Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3: Cuatro meses

R.I.P - Sofía Reyes, Rita Ora, Anitta.

Isabella

Podía tolerar muchas cosas, pero esta precisamente no. Cómo es que el hombre tan educado del correo electrónico resultó ser el mismo idiota de la boda.

Sin emitir una sola palabra tomé mis cosas esperando que captara la indirecta. No estaba dispuesta a trabajar para él, mucho menos después del trato tan descortés que tuvo la primera vez que nos vimos, eso solo me demostraba que su apariencia y su forma de ser no pegan ni juntan.

Dándole una mirada orgullosa pasé por su lado, me caía en la punta del hígado que se mantuviera tan tranquilo con las manos en los bolsillos.

—Isabella, espera —dijo a mis espaldas.

—¡Vete al diablo, patán! —bramé hirviendo en rabia.

—Vamos, al menos dame la oportunidad de hablar contigo.

Oía sus pisadas lentas detrás de mí, pero en ningún momento me detuve a escucharlo. ¿Acaso no entendía que su actitud de conquistador era lo que me molestaba?

—¿Oportunidad? —respondí con ironía, avanzando más rápido hacia la entrada—. Lo único que sale de tu boca son tonterías y yo no tengo tiempo para eso, me gusta trabajar con gente seria y profesional Hansel, tú no cumples ninguno de los requisitos.

No podía controlar la ira visceral que sentía al tenerlo a solo unos pasos. Me molestaba todo de él, así que seguí caminando, aumentando el ritmo, sintiendo como la rabia crecía más con cada paso que él daba hacia mí. Mi mente estaba llena de palabras que me moría por lanzar, pero las reprimí, debía mantenerme a raya para que se diera cuenta de que él no estaba a mi altura.

—Qué rápido pasé de ser el señor Becker a solo Hansel.

—No te mereces el título de señor, eso es para los caballeros.

—¿Acaso no lo soy?

—Por supuesto que no —me burlé de que solo considerara la idea de serlo—. Careces de muchas cosas para serlo. No vuelvas a buscarme, no estoy interesada en nada de lo que puedas ofrecerme.

Hansel se quedó callado finalmente y no intentó perseguirme, por un momento me sentí vencedora. Había logrado hacerlo comprender la diferencia abismal que nos separaba, pero al llegar a los escalones de la entrada lo escuché suspirar.

—Entonces es cierto lo que dicen de ti —murmuró con las palabras colmadas en confianza.

Blanqueé los ojos e ignoré su voz, debe ser otra de sus malas jugadas.

—Hace poco oí el rumor de que la gran Isabella Villaroel, o sea tú, la talentosa paisajista —ronroneó avanzando a pasos lentos y largos—. Sales corriendo cada vez que un proyecto te queda grande. ¡Qué decepción!

—¿Disculpa? —detuve mi andar y giré en redondo encontrándome con la mirada de Hansel.

—Te disculpo florecita —dijo deteniéndose unos pasos antes de llegar a mí—. Si no puedes remodelar mi jardín solo dilo y contrataré a alguien más. No es necesario que pongas de excusa la forma en que nos conocimos.

Levanté las cejas incrédula a lo que acababa de oír. Me estaba acusando de un rumor del cual nunca he oído porque soy muy buena en mi trabajo. Mis clientes siempre terminan extasiados con los resultados e incluso me recomiendan con sus socios, era evidente que estaba jugando de una forma muy sucia para acorralarme a aceptar.

—Hansel, soy una de las mejores paisajistas en el país y no hay nada que no pueda hacer, con solo un par de ideas tu espantoso jardín parecería el mismísimo edén. —Me mantuve orgullosa y segura de mis palabras, no iba a permitir que un patán de cuarta criticara mi trabajo con chismes que no eran verídicos.

—Entonces quédate y demuéstralo, no tienes nada que perder.

Sabía perfectamente que estaba provocándome y mi orgullo no me permitía marcharme, me acusó de ser una paisajista de escasa imaginación para hacer que su hogar pareciera salido de una revista. No podía simplemente marcharme con la idea de mi imagen manchada por este estúpido.

—¿Qué es lo que deseas?

Hansel al oír mis palabras ensanchó la sonrisa, a pasos lentos se acercó a una distancia que no consideraba idónea, vulneraba mi espacio personal y parecía importarle una mierda.

—Deberías ser más específica, podría malentender tu pregunta.

¡Por favor! Seguía con esa actitud de conquistador después de lo mal que habíamos empezado.

—Creo que mi pregunta no pudo ser más clara, estamos hablando de una remodelación de jardín, nada más animal —vociferé muy molesta.

—¿Nada más?

—Nada más. Y le sugiero que si quiere que siga con su petición, deje de portarse como si fuera el hombre más galán qué hay, porque no lo es.

Ahora sí estaba furiosa, ya no podía esconder mi molestia detrás de una falsa sonrisa. Era claro que no estaba acostumbrado al rechazo, y a pesar de que todas mis palabras lo abofeteaban en diferentes direcciones, él no dejó de sonreír.

—Bueno, respecto a lo que quiero confío en su total juicio, tiene mi permiso para hacer lo que quiera.

Eso llamó mi atención, siempre trabajaba con gente que sabía lo que quería y él me estaba dando un lienzo limpio en donde dejar correr mi imaginación. Me gusta.

—Siempre y cuando lo termine en un límite de cuatro meses.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste.

¿Se está volviendo loco? Este lugar es enorme, ni con mi equipo completo lograría terminar este lugar en cuatro meses.

—Es muy poco tiempo, necesito hacer un diseño, contratar obreros, conseguir material y todo lo que conlleva arreglar este lugar.

—Pensé que eras la más rápida en tu rubro.

—Bien, cuatro meses serán —dije con una risita molesta.

Otra vez intentaba provocarme y yo seguía cayendo en su red.

—Mi familia llega la segunda semana de febrero a pasar una temporada conmigo, necesito que ese jardín esté listo para entonces. Y no te limites en gastos, quiero lo mejor para él mejor —dijo caminando a mi alrededor.

—No se preocupe "señor" le aseguro que estará muy conforme con el resultado.

—Entonces le sugiero que vaya a su casa a trabajar en ese diseño, quiero que me traiga un plano de lo que se hará la próxima semana. El tiempo comienza a correr desde hoy, ¿te acompaño a la salida?

—No hace falta, sé dónde está.

A pesar de mi negativa a que me acompañara, lo hizo y se despidió de mí en la entrada con un fuerte apretón de manos y abrió la puerta invitándome a salir como todo un caballero.

—Hasta pronto florecita, nos vemos la próxima semana.

—Adiós —contesté seco.

Una vez la puerta se serró, solté toda la tensión y miré mi alrededor. Desde hoy tendría el trabajo más duro que había realizado, pero no lo veía imposible, era un nuevo límite que romper y estaba segura de mis habilidades para cumplir este nuevo reto.

Mi único dolor de cabeza era que pasaría mi cumpleaños, Navidad y Año Nuevo trabajando como una burra para callarle la boca a ese idiota.



Al llegar a casa entré corriendo sin siquiera comer, tenía mucho que organizar y poco tiempo. Hoy primero de octubre comenzaba la remodelación del jardín, con fecha límite hasta el primero de febrero del próximo año. Tenía que diseñar una propuesta en menos de una semana, calcular un presupuesto no demasiado alto y todo el material que debía comprar. También debía considerar contratar a un grupo de hombres extras a mi equipo, necesitaría toda la ayuda que pudiera conseguir para que el terreno lograra estar verde de aquí a febrero.

Dibujé tantos planos que el basurero en algún momento ya no le cabían más papeles. Quería que el idiota de Hansel tuviera el paraíso en el jardín de su entrada, debía ser perfecto para que esa boca juguetona se quedara en silencio y se comiera su propio veneno.

Concentrada en mis asuntos el sonido de mi teléfono me alertó. Era un mensaje de Matías, desde que se enteró de que regresé no ha parado de enviarme mensajes y ramos de flores. Decía tantas mentiras que ya no perdía mi tiempo leyéndolos. Él seguía casado con su esposa y sentía pena por esa pobre mujer, no tiene idea del poco hombre que tiene a su lado.

—Isabella, te llegó esto —murmuró Toña entrando a mi oficina con una gran sonrisa haciendo marcar las arrugas en la comisura de sus ojos.

—¡Ay no! Sabes qué hacer cuando llegan esos detalles —digo volviendo a poner mi atención en el computador. Debe ser alguno de los cientos de ramos de flores que envía Matías.

—No son de Matías —Toña con una pícara sonrisa en el rostro, saca una tarjeta dorada del arreglo de tulipanes azules.

Con curiosidad acepto el ramo, son mis flores favoritas.

—¡Oh, Dios mío! El hombre que te mandó esto realmente está interesado —grita Toña emocionada al leer la nota que de seguro ya leyó antes, solo finge emoción para que no la descubra. Se la quito de las manos y leo con mis propios ojos las palabras del misterioso sujeto.

Querida Isabella

Te envío este detalle como disculpa por el amargo comienzo. Sé que no es suficiente para reparar el momento tan desagradable que te hice pasar, pero acéptalo como ofrenda de paz. Quizá con el tiempo podamos dejar el malentendido atrás y encontrar un camino más amigable juntos.

Con cariño, el patán.

Al leer la nota, puedo imaginar la sonrisa traviesa de ese idiota cuando escribió la nota, pero no iba a ignorar que su caligrafía es muy bonita, mejor dicho, perfecta.

—¡Quita esa cara! ¿Quién es? ¡Dime!

—Es un cliente.

—¿El de esta mañana?

—Sí.

—¡Qué bonito, ojalá me llegaran este tipo de detalles!

Regreso a mis deberes, mientras que Toña no para de dar vueltas por la oficina bailando con el ramo.

—Toña, déjalas en algún lugar de la casa donde les llegue luz natural —de reojo miro la nota algo pensativa.

—Debe ser inteligente —menciona Toña dándose cuenta de mi atención en la nota—. Logró que aceptaras unas flores, mis aplausos para ese hombre.

—Lamento tanto decepcionarte —dije con algo de lástima por la emoción de Toña—. El idiota que envió ese arreglo tiene el cerebro del tamaño de una nuez y solo piensa con lo que tiene entre las piernas.

Frustrada, muevo el lápiz sobre el plano dibujando la idea que se me cruza por la cabeza.

—¡Bueno, pero al menos el idiota lo intenta! —Toña sale de mi oficina partiéndose de la risa sujetando los tulipanes.

Sola con el sonido de la música clásica, razono en por qué acepté las flores. Para empezar, son mis flores favoritas y sería incapaz de tirarlas, segundo porque si voy a trabajar para Hansel, al menos debo tener la fuerza de voluntad de poder hablar con él solo cinco minutos, y no querer estrangularlo cada vez que abre la boca.

Aceptaré la ofrenda de paz, Hansel.

Solo son cuatro meses, nada malo puede pasar.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro