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Capítulo 23: Burbujas con olor a Vainilla

Sweet Love - Chris Brown

Isabella

Las campanas sonaban a la distancia interrumpiendo mi descanso, me incorporé despacio, pero la realidad me dio un fuerte golpe en la cara. Anoche no pude decirle que no y me quedé con él, no fue una decisión por el alto nivel de alcohol, fue algo que decidí conscientemente.

Hansel estaba a mi lado, pero no podía verlo, solo podía oír su respiración pausada, veía su mano apretándome la cintura con fuerza y con una de sus piernas encima de mi cuerpo como si fuera su almohada. Despacio moví la cabeza y de reojo lo vi con los ojos cerrados, la baba chorreando por la mejilla y roncando bajito.

La noche anterior bebió más de lo que su cuerpo podía soportar y estas eran las consecuencias. Con cuidado moví su brazo para no despertarlo, lo dejé boca arriba permitiéndole un momento más de descanso y me quedé contemplándolo con ganas de abrazarlo.

Imagino que en algún momento de la noche se quitó la ropa, dejando al descubierto la masa de músculos de su pecho. Inevitablemente, pasé la mano por su piel bronceada haciendo que soltara un susurro.

—Isabella... eso me gusta —dijo con la voz ronca aún dormido.

Me apoyé sobre una mano y me quedé observándolo un segundo con las cejas arrugadas, tratando de adivinar qué es lo que estaba soñando. Su voz sonó más como un jadeo perverso y su cuerpo se movía despacio. Blanqueé los ojos y sonreí, es un pervertido, puedo deducir qué es lo que estoy haciendo en sus sueños.

—¿Cómo es posible que ni en tus sueños dejes de tocarme? —pregunté viendo como sonreía.

Hansel me desea tanto que tiene sueños candentes conmigo y me gustaría hacerlos realidad, pero al mismo tiempo temo. Una vez que obtenga lo que quiere; ¿seguirá a mi lado?, y ¿continuará mirándome con ese algo especial en sus ojos?, esas preguntas me atormentan cada vez que cedo a su insistencia.

Sé que él ha sido muy honesto respecto a lo que quiere; sexo. No voy a mentir diciendo que no quiero lo mismo porque al final de cada día solo pienso en que quiero que me toque. Pero hay una pequeña parte de mí que no se adapta a la idea del sexo sin compromiso y sé la razón de eso, pero no estoy segura de aceptarlo.

Anoche él dijo muchas cosas en la cúspide de su borrachera, pero no por eso voy a confiar ciegamente en las palabras de un borracho.

—Eso es florecita, no te detengas —gimió con claridad.

Tuve que reprimir las ganas de reírme al observar al intruso resucitado bajo las sábanas, parecía un fantasma cobrando vida propia. Hansel estaba teniendo un sueño mojado conmigo, así que me levanté de la cama para dejarlo en total privacidad con la osada Isabella de sus sueños.

Di un largo paseo por su clóset observando las filas de pantalones, camisas, chaquetas y zapatos de las mejores marcas. Supongo que no se molestará si le robo algo de ropa y una toalla para bañarme.

Avancé de puntitas hasta la puerta y crucé el pasillo hacia el baño, sonreí recordando la última vez que estuve aquí; Hansel desnudo y yo con los pantalones a medio bajar del culo. Creo que si llegara a pasar otra vez, podría responder con sinceridad la pregunta que me hizo esa vez y no me taparía los ojos, al contrario, pondría más atención a los detalles y recorrería su cuerpo con la vista con el mismo descaro que él.

Pensaba darme una ducha rápida y largarme, pero al ver el jacuzzi no pude resistirme y querer relajarme ahí con las burbujas acariciando mi cuerpo. Di el agua a una temperatura agradable, tomé las botellas de jabones y las bombas de espuma con olor a vainilla y las arrojé al agua.

Delicadamente, deslicé las tiras del vestido negro por mis hombros con suavidad. Bajé el cierre sintiendo la vibración de la cremallera en mi espalda hasta que la tela resbaló por mis piernas, dejando un círculo perfecto hecho de tela en mis pies.

El vapor caliente con olor a vainilla y las burbujas sobresalientes fueron el aviso de que ya estaba listo. Metí la punta del pie y al sentir el toque del agua tibia fue tan satisfactorio que por poco gemí. Me hundí en las burbujas y eché la cabeza en la curva del jacuzzi y cerré los ojos, disfrutando del agua burbujeante recorriendo cada curva de mi cuerpo en un suave masaje.

Por ese leve momento olvidé que estaba en una casa ajena, que había un hombre apuesto en la habitación de al lado, y solo me concentré en la calma del agua. Estaba tan relajada que olvidé el paso del tiempo, pero volví en mi cuerpo cuando sentí el rechinar de la puerta y vi a Hansel despeinado y medio dormido en ropa interior con su cosita erecta. Por inercia me hundí en las burbujas y me cubrí el pecho en un intento de que no notara mi presencia, pero al verlo resbalar hacia atrás y azotar la espalda en la fría cerámica me descubrí sola.

—¡Estás bien! —grité levantándome del agua—. ¿Te lastimaste?

—No, solo fue el... —Hansel se quedó en silencio, mirándome con los ojos muy abiertos—. Benditos sean los dioses por dejarme este desayuno tan delicioso.

En ese mismo segundo recordé que estaba llena de espuma mostrándolo todo, y volví a meterme en el agua roja de la vergüenza arrastrando las burbujas hacia mi pecho.

Hansel se levantó como si la caída de hace unos momentos no le hubiera afectado y se acercó en tiempo récord al borde del jacuzzi gateando.

—¿A qué se debe la vista tan placentera? —dijo arrodillándose al borde del jacuzzi mirándome con ojos de inocencia, cuando ambos sabíamos que se moría por sacarme del agua.

—No te hagas ideas equivocadas, vine a darme un baño y luego me voy.

—Entonces no hagas cosas buenas que parezcan malas —dijo con voz seductora, metiendo la mano en el agua acariciando mi pierna.

Automáticamente me llevé las piernas al estómago alejando mi piel de sus manos, estaba completamente expuesta y a su total disposición. Esto era peligroso, demasiado peligroso.

—¿A qué le temes? —preguntó con inocencia.

—A ti y a lo que puedas hacerme —bajé la mirada jugando con las burbujas. Hansel me imitó tomando un poco de la espuma haciéndolas volar a mi alrededor.

—No haría nada que no quieras.

Por su puesto que no, eso lo sabía. Hansel no era tan patán para obligarme a hacer algo que no quiero, y si alguna vez había hecho algo más, es porque yo lo permití. Cedo muy fácil cuando se trata de él, sin decir nada me convence y dejo que me bese y que me toque.

En silencio, Hansel se levantó del borde del jacuzzi y se quitó la ropa interior. Tal y como prometí, no aparté la mirada y con los ojos devoré cada parte de su cuerpo hasta que su desnudez desapareció en la calidez de las burbujas. El espacio era lo bastante grande para ambos, pero no para contener el deseo y la lujuria que había entre los dos. Él se quedó en su lado, mientras que yo estaba en el mío con el corazón ansioso a la espera de que hiciera el primer movimiento.

—Quiero que hagas algo por mí —dije en un susurro.

—Lo que quieras —respondió inmóvil en su lugar.

No sabía cómo armar la pregunta sin parecer una resbalosa, eran demasiadas las cosas que quería que hiciera, y a pesar de los consejos de las chicas sentía mucha vergüenza. Habría sido menos terrible que él me quitara la ropa, estaría tan concentrada en la calentura del momento que no habría tenido tiempo para pensar demasiado.

Respiré profundo y tomé valor. No debía temer cuando Hansel solo estaba esperando mi permiso para tocarme.

—Quiero que me toques —dije osadamente, deslizando una de mis piernas por el agua hasta que toqué su piel en una lenta invitación.

—¿En dónde quieres que lo haga?

Hansel sonrió por mi osadía y después de unos eternos segundos, se acercó lo suficiente para acorralarme en mi lado del jacuzzi tratando de mirar más allá de las burbujas.

¡Mierda! Que le costaba simplemente zambullir las manos bajo el agua y tocar donde se le pegue la gana. No, tenía que hacerlo difícil y preguntar una parte específica. Cómo se supone que debía decirle que no quiero que toque solo una parte, que quiero sus manos y su lengua en todas las partes que fueran posibles.

Creo que es hora de ser valiente, acciones dicen mucho más que mil palabras, así que con valentía tomé su mano guiándola hasta uno de mis pechos. Eso pareció gustarle porque en ese mismo instante comenzó a masajearlo y pellizcar mi pezón, provocándome dolor y placer al mismo tiempo.

Solo se escuchaba el sonido del agua burbujear y mi corazón desbocado latiendo sin control, sentía como el calor se acumulaba entre mis piernas preparándose para darle la bienvenida.

—Hay otro lugar que quiero que toques —dije ardiendo porque tocara más.

—¿Dónde? —dijo en un susurro acercando su boca hasta mi cuello.

A pesar de que estaba en el agua tibia, un escalofrío me recorrió de los pies a la cabeza. No podía contra la mirada de él, me hacía sentirme más desnuda de lo que ya estaba.

—Hansel, sabes donde es, no necesitas mi permiso para ir a donde sé que te mueres por tocar.

Soltó una risa silenciosa y comenzó el viaje por mis piernas hasta llegar a ese lugar que me hacía volverme loca bajo su tacto. Hansel tenía el pene durísimo bajo el agua, podía sentirlo en mi pierna ansioso por hundirse en mi carne hasta desaparecer. Tal y como él hacía conmigo lo tomé entre mis manos y lo masajeé de arriba a abajo despacio, haciendo más dolorosa su agonía por mí. El vaivén de su extensión por mi mano lo hizo soltar gemidos roncos y seductores, eso era un buen indicativo de que al menos estaba haciendo bien mi trabajo.

Sin previo aviso, quitó todos los artilugios y jabones de un costado y me sentó sobre la superficie húmeda por el vapor. Lentamente sujetó mis piernas y las elevó sobre sus hombros, dejándome totalmente expuesta hacia su mirada penetrante.

—¿Te gusta lo que ves? —pregunté de forma traviesa, devolviéndole la misma jugada que él hacía conmigo.

Hansel era un descarado, solo se dedicó a mirar el centro de mis piernas relamiéndose los labios, era fascinante lo que podía lograr sin tocarme.

—¿Qué si me gusta la vista? Isabella, eres el paraíso —contestó en apenas un susurro.

Inició un camino de besos por el interior de mi muslo, pero se detuvo justo antes de llegar a donde me moría porque besara.

Era extraña la forma en que podía entregarme sin miedo a él, jamás había sentido ese deseo incontrolable por un hombre. Supongo que no había llegado uno lo suficientemente bueno para hacerme perder la cabeza y dejar de ser razonable.

Hansel con sus dedos contorneó mis pliegues acercándose poco a poco a mi clítoris, para luego acercar su lengua hasta mi carne ferviente. Los calambres me recorrían todo el cuerpo y no podía evitar gemir con la sensación tan placentera en la que caía a pedazos. Chupaba, lamia y succionaba mi carne ansioso, mientras que con sus manos acariciaba mi piel.

Los sonidos de su boca contra mi piel eran sucios y llenos de perversión, tanto, que ya no gemía, gritaba apretándolo con las piernas. Me estaba volviendo loca, pero no quería que esta vez se detuviera, porque estaba muy cerca de llegar hasta el final.

Desesperada por sentirlo sujeté su cabello y lo alenté a que continuara, me gustaba la forma en que movía su lengua en círculos y luego la deslizaba hasta ese lugar en donde escurría mi humedad. Me encantaba que me lamiera como si fuera una paleta, pero era codiciosa y deseaba algo más, algo que me llenara por completo y no eran precisamente sus dedos.

—Hansel... por favor... ya no me tortures más.

Me ignoró y siguió pasando su lengua una y otra vez, haciéndome poner los ojos en blanco sobre la superficie mojada en la que estaba sentada.

—Isabella, me quieres aquí —dijo besando mi entrepierna.

—Sí... —respondí con apenas un susurro temeroso, estaba nerviosa y asustada por lo que podría sentir. Pero de lo que estaba segura es que no quería que se detuviera, estaba dispuesta a seguir y soportar todo el potencial que cargaba.

Hansel me tomó de la cadera sumergiéndome en el agua, pero esta vez me sentó sobre su regazo, y volvió a su tarea de masajear y besar mis pechos, mientras que yo me movía lento encima de él, rozando varias veces su erección.

De un momento a otro, toda la emoción y excitación se esfumó al oír pasos y golpes provenientes desde el pasillo. Ambos volvimos a la vida real de golpe y rápidamente nos alejamos del otro y me hundí lo suficiente para cubrirme con las burbujas.

—¡Hansel! —se oyó la voz de una mujer acompañado del rechinar de la puerta—. Hijo, ¿estás aquí?

—Hola, mamá —respondió con una sonrisa, como si no hubiera estado a punto de pillarnos haciendo el Kama Sutra.

—Voy a la casa de Daren a conocer a su esposa, ¿puedes acompañarme?

—Claro, dame unos minutos para vestirme y te sigo.

—Ok, te espero abajo —dijo cerrando la puerta.

Un largo silencio nos envolvió y Hansel despejó la manta de burbujas que me cubría. Compartimos una mirada cómplice y en sus ojos pude ver que la calentura que nos había llevado a esto, seguía igual de ardiente que antes.

—Ya puedes salir.

—¿Y si regresa?

—No lo hará si me apresuro.

Me incorporé de las burbujas cálidas y me senté justo en frente de él. Hansel soltó una carcajada sarcástica y se acercó a una velocidad impresionante para atraparme entre sus brazos, apoyando la cabeza en mi hombro fastidiado y decir un par de maldiciones inaudibles.

—Por alguna razón sigues salvándote Isabella, pero te juro que la próxima vez no tendrás tanta suerte. Me iré para distraer a mi madre y puedas salir en paz, pero no sabes lo que me está doliendo irme —me tomó de ambas mejillas y dejó un beso sobre mi frente—. Llévate mi auto, iré a recogerlo más tarde y así quizás, podamos continuar con lo que estábamos haciendo.

Con desgano se levantó del agua y se alejó a pasos lentos hacia la puerta con su cosita larga, dura y gruesa al aire. Una vez que cruzó la puerta, me hundí en el agua emocionada por lo que casi habíamos hecho, y al mismo tiempo estaba completamente desilusionada por la aparición de su madre.

Me mantuve en el agua unos minutos más riéndome sola, aún estaba excitada y me negaba a la posibilidad de tocarme para satisfacer mis deseos. Mucho menos cuando estaba en casa ajena y cualquiera podría atraparme.

Salí del agua envolviéndome en una toalla de algodón blanca y abrí la puerta despacio, miré hacia al pasillo y de puntitas crucé corriendo hacia la habitación. Lo primero que vi al acercarme a la cama fue una nota al lado de un conjunto deportivo negro. Por inercia la olí y sentí su perfume, era como si estuviera aquí, dejé de lado la ropa y concentré mi atención en la nota que dejó antes de irse.

Mi querida Isabella,

Me ha gustado mucho dormir contigo y sentir tu presencia junto a mí, pero confieso que me habría gustado mucho más despertar y lo primero que viera fueran tus ojos.

Me voy, pero quiero que sepas que mientras tanto, mi mente sigue perdida en los recuerdos en el jacuzzi. No te pierdas florecita, cada día esto se pone más interesante y me gusta como están avanzando las cosas.

Con cariño, Hansel.

Me tiré sobre la cama y apreté la nota sobre mi pecho. Por más que lo intentaba no podía detenerme, mis sentimientos tomaron rienda suelta y cada día que pasaba cambiaban. Ya no quedaba nada de ese resentimiento que había en un principio, y lo que había comenzado con una inocente atracción y miraditas sin intenciones, se estaban transformando en algo mucho más grande.

Las posibilidades de que resultara en nada eran grandes, pero no quería hacerme mente con suposiciones, debía confiar en el proceso y ver como iban evolucionando las cosas con el tiempo.

Al sentir el gruñido de mis tripas me levanté de la cama y me vestí con la ropa que él había dejado para mí. Iban a ser casi las 12:00 del medio día y no he comido nada, tampoco he llamado a Toña para avisarle que estoy bien, debe estar preocupada. Me arreglé el cabello húmedo con las manos, tomé mis pertenencias y crucé la puerta con una sonrisa, que se esfumó al encontrarme a quien menos quería en medio del pasillo.

—Vaya, vaya, vaya, pero si es la señorita él no me agrada y es muy inmaduro —dijo con un tono déspota mirándose las uñas—. ¿Qué haces saliendo de la habitación de Hansel?

—Eso no es asunto tuyo —contesté avanzando por el pasillo, pero me impidió el paso sujetándome del brazo con fuerza.

—Claro que es mi asunto, te recuerdo que Hansel es mi novio —junté los labios y respiré profundo al ver a Jaime de reojo acercándose—. Bueno la verdad es que no me sorprende, lo conozco desde hace muchos años y te puedo asegurar que siempre tiene el mismo modo de operar. Las trae a casa, se divierte con ellas y les hace creer que quiere estar a su lado, pero cuando se aburre, las deja y se busca a otra.

—Estefanía, no me interesa lo que pienses.

—Él me dijo que te traería a su cama y cuando le dieras lo que él quiere te dejaría como siempre lo hace. Así que grábate esto en la cabeza; no eres especial para Hansel.

Quería pensar que era mentira lo que decía, pero dado a los antecedentes de Hansel, no tenía como demostrarme a mí misma que no era verdad. Desvié la mirada y me concentré en Jaime que estaba parado en las escaleras, escuchando toda nuestra discusión, mientras que con la cabeza me negaba todo lo que estaba diciendo Estefanía.

—¡Oh, pobrecita! Acaso pensaste que Hansel, mi novio, ¿de verdad estaba interesado en ti? —se burló de forma exagerada y aplaudió—. Escúchame bien, Hansel solo quería meterte a su cama y ahora que lo hizo, no volverá a buscarte ¡porque no te quiere!

—¡Estefanía! —gritó Jaime sin poder quedarse callado. Al darse cuenta de que no estábamos solas, cerró los ojos y se giró a mirarlo con una sonrisa inocente.

—Jaime, no sabía que estabas ahí —caminó hacia él y se detuvo a su lado—. Saca a esta mujer de aquí y espero que no vuelvas a dejarla a entrar.

—Deja el teatro niñita, tu hermano se molestará contigo cuando sepa lo que hiciste.

Incómoda y pensativa sobre lo que había dicho me quedé quieta en mi lugar, con los sentimientos en la garganta a punto de salir a flote. Estaba enojada y sobre todo desilusionada pensando que eso podría ser cierto, toda la felicidad que había tenido la noche anterior y esta mañana habían sido demolidos en tan solo unos segundos.

—Isabella, ven conmigo —en silencio avancé e ignoré la sonrisa de suficiencia de Estefanía. Juntos bajamos las escaleras hasta la sala y Jaime interrumpió las voces temerosas que me susurraban cosas—. Por favor ignora todo lo que dijo Estefanía, es muy celosa con Hansel y no está acostumbrada a que su hermano la ponga por debajo de otra persona. No dejes que una niña malcriada te moleste, porque te puedo asegurar con toda la seguridad del mundo que tú eres muy especial para Hansel.

—Entiendo que lo defiendas, pero me cuesta creer en eso, tú y yo sabemos muy bien cómo es Hansel.

—Lo que digo es verdad, la prueba viviente de que lo que digo no es una mentira, es que dejó que te quedaras en la casa a pesar de que su madre y su hermana están aquí.

—¿Él no trae mujeres aquí? —Jaime negó con la cabeza tomando mi mano, dándome seguridad.

—No trae a ninguna mujer aquí, a menos que creas que Daren cuenta como una, es el único que tiene permitida la entrada después de su familia y algunos amigos de confianza —me quedé callada con algo de dudas todavía—. Yo no miento, soy transparente y muy sabio. Ahora ve a tu casa con tranquilidad, te aseguro que Hansel una vez que regrese irá a verte más tarde —afirmó entregándome las llaves del auto de Hansel.

Caminé hacia el jardín con Jaime haciéndome compañía y antes de subir al auto dije:

—Gracias por defenderme de Estefanía.

—Es lo mínimo que podía hacer cuando estaba hablándote muy mal y diciéndote tantas mentiras, pero no te preocupes, cuando llegue Hansel le contaré todo lo que estuvo diciendo.

—Por favor no lo hagas.

—Pero...

—Pero nada, es mejor que no lo sepa, no quiero crear un problema entre ellos. ¿Podemos mantenerlo como un secreto entre los dos?

Jaime lo pensó un momento.

—Está bien, pero si vuelve a decirte ese tipo de cosas tendré que decirle la verdad.

—Te aseguro que no volverá a pasar. Ahora me iré, cuídate Jaime, nos vemos mañana.

Me subí al auto, volví a despedirme de Jaime con la mano y me acerqué a una suave velocidad a la salida.

Por el camino conduje con más tranquilidad, Jaime con paciencia me explicó todo y no solo eso, me defendió de Estefanía que por lo visto, tenía el hábito de mentir. A mi parecer esa niña había sido muy consentida por parte de Hansel, porque inventar que ella y él son novios es algo que deja mucho que pensar. Entiendo que sea celosa y que no quiera compartir a su hermano cuando vino desde lejos para verlo y pasar tiempo como familia, pero esta no era la forma. Si no hubiera sido por Jaime que llegó justo en ese momento, me habría ido furiosa y muy molesta con Hansel por una mentira.

Pero ya no tenía caso pensar en el mal rato, solo quiero llegar a casa y descansar.

Estacioné el auto afuera de mi casa y miré adentro, no se veía nadie a la vista. Tomé un largo respiro y bajé del auto poniendo la alarma, pero en cuanto me acerqué a la reja de la calle Toña abrió la puerta de par en par.

—¡Se puede saber en donde estabas! —gritó corriendo a verme más de cerca—. Casi llamé hasta la morgue, estaba muy preocupada.

—Lo siento, se me descargó el teléfono por eso no pude llamarte —dije entrando a la casa.

—Bueno, podías haberle dicho a Hansel que te prestara a un cargador o su teléfono para decirme; "Toña, estoy bien y voy a estar muy ocupada con el pene de Hansel, así que no me molestes" —dijo con voz divertida.

Detuve mi paso y me giré tratando de mantenerme seria.

—¿Qué te hace pensar que estaba con él?

—No es muy difícil adivinar; hueles a hombre, traes ropa de hombre y llegaste en su auto. ¿Quieres más pruebas que esas?

Me di un golpe en la frente, no servía para mentir en lo absoluto. Debí pensar en una excusa más creíble, no traía la pinta de una señorita que había pasado la noche con una amiga. El polerón negro XL y el buzo exageradamente largo de los pies me delataron enseguida.

—Ok está bien, dormí en su casa.

—¡Mierda, necesito los detalles Isabella!

—No pasó nada.

—¿Nada de nada?

—Absolutamente nada —mentí descaradamente.

—Ay, pero qué aburridos son —dijo Toña decepcionada regresando a la cocina.

Quizá algún día le cuente lo que pasó realmente, pero ahora no es el momento. Quería guardarme todos los detalles hasta que las cosas salieran como quería. Sentía que mi situación actual era igual que pedir un deseo, si se lo cuentas a todo el mundo no pasará, pero si guardas silencio y esperas con paciencia, todo aquello que deseas se hará realidad.

Me di medía vuelta, avancé hasta mi habitación y me senté sobre la cama con muchas emociones juntas para un solo día. Mi cabeza solo daba vueltas en todas las veces en que había pasado algo entre los dos, a este ritmo mi deseo se cumpliría antes de que acabara el año.

De pronto, mi atención se vio desviada hacia mi mesita de noche, en donde había un tulipán azul que traía amarrada una nota. Tomé la flor entre mis dedos y abrí la nota movida por la curiosidad, pero el sentimiento rápidamente fue reemplazado por nerviosismo.

En la nota no había nada más que letras de colores en diferentes tamaños, pero el mensaje era claro y con la fuerza suficiente para asustarme y congelarme en ese mismo instante.

¿Te divertiste en el mirador?








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