Bienvenido Verano
JACQUELYN GIBSON
La playa, la adoro, es lo mejor de Los Angeles después de sus preciosos actores. Vine con Paul y la irritante de mi hermana que está a punto de volarme los cesos por lo que pasó en el baile.
—Entonces sí te acostaste con tu profesor de física.
—¡Antonella! Por enésima vez, no me acosté con él. Y no es mi profesor hace dos semanas.
La pelinegra se bajó de su butaca sentándose encima de mí y haciéndome cosquillas.
—¡Si hubieses salido a tu hermana te lo hubieses tirado! —chilló mientras me hacía cosquillas y yo terminé derramando el Martinique sobre mí.
—Para odiosa, ya lo dijiste no soy como tú.
Aunque lo dije en forma de broma creo que le molestó un poco, no por mí sino porque es la tipica frase de nuestro padre, pero todo lo que hace es por el bien de la empresa y de la familia. Se incorporó, volvió a su sitio y se puso las gafas de sol. Ahora yo me sentía culpable, fue sin querer. Como en estas situaciones es mejor no preguntarle nada comencé a secar mi pecho lleno de alcohol.
—¿No lo haz vuelto a ver? —me preguntó.
Me levanté y me acosté a su lado, ella me abrazó como si fuera una pequeña de cinco años.
—Desde ese día no, y las solicitudes llegan por correo así que no hay excusas para visitar el instituto.
—Umm.
Que se trae la señorita Johanson, no me gusta cuando se pone a analizar profundamente las cosas, parecía que estuviera preparando el funeral de alguien.
—No creo que haya significado nada, además está Paul.
—¿Qué hay con él? —me preguntó mientras se sentaba y tomaba los pies para masajearlos.
—Ese es el problema, que siento celos cuado lo veo con otras, pero no se si lo quiero más que como un amigo.
—Ustedes andan como uña y churre desde que eran unos mocosos.
—¡Anto! —dije riendo.
—¿Es cierto que se van a casar? —bueno es algo que viven diciendo de broma nuestros padres pero no me gustó el tono serio en que lo dijo.
—Es lo que papá dice, no creo que al final sea cierto.
—Solo te voy a decir una cosa chiquilla, K&Q Society necesita sus expansiones y cada uno de los socios que tenemos.
—Pensé que te daba igual la empresa —Antonella me soltó los pies y sonrió.
—Me importa más de lo que imaginas, lo que no estoy para seguirle el juego a papá.
—Hola nenas.
Paul llegó todo mojado salpicándonos de agua salada y arena.
—Aléjate de mí imbécil que me estás mojando —gritó mi hermana mientras Paul la tomaba en brazos y yo reía a caracajadas.
—Vas a darte un chapuzón señorita amargada.
Paul corría con mi hermana gritando en su hombro y yo tras ellos. Pasamos lo que quedaba de tarde en el agua jugando y montando motos acuáticas. A la noche salimos y fuimos a un hotel que estaba cerca para guardar las cosas y poder amanecer en la playa. Fue uno de los mejores días que pasé con mi hermana, desde el fallecimiendto de su esposo ella practicamente ni salía.
MAX
—Taylor ya dije que no, fui a verla por su cumpleaños eso no cambia nada —me moví rápido hacia la cocina es capaz de romper la vajilla.
—¡Es tu madre! Que importa lo que dijo hace un año Max.
—También es tu madre y sal de mi cocina que acabarás rompiéndolo todo en vez de ayudarme.
Levantó las manos en forma de dorrota y tiró la esponja en el frgradero. Ambos sacamos una silla y nos sentamos tratando de parecer los más calmados del mundo.
—Es mi madre, por eso la perdoné, eligió a su esposo primero que a sus hijos, pero ya la vida se lo está cobrando, pronto no va a recordarte— su voz sonaba muy calmada y casi logra convencerme.
—¿Es alzheimer verdad?
—No sabes lo triste que es verla así, no voy más por el trabajo y los niños que por cierto, te toca cuidarlos mañana.
—¿Qué? ¿Niñera? Estás de broma —resoplé y se puso de pie para seguir fregando.
—Voy a Cancún, Patrick tiene negocios allá y voy a acompañarlo.
—Vaya hermanita, cancún, estás segura de que Patrick es es solo un corredor? —él parecía más agente de inmoviliaria, y me parecía haberlo visto varias veces por el instituto.
—Él es muchas cosas —echó su cabeza hacia atras y se volteó para seguirme contando, llevaban tiempo saliendo pero nunca he metido mis narices en los asuntos de ella— si puedo decirte que es un hombre de mucho poder, por eso es tan misterioso, podría causarme problemas en el trabajo, además tiene un hijo.
—Anjá ya sabía —ella frunció el ceño y me miró con cara de Hitler.
—Que sabías Max Elliott? —Hice una mueca de asco, voy a investigar por mi cuenta.
Salí de la cocina corriendo y tomé las llaves del auto. Taylor me lanzó varias toallas pero nincuna consiguió darme. Tomé el ascensor y cuando iba saliendo del edificio justo a mi lado cayó una maseta.
¿Pero qué mierda?
Miré hacia arriba y estaba mi hermana asomada en el balcón.
—¿Estás loca? ¡Pudiste haberme dado! —le grité mientras reía como una zorra.
—¡Mañana te quedas con tus sobrinos! ¡Te quiero despierto a las siete! —chilló.
—Vayan a chingar a su madre —gritó el vecino del segundo piso, no pude evitar reir, será un barrio muy fino pero aqui vive pura gente loca.
Me apresuré en salir de alli evitando que me aventaran otra maseta. Vaya día, mejor me voy a la playa.
PAUL GRAY
Llegamos ayer del hotel y porque tenía deberes en la empresa puesto que mi padre viaja hoy a Cancún. Ya luego lo acompañaré a sus viajes de negocios, ahora debo disfrutar mi vida antes de comenzar la universidad.
Estabamos en mi futura oficina leyendo proyectos y conociendo a los nuevos proveedores, en un final a ella le convenía ya que su padre es el segundo socio con mayor número de acciones
—Paul, no me dijiste a que universidad mandaste la solicitud —preguntó Jacky, ni siquiera a ella le había contado.
—Te lo diré si me aceptan —a ella le gusta acompañarme y aprovecharse de los rompecabezas de mi padre.
—¡No seas idiota! —dijo levantándose del asiento —no sé cual es el misterio conmigo, quiero saber, fuiste el preimero en enterarte de la mía.
—La tuya fue muy predescible, desde niña soñabas con eso.
—Igual, cuando la mandé te mostré el correo, traidor.
—La universidad más antigua de los Estados Unidos.
Jacquelyn puso el grito en el cielo, jamás pensé que se fuera a emocionar tanto por dios.
—¡Harvard! —fue corriendo hacia mi sitio y por algún momento pensé que éramos más que amigos.
—Vamos que no es para tanto.
—Pensé que irías a la de Washington. ¡Felicidades!
—Espero estar a la altura de ella.
—¿Estás loco? Eras el cuarto entre los mejores, no eres una opción para esa universidad, eres una prioridad.
La loca cogió todas nuestras cosas con un grito de: "hay que celebrarlo" y fuimos a dar nada más y nada menos que al zoo.
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