O4 ; Triste nos.
Me g u s t a tu s e d
si tu barman s o y.
Se v a la tristeza
en tu vaso en flor.
Realmente hacía frío esa noche y decidí aumentar la cantidad de prendas para no sufrirlo. El cielo estaba melancólico, mostrando su peor y más nublada cara. Siquiera sabía porqué cuando miraba hacia arriba, me entraban unas inevitables ganas de pegar la vuelta, volver a casa y faltar al trabajo sin excusa alguna. Pero no podía. Mi sueldo era suficiente, pero no para pagar otro semestre de la universidad y me había propuesto trabajar horas extra para abarcar los gastos.
Como era de costumbre, las calles estaban llenas en ese horario y solo me sentía una cabeza del montón. La bufanda me cubría hasta la nariz y mi rostro era casi irreconocible. La única persona que me podría reconocer lo haría por la chaqueta de siempre, por el cabello ahora negro y despeinado o el pequeño llavero que llevaba colgado en la mochila: un Mario en tamaño miniatura de plástico.
La bocina de algún auto me sacó de mis mismísimos pensamientos sobre la irrelevancia de mi identidad camuflada y me giré hacia la calle de piedra al instante. Un bonito Fiat 600 color rojo del cual se asomaba la imagen de una ya reconocida chica por la ventana del copiloto. Seguí caminando mientras ella bajaba la velocidad del bien cuidado vehículo para igualar mi paso. Reí al verla quejarse para luego gritar.
—¡Tonto, ven!—me llamó riendo.
—Taebium, buona sera, ¿come va?—pregunté siguiendo mis modales hasta llegar a la puerta del auto ya detenido.
—Hola, sí, sí, ¿te llevo?—ofreció levantando el seguro de la puerta y dejándola abierta para que entre.
Me sorprendió verla fuera del bar, más conduciendo. Nunca me la hubiera imaginado en un auto. La observe bien. Llevaba unos pantalones estilo hindú junto a una camiseta básica color blanco. Seguido a eso, entré y me senté en la butaca delantera. Vi unos papeles manuscritos sobre el torpedo, supuse que eran apuntes de la universidad ya que algunas palabras llevaban resaltador fluorescente.
El ambiente se vio sumido en las luces exteriores artificiales y el sonido que producía el auto cada vez que activaba la luz de giro. Hace una semana que no concurría al bar y en teoría podríamos cometer varias cosas pero no se dio sino hasta ese momento: habíamos pasado varios semáforos hasta que por fin se atrevió a hablar y romper el silencio con una simple pregunta.
—¿Ya empezaste con la uni o todavía tienes que esperar más?
Dobló en la esquina antes de llegar a una de las sedes de la universidad, a la que ninguno de nosotros pertenecía. Me alegró saber que estaríamos en el mismo edificio. Esperaba cruzarla más que ahora.
—La idea es empezar junto a los demás nuevos el próximo semestre, por ahora me dedico a repasar algunos contenidos básicos que piden.
—¿Qué carrera me habías dicho que empezabas?
—Arquitectura—casi murmuré cuando puso mala cara viendo a un auto nuevo cruzar mal, interrumpiendo su paso.
—Yo hoy di uno de los parciales.
—¿Y cómo te fue?—casi exclamé, volviendo a acomodarme en el asiento para ver mejor su perfil. Su vista seguí fija en el camino.
—Mal—dijo riéndose y negando repetidas veces mientras mordía su labio inferior avergonzada por el resultado.
—Pff, no debe haber sido tan malo—asumí moviendo las manos inconscientemente siguiendo la intención de mis palabras.
No dijo nada más hasta que pisamos el bar, solo me ofreció una vaga sonrisa como respuesta y me sentí morir, de veras, se carga una sonrisa preciosa. Estacionó el auto en la entrada y bajó sutil para luego pararse frente la puerta y esperar a que yo hiciera lo mismo y luego ponerle seguro. Cuando me dirigí a abrir la entrada transparente del lugar, visualicé a Jungkook dentro charlando con Yoongi. Ambos se giraron a verme y levantaron el pulgar al notar que Taebium venía detrás de mí. Sostuve la puerta hasta que ella pasó y me agradeció casi susurrando, ¿era posible que se hubiera convertido en un ser diminuto e indefenso por un segundo? Quizás la melancolía que la acompañaba provocaba ese efecto en su apariencia y aura.
Me limité a pasar al otro lado de la barra con un poco de dificultad, ya había bastante gente a pesar del horario. Mis demás compañeras de trabajo, Hwasa y Solar (o las conocidas hermanas, en su defecto), me saludaron. Mientras veía a la castaña ubicarse a un lado de Min, coloqué arriba del suéter de lanilla el delantal que todos los empleados del lugar usábamos para diferenciarnos de los clientes y comencé a organizar mi espacio de trabajo para empezar.
Apoyé mis dos manos sobre la tabla de madera cubierta con vidrio y la miré en espera de su orden. Acercó sus dedos hasta los míos y ni siquiera los movió, solo los posó ahí por unos segundos. Sorprendentemente, pidió algo fuerte a comparación de lo que habi
—¿Sabes? Es horrible cómo usamos esta mierda para perder el miedo y ahogar la angustia. No entiendo por qué es la primera opción para todo, hay otras cosas mejores que consumir si no quieres estar triste. Esto sólo te vuelve violento, honesto y horrible. Sólo te calienta, te incita a hacer cosas que nunca harías sobrio, te da la iniciativa que nadie tiene. Te quema neuronas y consume tu dinero y tiempo asquerosa pero legalmente. Es un negocio sucio y que provoca violencia pero calma traumas y malos tramos de la vida. Es lo único que nos saca los pelos de la boca y nos hace decir todo tal cual las pensamos, es cuando la mente y la boca por fin se congenian para liberar toda la mierda y vergüenza dentro de ti.
>También es la faceta más precaria de la sociedad y el enemigo menos prudente de la filosofía. Si buscamos que la gente piense lo que pasa día a día y el alcohol hace que sin pensar lo diga, todavía me pregunto si la filosofía es la versión sana y barata del emborracharse. Puede que te duela el alma al darte cuenta de la realidad que atraviesa el mundo con esta crisis de identidad, pero no te deja el cerebro machucado—explicó y vi como varias personas se daban vuelta a verla, su tono de voz estaba aumentando y así comenzando a llamar la atención de clientes.
Seguí escuchándola atento porque lo que necesitaba era descargarse mientras alguien la escuchaba. No fue difícil ofrecer mi compañía mientras seguía con mi trabajo, Jungkook me miró extrañado y movió los labios a la distancia y en silencio preguntando si necesitaba ayuda, negué con la cabeza inmediatamente.
>Creo que lo único bueno de emborracharme es entender la ciencia y razón de eso, es la única manera de complementar lo que aprendo diariamente porque es la única cosa que hago en todo el maldito día que no sea racional. Una mierda tras otra al final de todo. Lástima que ya no le encuentro razón para dejar de hacerlo. Me avergüenza estar por las noches ebria sentada en frente de un chico como tú que solo me escucha—me señaló, estaba a punto de llorar—¡Bravo, que genio eres, nena!—dijo luego de otro sorbo largo sin preocuparse por limpiar las gotas que caían por sus comisuras ensuciándose la barbilla.
La tristeza y la realidad del mundo la volvía pequeña, tanto que se ahogaba en la impotencia. Pero parecía volver a agrandar su ego, su intelecto y su ser con cada palabra que decía. Qué placer presenciar la tristeza y la ira en su estado más honesto y dócil. Qué placer ser bartender de una mujer con los pies en la tierra, la mente en el universo y el corazón en otra persona.
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