Despierto en sus brazos envuelta en su calor y en su aroma, y me tomo unos minutos para cerciorarme de que esta vez no es un sueño. Deslizo mi dedo por su piel, lo bajo con suavidad hasta el ombligo y vuelvo a subirlo, coloco mi mano sobre su pecho y siento el latido de su corazón. Me pierdo en mis recuerdos, en las veces que me acosté al lado de su cuerpo frío y dormido y deseé que reaccionara. Como si él fuese capaz de leer mis pensamientos, coloca su mano sobre la mía. Hay electricidad a nuestro alrededor, hay magia.

—Agus... —susurro.

—Sofy, mi Sofy...

—¿Qué ha sucedido?

—¿A qué te refieres? —inquiere y yo sonrío y le planto un beso en la clavícula.

—Cuéntame lo que ha sucedido para que decidieras venir.

—Mi lugar está contigo, ya te lo dije, pero yo mismo me ataba a Malena porque el agradecimiento puede ser una cadena muy difícil de cortar, Sofy. De verdad creía que la amaba, pero cuando te vi... todo se tambaleó en mi interior... y no sabía cómo decírselo sin sentirme la persona más malvada del planeta... Y tú sabes bien que yo ya no quería ser esa persona —dice con tristeza y luego suspira—, pero quedarme con ella por agradecimiento tampoco es suficiente para ella, ¿no? Y se dio cuenta, lo notó por mi actitud desde que regresé de Italia...

—Lo siento...

—Yo también, pero supongo que ella lo sabía, de alguna manera sabía que lo que sentía por ti podía cambiarlo todo... Supongo que tuvo un poco de culpa al no decírmelo antes, o no, no lo sé, ya no importa... —suspira—. La quiero, ¿sabes? Me hubiera gustado no lastimarla.

—Lo sé, Agus...

—¿Qué ha pasado con Jorge? —inquiere curioso.

—He terminado con él apenas regresé de Italia, no podía seguir, y fue doloroso, porque él se enfadó cuando le conté de ti... Sabía que reaccionaría así y quizá por eso no se lo mencioné antes, pero callarlo fue peor, supongo... Aunque cualquier cosa era peor de todas maneras...

—¿Se ha alejado?

—Sí, aunque de verdad espero que más adelante podamos hablar... lo quiero mucho...

—Lo sé.

Agus me da un beso en la frente y sonríe.

—Ahora es nuestro momento, Sofy, al fin lo es...

—Sí... —admito y me acerco para besarlo en los labios—. Lo de anoche ha sido...

—Ya te había dicho antes que era fabuloso, ¿no? —bromea.

Yo le doy un golpecito en el hombro y sonrío sonrojada.

—Tú has estado perfecta —añade y me besa en los labios—. Ha valido la pena...

—¿Qué cosa?

—Elegir la vida, aguantar la recuperación, tardar tanto en recordar todo esto... dejar todo para venir por ti...

—Esto recién empieza, Agus... ¿Me acompañas a Las Hadas? Pensaba ir de vacaciones esta semana... podría ser divertido.

—Me parece una idea magnífica, ¿cuándo salimos?

—¿En cuánto nos decidamos a levantarnos? —pregunto con diversión, pero él cuela sus manos bajo las sábanas y las sube por mi pierna hasta el vértice entre ellas al tiempo que se acerca para besarme.

—¿Puede eso esperar un poco? —susurra al tiempo que me acaricia y yo me estremezco.

—Puede esperar todo lo que quieras —murmuro y me dejo llevar.

—Perfecto, porque tengo hambre y sed y quiero desayunarte a ti...