le preguntó cómo establecían el precio de los productos, ella sabía de eso no solo por el hecho de tener la tienda de ropa, sino porque era un principio que regía la vida de todos. El sistema no era complicado: había que pagar el costo del producto, en el cual se incluía un margen de ganancia para el productor, y a este costo se sumaba otro monto de beneficio para quien lo comerciara al público. Dicho porcentaje de lucro se fijaba de acuerdo al número de productos que se vendieran; cuanto más artículos uno expedía, el margen debía ser menor. No había ley que determinara cuánto debía ser la ganancia, solo los regía el fundamento que esta debía ser la cantidad suficiente para que uno pudiera adquirir lo que necesitara; ni más, ni menos. Ese fue un principio establecido por La Luz y todos los seguían, sobre todo porque era lógico bajo todo punto de vista:

"¿Para qué uno va a querer más de lo necesario?" había cuestionado la joven de piel violeta, cuando su nuevo amigo consultó si usaban a los supervisores para verificar que nadie hiciera trampas con su ganancia.

El humano inició, entonces, a explicar la situación de su lugar de origen y como existía una guerra tácita entre la gente de negocios para obtener los mayores beneficios posibles. Le contó acerca de las grandes compañías que no tenían escrúpulos para nada, que no les importaba las consecuencias de lo que hiciesen, con tal que el resultado significara más y más dinero para ellas. Él pasó a relatarle su historia, la que Tsi escuchó horrorizada sin interrumpir ni un segundo. Ella se hallaba familiarizada con a las diferentes formas de vida y costumbres de los planetas que tenían contacto con el suyo y había aprendido a no juzgarlas, mas esta vez, quizás porque era algo que afectaba a Alex de manera personal y al mundo de sus nuevos conocidos, no pudo mantener una expresión parcial y objetiva en su rostro. Él notó en qué forma su charla estaba afectándola, por lo que decidió terminar con una sonrisa:

"Pero, si no hubiese sido por la Compañía, nunca hubiera llegado aquí y eso es yaba, ¿no? Apenas regresemos, Justicia Comercial podrá sacarme la información que cargo y pondremos fin a los campos de producción, ya verás."

Transcurrida casi una hora caminando por las dunas, arribaron a la zona de descanso, donde habían numerosas bancas para que los paseantes pudieran sentarse, así como otros pozos de agua para rellenar sus botellas. La muchacha fijó su atención en dos supervisores que se encontraban no muy lejos de ellos, tomó la mano del varón de cabellera rojiza y lo llevó veloz a una banca ubicada muy próxima de la utilizada por dichos supervisores.

"Que pas...," inició a protestar el chico.

"Shhh, déjame escuchar qué es lo que están diciendo. Después te explico," pidió ella en tono urgente.

Alexander se cuidó de no moverse para no emitir ningún ruido y que su anfitriona pudiera oír lo mejor posible, lo que sea que los supervisores estuvieran hablando. Por más que intentó, no pudo advertir ni siquiera un murmullo. A pesar de posicionarse bastante cerca, todavía se hallaban lo suficiente lejos para no poder percibirlos. Él recordó, entonces, lo que Tsi les había explicado sobre cómo ellos captaban la vibraciones como sonidos, seguro eso era lo que la je-morina estaba atendiendo en esos instantes. Alex observó  el rostro de su compañera: tenía la mirada hacia el lado opuesto de donde se localizaban los supervisores, sin ermbargo, no podía ocultar su concentración. En un momento dado, le pareció percibir que su expresión se vestía de una tenue preocupación, fue cuando ella volteó la cara y él sintió de nuevo su voz,

"Tenemos que irnos de acá ahora mismo, ya sé porqué los supervisores han invadido Crunjick."

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